“El joven conoce las reglas, pero el viejo las excepciones”

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Nuestros Adultos Mayores
“El joven conoce las reglas, pero el viejo las excepciones”
T
odos
los días,
María, se
levanta a
las 5:00 a.m. a bañarse. Debe estar lista
pues a las 7:00 a.m.
en punto el desayuno
estará servido. Luego,
lee la biblia con cierta
dificultad pues, a sus
85 años, los ojos no
le funcionan bien...
Entre una actividad y la otra recuerda la época en la
que preparaba el desayuno para sus hijos y se los servía a esa misma hora. Así llega la hora del almuerzo. A
veces toma la siesta después de almorzar pero hoy han
llegado a visitarla. Se emociona. Piensa que son sus hijos, pero no. Otro día más que no llegan. Son los de la
Iglesia, piensa.
María está destinada a pasar sus últimos días en un
asilo. Con familia pero sin ella. Ha sido víctima de una
de las formas de maltrato más comunes en los adultos
mayores: el abandono.
Como María, existen un total de 639,415 adultos mayores en El Salvador (DIGESTYC, 2004). Algunos viven
con sus familias, a otros los dejan en asilos por no tener
el suficiente tiempo para cuidarlos, otros son abandonados en estos centros y muchos deambulan por las calles.
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Se considera adulto mayor a toda persona que exceda los 60 años. Muchas personas piensan que llegar a
viejos es una virtud, un regalo de Dios. Y efectivamente
lo es. Sin embargo, en países como El Salvador, el llegar
a viejo, es sinónimo de tristeza, abandono y soledad.
La mayor parte de adultos mayores padece una discriminación no solo de sus familiares, sino del estado
salvadoreño. Los adultos mayores deberían poseer una
ley específica para ese sector puesto que hay necesidades específicas que demandan una solvencia.
El estado salvadoreño debería garantizar para este
sector un estándar de vida adecuado, alimentación, vivienda, vestimenta o un seguro de vida. ¿Por qué se
pierde el tiempo debatiendo sobre si son o no inmorales las cachiporristas en los desfiles cuando hay tantos
adultos mayores muriendo de frío en las calles de San
Salvador?
Nuestros Adultos Mayores
No hay un estimado de adultos mayores que no tienen un
hogar. Existen varios dormitorios públicos en San Salvador,
pero ni ahí los adultos mayores tienen seguridad. En uno ubicado en la 25 Avenida Norte un anciano falleció a causa de la
inundación del dormitorio por las lluvias. Murió ahogado. La
mayor parte de personas que asisten a ese dormitorio son ancianos e indigentes. Por la lluvia, varios habían llegado desde
temprano a buscar “un lugar seguro”.
Las familias, al no poder o querer hacerse cargo de los adultos mayores tienen la opción de llevarlos a un asilo privado o a
uno de carácter público, en el que la atención ni los cuidados
serán los mismos. El problema es que las mensualidades de los
asilos privados rondan los $300 y $1,000 sin incluir los gastos
de alimentación especial, medicinas u otros gastos adicionales.
El promedio de familia salvadoreña es incapaz de pagar esta
cantidad. Lo que genera una situación de abandono dentro del
mismo hogar o la opción de internarlo en un asilo público.
Por otro lado, en El Salvador existen tan solo dos asilos
nacionales: la Casa Hogar Narcisa Castillo, de Santa Ana, y el
Centro de Atención Sara Zaldívar, en San Salvador. Recientemente la Primera Dama de la República, Dra. Vanda Pignato,
inauguró una nueva etapa de éste último dedicada a las parejas
de adultos mayores.
Dentro de los requisitos para ingresar al asilo Sara se encuentran: ser mayor de 70 años, carecer de familia, presentar
documentos de identidad personal, estado de abandono, presentar diversos exámenes de salud, entre otros.
Es importante ahondar en la situación de abandono dentro
del hogar. Es muy común entre las familias. Se piensa que porque no están en un asilo y por tenerlos con nosotros se está
obrando bien y no es así. ¿Acaso no es abandono ignorarlos
dentro del hogar? ¿No es peor hacerlos sentir inútiles dentro de
la familia? Por supuesto que sí. Si la decisión que se toma va
a ser tenerlos dentro de la casa hay que hacerlos sentir como
un miembro importante de la familia, como alguien cuya decisión es importante. No como un mueble más ni mucho menos
como un estorbo. Muchos de ellos cuidaron de nosotros en su
momento. ¿Por qué no retribuir un poco?
En ese sentido, la responsabilidad del abandono en que viven los adultos mayores en el país, no es solo del gobierno sino
de todos. Es una responsabilidad moral y social que todos tenemos. No se tiene que seguir viendo a esta población como un
estorbo social. Es un problema también cultural. Hay sociedades en las que son respetados por ser los de mayor experiencia
y por tanto son vistos como sabios.
Tenemos que empezar trabajando nosotros en nuestras esferas. Con nuestros familiares, conocidos, amigos, en el transporte público, en las iglesias, en la calle, en fin, en todo lugar.
Valorando a aquellos por los que estamos en este mundo.
Como reza una frase famosa “el joven conoce las reglas,
pero el viejo las excepciones”.
Fotogafías tomadas en el asilo nacional Sara Zaldívar,
San Salvador.
Ronoldy Quinteros
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