DOCENTE -- MADRE DE FAMILIA, el doble rol de la misma moneda

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DOCENTE -- MADRE DE FAMILIA,
el doble rol de la misma moneda
frente a la violencia escolar
La violencia no es la solución; la violencia es el efecto y su causa es la injusticia
(entendiendo por injusticia: la codicia, el odio, la ignorancia y la arbitrariedad).
Jaume d’Urgell
Osvaldo Muñoz Vargas
Resumen: Este corto artículo presenta el tema de resolución de conflictos escolares desde el papel del educador, quien a su vez es padre y/o madre de familia. La novedad de este artículo recae en la idea de observar, mediante casos
simples, el doble rol que juegan los educadores que, a su vez, son madres de
familia. Se tratará de inferir formas de cómo abordar los patrones de corrección o crianza en este doble rol, y si en efecto, hay diferenciación o similitud en
su abordaje. Este artículo persigue, desde el vínculo inherente hogar-escuela,
descubrir variados e interesantes centros antropológicos en esta constante interacción de los participantes en dichos contextos.
Una introducción
“El día que un docente pretenda ser maestro de sus hijos, ellos ganarán un
pésimo maestro y perderán un gran padre o madre.”
Evelyn Hoffman Flores, 37 años, psicopedagoga
L
a relación entre familia y escuela es uno de los pilares más importantes del
proceso de socialización humana. El comportamiento de niños y niñas en las
aulas se define, en muchas ocasiones, sobre las líneas de acción, establecidas
en los patrones de crianza, interiorizados en el seno familiar. Estos lineamientos,
que se suponen correctivos y autosuficientes para restablecer el orden y la paz
por medio de una adecuada autoridad parental no fomentan un parámetro de
excelencia en la resolución de conflictos cotidianos dentro del imaginario social.
Costarricense. Antropólogo social, educador y abogado especializado en la temáticatrinomio: familia, niñez y adolescencia. Abogado litigante en derechos de la familia, la niñez
y el adolescente. Curador procesal y perito de Derecho de Familia del Poder Judicial de la
República de Costa Rica. Nota: La línea de investigación de este ensayo es de carácter multidisciplinario, cuya base teórica responde a temas en educación y derechos humanos. Contacto: [email protected].
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Revista Iberoaméricana
A pesar de los progresos puramente académicos e incluso, el trabajo sostenido
de equipos interdisciplinarios, preponderantemente en educación, psicología y
trabajo social por consolidar estos patrones de manera progresiva y constante, y
así evitar el recurrente ciclo de violencia intrafamiliar, más bien se trasladan al
aula, tomando dimensiones difíciles de sobrellevar por sus participantes, a saber:
docentes, estudiantes y padres/madres de familia.
Los alcances de la investigación-acción en Costa Rica señalan, a grandes rasgos,
que la violencia escolar tiene su génesis en la violencia aprendida por el niño y la
niña en su etapa de socialización primaria, la cual se alberga en el hogar. La novedad de este artículo recae en la idea de observar, mediante diferentes casos simples, el doble rol que juegan las educadoras que, a su vez, son madres de familia.
Se tratará de inferir formas de cómo abordar los patrones de corrección en este
doble rol, y si en efecto, hay diferenciación o similitud en su abordaje.
Antecedentes: la escuela como hogar
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Si bien la escuela, como segundo hogar, es una estructura de contención y protección del impacto social-familiar, esta institución pasó a ser un espacio donde
también se fomenta la violencia cada vez más en estos días. Mientras que en otros
tiempos, las expresiones de violencia en el aula se asociaban a ‘juegos de manos’
entre los estudiantes, en la actualidad estas manifestaciones están tomando un giro
más agresivo. Los hurtos, robos, actos de vandalismo y el uso generalizado de instrumentos de defensa de todo tipo también están haciendo fila para entrar al aula.1
La solución a algún conflicto en este ambiente no se encuentra en ningún libro
o en un folleto de respuestas fáciles. Por el contrario, urge canalizar consensos entre los diferentes actores que forman parte de la solución a este conflicto, el cual
está tomando dimensiones más oscuras.
El tema de la violencia escolar es multidimensional y tiene diferentes asideros
sociales para estudiarla a profundidad. No obstante, este artículo intenta aproximar el doble rol que juegan los educadores que, a la vez, son padres y madres de
familia en la solución de conflictos cotidianos diarios dentro del contexto escolar.
En otras palabras, en este artículo se tratará de abordar los criterios generales en
los que las educadoras madres de familia pueden incurrir en el tema de la corrección de patrones de crianza2 en el escenario escuela, con todas las implicaciones
que acarrea de por sí el sistema educativo. A simple vista, muchos pueden pensar
que la experiencia asumida en el hogar facilitaría el trabajo de los educadores en
la resolución de conflictos cotidianos. Sin embargo, el tema ha sido poco explorado en cuanto presenta diferentes aristas de análisis en el propio abordaje de los
educadores, tema que se tratará a continuación.
¿Cuántas veces los docentes por acción, negligencia u omisión, son los causantes de un
malestar que sucumbe en reacciones violentas?
1
Osvaldo Muñoz Vargas. Para prevenir la violencia escolar. Publicado en el periódico La Nación, Sección
Opinión Editorial, en http://www.nacion.com/2010-05-22/Opinion/Foro/Opinion2380830.aspx. Revisado el
día 2 de febrero del año 2012.
2
Fundación Paniamor. Hito en Derechos Humanos: Inclusión de medidas disciplinarias en patrones de crianza al
Código de Familia y al Código de Niñez y Adolescencia. No al castigo físico de niños y niñas. 2010. Consultado el 3
de febrero del 2012.
Violencia Escolar
¿Cuántas veces los docentes trasladan los problemas, fracasos, frustraciones, resentimientos y mediocridades a la escuela sobre los estudiantes?
Las situaciones de violencia que se desencadenan en las escuelas se repiten a
diario y lejos de centrarse solo en los estudiantes involucran también a profesores.
Muchos docentes, además de su compromiso académico, necesitan invertir tiempo
y creatividad en la solución de conflictos asociados a los entornos de convivencia.
El trabajo de la disciplina en el aula es complejo e involucra diferentes puntos
de vista. El esfuerzo humano para llevar a cabo esta tarea de manera satisfactoria
es necesario de manera conjunta. Es decir que directores, supervisores, profesores
y estudiantes deben fomentar un entorno seguro y pacífico.
La prioridad para contrarrestar este mal social es la adaptación de una actitud
más activa y positiva a través de un plan de prevención de la violencia. Es momento
crucial para que el Ministerio de Educación Pública (MEP) lidere la elaboración de
una guía sistemática en el contexto del aprendizaje escolar, intentando producir
cambios de hábitos y el logro de buenas prácticas de convivencia impulsadas por
los docentes, y que, a su vez, puedan ser transferidas fuera de este ámbito por los
mismos estudiantes. Para el fiel cumplimiento de ese efectivo plan de prevención
de violencia en las aulas, los docentes necesitan incluir distintos contenidos transversales relacionados con la aplicación de los sistemas de resolución de conflictos,
herramientas efectivas de comunicación asertiva y análisis positivos de conductas
en un programa de seguimiento continuo y sostenido.
El rol del docente en asuntos académicos está, en su mayor parte, bien establecido debido a un calendario tiempo–función de tareas por cumplir. Con anticipación suficiente, los docentes son informados sobre las fechas-clave, condicionadas
sobre tablas de deberes y derechos y el abordaje propio del contenido en el currículo. Además, sus supervisores se convierten en asesores técnicos de la materia específica por impartir –por más compleja que sea–, e incluso, se ofrecen a capacitar
más allá de horas laborales para desempeñarse de la mejor forma posible.
No obstante, muchos docentes, independientemente de su preparación académica y experiencia intra–clase o extra–clase, se confiesan ignorantes en el tema
de técnicas básicas de resolución de conflictos escolares, a pesar de lidiar cotidianamente con situación de corrección de comportamiento en sus propios hogares.
En este tema no es válida una generalización sobre el actuar de los docentes, en
general. Muchos de ellos se preocupan por estar al tanto de sistemas de contención para procurar un control en el aula, al igual que tienen en sus hogares. No
obstante, en ocasiones, son los mismos docentes los que, por negligencia, omisión
o dolo, el control se ve desvanecido en el aula, y en lugar de expulsar el problema
a una solución valedera, este se intensifica cada día más.
El doble rol del docente-madre de familia ante la resolución
de conflictos escolares
Los padres y madres de familia son los educadores de los niños y niñas primero y
el conocimiento de qué enseñar y no enseñar las habilidades es muy importante
en esta primera fase de socialización. Ciertamente, los maestros y las maestras juegan un papel decisivo en la educación de los niños académicamente. Sin embargo,
los padres y las madres deben saber sobre el manejo conductual de los niños y las
niñas. Ellos necesitan entender la naturaleza y propósito de la conducta de los
niños problemáticos y la forma de cómo responder constructivamente.
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En términos generales, el estudio académico y/o de investigación-acción de los
padres y madres de familia que asuman el doble papel de ser también docentes
es escasamente abordado en la doctrina e incluso, en la misma praxis pedagógica
cotidiana. La concentración de este artículo es observar cómo se sobrelleva esta
diferenciación o similitud de roles por parte de las madres de familia, en especial,
en el tema de interés sobre la resolución de conflictos escolares.
Este artículo busca hacer la distinción entre madres de familia, cuyo sustento académico reside en la formación docente y el papel clave de la madre de familia como
educador de sus hijos e hijas. Este ensayo centrará fundamentalmente sus fuerzas en
el primer supuesto, tratando de observar cómo las madres de familia rigen sus pautas en los patrones de crianza dentro y fuera del hogar. ¿Será que reproducen patrones
de crianza en el entorno escolar? ¿Será, acaso, que confunden sus roles, y se vuelven más permisivos o agresivos con sus estudiantes por tratarlos o abordarlos igual que a sus propios hijos
e hijas? ¿Encuentran ellos limitaciones al ejercer autoridad o control? O por el contrario, ¿se
verán ellos libres al determinar que parámetros de gestión disciplinaria pueden trasladar de la
casa al aula? Estas son interrogantes que quedan sin contestar por la escasa bibliografía sobre el particular desde cualquier arena interdisciplinaria que se observe.
Muchas interrogantes asaltan y quedan pendientes por resolver en este tema
desde la carrera profesional de educación, cuyo estudio no encuentra asidero oportuno. Mucha información se basa en conocimientos determinantes que los padres
y madres de familia deben tomar en cuenta y reproducir en el manejo y administración de la conducta de un lugar a otro, contemplando los cambios propios por
edad y motivación. Sin embargo, estos son meros supuestos hipotéticos que, cualitativamente, con los que este artículo pone la inquietud en la mesa para un análisis
teórico–práctico más exhaustivo.
Carolina Chavarría Arguello, madre de familia costarricense, de 38 años y educadora de pre–escolar en el Country Day School en San José, Costa Rica, escuela
bilingüe español-inglés, apunta sobre este tema: “En mi caso siento que debe haber una
diferenciación en relación con las etapas y edades de nuestros alumnos e hijos ( lo que, en mi
caso, sucede.) Tengo una hija adolescente y trabajo con estudiantes en edad pre-escolar. Esto
marca una diferencia, además de la separación lógica de relación personal que se tiene. Sin
embargo, el vínculo que se crea con los alumnos en el diario y constante (vivir) hace que, en
algunas ocasiones, asumamos roles de los cuales ni siquiera nos percatamos: somos un poco
psicólogas, enfermeras, compañeras de juego, guías y hasta un poco madres si se quiere”.
En este caso, la docente hace más énfasis en la relación positiva y constructiva con
los niños y niñas en el proceso de enfrentar el conflicto, si existiera. A simple vista,
como se desprende de su comentario, se puede inferir que sí existe un evidente vínculo entre ambos roles (como madre de familia y docente). Otro factor subjetivo subrayado por la misma educadora obedece a la diferenciación de edades y el abordaje
propio que se debe asumir en pre–escolar. En este caso, el público–meta con el que
ella trabaja y la situación personal de su hija adolescente contrastan de manera significativa, y es entendido que las medidas de corrección varían considerablemente.
La psicopedagoga Evelyn Hoffman Flores, de 37 años, madre de familia y quien
labora para el sector público, en la escuela Andrés Bello López, ubicada en el centro
de la comunidad de Santa Ana, San José, Costa Rica señala en relación con el tema
de la duplicidad de roles, desde varios ángulos.
“Para mí la sensibilización es primordial para resolver conflictos existentes, así como
una comunicación asertiva escuela –alumno– padres de familia. Considero que el peor
Violencia Escolar
error que puede cometer un educador como padre o madre de familia, cuando se debe
resolver un conflicto en su propio hogar, es tratar de ser educador de sus hijos. El día
que un docente pretenda ser maestro de sus hijos, ellos ganarán un pésimo maestro y
perderán un gran padre o madre. Sin embargo, conozco casos donde amigas son las
maestras de sus hijos y hasta de su esposo, lo cual les genera mucho conflicto. En mi
caso desde que mi hijo estaba muy pequeño llegamos a un acuerdo, yo le di las herramientas para que aprendiera a estudiar y a partir de allí él es el responsable de su
educación y rendimiento, no hay premios ni recompensas, ya que es su obligación. En la
parte de formación hay cosas que negociamos y otras que no tienen discusión mientras
permanezca en el hogar, pero siempre se le hace ver el porqué de las mismas y sobre
todo le he enseñado a que construya el estilo de vida que va a querer cuando sea adulto.
Y te cuento algo que me pasó hace un tiempo, tus alumnos siempre te ven como lo más
grande del planeta, en el mejor de los casos eres como un ídolo para ellos, con mi hijo
puedo tener cuatro carreras universitarias, 18 años de experiencia y casi 37 años, pero
en ocasiones te consideran obsoleta, porque no dices o haces las cosas como su profesora,
aunque no tenga ni la mitad de la preparación y experiencia que yo tengo”.
Esta psicopedagoga evidencia una relación de construcción en patrones de
crianza más detallada. Ella logra dar una respuesta a su relación educadora–madre de familia, tomando en cuenta el claro establecimiento de reglas de juego con
su hijo en cuanto al tema de educación, por contenido y por comportamiento.
La profesional también evidencia las limitaciones que ella misma enfrenta como
profesora en relación con su hijo, pues para él su profesora es la que conoce con
mayor detalle la metodología por aplicar o resolver un caso determinado, por citar
algunos ejemplos. El hijo, en un supuesto general, asume que el control dentro
del sistema educativo le corresponde a su profesora, anteponiendo los conocimientos e historia de experiencia de su propia madre.
Kattia Chaves Herrera, de 42 años, quien enseña a alumnos entre 12 y 16 años,
trabaja en Carolina del Sur, Estados Unidos y la honraron con el título de Maestra del Año 2011–2012. Ella es el caso de una costarricense quien en la actualidad
imparte clases en los Estados Unidos. Sobre el tema, ella subraya: “El maestro es un
profesional de las ciencias de la educación, las cuales incluyen enfoques del manejo del comportamiento en el aula. Lo mejor que en esa materia he aprendido ha sido el PBIS, siglas en inglés
para Positive Behavior Intervention and Support. (Apoyo e Intervención de Comportamiento
Positivo). Me parece que lo que se lleva a casa de este sistema de enfoque es muy enriquecedor y
valioso para valorar y resaltar el comportamiento positivo de los hijos. De la casa a la escuela,
lo que llevo es el concepto de cuidar de mis estudiantes y apreciarlos del modo que lo hago con
mis propios hijos; y por ningún motivo permitir, en lo que me sea posible, que sean victimizados
como no lo permitiría hacia mis propios hijos”.
El énfasis en el abordaje del manejo de conflicto escolar por parte de la profesora Chaves Herrera, quien está en un contexto ajeno al latinoamericano, responde
a características más lúdicas, o al menos así parecen. El sistema de educación norteamericano está programado, lo que equivale en términos cualitativos, e incluso
cuantitativos, a que su capacidad de respuesta es más directa en cuanto roles. Los
educadores anglosajones tienen estructuras de contención más delimitadas que
en cualquier parte del mundo, y reproducen ese pensamiento en los docentes,
quienes deben resolver sus asuntos dentro y fuera de clase. En otras palabras, el
papel de educador–madre de familia se deposita en el hogar, y sobre ese lugar, se
miden sus alcances y limitaciones.
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Eugenia Asturias Coronado, docente de inglés, del programa English for Kids
del Centro Cultural Costarricense Norteamericano, instituto de enseñanza del inglés
del sector no–formal, en San José, Costa Rica vuelve su relato anecdótico y lo ilustra desde varios ejes: el contenido y el comportamiento, como un todo.
“Pues a mí lo de <teacher> nunca se me quita... a veces mi hija me enseña un poema
en inglés y se enoja, porque le corrijo la pronunciación, la gramática o la ortografía.
Tan rol de <teacher> tengo que mi hija cuando estaba en el cole y llegaba a la casa, me
pedía permiso para ir al baño. Yo le decía... no tienes que pedirme permiso, mi amor.
Y los chiquitos de English for Kids a veces me dicen mami o me piden que les amarre
los zapatos, les abra un fresco, les ponga una curita, etc.”.
La profesional resalta ese doble rol, en especial, sobre el trabajo de profesoras
que trabajan con niños pequeños. Parece ser un control inherente el que asumen
debido a la formación primaria dentro del proceso de socialización, e incluso la
responsabilidad que deben de asumir fuera de la enseñanza-aprendizaje.
Ideas finales
• El tema de contención sociofamiliar, doble vía, por educadores profesionales y padres y madres de familia ha sido un tema poco explorado, en incluso
ignorado, en el imaginario social, cultural y legal.
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• La simple intención de este ensayo propositivo es poner el tema en el “tapete” en cuanto a formas de corrección positiva en el hogar, cuna de comportamiento social de niños y niñas dentro del contexto escolar.
• Teóricamente, el tema de contención social necesita asidero dentro de la
doctrina de derechos de niños y niñas a una educación más asertiva, con
variaciones antropológicas y psicológicas de interés en el hilo conductor familia–escuela.
• Los casos son de interés presentados, de forma ilustrativa y en escenarios
diferentes: sector público, sector privado, ambiente internacional y educación no–formal, y responde a esa bifuncionalidad que amerita un mayor
estudio técnico en toda su extensión.
• ¿Para qué sería útil hacer extensivo un estudio de esta naturaleza? La profundidad en este tema, dentro del todo tema de violencia escolar, abriría otras
líneas de investigación innovadoras en áreas de la educación, la psicología y
la antropología sociocultural, las cuales, como equipo interdisciplinario, contribuirían a crear lineamientos de trabajo más concisos y menos predecibles.
• La profundidad en abordar este estudio recaería también sobre uno de género, pues como consta en este artículo, se pudo rescatar la impresión de la
madre educadora. ¿Qué tan parecidos o diferentes son las actitudes tomadas
por el padre de familia? El imaginario social, en este tema en particular, evidentemente se ha inclinado a entenderse y procesarse desde la femineidad,
sus marcos de acción y sus metodologías.
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