PERDÓN MENSAJE 20160514 La dicha del perdón Lectura Salmos

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PERDÓN
MENSAJE 20160514
La dicha del perdón
Lectura Salmos 32: 1-11 Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado.
2Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad, Y en cuyo espíritu no hay engaño. 3Mientras callé, se
envejecieron mis huesos En mi gemir todo el día. 4Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; Se volvió mi
verdor en sequedades de verano. Selah 5Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis
transgresiones a Jehová; Y tú perdonaste la maldad de mi pecado. Selah. 6Por esto orará a ti todo santo en el tiempo en
que puedas ser hallado; Ciertamente en la inundación de muchas aguas no llegarán éstas a él. 7Tú eres mi refugio; me
guardarás de la angustia; Con cánticos de liberación me rodearás. Selah 8Te haré entender, y te enseñaré el camino en
que debes andar; Sobre ti fijaré mis ojos. 9No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento, Que han de ser
sujetados con cabestro y con freno, Porque si no, no se acercan a ti. 10Muchos dolores habrá para el impío; Mas al que
espera en Jehová, le rodea la misericordia. 11Alegraos en Jehová y gozaos, justos; Y cantad con júbilo todos vosotros
los rectos de corazón.
Aprender Salmos 32: 1 Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado.
El perdón de Dios trae sanidad espiritual, mental y física. El perdón de Dios en la vida del hombre, causará efectos
maravillosos y extraordinarios. Es necesario acercarse a Dios a confesar y declarar el pecado y la iniquidad; es necesario
tener un verdadero arrepentimiento para poder disfrutar de la dicha del perdón.
Los que son perdonados son bienaventurados. Salmos 32: 1-2 “Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido
perdonada, y cubierto su pecado. 2 Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad, Y en cuyo espíritu
no hay engaño”.
Es llamado bienaventurado. El hombre o la mujer que se arrepiente de la iniquidad, de la maldad y del pecado que ha
cometido y confiesa delante de Dios, podrá disfrutar del perdón de Dios. La transgresión será perdona, cuando se
reflexiona, se recapacita, cuando se confiesa y declara todo lo malo y todo error que se haya hecho. Todo aquel que ha
recibido el perdón es llamado bienaventurado, ya que el perdón es causa de gozo, de paz, y de vida.
Es bienaventurado aquel a quien se le ha cubierto su pecado. Esto quiere decir que su pecado es borrado, es quitado,
y es olvidado.
Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad, Y en cuyo espíritu no hay engaño. Dios no culpa
de iniquidad a ninguno que haya venido arrepentido por su maldad; él no culpa de iniquidad, a ninguno que haya
confesado su iniquidad, y se haya apartado de lo malo. Cuando alguien ha recibido el perdón de sus pecados, Dios le
llamará bienaventurado, dichoso, feliz, porque ya no habrá memoria de su maldad, porque ya no se le culpa de iniquidad.
Después de recibir el perdón de Dios, habrá limpieza en su alma, en su espíritu, y en su corazón, y ya no hay engaño en
su espíritu. En otras palabras, será una persona transparente, de buen testimonio, que amará y servirá a Dios en
agradecimiento por el perdón de sus pecados.
No puedes callar y esconder el pecado. Salmos 32: 3-4 “Mientras callé, se envejecieron mis huesos En mi gemir todo
el día. 4Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; Se volvió mi verdor en sequedades de verano.”
Mientras que no se confiese el pecado o la iniquidad, no habrá paz, no habrá, bendición; mientras que el pecado quede
en oculto, la persona vivirá en ansiosa inquietud, y también vendrán enfermedades, y se detendrá el crecimiento. Mientras
que no se confiese el pecado, el alma, el espíritu y el cuerpo decaen y la vida se seca; no habrá avance, no habrá
bendición.
Hay que declarar el pecado a Dios. Salmos 32: 5 “Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis
transgresiones a Jehová; Y tú perdonaste la maldad de mi pecado. Selah.
Para recibir el perdón es importante declararle a Dios el pecado; no se puede esconder ni justificar la iniquidad. Es
necesario tomar la decisión de confesar todas las transgresiones a Dios; de esta manera él perdonará la maldad y el
pecado, entonces vendrán la bendición y las promesas de Dios a tu vida.
El que ha sido perdonado. Salmos 32: 6 “Por esto orará a ti todo santo en el tiempo en que puedas ser hallado;
Ciertamente en la inundación de muchas aguas no llegarán éstas a él”.
Este es el tiempo en que el Señor puede ser hallado, y hay que acercarse a él para orar en su presencia; este es el
tiempo donde Dios quiere dar su perdón a todo aquel que se arrepiente de todos sus pecados. Los que han recibido el
perdón de Dios orarán, y buscarán al Señor; y cuando venga la tormenta, el mal tiempo, y la angustia, esto no podrá
afectar su vida, no lo moverán ni lo apartarán del camino. “Ciertamente en la inundación de muchas aguas no llegarán
éstas a él”.
Después de obtener el perdón. Salmos 32: 7-8 “Tú eres mi refugio; me guardarás de la angustia; Con cánticos de
liberación me rodearás. Selah 8Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; Sobre ti fijaré mis ojos.”
El que recibe el perdón de Dios después de haberse arrepentido, confesado y declarado su pecado y su iniquidad, podrá
encontrar refugio en Dios y podrá ser librado de la angustia. Dios lo rodeará de cánticos de liberación; Dios lo bendecirá
trayendo liberación a su vida. El que recibe el perdón de Dios, tendrá entendimiento, sabiduría, y sabrá por donde
caminar; el que ha recibido el perdón de sus pecados tendrá fijados los ojos de Dios sobre él y gozará de su protección.
Ésa es la dicha del perdón.
PERDÓN
VISIÓN 20160512
El perdonará
2 Crónicas 7: 13 “Si yo cerrare los cielos para que no haya lluvia, y si mandare a la langosta que consuma la
tierra, o si enviare pestilencia a mi pueblo;
Todo pecado tiene sus consecuencias, es por eso que el Señor hace un llamado al arrepentimiento, y a que todo
hombre y toda mujer se vuelvan a él. Volverse a Dios es arrepentirse de todo pecado, de toda iniquidad, de toda
transgresión y de toda maldad; es venir ante Dios humillados, reconociendo, aceptando y confesando toda culpa.
Si yo cerrare los cielos para que no haya lluvia. Una consecuencia de las consecuencias por causa del pecado
es que los cielos se cierran. Cuando los pecados están ocultos, o cuando se está practicando el pecado, y se vive
como si nada estuviera sucediendo, se está deteniendo la bendición y no habrá entrada a la presencia de Dios.
Si mandare la langosta que consuma la tierra. Cuando hay pecados ocultos, o pecados no confesados, hay
una puerta abierta a la ruina y a la miseria. El enemigo tiene acceso a tocar los bienes, la salud y hasta la vida
misma, cuando se está practicando el pecado.
Si hay pestilencia. Cuando se insiste en cometer pecados e iniquidades, cuando no se confiesa, ni hay
arrepentimiento alguno por el pecado, entonces la pestilencia, la enfermedad, empieza a ganar terreno.
Lo único que puede hacer que haya lluvia, que haya bendición, milagros, sanidad; lo único que puede hacer que
la langosta se retire para que no dañe la tierra; y lo único que puede erradicar la pestilencia es que el Señor
perdone el pecado.
Para que el Señor perdone los pecados, escuche nuestras oraciones, y manifieste sus maravillas, es
necesario seguir cuatro pasos importantes: 2 Crónicas 7: 14 “si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi
nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré
desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”.
1. Hay que humillarse. “si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado”. Dios está haciendo un
llamado a que nos humillemos delante de él, nosotros, los que le servimos, los que hemos dado nuestro corazón
a Jesús, y los que invocamos su nombre.
Humillarse, es reconocer que nada somos sin Dios; es reconocer que necesitamos de Dios; es aceptar que hemos
fallado; es estar dispuesto a someterse al Señor para obedecer todos sus mandamientos; es estar dispuesto a
someterse a Dios para que él haga su voluntad. 1 Pedro 5: 6 “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios,
para que él os exalte cuando fuere tiempo;”
2. Hay que orar. Vemos que el Señor está haciendo un llamado, no sólo a que nos humillemos delante de él,
sino a que oremos. Hay un llamado de parte de Dios a la vida de oración; el Señor anhela nuestras oraciones; el
Señor dice que si oramos. Debemos levantar nuestro clamor, nuestras oraciones al Señor, y él nos responderá;
debemos dedicar tiempo a la oración de hoy en adelante.
3. Hay que buscar su rostro. Otro llamado del Señor es que hay que buscar su rostro, y buscar su presencia de
día, de tarde, y de noche. Si le buscamos en todo tiempo, a toda hora, lo encontraremos, y habrá una respuesta,
habrá un milagro; algo sucederá cuando buscamos su rostro.
4. Hay que convertirse de los malos caminos. También es importante que cuando se humilla delante del Señor,
cuando se ora, y cuando se busca su rostro, se tenga en cuenta que hay que convertirse de los malos caminos,
hay que dejar el pecado, el deseo de los ojos, el adulterio, las prácticas contra nuestra naturaleza, la fornicación,
los vicios, el engaño, la mentira, la hipocresía, los malos pensamientos, los deseos de venganza, la envidia, el
rencor, el resentimiento, el odio, el pleito, la pornografía, y toda clase de pecado.
¿Cuándo Dios perdonará nuestros pecados? Si se humillare mi pueblo. Si nos humillamos delante de él,
reconociendo que hemos pecado, y aceptando nuestra culpa.
¿Cuándo Dios perdonará nuestros pecados? Si oramos y buscamos su rostro. Si nos disponemos a buscarle
y estamos dispuestos a reconocer que necesitamos de Dios.
¿Cuándo Dios perdonará nuestros pecados? Si nos convertimos de los malos caminos. Si estamos dispuestos
a confesar y a dejar todo pecado y apartarnos de toda maldad.
“si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren
de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”.
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