La inferioridad del mexicano

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La inferioridad del mexicano
Autor(a): Sandra Ramos Amézquita
Seudónimo: Señora
Desarrollo
En el artículo “ Mercado y sociedad”, Lorenzo Meyer (1998) afirma que el problema más profundo de
México es social. Con ello se refiere a problemáticas históricas no resultadas a lo largo del desarrollo
nacional, como podría ser el antagonismo de clases sociales en el país, problemática que ha sido
controlada pero no resuelta. Por el mismo camino se dirige Samuel Ramos al afirmar que la “cultura
es una forma de vida […] no sólo como un conjunto de bienes: ciencia, arte, derecho, filosofía etcétera,
sino también como aquello que hace posible la producción y desaparición de tales bienes” (Villegas,
2002, p. 405- 406). Según dicho autor, la cultura sólo puede existir por las características psicológicas
de quien la produce y, en su perspectiva, el mexicano crea una neurosis de inferioridad en su
producción cultural. De esta forma, el individuo no se acepta como es y buscar imitar al otro, lo cual
produce frustración debido a la imposibilidad de hacerlo (Villegas, 2002).
El individuo que no se acepta como es, es ciertamente inferior en los ámbitos culturales que no le
corresponden, ya que él no se advierte como un sujeto distinto al otro. Oculta sus características
particulares como individuo, lo cual genera una imposibilidad de ubicarse en el mundo,
particularmente en su mundo. Debido a lo anterior, cualquier proyecto llevado a cabo obtendrá
resultados negativos, ya que dichos proyectos son planeados, desarrollados y llevados a cabo con una
mentalidad que no se encuentra acorde a las posibilidades y necesidades de la población. Antonio Caso
realiza una crítica de lo anterior al mostrar el típico pensamiento mexicano - con cierto nivel
educativo- que lamenta no vivir en el gran París y mantenerse en una provincia mexicana; de igual
manera Alfonso Reyes menciona que la mayoría de éstos mexicanos lamenta con haber sido Europa,
Norteamérica y tener población indígena (Villegas, 2002).
Paralelamente, Miguel Besañez (2000) considera a los valores como un factor fundamental de una
sociedad, ya que estos se convierten en unidades de la cultura y dichas unidades son las responsables
de la ideología de la sociedad. Si una sociedad se tiene valorizada como inferior la ideología que
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generará estará basada en estas ideas. Por ello, dentro del presente escrito, se argumenta que el
inconsciente colectivo de una cultura afecta fuertemente las tomas de decisiones y el camino político
que una sociedad escoge. Los valores, las ideologías y las creencias tienen un fuerte impacto en las
dinámicas sociales de una cultura. Ejemplo de lo anterior son afirmaciones como las de Leopoldo Zea
(1969) cuando menciona que América es un continente de segunda con humanos de segunda, haciendo
crítica a dicha mentalidad mexicana de automenosprecio.
Sin embargo, la anterior problemática incrementa en el momento en que el mexicano no sólo escucha
aquellas afirmaciones sino que, muy en el fondo, también las creen y las reafirman en su que hacer
cotidiano. De esta forma, dentro del presente ensayo retomaremos estas perspectivas para realizar un
análisis sobre la identidad mexicana. Así, partiremos de la idea de que México confronta una
problemática social surgida de la conquista española, la cual generó una psicología sumisa en el
proceso de formación de identidad que afecta directamente su desarrollo como nación en aspectos
culturales, políticos y económicos. Particularmente mencionaremos el caso de la introducción del
sistema neoliberal a México y sus consecuencias negativas como: el poco progreso político que a
tenido la nación en los últimos sexenios y el efecto que ha tenido sobre los jóvenes actuales. Para
desarrollar esta idea es pertinente observar a detalle de donde surge la antes mencionada problemática
social mexicana.
Uno de los primeros problemas con el cual convive México es con el conflicto de ser una nación
conquistada económica, política y, sobre todo, culturalmente. Sus problemas sociales comienzan en las
dinámicas culturales que se generaron en el proceso de la conquista y que continuaron hasta la colonia.
Según Magdalena Gómez Rivera (1998), una de estas primeras dinámicas fue valorar al indios a través
de la perspectiva cristiana, lo cual generaba prejuicios negativos a la cultura prehispánica. Mientras
tanto, se valorizaba al español como símbolo de grandeza, orgullo y poderío. Esta mentalidad fue
materializada en la colonia en donde sólo se tomaban en cuenta las necesidades españolas y se
observaba al indio como servidumbre. Con el paso del tiempo, se fue protegiendo al indio pero
siempre tomando en cuenta primero los intereses españoles. Ejemplificación de lo anterior fueron la
creación de castas sociales y la pérdida económica del indio para que no pudiera desarrollarse y ser
autosuficiente. De esta forma, la economía de México durante esa época fue creciendo gracias a la
explotación y esclavitud de los indios.
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Como lo ha mencionado Gómez Rivera (1998), el sincretismo cultural generado en el periodo de
conquista y colonia estuvo basado en ideas y valores que consideraban a la cultura europea como
superior y a la prehispánica como inferior. Se creía que el continente americano era inferior e
inmaduro a comparación con el europeo. Incluso, algunos españoles observaban al continente como un
territorio de rapiña, en vez de observarlo como un patria en proceso de desarrollo. Estas ideas se
traspasaron a la tradición y mentalidad de las personas haciéndolas formar parte de las creencias de la
vida cotidiana. De esta forma, dichos pensamientos pasaron a través de los años hasta llegar al que
hacer cotidiano del mexicano contemporáneo.
Eso fue lo que sucedió al intentar generar una identidad mexicana excluida de la europea. Sin
embargo, dicha identidad ya estaba perneada por los valores españoles de conquista y superioridad, lo
cual se podía observar en las neurosis cultural mexicana en donde se engrandecían los orígenes
indígenas pero al mismo tiempo se tenía (y tiene) un profundo racismo ante dicha población; se
resaltaba el mestizaje de culturas pero al mismo tiempos se veneraba (y venera) la piel blanca.
Finalmente, para el siglo XVIII se acepta a la población indígena como un pasado glorioso pero se
repudia al actual indio conquistado (Gómez Rivera, 1998).
De esta manera, como lo ha mencionado Samuel Ramos (2003), la consolidación de la identidad
mexicana se encarnó en un complejo de inferioridad, impuesto por una mentalidad europea a la cual le
hemos creído y le seguimos creyendo (Gómez Rivera, 1998). Es decir, en el proceso de conquista y
colonización se le hizo creer al indio y, sobre todo, al mexicano ya mestizado, que él era inferior a
cualquiera sujeto proveniente de Europa. El mexicano de este momento y el actual afirmaban y
afirman dicho pensamiento en su vida cotidiana. Así, se creó un sincretismo cultural que se
diferenciaba de los españoles pero al mismo tiempo se menospreciaba, se reconocía el poderío y
apogeo cultural prehispánico como forma de diferenciación de los americanos con respecto a los
españoles, pero aún se tenían y tienen en el inconsciente nacional un sentimiento de inferioridad a
comparación de la cultura Europea.
Lo anterior genera una situación cultural problemática, ya que existe un conflicto de identidad que el
sincretismo cultural de la colonia no pudo resolver. Los mexicanos se sienten confundidos entre
indígenas y españoles, representa al indio de forma emocional y victimizada pero al mismo tiempo son
concientes de que la mayoría de dicha población murió defendiendo su cultura. Por otro lado, se
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observa al español con el peyorativo de conquistador pero es su cultura la que aceptamos y en la que
vivimos. Así, Según Alejandro Villegas (2002) la lucha contra el colonialismo español es una lucha en
contra de nosotros mismos debido a que formamos parte de este sector y además lo aceptamos.
Luchamos en contra de la imposición extranjera pero nos presentamos al mundo como una nación con
individuos sumisos, conquistados y necesitados de auxilio exterior.
Al presentarse como un pueblo sumiso y conquistado, México se definió como un país incapaz de
gobernarse por sí sólo y necesitado de ayuda. Sin duda, claramente lo es debido a que justo no se
identifica como una nación con sujetos diferentes y no reconoce a su cultura como una con poderío y
con ideas y oportunidades ha ofrecer. Como Samuel Ramos (2003) lo menciona, no se acepta como es
e intenta imitar aquello que no es, por tanto, los resultados negativos ante sus proyectos de gobierno no
son sorprendentes, ya que se trata de inmiscuir en dinámicas económicas, políticas y culturales que no
le corresponden. No acepta que es un país basado en una gran población indígena que fue conquistada
y ahora intenta ser como el conquistador, sin observar que él, el mexicano, no es ni como el indio
glorioso prehispánico, ni como el conquistador europeo. Lo anterior se lleva practicando desde los
periodos posteriores a la independencia y generó muchos conflictos al intentar modernizar y
occidentalizar a la nación acorde a los patrones dominantes del momento que eran los europeos.
Por otra parte, a finales del siglo XIX y principios del XX, existían pocos recursos ideológicos para
modernizar al país de forma benéfica a la nación. Sin los recursos ideológicos necesarios y sin una
fortaleza en su identidad, era muy sencillo caer en dinámicas autodestructivas para el país intentando
imitar modelo sociales, políticos y económicos que aparentaban ser superiores pero sin la capacidad de
poder ajustarse a las necesidades y circunstancias del país. Ejemplo de lo anterior es el cambio de
valorización del indio en el siglo XIX, en donde se daba la igualdad a éste ante los criollos pero se
consideraba que ellos jamás podrían encaminarse a la civilización e ilustración europea. Dicho
concepto de igualdad fue creado para eliminar al indio, ya que se consideraba que éste no podría ser la
base de la sociedad progresista debido a su inferioridad (Gómez Rivera, 1998).
El indio era un obstáculo para la modernidad y el liberalismo del siglo XIX. Por lo mismo, se generó
a nivel de gobierno el concepto de la no existencia del indio, de forma tal que sólo se observarían a los
ciudadanos como personas con diferencias económicas en vez de culturales y raciales. Si se eliminaba
al indio, el progreso en el país podría ser llevado a cabo, ya que los gobernantes del momento
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consideraban que “ el indio de montaña no daba a la nación un solo hombre” como consideraba José
María Luis Mora (Gómez Rivera, 1998, p. 68). Sin embargo, la mala impresión que se tenía y tiene del
indio no viene del indio mismo, de su “real” incapacidad para ser un hombre moderno, sino del
desprecio que los propios mexicanos tienen sobre su propia cultura y raíces.
Una vez más se puede hacer mención de la idea de Samuel Ramos (2003) a cerca del sentimiento de
inferioridad del mexicano, el cual aspira a ser algo que no es y no acepta a su cultura. Por lo mismo, el
progreso dentro de la misma es reducido, debido a que se niega a explotar los recursos y elementos que
su misma cultura aporta. Un ejemplo de lo anterior es la introducción de sistemas políticoseconómicos desarrollados por otras culturas como es el sistema neoliberal y su forma de
democratización. México, al no tener una nacionalidad consolidad, una identidad fuerte, al tener una
mentalidad de conquistado y automenospreciarse era vulnerable a ser engañados por las promesas del
exterior, como fue el sistema político antes mencionado.
En este sentido, de acuerdo con las ideas de René Millán (2001), el sistema democrático del
neoliberalismo consolida sociedades diferenciadas en donde los intereses no se encuentran
centralizados, lo cual genera la nula clasificación de problemas. Esto promueve el impedimento para
encontrar soluciones a los problemas pertinentes del país. Así, dichas sociedades generan altos niveles
de desintegración lo cual causa problemas de unidad y unificación de perspectivas para la sociedad.
Justo esta descentralización fue lo que sucedió en México al introducir el modelo neoliberal,
debilitando y dividiendo a la sociedad.
Según Millán (2001), el resultado del sistema democrático utilizado por el neoliberalismo es la
fragmentación de intereses y el poco cuestionamiento global del sistema. El autor sostiene el anterior
estatuto basándose en la idea de que la democracia genera demasiada legitimidad lo que produce una
amplia variación de intereses y poca focalización de los problemas, lo cual produce divisiones sociales
y poco interés por entender otros sectores. Dentro de la perspectiva del autor, una sociedad
diferenciada no puede centralizar sus problemas y enfocarse en su resolución, ya que con una sociedad
diferenciada lo que se logra es descentralizar los problemas y dispersarlos impidiendo la clasificación
y entendimiento de los mismos.
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Por ello, dicho sistema político aplicado a una sociedad débil en cuanto a su identidad cultural genera
fuertes problemáticas. Así, el neoliberalismo en México descentralizó a la sociedad debido a la forma
como fue utilizado el sistema democrático. Al decentralizarse y diferenciar a la sociedad, los intereses
de la nación comenzaron a ser aún más dispersos y la consolidación del consenso fue más difícil. Más
aún, los mexicanos contaban con una mentalidad conquistada, lo cual generaba que fueran incapaces
de generar proyectos de nación por sí mismos y para sí mismos. Por ello, tuvieron que buscar
soluciones en el exterior en ves de resolverlos a nivel interior.
Por otra parte, cuando se comenzó a aplicar el sistema neoliberal en el periodo de Miguel de la Madrid
y Carlos Salinas, se llevó a cabo un programa de gobierno que Lorenzo Meyer (2005) a denominado El
paso de la muerte en donde en principio se llevaría a cabo una campaña para cambiar radicalmente a la
sociedad mexicana, ya que para poder llevar a cabo el sistema neoliberal era necesario consolidar una
sociedad que tuviera una forma de vida liberal. Para ello tuvieron que hacer, en primer lugar, un
sistema de vida centralizado en las funciones en el mercado y, en segunda lugar, transformar a la
población de tal forma que se tuvieran ciudadanos racionales interesados en maximizar sus recursos de
forma tal que todas sus actividades sociales estuvieran directamente vinculadas con el mercado.
Sin embargo, de acuerdo a las ideas de Meyer (2005), durante este periodo de introducción del sistema
neoliberal a México, la mayoría de la población estaba acostumbrada a la organización ejidal,
comunitaria basada en un fuerte nacionalismo y creencias católicas, lo cual generó un gran caos y
desconcierto en la sociedad. Las consecuencias de dicha radicalización fue el abuso de los jóvenes
políticos mexicanos que desobedecieron, eliminaron a los antiguos político y abusaron de su poder
obteniendo grandes ganancias personales que pertenecían a la nación. Todo lo anterior concluyó en
una fuerte desigualdad en el país.
De esta manera, uno de los tantos resultados negativos de dicho sistema de gobierno fue la antes
menciona influencia que tuvo dicho sistema en el sistema educativo de los jóvenes mexicanos. En él,
el factor central es el uso y movimiento del mercado. Sin embargo, dicho mercado no busca el
beneficio educativo, sino continuar su propia progreso. Por lo mismo, promueve cierta forma de vida
exitosa poco alcanzable para la mayoría de la población mundial, ya que engaña ofreciendo
oportunidades que no existen o que son accesibles sólo para un sector social determinado. Esto genera
que la solución al problema sea la delincuencia.
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Dicha delincuencia se desarrolla en todos los sectores, ya que esta basada en la idea de continuar la
actividad de mercado. Por ello, la delincuencia puede ser tanto el los sectores más humildes como los
más educados como podrían ser los funcionarios políticos. Justo esa delincuencia fue la que se
desarrolló a partir de la introducción del sistema neoliberal a México. Esto se observó en todo el país,
en primero lugar observando el nivel de inseguridad que aumentó de forma drástica gracias a los
grandes niveles de desigualdad que existían. En segundo, y el más importante, en la delincuencia en
los funcionarios públicos que fueron los responsables de introducir el nuevo sistema de gobierno.
Así, la aplicación del sistema neoliberal en México es un claro ejemplo de cómo la cultura de un país
puede afectar fuertemente los ámbitos políticos y económicos del mismo, ya que los valores y las
creencias culturales de una país definirán cómo actuaran sus futuros gobernantes. Las creencias,
valores, usos y costumbres que fueron impuestos durante la conquista y la colonia afectaron
fuertemente en la consolidación de la identidad mexicana después de la independencia.
Ejemplo de lo anterior fue el comportamiento de los políticos contemporáneos. Parecido al
comportamiento de los primeros españoles de la conquista, los jóvenes mexicanos responsables de la
inserción del neoliberalismo en el país –en particular los inmersos en lo político- se comportaron como
los antes mencionados españoles, percibiendo al nuevo territorio no como un espacio en donde se
podría consolidar otra nación, sino como uno de rapiña, considerando al territorio como continente de
segunda con población de segunda y por tanto propicio al abuso. Con ello, los políticos jóvenes
ratificaron su derecho al abuso, explotación y saqueo de la nación.
Así, la forma como fue introducido el sistema neoliberal en México no benefició a la nación, ya que
nos encontrábamos en grandes desventajas a comparación de otros países que habían estructurado su
sistema social de forma tal que les beneficiara. Además, eran naciones que habían construido dicho
sistema, ellos no tenían la necesidad de imitar a otras formas de gobierno y sabían que era lo que ellos
necesitaban para su progreso como nación. A diferencia de estos países, México imitó y pretendió ser
parte de una cultura que no le pertenece por completo, lo cual generó resultado negativos ante la nueva
imposición de sistemas de gobierno.
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De esta manera, al introducir el sistema neoliberal la sociedad se descentralizó, debilitando, dividiendo
y enajenando a la sociedad, particularmente a los jóvenes. Esto se debe a que los jóvenes mexicanos
fueron educados durante la introducción del sistema neoliberal. Tuvieron una educación basada en
altos índices de diferenciación, lo que hace que los jóvenes políticos y dirigentes, no tengan la
capacidad de observar la globalidad de las problemáticas nacionales. Es por ello que se argumenta que
muchas de las problemáticas de un país se pueden comprender con el análisis de la psicología cultural
del mismo. México fue una nación conquistada, no obstante, se dio un sincretismo cultural que formó
otro
tipo de sociedad –ni indígena, ni española. A pesar de ello, fueron los valores de los
conquistadores los que perduraron, lo cual es parte de las actuales problemáticas del país.
Pese a ello, el futuro no tiene que ser tan pesimista, desde el término de la Revolución Mexicana
tuvimos excelentes pensadores que habían notado este conflicto de identidad y de neurosis de
inferioridad. Muchos de ellos propusieron y mencionaron que dicha inferioridad no necesariamente
debía de estar constantemente. Samuel Ramos (2003) ya lo había comentado cuando afirmó que el
complejo de inferioridad puede ser superado. Según su perspectiva, el mexicano sólo necesita adquirir
conciencia de sí mismo y su cultura, necesita realizar un proceso de autoconocimiento, es decir, “
cobrar conciencia de los orígenes y pasado mexicano en general” (Villegas, 2002, p. 406)
Vasconcelos (2003) mencionaba algo parecido en su libro La raza Cósmica, en donde considera que
México lo que necesita es un ciudadano radicalmente nuevo, ya que no se puede crear una nueva
cultura sin un hombre distinto. Por el mismo camino se dirige Leopoldo Zea (1969) al afirmar que
México necesita una identidad propia. En la perspectiva de dicho autor, la nación necesita tener un
carácter integral para poder evitar la dependencia y dominio de otras naciones. Así, el país debe de
construirse y educarse como nación, aceptando su cultura e incrementando el nacionalismo de ésta. De
esta forma, se demostrará que la neurosis de inferioridad es sólo una falacia y que los mexicanos son
capaces de gobernar por ellos y para ellos y eso se puede llevar a cabo con un sistema educativo que
este sustentado en un fuerte respeto y orgullo nacional (Villegas, 2002).
Con todo, dicha revaloración de la cultura nacional debe de estar basada en las nuevas dinámicas
sociales que existen en la actualidad y en las necesidades de la población mexicana en este nuevo
siglo. Eliminar el sistema de mercado sería una tarea un tanto complicada y problemática para la
nación, por tanto, la revaloración de la cultura debe ser llevada a cabo de tal forma que se busque un
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bienestar realizado por los mexicanos para los mexicanos en este nuevo sistema de mercado en el que
vive la humanidad. Si se modifica la mentalidad mexicana, su neurosis de inferioridad y se educan a
las nuevas generaciones con otra perspectiva histórica que no sea ni la española ni la indígena,
probablemente estas generaciones podrán crecer con una visión distinta del país, intentando reforzar el
desarrollo de la nación y sus ciudadanos. México necesita una cultura educativa en donde se muestre
orgullo y sentimiento de nacionalidad ante nuestra historia de forma tal que queramos y deseemos el
mejoramiento de nuestro país.
Conclusiones
Muchas veces me he preguntado ¿Por qué México no progresa como país? ¿Por qué seguimos
teniendo altos niveles de pobreza y desigualdad sabiendo que somos un país rico en recursos
naturales? Considero que el origen de dichas problemáticas tiene raíz en aspectos culturales de nación
y en la forma como ésta fue consolidada.
En primer lugar México se identifica a sí mismo como un país conquistado. Dentro de las dinámica de
conquista generalmente se le hace creer al territorio conquistado que son débiles por ser dominados
por otra cultura. Eso hace que se generen dinámicas sociales en donde se menosprecia a la cultura
conquistada y se resaltan las virtudes de los conquistadores.
Este problema no habría ocasionado conflicto si la cultura indígena hubiera sido completamente
eliminada por la española. Afortunadamente, en México se generó un sincretismo cultural en donde
ambas culturas se compaginaron pero conceptualizando a la cultura española como dominante y a la
indígena como dominada. Esta conceptualización afectó la psicología cultural de México al intentar
consolidarse como una nación distinta a las de su origen. A pesar de que engrandecía su pasado
prehispánico aún tenía mentalidad y comportamiento de pueblo conquistado que debe de rendir
tributos a sus conquistadores.
Lo anterior generó un sentimiento de inferioridad por no poder aceptar y consolidar su cultura. Los
mexicanos se sentían y sienten inferiores a todas aquellas culturas europeas porque eso les han hecho
creer que es cierto. Tal fuerza a tenido dicho tipo de pensamiento que se puede observar claramente
esta mentalidad en los sistemas de gobierno que ha buscado el país a lo largo de su desarrollo. Primero
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como imitación de sistema europeo, como es el caso de los reyes, o imitando al sistema liberal
anglosajón, como el liberalismo.
México se ha dado poco a la tarea de realizar sistemas de gobierno que sean diseñados por ellos
mismos y para ellos mismos. La mayoría de los sistemas han sido impuestos y en ocasiones no se
acoplan a las necesidades particulares de la población. El caso de la introducción del sistema neoliberal
en México fue un ejemplo de lo anterior. La nación no se encontraba en una situación social adecuada
para ejecutar al neoliberalismo debido a que dicho sistema exige un cierto tipo de cultura al cual el país
no pertenece. Los gobernantes obligaron a incorporar dicho sistema al país e intentaron modificarlo.
Sin embargo, los resultados de la antes mencionada inserción fue la creación de una sociedad
altamente desigual, poco equitativa y con muchas desventajas en la competencia con otras naciones.
Los valores, prejuicios y neurosis de inferioridad adquiridos durante el periodo colonial tuvieron
mucho que ver con la introducción del liberalismo, ya que fue gracias a la forma de pensar pesimista y
autodestructiva del mexicano la que hizo posible introducir un sistema de gobierno que no estaba
hecho para gobernar a la cultura mexicana y para mejorarla. De esta manera, los valores que
conformaron la ideología mexicana afectaron fuertemente en el nulo progreso político, económico y
social del país.
Así la problemática comienza desde el momento en que el mexicano se identifica como inferior. Por
tanto, la solución para ello es romper con dicho círculo vicioso y generar una cultura nacional
orgullosa de sus orígenes y su pasado. Muchos autores postrevolucionarios afirman lo anterior, tanto
Samuel Ramos como Vasconcelos y Leopoldo Zea afirman que México necesita una nueva
identificación nacional, es necesario que la nación se identifique nuevamente y se descubra como una
nación autosuficiente para eliminar cualquier tipo de dependencia futura.
Sin embargo, dicha identificación nacional se llevó a cabo durante los periodos postrevolucionarios,
así que esta nueva identificación nacional debe de estar basada en las necesidades actuales del país y
del mundo contemporáneo. México por sí solo no puede eliminar el neoliberalismo impuesto, pero si
puede utilizarlo de forma tal que beneficie directamente a la población. Una forma de empezar puede
ser modificando la neurosis de inferioridad del mexicano que le hace beneficiar a extranjeros en ves de
a su propio país. Si se genera un fuerte sentimiento de identificación nacional y se revaloran el pasado
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histórico, las nuevas generaciones pueden crecer con otra concepturalización de su nación,
promoviendo como valor primordial el sentimiento nacional y el bienestar de su comunidad.
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