Enfoque Metodológicode la formación

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ENFOQUE METODOLÓGICO DE LA FORMACIÓN
INTRODUCCIÓN
El presente documento pretende hacer un acercamiento de la forma cómo deben ser
abordadas las experiencias de formación de adultos/as dentro de la Asociación.
Para ello, se deben entender varios conceptos, entre los cuales destaca el de formación,
como un proceso que permite al ser humano desarrollar las habilidades, destrezas, actitudes
y aptitudes para concretizar su plan de vida, su propio desarrollo e insertarse en forma
adecuada en un contexto social.
Dentro del ámbito de la Asociación, la formación de la persona adulta la habilita en sentido
amplio para cumplir con sus competencias y su rol de promotora del desarrollo humano, ya
sea en una sección Guía y Scout o con otros/as adultos/as.
Un aspecto importante es que es autogestionada, pues el/la dirigente se forma a sí mismo/a,
los/las formadores/as y los otros/as dirigentes son referencias y promotores de experiencias
que permiten ese auto desarrollo.
Dentro del marco de referencia de este documento, se hace necesario entender que al
desarrollar la idea de enfoque metodológico, este se debe comprender como una forma de
percibir un proceso de formación, que parte de:
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Una visión de la realidad
Una visión de la sociedad
Una visión del ser humano.
Una posición sobre la función de la formación de adultos/as.
Una forma de percibir cómo aprenden los/las adultos/as.
Los tres primeros aspectos, están inmersos en la Filosofía de Movimiento Guía y Scout,
planteada en el proyecto Educativo.
El cuarto aspecto, se deriva de la Política de Recurso Adulto de la A.G.S.C.R.
El quinto aspecto, se basa en las investigaciones que ha desarrollado la Asociación de
Guías y Scouts de Costa Rica.
PROCESOS GENERALES SOBRE FORMACIÓN DE ADULTOS
I DEFINICIÓN DE FORMACIÓN DE ADULTOS
Para la U.N.E.S.C.O., la educación de adultos
“…designa la totalidad de procesos organizados de educación, sea cual
sea el contenido, el nivel o el método, sean formales o no formales, ya
sean que prolonguen o reemplacen la educación inicial dispensada en las
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escuelas o universidades o en forma de aprendizaje profesional, gracias
a las cuales las personas consideradas como adultos por la sociedad a la
que pertenecen, desarrollan sus aptitudes, enriquecen sus conocimientos,
mejoran sus competencias técnicas o profesionales, o les da una nueva
orientación y hacen evolucionar sus actitudes o su comportamiento, en
la doble perspectiva de un enriquecimiento integral del hombre y una
participación en un desarrollo socioeconómico y cultural equilibrado e
independiente.”(Menin, 1 986)
Siguiendo ese enfoque, se puede concluir que las experiencias que se realizan en la
Asociación para que el/la dirigente pueda desarrollar su trabajo dentro de la organización,
al ser sistematizadas, se ubican dentro de la educación de adultos. Esta sistematización se
plasma en un esquema de formación basado en las competencias de cargo.
II IDEAL DE PERSONA Y DE SOCIEDAD
Todo esquema o sistema educativo propugna, estimula, defiende y articula un ideal de
persona y de sociedad. A diferencia de otras áreas del conocimiento, la educación no es
neutra, siempre tiene una intencionalidad.
En el caso de Guías y Scouts, tienen claro un ideal de persona y sociedad, que se consigna
en el Proyecto Educativo. Ello implica que todas las experiencias educativas, tanto las de
los niños, las niñas y los/las jóvenes, así como las de los/las adultos/as, deben responder a
estos ideales.
III FINES DE LA FORMACIÓN
La formación de adultos/as en la organización debe lograr, a la luz de la Política de Recurso
Adulto de la Asociación el desarrollo de las competencias (habilidades, destrezas, aptitudes
y actitudes) para que la persona adulta desarrolle sus funciones, tanto con niños, niñas y
jóvenes o con otras personas adultas.
Además, debe llevar a que la persona adulta interiorice el modelo educativo que propone la
Asociación a través del Proyecto Educativo, de forma que no solo cumple su tarea para el
logro del mismo, sino que sea un reflejo de este.
Esto lleva que además que el/la adulto/a reúne las características de la persona que
anhelamos, también debe poseer las siguientes características:
 Dar un ejemplo personal de la Ley y la Promesa.
 Poseer la edad y la madurez para cumplir el cargo.
 Tener el compromiso con los Fundamentos del Movimiento, sus responsabilidades
de cargo y la actitud de formación constante.
 Tener una vocación educativa.
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IV PRINCIPIOS
La formación de adultos debe partir de algunos principios básicos, sin embargo, como
referencia, se toman los que Balhen (1 982) propone y se han adecuado a la realidad de
Guías y Scouts son:
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Está basada en las necesidades de los y las participantes.
Debe procurar el progreso de la sociedad.
Procura el desarrollo de la persona.
Implica el promover la confianza en sí mismo, así como la participación conciente
en su proceso educativo (tener claro el qué, el por qué y para qué).
La formación pretende mejorar la preparación para enfrentar las tareas y la vida en
general.
Implica respetar, tomar en cuenta y potenciar las características individuales.
Permitir el interactuar con el entorno.
Permitir a cada persona definir su propio proceso.
Ser flexible, actualizada tanto en contenidos como en técnicas para abordarlos.
Adecuada a las necesidades de los/las participantes y dentro de las políticas
nacionales e internacionales sobre formación.
Continua.
Personalizada
Flexible
Que promueva el autoaprendizaje
Activa y atractiva
Sistémica y con procesos de evaluación
Abierta a experiencias con otras organizaciones
Descentralizada
Certificada
¿POR QUÉ UN ENFOQUE METODOLÓGICO DE NUESTRA FORMACIÓN?
Hay varias razones:
1. La excitativa de los niveles internacionales con respecto a la importancia de la
formación de la persona adulta como elemento esencial en el desarrollo del
Programa Guía y Scout.
2. La reiterada señalización de formar de acuerdo al Método Guía y Scout, por parte
de insignes dirigentes, tanto internacionales como nacionales.
3. La necesidad de releer el Método Guía y Scout a la luz de las necesidades, intereses
y características de la persona adulta.
¿UN NUEVO MODELO METODOLÓGICO?
Desde los orígenes del Movimiento, Baden Powell señaló la importancia de la formación de
la persona adulta (Primeros cursos de formación o el libro Guía para el Jefe de Tropa), por
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ejemplo. Los cursos de adultos, en sus orígenes proponían hacer vivir a los participantes las
actividades de jóvenes para que las entendieran y las repitieran con los jóvenes, a esto se le
llamó adiestrar “scoutmente”.
Tras muchos años de tener una sola visión del llamado adiestramiento, la Conferencia
Mundial Scout de Helsinki definió que cada organización nacional podría definir los
procesos de adiestramiento de sus dirigentes de acuerdo a las necesidades de cada país.
Ello llevó a que nuestra Asociación a que, a partir de múltiples ensayos, en los ochentas,
adoptara una primera aproximación metodológica para las experiencias de adultos en forma
sistemática, que denominó Vivencia-Reflexión.
Esta metodología retomaba los aspectos del Método Guía y Scout y los instrumentalizaba
en experiencias típicas de sección y posteriormente los y las dirigentes la analizaban.
Dicha aproximación metodológica fue diluyéndose con el tiempo, lo cual, aunado a la
decisión de asumir un nuevo proceso en el área de programa Educativo, que implicó la
automática necesidad de actualizar a los y las formadores/as, provocó una teorización en los
cursos, que incidió en la calidad de programa que se desarrollaba en las secciones.
Para finales de los noventa, se perfiló una profundización en la concepción metodológica
con los aportes del Lic. Blanco, que señaló la posibilidad de adaptar el enfoque freiriano a
la realidad de la formación mediante el proceso de reflexión y planteo de problemas.
Dicho enfoque presenta al/a la formador/a como un/a facilitador/a, y al/a la dirigente como
alguien que descubre el conocimiento a través de la reflexión. Es esta aproximación
metodológica una profundización de una visión de “formar scoutmente” que se decía en los
setentas, y de la vivencia-reflexión de los ochenta.
Durante en 2 002, un grupo de formadores/as de sección intermedia llevó más allá este
concepto, que se relaciona con la teoría que existe sobre los denominados grupos
operativos.
Esta visión desagrega una experiencia de formación, por ejemplo una sesión de curso, en
lo que podríamos llamar tres etapas:
1. Un encuadre, en el que el/la dirigente conoce el propósito de la sesión, se le motiva
al tema y accede a la información mínima necesaria.
2. Una experiencia, que puede ser vivir un modelo de reunión, realizar un trabajo en
grupo, una práctica de cualquier tipo.
3. Un análisis, que intenta, deducir de la experiencia conocimientos, de manera que
sea el/la dirigente quien haga evidente los contenidos y así, tras una puesta en
común a nivel grupal, crezca no solo en el logro de los objetivos de la sesión
misma, sino en otras habilidades, actitudes y aptitudes necesarias para su tarea y su
propia vida.
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Esta metodología que retoma, a nivel adulto, el aprender haciendo y los otros elementos el
Método Guía y Scout, tiene varios aspectos formales:
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Trabajo en pequeños grupos.
Una coordinación permisiva
Un entorno agradable y motivador.
Una tarea a cumplir.
Asimismo, tiene algunos sustanciales:
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Debe definirse la tarea o el objetivo a cumplir.
Debe existir un marco de referencia, que serán la forma de trabajo y los conceptos
mínimos necesarios para desarrollar la tarea.
Lograr un sentido de pertenencia al grupo, de forma que cada miembro se sienta no
solo importante, sino un actor o actriz del proceso.
Como se observa, este enfoque metodológico no es nuevo, sino más bien una clarificación
de lo que la organización ha venido madurando a través del tiempo, pero que rescata varios
puntos, a saber:
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El/la formador/a es un facilitador/a del proceso.
Se aprende a través de la acción y no de lo que se le dicte.
El trabajo con las otras personas enriquece.
El conocimiento no se da, se descubre.
Lic. Juan Bta. Cruz, D.F.
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