FORO DEMOCRÁTICO DE LA REFORMA ELECTORAL EN COLOMBIA. Bogotá, Septiembre 19 del 2002 En buenahora el Senador Jairo Clopatofsky, Presidente de la Comisión Especial de Vigilancia del Organismo Electoral, organizó este encuentro tripartito, en donde hacemos presencia representantes de la Academia, del Congreso de la República y de las Instituciones del Estado . Y digo que en buenahora porque uno de los temas que está en el orden del día es de la Reforma Política, en la que se contempla la reforma electoral, con la que se aspira encuadernar un Estado descuadernado, según algunos. O que busca superar la crisis, según otros. Permítanme antes de entrar en materia recordar al filósofo italiano Paolo Flores d’Arcais, quien al referirse a la palabra crisis anota que se trata de un término ambivalente y por lo tanto recursivo. Crisis se utiliza en medicina y en la China con doble sentido. Clínicamente, significa el punto culminante que puede provocar el empeoramiento definitivo pero también la recuperación hacia la curación. En la escritura del imperio celeste, la palabra se expresa con dos ideogramas que corresponden a oportunidad y peligro, respectivamente. Oportunidad para recuperarse, para mejorar. Peligro para destruir, para empeorarse. En plata blanca, en la superación de la crisis se tiene que tener en cuenta que el remedio no resulte peor que la enfermedad. En estos pocos días que llevo como Registradora Nacional he intercambiado opiniones con personas de diversos sectores sobre el tema de la Reforma Electoral, tema espinoso que, a raíz de las pasadas elecciones parlamentarias, se ha convertido en una roncha que pica y rasca. Ya lo dijo el Ministro Londoño en este mismo recinto hace dos semanas : El Consejo Nacional Electoral se debe reestructurar, toda vez que su conformación lo hace un organismo parcializado, politizado ; propuso que los integrantes del organismo deberían ser nombrados por el propio Presidente de la República y agregó que el Consejo debería cumplir funciones de Corte Electoral. No estoy de acuerdo ni con lo uno ni con lo otro. Bajo la satanización de la política, que hace carrera de manera alarmante en nuestro medio, se busca juzgar y condenar sin fórmulas de juicio y sin atenuantes, a todas las expresiones políticas. Para muchos, la violencia y la política son la misma cosa, al punto que invierten la frase del escritor Clausewitz y afirman que la política es la continuación de la guerra por otros medios. Para mí la política tiene sentido, importancia, puede ser un arte si se la conduce y maneja en forma acertada. Y de otro lado, más que reformar el Consejo se deberían rediseñar los preceptos que regulan el proceso electoral, concretamente el Código Electoral, que por ser anterior a la Constitución del 91 no está a su altura doctrinaria. Los artículos 113 y 120 de nuestra Constitución Política determinan que la Organización Electoral hace parte de los llamados Órganos Autónomos e Independientes, con funciones determinadas y específicas en materia de sistemas electorales, partidos políticos e identificación y registro de las personas. En la cabeza de esta Organización Electoral se encuentra el Consejo Nacional Electoral, cuya integración proviene de los Partidos y Movimientos Políticos que tienen Personería Jurídica, quienes postulan ante el Consejo de Estado a sus candidatos. De esta forma, el Consejo Nacional Electoral refleja, como un espejo, en su estructura, la conformación política del Congreso. Y es ahí en donde creo que, también, se tendría que actuar en forma responsable para que la Reforma de frutos. Si acabamos con los partidos políticos de garaje, si se transforman los requisitos para que movimientos sin ninguna incidencia social y política se conviertan en Partidos y de la misma manera si se quitan trabas y estorbos para que movimientos con bases sociales importantes, con trabajos en comunidades, se conviertan en Partidos Políticos fuertes, vigorosos ; si nuestros partidos tradicionales : el Liberal y el Conservador se modernizan, se reestructuran y se ponen al día con un país y con unos ciudadanos que los llaman a jugar su papel estelar en la democracia, no veo porque estos Partidos no puedan ser los postulantes de quienes integren el Consejo Nacional Electoral. En todos los Estados modernos la organización, vigilancia y control de las elecciones, así como del sistema de partidos, se le asigna a una autoridad independiente que no tenga que ver con ninguno de los poderes. La idea de que sea el Presidente de la República, quien designe a los miembros del Consejo Nacional Electoral, me parece que desnaturalizaría el Consejo y lo que es aún más grave, se prestaría a anidar lo que se pretende erradicar : la parcialidad de sus decisiones. Si logramos, a la vuelta de unos años, que nuestra democracia se robustezca con la aparición, consolidación y empoderamiento de otros partidos políticos que disputen el favor popular, se habrá conseguido uno de los más caros y preciados objetivos de la Reforma. Otro argumento. La prohibición actual de reelección de los miembros del Consejo Nacional Electoral y del Registrador Nacional del Estado Civil, ha cumplido dos importantes objetivos : que en su composición se refleje el estado de las fuerzas políticas en cada período así como que el ejercicio de sus funciones tenga carácter autónomo e incondicional. Le renuevo mi agradecimiento senador Clopatofsky, porque con Usted a la cabeza de la Comisión Especial de Vigilancia al Organismo Electoral del Senado de la República, podemos estar tranquilos de un juicioso y serio debate antes de tomar decisiones. Debate que ayudará a que salgamos airosos de esa crisis que nos debe conducir a superar la enfermedad y a pasar a una etapa superior en nuestra institución electoral. Por mi parte les renuevo mi intención de profesionalizar la Registraduría y sobre todo de ofrecer procesos electorales transparentes que no admitan ningún tipo de duda, porque sobre el resultado de unas elecciones limpias y claras, descansa la solidez y fuerza de las instituciones democráticas. Mil Gracias.