Causas de la falta de armonía Por el Dr. H. Spencer Lewis, F.R.C. Revista El Rosacruz A.M.O.R.C. Si yo fuera a esbozar las causas de la falta de armonía entre el cuerpo psíquico y el Cósmico, la lista de éstas sería más larga que cualquier lista de síntomas y enfermedades en los apuntes de un médico. Podemos, sin embargo, agrupar fácilmente estas causas bajo varias clasificaciones, lo cual daría una idea razonable de lo que pueden ser. En primer lugar, el cuerpo psíquico es afectado con frecuencia por el cuerpo físico que lo contiene. Debemos tener en cuenta que el cuerpo físico es como un escudo o armadura que circunda al cuerpo síquico y actúa como un medio neutralizador entre el cuerpo psíquico y las vibraciones cósmicas que nos rodean. Si permitimos que el cuerpo físico tenga anormalidad por varios motivos, estaremos seguros que afectará el aura del cuerpo psíquico; y este efecto sobre el aura causará una disminución en el grado de armonía entre el psíquico y el Cósmico. Ahora, pido que no me mal interpretéis. No quiero decir que el cuerpo físico puede enfermarse y que esta condición de enfermedad afectará al cuerpo psíquico y que entonces la falta de armonía psíquica ha de afectar el cuerpo enfermo. Esto resultaría en dar vueltas y más vueltas sobre el particular, muy parecido al asunto de tratar de resolver el problema de quién fue primero, si la gallina o el huevo, en la fábula del pollo. Realmente, la enfermedad del cuerpo físico ocurre siempre como resultado de una condición indebida en el cuerpo físico, aparte de la enfermedad. Por ejemplo, si una persona no come adecuadamente, o no come con la frecuencia necesaria, y se debilita y decae, o si la sangre se empobrece o el cuerpo se cansa en exceso o se agota y se deprime o sufre enfriamientos, contraerá una condición anormal en su cuerpo físico sin que tenga de hecho ninguna enfermedad. Estas condiciones anormales posiblemente ejercerán algún efecto sobre la armonía del cuerpo psíquico y el Cósmico. Por otra parte, si la sangre y el sistema nervioso del cuerpo físico son perturbados y lanzados fuera de equilibrio, puede el cuerpo no enfermar, pero, sin embargo, haber una condición anormal en el cuerpo físico, y eso también afectará la armonía entre el cuerpo psíquico y el Cósmico. Pero el efecto principal sobre el cuerpo psíquico que nos hace estar fuera de armonía con el Cósmico es la influencia de nuestro cerebro y nuestras emociones. Pensamientos de cólera, odios, enemistades, celos, o cualquier otro pensamiento poco bondadoso, desagradable o destructivo, afectará al cuerpo psíquico porque la parte emocional de nuestra naturaleza es parte de nuestro sistema psíquico y está íntimamente ligado con éste. Efectivamente, no podemos pasar por una experiencia emocional sin que haya la correspondiente reacción psíquica sobre el cuerpo. Emociones o conmociones constructivas de gozo, placer y alegría, son como tónicos para el cuerpo psíquico; le llenan de fortaleza y ayudan a la armonía de ésta con el Cósmico. Cada vez que experimentamos una emoción agradable al hacer algún acto altruista, amable o afectuoso a una persona, y aún a nosotros mismos, estamos armonizando el cuerpo psíquico con su más alta tonalidad Cósmica. Por esto es que siempre estimulamos a nuestros miembros a mantenerse alegres, joviales, contentos y en paz. Cuando el cerebro y las actividades emocionales del cuerpo están en paz, hay una cantidad máxima de armonía entre el cuerpo psíquico y el Cósmico. Las emociones que sean contrarias a esto producen también un efecto contrario. Cinco minutos de cólera, en los cuales nuestro estado de ánimo y nuestro sistema nervioso sean forzados hasta el máximo, lanzan al sistema psíquico fuera de armonía; es como si desquiciáramos el eje de un reloj. Toda la maquinaria del sistema humano es, pues, lanzada fuera de equilibrio, y hay completa falta de armonía, siguiendo inmediatamente acciones y reacciones perjudiciales. Sutil destrucción Los pensamientos más nocivos y los peores efectos emocionales son los que provienen de enemistades y pensamientos mantenidos ocultos por mucho tiempo, que no se exteriorizan, pero que frecuentemente se mantienen en lo más profundo de nuestra naturaleza. A menudo aquéllos a quienes examinamos y preguntamos acerca de sus problemas admiten francamente que el único pensamiento destructivo que han mantenido en su mente es el que muy pocas veces han “exteriorizado” y lo guardan tan cuidadosa y profundamente en su interior que nunca se descubre. Esta sensación de destrucción bien sepultada en lo interno es generalmente causada por celos o enemistades. Les desagrada alguien que está cerca de ellos, tanto y tan profundamente, que cada vez que piensan en dicha persona hay un estremecimiento de odio que pasa por todo su sistema emocional y va a través de su cuerpo y su sistema psíquico. Se da el caso también de que haya algún individuo cuyo éxito o posición en la vida, o cuyas posesiones materiales envidian, y por lo tanto no pueden oír mencionar su nombre ni pensar en ello un solo momento sin dejar de sentir profunda conmoción. Parece que esas personas creen que mientras no se enfrenten a dicho individuo y discutan o se encolericen con él, mantendrán las emociones destructivas dentro de sí mismas sin permitir que ejerzan ningún efecto. Aquí es donde incurren en un grave error, pues sería preferible que la emoción fuese de naturaleza explosiva y se exteriorizase en algunos momentos de cólera, para luego olvidarla por completo. Mantenerla dentro de sí por días, semanas, meses o años es como si se mantuviera un veneno lento en el organismo, el cual continuamente estaría perjudicándolo. Por otro lado, actos de injusticia, de engaño, o actos faltos de misericordia y amor, planeados a propósito, también tienen su reacción sobre el cuerpo psíquico. El hombre que planea despojar a otro de cualquier suma de dinero, por pequeña que sea, o de una deuda justa o algún beneficio que debe a otra persona y logra llevarlo a cabo, tal vez se sienta victorioso con lo que ha ganado, pero habrá dañado su cuerpo psíquico, de la misma manera que si hubiera disparado un revólver a través de todo su sistema psíquico, afectándolo en sentido físico. Una persona que levanta una calumnia a otra y le causa daño o pena de seria naturaleza, perjudica su propio sistema psíquico mucho más seriamente que a la otra persona. Cómo contrarrestar el daño Esto es precisamente lo que hace que el cuerpo psíquico quede fuera de armonía con el Cósmico, y sólo hay una forma de traer nuevamente al cuerpo psíquico a una condición normal: primero, eliminando de la mente y de las emociones humanas todas las emociones y pensamientos destructivos que pueda haber escondidos u ocultos; y, segundo, cambiando esa actitud por otra de gozo y paz, de amor universal y bondad, y compensando por cualquier daño que se haya hecho a otro. Cualquiera que sea la enfermedad física o mental, o el problema en la vida, recuerden que el primer paso es entrar en armonía con el Cósmico. El segundo debe ser una verdadera limpieza de la parte emocional y psíquica de su naturaleza, y especialmente de aquellos pensamientos destructivos e inarmónicos que guarden profundamente escondidos dentro de su ser. Traten de mantener su alma llena de luz y alegría. Con mucha frecuencia habrán oído ustedes decir que ciertas personas están bien, contentas y prósperas porque tienen una buena disposición natural. Esto se debe a que las personas de carácter jovial, que gozan con tener un sentido humorístico, por lo general no ocultan emociones destructoras. Siempre están dispuestas a reír, y aun sonríen a las personas que les injurian. Nunca demuestran resentimiento y ven el lado bueno y risueño de la vida, que tantas alegrías encierra. Dejen que la alegría llene su alma y se mantendrán ustedes en armonía cósmicamente; entonces cualquier enfermedad o anormalidad física que les afecte por cualquier condición inarmónica momentánea, será eliminada fácilmente por la abundante armonía cósmica que habrá de seguirle.