Las cosas profundas de Dios

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Las cosas profundas de Dios
El mundo es a menudo superficial. Tendemos a vivir por lo que encontramos en la superficie: lo
que podemos tener fácilmente y lo que satisface nuestros deseos. Debido a esto usamos
máscaras para complacer a otros "habitantes de la superficie". Juzgamos a las personas sin
realmente conocerlas. Trabajamos por dinero y reputación en lugar de por el amor de Dios y el
bien del hombre. Buscamos el placer en el presente en lugar de vivir por lo que es
verdaderamente significativo en la eternidad.
Lo que el mundo necesita es gente profunda. Personas que invierten en amistades verdaderas,
incluso cuando hay algún conflicto. Personas que permanecen en su matrimonio, aun cuando
sería más fácil dejarlo. Los que honran a Dios en el trabajo, incluso cuando el jefe es odioso y
los compañeros de trabajo son difíciles. Aquellos que perdonan cuando se les ha hecho daño y
dan un paso de fe, aun cuando Dios no les ha dicho claramente lo que está por venir. Los que
se dirigen a Dios en medio de la devastación o la persecución. Personas cuyas vidas están
edificadas sobre el fundamento de la verdad de Dios. Aquellos que son capaces de
permanecer firmes en la verdad de Dios, incluso cuando llegan las tormentas y las riadas. El
mundo necesita a gente profunda que sigue a un Dios profundo.
Job 11:7-9 – “¿Puedes adentrarte en los misterios de Dios o alcanzar la perfección del
Todopoderoso? Son más altos que los cielos; ¿qué puedes hacer? Son más profundos que el
sepulcro; ¿qué puedes saber? Son más extensos que toda la tierra; ¡son más anchos que todo
el mar!”
Romanos 11:33-36 - ¡Qué profundas son las riquezas de la sabiduría y del conocimiento de
Dios! ¡Qué indescifrables sus juicios e impenetrables sus caminos! “¿Quién ha conocido la
mente del Señor, o quién ha sido su consejero?” “¿Quién le ha dado primero a Dios, para que
luego Dios le pague?” Porque todas las cosas proceden de él, y existen por él y para él. ¡A él
sea la gloria por siempre! Amén.
Job 5:9 - Él realiza maravillas insondables, portentos que no pueden contarse.
Salmo 36:6 - Tu justicia es como las altas montañas; tus juicios, como el gran océano. Tú,
SEÑOR, cuidas de hombres y animales.
Salmo 92:5 - Oh SEÑOR, ¡cuán imponentes son tus obras, y cuán profundos tus pensamientos!
Eclesiastés 3:11 -Todo lo hizo hermoso en su tiempo, y ha puesto eternidad en el corazón del
hombre, sin que este alcance a comprender la obra hecha por Dios desde el principio hasta el
fin.
Isaías 40:28 - ¿Acaso no lo sabes? ¿Acaso no te has enterado? El SEÑOR es el Dios eterno,
creador de los confines de la tierra. No se cansa ni se fatiga, y su inteligencia es insondable.
En Dios hay una profundidad que no se encuentra en el hombre. Hay una sabiduría que está
más allá de nuestra comprensión. Un poder que es superior a todos los demás. Una justicia
que es pura e imparcial. Una santidad que es totalmente pura. En Dios hay una verdad y
trascendencia que sobrepasa a la humanidad.
Esto lo vemos en la vida de Jesucristo, el Hijo de Dios. Mientras que el mundo alrededor de él
vivía por recompensas superficiales, Cristo vivía por las cosas profundas, importantes, de la
vida. Mientras que la cultura de su tiempo contaba a los niños como propiedad, Jesús los
consideraba tesoros, atrayéndolos hacia sí y bendiciéndolos. Mientras que su cultura otorgaba
a las mujeres poca importancia, Jesús las respetaba y les devolvía su dignidad. Jesús alabó a
la viuda que dio su último centavo como ofrenda, mientras que su cultura la menospreciaba por
no haber sido bendecida por Dios. Jesús sanó a un leproso tocándolo, mientras que el resto de
su cultura llamaba al leproso impuro y se apartaba de él. Jesús pasaba tiempo con los
"pecadores", porque había venido a buscar y a salvar a los que estaban perdidos. La cultura los
juzgaba como pecadores y los condenaba.
Cristo vivía una relación íntima con Dios Padre y esto llevaba profundidad a su vida. Amaba lo
que el Padre amaba y se entristecía por lo que entristecía al Padre. Se enfadaba con lo que
enfadaba a Dios y valoraba las cosas que eran realmente valiosas.
Vemos también este ejemplo en la vida de Pablo. Antes de conocer a Cristo, él valoraba las
cosas superficiales del mundo: el estatus de su familia, su educación, su futuro, etc. Pero
cuando conoció a Cristo todo cambió. En Filipenses 3:7-8 vemos su nueva perspectiva: “Sin
embargo, todo aquello que para mí era ganancia, ahora lo considero pérdida por causa de
Cristo. Es más, todo lo considero pérdida por razón del incomparable valor de conocer a Cristo
Jesús, mi Señor. Por él lo he perdido todo, y lo tengo por estiércol, a fin de ganar a Cristo.”
Las cosas que el mundo valoraba, Pablo las ignoraba, a sabiendas de que lo que realmente
importaba se encontraba en conocer a Cristo profundamente. Esto era lo que determinaba
cómo veía su mundo y lo que era la verdadera realidad. Una paz que sobrepasaba todo
entendimiento. Una alegría que no estaba condicionada por circunstancias externas, sino por
una suficiencia interna de Cristo. Un amor que fue recibido sin condiciones, de modo que
pudiera ser entregado incondicionalmente. Una esperanza que no se basaba en los
acontecimientos del presente, sino en las promesas del futuro, etc. Pertenecía a un Dios que
dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de
acuerdo con su propósito (Romanos 8:28). Por esto Pablo pudo entrar en los lugares profundos
de la vida, con Cristo a su lado, y experimentar la vida al máximo.
Esta misma transición es posible en nuestras vidas. 1 Corintios 2:9-12 - Sin embargo, como
está escrito: “Ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado, ninguna mente humana ha
concebido lo que Dios ha preparado para quienes lo aman.” Ahora bien, Dios nos ha revelado
esto por medio de su Espíritu.
Daniel 2:20-22 - “¡Alabado sea por siempre el nombre de Dios! Suyos son la sabiduría y el
poder. Él cambia los tiempos y las épocas, pone y depone reyes. A los sabios da sabiduría, y a
los inteligentes, discernimiento. Él revela lo profundo y lo escondido, y sabe lo que se oculta en
las sombras. ¡En él habita la luz!”
Esta profundidad en Dios se encuentra solamente al caminar estrechamente con Él a diario.
Esta profundidad en Dios solo está disponible para aquellos que lo buscan. Jeremías 29:13 “Me buscaréis y me encontraréis, cuando me busquéis de todo corazón.” Mateo 7:7 -“Pedid, y
se os dará; buscad, y encontraréis; llamad, y se os abrirá.” Deuteronomio 4:29 -“Pero si desde
allí buscas al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, lo encontrarás.”
Las bellezas de Dios están reservadas para aquellos que lo buscan apasionadamente con todo
su ser. Los tesoros de Dios son para aquellos que cavan profunda y desesperadamente para
conocer bien a Dios. Entonces los que son profundos son capaces de mantenerse firmes en la
paz de Dios, incluso cuando las tormentas rugen a su alrededor. Al mirar a 2013 pidámosle a
Dios que nos haga personas profundas.
La búsqueda de Dios comienza por convertir todo lo que sabemos que está mal en bien.
Honrar a Dios en medio de lo que la vida ponga en nuestro camino (madre de un recién nacido,
clases difíciles, jefe iracundo, etc.). Hacer tiempo para Dios intencionadamente. Vivir de una
manera que nos prepare para las obras de Dios (desaceleración, soledad, estar físicamente
saludables, crear espacios sagrados, la Palabra de Dios, el pueblo de Dios, la oración).
Las personas profundas son las que conocen bien a Cristo y por eso son capaces de entrar
plenamente en la alegría, el dolor y las circunstancias complejas de la vida de una manera
verdaderamente significativa y que honra a Dios.
Pidámosle a Dios que nos dé aversión por la vida superficial y hambre por las cosas profundas
de la vida. Y busquémosle con todo nuestro corazón para encontrar una vida que realmente
haga una diferencia en la eternidad. A Dios sea la gloria.
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