Todos sabemos que tener ciertas rutinas en nuestra vida redunda

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Todos sabemos que tener ciertas rutinas en nuestra vida redunda en una mayor calidad de vida.
Un entorno conocido y favorable nos permite adaptarnos mejor que, un ambiente en el cual
tengamos que estar constantemente alertas para cubrir nuestras necesidades. El trabajo nos
permite tener durante años una rutina de la cual obtenemos numerosos reforzadores: (dinero,
relaciones sociales, salir de casa, autopromoción, conocimientos), si el balance entre lo positivo
y lo negativo que obtenemos del trabajo es favorable, también podemos obtener una mejora en
nuestra autoestima. Terminado nuestro ciclo como trabajadores nos encontramos con que
tenemos que organizar de nuevo nuestra vida, para que todo lo bueno que hemos obtenido en
relación a nosotros mismos y nuestro entorno no se venga abajo.
En psicología desde hace unos años sabemos que las circunstancias pueden ser
interpretadas como: una amenaza, un desafío, una pérdida, un daño o un beneficio. En este
sentido, podríamos interpretar que el jubilarnos es una menaza para nosotros, una perdida, un
desafío, algo que nos daña o incluso un beneficio. Dependiendo de nuestra interpretación,
nuestro cuerpo, mente y conductas responderán de un modo u otro. Sobra decir que cuanto
mejor sea la interpretación mejor nos encontraremos, aunque eso si sin caer en un positivismo
infantil y siendo realistas. Una vez que conocemos las circunstancias: jubilarnos y, al darle una
interpretación a las mismas, tenemos los recursos de afrontamiento como herramienta para
hacer frente a la situación (personales: valor, independencia, autoafirmación, autoestima,
madurez, etc.; monetarios y sociales: familia, amigos, grupos de ocio). Finalmente al conocer
las circunstancias, interpretación y recursos propios de afrontamiento, podemos obtener una
perspectiva mucho más amplia que en un primer momento. Todo ello nos permitirá integrar la
situación con mayor serenidad.
Como seres humanos tenemos unas necesidades básicas que intentamos cubrir a lo largo
de nuestras vidas. En la jubilación seguir mejorándonos y desarrollándonos es de capital
importancia.
En 1963, Abraham Maslow creó la <<Jerarquía de las Necesidades>>, referidas a que
necesidades tenemos que cubrir para una adaptación y desarrollo vital óptimos. Estas
necesidades son jerárquicas de tal forma que si no cubrimos las primeras no pasamos a las
siguientes:
Necesidades fisiológicas: Comer, satisfacer la sed, descansar, etc.
Necesidades de seguridad: Engloba entre otras, la necesidad de estabilidad y la
de protección.
Necesidades sociales: Necesidad de compañía, afecto y la de participación
dentro de grupos.
Necesidades de reconocimiento: Incluye la autovaloración y el respeto a si
mismo.
Necesidades de autorrealización: Enfocadas a desarrollar lo más posible las
capacidades y talentos y dejar registro de nuestro paso por el mundo.
En la misma línea al jubilarnos nos tendremos que dedicar fundamentalmente a
desarrollar las necesidades sociales, de reconocimiento y auto-realización, porque casi con total
seguridad, habremos cubierto las primeras a lo largo de una prolongada vida laboral. Que sirva a
modo de guía el fomentar estas tres últimas necesidades (Maslow, 1963).
(Artículo publicado en la revista de jubilados de telefónica)
Sergio Navazo Algora
Psicólogo Master en Ansiedad y Estrés
(www.cop.es/colegiados/m-17259/)
Referencias:
Lazarus, R.S., Folkman, S. (1984). Stress, appraisal and doping. New York: Springer Publishing
Company.
Maslow, A. (1963). Motivation and Personality.
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