05.Legislación de la Conferencia Episcopal Peruana

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INTRODUCCIÓN
El 25 de enero se cumplieron los 20 años de la promulgación del Código de Derecho
Canónico a través de la Constitución Apostólica Sacrae disciplinae leges. Este código,
recordaba en enero de 1993 el Papa Juan Pablo II, fue “preparado mediante una obra de
estudio larga y laboriosa, en la que participaron los episcopados de todo el mundo, las
universidades católicas, los dicasterios de la Curia Romana y numerosos maestros de
Derecho Canónico”1. En exacta fecha –un 25 de enero de 1959– el Papa Juan XXIII
reveló por primera vez su deseo de convocar un Concilio Ecuménico. A esta decisión
histórica unía entonces el Papa otras dos: la de reunir, como Obispo de Roma, un
Sínodo local y la de poner en movimiento la revisión del Código de Derecho Canónico2.
La fecha escogida por el Santo Padre para la promulgación solemne del Código fue de
notable significación. Asimismo es interesante recordar que el Código tiene relación
estrecha con el Concilio Vaticano II, del que es clara expresión jurídica y disciplinar
porque tradujo en sabias normas jurídicas cuanto surgió en el último Concilio
Ecuménico. El Santo Padre decía que el Código de Derecho Canónico es “uno de los
instrumentos más destacados de la aplicación del Concilio” 3 . Sin lugar a dudas las
piedras angulares para las próximas décadas son el Código de Derecho Canónico
juntamente con el Catecismo de la Iglesia Católica. Durante estos cuatro lustros en
diversas universidades se han realizado diversos estudios sobre el derecho canónico4.
Con ocasión de los diez años de la promulgación el Pontificio Consejo para la
Interpretación de los Textos Legislativos realizó un importante simposio en el que
participaron sobresalientes canonistas de todo el mundo 5 , también los canonistas
españoles realizaron unas jornadas de estudio del derecho canónico a los 10 de la
1
Juan Pablo II, Discurso a la Rota Romana, 29 de enero de 1993.
El Papa Juan XXIII anunció, el día 25 de enero de 1959, la reforma del Código de Derecho Canónico.
Su estudio se realizó por cerca de veinticinco años y contiene todo el espíritu del concilio Ecuménico
Vaticano II. Muerto el Papa Juan XXIII le sucede el Papa Paulo VI, quien continuó tales trabajos. Muere
el Papa Paulo VI y lo sucede el Papa Juan Pablo I, que no pudo hacer nada en esta reforma codicial por su
muerte temprana, a los 33 días en la sede de San Pedro. Le sucede el Papa Juan Pablo II y es él quien se
mete de lleno en los estudios y trabajos de la reforma del Código hasta que llegó a feliz término. El Papa
Juan Pablo II le tocó promulgar el nuevo Código de Derecho Canónico el día 25 de enero de 1983,
aniversario del anuncio de la reforma de este Código por el Papa Juan XXIII. Este Código tuvo diez
meses de vacación y entró en vigencia el 27 de noviembre de 1983.
3
Juan Pablo II, Discurso a la Rota Romana, 28 de enero de 1991.
4
Entre ellos tenemos el realizado en Roma en La Pontificia Universidad de Santo Tomás de Aquino, que
conmemoró el centenario de la fundación de su Facultad de Código de Derecho Canónico por el Papa
León XIII. El Simposio se celebró entre el 24 al 26 de octubre de 1996 sobre el tema "Problemas actuales
de interpretación en el Código de Derecho Canónico". Entre los participantes se encontraban los
Arzobispos Alberto Bovone, Pro- Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, Julián
Herranz, Presidente del Pontificio Consejo para la Interpretación de los Textos Legislativos, José Saraiva
Martins, Secretario de la Congregación para la Educación Católica, y Monseñor José María Serrano Ruiz,
Vicedecano de la Rota Roma. El Instituto Martín de Azpilcueta de la Universidad de Navarra ha
organizado recientemente el V Simposio que ha tratado sobre los Movimientos Migratorios y Acción de la
Iglesia: Aspectos Sociales, Religiosos y Canónicos (16 y 17 de septiembre de 2002); el IV Simposio trató
sobre la Dimensión de servicio en el gobierno de la Iglesia (17-19 de septiembre de 1999).
5
PONTIFICIUM CONSILIUM DE LEGUM TEXTIBUS INTERPRETANDIS, Ius in vita et in missione
Ecclesiae. Acta symposii internationalis iuris canonici occurrente x anniversario promulgationis codicis
iuris canonici diebus 19-24 aprilis 1993. In Civitate Vaticana Celebrati, Librería Editrice Vaticana, 1994.
Al conmemorar los 20 años de la promulgación del nuevo Código de Derecho Canónico, que el beato
Juan XXIII consideraba la culminación disciplinaria del Concilio Vaticano II, el Pontificio Consejo para
los Textos Legislativos organizó el una Jornada Académica titulada: “Veinte años de experiencia
canónica: 1983-2003”.
2
1
promulgación6. Intentamos en estas páginas realizar un balance de la puesta en práctica
del Derecho Eclesial en el Perú, especialmente de las Normas dictadas por la
Conferencia Episcopal Peruana, así como objetivos que se han cumplido y analizar
situaciones jurídicas a las que no se ha prestado la debida atención. Una reciente
publicación recuerda que hoy en día no se aprecia el interés por la norma canónica7.
En el Perú la Revista Teológica Limense de la Facultad de Teología ha sido el medio
que principalmente ha recogido algunos artículos de investigación de unos cuantos
profesores dedicados a la enseñanza del Derecho Canónico. Destaca en ese aspecto las
investigaciones del Padre Luis Cordero Rodríguez, actual Vicario Judicial del Tribunal
interdiocesano de Lima y Rector de la Facultad de Teología8. Otros canonistas que han
publicado en la Revista son: Monseñor José Dammert Bellido9, Bernardo Guzmán10 y
Víctor Luis Huapaya Quispe11.
La ignorancia acerca de la Iglesia y del derecho canónico es tan grande en los medios de
difusión y en hombres tan cercanos a legislar como son muchos miembros del
Congreso. Y no sólo hay desconocimiento del derecho canónico que regula el hecho
social religioso en cuanto religioso, sino también del llamado derecho eclesiástico –tan
cultivado en Europa– que no tiene por función regular el hecho social religioso, sino tan
sólo la relevancia civil del hecho religioso, sea social o individual12.
Después de la promulgación han aparecido diversos documentos para favorecer la
aplicación del Código o para ayudar y clarificar la labor de los Obispos. Ad tuendam
fidem ha sido uno de esos documentos que ha permitido salir al paso de algunos errores
doctrinales de los que se dedican al estudio de las disciplinas de la sagrada teología.
Según lo dispuesto en el documento mencionado en los textos vigentes del Código de
Derecho Canónico y del Código de Cánones de las Iglesias Orientales, se han añadido
normas con en las que expresamente se impone el deber de conservar las verdades
propuestas de modo definitivo por el Magisterio de la Iglesia, y además se hace
6
Asociación Española de Canonistas, Derecho canónico a los diez años de la promulgación del código
(aspectos de la función santificadora de la Iglesia). Jornadas de la Asociación Española de Canonistas,
Madrid 1993.
7
ZUBIETA, Pedro, OCD, El derecho de los religiosos en el nuevo Código de Derecho Canónico, Lima
2002, p. 5.
8
CORDERO RODRÍGUEZ, Luis, Ponencia sobre el análisis de las consecuencias jurídicas de la ‘sic
dicta’ ‘Lex Fundamentalis Ecclesiae’, en vol. XI (1972), pp. 24-48; La incapacidad psíquica para
contraer matrimonio en la jurisprudencia canónica, en vol. VII, N° 2 (1973), p. 225-230; Apuntes sobre
el consejo presbiteral y el Cabildo, en vol. X - N° 2 (1976), pp. 225-230; La inmadurez afectiva vista
como incapacidad psicológica para contraer matrimonio, en la jurisprudencia canónica, en vol. XII N° 1
(1978), p. 13-35; La Iglesia en espera, en vol XVII, N° 1 (1983), pp. 39-47; Derecho Canónico de
Familia, en vol. XVIII, N° 1 (1984), p. 83-105; Colegio de Consultores. Nueva institución jurídica del
Código Canónico vigente, en vol. XXI, N° 3 (1987); El proceso matrimonial canónico, en vol. XXVII,
N° 2 (1993), 275-281; Las uniones de hecho en el derecho canónico, en vol. XXVIII 2/3 (1994), pp, 222236; El proceso matrimonial canónico en la historia, en vol. XXIX, N° 3 (1995), pp. 440-467.
9
DAMMERT BELLIDO, José, Fieles cristianos, en vol. XVIII, N° 2 (1984), p. 363-370; De los bienes
temporales de la Iglesia, en vol XVIII, N° 3 (1984), pp. 587-607; y Los laicos en el nuevo Código
Canónico, en vol. XX, N° 1 (1986), p. 113-124.
10
GUZMÁN, Bernardo, Noción y función del laico en el derecho canónico, en vol. XXX, N° 1 (1996),
63-76.
11
HUAPAYA QUISPE, Víctor Luis, Régimen matrimonial peruano, en vol. XVIII, N° 3 (1984), 461514; y el Divorcio en el Perú. A propósito de la Ley N° 27495, en vol. XXXVI, N° 2 (2002), 137-170.
12
Desde el año de su creación en 1996 el Instituto de Derecho Eclesiástico realiza una importante función
de servicio a la Conferencia Episcopal, a muchas iglesias particulares y también a institutos religiosos en
el delicado tema de las relaciones con el Estado y sus instituciones.
2
mención de las sanciones canónicas correspondientes a dicha materia13. Estas normas
han permitido corregir errores doctrinales que se han detectado en la docencia de
algunos teólogos y además imponerles las sanciones previstas.
El 20° Aniversario de la promulgación del Código de Derecho Canónico, que en estas
líneas recordamos, es una buena oportunidad para examinar cuál es la situación actual
de la enseñanza, desarrollo y oportunidades para conocer mejor el Derecho de la Iglesia
en el Perú; y asimismo sugerir que medidas se podrían tomar para conocer debidamente
la legislación canónica.
1. Normas Complementarias de la Conferencia Episcopal al
Derecho común
A mediados de junio de 1983, por circular de la Secretaria de Estado N° 112.480
dirigida a las Conferencias Episcopales de todo el mundo, se les indicaba que ya podían
legislar normas particulares sobre una serie de cánones del nuevo Código de Derecho
Canónico14.
Los Obispos peruanos, en la 55ª. Asamblea General Extraordinaria de agosto de 1983
estudiaron algunas competencias que el Código asignó a las Conferencias. Los primeros
cinco decretos que llevan fecha 26 de agosto de 1983 tienen que ver: Los diáconos
permanentes y la liturgia de las horas (c. 276 § 2,3); los Estatutos del Consejo Presbiteral
(c. 496); nombramientos de párrocos “ad tempus” (c. 522); el Bautismo por infusión (c.
854) y sobre la preparación matrimonial (c. 1067).
En la Asamblea General Ordinaria (17-28 de enero de 1984) los Obispos, en vista de que
hasta ese momento no habían legislado las normas complementarias previstas en el Código
y para evitar vacíos legislativos, acordaron por unanimidad las siguientes normas
transitorias:
1° Continúa vigente la normativa actual en lo que se refiere a todos y cada uno de los
extremos sobre los que la Conferencia Episcopal del Perú debe o puede emanar
normas complementarias particulares y hasta dichas normas sean promulgadas
conforme a Derecho.
2° Enriéndese que la normativa actual a que referencia el número anterior,
comprende:
1. El Código de Derecho Canónico Pío-Benedictino de 1917.
2. Los Documentos Post-conciliares de la Santa Sede.
3. Las normas legítimamente emanadas con anterioridad por la Conferencia
Episcopal.
4. Los indultos y Privilegios otorgados por la Santa Sede al Episcopado del Perú,
y que siguen teniendo vigencia.
5. Los cinco Decretos promulgados con carácter de urgencia por la
quincuagésima quinta Asamblea General del Episcopado, el 26 de agosto de
1983.
13
JUAN PABLO II, Carta Apostólica dada en forma de 'Motu Proprio' Ad tuendam fidem, con la cual se
introducen algunas normas en el Código de Derecho Canónico y el Código de Cánones de las Iglesias
Orientales, 18 de mayo de 1998.
14
La Circular contaba con dos anexos: Uno sobre los 21 cánones sobre los cuales las Conferencias debían
legislar; y otro con la relación de los 22 cánones sobre los cuales las Conferencias pueden emanar normas
particulares.
3
3° Se prorroga el tiempo de vigencia señalado en el Decreto número 2, del 26 de
agosto de 1983, referente a los cánones 502 y 496, hasta que la Conferencia
Episcopal promulgue con carácter definitivo la norma respectiva”15.
En la 59ª. Asamblea General Ordinaria, del 23 de abril al 3 de mayo de 1985, los
Obispos estudiaron las competencias que el Código asignó a las Conferencias, y
decidieron qué materias debían ser examinadas de inmediato y qué otras podían ser
aplazadas para posteriores asambleas. La Santa Sede, a través de la Congregación para
los Obispos 16 , aprobó las Normas Complementarias, y quedó pendiente 4 cánones
observados 17 ; así como los cánones que aún no habían sido revisados por la
Congregación del Clero, por la Congregación para la Doctrina de la Fe, y por la
Pontificia Comisión para las Comunicaciones Sociales. La Conferencia Episcopal
Peruana por Decreto del 30 de enero de 1986 promulgó las normas complementarias
aprobadas por la Santa Sede y ordenó que se publicaran en Iglesia en el Perú, órgano
oficial de la Conferencia. Estas Normas entraron en vigor el 1° de mayo de ese año18.
La 73ª. Asamblea Plenaria Ordinaria de la Conferencia Episcopal, en abril de 1995,
aprobó las normas complementarias a los cánones 1126 y 1127 § 2 del CIC, y solicitó a
la Congregación de Obispos el Reconocimiento de dichas normas complementarias las
cuales fueron declaradas conforme al Derecho Canónico Universal el 9 de marzo de
1995 (Prot. N. 961/83).
Posteriormente se han dado otras normas complementarias, estas y las anteriores no se
encuentran actualmente recopiladas en su totalidad en ninguna parte19. Recientemente el
CELAM ha editado la legislación complementaria de los países Bolivarianos, y en ella
sólo se recoge parte de la Legislación correspondiente al Perú20. Esta circunstancia no
permite el imprescindible conocimiento por parte de quienes tienen la obligación de
conocerlas y aplicarlas.
A continuación, según el orden de los cánones del Código de Derecho Canónico,
señalamos cada una de las normas complementarias que están en vigor en el ámbito de
la Conferencia Episcopal Peruana.
1° Edad y condiciones de los aspirantes a los Ministerios de Lector y
Acólito (can. 230 §1)21
Can. 230 § 1:
Los varones laicos que tengan la edad y condiciones determinadas por decreto de
la Conferencia Episcopal, pueden ser llamados para el ministerio estable de lector
15
CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, Documentos de la Conferencia Episcopal Peruana 19791989, Lima 1989, pp. 223-224.
16
SACRA CONGREGATIO PRO EPISCOPIS, Roma 9 de noviembre de 1985 (Prot. N. 961/83).
17
La Congregación para el Clero observó los siguientes cánones: 522, 766, 1246 § 2 y 1297 (cf Prot.
176679/I). Las normas correspondientes fueron modificadas posteriormente y aprobadas por el Decreto
de la Congregación de los Obispos de 16de marzo de 1986 (Prot. N. 961/83).
18
cf CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, Iglesia en el Perú, N° 141, febrero-marzo 1986, p. 2.
19
Cf “Iglesia en el Perú” N° 141 febrero-marzo 1986, pp. 2-6.
20
CELAM, Código de Derecho Canónico. Edición bilingüe y anotada a cargo del Instituto Martín de
Azpilcueta, Eunsa, Ediciones Universidad de Navarra, S.A., Bogotá 2002, t. II, p. 1509-1524; en “Iglesia
en el Perú” N°141 febrero-marzo 1986, p. 5.
21
cf CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, Iglesia en el Perú, N° 141, febrero-marzo 1986, p. 2.;
Documentos de la Conferencia Episcopal Peruana 1979-1989, Lima 1989, p. 289.
4
y acólito, mediante el rito litúrgico prescrito; sin embargo, la colación de esos
ministerios no les da derecho a ser sustentados o remunerados por la Iglesia.
Norma complementaria:
“Los varones laicos, que van a ser constituidos establemente en los ministerios del
lectorado y acolitado, deberán tener 18 años de edad como mínimo, estar
comprometidos en el apostolado de su comunidad y haber ejercido las funciones
propias de dichos ministerios por algún tiempo, ser aptos física y psíquicamente, con
capacidad básica e intelectual y una formación adecuada, de rectitud y vida cristianas
reconocidas. Si son casados, que sean de matrimonio maduro y ejemplar.
El Juicio de idoneidad será dado por escrito por el Párroco, Presbítero o Superior
Religioso que los presenta al Ordinario propio”.
Algunas Conferencias Episcopales señalan además otros requisitos: los candidatos
conozcan las normas que rigen la vida litúrgica, si son casados tengan el consentimiento
de la esposa. También determinan que el Acta de institución de los ministros quedará
consignada en la Curia diocesana. Además otras indican que para ejercer dicho
ministerio fuera de la propia Diócesis se requiere de la aprobación del Ordinario del
lugar respectivo22.
2° Normas para la Formación de los Diáconos Permanentes (can.
236)23
Can. 236:
Quienes aspiran al diaconado permanente han de ser formados según las
prescripciones de la Conferencia Episcopal para que cultiven la vida espiritual y
cumplan dignamente los oficios propios de ese orden:
1. los jóvenes, permaneciendo al menos tres años en una residencia destinada a esa
finalidad, a no ser que el Obispo diocesano, por razones graves, determine otra
cosa;
2. los hombres de edad madura, tanto célibes como casados, según el plan de tres
años establecido por la Conferencia Episcopal.
Norma complementaria:
“La Comisión Episcopal de Seminarios y Vocaciones preparará una ‘Ratio
formationis’ para el diaconado permanente, fundamental para todas las
jurisdicciones eclesiales, en un plazo no mayor de seis meses”.
Las Congregaciones para la Educación Católica y el Clero elaboraron documentos
importantes para la formación de los diáconos permanentes24.
Sobre los diáconos permanentes el Santo Padre escribió en Iglesia en América:
“Quedando a salvo la libertad de las Iglesias particulares para restablecer o no,
consintiéndolo el Sumo Pontífice, el diaconado como grado permanente, está claro que
22
Cf GUTIÉRREZ MARTÍN, Luis, Los ministerios laicales, en Ius Canonicum, XXVI, 51, 1986, pp.
185-208; Respuesta del Consejo Pontifico para la interpretación de los Textos Legislativos, sobre el c.
230 § 2, de 11.VII.1992.
23
cf CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, Iglesia en el Perú, N° 141, febrero-marzo 1986, p. 2.;
Documentos de la Conferencia Episcopal Peruana 1979-1989, Lima 1989, p. 289.
24
CONGREGACIÓN PARA LA EDUCACIÓN CATÓLICA y CONGREGACIÓN PARA EL CLERO,
Normas básicas de la Formación de los diáconos permanentes. Directorio para el ministerio y la vida de
los diáconos permanentes, Roma 22 febrero de 1998.
5
el acierto de esta restauración implica un diligente proceso de selección, una formación
seria y una atención cuidadosa a los candidatos, así como también un acompañamiento
solícito no sólo de estos ministros sagrados, sino también, en el caso de los diáconos
casados, de su familia, esposa e hijos”25.
3° Admisión al Seminario Diocesano de candidatos provenientes de
otros seminarios o familias religiosas (can. 241 §3)26
Can. 241 § 3:
Cuando se trate de admitir a quienes hayan sido despedidos de otro seminario o de
un instituto religioso, se requiere además un informe del superior respectivo, sobre
todo acerca de la causa de su expulsión o de su salida.
Norma complementaria:
“La Conferencia Episcopal Peruana, en fuerza del especial mandato otorgado por la
Sede Apostólica (cf CIC can. 455 § 2 y la Instrucción de la Congregación para la
Educación Católica del 8 de marzo de 1996, Prot. No 157/96, respecto a la admisión
al seminario diocesano de candidatos provenientes de otros seminarios o de Institutos
de vida consagrada o Sociedades de Vida apostólica, decreta que sean observadas las
normas siguientes:
Art. 1° Para la admisión al Seminario diocesano de candidatos provenientes de otros
Seminarios o de un Instituto de vida consagrada o Sociedad de vida apostólica, se
requiere del informe del superior respectivo, sobre todo acerca de la causa de su libre
y voluntaria salida y/o expulsión (cf. CIC can. 241 § 3; Instr. II, 1).
Art. 2° El Obispo diocesano solicitará, por escrito, el informe detallado y reservado al
respectivo superior del candidato al seminario.
Art. 3° El informe consignará todos los datos personales del candidato: familiares,
sociales, económicas, académicas, espirituales y las causas de su libre y voluntaria
salida.
Art. 4° Cuando la causa de la salida del Seminario o del Instituto de vida consagrada
o Sociedad de vida apostólica no es libre y voluntaria, se consignarán, además de lo
indicado en el art. 3°, detalladamente y con precisión los motivos de la misma.
Art. 5° Cuando sea necesario y con el fin de una mayor objetividad se anexará a la
información los testimonios y certificados que demuestren la obligada salida del
Seminario o Instituto de vida consagrada o Sociedad de vida apostólica.
Art. 6° El informe deberá precisar, según la edad, los aspectos que se anexan a las
presentes normas (cf. OT 6; CIC can. 241 §§ 1 y 2).
Art. 7° Cuando en la toma de decisión, el Obispo diocesano tenga duda, podrá
recurrir a la Comisión Consultiva de la Comisión Episcopal de Seminarios y
Vocaciones.
Art. 8° La Conferencia Episcopal encarga a una Comisión Consultiva, dentro de la
Comisión Episcopal para Seminarios y Vocaciones, para responder las consultas que
presenten los Obispos diocesanos en caso de duda en la admisión de seminaristas.
Art. 9° La Comisión Consultiva estará integrada por lo menos de tres Obispos,
presidida por el Presidente de la Comisión de Seminarios y Vocaciones.
25
JUAN PABLO II, Exhortación Apostólica Postsinodal Iglesia en América, n. 42.
Cf CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, Decreto N° 001-97-CEP de 20 de octubre de 1997, en
Iglesia en el Perú, N° 210-211/1997; Documentos de la Conferencia Episcopal Peruana 1993-2002,
Lima 2002, p. 169.
26
6
Art. 10° La Comisión Consultiva podrá estar asesorada por peritos (Moralista,
Psicólogo, Formador y Espiritual).
Art. 11° El Obispo diocesano que pida consulta, alcanzará la documentación
pertinente a la Consultiva.
Art. 12° A toda consulta, la Comisión responderá por escrito y con la mayor
confidencialidad del caso, suscrita por los miembros de la misma.
Art. 13° Cuando un Obispo tenga conocimiento cierto de que un seminarista o
miembro de un Instituto de vida consagrada o Sociedad de vida apostólica ha sido
expulsado y haya sido admitido en otro Seminario, a pesar del informe, deberá
comunicarlo a la Comisión consultiva.
Art. 14° Los miembros de la Comisión consultiva deberán guardar estricta reserva de
los casos que se estudien y la documentación pertinente se guardará en el Archivo
secreto de la Conferencia Episcopal.
Art. 15° Toda información tienen carácter de estrictamente reservado, para proteger
la fama de la persona, ni se viole el derecho a proteger su intimidad (cf. CIC can.
220)”.
Estas normas fueron promulgadas el 20 de octubre de 1997 27 y entraron en vigor el
primer domingo de Adviento de 1997. La recognitio canónica de la Congregación para
los Obispos fue otorgada el 17 de setiembre de 1997 (Prot. N° 678/96).
Estas normas, según lo señalado en el artículo 6°, poseen un anexo para tener un perfil
del candidato y que tienen que ver con la rectitud de intención, libertad de voluntad,
idoneidad espiritual, idoneidad moral, idoneidad intelectual, conveniente salud física y
psíquica, condiciones familiares y capacidad por cumplir las responsabilidades y
deberes del ministerio.
La carta circular de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los
Sacramentos recomendó que “en el caso de que un candidato haya pertenecido a otra
diócesis, o haya sido religioso, o haya recibido la formación referente a una de las
etapas en varias casas, deben estudiarse las motivaciones de las causas de tal iter
extraordinario. De particular importancia son los casos en que un candidato haya sido
expulsado de una casa de formación, o ‘invitado a retirarse’ de ella; los motivos de tales
decisiones deben ser solicitados bajo reserva y deben ser proporcionados por quienes
tomaron la decisión con la mayor objetividad y evitando ambigüedades y
eufemismos”28.
4° Plan de Formación Sacerdotal (can. 242 § 1)29
Can. 242 § 1:
En cada nación ha de haber un plan de formación sacerdotal, que establecerá la
Conferencia Episcopal, teniendo presentes las normas dadas por la autoridad
suprema de la Iglesia, y que ha de ser aprobado por la Santa Sede; y debe
adaptarse a las nuevas circunstancias, igualmente con la aprobación de la Santa
27
CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, Iglesia en el Perú, N° 210-211 (1997).
CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO Y LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS,
Carta circular sobre los escrutinios acerca de la idoneidad de los candidatos, n. 8, Roma, 10 de
noviembre de 1997.
29
cf CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, Iglesia en el Perú, N° 141, febrero-marzo 1986, p. 2;
Documentos de la Conferencia Episcopal Peruana 1979-1989, Lima 1989, p. 289.
28
7
Sede; en este Plan se establecerán los principios y normas generales, acomodados a
las necesidades pastorales de cada región o provincia.
Norma complementaria:
“La Comisión Episcopal de Seminarios y Vocaciones, con la participación de los
Rectores de los Seminarios, revise y ponga al día, en un plazo no mayor de seis meses,
el plan fundamental de formación sacerdotal ya aprobado por la Conferencia
Episcopal y ratificado por la Santa Sede el 20 de enero de 1978”.
La 80ª. Asamblea Ordinaria de la Conferencia Episcopal aprobó el “Proyecto de
Actualización de las Normas Básicas de la Formación Sacerdotal en el Perú”. La
Congregación para la Educación Católica ratificó con fecha 25 de marzo de 2001 las
“Normas Básicas de la Formación Sacerdotal en el Perú” y también la “Actualización
de la Ratio Studiorum en el Perú”30.
Este documento es un instrumento que “propone, como dice el cardenal Grocholewski,
una visión completa y detallada de los elementos propios de la formación sacerdotal,
tomada en sus dimensiones humana, espiritual, intelectual y pastoral. Siguiendo con
fidelidad los principios señalados por la Exhortación Apostólica Pastores dabo vobis, y
sin que esté ausente una notable experiencia y perspicacia pedagógica, el presente texto
ayudará sin duda eficazmente a hacer de los Seminarios del Perú comunidades
verdaderamente educativas de los ideales de la formación sacerdotal”31.
Si bien es cierto que esas Normas son el resultado de un esfuerzo de Obispos y
sacerdotes responsables de los seminarios y que cuentan con la debida aprobación de la
Congregación para la Educación Católica, valiosos aportes de algunas jurisdicciones no
fueron recogidos en el proyecto que fue remitido para la aprobación de la Santa Sede.
La jerarquía normativa en el campo de la formación sacerdotal es de menos a más: los
reglamentos de los seminarios, la Ratio Institutionis Sacerdotalis (la del Perú), la Ratio
Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis y, finalmente, las normas del derecho común
que tienen que ver con la formación sacerdotal. En la edición de la Ratio peruana se
recoge un buen número de documentos que tienen que ver directa o indirectamente con
la formación sacerdotal y que fueron preparados por diversos dicasterios romanos,
algunos de ellos son complementos de la Ratio Fundamentalis.
5° Horas Litúrgicas que deben rezar los diáconos permanentes (can.
276 § 2, 3°)32
Can. 276 § 2:
Para poder alcanzar esta perfección:
3.º los sacerdotes, y los diáconos que desean recibir el presbiterado, tienen
obligación de celebrar todos los días la liturgia de las horas según sus libros
litúrgicos propios y aprobados; y los diáconos permanentes han de rezar aquella
parte que determine la Conferencia Episcopal.
El 4 de abril de 1986 la Congregación para la Educación Católica concedió “para un sexenio” la
aprobación de la “Ordenación para la Formación Sacerdotal del Perú”. Las Normas Básicas aprobadas el
25 de marzo de 2001 por la Congregación para la Educación Católica entraron en vigor en el Perú a partir
del 28 de mayo de 2001, a través del Decreto N° 001-2001-CEP
31
CONGREGACIÓN PARA LA EDUCACIÓN CATÓLICA, Prot. 429/2000, Roma, 25 de marzo de
2001.
32
cf CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, Iglesia en el Perú, N° 141, febrero-marzo 1986, p. 3;
Documentos de la Conferencia Episcopal Peruana 1979-1989, Lima 1989, p. 290.
30
8
En agosto de 1983 la Conferencia Episcopal determinó qué partes de la liturgia de las
horas debían rezar los diáconos permanentes:
1. “Los diáconos permanentes en el Perú deberán recitar Laudes y Vísperas en el
libro “Liturgia de las Horas según el rito Romano;
2. Cuando ello no les sea posible, deberán recitar a lo menos una de las dos
Horas;
3. Si no pueden tener la ‘Liturgia de las Horas según el rito Romano’ cumplirán su
obligación recitándolas con el libro ‘Oración para el Pueblo de Dios’ (libro
verde);
4. Recomendarles que dediquen, diariamente, algún tiempo a la lectura meditada
de la Sagrada Escritura”33.
En enero de 1986 la norma quedó establecida con la siguiente redacción:
“Los diáconos permanentes deberán recitar Laudes y Vísperas según los libros
debidamente aprobados por la Conferencia Episcopal Peruana, pudiendo sustituir
una de dichas horas por el Oficio de Lectura”.
La obligación se limita al rezo de Laudes y Vísperas.
En el documento de la Congregación para el Clero sobre la obligatoriedad de la
recitación de Liturgia de las Horas se menciona que la celebración íntegra y cotidiana de
la Liturgia de las Horas es para los sacerdotes y diáconos en camino al presbiterado, y
que constituye parte substancial de su ministerio eclesiástico34.
6° Sobre el traje eclesiástico (can. 284)35
Can. 284:
Los clérigos han de vestir un traje eclesiástico digno, según las normas dadas por
la Conferencia Episcopal y las costumbres legítimas del lugar.
Norma complementaria:
“Usen habitualmente los clérigos traje eclesiástico digno y sencillo; por dicho traje se
entiende la sotana y el clergyman. A criterios del Obispo diocesano y, de acuerdo a
costumbres legítimas o circunstancias especiales, puede usarse un traje sencillo con
un distintivo visible que demuestre la identidad sacerdotal”.
Al comienzo de su Pontificado el Papa Juan Pablo II señaló que el traje eclesiástico es
signo y testimonio en medio del mundo de la propia consagración, al mismo tiempo que
manifiesta la condición de ministro de la comunidad cristiana36. La Iglesia siempre ha
establecido normas para que los clérigos vayan dignamente vestidos37.
El Directorio para el ministerio y la vida de los presbíteros hace referencia que el
presbítero debe ser reconocido también por el modo de vestir y determinó con mucho
33
CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, Decreto N° 1 de 26 de agosto de 1983 (Documentos de la
Conferencia Episcopal Peruana 1979-1989, Lima 1989, pp. 153-154).
34
CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Respuestas acerca de la Obligatoriedad de la recitación de la
Liturgia de las Horas, Ciudad del Vaticano, 15 de noviembre de 2000.
35
cf CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, Iglesia en el Perú, N° 141, febrero-marzo 1986, p. 3;
Documentos de la Conferencia Episcopal Peruana 1979-1989, Lima 1989, p. 290.
36
Cf JUAN PABLO II, Carta al Cardenal Vicario para la Diócesis de Roma de 8.IX.1982.
37
Un Decreto del Arzobispo de Lima, de 21 de setiembre de 1964, autorizaba el uso del clergyman a los
miembros del clero y a los religiosos, y también a los clérigos transeúntes. Este vestido tenía que ser de
color negro y acompañado del cuello romano. En esta misma disposición se señala en qué casos era
obligatorio el uso de la sotana.
9
detalle cómo se debe entender los alcances de la obligación del traje eclesiástico: “El
traje, cuando distinto del talar debe ser diverso de la manera de vestir de los laicos y
conforme a la dignidad y sacralizad de su ministerio. La forma y el color deben ser
establecidos por la Conferencia Episcopal, siempre en armonía con las disposiciones de
derecho universal. Por su incoherencia con el espíritu de tal disciplina, las praxis
contrarias no se pueden considerar legítimas costumbres y deben ser removidas por la
autoridad competente. Exceptuando las situaciones del todo excepcionales, el no usar el
traje eclesiástico por parte del clérigo puede manifestar un escaso sentido de la propia
identidad de pastor, enteramente dedicado al servicio de la Iglesia”38.
En el Arzobispado de Lima, a través de la Circular de julio de 2001, se recordó “que en
la Arquidiócesis de Lima el uso del traje clerical (sotana y/o camisa con cuello clerical)
no sólo es de uso obligatorio cuando se ejerce el ministerio sacerdotal sino que se debe
ser de uso habitual, especialmente en presentaciones o eventos públicos”39.
Por distintivo externo no debería entenderse una pequeña cruz prendida a la camisa o al
terno, o una cruz llevada al cuello, puesto que determinadas personas ajenas al estado
clerical visten también de esta forma. Una manifestación externa clara de la identidad
sacerdotal lleva en distintas circunstancias a que personas puedan acudir con más
facilidad al sacerdote en busca de la ayuda sacramental y de orientación.
En vista de que algunos religiosos no visten adecuadamente, incluso en presentaciones
públicas, debería llevar a la Conferencia Episcopal a un entendimiento con los
Superiores Mayores para que los religiosos usen el hábito tradicional o el nuevo
establecido en sus constituciones reformadas de acuerdo al derecho común de la Iglesia
señalado en el c. 284.
7° Normas básicas para los Estatutos de los Consejos Presbiterales
(can. 496)40
Can. 496:
El consejo presbiteral debe tener sus propios estatutos, aprobados por el Obispo
diocesano, teniendo en cuenta las normas que haya dado la Conferencia Episcopal.
La aprobación de enero de 1986 estableció las normas sobre los Estatutos de los
Consejos Presbiterales en los siguientes términos:
1) “En los Estatutos diocesanos se podrán establecer otros criterios de
representación, además de los establecidos en el c. 499, según las
peculiaridades de la diócesis.
2) Siempre habrán de figurar como miembros natos (c. 497, 2°):
o El Obispo Coadjutor y Obispos Auxiliares.
o El Vicario(s) General(es)
o El Vicario Judicial
o El Rector del Seminario.
38
CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio para el ministerio y la vida de los presbíteros,
Ciudad del Vaticano 1994, n. 66. Cf CONSEJO PONTIFICIO PARA LA INTERPRETACIÓN DE LOS
TEXTOS LEGISLATIVOS, Aclaraciones sobre el valor vinculante del art. 66 del Directorio para el
ministerio y la vida de los presbíteros, Roma, 22 de octubre de 1994.
39
ARQUIDIÓCESIS DE LIMA. Oficina de Pastoral, Circulares, mensajes y documentos Año 2001, p.
66.
40
cf CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, Iglesia en el Perú, N° 141, febrero-marzo 1986, p. 3;
Documentos de la Conferencia Episcopal Peruana 1979-1989, Lima 1989, p. 290.
10
En los Estatutos diocesanos podrán señalarse otros miembros natos.
3) La mitad aproximadamente de los sacerdotes que conforman el Consejo
Presbiteral serán elegidos libremente por los mismos sacerdotes de acuerdo a
derecho.
4) El derecho de elección tanto activo como pasivo se regirá por el c. 498.
5) Tanto en la constitución del Consejo como en su funcionamiento nadie tenga
más de un voto aun cuando actué por diversos títulos.
6) Los Estatutos diocesanos determinarán la forma de elección.
7) En los Estatutos debe establecerse el modo de convocar a Consejo, cómo y
con qué antelación se ha de comunicar la agenda. La publicación y
divulgación de lo tratado y acordado en el Consejo es competencia exclusiva
del obispo diocesano (c. 500).
8) Los miembros designados ‘ratione muneris’, dejan de serlo automáticamente
al cesar en sus funciones.
Los nombrados por designación del Obispo o elegidos por el Presbiterio,
duran tres años en su cargo, pudiendo ser reelegidos o confirmados por otros
períodos según lo establecido en los Estatutos de cada diócesis, con tal que al
menos parte del Consejo sea renovado (c. 501 § 1).
9) La cesación en el cargo puede producirse también por renuncia del interesado
o por resolución del Obispo diocesano, a causa de la inasistencia, incapacidad
u otra causa justa, oído el Consejo”.
Estas normas complementarias han sido la base o marco normativo de los estatutos de
los consejos presbiterales. Según lo dispuesto en el c. 95 esos estatutos tienen que
completarse con los oportunos reglamentos, que han de contemplar los procedimientos
de reunión y desarrollo de las sesiones.
8° Colegio de Consultores y Cabildo Catedralicio (can. 502 §3)41
Can. 502 § 3:
La Conferencia Episcopal puede establecer que las funciones del colegio de
consultores se encomienden al cabildo catedralicio.
Norma complementaria:
“La Conferencia Episcopal Peruana determina que las funciones del Colegio de
Consultores no se encomienden al Cabildo Catedralicio”.
En agosto de 1993 se decretó las siguientes normas:
“1° En las diócesis en que ya funcione el Consejo Presbiteral, su Obispo puede nombrar
el Consejo de Consultores por un período que expirará el 31 de marzo de 1984.
2° En las diócesis que todavía no funciona el Consejo Presbiteral pueden
‘encomendar’ las funciones del Consejo Consultores al Cabildo Catedralicio hasta el 31
de marzo de 1984.
3° Para los Vicariatos o Prefecturas Apostólicas, a tenor del § 4 del canon 502, las
funciones del Consejo de Consultores competen al Consejo de la Misión”42.
41
cf CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, Iglesia en el Perú, N° 141, febrero-marzo 1986, p. 3;
Documentos de la Conferencia Episcopal Peruana 1979-1989, Lima 1989, p. 291.
42
cf CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, Decreto N° 2 de 26 de agosto de 1983 (Documentos de
la Conferencia Episcopal Peruana 1979-1989, Lima 1989, p. 154).
11
9° Nombramiento de párrocos “ad tempus” (can. 522)43
Can. 522:
Debe el párroco tener estabilidad, y por tanto debe ser nombrado por tiempo
indefinido; sólo puede ser nombrado por el Obispo diocesano para un tiempo
determinado, si este modo de proceder ha sido admitido mediante decreto por la
Conferencia Episcopal.
En agosto de 1983 los Obispos legislaban de la siguiente manera:
“Los Obispos diocesanos en el Perú tienen la facultad para nombrar al Párroco para
un tiempo determinado”44.
Posteriormente la norma complementaria quedó fijada de la siguiente manera:
“Teniendo como norma fundamental la estabilidad del párroco y su nombramiento
para un tiempo indefinido, la CEP decreta que el Obispo diocesano, por razones
pastorales o por otras causa justas, podrá hacer el nombramiento de un párroco por
un tiempo determinado siempre que éste no sea inferior a seis años”.
Los Obispos peruanos al legislar sobre este tema plantearon diversas soluciones:
algunos pedían el nombramiento de tres años como máximo, otros seis. Al final quedó
en los términos arriba expresados.
El canon 522 trata de seguir en la línea de asegurar la estabilidad del párroco en su
oficio eclesiástico, señalando que su nombramiento sea por tiempo indefinido. Con ello
se trata de hacer un mejor servicio pastoral, evitando los frecuentes cambios que pueden
perjudicar o afectar tanto al ánimo del sacerdote como al ánimo de los fieles y, en
general, al trabajo pastoral en la parroquia.
Pero el mismo canon establece la posibilidad del nombramiento de párroco por el
tiempo determinado no inferior a los seis años. Si se tiene en cuenta este tiempo de seis
años, se ve que el legislador ha querido conjugar la estabilidad del párroco con la
libertad del Obispo y el bien de la pastoral diocesana en el tema de los nombramientos
de párrocos. El canon y el decreto de referencia de la CEP hablan de facultad del
Obispo diocesano, es decir, el nombramiento de párroco para un tiempo determinado,
no menor de seis años, queda a su discreción pastoral; no le obliga a nombrar párrocos
para un tiempo determinado45.
Puede ocurrir que, en una jurisdicción eclesiástica, se haya señalado como derecho
particular el nombramiento de párrocos para un tiempo determinado no inferior a seis
años. En este caso, siempre que se pueda, habrá que respetar esa norma. Pero no
siempre se podrá tener en cuenta dicha regla por la escasez de sacerdotes, la urgente
necesidad pastoral, determinadas circunstancias personales o de la parroquia, etc.
Tratándose de una norma de derecho particular, el obispo está facultado para cambiarla
o suspenderla en un caso determinado.
Por otra parte, no puede hablarse de un derecho adquirido por parte del párroco que fue
nombrado para un tiempo determinado no inferior a seis años. El Decreto Christus
Dominus lo confirma al pedir que se simplifique lo referente al nombramiento y a la
remoción de los párrocos, teniendo en cuenta que toda la razón del cargo parroquial es
43
cf CONGREGACIÓN PARA LOS OBISPOS, Decreto de 16 de mayo de 1986 (Prot. 961/83).
CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, Decreto N° 3 de 26 de agosto de 1983 (Documentos de la
Conferencia Episcopal Peruana 1979-1989, Lima 1989, p. 154). Esta norma fue observada por la
Congregación del Clero: “Il decreto sia riformato in modo tale che la stabilità dei parroci venga
determinata aperamente come la norma fondamentale” (Prot. 176679/I de 19 de octubre de 1985).
45
cf MARZOA RODRÍGUEZ, Ángel, El concepto de parroquia y el nombramiento de párroco
(Cuestiones en torno a los cc. 515 y 522), en Ius Canonicum, XXIX, 58, 1989, 449-465.
44
12
el bien de las almas. El Obispo permanece libre en este nombramiento, respetando en
verdad la equidad natural y canónica, para el mayor bien de las almas.
10° Sobre los libros parroquiales (can. 535§ 1)46
Can. 535 § 1:
En cada parroquia se han de llevar los libros parroquiales, es decir de bautizados,
de matrimonios y de difuntos, y aquellos otros prescritos por la Conferencia
Episcopal o por el Obispo diocesano; cuide el párroco de que esos libros se anoten
con exactitud y se guarden diligentemente.
Norma complementaria:
“Cada Obispo diocesano ordene al respecto de acuerdo a las necesidades de su propia
diócesis”.
Existe la obligación de anotar con exactitud y llevar con diligencia los libros
parroquiales. El derecho común manda que debe haber en cada parroquia los libros de:
bautismos (c. 877), matrimonios (cc. 1081, 1082, 1121, 1122, 1123, 1133, 1685, 1706)
y difuntos (c. 1182).
Otros recomendados en el derecho y que pueden considerarse obligatorios son: libro
parroquial o diocesano de Confirmación (c. 895), libro de misas y estipendios (c. 955,
958 § 1), entradas y salidas de la administración económica (c. 1284 § 2, 7°),
fundaciones pías (c. 1307 § 1), catecúmenos (c. 788 § 1) y libros de cargas y limosnas
(novenarios, predicaciones, obras de apostolado, caridad, etc.) (c. 1307 § 2).
11° Sostenimiento de los párrocos jubilados (can. 538 §3)47
Can. 538 § 1:
Al párroco, una vez cumplidos los setenta y cinco años de edad, se le ruega que
presente la renuncia al Obispo diocesano, el cual, ponderando todas las
circunstancias de la persona y del lugar, decidirá si debe aceptarla o diferirla; el
Obispo diocesano ha de proveer a la conveniente sustentación y vivienda de quien
renuncie, teniendo en cuenta las normas establecidas por la Conferencia Episcopal.
Norma complementaria:
“Cada diócesis, estudiada la situación particular de cada Párroco jubilado, atendrá
su conveniente sustentación y vivienda, procurando para ello un fondo destinado a
este fin”.
Algunas conferencias episcopales se refieren a la sustentación de los sacerdotes
jubilados y existen estudios que se refieren a la jubilación del clero diocesano 48. La
Solidaridad Sacerdotal Santa Rosa viene a cumplir, a partir de los 66 años, con el pago
de una pensión a los sacerdotes inscritos y que han aportado la correspondiente cuota
anual.
46
cf CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, Iglesia en el Perú, N° 141, febrero-marzo 1986, p. 3;
Documentos de la Conferencia Episcopal Peruana 1979-1989, Lima 1989, p. 291.
47
cf CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, Iglesia en el Perú, N° 141, febrero-marzo 1986, p. 3;
Documentos de la Conferencia Episcopal Peruana 1979-1989, Lima 1989, p. 291.
48
cf VIDAL GALLARDO, Mercedes, Jubilación del clero diocesano y titularidad de oficios
eclesiásticos, en Ius Canonicum XXXVI, 71, 1996, pp. 239-257.
13
12° Normas sobre el ecumenismo (can. 755 § 2)49
Can. 755 § 2:
Compete asimismo a los Obispos y, conforme a la norma del derecho, a las
Conferencias Episcopales, promover la misma unidad y, según la necesidad o
conveniencia del momento, establecer normas prácticas, teniendo en cuenta las
prescripciones dictadas por la autoridad suprema de la Iglesia.
Norma complementaria:
“Se encarga a la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe, que elabore las
normas prácticas en orden a fomentar y dirigir un auténtico ecumenismo. Dichas
normas serán presentadas para su aprobación a la próxima Asamblea de la
Conferencia Episcopal Peruana”.
En 1988 la Conferencia Episcopal Peruana estableció una serie de Normas Pastorales
para la relación ecuménica, principalmente respecto a las iglesias históricas (Ortodoxa,
Anglicana, Luterana, etc.):
“En el Perú el fomento de la actividad ecuménica está encomendada a la Comisión
Episcopal para la Doctrina de la Fe, que podrá llamar a las personas que juzgue
oportuno para apoyar esta actividad. En cada jurisdicción Eclesiástica el Obispo, según
lo indica el Directorio, ha de procurar en cuanto sea posible,. Designar un sacerdote o
agente pastoral cualificado como delegado suyo o establecer un secretariado que se
dedique a la pastoral ecuménica. Esta delegación mantendrá comunicación y
correspondencia con la Sección de Ecumenismo de la Comisión Episcopal y aplicará las
orientaciones y normas del Prelado”50.
Respecto a la Educación las Normas pastorales del Conferencia Episcopal recuerdan:
“En todos los Centros de Educación Religiosa se tendrá cuidado de enseñar los
contenidos doctrinales con espíritu abierto y en perspectiva ecuménica. Además en los
Seminarios y Centros de Formación Teológica habrá un Tratado específico de
Ecumenismo, de acuerdo a las indicaciones de la Segunda Parte del Directorio”51.
En las mencionadas Normas Pastorales de 1988 también se dan las indicaciones sobre la
comunicación en las funciones sagradas52.
El 25 de marzo de 1993 el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los
Cristianos, en el Prefacio del Directorio para la aplicación de los principios y normas
sobre el ecumenismo, recordaba que “uno de los principales objetivos del Concilio
Vaticano II fue la búsqueda de la unidad de los cristianos”.
En 1967 y 1970 se publicó el Directorio Ecuménico, pedido durante el Concilio, que
prestó valiosos servicios orientando, coordinando y desarrollando el esfuerzo
ecuménico.
Además del Directorio Ecuménico posteriormente se publicaron muchos otros
documentos relativos al ecumenismo53.
49
cf CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, Iglesia en el Perú, N° 141, febrero-marzo 1986, p. 3;
Documentos de la Conferencia Episcopal Peruana 1979-1989, Lima 1989, p. 291.
50
CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, Iglesia en el Perú, N° 157, junio-julio, p. 19.
51
Idem. p. 20.
52
cf Idem pp. 20-21.
53
Motu Proprio Matrimonia Mixta, AAS 1970, 257-263; las Reflexiones y sugerencias acerca del diálogo
ecuménico, SPUC, Servicio de Información (SI), 12, 1970, pp. 3-11; la Instrucción sobre la admisión de
otros cristianos a la comunión eucarística en la Iglesia católica, AAS, 1972, 518-525; la Nota sobre ciertas
interpretaciones de la Instrucción sobre los casos de admisión de otros cristianos a la comunión
14
La promulgación del nuevo Código de Derecho Canónico para la Iglesia latina (1983) y
la del Código de Cánones de las Iglesias Orientales (1990), crearon una situación
disciplinar parcialmente nueva para los fieles de la Iglesia católica en materia
ecuménica. Igualmente la publicación del Catecismo de la Iglesia católica (1992)
asumió la dimensión ecuménica en la enseñanza básica de todos los fieles de la Iglesia.
A partir del Concilio se intensificaron las relaciones fraternales con las Iglesias y
Comunidades eclesiales que no están en plena comunión con la Iglesia católica; se han
puesto en marcha y multiplicado los diálogos teológicos.
Los destinatarios del Directorio de Ecumenismo son los Pastores de la Iglesia católica;
pero también interesa a todos los fieles llamados a orar y trabajar por la unidad de los
cristianos bajo la dirección de sus Obispos. Son éstos, individualmente para sus
Diócesis o colegialmente para toda la Iglesia, bajo la autoridad de la Santa Sede, los
responsables de la línea de acción y de la práctica en materia de ecumenismo.
El Directorio de Ecumenismo tiene como objetivo ser un instrumento al servicio de toda
la Iglesia, y en especial de quienes están directamente comprometidos en una actividad
ecuménica en la Iglesia católica.
El Plan del Directorio de Ecumenismo es el que sigue:
I. La búsqueda de la unidad de los cristianos
El compromiso ecuménico de la Iglesia católica fundamentado en los principios
doctrinales enunciados por el Concilio Vaticano II.
II. La organización en la Iglesia católica del servicio de la unidad de los cristianos
Las personas y categorías destinadas a promover el ecumenismo a todos los niveles, y
normas que regulan su actividad.
III. La formación para el ecumenismo en la Iglesia católica
Categorías de personas a formar; fin, marco y métodos de la formación en sus aspectos
doctrinales y prácticos.
IV. La comunión de vida y de actividad espiritual entre los bautizados
Comunión existente con los otros cristianos basada en el vínculo sacramental del
Bautismo, y normas para compartir la oración y otras actividades espirituales, incluidos,
en casos particulares, los bienes sacramentales.
V. La colaboración ecuménica, el diálogo y testimonio común
Principios, diferentes formas y normas de cooperación entre cristianos para el diálogo y
el testimonio común en el mundo.
13° Normas para los laicos que son admitidos a la predicación en
Iglesias y Oratorios (can. 766)54
Can. 766:
eucarística en la Iglesia católica, AAS 1973, 616-619; el documento sobre la Colaboración ecuménica a
nivel regional, a nivel nacional y a nivel local, SPUC SI, 1975, pp. 8-34; la Exhortación apostólica
Evangelii nuntiandi (EN) de 1975; la Constitución apostólica Sapientia christiana (SC) sobre las
universidades y facultades eclesiásticas (1979); la Exhortación apostólica Catechesi tradendae (CT) de
1979, y la Relatio Finalis del Sínodo extraordinario de los Obispos en 1985; la Encíclica Ut unum sint,
Sobre el Ecumenismo,de 25.5.1995.
54
cf CONGREGACIÓN PARA LOS OBISPOS, Decreto de 16 de mayo de 1986 (Prot. 961/83). Esta
norma fue observada por la Congregación del Clero: “Il decreto dell’Episcopato è incompleto. La
Conferenza Episcopale dovrà determinare qual’è la necessità e l’utilità locale nell’impegno dei laici in
questo ministaero, e, se questa necessità esiste, qual’è il modo di impiergarle a questo scopo. Salvo c. 767
paragrafo 1” (Prot. 176679/I de 19 de octubre de 1985).
15
Los laicos pueden ser admitidos a predicar en una iglesia u oratorio, si en
determinadas circunstancias hay necesidad de ello, o si, en casos particulares, lo
aconseja la utilidad, según las prescripciones de la Conferencia Episcopal y sin
perjuicio del can. 767, § 1.
Norma complementaria:
“Los laicos pueden ser admitidos a predicar en una Iglesia y Oratorio en los
siguientes casos que se consideran de necesidad:
a) cuando la predicación es necesaria para la atención pastoral para una
comunidad de fieles y no esté presente un sacerdote o un diácono;
b) que no esté presente un sacerdote o un diácono y la predicación sea
parte un celebración litúrgica o paraliturgia;
c) que se trate de predicaciones previamente aprobadas por el Obispo.
Se consideran razones de utilidad para que el laico sea admitido a la predicación las
razones, culturales, lingüísticas y ambientales.
Para que un laico pueda ser admitido a predicar en una Iglesia u Oratorio deberá
tener al menos 18 años de edad, estar convenientemente preparado, ser de rectitud
moral y vida cristiana conocidas y tener la correspondiente autorización eclesial”.
“El C.I.C., can. 766, establece las condiciones por las cuales la competente Autoridad
puede admitir los fieles no ordenados a predicar in ecclesia vel oratorio. La misma
expresión utilizada, admitti possunt, resalta, como en ningún caso, se trata de un
derecho propio como aquel específico de los Obispos o de una facultad como aquella de
los presbíteros o diáconos.
Las condiciones a las que se debe someter tal admisión –‘si en determinadas
circunstancias se necesita de ello’, ‘si en casos particulares lo aconseja la utilidad’–
evidencia la excepcionalidad del hecho. El can. 766, además, precisa que se debe
siempre obrar iuxta Episcoporum confentiae praescripta. En esta última claúsula el
canon citado establece la fuente primaria para discernir rectamente en relación a la
necesidad o utilidad, en los casos concretos, ya que en las mencionadas prescripciones
de la Conferencia Episcopal, que necesitan de la ‘recognitio’ de la Sede Apostólica, se
deben señalar los oportunos criterios que puedan ayudar al Obispo diocesano en el
tomar las apropiadas decisiones pastorales, que le son propias por la naturaleza misma
del oficio episcopal”55.
El mismo documento señala que la predicación de los laicos se concede en calidad de
suplencia, y que no debe entenderse como un hecho ordinario, ni puede ser entendida
como una promoción del laicado.
Conviene recordar que la predicación de la homilía durante la celebración de la Santa
Misa, de acuerdo con el c. 767 § 1, está reservada siempre al ministro ordenado,
sacerdote o diácono.
La Instrucción Ecclesiae de misterio deja bien claro que los fieles no ordenados, aunque
desarrollen la función llamada “asistentes pastorales” o catequistas, están excluidos de
predicar la homilía durante la celebración de la Eucaristía. En este documento se ponen
la razones de dicha exclusión: “No se trata, en efecto, de una eventual mayor capacidad
55
CONGREGACIÓN PARA EL CLERO Y OTROS, Instrucción sobre algunas cuestiones acerca de la
colaboración de los fieles laicos en el sagrado ministerio de los sacerdotes, Ciudad del Vaticano 1997,
Artículo 2; cf José A. FUENTES, Regulación canónica de las celebraciones dominicales en ausencia de
presbítero, en Ius Canonicum, XXIX, 58, 1989, pp. 559-574; RINCÓN-PÉREZ, Tomás, La participación
de los fieles laicos en la función santificadora de la Iglesia (Reflexiones canónicas a la luz de la Ex. Ap.
“Christifideles laici”), en Ius Canonicum, XXIX, 58, 1989, pp 617-662; LE TOURNEAU, Dominique,
La prédication des laïcs dans la legislation universelle et dans la legislation complementaire des
conferences de Évêques (c. 766), en Fidelium Iura, 4, 1994, pp. 163-204.
16
expositiva o preparación teológica, sino de una función reservada a aquel que es
consagrado con el Sacramento del Orden, por lo que ni siquiera el Obispo diocesano
puede dispensar de la norma del canon, dado que no se trata de una ley meramente
disciplinar, sino de una ley que toda las funciones de enseñanza y santificación
estrechamente unidas entre sí”56.
En el mismo documento se señala que “no se puede admitir, por tanto, la praxis, en
ocasiones asumida, por la cual se confía la predicación homilética a seminaristas
estudiantes de teología, aún no ordenados. La homilía no puede, en efecto, considerarse
como una práctica para el futuro ministerio”57.
La Pontificia Comisión para la interpretación auténtica del Código de Derecho
Canónico a la siguiente consulta: “Si el Obispo diocesano puede dispensar de la
prescripción del can. 767 § 1, en el que se reserva la homilía al sacerdote o al
diácono” 58 . La respuesta fue negativa. Esta disposición sale al paso de los abusos
cometidos, con relativa frecuencia, en algunos lugares.
14° Estatutos jurídico de los catecúmenos (can. 788 § 3)59
Can. 788 § 3:
Corresponde a las Conferencias Episcopales publicar unos estatutos por los que se
regule el catecumenado, determinando qué obligaciones deben cumplir los
catecúmenos y qué prerrogativas se les reconocen.
Norma complementaria:
“El área de evangelización prepare y presente al Consejo Permanente de la
Conferencia Episcopal Peruana, en un plazo no superior a los seis meses, los
Estatutos para la estructuración del catecumenado”.
15° Programas de Formación y Educación religiosa (can. 804 § 1)60
Can. 804 § 1:
Depende de la autoridad de la Iglesia la enseñanza y educación religiosa católica
que se imparte en cualesquiera escuelas o se lleva a cabo en los diversos medios de
comunicación social; corresponde a la Conferencia Episcopal dar normas
generales sobre esta actividad, y compete al Obispo diocesano organizarla y ejercer
vigilancia sobre la misma.
Norma complementaria:
“Las Comisiones Episcopales de Educación y Catequesis elaborarán las normas
generales, según las cuales ha de impartirse la formación y educación religiosa
católica en los Centros y Programas educativos o a través de los diversos medios de
Comunicación social, teniendo en cuenta el documento de la 53ª. Asamblea Episcopal
56
CONGREGACIÓN PARA EL CLERO Y OTROS, Instrucción sobre algunas cuestiones acerca de la
colaboración de los fieles laicos en el sagrado ministerio de los sacerdotes, Ciudad del Vaticano 1997,
Artículo 3.
57
Idem.
58
Respuesta de 20 de junio de 1987, AAS 79 (1987) 1249.
59
cf CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, Iglesia en el Perú, N° 141, febrero-marzo 1986, p. 3;
Documentos de la Conferencia Episcopal Peruana 1979-1989, Lima 1989, p. 292.
60
cf CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, Iglesia en el Perú, N° 141, febrero-marzo 1986, p. 4;
Documentos de la Conferencia Episcopal Peruana 1979-1989, Lima 1989, p. 292.
17
Peruana de 1982 sobre ‘Formación Integral de la Fe dentro del contexto cultural y
educativo peruano’. Este trabajo será realizado en un plazo no mayor de seis meses y
entregado al Consejo Permanente para su aprobación”.
El documento mencionado en la norma complementaria señala claramente “los
principios, formas y modos de apostolado educativo, adaptados a las circunstancias y
necesidades del País, pues, corresponde a la Iglesia, también, una parte en el desarrollo
y la extensión de la educación”61.
Conviene recordar que la Ley General de Educación de mayo de 1982 señala: “La
educación religiosa se imparte como elemento formativo de la personalidad del
educando a lo largo de todo el proceso educativo, sin violar la libertad del educando y
los educadores. La educación religiosa es determinada libremente por los padres de
familia o por los educandos que sean mayores de edad”62.
La Carta Magna de 1979 literalmente mencionaba en el Art. 22°: “La educación
religiosa se imparte sin violar la libertad de conciencia. Es determinada libremente por
los padres de familia”. La de 1993 con términos parecidos sanciona en el Art. 14° que:
“La educación religiosa se imparte con respeto a la libertad de las conciencias”. La
Constitución peruana y otras normas de rango menor siempre han asegurado la
enseñanza religiosa63.
El Art. 19° del Acuerdo celebrado entre la Santa Sede y la República del Perú, el cual se
rige por las normas de Derecho Internacional Público, hace referencia que en “los
centros educacionales públicos, en los que continuará impartiéndose, como materia
ordinaria, la enseñanza religiosa”. Por esta razón en el Art. 16° de la actual Ley General
de Educación explícitamente se dice: “El Estado colabora con la educación católica de
conformidad con el Acuerdo vigente con la Santa Sede”. Este artículo concluye
afirmando que “las diversas confesiones coordinan su acción educativa con el
Ministerio de Educación”.
Desde 1988, en diferentes documentos, los Obispos peruanos han advertido que tras la
crisis moral se encontraba una crisis religiosa y que, por lo tanto, la conversión ética
tiene que basarse sobre una conversión religiosa. En el mensaje de junio de 1992 decían
que la crisis moral “no se limita a algunas personas o instituciones, sino que toca a todo
el cuerpo social, y que muestra cuán profundamente nos hemos alejado de lo que la
Palabra de Dios nos dice sobre el hombre, sobre el sentido de su vida y sobre la
sociedad”.
16° Institutos superiores de ciencias religiosas (can. 821)64
Can. 821:
Provean la Conferencia Episcopal y el Obispo diocesano que, en lo posible, se creen
institutos superiores de ciencias religiosas en los cuales se enseñen las disciplinas
teológicas y aquellas otras que pertenecen a la cultura cristiana.
Los Ordenamientos para las Universidades católicas e institutos católicos de estudios
superiores en el Perú65 cumplen ampliamente lo señalado en el c. 821.
61
LIII ASAMBLEA EPISCOPAL PERUANA, Formación integral de la fe dentro del contexto cultural
y educativo peruano, Lima 1982, p.3.
62
Nueva Ley General de Educación, Ley N° 23384, Art. N° 16.
63
Cf Reglamento de Educación Primaria, Decreto Supremo N° 03-83-ED, Arts. 5d y 36; Reglamento de
Educación Secundaria, Decreto Supremo N° 04-83-ED, Art. 6.
64
cf CONGREGACIÓN PARA LOS OBISPOS, Decreto de 5 de enero de 2000 (Prot. 721/94).
18
La Conferencia Episcopal Peruana a través del Decreto de 4 de julio de 1988 reconoció
a la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima la capacidad de otorgar los títulos
de: Diplomado en Filosofía, Profesional en Disciplinas Teológicas y Profesor de
Religión con título pedagógico. En el mismo Decreto se señalan los requisitos para
obtener los títulos antes mencionados.
17° Ritual para el Bautismo de Adultos (can. 851 1°)66
Can. 851:
Se ha de preparar convenientemente la celebración del bautismo; por tanto:
1.º el adulto que desee recibir el bautismo ha de ser admitido al catecumenado y,
en la medida de lo posible, ser llevado por pasos sucesivos a la iniciación
sacramental, según el ritual de iniciación adaptado por la Conferencia Episcopal y
atendiendo a las normas peculiares dictadas por la misma.
Norma complementaria:
“La Comisión Episcopal de Liturgia prepare el ritual para la administración del
Bautismo para adultos y en un plazo no mayor de seis meses lo presentará a la
Conferencia Episcopal Peruana para su aprobación”.
Actualmente se encuentra vigente en el Perú el Ritual de la Iniciación Cristiana de
Adultos67, versión que fue aprobada por la Conferencia Episcopal Peruana en la 71ª.
Asamblea Plenaria celebrada en Lima del 19 al 28 de enero de 199468.
En muchos casos no se observa debidamente las disposiciones contenidas en este Ritual,
esto se debe a que su aplicación supone estudiarlo, conocerlo y dedicar el tiempo
necesario para instruir a los adultos que desean recibir el bautismo, la confirmación y la
eucaristía.
Corresponde a los Obispos despertar el interés para que sus sacerdotes cumplan con
observar las normas de este Ritual.
18° Modos de la administración del Bautismo (c. 854)69
Can. 854
El bautismo se ha de administrar por inmersión o por infusión, de acuerdo con las
normas de la Conferencia Episcopal.
65
La CONGREGACIÓN PARA LOS OBISPOS a través del Decreto de 5 de enero de 2000 (Prot.
721/94) aprobó las normas emanadas por la Conferencia Episcopal Peruana (Estos Ordenamientos se
encuentran en los anexos).
66
cf CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, Iglesia en el Perú, N° 141, febrero-marzo 1986, p. 4;
Documentos de la Conferencia Episcopal Peruana 1979-1989, Lima 1989, p. 292; Documentos de la
Conferencia Episcopal Peruana 1993-2002, Lima 2003, p. 73.
67
Después de varios años de la aparición de la “editio typica” latina del Ritual para el Bautismo de
Adultos, la Conferencia Episcopal Peruana aprobó a través del Decreto de 14 de julio de 1994 (Prot.
002/1/D/94), esta edición propia para todas las diócesis lo fue a partir del día 27 de noviembre de 1994,
primer domingo de adviento.
68
Esta decisión fue reconocida por la Congregación para el Culto Divino y para la Disciplina de los
Sacramentos, por Decreto del 4 de julio de 1994 (Prot. 1104/94/L).
69
cf CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, Iglesia en el Perú, N° 141, febrero-marzo 1986, p. 4;
Documentos de la Conferencia Episcopal Peruana 1979-1989, Lima 1989, p. 292.
19
En agosto de 1983 fue aprobada esta redacción:
1. “El modo ordinario de la administración del Bautismo en el Perú será por
infusión;
2. La administración del Bautismo por ‘inmersión’ se hará a juicio del Ordinario
del lugar”70.
En enero de 1986 la Conferencia Episcopal aprobó la siguiente redacción:
“El modo ordinario de la administración del Bautismo será la ‘infusión’. Los
Ordinarios del lugar podrán permitir el modo de la ‘inmersión’.
La Conferencia Episcopal Peruana, en su Decreto de 1986, mandó seguir la costumbre
del Bautismo por infusión, como se recoge en el ritual correspondiente aprobado por la
misma Conferencia.
La ablución corporal, a lo largo de la historia de la Iglesia, se ha realizado de tres
maneras: por inmersión, infusión o aspersión. La primera ha caído en desuso, a pesar
que fue la más utilizada durante los siglos I al XIII. El canon se refiere a ella y también
la norma complementaria, al permitir que se utilice a criterio del Ordinario del lugar.
La infusión consiste en el derramamiento del agua sobre la cabeza del bautizado,
mientras se pronuncia la fórmula trinitaria: “Yo te bautizo en el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo”. Hoy es la fórmula más utilizada en la Iglesia latina.
El Catecismo de la Iglesia Católica recuerda lo siguiente: “Este sacramento recibe el
nombre de Bautismo en razón del carácter del rito central mediante el que se celebra:
bautizar (baptizein en griego) significa “sumergir”, “introducir en el agua”; la
“inmersión” en el agua simboliza el acto de sepultar al catecúmeno en la muerte de
Cristo de donde sale por la resurrección con Él (cf Rm 6, 3-4; Col 2, 12) como “nueva
criatura” (2 Co 5, 17; Ga 6, 15)”71.
Y más adelante recuerda que: “El Bautismo es realizado de la manera más significativa
mediante la triple inmersión en el agua bautismal. Pero desde la antigüedad puede ser
también conferido derramando tres veces agua sobre la cabeza del candidato”72.
19° Sobre la inscripción de los hijos adoptivos en el libro del Bautismo
(can. 877 § 3)73
Can. 877 § 3:
Si se trata de un hijo adoptivo, se inscribirá el nombre de quienes lo adoptaron y
también, al menos si así se hace en el registro civil de la región, el de los padres
naturales, según lo establecido en los § § 1 y 2, teniendo en cuenta las disposiciones
de la Conferencia Episcopal.
Norma complementaria:
1) “El Párroco debe hacer notar en el libro de bautismos, cuando se trata de un
hijo adoptivo, el nombre o nombres de sus adoptantes y demás datos tal como
aparezcan en el documento del registro civil que les fuera presentado para la
inscripción. Sin dicho documento no podrá procederse a la inscripción de los
datos referentes a la adopción”.
70
CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, Decreto N° 4 de 26 de agosto de 1983 (Documentos de la
Conferencia Episcopal Peruana 1979-1989, Lima 1989, p. 155).
71
CEC n. 1214.
72
CEC n. 1239.
73
cf CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, Iglesia en el Perú, N° 141, febrero-marzo 1986, p. 4;
Documentos de la Conferencia Episcopal Peruana 1979-1989, Lima 1989, pp. 292-293.
20
2) “Igualmente, cuando se trate de adición o corrección de una partida de
bautismo por posterior adopción, se hará sólo teniendo a la vista el documento
civil de la adopción y asumiendo los datos que existen en dicho documento”.
Según establece el c. 110, “los hijos que han sido adoptados de conformidad con el
derecho civil, se consideran hijos de aquel o aquellos que los adoptaron. Ese parentesco
legal proveniente de la adopción origina como principal efecto canónico, el
impedimento de contraer válidamente matrimonio de acuerdo con lo señalado en el c.
1094.
Brevemente conviene recordar lo que dice la legislación peruana sobre la adopción. La
carta magna del Estado consagra en su art. 4° el deber de proteger especialmente al
niño, al adolescente, a la madre y al anciano. Partiendo de esta ley fundamental,
encontramos otros instrumentos legales que regulan la institución de la adopción, como
el Código Civil, el Código de Niños y Adolescentes, la Ley 26981 sobre Procedimiento
Administrativo de Adopción de Menores de edad declarados judicialmente en abandono
así como su Reglamento D.S. N° 001-99 PROMUDEH, el Código Procesal Civil y la
Ley 26662 Ley de Competencia Notarial.
El Código Civil define a la adopción en su art. 377°: “Por la adopción, el adoptado
adquiere la calidad de hijo del adoptante y deja de pertenecer a su familia
consanguínea”. En consecuencia, la adopción se convierte en fuente de parentesco
adquiriendo el adoptado los mismos derechos (nombre, alimentos, herencia, etc.),
deberes (amor, respeto y asistencia a los padres, etc.) así como impedimentos
(prohibición de casarse con uno de los adoptantes, ascendientes o hermanos, etc.) que
tuviera un hijo consanguíneo74.
Una vez producida la adopción se extiende una nueva partida de nacimiento
consignándose como declarantes a los padres adoptivos, quedando prohibida
cualquier indicación del proceso de adopción; no obstante, la partida original
conserva vigencia sólo para efectos de los impedimentos matrimoniales. La adopción es
irrevocable. Es decir, una vez adoptado el menor o mayor de edad no pueden
arrepentirse los adoptantes, sin embargo, el niño o el mayor de edad incapaz adoptado
puede pedir que se deje sin efecto la adopción dentro del año siguiente de haber
cumplido la mayoría de edad o a la fecha en que desapareció la causa de incapacidad.
En el Código de Niños y Adolescentes se regula lo relativo a los derechos y libertades,
atención integral, instituciones familiares y administración de justicia especializada al
niño y al adolescente. En su Título II norma todo lo concerniente a la adopción de
menores y la define en su art. 115°: “La adopción es una medida de protección al niño y
adolescente, por la cual, bajo la vigilancia del estado, se establece de manera irrevocable
la relación paterno filial entre personas que no la tienen por naturaleza. En
consecuencia, el adoptado adquiere la calidad de hijo del adoptante y deja de pertenecer
a su familia consanguíneos”.
20° Edad para el sacramento de la Confirmación (can. 891)75
Can. 891:
El sacramento de la confirmación se ha de administrar a los fieles en torno a la
edad de la discreción, a no ser que la Conferencia Episcopal determine otra edad, o
74
En el art. 378° del Código Civil se encuentran señalados los requisitos para la adopción.
cf CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, Iglesia en el Perú, N° 141, febrero-marzo 1986, p. 4;
Documentos de la Conferencia Episcopal Peruana 1979-1989, Lima 1989, p. 293.
75
21
exista peligro de muerte o, a juicio del ministro, una causa grave aconseje otra
cosa.
Norma complementaria:
“El Sacramento de la Confirmación será administrado ordinariamente en torno a los
catorce años, a no ser que por circunstancias pastorales especiales el Obispo
diocesano determine otra cosa”.
En la mayoría de las jurisdicciones eclesiásticas se sigue lo dispuesto en las Normas
complementarias
En junio de 2001 aparece el Directorio Litúrgico Pastoral del Sacramento de la
Confirmación, por el que se da cumplimiento a una disposición del XIX Sínodo
Arquidiocesano, y allí se establece que en la Arquidiócesis de Lima el sacramento de la
Confirmación será administrado ordinariamente en torno a los 14 años de edad76.
En la Prelatura de Yauyos el tiempo para la Confirmación es cuando los niños cursan el
6° grado de primaria, en ese momento los alumnos tienen alrededor de 11 ó 12 años.
21° El libro parroquial o diocesano de Confirmación (can. 895)77
Can. 895:
Deben inscribirse los nombres de los confirmados en el libro de confirmaciones de
la Curia diocesana, dejando constancia del ministro, de los padres y padrinos, y del
lugar y día de la administración del sacramento, o, donde lo mande la conferencia
Episcopal o el Obispo diocesano, en el libro que ha de guardarse en el archivo
parroquial; el párroco debe notificarlo al párroco del lugar del bautismo, para que
se haga la anotación en el libro de bautismos a tenor del can. 535, § 2.
Norma complementaria:
“Cada Obispo diocesano determine, de acuerdo a las circunstancias de su propia
diócesis, la norma que al respecto crea más conveniente”.
En el n. 12 del Directorio Litúrgico Pastoral sobre la Confirmación para la
Arquidiócesis de Lima se dispone que exista un registro en el Arzobispado de Lima y
otro registro de confirmaciones en la propia parroquia78.
En otras jurisdicciones como la de Yauyos ha quedado establecido que sólo exista el
libro parroquial de Confirmación.
22° Normas sobre la sede para oír confesiones (can. 964 § 2)79
Can. 964 § 2:
Por lo que se refiere a la sede para oír confesiones, la Conferencia Episcopal dé
normas, asegurando en todo caso que existan siempre en lugar patente
76
Cf ARQUIDIÓCESIS DE LIMA, El Sacramento de la Confirmación. Directorio Litúrgico Pastoral,
Lima, 2001, p. 20.
77
cf CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, Iglesia en el Perú, N° 141, febrero-marzo 1986, p. 4;
Documentos de la Conferencia Episcopal Peruana 1979-1989, Lima 1989, p. 293.
78
Cf ARQUIDIÓCESIS DE LIMA, El Sacramento de la Confirmación. Directorio Litúrgico Pastoral,
Lima, 2001, p. 26-27.
79
cf CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, Iglesia en el Perú, N° 141, febrero-marzo 1986, p. 4;
(Documentos de la Conferencia Episcopal Peruana 1979-1989, Lima 1989, p. 153-154).Documentos de
la Conferencia Episcopal Peruana 1979-1989, Lima 1989, p. 293.
22
confesionarios provistos de rejillas entre el penitente y el confesor que puedan
utilizar libremente los fieles que así lo deseen.
Norma complementaria:
“Deben mantenerse los confesionarios tradicionales en lugar patente y con rejilla por
lo menos en un lado”.
La Congregación para el Culto Divino preparó en 1973 un Ritual de la Penitencia, que
fue aprobado por Pablo VI y publicado en 1974. En el n. 12 de la Introducción general
del Ritual se establece que el “el Sacramento de la Penitencia se administra en el lugar y
sede establecido por el Derecho”. En el n. 38b) de la misma Introducción general del
Ritual se da a las Conferencias Episcopales la facultad de “determinar con mayor
precisión las normas acerca del lugar adecuado para la celebración ordinaria del
sacramento de la Penitencia”. Con frecuencia se dejó de utilizar el confesonario como
sede para las confesiones, principalmente cuando se tenían celebraciones comunitarias
en las que oían confesiones a un número elevado de penitentes y no había suficientes
confesonarios.
Con la promulgación del Código de 1983 se establecen dos clases de sede: una es
obligatoria (el confesonario provisto de rejilla entre el confesor y el penitente) y otra
alternativa que queda a decisión y regulación de las Conferencias Episcopales (un
locutorio o sala situada en un lugar visible de la iglesia, o una capilla penitencial).
El Papa Juan Pablo II en el Discurso a los miembros de la Penitenciaría Apostólica
aclaró que debe hacerse todo lo posible por “respetar la sensibilidad del penitente en lo
concerniente a la elección de la modalidad de la confesión, es decir, cara a cara o través
de la rejilla del confesonario” 80. El confesor también puede tener razones pastorales
para preferir el uso del confesonario con rejilla, así ha quedado establecido: “Las
normas sobre la sede para la confesión son dadas por las respectivas Conferencias
Episcopales, las cuales han de garantizar que esté situada en ‘lugar patente’ y esté
‘provista de rejillas’ de modo que puedan utilizarlas los fieles y los confesores mismos
que los deseen”81.
La razón de la conservación preceptiva del confesonario dotado de rejilla fija es clara.
“Hay motivos tanto de moral natural –el derecho al anonimato en el penitente, la
necesaria cautela en el modo de tratar los temas de conciencia, la prudencia del confesor
especialmente para la confesión de mujeres, etc. – como de respeto al sacramento, en el
que se establece una especial intimidad en el diálogo entre el confesor y el penitente. La
apertura del alma por parte del penitente, así como las preguntas que el confesor
considere necesario realizar, se facilitan, especialmente en los casos más delicados, si
existe esa rejilla protectora, que lo es tanto para el penitente como para el confesor”82.
El c. 964 § 3 establece que “no deben oír confesiones fuera del confesonario, si no es
por justa causa”.
La Conferencia Episcopal Peruana y otras como las de Nicaragua, Panamá y El
Salvador sólo han establecido como única sede penitencial el confesonario tradicional.
El Pontificio Consejo para la Interpretación de los Textos Legales, en la reunión
ordinaria del día 16 de junio de 1998, dio respuesta a la duda que sigue: Si, de acuerdo
con lo prescrito en el can. 964 § 2, el ministro del sacramento, con justa causa y
excluido el caso de necesidad, puede legítimamente decidir, incluso si el penitente pida
80
JUAN PABLO II, Discurso a los miembros de la Penitencia Apostólica (27 de marzo de 1993): AAS
86 (1994), p. 78.
81
JUAN PABLO II, Carta Apostólica Misericordia Dei, 9b).
82
MARTÍNEZ SAGASTI, Ángel, La sede para oír confesiones en las normas y en la pastoral, en “Ius
in vita et in missione ecclesiae” Acta Symposii Internationalis Iuris Canonici occurrente X Aniversario
Promulgationis Codicis Iuris Canonici, Ciudad del Vaticano 1994, p. 1063.
23
otra cosa, que la confesión sacramental se reciba en la sede del confesionario provista
de reja fija. La respuesta fue afirmativa. De esta manera queda claro el derecho del
confesor, excluido el caso de necesidad, a disponer que la confesión se reciba en la sede
tradicional83.
El profesor Marzoa comenta ampliamente la respuesta de la PCITL y señala que “se
desprende de la respuesta que, además del derecho del fiel a optar por el confesonario
con rejilla, existe también un derecho en el ministro a confesar en el confesonario
provisto de rejillas aunque el penitente manifieste el deseo de hacerlo en otro tipo de
sede”84.
Sobre el lugar y la sede de las confesiones en la Arquidiócesis de Lima quedó
establecido lo siguiente: “Que el lugar propio para oír confesiones es una iglesia u
oratorio (ver can. 964 § 1), que es el lugar donde la Iglesia se reúne en nombre de su fe
para la celebración litúrgica y otras acciones vinculadas a ella. En la iglesia y oratorio,
la sede específica de este sacramento es el confesonario (ver can. 964 § 2). Este deberá
estar ubicado en ‘lugar patente’ y estará ‘provisto de rejillas’, de modo que puedan
utilizarlo los fieles y los confesores que lo deseen. Sólo por graves razones de orden
pastoral de carácter extraordinario se pueden justificar la celebración del sacramento en
lugares diversos”85.
El can. 964 § 1 del Derecho común establece que “el lugar propio para oír confesiones
es una iglesia u oratorio”.
23° Sobre los esponsales (can. 1062 §1)86
Can. 1062 § 1:
La promesa de matrimonio, tanto unilateral como bilateral, a la que se llama
esponsales, se rige por el derecho particular que haya establecido la Conferencia
Episcopal, teniendo en cuenta las costumbres y las leyes civiles, si las hay.
Norma complementaria:
“Dado que en nuestro país la institución de los esponsales no existe prácticamente, la
Conferencia Episcopal Peruana no legisla al respecto”.
La promesa esponsalicia, como bien señala la norma complementaria, no existe en el
Perú, y, por tanto, la Conferencia Episcopal no legisla sobre esta materia.
El art. 239 del Código Civil se lee: “La promesa recíproca de matrimonio no genera
obligación legal de contraerlo, ni de ajustarse a lo estipulado para el caso de
incumplimiento de la misma”. El art. 240 habla de los efectos de la ruptura de esta
promesa.
83
cf MARTÍN DE AGAR, José Tomás, El canon 964 del CIC: Sobre el uso del confesonario, en
VV.AA., Reconciliación y Penitencia (Actas del V Simposio Internacional de Teología), Pamplona 1984,
pp. 1011-1024; RINCÓN-PÉREZ, Tomás, Los derechos de los fieles y el sacramento de la penitencia (A
propósito de dos notas recientes del PCITL), en Ius canonicum, XXXIX, 77, 1999, 227-257; MARZOA
RODRÍGUEZ, Ángel, Protección penal del Sacramento de la Penitencia y derechos de los fieles, en Ius
Canonicum,XXX, 59, 1990, 165-172; La Sede confesional y los derechos del penitente y el confesor (A
propósito de una respuesta reciente del PCITL), en Fidelium in Iura, 8, 1998, pp. 163-225.
84
MARZOA RODRÍGUEZ, Ángel, La Sede confesional y los derechos del penitente y el confesor (A
propósito de una respuesta reciente del PCITL), en Fidelium in Iura, 8, 1998, p. 222.
85
Cardenal Juan Luis CIPRIANI THORNE, Decreto sobre la celebración del sacramento de la Penitencia,
de 10 de mayo de 2002.
86
cf CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, Iglesia en el Perú, N° 141, febrero-marzo 1986, p. 4;
Documentos de la Conferencia Episcopal Peruana 1979-1989, Lima 1989, p. 293.
24
24° Expediente matrimonial y proclamas (can. 1067)87
Can. 1067:
La Conferencia Episcopal establecerá normas sobre el examen de los contrayentes,
así como sobre las proclamas matrimoniales u otros medios oportunos para
realizar las investigaciones que deben necesariamente preceder al matrimonio, de
manera que, diligentemente observadas, pueda el párroco asistir al matrimonio.
En agosto de 1983 la Conferencia Episcopal aprobó la siguiente norma transitoria:
“Mientras la Conferencia Episcopal estudie ‘normas’ más concretas, la preparación
prematrimonial en las iglesias locales del Perú se hará, en forma transitoria, como
hasta ahora”88.
En enero de 1986 la redacción definitiva quedó en los siguientes términos:
1) “Se mantiene la obligatoriedad de cumplir el expediente matrimonial a fin de
realizar el examen de los contrayentes y de los testigos, urgiendo la
responsabilidad de los párrocos”.
2) “El expediente ha de conservarse en el archivo parroquial”.
3) “Exíjase la presentación de la Partida de Bautismo (no anterior a seis meses
de la fecha de presentación) de los contrayentes y concédase la dispensa de
este requisito sólo con causa justa y después de las debidas investigaciones”.
4) “Los Obispos diocesanos tienen libertad para la redacción del formulario
concreto del expediente matrimonial”.
5) “Publíquese las proclamas por edicto fijado en un lugar visible por un plazo
de quince días o, donde haya tradición de ello, léanse las proclamas
habituales, al menos en dos días de fiesta. En circunstancias especiales, a
juicio del Ordinario, pueden establecerse otros medios oportunos para realizar
las investigaciones del caso”.
El expediente matrimonial es el instrumento formal en el que se deja constancia del
examen hecho a los contrayentes y del resultado de las proclamas. La confección de este
documento es de obligatoriedad indiscutible.
Es muy conveniente que este expediente se inicie una vez que los contrayentes hayan
asistido a la catequesis prematrimonial.
Al confeccionar el expediente matrimonial se debe observar lo siguiente:
1. Es un instrumento que está orientado a conseguir matrimonios válidos; tiene
como objeto comprobar la capacidad de los contrayentes; básicamente, que no
están afectados por ningún impedimento;
2. La eficacia de su consentimiento matrimonial, es decir, que el consentimiento de
la partes no esté viciado por ninguna causa que invalide el matrimonio;
3. Examinar a los futuros contrayentes sobre su conocimiento básico de la doctrina
de la Iglesia sobre el matrimonio.
4. Debe ser confeccionado por el párroco, nunca por el secretario o cualquier
colaborador parroquial;
5. Da ocasión para explicar a los contrayentes y a los testigos de las causas por las
que el matrimonio es nulo (cc. 1055-1057 y 1095-1103);
87
cf CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, Iglesia en el Perú, N° 141, febrero-marzo 1986, p. 4;
Documentos de la Conferencia Episcopal Peruana 1979-1989, Lima 1989, pp. 293-294.
88
CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, Decreto N° 5 de 26 de agosto de 1983(Documentos de la
Conferencia Episcopal Peruana 1979-1989, Lima 1989, p. 155).
25
6. Da lugar a explicación del significado del juramento bajo el que se hace la
declaración;
7. Obligación de colaborar para obtener el matrimonio válido (can. 1069).
Un expediente matrimonial bien hecho debe tener por autor al párroco, a él le encarga el
legislador la misión de recibir las noticias de los fieles en orden a conocer las
circunstancias de los contrayentes (can. 1069). El párroco debe exponer con claridad a
los esposos y a los testigos del expediente matrimonial, los impedimentos por los que un
matrimonio puede ser nulo, o las circunstancias por las que no sería fructuoso.
La intervención, en el expediente, de testigos llevados por los contrayentes, no impide,
si se ve oportuno, que el párroco llame a otros testigos para asegurarse mejor de lo crea
conveniente. De hecho en el código se habla de otros medios de información o
investigación (can. 1067). Sobre todo, serían muy importantes estos medios en casos de
embarazo de la esposa. Con una investigación adecuada se evitan matrimonios nulos.
Es muy conveniente que los párrocos a la hora de confeccionar los expedientes
matrimoniales señalen las fechas de las charlas o cursos prematrimoniales, de las fechas
de las proclamas, y otros datos que son de interés. Se puede comprobar que algunos
expedientes que llegan a los tribunales eclesiásticos no están debidamente llenados.
Al leer las proclamas es necesario tener en cuenta lo siguiente: Están dirigidas a que
toda la comunidad cristiana coopere en la celebración válida de este sacramento; deben
ser leídas en las misas dominicales de mayor afluencia; aprovechar para explicar un
punto de doctrina matrimonial; explicar cuándo se da un matrimonio nulo, etc.
Sólo en el caso de peligro de muerte este medio ordinario de prueba cede paso al
extraordinario señalado en el c. 1068, en el que se menciona que es suficiente la
declaración de los contrayentes de que están bautizados y libres de impedimentos.
Muy acertadamente se menciona en la norma que la partida de Bautismo no debe ser
anterior a seis meses de la fecha de presentación.
25° Edad para la celebración lícita del Matrimonio (can. 1083 § 2)89
Can. 1083 § 2:
Puede la Conferencia Episcopal establecer una edad superior para la celebración
lícita del matrimonio.
Norma complementaria:
“No podrán contraer lícitamente matrimonio el varón y la mujer que no hayan
cumplido 18 años”.
En primer lugar hay que indicar que la doctrina canonista considera la edad como un
requisito de derecho eclesiástico, es decir, de derecho humano, no incluido en el
derecho divino. El fundamento de este requisito se refiere a la necesaria madurez
psicológica y afectiva de los contrayentes, y más específicamente a la madurez
biológica.
La Conferencia Episcopal Peruana ha señalado la edad de 18 años como la edad mínima
en lo que respecta a la licitud del matrimonio90. Hay que tener en cuenta que la mayoría
de edad canónica está fijada en los 18 años91.
89
cf CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, Iglesia en el Perú, N° 141, febrero-marzo 1986, p. 5;
Documentos de la Conferencia Episcopal Peruana 1979-1989, Lima 1989, p. 294.
90
La Conferencia Episcopal, en coincidencia con lo establecido en el Código Civil (cf arts. 244-247), ha
concretado dicha edad en los dieciocho años, sin distinguir entre las edades del varón y la mujer.
91
can. 97 § 1.
26
La edad debe computarse de acuerdo con lo dispuesto en el can. 203 § 2, según el cual
se considera cumplido el año, al terminar el día del mismo número del mes en que se ha
nacido y el año correspondiente.
El código exhorta a los responsables de la Iglesia a desanimar de la celebración del
matrimonio “a los jóvenes que aún no han alcanzado la edad en la que según las
costumbres de la región se suele contraer” (c. 1072)92, y les prohíbe asistir, sin licencia
del Ordinario del lugar al matrimonio que no puede “ser reconocido o celebrado según
la ley civil” (c. 1071 § 1, 2°), y asimismo al de un menor de edad, en el caso de que sus
padres lo ignoren o se opongan razonablemente (cf c. 1071 § 1, 6°).
26° Delegación a los laicos para la asistencia a los Matrimonios (can.
1112 § 1)93
Can. 1112 § 1:
Donde no haya sacerdotes ni diáconos, el Obispo diocesano, previo voto favorable
de la Conferencia Episcopal y obtenida licencia de la Santa Sede, puede delegar a
laicos para que asistan a los matrimonios.
Norma complementaria:
“La Conferencia Episcopal Peruana expresa su voto favorable para que cada Obispo
diocesano, a tenor de la norma de derecho, pueda conceder a laicos,
convenientemente preparados, la debida delegación para asistir a los matrimonios”.
La Instrucción de 1997 regula la asistencia a los matrimonios por parte de los fieles no
ordenados de la siguiente manera:
“Artículo 10 § 1. La posibilidad de delegar a fieles no ordenados la asistencia a los
matrimonios puede revelarse necesaria, en circunstancias muy particulares de grave
falta de ministros sagrados.
Tal posibilidad, sin embargo, está condicionada a la verificación de tres requisitos. El
Obispo diocesano, en efecto, puede conceder tal delegación únicamente en los casos en
los cuales faltan sacerdotes o diáconos y sólo después de haber obtenido, para la
diócesis, el voto favorable de la Conferencia Episcopal y la necesaria licencia de la
Santa Sede.
§ 2. También en estos casos se debe observar la normativa canónica sobre la validez de
la delegación y sobre la idoneidad, capacidad y actitud del fiel no ordenado.
§ 3. Excepto el caso extraordinario previsto por el can. 1112 del CIC, por absoluta falta
de sacerdotes o de diáconos que puedan asistir a la celebración del matrimonio, ningún
ministro ordenado puede delegar a un fiel no ordenado para tal asistencia y la relativa
petición y recepción del consentimiento matrimonial a norma del can. 1108, § 2”94.
Según esta norma, en el caso de falta de sacerdotes y diáconos, el Obispo diocesano
puede delegar también a un laico, varón o mujer, para asistir a los matrimonios. El laico
que se escoja debe ser idóneo, capaz de formar a los contrayentes para el matrimonio y
que cumpla convenientemente la liturgia matrimonial. El laico que asiste al matrimonio
debe redactar el informe de la celebración y firmarlo junto con los esposos y testigos.
92
Código Civil, art. 245.
cf CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, Iglesia en el Perú, N° 141, febrero-marzo 1986, p. 5;
Documentos de la Conferencia Episcopal Peruana 1979-1989, Lima 1989, p. 294.
94
CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, PONTIFICIO CONSEJO PARA LOS LAICOS Y OTROS,
Instrucción sobre algunas cuestiones acerca de la colaboración de los fieles laicos en el sagrado ministerio
de los sacerdotes, 1997, n. 12.
93
27
Las religiosas de Jesús Verbo y Víctima tienen el privilegio para asistir al matrimonio
en los lugares donde desarrollan su actividad pastoral y de acuerdo a las normas
señaladas por el Obispo diocesano.
27° Sobre el Rito de la celebración del Matrimonio (can. 1120)95
Can. 1120:
Con el reconocimiento de la Santa Sede, la Conferencia Episcopal puede elaborar
un rito propio del matrimonio congruente con los usos de los lugares y de los
pueblos adaptados al espíritu cristiano, quedando, sin embargo en pie la ley según
la cual quien asiste al matrimonio, estando personalmente presente, debe pedir y
recibir la manifestación del consentimiento de los contrayentes.
Norma complementaria:
1) “Manténganse los libros litúrgicos en uso, en tanto que la Comisión
Episcopal de Liturgia presente alguna propuesta con el rito propio del
matrimonio para el Perú y ésta sea aprobada por la Asamblea de la
Conferencia Episcopal Peruana”.
2) “Encomiéndese a la misma Comisión Episcopal de Liturgia que, a propuesta
de los Obispos diocesanos, provea en orden a que se redacten rituales
especiales para las comunidades cristianas de características culturales
peculiares y para aquellos casos en que el asistente en nombre de la Iglesia
sea un laico”.
28° Registro de datos en el libro de Matrimonios (can. 1121 §1)96
Can. 1121 § 1:
Después de celebrarse el matrimonio, el párroco del lugar donde se celebró o quien
hace sus veces, aunque ninguno de ellos hubiera asistido al matrimonio, debe
anotar cuanto antes en el registro matrimonial los nombres de los cónyuges, del
asistente y de los testigos, y el lugar y día de la celebración, según el modo prescrito
por la Conferencia Episcopal o por el Obispo diocesano.
Norma complementaria:
“La Conferencia Episcopal Peruana no prescribe al respecto. Pertenece al Obispo
diocesano determinar cómo debe cumplirse el acta correspondiente a la celebración
del matrimonio”.
Esta norma remite al Obispo diocesano determinar cómo se han de cumplir las distintas
formalidades que siguen a la celebración y en concreto a la inscripción o registro
especial del matrimonio, que deberá hacerse cuanto antes, no más tarde de dos semanas
por ejemplo.
El c. 1121 § 1 manda que una vez realizada la celebración del matrimonio el párroco del
lugar de la celebración o el que haga sus veces, aunque no haya asistido al matrimonio,
debe anotar lo antes posible en los registros de matrimonios los nombres de los
cónyuges, del asistente y de los testigos, el lugar y el día de la celebración.
95
cf CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, Iglesia en el Perú, N° 141, febrero-marzo 1986, p. 5;
Documentos de la Conferencia Episcopal Peruana 1979-1989, Lima 1989, p. 294.
96
cf CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, Iglesia en el Perú, N° 141, febrero-marzo 1986, p. 5;
Documentos de la Conferencia Episcopal Peruana 1979-1989, Lima 1989, p. 294.
28
Se exceptúa de la inscripción en el libro parroquial, el matrimonio celebrado en secreto,
según lo previsto en el c. 1133.
Llama la atención que varios expedientes matrimoniales que llegan al Tribunal
Interdiocesano de Lima, en la parte del acta del matrimonio no existe la firma del que ha
asistido al matrimonio.
29° Matrimonios mixtos (can. 1126)97
Can. 1126:
Corresponde a la Conferencia Episcopal determinar tanto el modo según el cual
han de hacerse estas declaraciones y promesas, que son siempre necesarias, como
la manera de que quede constancia de las mismas en el fuero externo y de que se
informe a la parte no católica.
Norma complementaria:
“Las declaraciones y promesas que precedan a los matrimonios mixtos y en otros
casos señalados en el derecho, deberán hacerse por escrito según formulario
aprobado por la Conferencia Episcopal Peruana (Anexo). Asimismo la parte no
católica dejará constancia por escrito de que ha sido debidamente informada. Este
documento se unirá al expediente matrimonial”.
El Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos aclara que “el
término ´matrimonio mixto´ se refiere a todo matrimonio entre una parte católica y
cualquier otra parte cristiana bautizada que no está en plena comunión con la Iglesia
católica”98.
Más adelante el Directorio de Ecumenismo recuerda que “en todo matrimonio la
preocupación primera de la Iglesia es mantener la solidez y estabilidad del vínculo
conyugal indisoluble y de la vida familiar que de él deriva. La unión perfecta de las
personas y la comunidad plena de vida que constituyen el estado matrimonial se
aseguran mejor cuando ambos cónyuges pertenecen a la misma comunidad de fe.
Además, la experiencia práctica y las observaciones resultantes de los diversos diálogos
entre los representantes de Iglesias y Comunidades eclesiales muestran que los
matrimonios mixtos presentan a menudo dificultades para el mantenimiento de la fe y
compromiso cristianos de la pareja misma y de sus hijos, y para la armonía de la vida
familiar. Por todos estos motivos el matrimonio entre personas de la misma comunidad
eclesial sigue siendo el objetivo que se ha de recomendar e impulsar”99.
Esta Norma Complementaria cuenta como anexo un modelo de Constancia que es de
sumo interés por recoge exactamente las disposiciones a tener en cuenta en la
celebración de los matrimonios mixtos. Algunos de los responsables de la cura de almas
desconocen la existencia de este subsidio que ha elaborado la Conferencia Episcopal y
unifica los criterios tan dispares que existen en no pocas jurisdicciones a la hora de la
celebración de estos matrimonios que hoy son más frecuentes por el crecimiento de las
confesiones cristianas no católicas en el Perú o por el matrimonio con ciudadanos de
otros países y que practican o pertenecen a religiones distintas a la nuestra.
97
cf CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, Decreto de 27 de abril de 1995 (Prot. 001/1/2/D/95);
Documentos de la Conferencia Episcopal Peruana 1993-2002, Lima 2002, pp. 102-103;
CONGREGACIÓN PARA LOS OBISPOS, Decreto de Reconocimiento de 9 de marzo de 1995.
98
PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PROMOCIÓN DE LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS,
Directorio para la aplicación de los principios y normas sobre el ecumenismo, n. 143.
99
Idem. N. 144.
29
Según lo señalado en la Constancia la parte católica declara que está dispuesta a vivir su
fe, a cuidar de los peligros de perder la fe y promete sinceramente que hará de su parte
todo lo que pueda para que todos sus hijos sean bautizados y educados en la Iglesia
Católica100. Asimismo se compromete a cumplir las normas de la Iglesia sobre la forma
de celebrar el matrimonio. La parte no católica declara que ha sido informada a tiempo
y debidamente de las promesas que debe hacer la parte católica y deja constancia de que
comprende el alcance de dichas promesas y de las obligaciones de que ellas surgen para
la parte católica. Finalmente, el párroco o delegado manifiesta que ha instruido
debidamente a los novios sobre las cuestiones religiosas características de los
matrimonios en donde una parte es bautizada católica, tanto a nivel personal como a
nivel de educación de los hijos, y sobre los fines y propiedades esenciales del
matrimonio.
Esta misma Constancia, está prevista que se utilice cuando se obtiene la licencia de
asistencia al matrimonio en caso notorio de abandono de la fe (c. 1071) y también
cuando se logra la dispensa del impedimento de disparidad de cultos (c. 1086).
30° Forma canónica en matrimonios mixtos (can. 1127 § 2)101
Can. 1127 § 2:
Si hay graves dificultades para observar la forma canónica, el Ordinario del lugar
de la parte católica tiene derecho a dispensar de ella en cada caso, pero
consultando al Ordinario del lugar en que se celebra el matrimonio y
permaneciendo para la validez la exigencia de alguna forma pública de
celebración; compete a la Conferencia Episcopal establecer normas para que dicha
dispensa se conceda con unidad de criterio.
Norma complementaria:
“La dispensa de la forma canónica en la celebración de un matrimonio mixto podrá
procederse en los siguientes casos:
1. Cuando la parte no católica haya optado de manera irreductible por contraer
el matrimonio sin la forma canónica.
“En el cumplimiento de su deber de transmitir la fe católica a sus hijos, el consorte
católico respetará la libertad religiosa y la conciencia del otro, y se preocupará de la
unidad y permanencia del matrimonio y de conservar la comunión familiar. Si a pesar
de todos los esfuerzos, los hijos no son bautizados ni educados en la Iglesia católica, el
consorte católico no cae bajo la censura del derecho canónico. Sin embargo, no cesa la
obligación que tiene de compartir con sus hijos la fe católica. Esta exigencia permanece,
y puede exigirle, por ejemplo, que juegue un papel activo en la contribución a la
atmósfera cristiana en el hogar; que haga todo lo posible con su palabra y su ejemplo
para ayudar a los demás miembros de la familia a apreciar los valores específicos de la
tradición católica; que tome todas las disposiciones necesarias para que, estando bien
informado de su propia fe, pueda ser capaz de exponerla y discutir sobre ella con los
demás; que rece con su familia para pedir la gracia de la unidad de los cristianos, tal
como el Señor la quiere” (PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PROMOCIÓN DE LA UNIDAD
100
DE LOS CRISTIANOS, Directorio para la aplicación de los principios y normas sobre el ecumenismo, n.
151); cf Familiares consortio, n. 78.
101
cf CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, Decreto de 27 de abril de 1995 (Prot. 001/1/2/D/95);
Documentos de la Conferencia Episcopal Peruana 1993-2002, Lima 2002, pp. 102-103;
CONGREGACIÓN PARA LOS OBISPOS, Decreto de Reconocimiento de 9 de marzo de 1995.
30
2. Cuando la forma canónica implicase un grave daño moral o material para el
contrayente no católico (ruptura con los padres, perdida de amistades muy
arraigadas, grave quebrante económico, etc.).
3. Cuando exista una clara conveniencia ecuménica dada la condición concreta
de las personas y/o de las comunidades.
4. Si existe una ley civil extranjera que obliga a uno de los contrayentes a una
forma distinta de la canónica.
5. Para la dispensa de la forma canónica y para que el matrimonio pueda
considerarse válido, debe celebrarse en alguna “FORMA PÚBLICA”, como:
 Ante el ministro de otra confesión cristiana y en forma prescrita por
ésta.
 Ante la competente autoridad civil y en la forma legítimamente
prescrita (dos testigos y constancia escrita de la misma) y siempre y
cuando esta forma civil no excluya los fines esenciales del
matrimonio”.
La Iglesia regula la preparación, celebración y acompañamiento posterior en los
cánones 1124-1128 del Código de Derecho Canónico y ofrece orientaciones precisas en
los nn. 143-160 del Directorio de Ecumenismo.
El matrimonio mixto ha de ser celebrado con la forma canónica, es decir, ante el
Ordinario del lugar o el párroco (o un delegado suyo de uno u otro) que pide y recibe el
consentimiento, y dos testigos 102 . Si estuviera presente el pastor no católico, podría
intervenir con una exhortación evangélica, con oraciones, con la bendición final; y los
fieles con lecturas, preces y cantos. Si la parte no católica habla una lengua distinta al
español, podría utilizarse en algún momento su respectiva lengua.
Generalmente este matrimonio ha de ser celebrado fuera de la Misa, ya que la Eucaristía
es término de la unidad eclesial.
A veces la parte no católica tiene graves dificultades para observar la forma canónica,
como es el caso que ahora comentamos. Sobre este particular hay que recordar que la
Iglesia de tradición latina concede al Ordinario del lugar el derecho, no la obligación, de
dispensar de la forma canónica tras consultar, si es el caso, al Ordinario del lugar en que
se celebra el matrimonio.
En este caso, la dispensa de la forma canónica requiere alguna forma de celebración en
la que se exprese el consentimiento libremente asumido, bien se mediante la forma
religiosa de la parte no católica o en la forma civilmente válida del lugar, prefiriéndose
aquélla a ésta. Cualquiera que sea la forma elegida y supuesta la dispensa de la forma
canónica, el matrimonio es válido y sacramental para la Iglesia católica103.
La norma complementaria de la Conferencia Episcopal Peruana precisa bien los
supuestos que anotamos ahora brevemente.
102
cf FORNÉS, Juan, La forma en el matrimonio de un católico con un no católico, en Ius Canonicum,
XXXVII, 73, 1997, pp. 13-31; LLOBELL, Joaquín, La jurisdicción de la Iglesia sobre los matrimonios no
obligados a la forma canónica, en Ius Canonicum XXXVII, 73, 1997, pp. 33-71.
“Cuando el matrimonio se celebra con dispensa de la forma canónica, ha de tenerse
muy presente que para la validez se requiere una cierta forma pública de celebración.
Para subrayar la unidad del matrimonio no se permite que se tengan dos celebraciones
religiosas separadas en las que habría dos intercambios de la expresión del
consentimiento, o bien una celebración en que se realizaran conjunta o sucesivamente
tales intercambios” (PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PROMOCIÓN DE LA UNIDAD DE LOS
103
CRISTIANOS, Directorio para la aplicación de los principios y normas sobre el ecumenismo, n. 156).
31
31° Construcción de los altares fijos (can. 1236 § 1)104
Can. 1236 § 1:
Según la práctica tradicional de la Iglesia, la mesa del altar fijo ha de ser de
piedra, y además de un solo bloque de piedra natural; sin embargo, a juicio de la
Conferencia Episcopal, puede emplearse otra materia digna y sólida; las columnas
o la base pueden ser de cualquier material.
Norma complementaria:
“Se autoriza para que la mesa de los altares fijos, además de piedra, pueda ser de otro
material, con tal que sea de construcción digna y sólida”.
De acuerdo con la práctica tradicional de la Iglesia, la mesa del altar fijo será de piedra,
de una sola piedra natural.
La Conferencia Episcopal Peruana ha autorizado que también se pueda utilizar otra
materia digna y sólida. Se podría utilizar la madera natural, el bloque de cemento
dignamente elaborado, piedra artificial y metal.
Las columnas o la base pueden ser de cualquier materia, lo cual no autoriza a utilizar
elementos indignos o inapropiados.
32° Sobre los días festivos (can. 1246 § 2)105
Can. 1246 § 2:
Sin embargo, la Conferencia Episcopal, previa aprobación de la Sede Apostólica,
puede suprimir o trasladar a domingo algunas de las fiestas de precepto.
Norma complementaria:
“Se observará como fiestas de precepto las siguientes del Calendario Litúrgico
universal: Navidad, Santa María Madre de Dios, Inmaculada Concepción, Santos
Apóstoles Pedro y Pablo y Todo los Santos. En el Perú, se observará como fiesta de
precepto la de Santa Rosa de Lima el 30 de agosto. Se trasladará al domingo más
cercano las fiestas de Epifanía, Ascensión del Señor, Santísimo Cuerpo y Sangre de
Cristo.
Sin embargo, los Obispos diocesanos podrán declarar que en la propia Diócesis o en
algún lugar de la misma se siga celebrando como de precepto alguna de las fiestas
trasladadas cuando motivos particulares exijan tal declaración”.
A la hora de proponer el cambio al domingo la CEP ha tenido en cuenta las Normas
Generales sobre el Año Litúrgico y el Calendario, donde se establecen que el domingo
excluye en principio la asignación perpetua de otra celebración y que los domingos de
104
cf CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, Iglesia en el Perú, N° 141, febrero-marzo 1986, p. 5;
Documentos de la Conferencia Episcopal Peruana 1979-1989, Lima 1989, p. 295.
105
cf CONGREGACIÓN PARA LOS OBISPOS, Decreto de 16 de mayo de 1986 (Prot. 961/83). Esta
norma fue observada por la Congregación del Clero: “La proposta del’Episcopato è da riformare. Essendo
stata sottoposta al Santo Padre questa petizione nel corso d’una Udienza, Egli ha éspresso il pensiero che
le Feste di precetto infrasettimanali dovrebbero essere almeno quattro e distribuite lungo il corso
dell’anno in ogni stagione, e fra queste figuri possibilmente la Festa del Corpo e del Sangue del Signore.
Però il Papa ha permesso, in via del tutto eccezionale, una diversa considerazione in qualche Nazione
dove si siano insormontabili difficoltà” (Prot. 176679/I de 19 de octubre de 1985).
32
Adviento, Cuaresma y Pascua tienen precedencia sobre todas las fiestas del Señor y
solemnidades.
Nada se dice en esta Norma sobre la fiesta de San José, quien es Patrono del Perú desde
el 30 de marzo de 1828.
En setiembre de 1992 el Consejo Permanente de la Conferencia Episcopal Peruana, ante
la confusión creada por el art. 7° del D.L. N° 713, sobre traslado de días festivos de
carácter religioso y, en atribución de sus facultades emitió las siguientes orientaciones:
“1° Mantener las fechas de los días festivos de carácter religioso: 29 de junio, San Pedro
y San Pablo; 30 de agosto, Santa Rosa de Lima, 1 de noviembre, Todos los Santos; 8 de
diciembre, Inmaculada Concepción, con obligación de oír la Santa Misa esos días, para
lo cual se celebrará la Eucaristía, en horarios y condiciones que faciliten la asistencia de
los fieles.
2° Las personas que por razones mayores deben laborar en los días festivos religiosos,
quedan dispensadas del precepto de descanso en esos días festivos”.
33° Ayuno, abstinencia y prácticas penitenciales (can. 1253)106
Can. 1253:
La Conferencia Episcopal puede determinar con más detalle el modo de observar
el ayuno y la abstinencia, así como sustituirlos en todo o en parte por otras formas
de penitencia, sobre todo por obras de caridad y prácticas de piedad.
Norma complementaria:
“Entre las prácticas penitenciales, el ayuno y la abstinencia establecidas por la
Iglesia podrán ser sustituidos, según la libre conciencia de cada fiel cristiano, por
alguna de las siguientes prácticas recomendadas por la Iglesia: lectura de la Sagrada
Escritura, limosna según las propias posibilidades, ejercicio de las obras de caridad,
obras de piedad (Santa Misa, rezo del Rosario, etc.), mortificaciones corporales,
abstención del alcohol, tabaco, ir a espectáculos, etc.”.
La redacción de esta Norma complementaria da lugar a que el ayuno y la abstinencia,
que se ha de cuidar en los días y tiempos penitenciales señalados, pueden ser
reemplazados por las prácticas mencionadas en la misma norma107.
En esta norma complementaria sólo contempla la sustitución del ayuno y la abstinencia
tradicionales y no el modo de observarlos como lo hacen otras Conferencias
Episcopales. Algunas señalan el modo de hacer el ayuno y prescriben una sola comida
completa al día, pero permiten otras dos comidas pequeñas, una por la mañana y otra
por la tarde.
El ayuno obliga desde los dieciocho años cumplidos hasta los cincuenta y nueve
cumplidos; la abstinencia desde los catorce cumplidos.
La Conferencia Episcopal Española rectificó, en 1986, una redacción parecida a la
peruana porque dio lugar a interpretaciones no conformes con la mente de la
106
cf CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, Iglesia en el Perú, N° 141, febrero-marzo 1986, p. 5;
Documentos de la Conferencia Episcopal Peruana 1979-1989, Lima 1989, p. 295.
107
La Asamblea Episcopal, reunida en enero de 1985, acordó las siguientes Normas de ayuno y
abstinencia en el Perú: “Ayuno y abstinencia los días Miércoles de Ceniza y Viernes Santo. Abstinencia
de carne Todos los Viernes del año. Esto puede ser reemplazado por prácticas de piedad, mortificaciones
corporales concretas, abstención de bebidas alcohólicas, tabaco, espectáculos, etc. Con estos acuerdos, los
Obispos del Perú han querido que todo el pueblo se una a las prácticas universales de penitencia”
(CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, Iglesia en el Perú, Enero-Marzo 1987, p. 7; Documentos de
la Conferencia Episcopal Peruana 1979-1989, Lima 1989, p. 323).
33
Conferencia Episcopal. Fijó que el miércoles de ceniza y el viernes santo son días de
ayuno y abstinencia. Asimismo determinó que los otros viernes de cuaresma son
también días de abstinencia. De la misma manera concretó que los restantes viernes del
año pueden ser sustituidos por prácticas recomendadas por la Iglesia108.
34° Ayudas económicas de los fieles a la Iglesia (can. 1262)109
Can. 1262:
Presten ayuda a la Iglesia los fieles mediante las subvenciones que se les pidan y
según las normas establecidas por la Conferencia Episcopal.
Norma complementaria:
“Habida cuenta de lo que establecen los cánones 222, 1260 y 1264, cada diócesis
estudie, con el Consejo Económico diocesano o Sindicatura diocesana (c. 492), las
necesidades económicas de la jurisdicción y organice los canales prácticos para
solventarlas”.
Al derecho originario de la Iglesia de pedir a los fieles todo lo que necesita para la
prosecución de sus fines, corresponde el derecho y el deber de los fieles de ayudar a las
necesidades de la Iglesia con subvenciones requeridas y según las normas de las
conferencias episcopales. La norma complementaria de la Conferencia Episcopal
Peruana remite a las normas emanadas del Obispo sobre la materia. Esta norma hace
referencia a los cánones 222 § 1, 1260 y 1264 del derecho común de la Iglesia.
En el c. 222 § queda señalado que los cristianos tienen obligación de responder a las
necesidades de la Iglesia para que no le falte lo necesario para el culto divino, obras de
apostolado y caridad y sustento honesto de los ministros.
Conforme establece el c. 1260 la Iglesia tiene el derecho nativo de pedir a los fieles todo
lo que necesita para sus propias finalidades.
El c. 1264 recuerda que la asamblea de Obispos de una provincia puede fijar las tasas
por los actos administrativos graciosos y por la ejecución de los rescriptos de la Santa
Sede, así como definir las ofrendas por la administración de los sacramentos y
sacramentales. Sobre esto último las jurisdicciones peruanas no han llegado, por ahora,
a un acuerdo común para todo el ámbito de la provincia a la que pertenecen.
En algunas jurisdicciones eclesiásticas se han fijado días determinados para destinar la
limosna de la misa para el sostenimiento del clero o para la formación de los futuros
sacerdotes. En otras ocasiones se recurre a instituciones foráneas para conseguir medios
para aliviar los gastos que generan determinadas parroquias por los escasos ingresos que
tienen.
35° Cambio de régimen en los beneficios eclesiásticos (can. 1272)110
Can. 1272:
108
cf CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Decreto General de 21.XI.1986 (BOCCE, 16, 1987,
155-156).
109
cf CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, Iglesia en el Perú, N° 141, febrero-marzo 1986, p. 5;
Documentos de la Conferencia Episcopal Peruana 1979-1989, Lima 1989, p. 295.
110
cf CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, Iglesia en el Perú, N° 141, febrero-marzo 1986, p. 5;
Documentos de la Conferencia Episcopal Peruana 1979-1989, Lima 1989, p. 295.
34
En las regiones donde aún existen beneficios propiamente dichos, corresponde
determinar su régimen a la conferencia Episcopal, según normas establecidas de
acuerdo con la Sede Apostólica y aprobadas por ésta, de manera que las rentas e
incluso, en la medida de lo posible, la misma dote de los beneficios, pasen
gradualmente a la institución de que se trata en el can. 1274, § 1.
Norma complementaria:
“Cada Obispo diocesano examinará los beneficios existentes en su jurisdicción en
orden a estudiar las posibilidades de que todos sus bienes, rentas, dotes, y cargas,
pasen gradualmente a ser administrados como se determina en el c. 1274”.
La indicación conciliar 111 de abandonar progresivamente el sistema beneficial está
confiada en el c. 1272 a las Conferencias Episcopales. En este canon no se habla de
supresión, puesto que entraría en colisión con normas concordatarias y derechos
adquiridos en bastantes casos. La intención del legislador es superar las dificultades del
sistema beneficial, entre las que mencionamos: la desigualdad del clero, dificultades
para garantizar una sustentación suficiente, posibles litigios entre presbíteros y
parroquianos, falta de transparencia, a veces causa de sospechas de la verdadera pobreza
de la Iglesia.
El c. 1272 manda que en las regiones que aún hubiera beneficios las Conferencias
Episcopales deben dar normas, aprobadas por la Santa Sede, para regular su gobierno,
de tal manera que las rentas y la misma dote se transfieran a aquella institución especial
que debe existir en toda jurisdicción eclesiástica para recoger los bienes y las ofrendas
para la sustentación del clero.
El abandono del antiguo sistema beneficial ha llevado a su sustitución por un nuevo
régimen jurídico patrimonial. En los países que se han extinguido los beneficios
eclesiásticos el patrimonio procedente de ellos se ha trasladado a los institutos
diocesanos para la sustentación del clero y la justa retribución de los que prestan
servicios en la Iglesia, según lo dispuesto en el c. 1274 § 1.
La Conferencia Episcopal Peruana determinó que cada Obispo en el Perú vea en su
diócesis todo lo indicado en el c. 1272 en relación con lo dispuesto en el c. 1274 § 1.
36° Actos de “Administración extraordinaria” (can. 1277)112
Can. 1277:
Por lo que se refiere a la realización de actos de administración que, atendida la
situación económica de la diócesis, sean de mayor importancia, el Obispo
diocesano debe oír al consejo de asuntos económicos y al colegio de consultores;
pero, aparte de los casos especialmente determinados en el derecho universal o en
la escritura de fundación, necesita el consentimiento del mismo consejo así como
del colegio de consultores para realizar los actos de administración extraordinaria.
Compete a la Conferencia Episcopal determinar qué actos han de ser considerados
de administración extraordinaria.
Norma complementaria:
“Se considerarán actos de administración extraordinaria, además de los señalados en
el derecho común, todas aquellas operaciones menos periódicas, que no entran
dentro de la planificación prevista en la vida económica de las personas o entidades y
111
Cf Presbyterorum ordinis, n. 21.
cf CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, Iglesia en el Perú, N° 141, febrero-marzo 1986, p. 5;
Documentos de la Conferencia Episcopal Peruana 1979-1989, Lima 1989, p. 295.
112
35
que suelen significar la adquisición de nuevos bienes, enajenación de otros ya
poseídos, inversiones de especial alto riesgo, asunción de deudas o hipotecas no
corrientes, y siempre que se trate de la enajenación de los bienes muebles o inmuebles
que forman parte del patrimonio estable de una persona jurídica”.
El Obispo diocesano para realizar actos de administración de mayor importancia,
respecto a la situación económica de su diócesis, debe oír al consejo de asuntos
económicos y al colegio de consultores. En caso de administración extraordinaria
necesita el consentimiento de estos dos organismos. Serán inválidos, por tanto, si el
Obispo no pide el consentimiento o también, si pidiéndolo, actúa contra el parecer del
consejo y del colegio.
Por ser actos de administración extraordinaria son operaciones periódicas que no están
dentro de la planificación prevista en la vida económica de las personas o instituciones.
Los actos de administración extraordinaria son los que se encuentran entre la cantidad
mínima y máxima establecidas por la Conferencia Episcopal Peruana.
Los actos de mayor importancia son los que no llegan a la cantidad mínima; y los actos
de administración reservada a la Santa Sede son los que superan la cantidad máxima
señalada por la Conferencia Episcopal Peruana.
Entre los actos de administración extraordinaria señalados por la Conferencia Episcopal
Peruana son: La adquisición de nuevos bienes y enajenación de bienes ya poseídos,
entre la mínima y máxima; inversiones de especial alto riesgo; asunción de deudas o
hipotecas no corrientes; y siempre que se trate de la enajenación de los bienes muebles o
inmuebles que forman parte del patrimonio estable de una persona jurídica.
37° Valores máximo y mínimo en las enajenaciones (can. 1292 § 1)113
Can. 1292 § 1:
Quedando a salvo lo prescrito en el can. 638, § 3, cuando el valor de los bienes cuya
enajenación se propone, se halla dentro de los límites mínimo y máximo que fije
cada Conferencia Episcopal para su respectiva región, la autoridad competente se
determina por los propios estatutos, si se trata de personas jurídicas no sujetas al
Obispo diocesano; pero, si le están sometidas, es competente el Obispo diocesano,
con el consentimiento del consejo de asuntos económicos y del colegio de
consultores, así como el de los interesados. El Obispo diocesano necesita también el
consentimiento de los mismos para enajenar bienes de la diócesis.
El 30 de enero de 1986 la Conferencia Episcopal fijó el valor máximo en dólares USA
cien mil ($100,000.00) y el valor mínimo en dólares USA cincuenta mil
($50,000.00)114.
La Asamblea Plenaria Ordinaria de la Conferencia Episcopal del mes de febrero de
1993 decidió elevar las cantidades máxima y mínima en materia de enajenación prevista
en el canon 1292 § 1, y pidió a la Santa Sede115 el respectivo reconocimiento de dicha
norma complementaria la cual fue declarada conforme al Derecho Canónico Universal
113
cf CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, Iglesia en el Perú, N° 141, febrero-marzo 1986, p. 5-6;
Documentos de la Conferencia Episcopal Peruana 1979-1989, Lima 1989, p. 296; Iglesia en el Perú, N°
191 noviembre-diciembre 1993, p. 12.
114
Cf CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, Normas Complementarias de 30 de enero de 1986,
115
CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, Carta N° 0229/2/93, del 15 de marzo de 1993. La
cantidad máxima fue U.S.A. $500,000.00, la cual fue reducida a U.S.A.$ 300,000.00.
36
el 1 de octubre de de 1993116. Semanas después la Conferencia Episcopal emitió el
respectivo Decreto de promulgación de la norma complementaria al canon ya
mencionado.
La Norma Complementaria fija lo siguiente: “El valor de enajenaciones en el ámbito
de la Conferencia Episcopal Peruana, según c. 1292 § 1: Máxima: U.S.A. $
300,000.00. Mínima: U.S.A. $ 100,000.00”117.
Este Decreto fue publicado en el Boletín de la Iglesia en el Perú, órgano oficial de la
Conferencia Episcopal Peruana, y entró en vigor al mes de su publicación.
El Legislador universal ha querido que las conferencias episcopales establezcan las
cantidades máxima y mínima, de acuerdo a las necesidades reales de cada región.
Evidentemente, las Conferencias Episcopales, al fijar estas cantidades, tienen que
atenerse a la realidad social de cada país. En este asunto tiene poca importancia la
legislación comparada, porque las realidades sociales de las regiones o países son bien
distintas de un lugar a otro.
Por debajo de la cantidad mínima, la persona jurídica puede enajenar -o realizar el acto
jurídico de que se trate- por autoridad propia, cumpliendo, eso sí, los requisitos
establecidos en sus estatutos.
Por arriba de la cantidad mínima, y por debajo de la cantidad máxima, según el canon
1291, “se requiere licencia de la autoridad competente conforme a derecho”.
Por arriba de la cantidad máxima, según lo dispuesto en el canon 1292 § 2, “se requiere
para la validez de la enajenación también la licencia de la Santa Sede”. Esta misma
licencia se necesita si lo que se pretende enajenar es un exvoto o un bien precioso por
razón artística o histórica.
Se debe tener en cuenta además el canon 1293:
§ 1: Para la enajenación de bienes, cuyo valor excede la cantidad mínima determinada,
se requiere además:
1º causa justa, como es una necesidad urgente, una evidente utilidad, la piedad, la
caridad u otra razón pastoral grave;
2º tasación de la cosa que se va a enajenar, hecha por peritos y por escrito.
§ 2: Para evitar un daño a la Iglesia deben observarse también aquellas otras cautelas
prescritas por la legítima autoridad.
La autoridad competente para autorizar una enajenación entre la cantidad mínima y la
cantidad máxima fijada por la Conferencia Episcopal, según los supuestos que se
contemplan en el Código en el canon 1292 § 1 son:
Para los bienes de personas jurídicas públicas no sujetas al Obispo diocesano la
autoridad competente será la establecida en los Estatutos de la propia persona jurídica.
Este supuesto se refiere a personas jurídicas eclesiásticas de derecho supradiocesano.
Para los bienes de personas jurídicas públicas sujetas al Obispo diocesano la licencia la
ha de otorgar el Obispo diocesano, con el consentimiento del Consejo de asuntos
económicos y del Colegio de Consultores.
Para los bienes de la diócesis el Obispo diocesano necesita el consentimiento de los dos
consejos citados, el Consejo de asuntos económicos y el Colegio de consultores.
Para los bienes de institutos de vida consagrada se aplica lo dispuesto en el canon 638 §
3118.
116
CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Decreto de Reconocimiento de 1 de octubre de 1993 (Prot. N.
93002649), en Iglesia en el Perú, N° 191 noviembre-diciembre 1993, p. 9.
117
CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, Decreto N° 004-93-CEP de 20 de diciembre de 1993, en
Iglesia en el Perú, N° 191 noviembre-diciembre 1993, p. 12; Documentos de la Conferencia Episcopal
Peruana 1993-2002, Lima 2003, pp.51-52.
37
Los actos jurídicos son nulos si no se cumplen lo dispuesto en los canones 1091 y
1092. Además, se debe tener en cuenta el canon 1296: “Si se enajenaron bienes
eclesiásticos sin las debidas solemnidades canónicas, pero la enajenación resultó
civilmente válida, corresponde a la autoridad competente, después de sopesar todo
debidamente, determinar si debe o no entablarse acción, y de qué tipo, es decir, si
personal o real, y por quién y contra quién, para reivindicar los derechos de la Iglesia”.
Finalmente, el canon 1298 establece que, sin licencia especial, no se deben vender o
arrendar bienes eclesiásticos a los propios administradores o a sus parientes hasta el
cuarto grado de consanguinidad o de afinidad.
38° Arrendamiento de los Bienes de la Iglesia (can. 1297)119
Can. 1297:
Teniendo en cuenta las circunstancias de los lugares, corresponde a la Conferencia
Episcopal establecer normas sobre el arrendamiento de bienes de la Iglesia, y
principalmente la licencia que se ha de obtener de la autoridad eclesiástica
competente.
Norma complementaria:
“En lo que se refiere a los arrendamientos de bienes eclesiásticos se, cumplirán los
mismos requisitos señalados para la enajenación, tanto en lo referente al consejo o
consentimiento del Colegio de Consultores y del Consejo económico (Sindicatura),
como en lo referente al monto de los mismos”120.
39° Nombramiento de laicos para jueces eclesiásticos (can. 1421§ 2)121
Can. 1421 § 2:
La Conferencia Episcopal puede permitir que también los laicos sean nombrados
jueces, uno de los cuales, en caso de necesidad, puede integrar el tribunal
colegiado.
Norma complementaria:
“Los laicos podrán ser nombrados jueces eclesiales según las normas de Derecho
Canónico”.
El CIC en el c. 1421 § 2: “La Conferencia Episcopal puede permitir que también los
laicos sean nombrados jueces, uno de los cuales, en caso de necesidad, puede integrar el
tribunal colegiado”. Otras conferencias episcopales tienen la norma redactada en
parecidos términos a la peruana, sólo la de Bolivia dice: “(Se recuerda) permitir que laicos
118
Según la Interpretación auténtica del 20 de mayo de 1989 las escuelas externas dependientes de los
institutos religiosos de derecho pontificio, dependen de los mismos Institutos y no del Obispo diocesano
(AAS 81 -1989- 991).
119
cf CONGREGACIÓN PARA LOS OBISPOS, Decreto de 16 de mayo de 1986 (Prot. 961/83). Esta
norma fue observada por la Congregación del Clero: “Sembra eccessiva la disposizione prevista. La Santa
Sede interviene quando supera la somma limite” (Prot. 176679/I de 19 de octubre de 1985).
120
Tener en cuenta los comentarios de la Norma anterior.
121
cf CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, Iglesia en el Perú, N° 141, febrero-marzo 1986, p. 6;
Documentos de la Conferencia Episcopal Peruana 1979-1989, Lima 1989, p. 296.
38
idóneos y peritos sean nombrados jueces para que puedan integrar el tribunal
colegiado”122.
Los comentaristas del CIC a propósito del parágrafo 2 del c. 1421 recuerdan que a los
posibles jueces laicos sí se les aplican las normas de jueces en general y deben tener las
mismas cualidades. Esas condiciones están expresadas en el 1421 § 3: buena fama y
doctores o al menos licenciados en derecho canónico. Los autores señalan que esta norma
tiene interpretación estricta según lo dicho en el canon 18 del CIC.
En el Comentario exegético al código de derecho canónico se señala que la Signatura
Apostólica no suele conceder la dispensa del título académico para que los laicos
desempeñen el cargo de juez 123 y menciona que excepcionalmente se concede esta
dispensa.
Me permitiría afirmar que en el caso boliviano sí podría darse el nombramiento de jueces
laicos sin el requerido título académico de doctor o licenciado en derecho académico
porque en la norma complementaria se dice “laicos idóneos y peritos”. En nuestro caso
está expresamente señalado que el nombramiento de laicos tiene que darse “según las
normas del Derecho Canónico”.
40° Sustitución del Tribunal colegiado por el de un solo Juez (can. 1425
§ 4)124
Can. 1425 § 4:
Si no es posible constituir tribunal colegial en el primer grado del juicio, la
Conferencia Episcopal puede permitir que, mientras dure esa imposibilidad, el
Obispo encomiende las causas a un único juez clérigo, el cual, donde sea posible, se
valga de la colaboración de un asesor y de un auditor.
Norma complementaria:
“Dado que con frecuencia no es posible constituir tribunal colegial en el primer
grado del juicio, principalmente por escasez de personas que reúnen los requisitos
para ser designados jueces eclesiásticos, la Conferencia Episcopal Peruana permite,
mientras dure la imposibilidad, que el Obispo diocesano encomiende la causa a un
juez clérigo, quien actuará conforme a derecho”.
La figura del juez único ha sido el recurso utilizado en diversas ocasiones para el Tribunal
interdiocesano de Lima y últimamente ha sido normado a través del Decreto Arzobispal de
24 de mayo de 1999, el cual está vigente hasta el 23 de mayo de 2006. En este Decreto se
encomienda a un juez único clérigo las causas contenciosas sobre el vínculo matrimonial.
Si se utiliza la solución del juez único, éste puede valerse de dos asesores clérigos o
laicos (c. 1424) o de la colaboración de un asesor y de un auditor como menciona el c.
1425 § 4.
El asesor y el auditor según dicen los cc. 1424 y 1428 § 2 pueden ser laicos y en estos
casos no se requiere título académico sino “vida íntegra” (c. 1424) o “destaquen por sus
buenas costumbres, prudencia y doctrina” (c. 1428 § 2).
122
CELAM, Código de Derecho Canónico. Edición bilingüe y anotada a cargo del Instituto Martín de
Azpilcueta, Eunsa, Ediciones Universidad de Navarra, S.A., Bogotá 2002, t. II, p. 1431.
123
VARIOS AUTORES, Comentario exegético al código de derecho canónico, EUNSA, 6ª edición,
Pamplona, 1996, tomo IV/I p. 785.
124
cf CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, Iglesia en el Perú, N° 141, febrero-marzo 1986, p. 6;
Documentos de la Conferencia Episcopal Peruana 1979-1989, Lima 1989, p. 296.
39
41° Departamento o Consejo mediador diocesano (c. 1733 §2)125
Can. 1733 § 2:
La Conferencia Episcopal puede ordenar que en cada diócesis se cree establemente
un departamento o un consejo, que, según las normas de la misma Conferencia,
tenga como función buscar y sugerir soluciones equitativas; y si la Conferencia no
adopta esa decisión, el Obispo puede establecer ese consejo o departamento.
Norma complementaria:
“La Conferencia Episcopal Peruana no adopta decisión al respecto”.
El código señala que siempre que un fiel o varios fieles juntamente se consideren
perjudicados por un decreto, pueden recurrir a tenor de los cc. 1733-1739.
Según el c. 1733 § 2 la Conferencia Episcopal puede ordenar que en cada diócesis se
constituya establemente un departamento o consejo, que tenga la función de buscar y
sugerir las soluciones equitativas. Se trata de un departamento o consejo de
conciliación.
La Conferencia Episcopal Peruana, en su Decreto de enero de 1986, se reservó de
momento el decidir sobre este asunto y ha dejado a cada Obispo la búsqueda de
instrumentos idóneos para componer controversias. De esta forma cada Obispo tiene la
plena libertad para establecer, si considera conveniente, estas instituciones en su
jurisdicción eclesiástica.
La función de esta institución sería de asesoramiento, que se manifiesta en la búsqueda
de soluciones equitativas a las partes, quienes deben aceptarlas y someterse a ellas de
mutuo acuerdo.
En caso de que un Obispo instituya este departamento o consejo deberá fijar en unos
estatutos el carácter, procedencia y condiciones de los miembros, además de la
prudencia necesaria que deben tener esas personas según lo expuesto en el parágrafo 1
del canon 1733.
2. Normas complementarias que faltarían legislar
Al revisar la legislación complementaria de otras Conferencias Episcopales
encontramos que éstas han dado otras normas, sobre las cuales no existe obligación de
promulgarlas.
Se encuentran normas sobre la Remuneración de los clérigos (c. 281 § 1). Lo expresado
en el parágrafo 2 sobre la asistencia social de los clérigos se cumple ampliamente con
todo el sistema previsto a través del Solidaridad Sacerdotal Santa Rosa, que año a año se
va consolidando. En esta misma línea algunas conferencias (p.e. las de Bolivia y
Ecuador) han legislado sobre la Digna sustentación del Obispo dimisionario (c. 402 §
2).
Sobre la Iglesia en los medios audiovisuales de comunicación social (c. 772 § 2)
algunas conferencias han precisado la intervención de los sacerdotes en esos medios de
comunicación masiva. Otras han dado normas sobre la participación en los periódicos
de alcance nacional (p.e. las Bolivia, Colombia, Ecuador, España y Venezuela).
125
cf CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, Iglesia en el Perú, N° 141, febrero-marzo 1986, p. 6;
Documentos de la Conferencia Episcopal Peruana 1979-1989, Lima 1989, p. 296.
40
En algunas Conferencias encontramos normas sobre la edición de un Catecismo
Nacional (c. 775 § 2). Aún no se ha concretado la edición de un catecismo de esta
naturaleza, pero sí existen catecismos menores elaborados por el Arzobispado
Castrense, la Diócesis de Abancay, la Prelatura de Huari y la Prelatura de Yauyos.
Asimismo en alguna Conferencia se encuentran normas sobre la Aprobación de libros
de texto de religión (c. 827 § 2). En el caso del Perú la Oficina Nacional de Educación
Católica (ONDEC) ha autorizado la publicación de los textos de religión, previa
revisión, corrección y aprobación por el equipo técnico pedagógico de la ONDEC.
Es interesante resaltar que algunas Conferencias Episcopales han dado normas en
relación a la Lista de censores (c. 830 § 1), los cuales son designados por la respectiva
Comisión Episcopal para al Doctrina de la Fe, de acuerdo con la Comisión Episcopal de
Educación. Estos censores están a disposición tanto de la Conferencia Episcopal como
de las curias diocesanas.
Algunas Conferencias han dado normas sobre la intervención de los Clérigos y
religiosos en los medios de audiovisuales de comunicación (c. 831 § 2). Juntamente con
la debida autorización del Ordinario del lugar y si se trata de un religioso de la del
Superior, los clérigos o miembros de un Instituto de Vida Consagrada han de destacar
por su recta doctrina y por el testimonio de su vida cristiana y han de gozar de la debida
idoneidad científica y pedagógica.
Otras normas que se encuentran en diversas Conferencias Episcopales tienen que ver
con la Traducción y edición de libros litúrgicos (c. 838 § 3); la Celebración,
administración y recepción lícita de los Sacramentos (cc. 841; 851, 1°); de la misma
manera sobre la Administración de sacramentos a cristianos no católicos (c. 844 § 4);
sobre las Absoluciones colectivas (c. 961 § 2); también concerniente a la Edad para el
presbiterado y diaconado (c. 1031 § 3); igualmente sobre las Limosnas (c. 1265 § 2);
del mismo modo relacionado a la Previsión social a favor del clero (c. 1274)126; de
igual forma sobre la Destinación de las rentas de las fundaciones (c. 1284 § 2, 4);
también referente al Proceso documental (cc. 1286-1288); también sobre la
Organización de los tribunales de primera y segunda instancia (c. 1439 § 2); y la
Conferencia Episcopal de Colombia ha legislado referente al Vestido para las
celebraciones litúrgicas (cf. IGMR N° 297).
Sería conveniente por parte de la Conferencia Episcopal Peruana la revisión y
actualización de los Estatutos de la Oficina Nacional de Educación Católica que datan
del 26 de enero de 1956. Igualmente convendría revisar las Normas para la inscripción
supletoria y rectificación de partidas eclesiásticas, texto que fue aprobado por la
Asamblea General del Episcopado Peruano el 16 de mayo de 1978.
3. La formación canónica en los seminarios del Perú
En los Seminarios diocesanos del Perú y en los centros de formación sacerdotal de los
religiosos peruanos el estudio del derecho de la Iglesia no lo han asumido con el debido
interés que esta materia merece. En algunos casos la enseñanza ha estado a cargo de
personas que no han contado con la preparación adecuada en una facultad de derecho
canónico. Llegan al Tribunal interdiocesano de Lima diversas consultas de sacerdotes,
diocesanos o regulares, sobre materias básicas de la legislación canónica o muchas que
tienen relación con las normas complementarias al Código de Derecho Canónico.
Asimismo queda comprobado que en materia de legislación canónica matrimonial
126
Este tema se cumple con lo previsto en la Solidaridad Sacerdotal Santa Rosa.
41
existe un gran olvido y descuido. Esta situación crítica debería llevar a los directores de
estudios de los seminarios peruanos a buscar que los estudios canónicos recobren la
importancia que merecen.
4. Un departamento de Derecho Canónico en el Perú
Por lo expuesto en este trabajo se ve claramente la necesidad de la erección de un
Departamento de Derecho Canónico. Pienso que el lugar para su funcionamiento podría
ser la Facultad de Teología de Lima. Conviene recordar que conforme lo reconoce el
Decreto-Ley N° 1809 de 25 de noviembre de 1969 la Facultad está jurídicamente
habilitada para otorgar grados y títulos en Derecho Canónico 127. Asunto que también se
menciona en la Ley N° 23733, Nueva Ley Universitaria128. La legislación civil vigente
reconoce esta concesión porque, conforme lo dice expresamente en uno de los
considerandos del mencionado Decreto-Ley, la Facultad es la más antigua de América y
viene funcionando sin interrupción desde 1551. Asimismo conviene recordar que desde
sus orígenes en la antigua Universidad Mayor de San Marcos se instituyeron las
cátedras de Teología, Filosofía, Sagrada Escritura, Derecho Canónico, Leyes, entre
otras129.
Para hacer posible la enseñanza de Derecho Canónico en la Facultad de Lima tendría
que contarse con suficiente número de docentes de la especialidad, doctores y
licenciados, que en el presente son muy escasos. Hoy, sin embargo, es posible contar
con profesores visitantes venidos de Europa que durante la vacatio lectivae podrían
dedicarse a la enseñanza del Derecho Canónico en Lima, asimismo podríamos contar
con profesores de otros centros de enseñanza del Derecho Canónico en esta parte del
continente130.
Es importante destacar que recientemente la Congregación para la Doctrina Católica ha
puesto de relieve y en primer plano la enseñanza del Derecho Canónico en la Iglesia; y
ha establecido la renovación del orden de los estudios en las Facultades de Derecho
Canónico131.
“Otorgar grados y títulos en teología y en Derecho Canónico” (art. 2° del Decreto-Ley N° 18009).
“La Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima se gobierna por su propio Estatuto: tiene la
autonomía y derechos de las Universidades y otorga los grados y títulos de Bachiller, Licenciado y Doctor
en Teología y en Derecho Canónico” (Ley N° 23733, art. 98).
129
ALVÁREZ PERCA, Guillermo, O.P., Orígenes de los estudios superiores en Lima, en RTLi, vol.
XXXII – N° 1/2 (1998), pp. 179-188.
130
Facultad de Derecho Canónico “Santo Toribio de Mogrovejo” de la Pontificia Universidad Católica
Argentina “Santa María de los Buenos Aires” y otras que funcionan en Bogotá, Sao Paulo y México.
131
CONGREGACIÓN PARA LA EDUCACIÓN CATÓLICA, Decreto con el que se renueva el orden
de los estudios en las Facultades de derecho canónico, Roma 2 de setiembre de 2002.
127
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