palabras pronunciadas por la presidenta del consejo permantente

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PALABRAS DE LA PRESIDENTA DE LA CIM
NILCEA FEIRE EN LA SESION
(Fort Lauderdale, junio de 2005)
Excelentísimos Señoras y Señores Ministros,
Presidenta de la Asamblea, Secretaria de Estado, Condoleezza Rice;
Embajadores, Representantes Permanentes ante la OEA;
Representantes de los países observadores permanentes;
Representantes Organismos internacionales y de organismos no gubernamentales;
Señoras y señores invitados especiales
Señoras y Señores
Sean mis primeras palabras para agradecer al gobierno de México por la iniciativa de haber
solicitado la inclusión del tema del Mecanismo de Seguimiento de la Implementación de la
Convención de Belém do Pará en la Agenda de esta Asamblea General de la OEA. Ello me ofrece
la oportunidad de elevar al máximo foro político de decisión de la OEA, un tema que hace más de
diez años puso a la Organización en la vanguardia de los movimientos mundiales en la promoción
de los derechos de la mujer, cuando aprobó la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar
y Erradicar la Violencia contra la Mujer, conocida hoy como Convención de Belém do Pará. Hasta
el día de hoy, continúa siendo la primera y única en el mundo en contra de la violencia contra las
mujeres.
La Comisión Interamericana de Mujeres, CIM, organismo especializado que tengo el honor
de presidir, impulsó desde fines de la década de los ochenta el abordaje de este tema que no solo es
de gran importancia para la mujer sino para el bienestar de sociedades democráticas como las
nuestras. Los grupos de mujeres de toda la región lograron sacar este tema del ámbito de lo
privado y plantearlo como motivo de grave preocupación en la esfera de la política pública. El
reconocimiento del problema después de haber sido escondido e ignorado por tantos años se
convirtió en una prioridad. A nivel internacional se fue reconociendo que los derechos humanos de
la mujer son parte inalienable e indivisible de los derechos humanos universales, y que la
erradicación de todas las formas de discriminación basadas en sexo es una prioridad para la
comunidad internacional. (Viena 1993).
Nuestra región ha sido la que más progresos ha experimentado en el mundo en el tema de
combate a la violencia, además de ser la única que cuenta con una Convención específica. Luego
de su adopción, casi todos los países han sancionado legislación en la materia e implementado
programas para luchar contra la violencia basada en género. Sin embargo, años de acción, esfuerzo
y dedicación centrados en un compromiso jurídico no bastaron para eliminar este flagelo. Es
necesario continuar ejecutando medidas sostenidas, coordinadas y de conjunto para prevenir,
sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres. Debemos evitar las demoras y los retrocesos
en este compromiso. Debemos combatir el desinterés por eliminar este flagelo social y utilizar a la
Convención de Belém do Pará como la más importante base jurídica que es y que cada vez cobra
mayor relevancia y vigor como principal herramienta para enfrentar a este problema.
La Convención reconoce en su preámbulo una dura realidad al señalar que, “la violencia en
que viven muchas mujeres de América es una situación generalizada, sin distinción de raza, clase,
religión, edad o cualquier otra condición” y al afirmar que “la violencia contra la mujer es una
ofensa a la dignidad humana y una manifestación de las relaciones de poder históricamente
desiguales entre mujeres y hombres”.
La ratificación de la Convención por parte de 31 Estados, es una expresión de
responsabilidad y de irrevocable voluntad compartida en el Hemisferio, de respetar el derecho de
las mujeres a una vida libre de violencia, sea esta física, sexual o psicológica, y cualquiera sea el
ámbito en que ella se produzca, público como privado, tal como lo establece la Convención. Los
Gobiernos, mediante la adopción de este instrumento legal, asumieron compromisos que van desde
fomentar la educación social en la igualdad entre mujeres y hombres, a adoptar políticas y tomar
todas las medidas para hacer efectivas las disposiciones de la Convención, teniendo particularmente
en cuenta las mujeres que se encuentren en situaciones especialmente vulnerables.
También contempla la Convención, como mecanismo de protección, la obligación de los
Estados de presentar informes periódicos a la Comisión Interamericana de Mujeres sobre los
progresos y medidas adoptadas para prevenir sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres.
Además, brinda la posibilidad de que personas, grupos de personas o entidades no gubernamentales
puedan presentar a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) denuncias o quejas
sobre la violación del artículo 7 por parte de los Estados Parte de la Convención.
Con el fin de seguir avanzando y fortaleciendo las sólidas y estables bases que contamos
desde de la adopción de la Convención de Belém do Pará, el Gobierno de México presentó una
iniciativa para iniciar un proceso que busca lograr la plena implementación de la Convención. Esta
iniciativa, que fue apoyada por todos los Estados Parte de la Convención llevó a la convocatoria,
por parte del Secretario General de la OEA, en octubre de 2004, de la Conferencia Estados Parte de
la Convención que adoptó por consenso el “Estatuto de Seguimiento de la Implementación de la
Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer
(MESECVI)”.
Esta iniciativa no es singular, ya que existen otras experiencias exitosas que a la fecha han
arrojado excelentes resultados dentro de la OEA, como lo son el mecanismo creado para el
seguimiento de los compromisos asumidos por los Estados en materia de corrupción, y el combate
contra las drogas y el narcotráfico, a través del Mecanismo de Evaluación Multilateral (MEM) de la
Comisión Interamericana para el Control y el Abuso de Drogas (CICAD). Ambos, constituyen
ejemplos regionales e internacionales sobre atención compartida para problemáticas específicas de
la región.
El Estatuto constituye un instrumento de evaluación y colaboración hemisférica para medir
los progresos en la lucha por erradicar la violencia contra la mujer y un punto de partida para
avanzar en la efectiva implementación de la Convención de Belém do Pará. Fué diseñado con el
fin de dar seguimiento a los compromisos asumidos por los Estados Parte de la Convención, y
contribuir al logro de los propósitos establecidos en ella, a partir de un ejercicio de evaluación por
parte de expertos en la materia que, con independencia emitirán sus recomendaciones para impulsar
el cumplimiento de los compromisos asumidos por los Estados Miembros. El Mecanismo tiene
previsto además, que las expertas hagan el seguimiento sobre el cumplimiento de las
recomendaciones y eleven su informe al respecto. Asimismo, contará con el invaluable apoyo de la
Comisión Interamericana de Mujeres como Secretaría de la Conferencia de Estados Parte y del
Comité de Expertos.
Contamos hoy con expertas designadas por 22 Estados miembros, por lo que aprovecho esta
oportunidad para instar a los que no lo hayan hecho aún a, designar lo antes posible a sus expertas a
fin de que el Mecanismo se ponga en marcha a la mayor brevedad.
Sabemos que es crucial el tema de recursos. El Estatuto ha creado un fondo específico para
solventar los gastos que demande el Mecanismo. Los gobiernos de Brasil y México ya han hecho
aportes que permitirán el arranque de esta importante acción en beneficio de las mujeres del
Continente y también de nuestras sociedades. Este fondo está abierto a todos los Estados, sean o no
parte de la Convención, razón por la que quiero solicitarles a todos los presentes en forma muy
especial, que den muestras de su interés y apoyo colaborando con este fondo que permitirá el logro
de los objetivos que nos propusimos al adoptarlo. Conocemos la difícil situación que la mayoría de
nuestros países están atravesando, pero sabemos también que el apoyo a una iniciativa de derechos
humanos debería lograr ser incluida en forma permanente como un rubro dentro de los
presupuestos nacionales.
Enfrentamos con la CIM el presente reto que, al igual que las conquistas pasadas, nos hace
sentir orgullosos de nuestro querido organismo especializado interamericano y nos alienta para
continuar. Como miembros de la OEA debemos una vez más ser creativos y dispuestos para
alcanzar este nuevo objetivo que sin dudas contribuirá al fortalecimiento de la paz y democracia de
todos los países de América
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