El aumento de la participación en las elecciones al Parlamento

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El aumento de la participación en las elecciones al Parlamento Europeo como fuente de
legitimidad para la Unión Europea
Luis de la Torre Tijero
1. INTRODUCCIÓN
La creciente insatisfacción y el recelo de los ciudadanos europeos con respecto al proyecto de
integración europea es fácil de constatar. La confianza en la Unión Europea (UE) medida por el
último Eurobarómetro (otoño de 2012) refleja una desconfianza creciente en la UE por parte del
público, con tan sólo un 33% de los encuestados que afirma confiar en las instituciones de la UE1.
Esa misma proporción era del 57% en la primavera de 2007. La respuesta de la UE ante la crisis
financiera y su enquistamiento en Europa en forma de crisis de deuda soberana han socavado la
credibilidad del proyecto europeo a ojos de la ciudadanía. Pero el proyecto de integración europea
venía ya marcado por lo que algunos académicos han denominado su déficit democrático. Según
muchos de los análisis desde la academia y la clase política, el reforzamiento del Parlamento
Europeo (PE) podía servir para aliviar ese déficit. Pero el hecho es que, pese a que las competencias
atribuidas al PE han crecido con cada reforma comunitaria, la participación de la ciudadanía en las
elecciones al PE ha ido decreciendo con cada cita con las urnas hasta alcanzar un 43,3% en los
últimos comicios, celebrados en 2009. La secular baja participación en las elecciones al PE ha dado
lugar a abundante literatura científica, dando lugar a un consenso ampliamente aceptado de que el
motivo de esa persistente baja participación y de los cambios en los comportamientos del electorado
era el hecho de que se trataban de elecciones de segundo orden, vistas por el público como menos
relevantes que las elecciones nacionales.
En este trabajo se repasarán algunas visiones académicas sobre el déficit democrático para luego
analizar cuáles son las repercusiones de la baja participación en las elecciones al PE. El trabajo
intentará demostrar que un aumento de la participación ciudadana en las elecciones al PE podría
1
Eurobarómetro Estándar 79, publicado en diciembre de 2012, p. 14, disponible
http://ec.europa.eu/public_opinion/archives/eb/eb78/eb78_first_en.pdf (accedido el 18 de junio de 2013).
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en
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Número 17, julio de 2013
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la Unión Europea
suponer una importante fuente de legitimidad para la UE debido al hecho de que el PE es la
institución de la UE con un mayor potencial legitimador y mayor trazabilidad.
Para este trabajo se han utilizado trabajos académicos, tanto sobre los asuntos de legitimidad
democrática como estudios electorales específicos sobre las elecciones al PE. Pese a las
constricciones de espacio, es la intención de este trabajo intentar resumir el estado de la cuestión
sobre estos temas y plantear un debate sobre algunas medidas a tomar para solventar una situación
cuando menos comprometida para el proyecto común europeo.
2. EL “DÉFICIT DEMOCRÁTICO” DE LA UE
Una de las constantes en los análisis académicos sobre el proceso de integración europea es lo que
se denomina déficit democrático de dicho proceso. No existe una definición única de este concepto,
sino que varía según la posición intelectual o la propuesta de soluciones aportadas por cada
analista2. La propia Comisión Europea define en su glosario el déficit democrático de la UE como
“la idea de que la Unión Europea y sus organismos sufren una falta de legitimidad democrática y
que resultan inaccesibles al ciudadano debido a la complejidad de su funcionamiento3”. A
continuación se presentarán algunas perspectivas académicas sobre este asunto.
El politóligo Simon Hix y el filósofo Andreas Follesdal proponían en 2006 una conceptualización
del déficit democrático que incluía cinco aspectos4. Primeramente, a medida que se ha avanzado en
el proceso de integración europea ha aumentado el poder ejecutivo mientras ha retrocedido el
control por parte de los parlamentos nacionales. La acción de los actores políticos ejecutivos de la
UE (ministros nacionales en el Consejo y miembros de la Comisión propuestos por los estados)
escapa al control de los parlamentos nacionales. Segundamente, argumentan que el PE es
demasiado débil. Incluso con las sucesivas reformas de los tratados que han apoderado
considerablemente al PE, esto no es suficiente. Crucialmente, pese a que el PE tiene el poder de
vetar a la Comisión en su conjunto, la iniciativa para designar a la Comisión sigue siendo de los
gobiernos nacionales. Terceramente, no hay verdaderas elecciones europeas donde se elija a los
líderes políticos que lideren el proceso de integración. Las elecciones al PE son elecciones de
segundo orden (ver más abajo) mientras que las elecciones nacionales se centran en asuntos
internos. La falta de unas verdaderas elecciones europeas en este sentido hace que sea difícil para
2 Follesdal, A. y Hix, S., “Why There is a Democratic Deficit in the EU: A Response to Majone and Moravcsik”, en
Journal of Common Market Studies, 44, 2006, p. 534.
3 Disponible en http://europa.eu/legislation_summaries/glossary/democratic_deficit_es.htm (accedido el 18 de junio de
2013).
4 Follesdal, A. y Hix, S., “Why There is a Democratic Deficit…”, op. cit., pp. 534-537.
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los ciudadanos expresar directamente cuales son sus preferencias sobre la dirección a llevar por la
UE. En cuarto lugar, la UE es percibida por los votantes como algo muy lejano a ellos. Las
instituciones y la manera de ejercer el poder en la UE es tan diferente a lo que los ciudadanos
experimentan en sus estados que a la mayoría le es difícil comprenderlo. Un ejemplo de esta
especificidad de las instituciones europeas es la Comisión, “ni gobierno ni burocracia, nombrada a
través de un procedimiento oscuro más que siendo elegida electoralmente directa o
indirectamente5”. En último lugar, el sistema de funcionamiento político de la UE hace que se
adopten enfoques políticos que no cuentan con la aprobación mayoritaria de la ciudadanía europea.
Los gobiernos tienen, en efecto, la capacidad de tomar decisiones que no podrían tomar en su
terreno doméstico, debido al control parlamentario, la presión de los colectivos sociales o lo
apremiante del ciclo electoral.
Para el sociólogo y filósofo Jürgen Habermas la “transferencia de competencias desde el ámbito
nacional al ámbito europeo afecta a cuestiones de legitimidad democrática”6. Desde su punto de
vista, el actual sistema de decisión es, en la práctica, poco eficiente. Las decisiones más relevantes
se toman, en muchos casos, a puerta cerrada, sin el necesario debate público.
Los acuerdos legalmente no vinculantes alcanzados por jefes de gobierno son o inefectivos o
antidemocráticos y deben por lo tanto ser sustituidos por una institucionalización de las decisiones comunes
que tenga unas credenciales democráticas irreprochables7.
Habermas acusa a la clase política de ser reacios a abandonar ese modelo de decisión basado en las
negociaciones a puerta cerrada que denomina “federalismo ejecutivo”8. Para él la superación del
elitismo implícito al proyecto europeo debe pasar por el fomento de la noción de soberanía
compartida entre la ciudadanía europea y los estados miembros. Para conseguir una “relación
simétrica” entre estas dos dimensiones se deben otorgar poderes iguales tanto al Consejo como al
Parlamento, hacer que la Comisión responda igualmente ante los dos y reformular las competencias
y el poder que tiene el Consejo de Europa9. En definitiva, se trata para Habermas de una decisión
entre ese “federalismo ejecutivo” y una verdadera democracia transnacional que incluya una
efectiva solidaridad entre los pueblos que conforman Europa. Para alcanzar este objetivo hace falta
reforzar las credenciales democráticas del proyecto europeo: es razonable pensar que si se pide a los
5 Ibídem, p. 536.
6 Habermas, J., “Hoy, más que nunca, Europa es un proyecto constitucional”, en Política Exterior, vol. XXVI, nº 150,
noviembre-diciembre 2012, p. 24.
7 Habermas, J., “The Crisis of the European Union in the Light of a Constitutionalization of International Law”, en
European Journal of International Law, vol. 23, nº 2, mayo 2012, p. 336.
8 Ibídem, p. 337.
9 Ibídem, p. 345.
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ciudadanos que compartan las cargas del proyecto más allá de sus fronteras nacionales estos
ciudadanos tengan la capacidad de ejercer una influencia democrática efectiva en las decisiones que
se toman10. El apuntalamiento del federalismo ejecutivo, con el refuerzo del poder del Consejo de
Europa, incluyendo “el uso de amenazas de sanciones y presiones sobre impotentes parlamentos
nacionales para aplicar acuerdos informales y poco transparentes” convertiría al primer intento serio
de alcanzar una democracia transnacional en “un ejercicio de gobierno post-democrático”11.
Para J.H.H. Weiler, Europa se encuentra en un momento especialmente bajo de su proyecto de
integración, en el que se unen varias tendencias subyacentes: el persistente déficit democrático, una
crisis de legitimidad que empuja a los ciudadanos hacia el antieuropeísmo y el fracaso de la UE
para concretar un poder político sólido. Para Weiler, pese a los avances en el apoderamiento del PE,
el déficit democrático persiste y supone en esencia
la incapacidad de la UE para desarrollar estructuras y procesos que repliquen adecuadamente a nivel europeo
los hábitos imperfectos de control gubernamental, responsabilidad parlamentaria y responsabilidad
administrativa que se practican en diferentes modalidades en los estados miembros12.
Para Weiler, una de las claves de este déficit es la incapacidad de los ciudadanos para sustituir a los
gobiernos en las urnas si no están de acuerdo con ellos. El sistema de aprobación de la Comisión
por parte del PE no sería “ni siquiera remotamente lo mismo”13. Además, el ciudadano no puede
influir directamente en el desarrollo político de la misma manera que puede hacerlo a nivel
nacional, ya que la configuración política del PE no se traduce sino con debilidad en la producción
legislativa de la UE. Debido a la propia identidad de la Comisión y del Consejo, estas instituciones
no pueden tener una fuerte identidad política en el sentido tradicional (izquierda-derecha). Por lo
tanto existe un déficit político que estaría en la base de ese déficit democrático14.
En cuanto a la crisis de legitimidad que atraviesa la UE, está no sería una legitimidad de tipo
formal, sino de tipo social15. Weiler se refiere al declive en la participación a las elecciones al PE
como un ejemplo claro de ello: la participación desciende a pesar de un continuo apoderamiento del
PE, que tiene en la actualidad capacidad co-legisladora junto a la Comisión. Otra muestra de esta
falta de legitimidad es la creciente ola de antieuropeísmo que inunda la política nacional de los
10 Ibídem, p. 347.
11 Ibídem, p. 348.
12 Weiler, J.H.H., “The political and legal culture of European integration: An exploratory essay”, en International
Journal of Constitutional Law, vol. 9, nº 3-4, octubre 2011, p. 679.
13 Ibídem, pp. 679-680.
14 Ibídem, p. 680.
15 Weiler, J.H.H., “The Transformation of Europe”, en The Yale Law Journal, vol. 100, nº 8, junio 1991, pp. 2.469.
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estados miembros, con importantes avances de partidos minoritarios que hacen que los mayoritarios
cambien sus posturas para con la UE a efectos de minimizar sus pérdidas electorales. Una última
muestra sería la persistente incapacidad de la UE de defender en el ámbito de la seguridad los
valores centrales que están en el mismo núcleo de la integración europea, con los ejemplos de
Srbenica, Kosovo y, más recientemente, Libia como recordatorio16.
3. LA BAJA PARTICIPACIÓN EN LAS ELECCIONES AL PARLAMENTO EUROPEO
Las elecciones al PE pueden considerarse los mayores ejercicios de democracia transnacional que el
mundo ha conocido. Pero desde que se eligió por primera vez a los miembros del PE por sufragio
directo, en 1979, la participación en las elecciones quinquenales ha disminuido con cada una de las
siete citas con las urnas realizadas. De una participación del 62% en 1979 hemos pasado a una
participación del 43% en las últimas elecciones celebradas en 200917. De media, con cada elección
se ha perdido en torno al 3% de participación, pero la tendencia se ha incrementado a partir de
1999, donde se dio una bajada del 7%. La tendencia se ha suavizado en las elecciones de 2004 y
2009, pero se ha mantenido a pesar de la incorporación de nuevos estados miembros. Esta escasa
participación, así como el continuo descenso de la misma, son percibidas por algunos como
elementos que socavan la legitimidad del proyecto político europeo18.
Algunos políticos y académicos propugnaron el establecimiento de elecciones directas al
Parlamento Europeo, ya que estas elecciones fomentarían la creación de una identidad europea y
serían una fuente de legitimidad supranacional para la Unión Europea19. La baja participación que
han acarreado las elecciones al PE desde 1979 han contradicho estas expectativas y han llevado a la
academia a calificar estos comicios como “elecciones de segundo orden”. Según este modelo
teórico, introducido por Reif y Schmitt en 1980, existen dos tipos fundamentales de elecciones.
Unas son de primer orden, aquellas que son ampliamente percibidas por el electorado como
importantes y decisivas. Otras son de segundo orden y son percibidas como elecciones menos
relevantes. Debido a su menor relevancia para el electorado, el nivel de participación y la
16 Weiler, J.H.H., “The political and legal culture of European integration: An exploratory essay”, en International
Journal of Constitutional Law, vol. 9, nº 3-4, octubre 2011, pp. 681-682.
17
Datos
del
Parlamento
Europeo,
disponibles
en
http://www.europarl.europa.eu/aboutparliament/en/000cdcd9d4/Turnout-(1979-2009).html (accedido el 18 de junio de
2013).
18 Bhatti, Y. y Hansen, K.M., “The effect of generation and age on turnout to the European Parliament – How turnout
will continue to decline in the future”, en Electoral Studies, 31, 2012, p. 262.
19 Judge, D. y Earnshaw, D., The European Parliament, Hampshire, Palgrave Macmillan, 2008 (2ª ed.), p. 73.
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orientación del voto varían de las que se producen en las elecciones de primer orden 20. Una
consecuencia de esto sería la pérdida de apoyos de los partidos grandes, particularmente aquellos en
el poder (voto de castigo), así como un aumento del voto a los partidos minoritarios. En todo caso,
las elecciones al PE estarían dominadas por los asuntos y los partidos políticos nacionales, así
como por el ciclo electoral nacional21. Este modelo seguiría siendo válido para las últimas dos
elecciones al PE22, como demostrarían la baja participación, los malos resultados obtenidos por los
grandes partidos y el éxito obtenido por los partidos ecologistas, los de extrema derecha, los
antieuropeístas e incluso el Partido Pirata sueco.
El efecto novedad que medió durante la primeras elecciones al PE en 1979 y que se reprodujo para
cada nuevo estado miembro que participaba en las subsiguientes elecciones se ha ido desgastando.
Además la ampliación de la UE a países con tasas típicas de participación bajas ha contribuido a
disminuir la participación aún más23. Además, debido a la naturaleza de segundo orden de las
elecciones al PE los nuevos votantes (aquellos que alcanzan la edad legal para ejercer el voto)
acudirían en menor medida a las urnas. Existen estudios que apuntan en la dirección de que tener
derecho al voto por primera vez en unas elecciones de segundo orden tiene efectos socializadores
negativos sobre el comportamiento electoral futuro24. Este efecto es acumulativo, ya que “a medida
que nuevas cohortes de votantes experimentan ese efecto aumenta el grupo de los que adquieren el
hábito de votar a una tasa inferior que las cohortes de más edad”25. Adicionalmente, cada nueva
generación de europeos ha votado menos que la anterior, con diferencias de hasta veinte puntos
entre los nacidos el final de la Segunda Guerra Mundial y los nacidos a partir de 1970. A medida
que las generaciones de más edad se vayan retrayendo del voto la tendencia esperada es que la
participación baje todavía más26.
Pese a el dominio de los asuntos nacionales en las elecciones PE se pueden encontrar tendencias
macro a nivel europeo en las sucesivas elecciones al PE, como por ejemplo el apoyo a los partidos
20 Schmitt, H., “The European Parliament Elections of June 2004: Still Second-Order?”, en West European Politics,
28:3, 2005, p. 651.
21 Judge, D. y Earnshaw, D., The European Parliament, op. cit., p. 74; y Van Der Eijk, C. y Van Egmond, M.,
“Political effects of low turnout in national and European elections”, en Electoral Studies, 26, 2007, pp. 561-567.
22 Schmitt, H., “The European Parliament Elections…”, op. cit., pp. 668-669; y Hobolt, S.B. y Spoon, J., “Motivating
the European voter: Parties, issues and campaigns in European Parliament elections”, en European Journal of Political
Research 51, 2012, pp. 701-727.
23 Hix, S. y Marsh, M., “Second-order effects plus pan-European political swings: An analysis of European Parliament
elections across time”, en Electoral Studies, 30, 2011, pp. 5-6.
24 Franklin, M.N. y Hobolt, S.B., “The legacy of lethargy: How elections to the European Parliament depress turnout”,
en Electoral Studies, 30, 2011, pp. 67-76.
25 Ibídem, pp. 75.
26 Bhatti, Y. y Hansen, K.M., op. cit., pp. 266, 271.
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verdes en 1989, el surgimiento de los partidos antieuropeístas en 1994 o el retroceso de los partidos
socialdemócratas en 200927. Estas tendencias podrían suponer el inicio de una conciencia electoral
paneuropea. Sobre todo el castigo generalizado a la socialdemocracia en las elecciones de 2009,
marcadas por la crisis financiera, parecerían indicarlo: en épocas de turbulencia económica el
electorado europeo se refugia en “la aparente seguridad de los partidos de centro-derecha tal y como
hicieron como respuesta a la crisis de la década de 1970”28.
Tras un largo proceso de negociaciones, la UE adoptó en 2002 un Procedimiento Electoral
Uniforme. Más que un procedimiento uniforme se trata de unas directrices que orientan a los
estados miembros a la hora de diseñar sus sistemas electorales para las elecciones al PE29. En la
actualidad existen diferencias entre los estados miembros en cuanto a su fórmula electoral, su tipo
de sufragio y su número de circunscripciones30. Puede que la existencia de criterios uniformes de
elección para toda la UE, sobre todo si impusieran listas de tipo abierto, fuera positivo para
garantizar la representatividad de los parlamentarios europeos y a estrechar los vínculos entre estos
y su electorado31.
El sistema de partidos en el PE se ha ido reforzando con los sucesivos parlamentos y en las
votaciones el comportamiento de los miembros de los partidos es cada vez más homogéneo. De
todas formas, a diferencia de la mayoría de los parlamentos nacionales, se dan muchas votaciones
unánimes o casi unánimes32. El establecimiento de un sistema de partidos más integrado a nivel
europeo podría ser un factor que reavivara el debate político sobre asuntos europeos e influyera
sobre la participación.
4. CONCLUSIONES
El debate sobre la legitimidad democrática del proyecto europeo ha crecido en relevancia pública en
los últimos años. Sobre todo a partir del inicio de la crisis de la deuda soberana griega,
posteriormente trasladada a otros países de la periferia de la eurozona, se han agudizado las críticas
a la UE por parte de la sociedad civil. A medida que los costes sociales de los sucesivos rescates se
27 Hix, S. y Marsh, M., “Second-order effects plus pan-European political swings…”, op. cit., p. 5.
28 Ibídem, p. 5, 13.
29 Farrell, D. y Scully, R., “The European Parliament: one parliament, several modes of political representation on the
ground?”, en Journal of European Public Policy, 17:1, 2010, pp. 41-42.
30 A modo de ejemplo España utiliza la fórmula electoral d‟Hondt, las listas cerradas y circunscripción única; véase
Ibídem, pp. 43-44.
31 Ibídem, p. 51.
32 Hix, S., Kreppel, A. y Noury, A., “The Party System in the European Parliament: Collusive or Competitive?”, en
Journal of Common Market Studies, 41, 2003, pp. 327.
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han extendido entre los países receptores y contribuyentes ha aumentado la percepción de que la
transparencia democrática de la UE es, como poco, mejorable.
Hemos visto como el llamado déficit democrático de la UE es una constante en los análisis
politológicos del funcionamiento de la UE. Bien sea desde la denuncia del programa elitista de
“federalismo ejecutivo” que hace Habermas o desde el enunciamiento de la crisis social de
legitimidad de la UE que propugna Weiler, son muchas las voces autorizadas en la materia que
ponen de manifiesto una falta de legitimidad política a nivel europeo. En cualquier caso, el asunto
de la legitimidad en un gobierno supranacional es extremadamente dificultoso: “al no estar
construido sobre la imagen de un pueblo unido que controla un territorio…la legitimidad generada
por un gobierno nacional no siempre será complementaria con la de las instituciones
supranacionales”33. Además de esta condición lógica de los entramados supranacionales, la UE se
caracteriza por un sistema de toma de decisiones muy complejo en el que es difícil saber que
instituciones deben ser responsables de dichas decisiones34.
Una de las soluciones muchas veces ofrecidas para superar ese problema es el apoderamiento del
PE ya que, en definitiva, se trata de la única institución de la UE cuyos miembros son elegidos
directamente y son, por tanto, revocables cada cinco años. Este apoderamiento se ha acometido
gradualmente en las sucesivas reformas de los tratados de la UE. En la actualidad, su función como
co-legislador, su capacidad de veto de la Comisión y sus impecables credenciales democráticas son
activos muy potentes con los que cuenta. Pero su potencial poder legitimador se ve mermado por la
baja participación electoral en los comicios, así como por las desviaciones en el comportamiento
electoral típico de acuerdo al modelo de elección de “segundo orden”. Como hemos visto, las
perspectivas de participación futura son negativas, ya que los nuevos países que forman parte de la
UE tienden a tener menores participaciones. Además, el efecto generacional va en contra de la
participación, al ser las nuevas generaciones menos propensas al voto y existir un precedente
disuasorio en la socialización electoral de los ciudadanos.
Pese a que, a primera vista, la importancia de los asuntos europeos es capital para los ciudadanos,
estos tienden a desentenderse de la UE ya que consideran que su capacidad de influir efectivamente
en las decisiones políticas es muy baja y en muchos casos sufren una importante desorientación
sobre la naturaleza y el funcionamiento de las instituciones comunitarias. Este desapego con
respecto a la UE se refuerza mutuamente con la práctica del federalismo ejecutivo caracterizado por
33 Christiansen, T., Larsson, T. y Schaefer, G.F., “Conclusion”, en Christiansen, T. y Larsson, T. (eds.) The Role of
Committees in the Policy-Process of the European Union, Cheltenham, Edward Elgar Publishing Limited, 2007, p. 251.
34 Ibídem, pp. 252-253.
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las decisiones intergubernamentales al más alto nivel. La consecuencia es un círculo vicioso
peligroso para la legitimidad de la UE.
Otro efecto negativo para el funcionamiento democrático del actual sistema europeo es que, en
aquellas áreas donde hay una fuerte comunitarización, las diferencias entre las posturas de los
partidos políticos nacionales tienden a reducirse. A medida que los gobiernos nacionales de los
estados miembros tienen más y más responsabilidades derivadas de su pertenencia a la UE su
margen de maniobra es menor a nivel interno. Cualquier partido que se desvíe en exceso de sus
obligaciones europeas sufrirá penalizaciones, por lo que los partidos tienden a acercar sus posturas
ante la UE y a ofrecer menos alternativas a los votantes35. Una consecuencia es la despolitización y
alejamiento del debate público de un número creciente de áreas políticas. Otra es la ineficiencia
electoral considerada globalmente, ya que las elecciones con mayor participación (las nacionales)
tienen una repercusión política decreciente y las elecciones al PE tienen una repercusión política
creciente pero una participación decreciente y escasa.
La UE debería apostar fuertemente por revertir la tendencia decreciente en la participación en las
elecciones al PE a celebrarse en 2014. Puede que la propia situación de crisis que atraviesa el
continente dé una mayor relevancia a estos comicios, pero deberían darse algunos pasos
adicionales. Está probado que celebrar las elecciones fuera del periodo estival y establecer las
votaciones en domingo y lunes aumenta la participación36. Además se debería apostar por una
homogeneización de su proceso electoral. La aparición de criterios uniformes para la elección de los
parlamentarios37 podría crear una mayor cultura electoral respecto al PE y servir de impulso para su
revitalización democrática. Como se ha visto, las formas de elección son muy diferentes entre sí y
disgregan a los parlamentarios según su cultura política nacional. La división de circunscripciones
nacionales únicas en múltiples haría que los ciudadanos prestaran más atención a sus candidatos38,
aumentando la trazabilidad democrática del PE y fomentándose la participación cívica. A este
35 Nanou, K. y Dorussen, H., “European integration and electoral democracy: How the European Union constrains
party competition in the Member States”, en European Journal of Political Research, 52, 2013, pp. 89-90.
36 Mattila, M., “Why bother? Determinants of turnout in the European elections”, en Electoral Studies, 22, 2003, pp.
466-467. Parece que esto ya ha sido tenido en consideración y se baraja el 15-18 de mayo o 22-25 de mayo de 2014
como fechas tentativas para las siguientes elecciones; véase “2014 elections: give European voters bigger say on
Commission, say MEPs”, nota del Servicio de Prensa del PE, 19 de noviembre de 2012, disponible en
http://www.europarl.europa.eu/news/es/pressroom/content/20121119IPR55861/html/2014-elections-give-Europeanvoters-bigger-say-on-Commission-say-MEPs (accedido el 18 de junio de 2013).
37
sus miembros por sufragio universal directo, de acuerdo con un procedimiento uniforme en todos los Estados miembros
o de acuerdo con principios comunes a todos los Estados miembros”.
38 Mattila, M., “Why bother? Determinants of turnout in the European elections”, op cit., pp. 466-467.
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respecto, la introducción de listas abiertas para todos los países de la UE ayudaría a incrementar la
vinculación entre los europarlamentarios y sus constituyentes. En 2009, de los seis países con
mayor número de europarlamentarios, cinco (Alemania, Francia, Reino Unido, España y Polonia)
votaron con el sistema de listas cerradas y tan sólo Italia utilizó el de listas abiertas. La introducción
de estos cambios, obviamente, se enfrentaría a problemas tales como la reticencia de la clase
política y la harmonización con las leyes nacionales de los estados miembros.
Otra innovación que se antoja muy positiva sería la designación previa de candidatos a la
presidencia de la Comisión por parte de los partidos políticos europeos. Esto ya ha sido
formalmente propuesto por el presidente de la Comisión en su discurso sobre el estado de la Unión
en septiembre de 201239. La posibilidad de que los ciudadanos apoyaron, aunque fuera de manera
indirecta, a un candidato para la presidencia de la Comisión sería muy positivo para la trazabilidad
de la democracia europeo40.
Es indispensable que la UE dé un importante salto cualitativo a este respecto y se creen condiciones
que promuevan la participación electoral de los ciudadanos, sobre todo en lo referente a poder dar
su opinión sobre quién está llamado a liderar el proyecto europeo durante el mandato del siguiente
parlamento. Si la UE permanece en la inacción a este respecto las tendencias electorales
subyacentes continuarán rebajando la participación. En ese caso se acrecentará esa brecha
democrática entre ciudadanos y además se fomentará el voto a partidos antieuropeístas, lo cual
fomentará el discurso antieuropeo dentro del debate político de los estados miembros. La delicada
situación por la que atraviesa Europa obliga a evitar esa circunstancia a toda costa. En apenas un
año tendremos la respuesta de los ciudadanos.
39
, J.M., Discurso sobre el estado de la Unión 2012, p. 10, disponible en http://europa.eu/rapid/pressrelease_SPEECH-12-596_es.htm (accedido el 18 de junio de 2013).
40 El Partido Socialista Europeo ya ha hecho público que celebrará un proceso de elecciones primarias para elegir a su
candidato, aunque el tipo específico de primarias está aún por ser decidido; véase “PES Resolution Selecting our
common candidate in 2014”, adoptada por el Consejo del Partido Socialista Europeo el 24 de noviembre de 2011,
disponible
en
http://www.pes.eu/sites/www.pes.org/files/adopted_resolution___selecting_our_common_candidate_in_2014___en.pdf
(accedido el 6 de mayo de 2013). El Partido Popular Europeo aún no se ha pronunciado al respecto.
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BIBLIOGRAFÍA
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European Parliament – How turnout will continue to decline in the future”, Electoral Studies,
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