El acuerdo preventivo extrajudicial introducido en nuestra

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El acuerdo preventivo extrajudicial introducido en nuestra legislación concursal
Argeri, Saúl A.
Voces
CONCURSO PREVENTIVO ~ LEY DE CONCURSOS Y QUIEBRAS ~ QUIEBRA
Título: El acuerdo preventivo extrajudicial introducido en nuestra legislación
concursal
Autor: Argeri, Saúl A.
Publicado en: LA LEY 1984-A, 787
Sumario: SUMARIO: I. Generalidades.- II. Diversos arreglos entre deudor y
acreedores. - III. El acuerdo preventivo extrajudicial.
-------------------------------------------------------------------------------I. Generalidades
La función trascendente de la labor legisferante al dictar la normativa legal es
asegurar el orden jurídico justo, estructurado sobre los principios sociales,
económicos, políticos y morales de determinada sociedad (1).
Para cumplir ese objetivo, el legislador debe adecuar su quehacer, no sólo a las
pautas que le señala la política legislativa, si que también instrumentarla
mediante la aplicativa de principios propios a la técnica legislativa. Dicho en otros
términos, la materialización de todo dispositivo legal nace con el conocimiento de
los motivos que ponen en movimiento la actividad legisferante y se sigue por el
dictado de la norma. Esta deriva del dinamismo del pensamiento político, ínterin
que la norma, que concreta en su contenido el pensamiento jurídico, deliberado y
consciente y que traduce la representación de la voluntad preponderante de una
multitud organizada y asociada (2), endereza a satisfacer intereses colectivos
incluidos en los propósitos que hacen a las finalidades del Estado.
El "iter" del pensamiento de esa actividad legislativa no se manifiesta en forma
espontánea, sino, cual ocurre con otras manifestaciones de la voluntad del
individuo es producto y consecuencia de momentos sucesivos operativos. Nace
con la ideación, que asienta en el conocimiento o intuición mediante el estudio o
la percepción de necesidades colectivas; posteriormente se va Conformando la
idea, lo cual importa elaborar la solución de la problemática mentando las
necesidades sentidas, se busca los medios de obtenerla y el perfeccionamiento de
su instrumentación; y por fin, una vez conocido y afirmado el ejercicio dinámico
de la decisión a través de la operatividad, se llega a la expresión escrita, la que
requiere afinado tecnicismo.
Esto último no se agota en la búsqueda de vocablos jurídicamente precisos,
adecuada expresión gramatical, generalización en los conceptos, síntesis en el
contenido, sino se amplía y necesariamente debe complementarse, en estrecha
coordinación, con el conjunto total normativo jurídico-legal (3). Precisamente por
ello es que el summun de la ciencia jurídica y de la actividad del legislador es la
interpretación de las necesidades reales de la vida y su satisfacción. Ciencia
jurídica que hace primordialmente, como decían los antiguos romanos, a la guía y
sugerencias de lo justo y socialmente útil y a la interpretación valorativa de lo
justo y oportuno para la convivencia social, lo cual hace a la labor del políticolegislador.
El derecho, dimensión esencial de la vida intersubjetiva social, creado y
organizado por el legislador, es medido en su genialidad, no por la formulación de
principios abstractos, teóricos, sino en base a realidades, a la satisfacción de las
necesidades de la generalidad; a la materialización del sentido unitario del
ordenamiento que no se cumple a través de un conjunto de agregados traídos por
la acumulación de normas casuísticas, sino a través de un conjunto de normas
básicas estructurales que las más de las veces no están formuladas de manera
expresa; y fundamentalmente en función de lo justo y socialmente útil.
Cuando so color de atender razones de orden circunstancial o esencialmente
teóricas o se utiliza el quehacer legislativo para solucionar problemas de orden
económico-financiero, esquivando la aplicación de las leyes comunes, dictándose
normas que contradicen la lógica del pensamiento jurídico-legal, agraviando con
ello lo que es justo, ese absurdo no lesiona la lógica del pensamiento jurídico, ni
los principios que iluminan la política legislativa. Se lesiona la justicia objetiva del
ordenamiento jurídico.
Así sucede cuando se estima, en la época en que vivimos (4), que las cuestiones
vinculadas con las empresas en estado de cesación de pagos o enfrentadas a
iliquidez, que la solución a sus problemas sólo afecta intereses privados, pese a
que las implicaciones de la cuestión gravitan sobre lo económico-financiero-social,
es decir sobre los intereses públicos de la economía crediticia (5); cuando so color
de dar solución a cuestiones anormales derivadas de excesos en la administración
de las empresas o de consecuencias traídas por una actividad gerencial deficiente
o extraviada en su funcionalidad, se elude aplicar sanciones previstas por el
ordenamiento utilizando la actividad legislativa irregularmente.
Precisamente por eso, frente a una nueva norma positiva, como la referida a las
modificaciones introducidas a la ley concursal, resulta lícito confrontarla con los
principios que conforman la estimativa jurídica a la luz del dogmatismo. Porque la
sola presencia de una norma positiva no implica por sí mismo la justificación de su
contenido cuando ella no se adecua a las nociones que venimos señalando.
II. Diversos arreglos entre deudor y acreedores
Es sabido que el estado de cesación de pagos implica la impotencia de un
patrimonio para hacer frente de manera regular y normal a las obligaciones que lo
gravan (6); estado ése que se produce en lapsos generalmente extensos en la vida
empresaria y que se denomina período de sospecha (7), y que se traduce
mediante hechos reveladores (8).
Durante ese tiempo, el deudor, que por razones insertas en la mente humana
cree poder superar sus dificultades que lo aquejan y hallar los medios para lograr
la estabilidad económico-financiera empresaria, trata de encontrar los medios
destinados para ello (9). Trata de evitar el fracaso en sus negocios y
simultáneamente eludir las sanciones de todo orden que incidirán sobre su
persona y sus bienes (10).
No es decir nada nuevo el expresar que se haya utilizado para conseguir ese
objetivo distintos procedimientos, muchos de los cuales, naturalmente, provienen
de Roma. Entre otros: a) la obtención de moratorias (11) que por principio
importa la dilación legítima en el pago de las obligaciones, concedida al deudor,
evitándole el apremio en el cumplimiento de ellas (12); b) la adjudicación de
bienes, que también era conocida en Roma (13), y que fue introducida en nuestra
legislación a través del Código de Comercio de 1889 (14) y mantenida en su
virtualidad imperativa por la ley 4156 del año 1902 (Adla, 1889-1919, 564), que
establecía, a sola voluntad unilateral de los acreedores adjudicarse los bienes del
deudor; instituto este que, por los abusos, quedó derogado por la ley 11.719
(Adla, 1920-1940, 325); c) el concordato preventivo, mediante el cual,
garantizándose a los acreedores concurrentes seriedad, regularidad y legalidad
(15) se evita al deudor desgraciado y de buena fe las consecuencias que apareja la
declaración de quiebra (16) otorgándole una quita, una espera o ambas cosas a la
vez. E incluso, por la ley concursal, llegándose a un arreglo con los acreedores
mediante la "solutio" de ceder los bienes a ellos.
Además de estos procedimientos, la doctrina ha conocido y algunas legislaciones
lo han regulado, el denominado concordato o acuerdo preconcursal extrajudicial,
cuyo análisis, en relación a su introducción, mecanismo, virtudes y defectos según
la ley numero 22.917 (Adla, SE 11/83, p. 1631) modificatoria y ampliatoria de la
ley concursal vigente numero 19.551 (Adla, XXXII-B, 1836), pasamos a efectuar.
III. El acuerdo preventivo extrajudicial
1.- Principios generales. Esta clase de arreglo, denominado también acuerdo
preconcursal, ha sido definido (17) como aquel que, una vez obtenidas
privadamente las mayorías prescriptas por la ley, se somete en definitiva al
conocimiento del Juzgado para su aprobación o rechazo.
Pese a esa definición, emergente del contenido de la legislación positiva
uruguaya, ella no coincide, en absoluto, con su sustancia en relación a otros
dispositivos similares y aun doctrinarios.
El motivo reside, fundamentalmente, en tratarse de cuestión en que prevalecen
los intereses privados anudados mediante normas sustanciales derivadas de la
voluntad contractual, lo cual importa decir (18) que por la heterogeneidad de
circunstancias fácticas de signos dispares se hace imposible efectuar su
sistematización (19). E incluso, no concurren elementos comunes coagulantes
determinativos de unidad en su estructura interna.
Adviértase, por ejemplo, que para algunos (20), si surge insolvencia, los arreglos,
de naturaleza plurilateral, llevan por causa evitar la declaración de quiebra, por lo
que es menester el consenso total de los acreedores, así como el mantenimiento
de una misma condición jurídica igualitaria; para otros (21) no es requerible
cumplir con la "pars conditio creditoris", sin perjuicio de que si para conseguirse la
adhesión de un acreedor, se vicia su consentimiento, son de aplicación las normas
que hacen a la invalidez de los actos jurídicos.
2.- El acuerdo preventivo extrajudicial incorporado a nuestra legislación. A, La ley
22.917 ha incorporado a nuestro ordenamiento legal (arts. 125-I y 125-II) y los
denominados "acuerdos preconcursales".
B. Conforme a las normas indicadas, el procedimiento, relatado sucintamente,
debe realizarse de la manera siguiente: a) se faculta al deudor para realizar un
acuerdo con todos o parte de sus acreedores mediante el cual se busca como
objetivo posibilitarle superar sus "dificultades económicas o financieras de
carácter general o su cesación de pagos"; b) el deudor y los acreedores pueden
convenir, igualmente, en someter o no el acuerdo, a la homologación judicial; c) si
se opta por derivarlo a la aprobación judicial, el juez ordena publicar edictos
citando a los acreedores interesados para que dentro del plazo no inferior a
veinte días deduzcan oposición; d) esa oposición sólo puede fundarse: 1. Interés
del acreedor en incorporarse al acuerdo, es decir no haber sido incluido en el
acuerdo. 2. Estimar inadecuada la solución para el deudor; e) si frente a esa
oposición no se ofrecen garantías, incluso de bienes de terceros, el juez designa
uno o más síndicos para que dictaminen sobre "la situación del deudor y
factibilidad de los planes previstos para el cumplimiento del acuerdo"; f) si no hay
oposición de acreedor o fuere denegada la impugnación por quien se hubiere
opuesto o se hubiere prestado la fianza, el juez pronuncia la homologación; g)
homologado el acuerdo no puede declararse la ineficacia de los actos celebrados
por el deudor, sino "cuando de los estudios realizados al momento de celebrarlos
o de otros elementos objetivos conocidos por los acreedores fuere indubitable
que mediante ellos o las medidas previstas como presupuestos para su
concreción, resultare imposible conseguir la superación de las dificultades o del
estado de cesación de pagos".
C. La dinámica del procedimiento que se incoa y la solución de las hipótesis
sustanciales y sus implicaciones que promueve la regulación legal, impone
expresar que, entre otras observaciones que merecen las nuevas disposiciones,
puede señalarse:
a) El objetivo legal, sin duda, es dar solución al problema de las dificultades
creadas a empresas financieras (lato sensu) que se habían apartado del
cumplimiento de las directivas técnicas del Banco Central de la República
Argentina e incidido en desequilibrios de orden económico-financiero (22) o que
por razones de mala administración llegaron a ese estado. Por la nueva ley queda
superado todo problema planteable por la responsabilidad (lato sensu) que cabría
a los directivos responsables de haber violado normas de orden público, lo cual
hace a la política económica bancaria (23).
b) el legislador ha incluido dos clases distintos de hechos: 1. Ocurrencia de
dificultades económicas o financieras de carácter general. 2. Cesación de pagos.
Estas dos distintas situaciones, motivo de regulación diversa en la legislación
comparada (24), en tanto una se reglamenta mediante la administración
controlada y la última mediante el acuerdo preventivo o la quiebra, sólo trae
perturbación en el tecnicismo concursal, con olvido de las enseñanzas de la
legislación comparada.
c) surge contradicción entre el tratamiento "acogedor" que debe cumplirse con el
acreedor extranjero, según indica la Exposición de Motivos cuando introduce el
nuevo art. 4º de la ley concursal, con las posibilidades que se le otorgan para
formular oposiciones. A no ser que se parta del supuesto de que esos acreedores
extranjeros sean quienes han tratado de llegar al arreglo con el deudor nacional o
se les haya hecho conocer el acuerdo mediante la noticia de otros acreedores.
d) se desconoce qué mecanismo procesal sustancial utilizará el acreedor que,
pretendiendo su incorporación en el acuerdo, estima encontrarse en presencia de
acreedores carentes de calidad legítima para invocar participación en los cobros.
No existe proceso verificatorio y por ende no hay posibilidad de control ni para los
acreedores ni para el juez en relación a la legitimidad de los créditos que se
invoquen.
e) el acreedor opositor al acuerdo, que ha quedado desplazado de su situación
crediticia y que por ende posee derecho legítimo de oposición, puede quedar
minimizado su crédito por la concurrencia de otros acreedores (carentes de esa
calidad), respecto a los cuales carece del derecho de contralor sobre el monto y
legitimidad del crédito pretendido. E incluso, el juez sólo puede fundar la no
homologación cuando el o los síndicos determinen ser la solución inadecuada
para el deudor y esa oposición derive de la petición de un acreedor impugnante.
f) se desconoce qué "acciones que estime pertinentes" puede deducir el acreedor
opositor al acuerdo cuando no se admite su oposición. Sus posibilidades de
contralor previo respecto a la contabilidad del deudor, en punto a regularidad y
verdad de los asientos, y por ende la legitimidad de los créditos de los coacreedores, le impondrán deducir acciones de nulidad del acto jurídico u accionar
en su caso, a su costa, en otras derivadas del ordenamiento. De allí a correr el
riesgo de ser condenado en costas y perder cantidades de dinero que pueden ser
superiores a su propio crédito. Máxime, cuando los pagos efectuados a otros
acreedores "solamente" (voz fuertemente restrictiva) carecerán de virtualidad
extintiva cuando de los estudios realizados al momento de celebrar el acuerdo "o
de otros elementos conocidos de los acreedores" (con lo cual se invierte el "onus
probandi" para el acreedor impugnante opositor), "indubitablemente" hubiere
resultado "imposible" (¿cuando, dentro del cuadro económico-financiero existe
imposibilidad para superar, no el estado de cesación de pagos, sino la
"¿liquidez"?) conseguir la superación de las dificultades o del estado de cesación
de pagos". Con esto se viola, no sólo la lógica jurídica, sino que se contraría el
ordenamiento: 1. porque se impone al acreedor probar que los otros acreedores
conocían ser imposible la superación de la solución propugnada, amén de tener
que probar que los co-acreedores no son legítimos; 2. Resultar irrelevante la
conducta del deudor que se encuentre en estado de cesación de pagos. Esto
último excusa que la nueva ley haya mentenido la norma del art. 236, inc. 13 de la
ley 19.551, que califica de culpable la conducta que dogmáticamente es
"fraudulenta", así como lo dispuesto por la misma ley última en relación a no fijar
término para la presentación en convocatoria ínterin la quiebra no haya sido
declarada (art. 10, ley 22.917) y la derogación del inc. 5º del art. 236
sustituyéndolo por demora "injustificada" en la presentación en concurso.
g) la regulación en comentario apunta a dar solución a problemas de grandes
empresas financieras, contradiciendo, especialmente, los principios legislativos y
doctrinarios modernos que entienden, uniformemente, que en estas cuestiones
se encuentra, vitalmente, interesado el orden público.
h) la nueva norma posibilita abusos. En tanto se cuestione la impugnación al
acuerdo, el deudor, en estado de cesación de pagos, pese a quedar interdicto,
puede continuar con la administración de sus bienes y perjudicar a todos los
acreedores.
i) indirectamente se admite que el acuerdo puede contener convenios singulares
desiguales, contrariando el principio concursal de ser esencial a estas situaciones
jurídicas su tenaz mantenimiento (25). Esto así porque el acreedor que pretenda
oponerse al acuerdo sólo puede invocar "estimar inadecuada la solución para el
deudor" (sic).
j) la función esencial de la homologación judicial que se refiere a la legitimidad y
conveniencia del acuerdo (26), desaparece. El juez actúa mecánicamente. Se
vuelve, así, a proteger los intereses privados entre deudor y acreedores,
olvidando que en los concursos es trascendente el tutelar los intereses del
comercio y la economía crediticia y asegurar la moral del comercio, todo a través
de principios justos y socialmente útiles a la comunidad.
(1) "Por debajo del Estado -dice Recaséns Siches, en 'Filosofía del Derecho', de DEL
VECCHIO, Giorgio, 'Estudios de Filosofía del derecho', t. I, p. 482, 3ª re-ed. 1946-,
como orden jurídico vigente, se da una realidad social que lo produce, lo
mantiene, lo reelabora y lo condiciona; una actividad cultural que tiene por
contenido los problemas de la convivencia social y que es lo que produce como
precipitado el sistema normativo del derecho vigente".
(2) Cfr. Recaséns Siches, ob. cit., t. I, ps. 395 y siguientes.
(3) RECASENS SICHES, ob. cit., t. I, p. 33, es claro en sus manifestaciones sobre el
particular: "Aunque una institución -dice- tenga dentro del orden jurídico cierto
carácter autónomo, no se halla desvinculada de todo el resto de las demás
instituciones, sino que, por el contrario, está articulada con las demás, integrando
el conjunto del orden jurídico vigente?en suma, es preciso integrarla en la
totalidad del orden jurídico vigente. Esta es la labor que se llama de
sistematización en el ordenamiento total".
(4) Cfr. TREVES, GIUSEPPINO, "El estado de bienestar en el estado de derecho", D.
T., 1959-XVIII-p. 5.
(5) LABRUSSE, "L'évolution du droit français de la faillite depuis le Code de
Commerce", en la obra "Faillites", dirigida por René Rodière, París, 1969.
(6) YADAROLA, Mauricio, "El concepto técnico-científico de la cesación de pagos",
J. A., t. 68, p. 89; FERNANDEZ, Raimundo L., "Fundamentos de la quiebra", Buenos
Aires, 1937, "passim".
(7) BONELLI, Augusto, "Dell fallimento, en el Commentario al Codice di Commercio
de Bensa-Bonelli-Brunetti etc.", t. I, y núm. 339, Ed. Vallardi. Milán, sin fecha;
MIRANDA VALVERDE, Trajano D., "Comentarios a lei de falencias", 3ª ed., Río-San
Pablo, 1962, t. I, núm. 115.
(8) Cfr. VITERBO, "Cesación de pagos", J. A., 69-sec. doc. 10; PROVINCIALI, RENZO,
"Tratado de derecho de quiebra", I, núm. 78, traducción española de Andrés Lup
Canaleta-José Romero de Tejeda, Barcelona, 1958.
(9) Cfr. GHIDINI, "Oggetto del concordato preventivo. Contenuto e natura del
decreto d'ammissione e della sentenza dì omologazione", Rivista del Diritto
Procesuale Civile, 1940-1-91.
(10) BONELLI, ob. cit. t. III, núm. 830.
(11) Su origen técnico-legislativo, se halla en Roma, en la época de Constantino,
quien la otorgaba como favor de príncipe; Posteriormente, fue proseguido por las
reglamentaciones dictadas por Graciano y Valentiniano, que exigían imposibilidad
momentánea de pago y otorgamiento de fianza; hasta llegar a la época de
Justiniano en que la moratoria sólo podía extenderse hasta cinco años previo el
acuerdo de la mayoría de los acreedores. España reguló el instituto, en las
Partidas (Ley 33, título 17, Partida 5) y en la Novísima Recopilación (ley 15, Título I,
Lib. V); Francia adopta el instituo (Ordenanzas de Colbert, del año 1673), lo mismo
que Holanda (ley del año 1814) y Portugal. En nuestro país se impuso por el
Código de Comercio de 1862 y más tarde por el del año 1889, exigiendo para su
procedencia acontecimientos extraordinarios, imprevistos o fuerza mayor, La ley
4156 la mantuvo pero por los abusos cometidos, se derogó.
(12) Cfr. NAVARRINI, Umberto, "La quiebra", núm. 2493, trad, y notas del español,
por Francisco Hernando Borondo, Madrid, 1943; BONELLI, ob. cit. t. III, nº 885;
ASCOLI, Prospero, "La moratoria ed il concordato preventivo", nº 1-19, Milán,
18%, trayendo amplia reseña histórica.
(13) RUIZ GUIÑAZU, Enrique, "La quiebra en el derecho comercial argentino", ps.
198 y sigts., ed. Buenos Aires, 1926.
(14) RUIZ GUIÑAZU, Enrique, ob. cit. ps. 29 y siguientes.
(15) BONELLI, ob. cit. t. III, núm. 855; CASTILLO, Ramón S. "La quiebra en el
derecho argentino", t. I, núm. 107, ed. 1940, PERCEROU, J. "Des faillites et
banqueroutes et des liquidations judiciaires", núms. 1278 y sigts., París, 1907.
(16) NAMUR, "Le Code de Commerce belge", t. III, núm. 2218, 2ª ed. Bruselas,
1884; BONELLI, ob. cit. t. III, núm. 855; BOLAFFIO-LEONE, "Del concordato
preventivo y del procedimiento de las pequeñas quiebras" (ley del 24 de marzo de
1903, núm. 197), trad. Sentís Melendo-Rodríguez Aymé, con notas de
Fontanarrosa.
(17) SCARANO, Emilio, "El concordato preventivo extrajudicial", núm. 52,
Montevideo, 1937. La Corte de Apelación de Milano, citado por AZZOLINA,
Umberto, "Il fallimento e le altre procedure concorsuali", t. III, núm. 795, 2ª ed.
1961, nota 1, dice que "il concordato amichevole stragiudiziale risulta del
complesso dei contratti stipulati singolarmente dai vari creditori col comune
debitore uniti dal vincolo comme che deriva dalla comune intenzione di evitare il
fallimento".
(18) Cfr. SACARNO, ob. cit. ps. 73 y 107 señalando que el acuerdo preventivo
extrajudicial se desarrolla "fuera de la intervención judicial", en tanto son "los
acreedores árbitros de aquella solución".
(19) CAVO, Enrico, voz Concordato (Diritto Commerciale), Tit. I, núms. 5 y sigts.,
en Il Digesto Italiano, señala que "la maggior parte dei codici vigenti non si occupa
del concordato amichevole, ed è bene, perche esso rientra perfettamente nel
campo delle libere contrattazioni private". AZZOLINA, ob., cit., t. III, nº793 señala
que los acuerdos extrajudiciales preventivos "non infrequenti nella prassi
commerciale, vengono per solito inquadrati dalla dottrina sotto la figura unitaria
del cosidetto concordato stragiudiziale, ma è bene avvertire subito che questo
criterio non ha un fondamento scientifico ed è frutto della grande confusione
d'idee que regna nella materia". Y citando a Bolaffio. transcribe sus expresiones:
"è un equivo contrapporre al concordato -che dovendo concludersi in giudizio è
sempre giudiziale - un sedicente concordato stragiudiziale, mera creazione
dogmatica senza riscontro nella legge".
(20) Cfr. PROVINCIALI, Renzo, Voz Concordato stragiudiziale, en Novissimo Digesto
Italiano, nº 1 y 3, en especial, donde expresa que la fragilidad natural de esta clase
de concordatos tiene por base la expectativa de obtener unanimidad de los
acreedores efectivamente existentes.
(21) AZZOLINA, Umberto, ob. cit. t. III, núm. 796; BONELLI, ob. cit. t. III, núm. 717 y
nota 2, en igual posición, aunque señala que si el tratamiento desigual es el
resultado de "acuerdos secretos" con algún acreedor, es de aplicación la
legislación común.
(22) Cfr. RADKIEVICH, Oscar S. "Concurso extrajudicial preventivo: ¿los Clubs de
Bancos son lícitos o ilícitos?, Rev. LA LEY, t. 1983-B, p. 932.
(23) La cuestión entronca con la defensa y promoción de los intereses comunes
económicos de la comunidad, según señala MARIENHOFF, Miguel S. "Tratado de
Derecho Administrativo", t. IV, núm. 1522, p. 522), que se proyecta sobre el
control técnico-financiero de las entidades financieras (VILLEGAS, Carlos Gilberto,
"El poder de Policía financiero del Banco Central", en Revista del Derecho
Comercial y de las Obligaciones, p 264, Buenos Aires, año 1977), en tanto la
actividad empresaria financiera-bancaria muestra en su funcionamiento
recortados perfiles de interés público (Cfr. BELLI, F. "Legge bancaria e politica del
credito", en Revista Impresa, ambiente y pubblica amministrazione, t. I, p. 529;
Ed. Giuffre, 1975; MARTORANO. F. "Controllo amministrativo e giudiziario sulla
gestione delle aziende di credito", en Rivista Bancaria, publicación de la
Asociación bancaria italiana, 1978, p. 486, sobre la necesidad de controles;
ALAGNA, S., "Note in tema di regolamento del credito e del risparmio e di statuto
dell'impresa bancaria", en Rivista Vita Notariale, p. 609, 1978).
(24) ARGERI, Saúl A., "La quiebra y demás procesos concursales", t. I, p. 167, 2ª
ed. 1978, Cfr. GARRIGUES, Joaquín, "Dictamen sobre la quiebra de Barcelona
Traction, Ligth and Power Cº Ltd.", p. 14, Madrid, 1956, FERRI, Giuseppe,
"Insolvenza e tempora-rea difficoltà", Rivista Diritto Commerciale, 1964-I, p. 445;
DE BENITO, Lorenzo J. "La doctrina española de la quiebra", Madrid. 1938;
PICELLA-POTENZA, "Disciplina del fallimento, del concordato preventivo, dell
amministrazione controllata e della liquidaziones coatta amministrativa", p. 195,
Milano. 1942; BONELLI, ob. cit. t. I, núm. 44.
(25) VASSEUR, "L'égalité entre les créanciers chiro-graphaires dans la faillite",
Paris, 1949.
(26) CARNELUTTI, Francesco, "Sui poteri del tribunale in sede di omologazione del
concordato preventivo", Rivista Diritto Procesuale Civile, 1924-II, p. 61; ARGERI,
Saúl A., "Pautas de aplicación regulatorias de la homologación del concordato",
Rev. LA LEY, t. 1979-B, p. 1167 y citas allí mencionadas.
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