¡CUIDADO! SUELO PELIGROSO.

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¡CUIDADO! SUELO PELIGROSO.
Santiago 1:1-7
Al ingresar a un salón o centro comercial, en ocasiones me encuentro un aviso de
advertencia que dice: “cuidado, suelo peligroso”. La Biblia contiene muchas advertencias
semejantes a estas cuyo propósito es librarnos de peligrosas caídas. Claro ejemplo de
esto, son las palabras de Santiago cuando nos enseña sobre lo peligroso y nocivo que es
para nuestra salud espiritual, la impaciencia, la terquedad y la incredulidad.
Esta lucha en la vida de los creyentes, es más normal de lo que pensamos. Debemos
preguntarnos entonces: ¿puede un cristiano experimentar extrema ansiedad mientras
espera por algo? La respuesta es sí. Así mismo, puede enfrentar episodios en los que la
terquedad y la falta de fe, influencian de manera estrepitosa su vida, causando gran daño.
Santiago, estima en su carta el cuadro ya descrito, para luego ayudarnos a enfrentar de
manera correcta las pruebas. Aquí tres decisiones importantes:
ARMATE DE PACIENCIA (1:2-4)
Esperar es una virtud, pero ciertamente, es una de las más difíciles de alcanzar. La
sociedad de hoy, se ha volcado hacia lo rápido e instantáneo. Las comidas rápidas,
los domicilios contra reloj y la obtención de recursos por métodos simples, cada día toman
mayor fuerza. Sin duda, esto ha hecho que nos acostumbremos a este estilo de vida, que
indudablemente, influencia nuestra manera de entender la fe.
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Dicho esto, las palabras de Santiago nos enseñan un principio importante: en medio de la
prueba, tu mejor aliado, después de Dios, es la paciencia. ¿Cuántas malas decisiones
hemos tomado por causa del afán o la ansiedad? Nos exponemos a serias caídas cuando
nos dejamos llevar por la desesperación al obrar. Una de las maravillosas obras de Dios en
el hombre, es el despertar de la capacidad espiritual para esperar en Él. La prueba no es
más que un pretexto para desarrollar en nuestro carácter el maravilloso fruto de la
paciencia.
Meditemos:
En la prueba ¿Te impacientas o esperas?
PIENSA CON SABIDURÍA, NO CON LAS EMOCIONES (5)
En medio de la prueba, la aplicación de la sabiduría es indispensable. La sabiduría
funciona de la misma manera que una brújula. La brújula, siempre usa una
referencia imperdible: el norte. De igual manera, la sabiduría, siempre guiará nuestros
pasos hacia Dios y sus planes. Cuando las emociones afloran, fácilmente los pensamientos
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se hacen confusos, entonces debemos preguntarnos ¿Qué es lo correcto? La respuesta a
esta pregunta estuvo en la mente de Santiago hace más de dos mil años: cuando no
sabemos cómo decidir, debemos pedir sabiduría a Dios.
La promesa de Dios es fiel. Si pedimos sabiduría a Dios, Él nos la dará abundantemente.
Eso significa que nunca dará poco, al contrario, nos dará sabiduría en abundancia. No le
dará demasiado a uno, para dejar sin ella a otros; más bien, nos la dará abundantemente a
todos sin escatimar nada. Luego, afirma que nos dará sabiduría sin reproche. Eso significa
que nos dará el conocimiento divino sin menospreciarnos o descalificarnos. Aunque te
llegaras a sentir incompetente, Dios te ve como una persona capaz de superar la más
grande prueba que se ponga en tu ruta hacia la victoria.
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USA LA FE (6-7)
Siglos atrás, un hombre que estudiaba con mucha disciplina la Biblia, recibió una
encomienda de su mentor. En ella, había una Biblia y un corto escrito en que le
pedía a su joven discípulo que leyera una historia específica de las Escrituras, para que
luego le contara lo que había aprendido de ella. El joven, leyó una y otra vez aquella
historia sin éxito alguno. Leyó tantas veces como pudo, pero no aprendió nada nuevo. Eso
sí, le envió una carta en la que le explicaba a su mentor las claves teológicas para el
entendimiento de aquella historia; sin muestra alguna de haber aprendido algo relevante.
Tiempo después, se encontraron. Para sorpresa del mentor, su joven discípulo seguía en
las mismas condiciones, no había aprendido nada nuevo de aquella historia. Así que,
mirándolo fijamente le dijo: eres brillante, claramente conoces la Biblia, pero veo que tu fe
está lisiada por lo que sabes, necesitas creer; necesitas renovar tu fe. ¿Cuántas veces nos
encontramos así? Pretendemos creer que sabemos todo sobre la fe cristiana, pero no
tenemos la fe suficiente para creer en las promesas de Dios. Llegamos muy temprano al
culto, no perdemos ninguna de nuestras reuniones, pero le creemos poco a Dios. La
incredulidad, es un enemigo que crece rápidamente mientras se alimenta de la duda.
Aplicación
1. Si estuvieras presionado (a) para decidir, mantén la calma (Salmo
46:10).
2. Acércate a Dios con fe, sin dudar de su sabia obra y menos, de que oye
tu oración.
Para concluir la reunión
Oren unos por otros, especialmente por aquellos que atraviesan diversas pruebas.
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