LA APLICACIÓN DE LA NORMATIVA SOBRE SEGURIDAD SOCIAL A LOS NACIONALES DE TERCEROS ESTADOS A PARTIR DE LA ENTRADA EN VIGOR DE LOS NUEVOS REGLAMENTOS COMUNITARIOS: UN PASO ATRÁS EN LA CONSECUCIÓN DEL PRINCIPIO DE IGUALDAD Roberto Fernández Fernández Profesor Titular de Universidad. Área de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social Universidad de León Sumario: I.- Introducción. La nacionalidad como requisito tradicional para estar incluido en el marco protector de las normas comunitarias de Seguridad Social. II.- La plena incorporación al ámbito subjetivo de la Seguridad Social comunitaria de todos los trabajadores extracomunitarios: el Reglamento 859/2003. III.- La reactivación de la cláusula de la nacionalidad en los Reglamentos 883/2004 y 987/2009. IV.- Breves consideraciones finales. Tras casi seis años de larga espera el pasado 30 de octubre de 2009, el Diario Oficial de la Unión Europea publicó el Reglamento 987/2009, del Parlamento Europeo y del Consejo, de 16 de septiembre de 2009, por el que se promulga el texto de aplicación del Reglamento 883/2004, sobre coordinación de los sistemas de Seguridad Social. De conformidad con el artículo 97 Reglamento 987/2009, éste entrará en vigor el día 1 de mayo de 2010, lo que supone que su Reglamento de Base, el 883/2004, comenzará a ser de aplicación también a partir de esa fecha pues su artículo 91 condicionaba el despliegue de todos sus efectos jurídicos, a pesar de tener una vacatio legis de veinte días tras su publicación en el DOUE, a la fecha de entrada en vigor de su Reglamento auxiliar. Ambos Reglamentos establecen un régimen jurídico heterogéneo para los trabajadores nacionales de terceros Estados, al excluirles con carácter general de su marco de aplicación y considerar vigentes para ellos las disposiciones en materia de Seguridad Social de los Reglamentos ahora derogados 1408/1971 y 574/1972; con ello, vienen a reavivar en cierta medida experiencias pasadas de conformidad con las cuales 1 “la intensidad del régimen de aseguramiento [variaba] en función de la categoría a la cual pertenezca el extracomunitario”1. I.- Introducción. La nacionalidad como requisito tradicional para estar incluido en el marco protector de las normas comunitarias de Seguridad Social La necesidad de poseer la nacionalidad de un Estado miembro para acceder a la protección concedida por los instrumentos dictados por las instituciones comunitarias en materia de Seguridad Social ha sido una exigencia constante en el marco de la Unión. En efecto, tanto el Reglamento 1408/1971 (art. 2), como el vigente Reglamento 883/2004 (art. 2) al delimitar su ámbito subjetivo establecen la aplicación de sus principios “a las personas nacionales de uno de los Estados miembros”. Dicho concepto jurídico no aparece definido, como no podía ser de otra manera, por los instrumentos supranacionales, por cuanto el concreto régimen jurídico sobre adquisición, conservación o pérdida de la nacionalidad resulta competencia exclusiva de cada uno de los Estados miembros. En cualquier caso, y al menos en el marco de la Seguridad Social, el beneficiario viene obligado a probar la posesión de la condición analizada en el momento de la cotización2, no en el de solicitar la prestación o al concretarse el riesgo. De esta manera, y durante largo tiempo, la exigencia de dicho requisito suponía, como regla general, la ausencia de aplicación de los instrumentos de coordinación comunitarios a los nacionales de terceros Estados que prestan servicios de manera legal en un país miembro, aun cuando estén plenamente integrados en su sistema de Seguridad Social. Eso sí, las situaciones eran diversas pues abarcaban desde cuantos no podían disfrutar de protección alguna hasta aquellos equiparados plenamente a los ciudadanos comunitarios pasando por quienes podían acceder de manera excepcional y por vía indirecta a lucrar ciertos derechos aun cuando no la plenitud de todos ellos. FERNÁNDEZ FERNÁNDEZ, R.: “Las nuevas tendencias en la protección social comunitaria de los trabajadores nacionales de terceros países: el reto de garantizar la igualdad”, Revista Universitaria de Ciencias del Trabajo, núm. 2, 2001, pág. 169. 2 SSTJUE 10/78, de 12 de octubre, asunto Belbouab ó 105/89, de 14 de noviembre de 1990, asunto Buhari Haji. 1 2 La carencia de un régimen de aseguramiento con una intensidad similar para todas las categorías de extracomunitarios, junto con la exclusión de la gran mayoría de los no nacionales, llevó a un amplio sector de la doctrina científica a criticar la situación descrita3, habida cuenta de que “de todas estas diversas situaciones puede derivar una denegación de justicia social y una discriminación injustificada”4. La desprotección tampoco parecía cumplir una exigencia elemental en cualquier Estado Democrático y de Derecho que se precie: la tutela de los derechos fundamentales de unos sujetos plenamente insertados en el círculo de protección de los ordenamientos nacionales5. En efecto, ni la Unión ni sus integrantes pueden olvidar las obligaciones asumidas en cuantos textos internacionales se han encargado de reconocer los derechos y libertades esenciales de las personas6. El argumento parece simple pero contundente, dicho marco normativo amparaba una situación claramente discriminatoria al conceder un trato diferente a situaciones idénticas7, “puesto que frente a la misma vida laboral cumplida bajo las legislaciones de varios Estados miembros, con idénticas razones un ciudadano comunitario se puede Entre otros, PIETERS, D.: “¿Hacia un espacio europeo de Seguridad Social en 1992?”, RSS, núm. 36, 1987, pág. 73; GONZÁLEZ-SANCHO LÓPEZ, E.: “La Seguridad Social de los migrantes no comunitarios que trabajan en la Comunidad Europea”, RTSS, núm. 9, 1993, págs. 169 y ss.; DE LA VILLA GIL, L.E.: “La promoción y defensa del principio de libre circulación en la Unión Europea”, RMTAS, núm. 12, 1998, pág. 233; GARÇON ESTRADA, H.: “Los nacionales de países terceros y Europa”, Noticias UE, núm. 157, 1998, pág. 38; GIUBBONI, S.: “Sicurezza sociale comunitaria e lavoratori migranti da ‘Paesi terzi’: problemi e prospettive”, Il Dir. Lav., núms. 2-3, 1999, págs. 189 y ss. ó FERNÁNDEZ FERNÁNDEZ, R.: “Las nuevas tendencias en la protección social comunitaria de los trabajadores nacionales de terceros países: el reto de garantizar la igualdad”, cit., págs. 167 y ss. 4 ÁLVAREZ CORTÉS, J.C.: La Seguridad Social de los trabajadores migrantes en el ámbito extracomunitario, Madrid (Tecnos), 2001, pág. 19; en el mismo sentido, RODRÍGUEZ GUTIÉRREZ, J.: “Visión general de la Seguridad Social en el derecho comunitario europeo”, RMTAS, núm. 2, 1997, pág. 118. 5 GIUBBONI, S.: “Sicurezza sociale comunitaria e lavoratori migranti da ‘paesi terzi’: problemi e prospettive”, cit., pág. 189. 6 Según los textos internacionales “el extranjero --una vez admitido y en condiciones de ‘legalidad’, como suelen apostillar muchas normas internacionales-- tiene derecho no sólo a igualdad de trato en materia de empleo y condiciones de trabajo respecto de los nacionales del país correspondiente, sino también a una mínima protección y asistencia por parte del Estado de acogida en todo aquello que afecte tanto a su vida personal y familiar (vivienda, reagrupación familiar, protección social, etc.) como a su inserción social y promoción profesional (educación, formación profesional, etc.)”, GARCÍA MURCIA, J.: “Derechos laborales y de protección social en la Ley de Extranjería”, TSo, núm. 133, 2002, pág. 20. 7 “El hecho de que residan legalmente en el territorio de un Estado miembro, en ocasiones desde hace mucho tiempo, que coticen igual que los nacionales a los regímenes de Seguridad Social a los que están afiliados y de que se beneficien de las mismas prestaciones de Seguridad social, hace pensar lógicamente que debería dárseles un trato similar al de los nacionales a fin de que puedan beneficiarse de las ventajas vinculadas a la coordinación establecida en favor de los nacionales comunitarios”, GARÇON ESTRADA, H.: “Los nacionales de países terceros y Europa”, cit., pág. 38. 3 3 beneficiar del sistema de coordinación implantado por el Reglamento, mientras un no comunitario no, (lo cual) es discriminatorio”8. II.- La plena incorporación al ámbito subjetivo de la Seguridad Social comunitaria de todos los trabajadores extracomunitarios: el Reglamento 859/2003 Las críticas vertidas llevaron a tomar nota de la situación a las instituciones comunitarias, elaborando tanto la Comisión como el Consejo sendas propuestas9, con el objetivo de ampliar a los extracomunitarios la normativa sobre Seguridad Social. Sin embargo, este primer intento no llegó a materializarse en el tráfico jurídico, retomándose los trabajos nuevamente tras los Consejos Europeos de Tampere, Niza y Laeken, en los cuales se alcanzó el compromiso de emprender políticas más enérgicas y decididas en aras a garantizar la integración de los nacionales de terceros países con residencia legal en territorio de la Unión, otorgándoles unos derechos y obligaciones comparables a los concedidos a los ciudadanos comunitarios y, al tiempo, fomentando la eliminación de cualquier tipo de discriminación en la vida económica, social y cultural. El pistoletazo de salida encontró impulso definitivo en una Propuesta de la Comisión del año 200210 y que esta vez sí dio sus frutos, culminando en la publicación del Reglamento 859/2003, del Consejo, de 14 de mayo, mediante el cual las disposiciones del Reglamento 1408/1971 serán de aplicación a los nacionales de terceros países, siempre y cuando estén excluidos de su ámbito únicamente por razón de su nacionalidad (art. 1), dando carta de naturaleza a aquella opinión conforme a la cual “si es rentable para la Comunidad que los trabajadores migrantes puedan moverse libremente dentro de la Comunidad allá donde sus servicios son más necesarios, éste RODRÍGUEZ GUTIÉRREZ, J.: “Visión general de la Seguridad Social en el derecho comunitario europeo”, cit., pág. 118. 9 Propuesta de la Comisión, COM (97) 561 final, de 12 de noviembre de 1997; Propuesta de Reglamento (CE) del Consejo (98/C6/06) por el que se modifica el Reglamento (CEE) nº 1408/71, en lo relativo a su ampliación a nacionales de terceros países (DO C 6, de 10 de enero de 1998); en fin, el artículo 1 de la Propuesta de Reglamento (CE) del Consejo (99/C38/08), relativo a la coordinación de los sistemas de Seguridad Social (DO C 38, de 12 de febrero de 1999), cuando procedía a definir su campo de aplicación personal evitaba realizar referencia alguna a la nacionalidad de los beneficiarios. 10 Propuesta de la Comisión, COM (2002) 0059 final, publicada en el DO C 126 E, de 28 de mayo de 2002. 8 4 será el caso tanto para los migrantes que son de países de fuera de la Comunidad como para sus ciudadanos”11. Las principales características del Reglamento 859/2003 pueden ser resumidas como siguen: 1ª.- La base jurídica para dictar este Reglamento se trasladó desde el artículo 42 del Tratado de Roma --actual artículo 48 Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea tras la ratificación por todos los Estados del Tratado de Lisboa-- (Seguridad Social) al 63.4 --actual artículo 79.2 Tratado de Funcionamiento UE-- (condiciones de entrada y residencia en la Unión de personas de terceros países), pretendiendo con ello ganar la adhesión de algunos Estados miembros que habían mostrado su frontal oposición al intento normativo anterior y, al tiempo, siguiendo las recomendaciones establecidas obiter dicta por el Tribunal de Justicia de la Unión12. 2ª.- No concede a los extracomunitarios ningún derecho de entrada, estancia o residencia ni de acceso al mercado de trabajo de cualquiera de los Estados miembros (Considerando 10 Reglamento 859/2003), al tratarse de materias pertenecientes a la cooperación en el ámbito de la Justicia y los Asuntos de Interior13. 3ª.- Los principios de coordinación únicamente van a aplicarse a cuantos interesados se encuentren previamente residiendo de manera legal en un Estado miembro, configurándose esta situación jurídica como requisito sine qua non para quedar incluido en el campo de aplicación del Reglamento 1408/1971 (Considerando 11 y artículo 1 Reglamento 859/2003). 4ª.- La virtualidad práctica de las reglas supranacionales analizadas exige que todos los elementos no estén situados en el interior de un solo Estado miembro, es decir, resulta preciso un desplazamiento del extracomunitario dentro del mercado interior (Considerando 12 y art. 1 Reglamento 859/2003). En este sentido, el Reglamento VAN LANGENDOCK, P.: “El papel de los sistemas de Seguridad Social en la creación del Mercado Único Europeo”, en AA.VV.: Los sistemas de Seguridad Social y el Mercado Único Europeo, Madrid (MTSS), 1993, pág. 45. 12 SSTJUE 95/99 a 98/99 y 180/99, de 11 de octubre de 2001, asuntos acumulados Khalil y otros. 13 PALMERO ZURDO, J.: “1998: Un año de cambios para la coordinación comunitaria de los sistemas de Seguridad Social”, ASo, T. V, 1998, pág. 1034. 11 5 europeo no es aplicable si los vínculos del interesado están conectados con un solo Estado de la Unión, o bien cuando la situación del trabajador únicamente presenta puntos de conexión entre un tercer país y un único Estado miembro. 5ª.- Ordena un régimen transitorio, no concediendo ningún derecho a períodos anteriores al 1 de junio de 2003 (art. 2.1 Reglamento 859/2003), si bien los períodos de seguro y, en su caso, todos los períodos de empleo, actividad por cuenta propia o residencia, cubiertos bajo la legislación de un Estado miembro antes del 1 de junio de 2003 se tomarán en consideración para determinar los derechos adquiridos (art. 2.2 Reglamento 859/2003). Resulta necesario reconocer como la promulgación de la norma ha cambiado el panorama descrito líneas atrás, beneficiándose directamente todos los extracomunitarios con residencia legal en la Unión de los principios coordinadores en materia de Seguridad Social. Ahora bien, la existencia de un texto independiente si comparado con el Reglamento aplicable a los ciudadanos comunitarios lleva a realizar al menos dos reflexiones en clave crítica14: 1ª.- La ubicación del artículo 63.4 en el Título IV del Tratado de Roma como fundamento para dictar esta norma implica, en principio, la exclusión de su ámbito territorial del Reino Unido, Irlanda y Dinamarca, si bien los dos primeros países mostraron su decisión de participar en la adopción y aplicación de la disposición, quedando únicamente fuera de su marco jurídico el último Estado. Con todo, la circunstancia resulta ciertamente excepcional en materia de Seguridad Social, al quebrar su base jurídica tradicional, no resultando muy acorde con un principio esencial en esta materia: la igualdad de trato para cuantos entran bajo el manto protector del acervo comunitario. 2ª.- Conforme se analizará con detalle en el epígrafe siguiente, las previsiones de los nuevos Reglamentos 883/2004 y 987/2009 no resultan de aplicación a los extracomunitarios, habida cuenta continúan preservando sus efectos jurídicos los 14 Siguiendo las consideraciones formuladas en un trabajo precedente, FERNÁNDEZ FERNÁNDEZ, R.: “La aplicación de las normas de coordinación comunitarias sobre seguridad social a los nacionales de terceros países: reflexiones al hilo del Reglamento (CE) 883/2004, de 29 de abril”, Revista de Derecho Migratorio y Extranjería, núm. 6, 2004, págs. 325 y 326. 6 Reglamentos 1408/1971 y 574/1972 mientras no se produzca una derogación o alteración del Reglamento 859/2003 en el sentido de incorporar expresamente a su seno el contenido de la norma de reciente entrada en vigor. III.- La reactivación de la cláusula de la nacionalidad en los Reglamentos 883/2004 y 987/2009 Conforme se ha adelantado, el artículo 2.1 Reglamento 883/2004 delimita su marco de aplicación personal exigiendo tener la nacionalidad de uno de los Estados miembros, disposición que a estos efectos ha de ser complementada con el artículo 90 que mantiene en vigor para ciertos extracomunitarios los Reglamentos dictados en la década de los 70, creando con ello una ordenación desigual no sólo si comparado con los ciudadanos comunitarios, sino heterogéneo también para quienes pertenezcan a terceros Estados. De esta manera, el régimen jurídico en el marco de la Seguridad Social es dual en atención a una serie de circunstancias, pues mientras a algunos les será de aplicación en su totalidad los Reglamentos 883/2004 y 987/2009 a otros el reconocimiento de sus derechos y deberes vendrá dado por cuanto establezcan los Reglamentos 1408/1971 y 574/1972. Así, tendrán un tratamiento equiparable a cualquier ciudadano comunitario los siguientes trabajadores extracomunitarios: 1º.- Cuantas personas residan en cualquiera de los Estados miembros con el status de apátrida o refugiado, conforme establecen los artículos 1 de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados, firmada en Ginebra el 28 de julio de 1951, y 1 de la Convención sobre el Estatuto de los Apátridas, firmada en Nueva York el 28 de septiembre de 1954 (art. 2.1 Reglamento 883/2004)15. 2º.- Los familiares o supérstites de algún ciudadano comunitario o apátrida o refugiado (art. 2.1 Reglamento 883/2004), sin importar la nacionalidad de los primeros. 15 La interpretación de estos conceptos, por todas, en las SSTJUE 95/99 a 98/99 y 180/99, de 11 de octubre de 2001, asuntos acumulados Khalil y otros. 7 Ahora bien, únicamente podrán invocar las disposiciones del Reglamento de conformidad con este artículo “en relación con los derechos derivados, es decir, los adquiridos en su condición de miembros de la familia de un trabajador”, pero no por los lucrados por sí mismos, para lo cual deberán fundamentar su solicitud en otros preceptos o normas16. 3º.- Quienes presten servicios de conformidad con lo previsto en el artículo 49 Tratado de Roma --actual artículo 56 Tratado de Funcionamiento UE--, es decir, en cuantas ocasiones el Consejo --y ahora conjuntamente con el Parlamento Europeo-extienda los beneficios referentes a la libre circulación a los trabajadores nacionales de un tercer Estado que se encuentren establecidos dentro de la Unión. En cambio, no se aprovecharán, por el momento, de las prerrogativas recogidas en los Reglamentos17 que ha adquirido efectos jurídicos recientes --pues para ellos siguen estando en vigor los Reglamentos 1408/1971 y 574/1972-- los siguientes sujetos: 1º.- Los nacionales de terceros países amparados por el Reglamento 859/2003 mientras no se derogue o modifique el mismo [art. 90.1.a) Reglamento 883/2004 y 96.1.a) Reglamento 987/2009]. 2º.- Ser nacional de uno de los Estados miembros que hayan suscrito el Acuerdo sobre el Espacio Económico Europeo --firmado en Oporto el 2 de mayo de 1992 (DO L 1 de 3 de enero de 1994)--, esto es, actualmente Islandia, Noruega y Liechtenstein, mientras dicho acuerdo internacional no adapte sus reglas a los parámetros de la nueva regulación [arts. 90.1.c) Reglamento 883/2004 y 96.1.c) Reglamento 987/2009]. 3º.- Pertenecer a alguno de los terceros Estados vinculados a la Unión mediante acuerdos de asociación y/o cooperación, como por ejemplo Marruecos, Argelia, Túnez, Turquía, Países de Europa Central y Oriental o Suiza, así como a cuantos pactos contengan referencias a los Reglamentos 1408/1971 y 574/1972, hasta tanto los mismos 16 SSTJUE 40/76, de 23 de noviembre de 1976, asunto Kermaschek y 189/2000, de 25 de octubre, asunto Ruhr. 17 Un estudio breve pero conciso y sumamente ilustrativo sobre las principales diferencias entre las previsiones de los Reglamentos 1408/1971 y 883/2004 a pesar de que el principio general es la continuidad entre ambos, por todos, en SEMPERE NAVARRO, A.V.: “Coordenadas de la Seguridad Social Comunitaria: el Reglamento 883/2004”, ASo, núm. 9, 2004 (BIB 2004/883). 8 no se modifiquen a la luz de los nuevos Reglamentos [arts. 90.1.c) Reglamento 883/2004 y 96.1.c) Reglamento 987/2009], si bien la intensidad en el grado de protección dependerá de cada convenio internacional. Esta dualidad de regímenes jurídicos ha provocado que vuelva a cobrar fuerza la opinión tiempo ha ya vertida que afirmaba cómo en esta materia “todos los inmigrantes son iguales, pero unos más iguales que otros”18. IV.- Breves consideraciones finales Necesario es reconocer el avance que la protección de los trabajadores extracomunitarios ha tenido desde su estado primigenio hasta el momento actual, de manera tal que ninguno de ellos se encuentra en situación de absoluta desprotección, pero también lo es que el nuevo acervo comunitario supone un cierto paso atrás en el logro de alcanzar la igualdad de trato entre los ciudadanos comunitarios y los de terceros países, equiparación que, salvo la ya comentada excepción danesa, había conseguido de manera casi plena el Reglamento 859/2003. Tal impresión resulta de la falta de aplicación a estos sujetos del Reglamento 883/2004 hasta tanto no acaezca la modificación señalada, ampliando las diferencias entre ambos colectivos en tanto las mejoras introducidas en este último y sus ulteriores reformas no van a afectar a los no comunitarios. Por tal razón, en aras a salvar las deficiencias reseñadas, y al menos para quien escribe estas líneas, hubiera sido más adecuado seguir la pauta marcada por el artículo 1 de la Propuesta de Reglamento (CE) del Consejo (99/C38/08) evitando utilizar la cláusula de nacionalidad en el momento de definir el ámbito subjetivo de la norma; eso sí, a fin de salvar las reticencias danesas aplicar una fórmula ya empleada en ocasiones pretéritas, contemplando una excepción especial mediante la inclusión en el texto de un Anexo con una redacción específica para dicho país, en el sentido de excluirle de la MERCADER UGUINA, J.R.: “La protección social de los trabajadores extranjeros”, en AA.VV.: Derechos y libertades de los extranjeros en España. XII Congreso Nacional de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, T. II, Santander (Gobierno de Cantabria), 2003, pág. 1126; de la misma opinión, SOLÀ MONELLS, X.: “Los derechos de los extranjeros extracomunitarios en materia de Seguridad Social: el principio de igualdad de trato y sus límites”, TSo, núm. 133, 2002, pág. 63. 18 9 obligación de reconocer a los extracomunitarios los derechos regulados por el acervo supranacional. La solución propuesta permitiría ofrecer una respuesta uniforme en materia de Seguridad Social al problema de la inmigración, tratando de manera homogénea a los ciudadanos comunitarios y a quienes no lo son al resultarles de aplicación idénticas previsiones. Además, con ello se fomentaría y facilitaría el desplazamiento de estos trabajadores al no tener porque temer por la reducción de las prestaciones sociales adquiridas en cualquier país miembro. En fin, ayudaría a la integración de este colectivo en la sociedad de los Estados miembros, al aumentar la calidad de su nivel de vida y, al tiempo, permitiría elevar la competitividad de las empresas al poder captar también a los extracomunitarios que presten servicios en países distintos a los lugares donde se encuentran situados sus centros de trabajo. Una Europa sin fronteras, pero no sólo en el plano económico sino también social, estará más cerca de ser una realidad si los naciones de un tercer Estado reciben un tratamiento en materia de Seguridad Social similar al de los ciudadanos comunitarios, coadyuvando también con ello a las estrategias comunitarias de lucha contra la exclusión social de los extranjeros. En definitiva, este grano de arena hará montaña a la hora de cumplir el mandato bíblico: “si un extranjero se establece en vuestra tierra, en medio de vosotros, no lo molestaréis; será para vosotros como un compatriota más, y lo amarás como a ti mismo, pues también vosotros fuisteis extranjeros en Egipto” (Levítico 19, 33-34). 10