La retroalimentación en el aula

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La retroalimentación en el aula
¿Qué es la retroalimentación?
La retroalimentación es un proceso que ayuda a proporcionar información sobre las
competencias de las personas, es decir, sobre lo que sabe, sobre lo que hace y sobre la
manera en cómo actúa.
¿Para qué sirve?
Ayuda a los individuos a alinear su imagen con la realidad, por lo que puede ser
considerada como un espejo que devuelve a la persona la imagen de lo que está haciendo o
cómo se está comportando. En este sentido, además, al proporcionar información al
estudiante en relación a determinadas conductas, nos permite moldearlas progresivamente.
¿Cuándo la puedo utilizar?
Lo mejor es que la retroalimentación sea constante, es decir, que nunca se dejen de
aprovechar las instancias en que puede efectuarse. Por ejemplo, cuando entrego los
resultados de una evaluación, cuando se realizan exposiciones orales, cuando un estudiante
responde una pregunta en clases, cuando un estudiante se equivoca, cuando un estudiante
acierta, cuando aportan a la clase, cuando no participan.
¿Cómo puedo retroalimentar?
Fundamentalmente de dos formas:
a) Visualmente: Mostrando, por ejemplo, un video que permita a los estudiantes
observar la conducta de un sujeto, pues así ellos pueden aprender de lo que ven. Es
importante que esto siempre esté acompañado de comentarios.
b) Verbalmente: Ya sea de manera oral, como, por ejemplo, después de una
exposición, o por escrito, comentando, por ejemplo, las evaluaciones de los
estudiantes y explicándoles en qué se equivocaron. Ellos siempre agradecerán que
su profesor se tome el tiempo de retroalimentarlos.
Además, es importante que la retroalimentación sea personalizada, pues así será mucho más
significativa para los estudiantes.
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¿Para qué voy a retroalimentar?
Es importante considerar el objetivo de la retroalimentación, ya que, según esto, podemos
distinguir dos modelos
Retroalimentación constructiva
Dirigida a enfatizar áreas de oportunidad y
estrategias para mejorar el comportamiento.
Retroalimentación apreciativa
Enfocada en destacar los aspectos
positivos de la conducta de la persona,
motivarla y reconocerla
En este sentido, la retroalimentación siempre va en dos direcciones:
a) Para quien la da: el aprendizaje de adquirir habilidades para comunicar con
cuidado, sutileza, sentido de utilidad y claridad en la intención congruente con lo
que desea expresar.
b) Para quien la recibe: la capacidad de reforzar una actitud abierta y reflexiva que
permita lograr cambios significativos en beneficio personal, profesional y
empresarial.
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¿Qué debo considerar al momento de retroalimentar?
Cuando un profesor o un estudiante está retroalimentando es recomendable que este
proceso considere los siguientes pasos propuestos por Daniel Wilson en su Escalera de la
Retroalimentación:
Hacer
Sugerencias
Finalmente, ya que expresar las preocupaciones es siempre algo delicado, ofrecer sugerencias se
convierte en el último toque para apoyar a los estudiantes en el desarrollo de su comprensión. Hacer
sugerencias nos pide conectar en forma constructiva nuestras inquietudes, preocupaciones y preguntas
de tal forma que el estudiante (o colega) puede utilizarlas como retroalimentación positiva.
Expresar
Inquietudes
0 como preocupaciones o dificultades o desacuerdos con algunas de
Existen, inquietudes legítimas, tales
las ideas en cuestión. Este es entonces el momento donde necesitan expresarse tales inquietudes, no en
forma de acusaciones ni críticas agresivas, sino como preguntas auténticas. Por ejemplo “¿Has
considerado....?”, “¿Me pregunto si lo que quieres decir es....?” En fin, siempre debemos presentar
nuestras inquietudes de manera que no se perciban como una amenaza.
Valorar
Aclarar
Después de recoger la información apropiada, es fundamental valorar las ideas de sus estudiantes en el
proceso de dar retroalimentación constructiva. Esto contribuye a la construcción de una cultura que
apoya la comprensión. Simbólicamente, poner atención, manifestar acuerdo con un movimiento de
cabeza y tomar notas son otros ejemplos de comportamientos que crean una atmósfera positiva. Estas
acciones de valoración muestran respeto hacia los estudiantes y sus ideas.
Cuando los estudiantes comparten su trabajo, no siempre las ideas se entienden claramente y en algunos
casos parece faltar información. Antes de ofrecer retroalimentación, es importante aclarar a través de
preguntas que permitan entender mejor algunos puntos o que den a conocer ideas que no se han
expresado.
En síntesis, ¿cómo puedo realizar o promover una retroalimentación constructiva?
Para conseguir esto, lo importante es seguir estas cinco reglas básicas:
1. Resaltar lo positivo, no solo lo negativo. Así los estudiantes recibirán con mejor
disposición la retroalimentación.
2. Iniciar siempre con un comentario positivo. Pues, comenzar con lo negativo
puede generar el rechazo sobre el resto de la retroalimentación.
3. Presentar lo negativo como algo que se puede mejorar. Esto podrá ser
interpretado por ellos como una señal de confianza en sus capacidades.
4. Evaluar el proceso o el producto, nunca la persona. De este modo el estudiante
tendrá claridad sobre lo que tiene que hacer para mejorar su desempeño y no sentirá
que su identidad está en riesgo.
5. Evitar burlas y vergüenzas. Ya que estas generan rechazo, frustración,
desmotivación y, en algunos casos, reacciones violentas.
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Fuentes de consulta
Ávila, P. (2009). La importancia de la retroalimentación en los procesos de evaluación. Una
revisión
del
estado
de
arte
[en
línea].
Disponible
en:
http://es.scribd.com/doc/28275647/La-importancia-de-la-retroalimentacion
Wilson, D. (2002) La Retroalimentación a través de la Pirámide y la Escalera de
Retroalimentación
[en
línea].
Disponible
en:
http://www.udesa.edu.ar/files/img/escuela-de-educacion/retroalimentacion.pdf
Chaux, E. (2008). Retroalimentar y crecer. Altablero, 44, 12-13.
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