BLOQUE: EXPERIENCIAS REGIONALES RESPECTO DE LA JUSTICIA Y SU ACCIONAR CONTRA EL FRAUDE A LAS ASEGURADORAS TITULO DE LA DISERTACIÓN: REGULACIÓN LEGAL DEL FRAUDE AL SEGURO EN CHILE: SUS EFECTOS EN LA LUCHA COTIDIANA CONTRA EL FRAUDE. PROYECTOS DE REFORMAS DESTINADAS A TIPIFICAR UN DELITO ESPECIAL DISERTANTE: SR. EDMUNDO AGRAMUNT*: Las anteriores presentaciones, del profesor Pantanali y la doctora Smolianski, han hecho fácil la introducción a lo que voy a señalar porque ahora vamos a cruzar la cordillera, aterrizar en Chile y analizar la regulación que existe en este país sobre la materia, que me gustaría graficar con una anécdota que viví hace un tiempo. Todos sabemos que el fraude al seguro es una realidad que existe, lo tratamos de combatir, la Superintendencia y las compañías de seguros están preocupadas del tema, pero, sin embargo, en alguna ocasión viví la siguiente experiencia en mi calidad de director de la Asociación de Derecho del Seguro. Estábamos organizando un congreso como éste y se nos ocurrió tratar de invitar a un ministro de la Corte Suprema o de la Corte de Apelaciones de Santiago con la finalidad de que pudiese conocer el desarrollo de nuestra disciplina. Yo dije que conocía a dos o tres ministros de la Corte, uno de ellos había sido profesor mío, por lo que me ofrecí para pedir una audiencia y explicarle de qué se trataba la invitación al congreso. Fui, me recibió muy cortésmente, como son los ministros, en poco tiempo le expliqué y cuando terminé ─yo estaba muy orgulloso porque esperaba recibir una respuesta de aceptación a mi invitación─, él me dice: “¿Derecho del seguro? … ¿Pero existe el derecho de seguros?” Por la capacidad de absorción que yo tenía en ese momento casi le contesté que no. Entonces, el ministro de la Corte Suprema agregó: “Pero si el derecho del seguro no existe, ¿de qué me está hablando usted? ¿A qué se dedica usted? El derecho del seguro, o más bien las normas que regulan el ámbito de los seguros, no es otra cosa que derecho comercial, derecho privado, derecho de los contratos, pero no me hable de derecho de seguro… Mañana, entonces, aquí va a venir, no sé… el director gremial de los carniceros * Fiscal de MAPFRE Chile. Vicepresidente Asociación Internacional de Derecho del Seguro, sección chilena. 1 de Santiago o de las fábricas de hormigón armado y me van a decir: quiero invitarlo a un congreso del derecho de las carnicerías o algo así…”. Entonces yo, cabizbajo, derrotado, volví. Naturalmente, no lo invitamos, pero me dejó claro que nosotros, que estamos en el ámbito de los seguros, hablamos del derecho que nos regula, hablamos del fraude a los seguros y hablamos de una serie de instituciones relacionadas con nuestro entorno que damos por reales y que existen, pero está claro que no todos perciben que se requiere una regulación legal específica. Me explico: ¿existe o no el fraude al seguro desde el punto de vista estrictamente jurídico?, ¿existe un tipo penal específico o es necesario en Chile un tipo penal específico para sancionar, perseguir y luchar contra el fraude, o basta con la norma genérica que existe? ¿Qué dice nuestra legislación? En Chile no existe un tipo penal específico de fraude al seguro, no existe una norma penal específica que sancione a la persona que obtiene cobertura donde no la había, por decirlo de alguna manera, y que perjudique a un asegurador y, por tanto, a todo el sistema. Solo existen normas genéricas que se refieren al fraude al seguro. Todos entendemos que un fraude es, en términos generales, una acción contraria a la buena fe, una acción contraria a la rectitud y que perjudica a la persona contra quien se comete; en el seguro específicamente, es la conducta que realiza un agente ─que puede ser el asegurado o el beneficiario del seguro─ que procura intencionalmente la ocurrencia del siniestro o que exagera sus consecuencias con el ánimo de conseguir un enriquecimiento en perjuicio del asegurador. Se incorpora, en consecuencia, el elemento del perjuicio. No basta que una persona piense o estime que podría lograr un beneficio, sino que es necesario que efectivamente lo logre, perjudicando a su contraparte, que en este caso es el asegurador. Y la ley chilena incorpora el perjuicio en el elemento del tipo penal. La ley chilena menciona casos insólitos y dice, por ejemplo: se impondrá X pena al platero o al joyero que cometiere defraudaciones alterando la calidad de la ley o el peso del objeto relativo a su arte (es decir, si un joyero engaña, se va preso); al comisionista que cometiere defraudación alterando cuentas; a los capitanes de buques que fuera de los casos y sin la solemnidad prevenida en la ley vendieren el buque… ─esto es notable, y está en el Código Penal─; a los que con datos falsos u ocultando antecedentes que les son conocidos celebraren dolosamente contratos aleatorios basados en dichos datos o antecedentes, etc. 2 En el Código Penal existe una serie de tipos que sancionan conductas específicas, en todos los cuales es necesario que el agente obtenga un beneficio y el perjudicado se empobrezca, tenga un perjuicio. Pero no hay ninguna norma que se refiera a algo como “aquellas personas que obtengan ilícitamente una indemnización o que obtengan un beneficio ilícito del asegurador”. Al no existir un tipo penal específico, el fraude en la ley chilena se sanciona y se combate por medio de la norma general existente en el Código Penal que dice: “el que defraudare a otro o perjudicare a otro usando de cualquier engaño que no se haya expresado en los artículos anteriores de este párrafo, será sancionado con…”; es decir, fuera del capitán que vende el buque, del joyero que engaña y de una serie de otras conductas que son sancionadas en el Código Penal específicamente. Defraudación y perjuicio son sinónimos para la ley chilena, es estrictamente necesario que exista perjuicio en la víctima. Esto es lo que la doctrina denomina fraude residual, es decir, todos los demás fraudes. En consecuencia, el fraude al seguro es hoy en Chile un fraude residual, y eso tiene poco glamour porque es lo que quedó de los fraudes. El fraude al seguro en Chile es uno más de todos los demás fraudes y los señores que trabajan en los departamentos de siniestros de las compañías de seguros lo saben muy bien. Un efecto práctico de lo anterior es que se exige perjuicio para el asegurador, perjuicio para la víctima ─porque la defraudación o el perjuicio es lo mismo en la ley penal chilena─ y, en consecuencia, beneficio patrimonial para la gente, se debe pagar el siniestro. Hay muchos jueces y cortes de esta república que estiman que no existe fraude cuando un asegurado lo intentó pero no lo logró. El Ministerio Público tiene hoy diversas interpretaciones al respecto, algunos son bastante drásticos y persiguen la estafa en su grado de frustración o de tentativa, pero también se da que el asegurado presenta el siniestro y se descubre, se presenta una querella en su contra y el Ministerio Público dice: “Bueno, pero si no hubo perjuicio, la compañía de seguros no pagó la indemnización, ¿por qué se va a perseguir eso? En consecuencia, la norma actual, además de ser una norma residual que engloba a todos los demás fraudes que puedan existir, genera esta consecuente dificultad para perseguir el fraude en grado de tentativa y en 3 grado de frustrado, que por lo demás es, todos lo sabemos, la regla general. La mayor cantidad de fraudes que ocurren, especialmente en ramos donde existen sistemas de persecución ─como en el ramo de vehículos, por ejemplo─, se logran detectar, entonces llegan a delito frustrado o tentativa de estafa y, por la norma que tenemos, son muy difíciles de sancionar y perseguir. Por lo tanto, la consecuencia de la consecuencia es que se privilegia obtener el desistimiento del asegurado o el rechazo al siniestro (por otra causal, exclusión de cobertura) frente al ejercicio de acciones judiciales con la finalidad de lograr una sentencia. Esto lleva, evidentemente, a la ausencia en Chile de sentencias importantes o relevantes que generen jurisprudencia, no la hay, salvo en casos muy emblemáticos. Más de alguien ha escuchado alguna vez el caso del señor que se hizo pasar por muerto, lo metieron en un ataúd, fue a su propio funeral, la señora lloraba, todos lloraban dramáticamente, lo enterraron y dentro del ataúd había solo piedras y palos de escoba. Todos recordamos eso. Pues bien, cuando lo descubrió, la compañía de seguros pensó qué podría hacer y, en conjunto con el sistema judicial, decidió seguir adelante y pagar el siniestro, de manera tal que cuando la viuda recibió la indemnización y estaba cobrando el cheque en caja, con su abogado, se fueron los dos presos y se logró una sentencia importante. Hubo una estafa ya no en grado de frustrado o tentativo, sino que una estafa consumada. Esas sentencias en Chile son excepcionalísimas, no hay una jurisprudencia reiterada que se refiera a la materia. Otra consecuencia importante es que, por lo que se ve en la práctica, las compañías pueden utilizar el rechazo a un siniestro si no se logra el desistimiento y litigarlo por la vía de un juicio arbitral, en donde el árbitro ─si es un arbitro arbitrador─ va a fallar conforme a la sana crítica o a la equidad, por lo que podría tener en consideración todos los antecedentes extra siniestros que siempre son bastante sabrosos cuando hay un fraude o cuando hay un asegurado travieso o muy creativo. Pero esto trae como consecuencia que como la tentativa y la frustración del delito es difícil de sancionar, y como lo que en la práctica hacen las compañías es tratar de desincentivar al defraudador mediante el rechazo del siniestro, su desistimiento o un juicio o lo que sea, pero no el ejercicio en acción penal, hay muy pocos servicios eficaces de investigación preventiva de fraudes. No los hay realmente organizados, todos los tenemos, todos los conocemos, pero no hay una institucionalidad al respecto. 4 Es evidente que todo esto genera un desinterés del sistema penal en perseguir este delito, el fraude residual. Yo decía que tiene poco glamour y creo que cuando el fiscal del Ministerio Público se sienta y ve una querella por un fraude residual, debe pensar: “Traen un residuo…, es decir, me traen lo demás, yo estoy para cosas más importantes que para estar persiguiendo a una persona que intentó defraudar a una compañía de seguros que, por lo demás, tiene que saber defenderse por sí sola”. El tema es muy complejo porque el sistema no enciende, el sistema judicial chileno no siente ninguna atracción por estos asuntos y, en consecuencia, tampoco colabora. Además, como consecuencia de todo esto, no existe una sanción social porque nadie se ha ido preso, o muy pocas personas se han ido presas. Bueno, si le robo a la compañía de seguros, ¿cuál es el problema? Tengo tema para el matrimonio del fin de semana. Entonces, la conclusión es que no existe una regulación penal específica. Sin embargo, desde hace mucho tiempo atrás, casi doce años, hay un proyecto de ley destinado a modificar el Código de Comercio y el Código Penal, proyecto de ley que actualmente está en tramitación en el Congreso, ingresó hace unos meses y en la parte referida al delito específico, al tipo penal del fraude del seguro, contó con la colaboración del distinguido profesor Alfredo Etcheberry, quien propuso modificar el Código Penal agregando nuevos numerales al artículo 469. Es decir, propuso eliminar la figura del fraude residual y que el fraude al seguro tuviese una institucionalidad propia, vida propia, fuese un delito específico, como el homicidio, como la violación, la traición a la patria, etc., que fuese un delito que casi tuviese un capítulo en el Código Penal. Es así como redactó el artículo 469 proponiendo, por ejemplo, un nuevo número 7, que sancione con X pena al que provoque intencionalmente un siniestro y luego intentare cobrar el seguro; un número 8, al que producido un siniestro fortuito intentare cobrar un seguro superior al valor real de la cosa; Nº 9, al que para cobrar un seguro ocultare o haga desaparecer una cosa asegurada; Nº 10, al que se produjere voluntariamente una lesión o agravare las consecuencias de la lesión originada. Estableció conductas típicas, una serie de conductas que un agente debe realizar en perjuicio de otro o, como en este caso, en perjuicio de una compañía de seguros, y que van a estar sancionadas específicamente en el Código Penal. Un tipo penal, así se llama en términos estrictamente legales. 5 Además, en una cuestión que puede ser muy debatible, asimilando el seguro al contrato aleatorio, incorporó un nuevo Nº 6 del artículo 470 diciendo que también es sancionado el que con datos falsos y ocultando antecedentes que le son conocidos celebrare un seguro u otro contrato aleatorio, en circunstancias que es bastante discutible al menos que el contrato de seguro tenga esa calidad o esa naturaleza jurídica. Por último, agregó también que en los procesos por delitos de incendio los tribunales apreciaran la prueba en conciencia, circunstancia que hoy día ya es una realidad porque el sistema penal en general fue cambiado. ¿Qué pasó con este proyecto? Fue enviado al Congreso el 23 de julio de este año. Se remitió al Congreso el proyecto de modificación, las normas del contrato de seguro, por medio de un mensaje firmado por el Presidente de la República y sus ministros, en el que además formularon indicaciones. Las indicaciones son muchas y curiosamente, respecto del artículo tercero, el Poder Ejecutivo chileno dijo que hacía una indicación porque deseaba suprimirlo; es decir, todo lo que he señalado ha sido suprimido por el Poder Ejecutivo en Chile. No sabemos bien si el Poder Ejecutivo chileno tomó esa decisión porque estimó innecesaria la existencia o la regulación del fraude al seguro o porque significaría generar una especie de sistema especial para un gremio en particular. Nosotros, como aseguradores, no podemos intentar convencer a la autoridad política de que el gremio requiere un tipo penal para protegerse, sabemos que la respuesta política es: los gremios se defienden por sí solos, pero si se hiciera así, después de los aseguradores, vendrían los dentistas, los camioneros, los supermercados, etc., diciendo que si las compañías de seguros tienen un tipo penal, entonces hay que sancionar de determinada forma al que defraude al dentista, al camionero, etc., y empezarían a buscarse tipos penales para proteger a gremios en particular. Aparentemente, esa premisa fue la que el Poder Ejecutivo tuvo en cuenta para eliminar o suprimir el capítulo referido al fraude al seguro en la modificación al Código Penal. Otra posibilidad, y tengo esperanza en que así sea, es que efectivamente se haya pensado que era bastante mejor separar la modificación a la ley de seguros ─que es un tema de derecho privado, de derecho 6 comercial, de derecho civil─ de lo que es derecho penal y discutirlo en una instancia con otras características, con otros ribetes, con mayor profundidad. Ojalá así sea, porque si fuese por la primera opción significaría que hay un error conceptual importante, que fue lo que escuchamos en la Asociación de Derechos del Seguro cuando requerimos la información al Ministerio de Justicia, donde nos dijeron que un gremio no necesita tener un tipo penal específico. Allí hay un error conceptual porque la característica que tiene el fraude al seguro es que la víctima es el asegurador, pero eso no significa que el bien jurídico protegido sea el patrimonio del asegurador; el bien jurídico protegido es el sistema, es el patrimonio del asegurado honesto que hoy, sentado leyendo el diario y con su auto guardado con una capa en el segundo subterráneo de su edificio, está financiando al asegurado travieso y creativo que se fue anoche a una fiesta en Quirihue, se emborrachó, chocó y después inventó que le habían robado el auto. Ése es el bien jurídico protegido y suprimir la regulación del fraude al seguro podría estar contaminado por ese error conceptual. Por lo tanto, hay que insistir. Yo no soy penalista ni tengo conocimientos de técnicas legislativas, pero debemos insistir, debe insistir el mercado en general, es decir: la Asociación de Derecho del Seguro, las compañías de seguros a través de la Asociación de Aseguradores, el Ministerio de Hacienda a través de la Superintendencia de Valores y Seguros. Todos debiesen intentar insistir para que se logre eliminar de la discusión en el Congreso esa indicación y esa supresión ─hoy día no se está discutiendo el tema, se va a discutir─, para crear un tipo penal que castigue, por ejemplo, “…al que solicitare el pago de un seguro ocultando que el siniestro ha sido provocado o agravado intencionalmente, simulando la ocurrencia de un siniestro o falseando sus verdaderas circunstancias o consecuencias”. La regulación redactada por el profesor Etcheberry fue suprimida, y fue suprimida probablemente porque significaba la creación de un estatuto penal específico para un gremio en particular, las aseguradoras, pero creo que es posible insistir con eso, que es bastante más sencillo. Un tipo penal sintético, sencillo, sin la complejidad legal del que habíamos descrito antes. Elimina la posibilidad de que sea estimado un fraude o una estafa residual y es, al mismo tiempo, un tipo penal específico y no un sistema especial a favor de las compañías. 7 Es una propuesta políticamente correcta, donde hay un régimen severo para la frustración. Se refiere al que solicite, basta con solicitarlo y, si lo logra, naturalmente también es sancionado. Significa un beneficio al sistema preventivo, menor costo, menor prima y beneficio final para el asegurado honesto. Por último, se elimina la inconveniencia que tenía de innovar en materias de delitos vinculados a los contratos aleatorios, porque el contrato de seguros difícilmente tiene esa calidad. Con esto, entonces, se genera un tipo penal específico y sencillo, y se beneficia al asegurado de buena fe, que con su honestidad y patrimonio está financiando al asegurado fraudulento. Eso es lo que nosotros debemos intentar buscar en el país, porque, reitero, el bien jurídico protegido no es el patrimonio del asegurador. Ningún fraude, por muy cuantioso que sea, es capaz de dar vuelta el resultado de una compañía de seguros, ninguno, un cúmulo podría ser, pero ninguno individualmente considerado. En consecuencia, no nos va a resultar si consideramos que estamos protegiendo el patrimonio del asegurador, lo que tenemos que demostrar y de lo que tenemos que convencer a la autoridad política es que lo que estamos protegiendo es el patrimonio del asegurado diligente y de buena fe, que con esa honestidad y con esa buena fe ha terminado financiando al asegurado deshonesto. Por lo tanto, si alguien conoce al Presidente, solicito ayuda para pedirle audiencia… Yo me ofrezco, puedo entregarle mi tarjeta al señor Superintendente para que se la lleve, yo no lo conozco, pero él seguramente sí. Creo que debemos insistir, tenemos que pedir audiencia al Ministro de Justicia y tenemos que intentar, ya no por la vía de la modificación a la Ley de Seguros y al Código de Comercio, sino que por la vía de una iniciativa legal específica se establezca un tipo penal, también específico, que va a facilitar todo lo que aquí ya se ha dicho. De otra manera se hace bastante difícil luchar efectivamente contra el fraude desde el punto de vista legal. Muchas gracias. 8