Fomento de la Cultura de la Legalidad y fortalecimiento del Estado Democrático de Derecho Lic. Miguel Alessio Robles Subsecretario de Asuntos Jurídicos y Derechos Humanos, Secretaría de Gobernación Sumario 1. Introducción 2. Cultura de la legalidad y Estado democrático de Derecho 3. La cultura de la legalidad en el Plan Nacional de Desarrollo 2007 – 2012 4. Acciones para el fomento de la cultura de la legalidad y el fortalecimiento del Estado democrático de Derecho 5. Conclusiones 1. Introducción. El tema de la cultura de la legalidad aparece a últimas fechas con en el discurso político y jurídico en nuestro país como nunca antes, debido a que las circunstancias de desarrollo democrático e institucional exigen una base legal para la actuación del estado, para la relación entre gobernantes y gobernados y para la convivencia misma en sociedad. La cultura de la legalidad es entendida entonces como una condicionante para la viabilidad de la estructura política, es decir, 1 para el Estado democrático de Derecho, como la organización institucional del poder público prevista, regulada y controlada por la ley. En ese sentido, se convierte en un objetivo prioritario para este sistema (Estado-sociedad) el arraigar en sus elementos de cohesión al cultura de la legalidad mediante una política sistemática e integral de difusión, conocimiento y comprensión del orden jurídico y de sus efectos en las esferas pública y privada de la sociedad, es decir, en la gobernabilidad democrática del país. 2. Cultura de la legalidad y Estado democrático de Derecho Toda sociedad humana genera, durante su desarrollo, diversas manifestaciones propias que expresan y definen sus características económicas, políticas, jurídicas, sociales y culturales. Estas manifestaciones, integradas por elementos objetivos, como los políticos y jurídicos, o subjetivos, como los culturales, determinan la identidad nacional de un pueblo, es decir, crean entre sus miembros un sentido de pertenencia e identificación frente a los demás grupos humanos. Esto no significa que no existan aspectos compartidos, heredados o tomados entre estos grupos, pero sí el hecho de que los más significativos son exclusivos de cierto grupo o sociedad nacional y por los mismos puede ser caracterizados. 2 Una vez que estos elementos han arraigado y trascienden en el tiempo, podemos definirlos como “cultura”, sea política, económica, jurídica, social, etc. incluso los aspectos idiosincrásicos, que prácticamente no se modifican por implicar una convivencia social, familiar, religiosa, etc. primaria, cualesquiera que sean los estadios políticos, por ejemplo, son una expresión de cultura de esa sociedad. En conclusión, la cultura es toda manifestación de las formas arraigadas y características de convivencia y organización de una sociedad. Así, podemos considerar que en cada aspecto de la vida de un Estado, es decir, de una sociedad ya organizada y operante sobre bases políticas y jurídicas a través de las cuales se procesan las relaciones entre los grupos o sectores que la componen, encontramos su expresión cultural. La expresión cultural deviene en la forma en que una sociedad concibe y se conduce esencialmente en una determinada actividad o manifestación social, forma de ser individual y colectiva, producto de la tradición histórica en el campo de que se trate. Las expresiones culturales se dan entonces en toda actividad social y son conservadas y perpetuadas por la misma estructura social y por sus componentes individuales, familiares o institucionales. Esto es, las instancias que en un Estado operan para asegurar la permanencia de sus bases económicas, políticas y sociales, y que 3 actúan en los planos jurídico y social, operan mediante elementos materiales y externos señalados por lo general en las leyes y demás normas jurídicas, y elementos internos, subjetivos, ideológicos, que reproducen conductualmente y a nivel mental las características materiales de la sociedad. De esta manera, una sociedad se asegura que aquello que considera valioso y esencial para su sobrevivencia como tal, permanezca en el tiempo como obligación jurídica (con un derecho correlativo) o como convicción colectiva acerca de tal conservación. En el caso concreto de la cultura de la legalidad, ésta viene a comprender tanto la forma de ser jurídica de un pueblo, como la práctica institucionalizada (formalmente o a nivel empírico, aún si es técnicamente ilícita) de interacción gobernante-gobernado, cuya materialización más visible son las funciones del Estado: gobernar, legislar e impartir justicia, y en la que ambas partes están involucradas culturalmente. En el primer punto, el de la forma de ser jurídica de un pueblo, se trata de la tradición que sustenta y nutre a un sistema jurídico, dotándolo de una estructura normativa y de valores desarrollado a lo largo de la historia de ese pueblo, ya sea una creación propia o no, pero con el tiempo ya asumida como tal. Así ocurre con las llamadas familias jurídicas, que se originan a partir de un orden jurídico dominante por diversas causas históricas, extendido, impuesto o adoptado como un elemento de dominación o identificación, según la experiencia en cada una: familia romano4 cristiana o latina, familia anglosajona, familias de influencia religiosa, o familias mixtas. En México, cuyo Derecho pertenece a la familia latina, existe en ese sentido una cultura jurídica muy rica y en constante desarrollo, con un fuerte sentido de tradición académica y doctrinaria. En nuestro país la producción jurídica es impresionante, tanto en legislación como en obras especializadas y de texto. Sin embargo, en el segundo caso, el de cultura jurídica como práctica de lo legal e idea de lo legal en la interacción gobiernosociedad, es relativamente reciente el cambio de paradigmas o al menos una tendencia nacional, impulsada desde el poder público para reforzar desde este ámbito la percepción del sustento jurídico del proceso político de democratización. En efecto, a partir de la alternancia en el año 2000, el Estado mexicano ha mantenido una tendencia definida hacia una democratización institucional y de la sociedad con la finalidad de consolidar ese cambio en un proyecto común a largo plazo, con sólidas bases culturales que se reflejen en todos los campos del acontecer nacional. La cultura de la legalidad es la íntima convicción de una persona en la necesidad de conocer, observar y exigir se cumpla la ley, sea o no conveniente en lo individual, por ser esa la única forma de asegurar a él y a la sociedad, el orden público indispensable para convivir en paz y seguridad propia, familiar y patrimonial. 5 A su vez, desde el punto de vista del Estado, la cultura de la legalidad es el apego, legalmente expreso, de cada acto de autoridad interno (orgánico) o externo (gubernativo en estricto sentido), a la norma jurídica que lo prevé, así como la sujeción los servidores públicos a mecanismos efectivos de responsabilidad política, administrativa, penal y civil. Esto significa que además de preverse tales actos, y por ende, la existencia de las autoridades competentes y los procedimientos aplicables, deben considerarse principios que orienten esa actividad conforme a las características de legalidad señaladas. Estos principios, de suyo democráticos en tanto ciudadanizan al Estado y lo convierten efectivamente en un medio de progreso y propiciador de desarrollo de la sociedad, se corresponden con las características del sistema político-social que determina al Estado en su conjunto. Este carácter relativo (presente en todas las etapas del desarrollo de la humanidad) de los principios jurídicos del Estado, en esta etapa de democratización son la transparencia, la rendición de cuentas, la legalidad y la responsabilidad. Una vez redefinidas las funciones de las instancias gubernamentales conforme a estos principios, y establecidas como obligación en los respectivos cuerpos normativos, el Estado reviste un carácter eminentemente democrático, llevándolo más allá del elemento electoral al funcionamiento cotidiano de las instituciones. 6 El Estado en México, desde la consumación de la Independencia en 1821, ha atravesado diversas conformaciones según los factores de poder dominantes en una etapa específica. Sin embargo, salvo las interrupciones monárquicas de 1822-23 y 1864-67, se han conservado líneas rectoras permanentes en el consenso nacional, sea cual sea el partido o corriente política en el poder. Estas líneas son el gobierno republicano, el pacto federal y un sistema de garantías individuales. Es cierto que los experimentos centralistas se llegaron a concretar en normas constitucionales, pero la presión de los Estados para conservar su soberanía y la lamentable experiencia territorial derivada de esta indefinición política decantaron definitivamente al país hacia el federalismo. Con la consolidación del Estado social de Derecho durante el siglo XX, se incorporaron las conquistas sociales del movimiento revolucionario, así como el agrarismo como la reivindicación de un pueblo eminentemente agrícola y la tutela del Estado sobre grupos y sectores sociales que la economía de mercado del liberalismo del siglo XIX marginó y que ahora encontraban espacios de oportunidad social. Los nuevos compromisos del Estado se reflejaron en las garantías sociales, que dieron paso a un sistema de seguridad social y condiciones laborales y agrarias que nivelaron las desigualdades e hicieron posible el despegue económico del país con una relativa mejora sostenida de las condiciones de vida. 7 No obstante esto, el Estado social de Derecho no fue capaz de construir una estructura política que liderara el impulso nacional de desarrollo con justicia social, de tal suerte que el propio Estado y más concretamente las prácticas políticas, terminaron por inmovilizar al Estado en su conjunto. Una vez que este modelo de gestión política y ascenso social agotó sus reservas económicas y se detuvo el crecimiento y las expectativas de la sociedad, ésta asumió la responsabilidad histórica de modificar tal estado de cosas, apostando por un cambio que, dentro de los márgenes legales, propusiera un nuevo rumbo que desde el mismo Estado trascendiera a la nación. Desde luego, no se trató de un cambio brusco o generado espontáneamente. Ya las diversas instancias del poder involucradas en la política interna y el equilibrio de fuerzas incluso dentro de la clase política habían comenzado a procesar una apertura gradual de las instituciones políticas y electorales, con el fin de canalizar una lucha legítima por el poder sin alterar el orden constitucional. Además, factores externos como la integración económica y los procesos mundiales de globalización en los más diversos campos e actividad internacional tuvieron una influencia decidida en la reorientación de la figura del Estado nacional y sus funciones esenciales. Este consenso es producto también de la experiencia del pasado, pues el tiempo histórico, los movimientos revolucionarios y de 8 reivindicación social producidos en el siglo XX están aun muy próximos y la memoria colectiva rechaza el recurso a la violencia en todos sus aspectos. Es pues a partir de la concreción de la alternancia del año 2000 y la consolidación institucional electoral en los procesos subsiguientes que la vía pacífica y legal queda definida como la alternativa definitiva para la renovación de los poderes públicos sujetos a este mecanismo ciudadano. En consecuencia, la gestión pública deberá adaptarse al mismo carácter para sustentar un aparato político-administrativo producto de procesos democráticos, responsable de orientar y afianzar un nuevo esquema de vida democrática en la sociedad. Tal es entonces el proceso por el que se determina el elemento democrático del Estado de Derecho: formas electorales equitativas, gestión gubernamental transparente, apegada a la legalidad y sujeta a responsabilidad, y convicción ciudadana en la exigencia del cumplimiento de la ley como nueva característica de la relación con las autoridades. En conclusión, la cultura de la legalidad como práctica e idea de lo jurídico, llevada a característica definitoria de la ciudadanía, es un elemento fundamental de consolidación del estado democrático de Derecho del siglo XXI en México y en el mundo. 3. La cultura de la legalidad en el Plan Nacional de Desarrollo 2007 – 2012 9 El gobierno del Presidente Felipe Calderón Hinojosa dio a conocer el Plan Nacional de Desarrollo 2007 – 2012 como el instrumento rector de las políticas nacionales de desarrollo mediante su publicación en el Diario Oficial de la Federación el pasado 31 de mayo de 2007. En él se señalan puntualmente los objetivos nacionales conforme a la Visión México 2030, proyecto a largo plazo que se basa en la premisa del desarrollo humano sostenible a partir de objetivos concretos durante esta Administración. Se trata de un proyecto que no queda en avances parciales sexenales, sino que sienta el fundamento de un gran impulso nacional hacia el desarrollo integral, mejores formas de convivencia, mayores niveles de vida y una gestión pública eficiente, legal y verdaderamente potenciadora de ese desarrollo. El apoyo y la confianza ciudadanos resultan por lo mismo, indispensables. De ahí que en las acciones y líneas de política previstas, se de prioridad a la participación ciudadana y a la colaboración gobierno-sociedad para concretar las metas planteadas. Se propone un proyecto compartido, con esfuerzos compartidos, es cierto, pero también con un gran beneficio común: un mejor país digno de vivirse y trabajar por él. Un país donde el alcance de nuestros derechos y libertades fundamentales no tenga otro límite que la propia convicción en el respeto por los demás. 10 El arraigo de esta cultura de la legalidad no puede ser consecuencia de la mejora en el nivel de vida y la creación de oportunidades conforme se ordene y avance el entorno económico y social, al contrario, son simultáneos para producirse con efectos trascendentes y firmes. El Plan Nacional de Desarrollo señala así como objetivo nacional el garantizar la vigencia plena del Estado de Derecho, fortalecer el marco institucional y afianzar una sólida cultura de la legalidad para que los mexicanos vean realmente protegida su integridad física, su familia y su patrimonio en un marco de convivencia social armónica. Vemos cómo en el diseño de este objetivo se encuentran los supuestos que hemos señalado: Observancia del marco jurídico nacional por el Estado y la sociedad. Confianza en las instituciones y en su capacidad para mantener la gobernabilidad. Convicción individual y colectiva en las soluciones que da la ley. Para realizar este objetivo, el Plan propone, a su vez, como objetivo específico fomentar el desarrollo de una cultura de la legalidad, y como estrategia reforzar el diseño e impartición de programas educativos para la población orientados a reforzar la cultura cívica, el apego a la legalidad y el conocimiento del Derecho. Se establece, asimismo, como medios de acción política, reimpulsar la educación cívica desde la escuela y la familia, y convocar a organizaciones civiles, laborales, gremiales y religiosas, partidos 11 políticos y medios de comunicación a emprender y respaldar una campaña permanente de revalorización de la cultura de la legalidad. De esta forma, el gobierno de la República asume su papel como coordinador de esta movilización nacional por la legalidad y el Estado democrático de Derecho, convocando a toda la sociedad, desde la familia hasta los medios de comunicación y los institutos políticos a definir y orientar al país hacia una convivencia y organización sobre valores jurídicos. Lo anterior es resultado de la consulta popular que con motivo de la integración del Plan Nacional de Desarrollo se llevó a cabo en materia de fomento de la cultura de la legalidad y fortalecimiento del Estado democrático de Derecho, que organizó la Secretaría de Gobernación con los gobierno de Quintana Roo, Sonora, Jalisco y el gobierno local del Distrito Federal en los meses de abril y mayo de este año. De ellos se derivó la concreción de las diversas opiniones e inquietudes de la ciudadanía, expuestas en estos cuatro foros regionales, en una política de Estado sobre la cultura de la legalidad y su impulso por los tres órdenes de gobierno. De igual manera, se prepara a nivel nacional el Programa Especial para el fomento de la cultura de la legalidad y fortalecimiento del Estado democrático de Derecho con la coordinación de la Secretaría de Gobernación, para concentrar y definir los pasos y procedimientos que conjuntamente se seguirán para alcanzar los objetivos fijados en el Plan Nacional, en esta materia. 12 4. Acciones para el fomento de la cultura de la legalidad y el fortalecimiento del Estado democrático de Derecho La Secretaría de Gobernación tiene a su cargo diversos servicios jurídicos por los que se promueve la cultura de la legalidad, a través del conocimiento del orden jurídico nacional, los registros nacionales de información, la certificación de textos normativos federales y la investigación y publicación de temas relativos al Derecho nacional. Estos servicios, gratuitos y públicos por naturaleza, tienen una cobertura nacional tanto por la utilización de los medios electrónicos para su integración y difusión como por la participación de los gobiernos locales, municipales, organismos autónomos, poderes públicos y asociaciones profesionales del medio jurídico. Servicios para el fomento de la cultura de la legalidad Los servicios públicos jurídicos indicados, que reglamentariamente están a cargo de la Dirección General de Compilación y Consulta del Orden Jurídico Nacional, área adscrita a la Subsecretaría de Asuntos Jurídicos y Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, son: ¾ Compilar electrónicamente el orden jurídico nacional –federal, estatal, municipal-. ¾ Realizar investigaciones y publicaciones de estudios relativos al orden jurídico nacional. 13 ¾ Certificar los textos de las normas federales, vigentes en un momento determinado. ¾ Administrar y dirigir el Registro Nacional de Avisos de Testamento. ¾ Proyectar y consolidar el Registro Nacional de Poderes Notariales Compilación jurídica electrónica A partir del mes de febrero de 2003 se puso en operación la página www.ordenjuridico.gob.mx, con los accesos a los textos normativos del orden jurídico nacional, reunidos en un banco de datos en continua actualización e incremento: • 2003: 13,742 • 2004: 14,073 • 2005: 15,751 • 2006: 27, 438 • Septiembre 2007: 34, 258 Para su operación, este banco de datos se formó en principio mediante enlaces a las páginas oficiales de los emisores de las normas (1ª etapa) Actualmente (2ª etapa) se trabaja en la creación de un acervo interactivo mediante la actividad de los Órganos de Colegiados de 14 Seguimiento y Evaluación, integrados por la Secretaría y sus interlocutores institucionales, establecidos por los Convenios de Coordinación que para tal efecto se han suscrito con todas las entidades federativas, poderes públicos y órganos autónomos por ley. Al mes de septiembre, la página había recibido más 2 millones 540 visitas a la página www.ordenjuridico.gob.mx. La compilación jurídica electrónica de la Secretaría es un servicio público gratuito que contribuye a la difusión de nuestras leyes y a la consolidación de la cultura de la legalidad, con un formato accesible y sistematizado con técnica y rigor jurídico. Cuenta con las siguientes opciones de consulta de normatividad nacional: Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos Ámbito internacional Ámbito federal Ámbito estatal y municipal Investigaciones y publicaciones La DGCCOJN lleva a cabo numerosas investigaciones y publicaciones relativas al orden jurídico nacional, las cuales se han distribuido gratuitamente a los poderes públicos y otros órganos de gobierno, y al público en general, en los actos y eventos organizados por dicha Dirección General. 15 A la fecha, se han publicado 26 (28) libros; 7 (8) folletos; 6 números de la revista Orden Jurídico Nacional, y 33 (47) discos compactos. Se han presentado, asimismo, 2 exposiciones itinerantes en sus diferentes formatos, y organizado 7 congresos nacionales e internacionales, Encuentros y Reuniones, y los 4 foros de consulta popular para el Plan Nacional de Desarrollo. Otra actividad de fomento al estudio del orden jurídico son los 3 concursos nacionales de tesis de licenciatura y de posgrado. Por último, se desarrollan anualmente campañas nacionales permanentes sobre el conocimiento del orden jurídico nacional y el respeto a los símbolos patrios, la cultura del otorgamiento de testamento y la más reciente, a iniciar en noviembre de este año, sobre regularización inmobiliaria. Certificación de textos normativos federales La certificación de textos legales y demás disposiciones federales se realiza a petición fundada y motivada de autoridades y personas interesadas. La certificación de los textos legales se realiza con base en la publicación en el Diario Oficial, cotejada en el acervo del DGCCOJN, de las leyes y sus reformas. 16 Como es sabido, en materia penal, para determinar la privación de la libertad de una persona, necesariamente debe existir coincidencia entre la conducta atribuible al sujeto activo y el texto literal de la norma punitiva. Por ello, la certificación de los textos normativos es un servicio fundamental para la procuración y impartición de la justicia, para la institución del Ministerio Público y para el Poder Judicial. De junio de 2004 a septiembre de este año, se han elaborado XX certificaciones de textos federales a petición de la Procuraduría General de la República, Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal y público en general. La mayoría de éstas son relativas a procesos de extradición. 5. Conclusiones Con estas acciones y las que se deriven del Programa Especial para el Fomento de la Cultura de la Legalidad y el Fortalecimiento del Estado Democrático de Derecho, la Secretaría de Gobernación mantiene abierto el diálogo jurídico con la sociedad y entre el Ejecutivo Federal con los diversos órdenes de gobierno y poderes público. Se trata de un esfuerzo institucional de difusión jurídica con el propósito de arraigar una cultura de la legalidad en todos los aspectos y manifestaciones de la sociedad, que favorezca el éxito de los programas de inversión, empleo, bienestar social e integración familiar, con los cuales se dará impulso eficaz al 17 combate a la corrupción, a la marginación, a la delincuencia y a la inseguridad. Estos problemas que afectan a la sociedad a grados extremos, no pueden ser erradicados sin un compromiso fundado en la ética gubernamental de transparencia, legalidad y rendición de cuentas, y en el compromiso ciudadano de conocer, cumplir y exigir las leyes en lo público y en su entorno privado. La legalidad la construimos entre todos y depende de nosotros su fortaleza como fundamento de un gobierno institucional, democrático y abierto a la opinión y participación ciudadanas. El cambio de valores, históricamente arraigados, no será tarea fácil sin un esfuerzo sostenido y una labor ejemplar desde el Estado. Por ello, desde la Secretaría de Gobernación se convoca a la sociedad en general y a las instancias gubernamentales en sus respectivas competencias, para participar, proponer y trabajar unidos hacia este objetivo común. Sirva este Congreso Nacional como foro para iniciar esta labor. Muchas gracias. 18