12.3. Isabel II (1843-1868): el reinado efectivo.

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12.1 C) ISABEL II (1843‐1868): EL REINADO EFECTIVO 1. La Década Moderada (1844 – 1854) 2. El Bienio Progresista (1854 – 1856) 3. Última fase del reinado de Isabel II (1856 – 1868) Isabel II comenzó su reinado en 1843, con sólo 13 años. Poco después, en 1846, se casó con su primo Francisco Asís de Borbón. Fue un matrimonio de conveniencia debido a las presiones de Gran Bretaña y de Francia. Pero este matrimonio fue un fracaso ya que ambos se odiaban y las infidelidades de la reina provocaron muchos conflictos entre los cónyuges. La reina Isabel era una mujer obesa, piadosa, extrovertida, pero carente de la madurez y de la formación necesaria cuando asumió el trono a una edad tan temprana. 1. LA DÉCADA MODERADA (1844 – 1854). Durante la mayor parte del reinado de Isabel II los liberales moderados lograron hacerse con el poder. La reina confiaba en el gobierno moderado y nunca eligió a los progresistas para la formación del gobierno. Debido a esto, los progresistas, al verse excluidos del poder optaron por el recurrir a procedimientos violentos para forzar a Isabel II a entregarles el gobierno. Así pues, el partido moderado permaneció en el gobierno de manera ininterrumpida entre 1844 y 1854. Como presidente del gobierno se nombró al general Ramón María Narváez, jefe del Partido Moderado. Este periodo se caracteriza por una aparente estabilidad, sin que se produjeran conflictos internos de importancia. Durante esta etapa los moderados realizan una serie de reformas: 1. Elaboración y aprobación de una Constitución en 1845. Aunque fue presentada como una reforma para mejorar la Constitución de 1837, en realidad se trataba de un texto nuevo, claramente moderado, que excluía toda pretensión de pacto con los progresistas. Se negaba que la soberanía nacional residiera en el pueblo y se afirmaba que dicha soberanía era dual, compartida entre el rey y las Cortes, que representaban al pueblo. Las reformas políticas más importante fueron la supresión de las limitaciones de los poderes del rey ‐de la reina, en este caso‐ y el aumento de sus poderes, con la consiguiente pérdida de autonomía de las Cortes. En conjunto, la Constitución de 1845 despertó pocos entusiasmos, porque, si bien los progresistas se opusieron a ella de inmediato, algunos moderados consideraron que esta medida era insuficiente y que había que restringir aún más el poder de las Cortes. 2. Se suprime la Milicia Nacional, para acabar con la fuerza de los progresistas 3. Creación de la Guardia Civil, con la función de mantener el orden público, proteger a las personas, defender las propiedades, lucha contra el bandolerismo y represión de revueltas sociales. 4. Se prohíbe la Libertad de Imprenta. El gobierno moderado controlará la imprenta y la prensa. 5. Aprobación de una nueva Ley de Ayuntamientos. Se decreta que el gobierno nombrara a los alcaldes entre los concejales elegidos previamente por los vecinos de cada municipio a través de un sufragio muy restringido. Con esta ley el gobierno pudo controlar mejor la vida municipal con la intención de evitar insurrecciones locales. 6. Reforma del sistema fiscal, para aumentar la recaudación de impuestos (impuestos directos e indirectos), 7. Modificación de la ley electoral, para hacer más restringido el sufragio. Sólo podían votar 97.000 hombres (0,8 % de la población) 8. Se firma el Concordato de 1851, por el cual el Estado reconoció a la Iglesia Católica como la única y verdadera y su derecho a tener bienes. Se paralizó la desamortización aunque no se devolvieron las tierras desamortizadas. Se cede al clero el control de la enseñanza. 9. Se crea un sistema de enseñanza pública que regulaba los tres niveles de enseñanza (elemental, secundaria y universitaria). Además, se estableció una enseñanza primaria pública gratuita y obligatoria, aunque no se pudo aplicar esta reforma ya que el Estado carecía de recursos económicos. A finales del siglo XIX el 60% de la población era analfabeta. La mayoría de los niños escolarizados estaban en centros privados católicos. Durante este periodo de gobierno moderado se inicia la Segunda Guerra Carlista (1846 – 1849). El pretendiente a ocupar el trono en esta ocasión era Carlos VI, hijo de Carlos María Isidro. Esta guerra no tuvo ni la violencia ni el impacto de la primera. La causa del resurgimiento del conflicto fue el fracaso de la planeada boda entre el pretendiente carlista Carlos VI e Isabel II, lo que hubiera resuelto el conflicto dinástico. Este conflicto se desarrolló sobre todo en el campo catalán, hubo también episodios aislados en otras zonas. El conflicto finaliza con la derrota de los carlistas y el matrimonio endogámico entre Isabel y su primo Francisco de Asís. EL BIENIO PROGRESISTA (1854 – 1856) En 1854 aumentó el descontento social debido al aumento de los precios, el desempleo y la corrupción política. Este contexto va a ser aprovechado por los progresistas para subir al poder ayudados por algunos sublevados moderados. Se produce un levantamiento en Vicalvaro (Vicalvarada) de 2000 soldados que contaron con el apoyo popular que provocaron diversos alborotos. Debido a este levantamiento y a la revuelta urbana, Isabel II se vio obligada a entregar el gobierno nuevamente a Espartero y O´Donnell,(que fundó un nuevo partido, la UNIÓN LIBERAL, una especie de partido de centro entre moderados y progresistas) fue nombrado ministro de guerra. Los progresistas sólo estarán en el poder durante dos años. Los sublevados moderados redactaron el famoso Manifiesto de Manzanares (1854), 1que recogía ciertas reivindicaciones progresistas (libertad de imprenta, restauración de la Milicia Nacional, etc.). La acción más notable de los progresistas fue la desamortización municipal dirigida por Pascual Madoz que pretendía aumentar los ingresos de la Hacienda y modernizar España, ya que gran parte de los ingresos fueron invertidos en la construcción de una red de ferrocarriles que ayudara al crecimiento industrial del país. Además en este periodo se preparó una nueva Constitución (1856) que no llegó a ser promulgada y una serie de reformas económicas para impulsar el desarrollo del país. Pero estas medidas no remediaron las crisis de subsistencias, el desempleo, las huelgas por lo que continuaron los motines callejeros y las primeras huelgas obreras que pedían mejoras laborales. En esta situación, Espartero dimitió de su cargo y la reina dio el gobierno a O´Donnell que reprimió a los progresistas y facilitó el regreso de los moderados al poder. El general Narváez recupero el gobierno en 1856. ÚLTIMA FASE DEL REINADO DE ISABEL II (1856 – 1868) 1
Fue elaborado por Cánovas del Castillo. En este manifiesto, los moderados puritanos pidieron el cese de la camarilla que rodeaba a la reina, la rebaja de los impuestos, nuevas leyes electorales y libertad de imprenta. Los moderados puritanos eran el grupo situado a la izquierda del partido moderado que pretendía el entendimiento con los progresistas. En la última fase del reinado de Isabel II se van a alternar en el gobierno los moderados dirigidos por Narváez y los de la Unión Liberal dirigidos por O´Donnell. Pero el favoritismo de la Corona hacia los moderados y la marginación de los progresistas condujeron al fin del sistema político isabelino. Va a existir una estabilidad hasta 1863. Tras la dimisión de Espartero, O´Donnell asumió la presidencia del gobierno con su partido “La Unión Liberal” y presentó los objetivos principales de su gobierno: 1. Consolidación de la monarquía constitucional. 2. Respeto a los derechos y las libertades 3. Restablecimiento del orden público 4. Conciliar las tendencias moderadas y progresistas. Restablecido el orden público, en su gobierno se va a reponer la Constitución de 1845 con un acta adicional que reconocía alguno de los principios progresistas. Este gobierno fue breve y pronto volvió Narváez al gobierno suprimiendo el acta adicional y poniendo fin a las desamortizaciones municipales. Se vuelve pues a un moderantismo puro. Una nueva oportunidad para la Unión Liberal fue el periodo 1858‐1863, conocido como “gobierno largo”, periodo en el que fue posible que un partido formado por diversas tendencias y sin programa político fue posible por la desaparición del partido progresista en 1856 y por el desgaste de los moderados. El gobierno unionista ejerció una política centrada en el impulso de las obras públicas y de las inversiones en sectores en desarrollo (ferrocarril, minas, banca). Fueron años de expansión económica en los que España se incorporó al lado de Francia a la carrera por reconstruir un imperio colonial. La guerra de Marruecos (1859‐1861), con escasos logros territoriales pero de notable exaltación "patriótica", junto con sendas expediciones a México e Indochina, dieron cierto prestigio al Gobierno. En estas aventuras adquirió un gran reconocimiento el general Prim, que demostró sus dotes militares y posteriormente dirigirá el partido progresista. En 1863 se produjo la caída de O´Donnell . Tras su dimisión en 1863 se rompe la estabilidad política y se sucedieron diversos gobiernos de corta duración, marginando a los progresistas y empujándolos a la oposición violenta al régimen. En 1864 vuelve Narváez al gobierno y con él vuelve la política conservadora y la represión de las libertades públicas hasta su muerte en 1868: clausuró la prensa crítica con el gobierno, suspendió la actividad de las Cortes, entre otras medidas. Su sucesor, González Bravo, destacó por su mayor conservadurismo. Ante la imposibilidad de los moderados de responder a las demandas sociales y de participación política de los ciudadanos se produjo el descrédito de los moderados y del reinado de Isabel II. A este malestar social se le unió una serie de crisis industrial, financiera y de subsistencia en 1866. En este contexto, en 1866 tuvo lugar la sublevación de los sargentos en el cuartel de San Gil que contó con el apoyo de los progresistas y con el apoyo popular en Madrid. El gobierno realizó una dura represión con 66 fusilados y más de 1000 prisioneros. Debido a esto, parte de los unionistas se pusieron en contra de los moderados y se acercaron a los progresistas. Tras esto O´Donnell se exilia a Gran Bretaña. LA REVOLUCIÓN GLORIOSA. El sistema isabelino entra en crisis a causa de factores económicos y políticos:  Factores económicos: A partir de 1866 España entra en crisis económica, financiera e industrial. Se pone fin al crecimiento económico de años anteriores y aumentó el malestar social. Esto se vio agravado por una serie de malas cosechas y la consiguiente subida de los precios.  Factores políticos: Los progresistas estaban vetados y los unionistas se separaron de los moderados tras la sublevación de los sargentos en el cuartel de San Gil y se acercaron a los progresistas. Además, los casos de corrupción del gobierno moderado generaron la crítica del pueblo y de la oposición. El aislamiento de la monarquía, respaldada únicamente por la alta burguesía, la nobleza y el ejército, llevó a los partidos opositores a la firma de un acuerdo para destronar a la reina, pacto al que también se unieron los unionistas tras la muerte de O´Donnell. Por todo ello en 1866 la oposición firmo el Pacto de Ostende (progresistas, demócratas y unionistas) en el que se comprometían a acabar con el régimen isabelino y construir un nuevo orden ‐ monarquía o república ‐. Esta decisión se dejaba en manos de de unas Cortes Constituyentes que serían elegidas por sufragio universal tras el triunfo de la insurrección. Desarrollo de la Revolución de 1868. La preparación del derrocamiento de Isabel II y el cambio de régimen fue obra de las élites militares, políticas, intelectuales y económicas descontentas con un régimen conservador agotado política y económicamente. La revolución de septiembre de 1868, conocida también como la Gloriosa, comenzó con un clásico pronunciamiento militar. El levantamiento fue dirigido por los generales Prim (progresista) y Serrano (unionista) y en la mañana del 18 de septiembre se sublevó la marina en Cádiz, al mando del almirante Topete. Gracias al apoyo popular, la revolución triunfó si apenas derramamiento de sangre. Los militares sublevados dieron un manifiesto titulado “España con honra”, en el que exponían las razones del levantamiento: expulsar del trono a la reina Isabel II, establecer un gobierno provisional que representase a todas las fuerzas políticas excluidas del poder, y la regeneración política del país mediante la convocatoria de Cortes constituyentes elegidas por sufragio universal masculino. La participación popular convirtió el pronunciamiento militar en un movimiento revolucionario que aspiraba a profundas reformas sociales. Los revolucionarios pronto se organizaron en Juntas revolucionarias de carácter civil en las principales ciudades. La respuesta de Isabel II fue enviar las tropas leales al mando de general Novaliche, derrotadas por los sublevados al mando del general Serrano. El día 30 de septiembre, Isabel II, de vacaciones en San Sebastián, abandonaba España. Tras esto, los sublevados piden a la Junta Revolucionaria de Madrid que se nombre un gobierno provisional de carácter centrista. El General Serrano fue proclamado regente y el general Prim presidente del gobierno provisional. Tras esto, se disolvieron las Juntas y se desarmó a la Milicia Nacional. Tras esto entramos en el periodo del Sexenio Democrático (1868‐1874) MANIFIESTO “ESPAÑA CON HONRA” Españoles: La ciudad de Cádiz puesta en armas con toda su provincia (...) niega su obediencia al gobierno que reside en Madrid, segura de que es leal intérprete de los ciudadanos (...) y resuelta a no deponer las armas hasta que la Nación recobre su soberanía, manifieste su voluntad y se cumpla. (...) Hollada la ley fundamental (...), corrompido el sufragio por la amenaza y el soborno, (...) muerto el Municipio; pasto la Administración y la Hacienda de la inmoralidad; tiranizada la enseñanza; muda la prensa (...). Tal es la España de hoy. Españoles, ¿quién la aborrece tanto que no se atreva a exclamar: "Así ha de ser siempre"? (...) Queremos que una legalidad común por todos creada tenga implícito y constante el respeto de todos. (...) Queremos que un Gobierno provisional que represente todas las fuerzas vivas del país asegure el orden, en tanto que el sufragio universal echa los cimientos de nuestra regeneración social y política. Contamos para realizar nuestro inquebrantable propósito con el concurso de todos los liberales, unánimes y compactos ante el común peligro; con el apoyo de las clases acomodadas, que no querrán que el fruto de sus sudores siga enriqueciendo la interminable serie de agiotistas y favoritos; con los amantes del orden, si quieren ver lo establecido sobre las firmísimas bases de la moralidad y del derecho; con los ardientes partidarios de las libertades individuales, cuyas aspiraciones pondremos bajo el amparo de la ley; con el apoyo de los ministros del altar, interesados antes que nadie en cegar en su origen las fuentes del vicio y del ejemplo; con el pueblo todo y con la aprobación, en fin, de la Europa entera, pues no es posible que en el consejo de las naciones se haya decretado ni decrete que España ha de vivir envilecida. (...) Españoles: acudid todos a las armas, único medio de economizar la efusión de sangre (...), no con el impulso del encono, siempre funesto, no con la furia de la ira, sino con la solemne y poderosa serenidad con que la justicia empuña su espada. ! Viva España con honra! 
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