publi.2.2005-09

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CONSULTAS FRECUENTES
"Lo que firmó, firmó y ahora está condenado a..."
La mayor parte de las consultas que recibimos son por los intereses y cargos que cobran
las tarjetas de crédito. Es habitual que cuando el usuario abone el pago mínimo y no el total
del saldo, la deuda se incremente mes a mes, aún sin efectuar compras.
El problema en la relación entre el usuario y el banco y la tarjeta de crédito, parte desde el
momento inicial de la firma del contrato, en donde es común que los bancos no entreguen
copia.
Por medio de las acciones judiciales colectivas que PADEC lleva adelante hemos podido
conseguir algunos contratos, y a través de su análisis detectar cláusulas abusivas contrarias a la
ley.
Es hora de desmentir el dicho que dice «Lo que Usted firmó, firmó y debe pagar». Las
empresas no estan habilitadas para escribir cualquier cosa en los contratos. Existe un marco
jurídico, conjunto del sistema normativo vigente que deben cumplir.
Abuso Masivo Frecuente. Análisis por Isabel Novosad.
Frecuentemente nos encontramos ante proveedores que actúan fuera del marco
permisivo del sistema jurídico, estableciendo y haciendo firmar a sus clientes
contratos con cláusulas abusivas. Ante esta situación, existe una pena de carácter
civil:
Las cláusulas abusivas de los contratos de consumo deben ser declaradas por los
jueces como «no convenidas» (es decir, no válidas), así lo establece el artículo 37
de la Ley 24.240 de Defensa del Consumidor.
A continuación ofrecemos el análisis de tres cláusulas abusivas que suelen aparecer
en los contratos de tarjetas de crédito, para que los usuarios sepan por qué estas
«normas del contrato» son ilegales.
CLAUSULA A)
«...Todos los pagos que efectúe el CLIENTE con destino a la cancelación de sus obligaciones,
se imputarán a intereses punitorios, compensatorios, gastos, primas, impuestos y capital, en
ese orden. En casos no contemplados precedentemente o de interpretación dudosa, el
CLIENTE conforma que el derecho a determinar la imputación del pago correspondiente al
BANCO, aún cuando sea en la forma más gravosa al deudor.»
Aquí el Banco altera el principio de la ley de defensa del consumidor que establece que en caso
de duda se estará siempre a favor del consumidor e impone una cláusula en la que decide
contra la ley vigente que en caso de duda la interpretación sea realizada a favor del banco.
CLÁUSLA B)
«En ningún caso la posesión de una constancia de pago emitida por el BANCO implicará
reconocimiento de pagos de vencimientos anteriores. Toda carta de pago emitida por el
BANCO mediando error, no tendrá efecto liberatorio alguno, quedando el BANCO
irrevocablemente facultado a revertir sin previo aviso las acreditaciones que se hubieran
producido.»
Esta cláusula excede el marco normal de una relación contractual con un profesional del
servicio financiero porque libera de responsabilidad por un error atribuible al propio BANCO.
Unilateralmente elimina por validez esperable de las constancias de pago que emite, cabe
preguntar ¿qué otra utilidad podría tener un recibo o una carta de pago que no sea la de ser un
reconocimiento de pago?.
CLÁUSLA C)
«La mora del CLIENTE se producirá automáticamente por el sólo hecho del incumplimiento. La
mora producirá, sin necesidad de manifestación alguna, la caducidad de los plazos que se
encontraren pendientes y la consiguiente exigibilidad inmediata del saldo adeudado. Igual
efecto se producirá en cualquiera de los siguientes supuestos:»
La mora automática introducida en el art. 509 del Código Civil por la Ley 17.711 fue dirigida a
facilitar los negocios de la vida moderna, confiriéndose mayor responsabilidad a quien
determina los montos de las obligaciones. Una confianza del legislador que ha sido
sistemáticamente violada por los Bancos que han aplicado tasas de interés mucho más altas
que las que los jueces admiten especulando con la falta del acceso a la justicia de la mayoría de
los usuarios del servicio financiero.
Para eximirse de responsabilidades derivadas de la mora, el deudor debe probar que no le es
imputable (art. 509 in fine C.Civ.). Pero la progresiva disminución de la capacidad de pago en el
proceso de recesión y depresión económica que llevó a la Argentina al colapso bancario a fines
del año 2001 tuvo tanta relevancia que se incluyó en una ley la emergencia social y económica.
Consideramos que muchos de los deudores del sistema financiero a los que se les aplicó de
modo formal la mora automática no son responsables de la falta de pago precisamente porque
su acción personal e individual no pudo y aún no puede incidir para ejercer su trabajo o
profesión con un salario digno, vital y móvil como garantiza la Constitución Nacional.
El Gráfico que incluimos muestra la brecha que existe entre las tasas de interés aplicadas por el
Banco Francés en tarjeras de crédito y las tasas admitidas por el derecho argentino art. 622 del
Código Civil y 565 del Código Comercial. Creando así una situación contradictoria: cumplir
normalmente con las obligaciones es más caro que cumplirlas en un juicio. Como los conflictos
por sumas de dinero pequeñas no llegan a los estados judiciales estos conflictos permanecen
sin solución y causan diversos daños, entre ellos la falta de confianza en las instituciones
públicas y privadas.
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