Garantismo vs. Socialización: un estudio a las iniciativas probatorias

Anuncio
U R Í D I C A
J
C T U A L I D A D
A
Garantismo vs. Socialización: un
estudio a las iniciativas probatorias
GiancarloFreja Tatis
Estudiante de Derecho de la Universidad del Norte. [email protected]
Resumen
El derecho procesal ha sido en la historia objeto de enfrentamientos
doctrinales en relación con las ventajas y desventajasde la dirección
del proceso por parte del juez. Para algunos autores, el incremento
en la autoridad jurisdiccional constituye un riesgo a las garantías
procesales, bajo el argumento de que para los mismos es inadmisible que el juez, como consecuencia de los poderes discrecionales
que le son otorgados, pueda tener en las causas civiles más protagonismo que las partes. Sin embargo, para otros autores es indiscutible quelas iniciativas atribuidas al órgano jurisdiccional son
necesarias para lograr la máxima eficacia en su función de alcanzar
la efectiva tutela por parte del Estado. No obstante, estas atribuciones no pueden ser libres; para ello es necesario establecer ciertos
límites que resguardan al juez del autoritarismo.
Para ampliar los puntos de vista referidos en líneas precedentes,
este trabajo expone los principales lineamientos en torno a la tensión teórica aquí presentada; entre los defensores de las iniciativas
probatorias del juez y sus detractores.
Palabras clave: proceso, garantismo procesal, iniciativas procesales,
eficacia, Límites a la actividad judicial.
20
I. Planteamiento y contextualización
de la discusión desarrollada
entre la Socialización y el
Garantismo Procesal
La iniciativa probatoria del juez civil como incremento en la autoridad jurisdiccional y/o alcance
de los poderes del mismo puede mostrarse en el
marco de la socialización del proceso como un paradigmático tema que genera discusiones en torno a la relación de tales poderes con las garantías
procesales. Toda vez que entre los fenómenos de
gran connotación del derecho procesal se encuentra, en un primer escenario, el de la publicitación o
socialización del proceso, que se resume en el incremento de facultades del órgano jurisdiccional y
que, en oposición al modelo clásico del juez pasivo,
pasa a ocupar una posición activa en el proceso. En
un segundo escenario se observa que a mediados
del siglo XX surgió otro fenómeno que marcó por
completo el desarrollo de lo procesal: la constitucionalización de las garantías procesales, encaminada a brindar un mínimo de garantías a las partes
y a la relación de estas frente al juez (Picó I Junoy,
1997, pp. 17 a 38).
A partir de estos fenómenos surgieron posturas
que evidenciaron una tensa relación entre el poder
judicial y las garantías constitucionalizadas y/o positivizadas. Por un lado, están quienes defienden
un proceso protagonizado por las partes y objetan
una posible delegación de autoridad al juez; por
el otro, quienes defienden la posibilidad de otorgarle a este ciertas atribuciones materializadas en
facultades de dirección, y de esta forma centran su
discusión en la búsqueda del juez ideal.
do Cipriani (2002). En oposición a estos están los
simpatizantes del juez inquisidor, al cual se delega
ciertas iniciativas procesales en materia probatoria,
atribuyéndoles a las mismas el carácter de necesarias para el desarrollo del proceso. Claro ejemplo
de esto son las pruebas, puesto que se las considera como el instrumento idóneo para alcanzar la
tutela de los derechos materia de litigio.
En ese orden de ideas, este artículo apunta a demostrar que el incremento de facultades del órgano jurisdiccional no convierte en “todos los casos”
a los jueces en autoritarios y vulneradores de las
garantías procesales. Para lo cual se la reflexión
teórica ha sido divida en tres momentos. En primer lugar se examina la teoría que plantea que las
iniciativas atribuidas al órgano jurisdiccional son
necesarias para lograr la máxima eficacia en su
función de alcanzar la efectiva tutela por parte del
Estado, explicando, así, el porqué de la utilización
de tales iniciativas en el proceso. En segundo lugar
se muestra que tal incremento en la autoridad jurisdiccional constituye un riesgo para las garantías
procesales, y se exponen y analizan los aportes de
la doctrina a este debate, haciendo uso del modelo
de límites propuesto por Omar Benabentos, hasta
llegar a las posiciones de Cipriani y Monteleone.
Y por último se explica que la atribución de la iniciativa probatoria al juez no lo convierte en autoritario, siempre y cuando se respeten los límites
establecidos por la doctrina y, especialmente, en la
obra (Picó I Junoy. 1997),
II. Las iniciativas atribuidas al órgano
jurisdiccional son necesarias para
lograr la máxima eficacia en su
función de alcanzar la efectiva
De modo que es posible evidenciar en este debate
tutela por pate del Estado
doctrinal dos extremos: por un lado, los autores de
la corriente “revisionista”, como Cipriani y Monteleone, para quienes el incremento del poder en la
actividad judicial se reduce a la búsqueda de la
eficacia del proceso en perjuicio de las garantías, lo
cual no resuelve ningún problema sino que, por el
contrario, hace del ejercicio del juez un “autoritarismo inútil y contraproducente”, como ha explica-
Es evidente que en la actualidad un gran número
de legislaciones procesales civiles, en el marco de
la socialización, delegan al juez ciertas iniciativas
procesales en materia probatoria. Estas son necesarias para el desarrollo del proceso, puesto que
son el instrumento idóneo para alcanzar la tutela
de los derechos y, así, poder cumplir con la fun-
21
U R Í D I C A
J
C T U A L I D A D
A
ción pública que todos los ciudadanos han confiado al Estado. Tal utilidad resulta del justo ejercicio judicial confiado a los aplicadores del derecho,
puesto que sería inadmisible que estos no tengan
en cuenta pruebas reales o existentes que podrían
dar un vuelco al proceso por el simple hecho de no
haber sido motivadas por las partes, vulnerando,
de este modo, el derecho a la verdad de los llamados al proceso.
Se entiende que cuando se habla de “verdad” no
solo se hace en relación con la existencia de dos
versiones fácticas aportadas por los litigantes al
proceso, quienes por medio de las pruebas allegadas procuran que sus versiones sean estimadas
como verdad formal, ya que la tarea del Oficio
siempre estará presente en el proceso civil, aunque
posea límites técnicos infranqueables (Peyrano,
2008).
Como lo indica esta sección, el juez es quien tiene asignada la función de solucionar los conflictos
que atentan contra la integridad de todos los derechos, sean públicos o privados. Es por esto que
se le otorgan las discutidas y necesarias iniciativas
mencionadas, que no buscan más que lograr la
máxima eficacia en su función (Picó I Junoy, 2006).
Hasta este punto el texto encuentra apoyo en la
corriente que comparte la figura del juez director,
es decir, de aquel juez protagonista dotado de
facultades tales como la iniciativa en materia de
pruebas.
III. El incremento en la autoridad
jurisdiccional constituye un riesgo
para las garantías procesales
22
El uso de la palabra “riesgo” implica, de una forma u otra, el inicio de la exposición pertinente al
incremento de la autoridad del juez, toda vez que
la inadecuada utilización de las iniciativa judiciales
en materia probatoria puede afectar a las garantías procesales, debido a que si bien toda actividad
judicial está sometida a principios, reglas y demás
límites que orientan a los jueces a cumplir de for-
ma positiva su función, estos no están exentos de
ser ignorados por los aplicadores del derecho en
ciertas ocasiones.
Según Omar Benabentos, estos límites son aquellos que pretenden, en primer lugar, evitar el modelo normativo del juez propio de los códigos procesales de los estados fascistas o totalitarios de la
primera mitad del siglo XX; en segundo lugar, la
ausencia de iniciativas materiales de dirección por
parte del juez, en la medida en que se está ante un
proceso civil en el que se discute un interés puramente privado, por lo que debe dejarse a la “suerte” de las partes; y en tercer lugar, la clásica objeción de la imparcialidad del juez y su infracción con
la participación activa del mismo dentro del proceso (Benabentos, 2001, pp. 81 a 133).De manera que
si el juzgador se apartase de estos límites estaría
generando riesgos para las garantías procesales.
Sería inaceptable dejar por fuera de este texto la
opinión del jurista Franco Cipriani (2002), quien se
ha referido a la socialización y a las atribuciones
jurisdiccionales que esta tendencia implica. Este
autor ha dicho:
Es cierto que en la base de la denominada concepción publicista hay un error de fondo: que
el juez pueda tener en las causas civiles más
protagonismo que el que tienen las partes. Sin
embargo, es tiempo de convencerse que cuando se eliminan derechos de las partes y se dan
poderes discrecionales al juez, esto es, cuando
se busca obtener la eficacia en perjuicio de las
garantías, no se resuelve ningún problema y se
hace sólo un autoritarismo inútil y contraproducente. (p. 43)
Otro aporte de la doctrina que nos permite determinar el riesgo que se corre con las atribuciones
jurisdiccionales es de Monteleone (2003), quien
afirma
que los poderes de dirección material del proceso del juez no son más que la concreta manifestación de una ideología fascista o totalitaria
basada en la rechazable subordinación de las
partes a los poderes del juez, lo que viene a
reprimir o conculcar la libertad de los ciudadanos condicionando insoportablemente el
pleno y autónomo ejercicio de sus derechos
subjetivos sustanciales y procesales.(pp.575 a
582)
Los autores citados en las líneas anteriores corresponden a la corriente denominada “revisionista”,
postura que se opone a la socialización del proceso10.
IV. La atribución de cierta iniciativa
probatoria al juez no lo
convierte en autoritario siempre
y cuando respete unos límites
establecidos por la doctrina
La radical postura de la doctrina revisionista ha
dejado claro que las iniciativas materiales entregadas al juez generan la ineficacia del “proceso”,
visto este no como herramienta para solucionar
meros conflictos, sino como instrumento del Estado para la justa tutela de los intereses litigiosos. De
esta manera, autores revisionistas, tales como Cipriani y Monteleone, consideran que sería eficaz en
la primera concepción, pero ineficaz en la segunda.
Conociendo que la tutela efectiva de los derechos
de los litigantes está ligada con las garantías procesales, sería inadmisible un proceso que tenga
como fin proteger la integridad de los derechos
pero que a su vez irrespete tales garantías. De ese
modo, lo más lógico sería encontrar un punto de
equilibrio en el que se puedan utilizar la iniciativas
probatorias otorgadas al órgano jurisdiccional sin
que estas lleguen a lesionar las garantes disposiciones que protegen los intereses litigiosos de las
partes.
10 Los autores citados corresponden a la corriente denominada “revisionista”, en la medida en que somete a revisión las
aportaciones que ha supuesto la “publicitación” del proceso
civil, que centra su crítica en la posible iniciativa probatoria ex
officioiudicis y en el control judicial de la buena fe procesal en
la actuación de las partes
Al aludir a un “punto de equilibrio” se hace referencia a aquellos límites que guían al juez en el ejercicio de su función y que no le permiten vulnerar los
derechos de las partes ni contrariar los principios
que rigen al ordenamiento jurídico, de modo que
cuando el juez los utilice pueda garantizar tanto
la efectividad de la tutela como el respeto de los
intereses de la sociedad, convirtiéndose en un juez
totalmente diferente al propio de los Estados autoritarios y fascistas.
Tal como lo destaca Picó I Junoyen su trabajo “La
iniciativa probatoria del juez civil. A propósito de
un caso, en Los poderes del juez civil en materia
probatoria (Incluida en El juez y la prueba) los límites que impiden que el juez se convierta en autoritario son: en primer lugar, proteger al principio
dispositivo, esto es, otorgarle la iniciativa probatoria siempre que se limite a los hechos del caso; en
segundo lugar, actuar con la debida imparcialidad
judicial, impidiendo así una actuación inquisitoria;
y por último, permitir el ejercicio del derecho de
defensa a los litigantes, ampliando sus pruebas
inicialmente propuestas. Es por esto que resulta
correcto afirmar que el órgano jurisdiccional no
es en todos los casos un juez autoritario en virtud
del uso de unas herramientas que tienen como fin
último garantizar la efectiva tutela de los derechos,
agregando que este sería autoritario, en caso que
no respete los límites ya expuestos.
V.Conclusión
El desarrollo de este artículo permite llegar a la siguiente conclusión respecto a la problemática tratada:
La postura de la doctrina revisionista resulta exagerada y apresurada, en la medida en que estos
autores, antes de afirmar que las garantías prevalecen sobre las herramientas otorgadas a los jueces para el direccionamiento del proceso, deberían
determinar si era posible encontrar un punto neutro entre ambas disposiciones, en lugar de afirmar
apresuradamente que todos los jueces, debido al
uso de estas facultades, se convierten en autori-
23
U R Í D I C A
J
C T U A L I D A D
A
tarios y fascistas. Así las cosas, lo importante es
determinar cuándo el juez vulnera las garantías
procesales, es decir, cuándo se separa de los límites
establecidos, ya discutidos en este texto.
Referencias
Benabentos, O. (2001). Teoría General Unitaria del Derecho Procesal (pp. 81 a 133). Editorial Juris.
Rosario. Argentina.
Cipriani, F. (2002). IlProcessoCivile italiano traEfficienza
e Garanzie. RivistaTrimestrale di Diritto e ProceduraCivile, pag, 43.
Picó I Junoy. Joan (1997).Las garantías constitucionales
del proceso(pp. 17 a 38). Barcelona:J. Mª.
Bosch.
Picó Junoy . Joan (2006).El juez y la prueba(pp. 104 a
120). Barcelona: J.Mª. Bosch.
Monteleone, G. (2003). Principi e Ideologie del ProcessoCivile: Impressioni di un Revisionista.RivistaTrimestrale di Diritto e Procedura Civile, pag.
53.
VidePeyrano, J. W. (2008).Carga de la prueba (p. 343).
Editorial Juris.
24
Descargar