el notario y la ley agraria

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EL NOTARIO Y LA LEY AGRARIA *
Por: Lic. Emiliano ZUBIRIAMAQUEO
Notario del D.F.
EL ARTfCULO 27 CONSTITUCIONAL, LA LEY AGRARIA
Y EL NOTARIO
* Ponencia presentada en el XX Congreso Nacional de la A.N.N.M., A. C., en
Puebla de los Angeles, Puebla, octubre, 1992.
Revista de Derecho Notarial Mexicano, núm. 103, México, 1993.
DR © Asociación Nacional del Notariado Mexicano, A. C.
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El 7 de noviembre de 1991, el Ejecutivo de la Unión envió a los Secretarios de la Cámara de Diputados del Honorable Congreso de la Unión iniciativa de Reformas y Adiciones al Artículo 27 de la Constitución Política de
los Estados Unidos Mexicanos en Materia Agraria.
En dicha iniciativa, en forma elocuente, documentada y profunda, se expuso que el campo es el ámbito de la Nación donde el cambio es más
apremiante y más significativo para el futuro del país.
Se señaló que es necesario asociar dicho cambio con el progreso, basado
éste en la ética y moral reconocidas por nuestra compleja realidad social,
indicando que quienes menos tienen exigen con mayor vigor la transformación.
Indica la iniciativa que en ese proceso de cambio es indispensable el
ratificar el propósito de liberar a los campesinos de toda forma de servidumbre, con respeto y apego a las formas de vida en comunidad y a la legalidad
como instrumento de dicha transformación.
En la época colonial se asimiló la propiedad indígena al marco jurídico
español. Antes del encuentro hoy 5 veces centenario, la diversidad de civilizaciones que poblaban el hoy México se reflejaba en diversas formas de
control y acceso a la tierra, desde demarcaciones territoriales sin contenido
de propiedad hasta sistemas de tenencia de la tierra en sociedades jerarquizadas y por lo tanto estratificadas, en las que se diferenciaban las tierras de
las comunidades, las públicas y las entregadas en usufructo como prebendas
de linaje o distinción castrense.
El marco jurídico ibérico reconocía asimismo diversas formas de tenencia de la tierra: de la corona, de los monarcas, de los nobles, de la iglesia, la
pequeña propiedad y la comunal, formando parte de esta última el ejido,
que se refería a las tierras de USO común.
Las tierras ocupadas fueron consideradas de la corona y ésta, por diversos
mecanismos transmitió su propiedad, la mayoría de las veces por merced o
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gracia, y la comunal se otorgó a los pueblos y villas fundadas por los colonizadores.
En las Leyes de Indias se preveía el respeto a las tierras poseídas por los
indígenas, sin que existiera procedimiento para garantizar tal fin.
A partir de 1567 se asimilaron las tierras de las comunidades indígenas
con las comunales españolas, estableciéndose el fundo legal.
En principio, dentro de las comunidades indígenas se reconocían áreas diferentes: las del poblado, el ejido de uso común, la tierra para el pago de
tributos de la comunidad y la parcialidad o común repartimiento.
Al no existir procedimiento que hiciera respetar las tierras comunales,
se inició el fenómeno del minifundio y del latifundio.
Posteriormente las encomiendas propiciaron excesos, así como los mayorazgos, y las donaciones y herencias en favor de la iglesia. En este marco
nació la hacienda y con ello a finales del siglo xvm aparecieron expresiones
de descontento.
En 1799 el obispo Abad y Queipo informó a la corona española del
estado moral y político en que se hallaba la población del virreinato en Nueva
España en dicho año, y concluia su informe proponiendo, entre otros puntos:
"La división gratuita de las tierras de comunidades de indios entre los de
cada pueblo".
Y al anhelo de libertad se sumaron entre otras, las desigualdades agrarias
que desembocaron en la lucha por la Independencia. Las proclamas de Hidalgo y Morelos que ordenan se entregue la tierra a los indios y se les exima
de tributo y deudas, lo ratifican, así como las reacciones tardías de los virreyes
que dispusieron el reparto de la tierra entre los naturales.
Hidalgo en su estancia en Guadalajara, además del decreto de abolición
de la esclavitud, dictó otro para que se devolvieran las tierras a los pueblos.
En forma tardía, el 9 de noviembre de 1812, se dictó un decreto por el
virrey, cumpliendo una orden real, disponiendo se repartieran las tierras
a los indios, y el 15 de noviembre lo amplió para puntualizar "que de cualquier modo que se distribuyan esos terrenos, será en plena propiedad. . .".
Apenas restañadas las cicatrices de la Independencia, remergió el problema
agrario, siendo uno de los detonadores los bienes en manos muertas.
En la Constitución de Apatzingán, a pesar de todos los defectos que se le
pueden atribuir, posee, además del mérito de su existencia, un programa
e n el que se consideraba "la propiedad de la tierra para el indio".
El 25 de junio de 1856 entró en vigor la Ley de desamortización de bienes, y en su articulo 89 se exceptuaban del mismo los ejidos, a los que se
dejó amortizados, es decir se ratificó el que se encontraban fuera del comer-
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cio y circulación, encadenados permanentemente a su finalidad, excluyendo
por lo tanto a los demás del derecho a aspirar a su propiedad. Es decir, a
estas tierras se les privó de la vida que adquieren las cosas cuando pasan
libremente de mano en mano, sin ningún género de trabas.
En 1856 la Ley Lerdo, elevada a rango constitucional en 1857, estableció
la propiedad particular de los individuos como modalidad general de tenencia de la tierra. Conforme a esta Ley los indígenas usufructuarios de una
parcela la recibirían como pequeña propiedad.
En el artículo 27 de la Constitución de 1857 ya no se incluyó la amortización de los bienes ejidales, lo que significó que a partir de esa fecha
iba a existir la posibilidad de desamortizar los bienes agrarios.
Los arios de guerra fratricida y la intervención extranjera distorsionaron
la aplicación de la legislación. Posteriormente se desamortizaron los bienes
del clero y la forma de circulación de la propiedad acentuó la diferencia entre
minifundio y latifundio. Los hacendados confinaron a las comunidades a su
mínima expresión territorial y la expropiación de terrenos comunales se compensaron mediante aparcerías discrecionales y onerosas.
Entre 1880 y 1910 se expidieron el decreto sobre colonización y compañías deslindadoras, en 1883, y la Ley sobre ocupación y enajenación de
terrenos baldíos, en 1893.
La relación entre pueblos y haciendas era de tensión permanente. Cuando
se cerraron las opciones y las instancias de gestión agraria, los pueblos campesinos se sumaron a la Revolución Mexicana.
En el programa político de Madero, haciendo eco a la historia de México,
amparado por las ideas de Morelos y Juárez, se preveía la supresión de la
propiedad comunal y la constitución de la pequeña propiedad, o sea la creación
de la clase media que tanta falta ha hecho a la República y que debe de
convertirse en el aislante de la clase poderosa que todo lo tiene, y la clase
desvalida, que nada posee.
En la Ley Agraria de 6 de enero de 1915, en su último considerando
textualmente se indicaba: . . .No se trata de revivir las antiguas comunidades, ni de crear otras semejantes. . . ; es de advertir que la propiedad de las
tierras no ~erteneceráal común del pueblo, sino que ha de quedar dividida
en pleno dominio.
En la iniciativa del artículo 27 constitucional, en el año de 1917, se reconocían tres clases de derechos territoriales: la propiedad privada plena; la
propiedad privada restringida de las. . . comunidades y las posesiones de hecho.
Indicaba que se titularían todas las posesiones, para quedar: exclusivamente
la propiedad privada plena y la propiedad privada restringida, hasta que
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ésta se incorpore a las otras para que quede un solo grupo. El constituyente
del 17 quiso que las tierras dadas a los núcleos, nunca fueran expoltadas en
forma definitiva en comunidad.
Se quería que los ejidatarios adquirieran sobre la parcela una propiedad
privada plena.
El texto aprobado del artículo 27 constitucional fue inferior a la iniciativa,
puesto que señaló que los terrenos de repartimiento serían inalienables mientras permanecieran indivisos, lo que hizo que se convirtieran en un usufructo
ad perpetuam.
L a Ley sobre repartición de tierras ejidales y constitución del patrimonio
parcelario ejidal de 19 de diciembre de 1925, olvidó totalmente la filosofía del artículo 27 constitucional al señalar en la fracción primera de su artículo 20 que: "serán inalienables los derechos de propiedad sobre la parcela
ejidal". Con esta Ley que podríamos calificarla como de amortización de
bienes agrarios, se traicionó el espíritu del artículo 27 constitucional, se desoyó
a Abad y Queipo, a Hidalgo, a Morelos, a Juárez, a Carranza y al constituyente de 1917.
El artículo 27 estableció la propiedad originaria de la nación y su facultad
para imponerle modalidades, así como a los recursos naturales, ordenando la
restitución de las tierras a los pueblos.
En los inicios de la reforma agraria se atendió a los desposeídos y para
acelerar el proceso se expidieron leyes, reglamentos y decretos, hasta terminar
en una codificación integral.
Para 1937 la mitad de la tierra arable pasó a los campesinos. La dotación
representaba la diferencia entre la indigencia y la supervivencia. Se estableció
la parcela individual inalienable y transferible por herencia, como la forma de
aprovechamiento económico, y se distinguió de la porción común e indivisible
que servía a la comunidad de ejidatarios. Se conformaron así 3 áreas bjsicas:
el centro de población, el área común y la parcelada.
El reparto de tierra se acompañó de otras medidas: destino de recursos
públicos para financiar a la producción rural y el riego; regularización de la
comercialización y el abasto; provisión de insumos para la producción, acceso
a servicios esenciales de educación y salud y comunicación rural.
Hasta mediados de la década de los 60 lo anterior se tradujo en suficiencia productiva y saldo positivo en la balanza comercial.
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A partir de entonces y dado el crecimiento demográfico, se inició en forma
ascendente la insuficiencia productiva y por lo tanto los saldos negativos en
la balanza comercial.
Con el objeto de obtener fuentes de inversión diversas a las del Estado;
mayor eficacia en la producción y aplicación de mejor tecnología. La nueva
Ley Agraria reconoció expresamente, dando fin a tabúes que posiblemente
el día de hoy no tienen soporte real, la necesidad de abrir el campo mexicano a posibilidades reales de asociación y financiamicnto, para lograr su
transformación competitiva y eficiente.
Antes de la reforma constitucional era usual encontrar prácticas aparentemente ocultas y antes prohibidas de usufructo parcelario, de renta de parce!as,
de asociaciones encubiertas, medierias e incluso ventas de terrenos ejidales al
margen de la Ley.
Ésta fue la respuesta de la vida rural a la propiedad comunitaria, al minifundismo, al parvifundismo y a las condiciones de pobreza y a la dificultad,
si no es que imposibilidad, de financiamiento, tecnología y por lo tanto de
producción rentable.
Y la reforma constitucional y en consecuencia la nueva legislación agraria
canaliza dichas prácticas cotidianas, antes prohibidas, en formas constructivas por la vía del derecho.
C o n la nu'eua legislación agraria, uerdadera ley de desamortización de
bienes agrarios, se han rectificado los principios que e n gran medida dieron
pie a la lucha de Independencia y a la Revolución Mexicana.
En breve, la fabulosa amortización que el ejido representa desaparecerá;
vendrá el parcelamiento y México podrá ufanarse de haber colocado la piedra
an,plar de su futuro desarrollo. L a solución está en la propiedad, entendiendo
ésta en su función social, y los mexicanos y los abogados y en especial los
notarios, tendremos la grave responsabilidad y el honor de participar con
profesionalismo e imparcialidad, asesorando adecuadamente a quienes nos lo
soliciten, para llevar a cabo la desamortización agraria ji de esta forma culaborar en el mejor desarrollo de las instituciones repubjicanaq.
El artículo 27 constitucional reformado en materia agraria mantiene como
basamento esencial el reconocimiento de la propiedad originaria de la nación.
a quien ratifica su dominio directo, inalienable e imprescriptible sob;,e los
recursos naturales; reitera el monopo!io del estado para la explotación directa
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del petróleo, carburo~de hidrógeno, materiales radioactivos y de la generación de la energía eléctrica para el servicio público y nuclear, así como su
potestad sobre la zona económica del mar territorial y la facultad de expropiar, determinar la utilidad pública y fijar la indemnización correspondiente,
así como su obligación de impartir justicia en materia agraria y promover el
desarrollo rural integral.
A efecto de lograr certidumbre en la tenencia de la tierra y revertir
el creciente minifundio en el campo, derivado en gran medida de la obligación de repartir tierras, da fin al reparto agrario. Reconoce una realidad: ya
no existen tierras que repartir. Por eso derogó las fracciones décima a décima
cuarta y la décima sexta y parcialmente la fracción décima quinta y el párrafo
tercero. En estas fracciones y párrafo se establecía la reglamentación de los
mecanismos e instituciones encargados del reparto agrario. Con su derogación
se termina el reparto de tierras.
La fracción décima séptima se modifica, para mantener exclusivamente la
obligación de fraccionar las extensiones que califiquen como latifundios, dando un plazo de un año para su venta, y en caso de rebeldía, ordenando su
venta en pública almoneda.
Para garantizar la justicia y definitividad en materia agraria, en su fracción décima novena, segundo y tercer párrafos, establece los Tribunales
Federales Agrarios, sustituyendo el procedimiento administrativo jurisdiccional preexistente.
A efecto de capitalizar el campo y manteniendo los límites de la pequeña
propiedad, se permite la intervención de sociedades c%iles y mercantiles, con
lo que se espera superar las restricciones productivas del minifundio, dotar de
capacidad económica a los productores y vincular profesionalmente a las condiciones de mercado.
Se preserva y ratifica; como se ha indicado, la pequeña propiedad, actualizándola con el fin de dar base a las asociaciones que permitan su capitalización.
Se elimina la necesidad de detentar certificados de inafectabilidad, con la
finalidad de dar seguridad jurídica.
Se redefine el concepto de pequeña propiedad forestal, ampliándola a
800 hectáreas, a fin de alcanzar rentabilidad.
Se mantiene el principio que proteje las mejoras en la calidad de la tierra, aunque como consecuencia de ellas se rebase la extensión de la pequeña
propiedad, y se refuerza el mismo, dando la flexibilidad necesaria para cambiar el uso agropecuario.
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Se facilitan las formas de asociación que agrupen la tierra para su produccióril permitiendo la participación de las sociedades por acciones en las
propiedades y producción rural; regulando su extensión máxima, el número
de socios y la tenencia accionaria. Permite que pequeñas propiedades formen
parte del patrimonio de la sociedad y que los ejidos adopten formas societarias, incluso mercantiles, para atraer socios capitalistas.
Se suprime en la fracción sexta la prohibición genérica a las corporaciones
civiles de poseer, ser propietarias o administrar bienes raíces rurales.
Lo anterior con la finalidad de lograr una compactación productiva e
incrementar la rentabilidad de las tierras.
Este artículo reformado ratifica las formas de la tenencia de la tierra,
eleva a rango constitucional el reconocimiento y protección del ejido y la
comunidad y les da autonomía de voluntad. En su fracción séptima reconoce
la base territorial del asentamiento humano y la distingue de las tierras productivas; así como la plena capacidad de los ejidatarios de decidir las formas
que deseen adoptar. Prohíbe las ventas forzadas por deudas.
Se mantienen igual las disposiciones que determinan la capacidad de adquirir para los mexicanos, extranjeros, iglesias, instituciones de beneficencia
y bancos: la jurisdicción federal; las nulidades y actos históricos y la nulidad
por división.
La reforma se publicó el 6 de enero de 1992 en el Diario Oficial de la
Federación y entró en vigor el día siguiente de su publicación.
En forma paralela, con fecha 28 de enero de 1992 se adicionó un primer
en el que se reconoció que la nación
párrafo al Artículo 4" Con~titucio~nal
mexicana tiene una composición pluricultural sustentada originalmente en sus
pueblos indígenas. . . y que en los juicios y procedimientos agrarios en que
sean parte, se tomarán en cuenta sus prácticas y costumbres jurídicas en
los términos que establezca la Ley.
Con lo anterior se reconoce una larga aspiración de las comunidades indígenas creando los fueros indígenas, y con ello se refuerzan las normas del
derecho internacional privado obligando a encontrar la solución de las controversias jurídicas que se planteen, en que sean parte, en sus propias normas
y costumbres.
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VI. LEYAGRARIA
Con fecha 26 de febrero de 1992 se publicó en el Diario Oficial de la
Federación la Ley Agraria, reglamentaria del Articulo 27 Constitucioaal, en
la misma materia, misma que entró en vigor al día siguiente de su publicación y que abrogó la Ley Federal de la Reforma Agraria, la Ley General
de Crédito Rural, la Ley de Terrenos Baldíos, Nacionales y Demasías, la
Ley del Seguro Agropecuario y de Vida Campesino y todas las disposiciones
que se opongan a su contenido, y derogó la Ley de Fomento Agropecuario,
salvo en lo relativo a las normas que regulan el fideicomiso de riesgo compartido.
La Ley Agraria se divide en diez títulos: Disposiciones Preliminares; del
Desarrollo y Fomento Agropecuarios; de los Ejidos y Comunidades; de las
Sociedades Rurales; de la Pequeña Propiedad Individual de Tierras Agrícolas, Ganaderas y Forestales; de las Sociedades Propietarias de Tierras Agrícolas,
Ganaderas o Forestales; de la Procuraduría Agraria; del Registro Agrario
Nacional; de los Terrenos Baldíos y Nacionales, y de la Justicia Agraria.
En la nueva Ley Agraria, en vigor a partir del 27 de febrero de 1992,
verdadera Ley de desamortización de bienes civiles agrarios, se dan las bases
necesarias para convertir la hoy propiedad ejidal en propiedad privada, facilitando los medios para que el ejidatario adquiera su dominio pleno, para
que a partir de ese momento se regule por las normas del Derecho Civil de
la Entidad Federativa en que se encuentre ubicado el bien de que se trate.
Mientras lo anterior no suceda, se aplicarán supletoriamente a las disposiciones agrarias la Legislación Civil Federal, o sea el Código Civil para el
Distrito Federal, en materia común y para toda la República en materia
federal y, en su caso, la Legislación Mercantil, según la materia de que se
trate, y el ejercicio de los derechos de propiedad en lo relacionado con
el aprovechamiento urbano y el equilibrio ecológico, se deberán ajustar a la
Ley General de Asentamientos Humanos, la Ley del Equilibrio Ecológico y
Protección al Ambiente, a las Leyes de Desarrollo Urbano de cada Entidad
Federativa y a sus Reglamentos, y a las disposiciones aplicables (Art. 2 0 ) .
En el marco de la nueva Legislación Agraria se da al fedarativo, entendiendo por éste al Notario o a quien haga sus veces por no encontrarse presente éste, una participación activa de fundamental importancia, toda vez
que partiendo del principio de que es un profesional del derecho, imparcial, que debe de asesorar a quienes acuden ante él y como perito en derecho
elaborar cumpliendo con las normas de una sana técnica jurídica el instrumento requerido, proceder a su inscripción ante los registros competentes,
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para que surta efectos ante terceros, previa la recaudación fiscal, federal,
estatal y municipal que origine el acto, ejerciendo su actividad fedante con
las certificaciones correspondientes, y posteriormente entregando reproducciones del mismo a los interesados y conservando el original para posterior
expedición de duplicados, es de fundamental importancia el conocer y precisar el marco de su actividad.
De cumplir el notariado cabalmente con la tarea que le asigna la Ley
Agraria, ratificará el compromiso que tiene ante la sociedad y el Estado de
servir en el logro del bien común por todos deseado.
Y efectivamente, al Notario se le da participación activa eii este proceso
de transformación de México, en este proceso de desamortización de los bienes civiles agrarios, esencialmente en 4 aspectos: en el Testamento Agrario,
en las Asambleas de Ejidatarios y Comuneros, en la Constitución de Sociedad de Rurales y en el Control de la Tenencia de la Tierra propiedad de
Sociedades Civiles y Mercantiles.
A ) Del Testamento Agrario
En la sección segunda del capítulo primero del título tercero, artículos 12
a 20, se define al ejidatario como el que es titular de derechos ejidales, lo
que se acredita con el Certificado de Derechos Agrarios expedido por la autoridad competente; el certificado parcelario o de derechos comunes, o con la
sentencia o resolución relativa del Tribunal Agrario, y al avecindado como
el mexicano mayor de edad que ha residido por un año o más en l a . tierras
ejidalcs y que ha sido reconocido como tal por la asamblea ejidal o el
tribunal agrario.
En su artículo 17 consagra, a diferencia de la legislación derogada, la
facultad del ejidatario y por remisión expresa del comunero, de designar a sus
herederos mediante la formulación de una lista de sucesión en la que consten
los nombres de las personas y el orden de preferencia confoime al cual deberá
de hacerse la adjudicación a su fallecimiento, sobre los derechos sobre su
parcela y demás inherentes a la calidad de ejidatario o comunero.
Resulta innecesario el listado contenido en el mismo articulo, en el que
se indica que se podrá designar como beneficiario de los derechos ejidales o
conlunales al cónyuge, concubina o concubinario, a uno de sus hijos o a uno
de sus ascendentes, toda vez que "termina señalando" o a cualquiera otra
persona.
Al indicarse "cualquier otra persona"; se consagra la libertad de testar
del ejidatario o comunero mediante la formulación de la lista de sucesión,
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misma que según el artículo indicado se elabora sin ninguna formalidad por
el propio ejidatario o comunero y se deposita en el Registro Agrario Nacional, o se otorga como simple lista de sucesión ante Notario Público.
Es de observarse que cuando se otorga ante Notario Público no se le
impone a éste obligación de informar de dicho acto al Registro Agrario
Nacional, lo que debiera ser y que en los términos de la legislación común,
de aplicación supletoria, el aviso sobre el otorgamiento de dicho testamento
deberá realizarse, en el caso del Distrito Federal, al Archivo General de Notarías, y en el de las demás entidades federativas ai Archivo Local o a quien
cumpla dicha función.
Por ello es criticable el señalamiento de que con la misma formalidad
podrá ser modificada la lista de sucesión, en cuyo caso será válida la de fecha
posterior. Y es criticable lo anterior puesto que al señalar con la misma formalidad, debe de entenderse que si el listado original se hizo mediante lista
de sucesión depositada en el Registro Agrario Nacional, la modificación posterior deberá verificarse de la misma manera; y si se otorgó ante Notario
la modificación también deberá realizarse ante Notario. De otra forma al
solicitarse cualquier informe sobre el otorgamiento de lista de sucesión de un
ejidatario o comunero, podría incurrirse en error. Por ejemplo, si se otorga
la lista original de sucesión y se deposita ante el Registro Agrario Nacional
y la modificación posterior se realiza ante Notario, el Registro Agrario Nacional informará como única disposición existente la primera, misma que fue
revocada por la modificación posterior. Por ello se insiste en la necesidad
ya señalada desde hace varias décadas, de que se cree y regule un Registro
Federal de Actos de Última Voluntad, al que necesariamente quien conozca
de cualquier trámite sucesorio deba de acudir para solicitar información sobre la existencia o no de algún testamento o de algún acto de última
voluntad.
Para el caso de que no haya habido designación de sucesores, o los señalados en la lista de herederos tengan imposibilidad "material" o legal para
heredar, como norma de excepción a lo dispuesto en la Legislación Civil se
establece la prelación para suceder los derechos agrarios de que era titular
el de cujus, señalándose en primer lugar a la cónyuge, en segundo a la concubina o al concubinario, en tercero a uno de los hijos del ejidatario o
comunero, en cuarto a uno de sus ascendientes, y por Último alguna persona
que hubiere dependido económicamente de él.
Para el caso de los tres últimos supuestos, indica el multicitado artículo,
de existir dos o más personas con derecho a heredar, gozarán de un plazo de
tres meses a partir de la muerte del ejidatario o comunero, para decidir
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de entre ellos quien conservará los derechos agrarios, en la inteligencia de
que si no hay acuerdo el Tribunal Agrario proveerá la venta de los derechos
ejidales en subasta pública y repartirá el producto, por partes iguales, entre
las personas con derecho a heredar.
Sería de desear que el legislador se abocara a determinar qué quiso decir
cuando habla de imposibilidad material para heredar, toda vez que a la luz
de la Ley Agraria no se puede determinar lo anterior.
Obviamente que la necesidad marcada por la Ley de que entre uno de los
beneficiarios se elija al heredero, y en su defecto se proceda a la venta de
los derechos ejidales, deriva del hecho de que dichos derechos ejidales son
indivisibles, y por lo tanto únicamente pueden ser atribuidos a una sola
persona.
Por último, se establece que cuando no existan sucesores el Tribunal Agrario proveerá la venta de los derechos agrarios al mejor postor, entre los
ejidatarios y avecindados del núcleo de población de que se trate, y que el
producto resultante se entregará al núcleo de población ejidal. Este supuesto
constituye otra excepción a la norma señalada en el Derecho Civil, que indica que cuando no existan herederos, heredará la beneficencia pública.
En los artículos 72 a 74 del Reglamento Interior del Registro Agrario
Nacional, publicado en el Dzizrio Oficial del día 11 de agosto de 1992 y en
vigor a partir del día siguiente de su publicación, se regula el depósito de la
lista de sucesión ante el Registro Agrario Nacional, indicándose que éste
deberá verificar la firma o huella digital del ejidatario en la lista de sucesión
"preferencial", estableciendo para el efecto los procedimientos necesarios.
Desconozco lo que el legislador quiso dar a entender con el término preferencial, toda vez que resulta totalmente innecesario cuando se habla de
una prelación.
Hecho lo anterior la lista de sucesión permanecerá al amparo del registro,
el cual expedirá al interesado copia certificada, resguardando el original en
sobre sellado, haciendo constar en ambos documentos la fecha de recepción
(art. 7 3 ) . Esto en exceso a la Ley pero salvaguardando el principio de seguridad jurídica que persiguen las normas del Testamento Público Abierto.
En el artículo 7 4 se señala que al fallecimiento del ejidatario o comunero, a petición de quien acredite tener interés jurídico para ello, y la
presencia de por lo menos 2 testigos de asistencia, el Registro Agrario abrirá
el sobre y expedirá el o los certificados que procedan para acreditar los
derechos de sucesor, en los términos de la Ley.
Me resulta ambigua la expedición del certificado para acreditar los derechos del sucesor. Pareciera que con ello se adjudican los bienes agrarios al
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heredero, aún cuando pudiera pensarse que la certiiicación expedida servir5
para la posterior adjudicación de derechos. Creo recomendab!e el que se
precise lo anterior.
El Reglamento es omiso respecto a la tramitación a seguirse cuando el
Testamento haya sido otorgado ante Notario, en cuyo caso y dada la laguna,
deberá aplicarse supletoriamente el Código Civil para el Distrito Federal y
si el heredero es mayor de edad y capaz, tramitarse su sucesión ante Notario
hasta la adjudicación correspondiente, y si no lo es o se trata de un incapaz,
tramitarse el juicio sucesorio correspondiente.
Sería prudente el que el Reglamento previera el que una vez aceptada
la herencia ante Notario o reconocidos los derechos del heredero en la primera sección del juicio testamentario correspondiente, con fundamento en el
testimonio expedido por el propio Notario o en base a las actuaciones judiciales, sin mayor trámite el Registro Agrario Nacional procediera a la adjudicación correspondiente y expidiera los nuevos certificados parcelarios o
comuneros del caso.
En síntesis, las disposiciones en materia testamentaria consagran la libertad
de testar en materia agraria para los ejidatarios y comuneros, siendo recomendable el que se amplíe esta forma simplificada de testar a los avecindados, a los posesionarios y a los pequeños propietarios, y el que se enriquezca
la Ley para prever que las modificaciones a testamentos agrarios puedan hacerse indistintamente mediante la lista de sucesión presentada en el Registro
Agrario Nacional o ante Notario, derogando la disposición que prevé que
para modificar el testamento agrario se requiere la misma formalidad que para
su otorgamiento.
Como consecuencia de lo anterior y a efecto de proporcionar seguridad
y certeza jurídicas, es necesario lo siguiente:
a ) El que se cree el Registro Federal de Disposiciones de altima Voluntad, y a él se informe del otorgamiento de cualquier disposición testamentaria o asimilable.
b ) El que se permita la tramitación de la sucesión agraria ante Notario,
cuando exista disposición testamentaria, los herederos sean mayores de edad
y no exista oposición.
c ) El que se permita continuar ante el Registro Agrario Nacional el
trámite de una sucesión intestada agraria cuando haya declaratoria de herederos, designación y discernimiento del cargo de albacea, y los herederos sean
mayores de edad.
d ) El que se prevea la validez del testamento agrario cuando el ejida-
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tario o el comunero dejen de ser tales por haber pasado su propiedad de
ejidal o comunal a plena propiedad regulada por el Derecho Civil.
e ) El que se defina lo que la Ley Agraria denomina imposibilidad material pala heredar, y como consecuencia de ella se tenga que tramitar la
sucesión agraria intestamentaria.
B ) Dc las asambleas de ejidatarios y comuneros
En la sección tercera del capítulo primero del título tercero, artículos 21
a 42, se regulan los órganos del ejido, señalándose como tales a la Asamblea,
órgano supremo del ejido en el que participan todos los ejidatarios; al
Comisariado Ejidal, órgano encargado de la ejecución de los actierdos de
asarnb!ea y representante para pleitos y cobranzas y actos de administración
del ejido y al Consejo de Vigilancia, órgano vigilante de los actos del comisariacio, para que éstos se ajusten a la Ley, al reglamento interno y a las
decisiones de 13. Asamblea.
Se xÍía!a que la Asamblea debe reunirse por lo menos una vez cada 6
meses, y sin que la Ley lo clasifique, por el quórum y votación necesarias
para que sus decisiones sean válidas, a efectos prácticos se pueden distinguir
2 tipos de éstas:
a:; -1iambJcas Orilinazias. Aquellas que deben de convocarse con n o menos de 8 ni más de 15 dias de anticipación por med'io de cédulas fijadas en
los lugares más visibles del ejido, e n firimera convocatoria, y con u n plazo
no me no^ a 8 n i mayor n 30 días, e n segunda, y que requieren de u n quórum
dc m& dc la mitad de los ejidatarios e n el primer supuesto y cualquiera que
sea .su núlnero en el segundo, y cuyas decisiones son por mayoria de votos
c/c los presentes, teniendo el Presidente del Comi~ar~iaclo
Ejidal voto de calidad,
cn las que pueden tratxse la formulación y modificación del reglamento interno: la aceptación y separación de ejidatarios y aportaciones; elección y
remocih del comisariado ejidal y consejo de vigilancia y la recepción de sus
informes; cuentas, balances y aplicación de recursos; otorg¿imbiento de poderes y mandatos: aprobación de contratos y convenios cuyo objeto sea el uso
o disfrute por terceros de las tierras de uso común, y distribución de utilidades.
b) A~mnliica Elctraordinaria. Aque1la.s que deben ser convocadas por lo
menos con u n mes d e anticipación a la fecha de la asamblea, e n primera
convocatoria y e n segunda, e n los mismos plazos que las ordinarias, que reqzsieren en p i m e r a coinvocatoria de u n quórum de cuando menos tres cuar-
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tas partes de los ejiddarios, y en segunda con los presentes, requiriendo para
que las decisiones que se tomen sean válidas de voto favorable de cuando
menos dos terceras partes de los asistentes.
E n este tipo de asambleas debe estar pnesente u n representante de la Procuraduría Agraria y u n Fedatario Público, siendo obligación de la Pvocuraduría el verificar que la convocatoria se haya expedido con la anticipación y
formalidades indicadas, so pena de nulidad.
La asamblea extraordinaria es la avocada para conocer el señalamiento
y delimitación de las áreas de asentamiento humano, fundo legal, parcelas,
destino específico y área de urbanización; el reconocimiento del parcelamiento
de hecho y la regulación de tenencia de los posesionarios; la autorización
para que los ejidatarios adopten el dominio pleno sobre sus parcelas; la aportación de tierras de uso común a una sociedad; la delimitación, asignación y
destino de tierras de uso común y su régimen de explotación; la división O
fusión del ejido; la terminación del régimen ejidal previo dictamen de la
Procuraduría Agraria;
la conversión del régimen ejidal al comunal; la instauración, modificación y cancelación del régimen de explotación colectiva y
las demás que establezca la Ley o el reglamento interno del ejido.
Se establece que en el caso de asambleas ordinarias puede asistir un mandatario mediante simple carta poder suscrita ante dos testigos que sean ejidatarios o avecindados y se señala que e n asamblea e~~traordinaria
no se Podrá designar mandatarw.
Señala la obligación de levantar acta: de toda asamblea, la que se firmará
por los miembros del comisasado ejidd y del consejo de vigilancia que mistan, así como por los ejidatarios que deseen hacerlo, y si se trata de decz'sionzes
de las que conoció una asamblea extraordinaria, deberá asimismo ser firmada
por el representante de la Procuraduríu Agraria y protocdizada ante Fedatario Público.
Si la resolución es la terminación del régimen ejidal, debe publicarse ésta
en el Diario Oficial de la Federación y en el periódico de mayor circulación en la localidad en que se ubique el ejido.
Los integrantes de los comisariados y de los consejos durarán en sus funciones 3 años y no podrán ser reelectos para ningún cargo dentro del ejido
hasta que haya transcurrido un lapso igual al que estuvieron en ejercicio.
Tanto los comisariados como los consejos de vigilancia tienen miembros propietarios y suplentes, y si al término de sus funciones no se han celebrado
elecciones, los propietarios serán automáticamente sustituidos por los s i l plen tes.
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Por último, como órgano de participación de la comunidad se prevé que
puede constituirse una junta de pobladores, la que podrá hacer propuestas
sobre puntos relacionados con el poblado, sus servicios públicos y los trabajos
comunitarios.
Obviamente resulta de particular interés para el notariado y para el éxito
de la Nueva Ley Agraria, la debida realización de las Asambleas Extraordinarias, en las que el Notario tendrá un papel fundamental, que son como
se ha indicado con anterioridad aquellas que conocen del señalamiento y delimitación de las tierras agrarias y fundo legal; el reconocimiento de parcelamientos de hecho y de posesionarios; de la adopción del pleno dominio; de
la aportación de tierras a sociedades, así como de los regímenes de explotación de la tierra y de la división, escisión y terminación del régimen ejidal
o conversión al comunal.
Es clara y precisa la Ley en el sentido de que el representante de la Procuraduría Agraria es quien tiene la obligación de verificar que se hayan cumplido con todos los requisitos de la convocatoria, y que la misma contenga
la Orden del Día y se haya dado a conocer con la anticipación y formalidades
precisadas. En este punto, el Notario o Fedatario que acuda será un receptor
de la declaración del representante de la Procuraduría Agraria en el sentido de si se cumplieron o no los requisitos indicados, y para ello la ley prevé
en el mencionado Art. 28 que cuando se convoque a una Asamblea de ejidatarios, quien lo haga deberá notificar a la Procuraduría de la celebración
de la Asamblea, y sería recomendable que simultáneamente se notificara de
la convocatoria al Colegio o Consejo de Notarios de la Entidad Federativa
o Ciudad correspondiente, a efecto de que éste, con toda anticipación procure al Notario que asistirá el día de la Asamblea, ya que de no lograrse lo
anterior se presentarán con mucha frecuencia situaciones en las que se solicite
la intervención del Notariado prácticamente al momento de la celebración
de la Asamblea, y como consecuencia de ello, y dada la intensa actividad del
Notario, en algunas ocasiones no podrá responder al llamado con la celeridad
precisada, y lo anterior propiciará que personas mal informadas o mal intencionadas señalen el que el Notariado no cumple con la función que le asigna
la Ley Agraria, y con ello se desoriente a la comunidad respecto a la posición$
del Notariado de coadyuvar en este importante proceso de transformación.
Si el Notariado es requerido oportunamente para comparecer a las Asambleas Ejidales que se verifiquen, estoy cierto de que será el mejor coadyuvante
en el cumplimiento de los nobles fines de la Nueva Ley Agraria.
Una vez instalado el Notario en el lugar en el que ha de celebrarse la
Asamblea y recibida la declaración del representante de la Procuraduría Agra-
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ria de que ha verificado el que se han dado cumplimiento a los requisitos,
plazos y formalidades de la convocatoria, actuara exclusivamente como fedante
de los hechos que sucedan, en base a los elementos que se le proporcionen
para ello.
Desde mi personal punto de vista al Notario no le corresponde, salvo que
se le solicite expresamente, el verificar que todos y cada uno de los presentes
tienen la calidad de ejidatarios, sino exclusivamente el identificar a los miembros del comisariado ejidal y del consejo de vigilancia que asistan, y si se le
solicita lo anterior, en base al Libro de registro de ejidatarios que el comisariado ejidal tiene obligación d e llevar en los términos del Art. 22 y siguiendo
los principios de identificación de personas que regulan las Leyes del Notariado de la República Mexicana, deberá proceder a lo anterior.
Por ello es recomendable el solicitar de las autoridades agrarias se acelere la entrega de identificaciones oficiales, ya que de otra forma se complicará en sumo grado el proceso.
Obvio resulta el señalar que en este tipo de asambleas puedan tratarse en
forma conjunta dos o más de los puntos señalados en el Art. 23, y por lo
tanto, si uno de los objetivos de la Asamblea es la asignación del dominio
pleno, el que previamente y como elemento necesario para ello se haga el
reconocimiento del parcelamiento económico y de hecho y la regularización
de tenencia de posesionarios.
Cabe destacar en este punto que para la validez de algunas de las Asambleas se requerirán elementos adicionales, como pueden ser, para el caso de
la asignación en pleno dominio, la existencia del plano general del ejido elaborado por autoridad competente o el que elabore el Registro Agrario Nacional; la delimitación y asignación previa de la mayor parte de las parcelas
y el cumplimiento de las normas técnicas emitidas por el Registro Agrario
Nacional, publicadas en el D,iario Oficial de la Federación del 25 de noviembre de 1992.
Lo anterior es una labor de orientación por parte del Notario, toda vez
que si se solicita su presencia para dar fe de un acto, y éste no es contrario
al derecho o a las buenas costumbres, el Notario tiene obligación de dar fe
de lo sucedido, aún cuando en sus certificaciones haga constar que hizo del
conocimiento del comisariado ejidal, del comité de vigilancia y de los ejidatarios presentes, el que para tomar la decisión pretendida y en los términos
.de la Ley Agraria y del Reglamento Interior del Registro Agrario Nacional,
e s necesario contar, por ejemplo, con plano oficial del ejido, con el parcelamiento previo y, en lo f~xturo,dar cumplimiento a las normas técnicas emi-
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tidas por el Registro Agrario Nacional en los términos del Art. 56 de la
Ley de la materia.
Por lo anterior y por el hecho de que las normas técnicas fueron publicadas en el Diario Oficial de la Federación el 25 de septiembre de 1992, considero que las actas celebradas con anterioridad a su expedición, cumpliendo
con los demás requisitos de Ley, son válidas, y no nulas como a1g~:ien pudiera pensar, y obviamente las celebradas con posterioridad 2 dicha fecha
deberán de cumplir con todos los requisitos indicados.
En todo caso, cuando el Notario cumpla con su función fedante y de perito en derecho, el acta que levante será válida, aún cuando alguno de los
acuerdos tomados por los ejidatarios estén afectos de nulidad.
Creo que el Notariado Mexicano no debe de confundir la validez de siis
actos con la del contenido de sus actas.
Levantada el acta correspondiente se procede a su protocolización, lo
cual desde mi punto de vista sucede por el solo hecho de pasarla al protocolo. y su primer testimonio se inscribe en el Registro Ayrario Nacional.
Hecho lo anterior, cuando se trate de la asignación del dominio pleno,
los ejidatarios autorizados podrán, en los términos del Art. 82 y en el momento en que lo estimen prudente, asumir el dominio pleno de sus parcelas,
en cuyo caso solicitarán del Registro Agrario Nacional que las tierras de que
se trate sean dadas de baja en dicho Registro, que se expida el certificado
de propiedad respectivo y que se proceda a la inscripción de éste en el Registro Público de la Propiedad competente.
A partir de la cancelación de la inscripción en el Registro Agrario Nacional, las tierras como se ha señalado, dejan de ser ejidales y se sujetan a las
disposiciones del derecho común. En este caso, en la. enajenación de las antes
parcelas, los familiares del enajenante, las personas que las hayan trabajado
por más de un año, los ejidatarios, los avecindados y el núcleo de población
ejidal, en ese orden, gozarán del derecho del tanto, el que deberán ejercitar
en el plazo indicado de 30 días naturales.
La notificaciói~para el ejercicio del derecho del tanto se debe hacer al
comisariado ejidal, con la participación de 2 testigos o ante Notario Público,
y ésta surtirá efectos de notificación personal a quienes gocen del drrecim del
tanto. El cornisariado, bajo su responsabilidad, publicará. de hmediato en los
lugares más visibles del ejido, la relación de bienes a derechos q c i se enajenan.
Si S? ejercita s:'multáneametite el derecho del tanto, con posturas iguales,
el comisariado ejii,al cn presencia de Notario Público, realizará. un sorteo
para determinar a quien corresponde la preferencia.
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Dicha primera enajenación a personas ajenas al núcleo de población será
libre de impuestos o derechos federales para el enajenante y deberá hacerse
cuando menos al precio que establezca avalúo de la Comisión de Avalúos
de Bienes Nacionales o de Institución de Crédito (Art. 86).
De lo expuesto se desprende el que es imperativo el que se enriquezca el
articulo 86 de la Ley Agraria que prevé que la primera enajenación a personas ajenas al núcleo de población, de parcelas sobre las que se hubiese adoptado el dominio pleno, será libre de impuestos o derechos federales, a efecto
de que considere asimismo como primera enajenación los siguientes supuestos:
A ) La incorporación de tierras al régimen ejidal por aportación de las
mismas para la constitución de un ejido.
B) La aportación de tierras que se hagan a los municipios o entidades federativas, cuyo destino sea el servicio público.
C) La asignación en plena propiedad de tierras ejidales parceladas.
D) La transmisión por manifiesta utilidad de terrenos de uso común a
sociedades civiles o mercantiles.
E) L a reversión de tierras a núcleos de población o ejidatarios, por disolución de la sociedad a la que se aportaron con fines agrícolas.
F) La aportación de derechos de usufructo sobre tierras parceladas o sociedades civiles o mercantiles.
G ) La enajenación de derechos parcelarios a ejidatarios o avecindados
del mismo núcleo de población; o su venta a familiares y jornaleros agrícolas.
Como consecuencia de las múltiples posibilidades antes señaladas, de transmisión, aportación, asignación, adopción, etc., de tierras agrarias, es asimismo
necesario el que la Ley Federal del Impuesto Sobre la Adquisición de Inmuebles, a efecto de que prevea que no se causará impuesto de adquisición
de bienes inmuebles en los casos señalados, ya que de otra forma dichas primeras enajenaciones, aportaciones, asignaciones o como se les llame, se evitarán para eludir el pago del impuesto correspondiente y se buscarán formas
asociativas no necesariamente recomendables y sanas.
Con ello, y en vista de que la Ley Federal del Impuesto Sobre Adquisición
de Inmuebles se encuentra en suspenso, se propiciará la adecuación de las
Leyes de Hacienda o de Ingresos de los Estados y de los Municipios, para
evitar el que se graven dichas enajenaciones.
Asimismo es recomendable el que se corrija la fracción vigésima octava del
artículo 77 de la Ley del Impuesto Sobre la Renta, ya que prevé exención
de dicho impuesto exclusivamente cuando se enajenen derechos parcelarios de
ejidatarios, sea la primera transmisión que se efectúe sobre dicha parcela y la
misma se realice en los términos de la legislación de la materia.
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Mientras las tierras parceladas no sean asignadas en pleno dominio, su
uso y aprovechamiento corresponden a los ejidatarios titulares.
En los términos de la sección sexta del capítulo 2" Arts. 76 a 86, los ejidatarios pueden aprovechar su parcela en forma directa o conceder a otros
ejidatarios o terceros su uso o usufructo, mediante aparcería, mediería, asociación, arrendamiento o cualquier otro acto jurídico no prohibido por la
Ley, sin necesidad de autorización alguna. Asimismo, podrán aportar sus derechos de usufructo a sociedades civiles o mercantiles.
Podrán enajenar sus derechos parcelarios a otros ejidatarios o avecindados
del mismo núcleo de población y para la validez de la enajenación bastará
la conformidad por escrito de las partes ante dos testigos y la notificación
que se haga al Registro Agrario Nacional, quien deberá expedir el nuevo
certificado parcelario. El comisariado ejidal deberá realizar la inscripción en
el libro respectivo.
En caso de enajenación, el o la cónyuge y los hijos del enajenante, en ese
orden, gozarán del derecho del tanto, mismo que deberán ejercer en un término de 30 días naturales a partir de la notificación.
Es oportuno en este apartado indicar que el articulo 34 de la Ley Agraria
establece para los miembros del comisariado ejidal en funciones una incapacidad de ejercicio especial, consistente en que mientras se encuentre en funciones estén (impedidos para adquirir tierras y derechos ejidales. Seguramente
en este artículo se trata de limitar, toda vez que su eliminación resulta en la
actualidad inverosímil, conductas casiquistas limiten la voluntad de los propios ejidatarios para disponer libremente de sus derechos ejidales.
C j De las sociedades rurales
Este punto será tratado seguramente con mucha mayor profundidad por
la especialización de su tema por el Notario Cecilio González Márquez.
No obstante lo anterior, considero conveniente el insistir el que la constitución de uniones de ejidos, de asociaciones rurales de interés colectivo, de
sociedades de producción rural y de uniones de sociedades de producción
rural, debe de hacerse necesariamente ante Notario Público, en los términos
del párrafo cuarto del Art. 108 de la Ley Agraria y por remisión expresa de
los Arts. 110, 111 y 113 del mismo ordenamiento legal, de forma tal que
cualquier intento de constituir este tipo de sociedades rurales en forma distinta, no cumplirá con la formalidad establecida con la Ley y por lo tanto
dará pie, por aplicación supletoria del Art. 2 0 de la Ley General de Sociedades
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Mercantiles, a su existencia como sociedades irregulares, y en consecuencia,
que sus órganos de administración y mandatarios respondan subsidiaria, solidaria e ilimitadamente de las obligaciones sociales.
Asimismo es conveniente precisar el que a diferencia de otro tipo de sociedades, será la inscripción en el Registro Agrario Nacional la que le otorgue
personalidad jurídica a dichas sociedades rurales, toda vez que se le d a efectos constitutivos a dicho registro.
Es d e desearse el que el Registro Agrario Nacional en este aspecto deje
de tener efectos constitutivos, para pasar a ser simplemente declarativo, sobre
todo si se toma en consideración que a partir de la Nueva Ley Agraria interviene el Notario en la constitución de dichas sociedades, y éste como perito
en derecho es responsable de que los estatutos cumplan los principios establecidos en la Ley.
Con anterioridad era justificable el que el Registro tuviera efectos constitutivos, puesto que las sociedades rurales podían constituirse ante funcionarios
diversos al Notario.
El Notario al elaborar los estatutos correspondientes y previa la reserva
de denominación que obtenga de la Secretaría de Relaciones Exteriores, en los
términos del Reglamento de la Ley para Promover la Inversión Mexicana
y Regular la Extranjera, deberá cuidar escrupulosamente el que el objeto
de la sociedad se ciña al permitido según el tipo de sociedad de que se trate,
y tomar en consideración el que a diferencia de las sociedades mercantiles en
las que la escritura constitutiva debe necesariamente contener la identificación
de quienes la constituyen y el objeto, razón o denominación, duración e importe del capital social de la sociedad y la expresión de lo que cada socio
aporte, así como el domicilio de la misma, en las sociedades rurales adicionalmente debe de establecerse en forma forzosa, sin que exista supletoridad. el
régimen de responsabilidad; la lista de miembros y normas para su admisión,
separación, exclusión derechos y obligaciones; los órganos de autoridad y
vigilancia; las normas de funcionamiento, de ejercicios y balances; los fondos
de reservas y reparto de utilidades y las relativas a su disolución y liquidación.
La Ley Agraria contempla cuatro tipos de Sociedades Rurales, a saber:
Las Uniones de Ejidos, las Asociaciones Rurales de Interés Colectivo, ]as
Sociedades de Producción Rural y las Uniones de Sociedades de Producción
Rural.
a ) UNIONES
DE EJIDOS. SU objeto comprenderá la coordinación de actividades productivas, asistencia mutua, comercialización y la constitución de
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empresas especiahadas qiie apoyen el cumplimiento de su objeto, el aprovechamiento de sus recurso's naturales o cualquier otro fin. así como la prestación de servicios.
Su órgano supremo serA la Asamblea General, que se integrará con dos
representantes de cada uno de los ejidos o comunidades socios, y dos repicsentantes de entre los miembsos de cada comisariado y consejo de vi-;ilancia
de los mismos.
Su dirección estará a cargo de u n consejo de administración nombrado
por asamblea y formado por un presidente, un secretario: un tesorero y los
vocales previstos en estatutos, tanto propietarios como suplentes y será el representante de la unión ante terceros, a cuyo efecto se requerirá, por lo menos, la firma mancomunada de 2 de sus miembros.
L a vigilancia estará a cargo de un consejo de vigilancia integrado por un
presidente, un secretario y un vocal propietarios y sus respectivos suplentes.
b) ASOCIACIONES
RURALES DE INTERÉS COLECTIVO. Se constituyen por 2
o más ejidos, comunidades, uniones de ejidos o comunidades, sociedades de
producción rural o uniones de sociedades de producción rural.
Su objeto será la integración de los recursos humanos, naturales, técnicos
y financieros para el establecimiento de industrias, aprovechamientos, sistemas
de comercialización o cualesquiera otra actividad económica. Tendrán personalidad jurídica a partir de su inscripción en el Registro Agrario Nacional
y si se integran con sociedades de producción rural o con uniones de Gstas,
se inscribirán además en los Registros Públicos de Crédito Rural o de Comercio.
La escritura constitutiva se o t o r-~ a r áante Notario Píiblico y sus estatiitos,
órganos de administración y vigilancia se regulan por las mismas normas q i r
las uniones de ejidos.
c) SOCIEDADES
DE PRODUCCIÓN RURAL. Se constituyen con un mínimo
de 2 socios y su denominación deberá ir seguida de las palabras Sociedad de
Prcdiicción Rural o su abreviatura S.P.R., así como del régimen de reeponsabilidad adoptado, ya sea ilimitada, limitada o suplementada.
En las de responsabilidad ilimitada cada uno de sus socios responde solidariamente de las obligaciones sociales; en las de responsabilidad limitada
los socios responden hasta por el monto de sus aportaciones, y en las de responsabilidad suplementada los socios responden, además de con sus aportaciones, de las obligaciones sociales subsidiariamente, hasta por la cantidad
determinada en la escritura constitutiva y que será su suplemento, cl cual en
ningún caso será menor de 2 tantos su aportación.
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Al igual que en los anteriores casos, se constituyen ante Notario Público
y sus estatutos, órganos de administración y vigilancia deben reunir los requisitos señalados para las uniones de ejidos.
La escritura constitutiva se inscribirá en el Registro Público de Crédito
Rural o en el Público de Comercio. Es de hacerse notar la posibilidad de que
tanto las sociedades de producción rural como las asociaciones rurales de
interés colectivo se pueden inscribir en el Registro Público de Comercio, lo
que seguramente obligará a dichos registros a actualizar sus normas de operación y a modificar el reglamento federal que al respecto existe.
Los derechos de los socios serán transmisibles previo consentimiento de la
asamblea y cuando existan obligaciones con instituciones financieras, se requiere además su autorización.
En cuanto al capital de las sociedades de producción rural, es de hacerse
notar que si la responsabilidad es ilimitada no se requiere aportación inicial,
lo que resulta lógico si consideramos que los socios responden solidariamente
de las deudas de la sociedad; en las de responsabilidad limitada, la aportación inicial será la necesaria para formar un capital mínimo equivalente a
700 veces el salario mínimo diario general vigente en el Distrito Federal, que
al día de hoy equivale a $9 331 000.00, y en las de responsabilidad suplementada, la aportación inicial para formar su capital mínimo será el equivalente
a 350 veces el mencionado salario, o sea de $4 665 500.00.
d) UNIONES
DE SOCIEDADES DE PRODUCCIÓN RURAL. DOSO más sociedades
de producción rural podrán constituir este tipo de uniones y en su constitutiva deberán observarse las normas señaladas para las uniones de ejidos.
Es de observarse, por último que el Art. 114 de la Ley Agraria señala
que la Secretaría de Hacienda de Crédito Público considerando a los ejidos,
comunidades, uniones de ejidos, asociaciones rurales de interés colectivo, sociedades de producción rural y unión de sociedades producción rural, expida
el Reglamento del Registro Público de Crédito Rural, en cuyo caso las inscripciones que ahí se realicen sobre operaciones crediticias surtirán los mismos
efectos como si se tratara de inscripciones en el Registro Público de la Propiedad y del Comercio.
Lamentablemente la Ley Agraria simplemente prevé la expedición del
reglamento, más no la de la existencia del Registro Público de Crédito Rural.
D ) D e las sociedades pmpietarias de tierras agricolas,
ganaderas o forestales
El título sexto de la Ley Agraria, Arts. 125 a 133 regula lo que podría
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llamarse la pequeña propiedad societaria de tierras agrícolas, ganaderas o forestales.
Indica que las sociedades civiles o mercantiles no podrán tener en propiedad extensión mayor que la equivalente a 25 veces los límites de la pequeña
j)ropiedad individual, y deberán cumplir con los siguientes requisitos:
A ) Ser socios o accionistas, por lo menos, tantos individuos como veces
rebasen las tierras de la sociedad los límites de la pequeña propiedad individual ;
Bj Su objeto social deberá limitarse a la producción, transformación O
comercialización de productos agrícolas, ganaderos o forestales y a los demás
actos accesorios necesarios para el cumplimiento de dicho objeto, y
C) Su capital social deberá distinguir una serie especial de acciones o
partes sociales, identificadas con la letra "T", que será equivalente al capital
aportado o destinado a la adquisición de tierras, de acuerdo con el valor de
las mismas al momento de su aportación o adquisición.
Indica que en los estatutos sociales se deberá transcribir el artículo 126
de la Ley Agraria, sintetizado anteriormente; que los titulares de las acciones
o partes sociales "T" tendrán derecho a recibir, en caso de liquidación, el pago
en tierra y que ningún individuo, ya sea directa o a través de una sociedad,
podrh detentar más acciones o partes sociales de la serie "T", ya sea de una
o varias sociedades emisoras, que las que equivalgan a la extensión de la pequefía propiedad.
Por lo que se refiere a los extranjeros, se señala que su participación no
podrá exceder del 49% de las acciones o partes sociales de la serie "T".
De lo anterior debemos deducir, que los extranjeros, fuera de zona restringida y atendiendo a la Ley y al reglamento para promover la inversión
mexicana y regular la inversión extranjera, podrán o no tener en otras series
de acciones un porciento mayor al indicado.
Las sociedades propietarias de tierras agrícolas, ganaderas o forestales, civiles o mercantiles, se inscribirán, además de en el Registro de Comercio, en
el Registro Agrario Nacional, así como los inmuebles de que sean propietarias,
las personas tenedoras de partes sociales o acciones serie "T" y las sociedades
tenedoras de dichas series, y se establece que los administradores de las SOciedades y los socios tenedores de las acciones o partes sociales serie "T",
serán responsables de proporcionar al Registro Agrario Nacional la mencionada información.
Por último, establece la nulidad de los actos o contratos por los que se
pretenda simular la tenencia de acciones o partes sociales de la serie "T".
Revista de Derecho Notarial Mexicano, núm. 103, México, 1993.
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Esta revista forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
www.juridicas.unam.mx
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L o dicho anteriormente no implica el que cuando una Sociedad Civil o
Mercantil sea propietaria de tierras rústicas no destinadas a la agricultura, a
la ganadería o sean tierras forestales, deba de tener una serie especial de acciones "T',
ya que este tipo de acciones representarán exclusivamente las inversiones que se realicen para la adquisición de tierras agrícolas, ganaderas o
forestales.
VII. DEL REGISTRO
AGRARIO
NACIONAL
Y DE
LOS INFORMES DE LOS
NOTARIOS
En el artículo 148 se determina que el Registro Agrario funcionará como
órgano desconcentrado de la Secretaría de Reforma Agraria, cuya función
es el control de la tenencia de la tierra y la seguridad documental, determinándose que sus inscripciones y las constancias que expida harán prueba plena
en juicio y fuera de él.
de los notarios y de los RegisEn su artículo 156 señala como ~bl~igación
tros Públicos de la Propiedad, cuando autoricen o registren operaciones o documentos sobre la conversión de propiedad ejidal a dominio pleno y de éste
al régimen ejidal; la adquisición de tierra por sociedades mercantiles o civiles y cualquier traslación de dominio de terrenos rústicos de sociedades civiles
o mercantiles, el dar aviso al Registro Agrario Nacional.
CONCLUSIONES
PRIMERA-Con las Reformas habidas al Art. 27 Constitucional y la expedición de la Ley Agraria:
1. Se da fin al reparto agrario, y con ello certidumbre en la tenencia de
la tierra, estableciendo las condiciones necesarias para revertir el crecimiento
del minifundio.
2. Se crean los Tribunales Federales Agrarios, dotando de definitividad
sus decisiones, y con ello proporcionando certeza y seguridad jurídica.
3. Se preserva y ratifica al pequeña propiedad individual, actualizándola
con el concepto de pequeña propiedad societaria.
4. Se eliminan los certificados de inafectabilidad agropecuaria, dando
así seguridad jurídica.
5. Se permite todo tipo de formas de asociación, cualquiera que sea su
naturaleza, con la finalidad de capitalizar, tecnificar y hacer productivo al
agro mexicano.
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6. Se permite a las sociedades civiles y mercantiles el ser propietarias de
tierras agropecuarias.
7. Se eleva a rango constitucional el reconocimiento del ejido y de la
comunidad, a quienes se les da plena autonomía de voluntad.
S E G U N D A . - ~ la
O ~adición al artículo 4" de la Constitucih Política de los
Estados LTeiriidos Mexica~ios,se crean los fueros indígenas, procurando con esto
equidad dentro de la justicia.
SERCERA.-Con ia Nueva Ley Agraria en vigor a partir del 27 de febrero
de 1992, el Xotariado Mexicano adquiere una nueva responsabilidad irente al
pueblo de México, la de participar con profesionalismo y con la nueva filosofía que implican las reformas constitucionales habidas:
1. En la desamortización de los bienes civiles agrarios mediante su participación en las asambleas correspondientes;
II. En la seguridad jurídica en la transmisión mostis causa de los bienes
agrarios a través del Testamento Agrario, y
111. En ln debida constitución de las sociedades rurales.
Tenemos un gran reto que cumplir. Contamos con la capacidad para ello.
Demostremos una vez más que el Notariado Mexicano es solidario con las
tareas del Estado en la búsqueda del bien común.
Muchas Gracias.
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