Conocer los propios sentimientos

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"Conocer los propios sentimientos"
Educadores Católicos / La Educación y la Formación Integral
Por: Alfonso Aguiló | Fuente: interrogantes
"Educar los sentimientos", capulo n 1.
Hace ya m de veinticinco siglos, Tales de Mileto afirmaba que la cosa m difil del mundo es conocerse a uno mismo. Y en el templo de Delfos pod
leerse aquella famosa inscripci socrica gnosei seauton: conete a ti mismo, que recuerda una idea parecida. Conocerse bien a uno mismo
representa un primer e importante paso para lograr ser artice de la propia vida, y quizpor eso se ha planteado como un gran reto para el hombre
a lo largo de los siglos.
La observaci de uno mismo permite separarse un poco de nuestra subjetividad, para asvernos con un poco de distancia, como suele hacer el
pintor de vez en cuando para observar co va quedando su obra.
Observarse a uno mismo es como asomar la cabeza por encima de lo que nos estocurriendo, y asno sumergirnos del todo en el torrente de
nuestra vida. De esta manera, podemos tener una mejor conciencia de co somos y qunos pasa. Por ejemplo, es diferente estar fuertemente
enfadado, sin m, a estarlo pero ddose uno cuenta de que lo est es decir, teniendo una conciencia autorreflexiva que nos dice: Ojo con lo que
haces, que est muy enfadado.
Advertir co estamos emocionalmente es el primer paso hacia el gobierno de nuestros propios sentimientos. Tomar conciencia de que estamos
siendo dominados por sentimientos negativos suele llevarnos a activar de inmediato nuestro intento de sobreponernos. Por esa raz, comprender
bien lo que nos pasa tiene un poderoso efecto sobre esos sentimientos perturbadores que nos invaden, y nos brinda la oportunidad de poner
esfuerzo por superarlos.
Observar el comportamiento propio y ajeno
El conocimiento propio constituye un punto clave para la formaci y educaci del carter. Y podr adirse que esa autocomprensi de la vida propia
saber lo que realmente nos pasa y por qunos pasa estmuy relacionada con nuestra capacidad de comprender bien a los dem. En este sentido,
es muy til desarrollar la capacidad de observaci del comportamiento propio y ajeno: la literatura o el cine, por ejemplo, pueden enser mucho
tambi a conocerse a uno mismo y a los dem, cuando sus autores son buenos conocedores del espitu humano y saben reflejar bien el mundo
interior de las personas.
Como es natural, no se trata de desarrollar un af de malsana introspecci psicolica, sino de poner los medios necesarios para evitar el riesgo de
vivir con uno mismo como con un desconocido. Conocerse bien es un buen modo de combatir la inestabilidad que produce dejarse arrastrar en
unas ocasiones por ensociones y fantass (sobrevalorando las propias posibilidades personales en momentos de euforia), y, en otras, quedarse a
merced del pesimismo o la indecisi (subestimando esas capacidades cuando vienen circunstancias adversas).
Facetas de la personalidad
Para facilitar el propio conocimiento, resulta til analizar los mltiples elementos que interaccionan en nuestra vida y sobre los que debemos actuar
en el proceso ordinario de la propia maduraci personal: el propio carter con todos sus aspectos afectivos, el proyecto de vida profesional, las
relaciones familiares y de amistad, la salud, nuestra resistencia fica y psuica, etc.
Es lico que, a lo largo de la vida, algunas de esas variadas facetas, pocas o muchas, puedan pasar por momentos de conflicto, m o menos
importantes. Pueden ser cuestiones profesionales (dificultades para obtener o mantener determinado nivel profesional, de entendimiento con sus
jefes o comparos, fracasos debidos a los propios errores o a la superioridad de los competidores, situaciones de paro o de insatisfacci laboral,
etc.); problemas de salud, que limitan de modo transitorio o permanente la propia capacidad, y que pueden ir acompados de un serio sufrimiento
fico o psuico; problemas en la vida afectiva y la convivencia ordinaria (diferencias de criterio entre los cyuges, o entre padres e hijos, etc.); o toda
la problemica especica que puede plantear la madurez, la jubilaci, la ancianidad; etc.
Y de la misma forma que, por ejemplo, una falta concreta de salud, por muy localizada que esten un punto determinado del cuerpo, acaba
produciendo de ordinario una sensaci generalizada de malestar en toda la persona, incluso con repercusiones en su carter o en su relaci con los
dem, tambi un problema grave en cualquiera de las otras facetas de la vida por ejemplo, en la vida profesional, o en la familia puede producir un
efecto que trascienda esa faceta y provoque otros problemas en cadena: trastornos de carter, retraimiento o agresividad en la relaci con los dem,
o incluso si los problemas son subjetivamente importantes propensi a algunas enfermedades.
Culpas equivocadas
Esto hace que, si falta la necesaria madurez y conocimiento propio, algunos problemas de una faceta de la vida se acaben achacando a otra que
en realidad no tiene la culpa, o al menos tiene muy poca.
As una persona puede culpar a su cyuge o a sus hijos o a sus padres de la frustraci que siente, cuando en realidad ese sentimiento se debe
sobre todo a una raz de tipo profesional, o de falta de madurez afectiva; o puede culpar a su situaci profesional de padecer un fuerte sentimiento
de insatisfacci, que en el fondo se debe a la natural pdida de capacidad o de salud que sobreviene con motivo de la edad o de los ciclos
naturales de imo que la vida imprime; o puede achacar a determinados defectos de las personas con que convive lo que en realidad se debe a
un enrarecimiento del propio carter que debiera acometer con toda sinceridad y prontitud.
Aceptar la propia culpa
Todos sabemos tambi que la tendencia a proyectar fuera de nosotros la soluci de los problemas que experimentamos (habituarse a echar la
culpa a otros de todo lo malo que nos sucede) suele ser una estrategia engasa y un stoma de poca madurez. Es cierto que las circunstancias
ajenas siempre pueden ayudarnos a resolver y superar nuestros problemas, pero no debemos dimitir ni total ni parcialmente del amplimo margen
de responsabilidad que tenemos sobre nuestra vida, que es propio y exclusivo de cada uno.
Tampoco debe olvidarse que la pereza y la comodidad con todo el lastre interior que pueden llegar a tener en nuestra vida, tratan de
imponernos la ley del mimo esfuerzo. Por eso, cuando sentimos desgana para afrontar una tarea que nos resulta costosa, es preciso
identificar claramente su origen y reconocerlo como lo que es: cansancio razonable que exige descanso, o pereza que hemos de superar;
pero no interpretar equivocadamente la desgana como carencia de aptitudes, para justificar asnuestra falta de esfuerzo o dispensarnos de
nuestras obligaciones.
Resolver los problemas
Adem, esos problemas ser de m o menos importancia, y de soluci m o menos fil, y a un plazo mayor o menor. Hemos de buscar posibles
modos de resolverlos, al menos hasta donde nos sea posible, pues tampoco podemos ignorar que en ocasiones so podremos minimizar sus
consecuencias negativas y aprender a convivir con ellos (pisese, por ejemplo, en enfermedades cricas, fuertes reveses econicos o
profesionales cuya soluci queda fuera de nuestro alcance, problemas serios de relaci con personas que tenemos necesidad de tratar, etc.).
Un profundo y certero conocimiento de un mismo, contrastado por la observaci atenta del propio comportamiento externo y de las reacciones
interiores, y enriquecido por el consejo de quienes nos conocen y aprecian, nos permitiridentificar con acierto el verdadero origen de las
perturbaciones que inevitablemente experimentaremos siempre a lo largo de nuestra vida.
Proceso abierto
El propio conocimiento es un proceso abierto, que no se termina nunca, pues la vida es esencialmente dinica, y exige siempre una atenci
diligente. Todo lo dicho hasta ahora en este capulo busca resaltar la importancia que para la formaci del carter y los sentimientos tiene el
conocimiento propio, que es puerta de la verdad, y que, cuando falta, hace que no se pueda ser sincero con uno mismo por mucho que se
quiera.
Discernir los propios sentimientos
Querer ver ques lo que nos sucede y quererlo de verdad, con sinceridad plena supone siempre un paso decisivo en el conocimiento propio.
Porque encontrar escapatorias cuando no quiere mirar dentro de uno mismo es la cosa m fil del mundo. Siempre existen causas exteriores a
las que culpar, y por eso hace falta cierta valent para aceptar que quizla culpa, o la responsabilidad, es quiznuestra, o al menos una buena
parte de ella.
Esa valent personal es imprescindible para avanzar con acierto en el camino de la verdad, aunque a veces se trate de un recorrido que
puede hacerse muy cuesta arriba. No percibir con ecuanimidad los propios sentimientos supone filmente quedar a su merced.
Querer ver
Aunque no los advirtamos expresamente, tambi puede haber sentimientos que fluyen de forma casi inconsciente, y que pueden tener
bastante influencia en nuestra forma de percibir las cosas o de reaccionar ante determinados estulos.
Pisense, por ejemplo, en el caso de alguien que haya tenido un encuentro desagradable y que luego permanece irritable durante muchas
horas, sintidose molesto por el menor motivo y respondiendo de mala manera a la menor insinuaci.
Esa persona puede ser muy poco consciente de su susceptibilidad, e incluso sorprenderse y molestarse de nuevo si alguien se lo hace notar,
aunque a los dem resulte bien patente que sus ariscas respuestas se deben a esos sentimientos que brotan en su interior como
consecuencia de aquel encuentro desagradable.
Sentimientos poco conscientes
Una buena parte de nuestra vida emocional tarda en aflorar a la superficie. Hay sentimientos que no siempre llegan a cruzar el umbral de la
conciencia. Por eso, ganar en conocimiento propio nos permite desplazar la frontera de los sentimientos plenamente conscientes, y supone
un poderoso medio para mejorar el carter.
Una vez que tomamos conciencia de cues son los verdaderos sentimientos que pugnan por salir a la superficie de nuestra conciencia,
podemos evaluarlos con mayor acierto, decidir dejar a un lado unos y alentar otros, y asactuar sobre nuestra visi de las cosas y nuestro
estado de imo. No hay que olvidar que en esto es, entre otras cosas, como se manifiesta que somos seres inteligentes.
Dirigir la propia vida
Las personas que tienen un conocimiento m certero de sus sentimientos suelen dirigir mejor sus vidas, ya que tienen un conocimiento m real
de smismas. Eso les permite apoyarse en sus puntos fuertes para actuar sobre sus puntos diles, y asreforzarlos. Y esa potente luz que
ilumina sus vidas les permite desenvolverse con acierto a la hora de tomar decisiones, tanto las m sencillas de la vida diaria como las m
importantes (con qui casarse, qumodelo de familia y de educaci adoptar, qucamino tomar en la vida profesional, etc.).
Conscientes, pero sin recursos
Hay muchas personas que son plenamente conscientes de su estado emocional negativo, y sin embargo no logran salir de . Son personas
que se sienten desbordadas por sus propios sentimientos. Se dan cuenta de que est pesimistas, malhumoradas, susceptibles o abatidas,
pero se consideran incapaces de escapar de ese estado. Son conscientes de su situaci, pero de un modo vago, y es precisamente su falta de
perspectiva sobre esos sentimientos lo que les hace sentirse abrumadas y como perdidas; y por eso piensan que no pueden gobernar su vida
emocional y no hacen casi nada eficaz por salir del agujero en que se encuentran.
Hay otras personas que son bastante m conscientes de lo que les sucede, pero su problema esten que tienden a aceptar pasivamente esos
sentimientos. Son proclives a estados de imo negativos, y se limitan a aceptarlos resignadamente, con una actitud rendida, de dejarse llevar
por ellos, y no se esfuerzan por cambiarlos a pesar de lo molesto que les resulta sobrellevarlos.
En cambio, las personas que perciben con verdadera claridad lo que les sucede suelen alcanzar una vida emocional m desarrollada. Son
personas m automas, m seguras, m positivas; y cuando caen en un estado de imo negativo no le dan vueltas obsesivamente, ni lo aceptan
de modo pasivo, sino que saben co afrontarlo y no tardan en salir de . Su ecuanimidad en el conocimiento propio les ayuda enormemente a
gobernar con eficacia sus sentimientos.
Saber expresar lo que sentimos
Cuando logramos expresar en palabras lo que sentimos, damos un gran paso hacia el gobierno de nuestros sentimientos. La conciencia
emocional es muy intensa en unas personas, mientras que en otras es mucho m moderada. Hay algunas personas, por ejemplo, que ante
una situaci de peligro reaccionan con asombrosa serenidad. Otros, en cambio, pueden quedarse consternados y hundidos durante varios ds
simplemente porque se les ha extraviado un bolrafo o porque su equipo ha perdido un partido en la liga de ftbol.
Experimentar sentimientos intensos no es algo negativo. Es cierto que el exceso de sensibilidad emocional puede llevarnos a autticas
tormentas afectivas positivas o negativas, de exaltaci o de depresi, y eso tiene muchos peligros; pero tampoco puede ponerse como ideal la
indolencia de quienes apenas experimentan sentimientos intensos ni en las circunstancias m extremas, porque eso les lleva a ser personas
sosas y blandas, mononas.
Es preciso alcanzar un sensato equilibrio que reserve a cada momento los sentimientos m adecuados.
Incapacidad de reconocer y expresar los sentimientos
Los desequilibrios emocionales, tanto por exceso en las tormentas afectivas como por defecto en la indolencia o impasibilidad emocional,
muchas veces tiene su origen ltimo en que esas personas no saben expresar bien sus propios sentimientos, y ese inconveniente les ha
llevado a educarlos de manera deficiente.
No es que tengan escasa capacidad afectiva, sino que son incapaces de reconocer sus sentimientos y manifestarlos con la suficiente fluidez.
Cuando hablan de smismas, difilmente logran decir algo distinto de si se sienten bien, mal o muy mal. Les resulta difil hablar de esas
cuestiones, y manejan un vocabulario emocional sumamente reducido.
Traducir los sentimientos
No es que no sientan, es que no logran discernir bien lo que bulle en su interior, y mucho menos traducirlo en palabras. Parecen ignorar el
verdadero motivo de fondo de sus problemas. Perciben sus sentimientos como un desconcertante manojo de tensiones, que les hace
sentirse bien o mal, pero no logran explicar qutipo de bien o de mal es el que sienten.
Esa confusi emocional nos hace vislumbrar un poco la grandeza del poder del lenguaje.
Pensar sobre los sentimientos
Para poder educar los sentimientos es preciso saber qusucede en nuestro mundo afectivo, para despu intentar explicarlo, buscar sus
causas, sus leyes, sus regularidades, e intentar finalmente sacar alguna idea en limpio para mejorar en la educaci de nuestra afectividad.
Siempre se ha dicho que si no comprendes bien una cosa, lo mejor que puedes hacer es intentar comenzar a explicarla. Por ejemplo,
cualquier profesor de matemicas ha experimentado muchas veces la dificultad para hacer comprender a sus alumnos los puntos m complejos
de la asignatura. Son momentos en que uno se encuentra muy limitado, cuando comprueba que no es nada sencillo transmitir conceptos que
requieren un considerable grado de familiaridad con la materia y de capacidad de abstracci. Sin embargo, a medida que avanza el desarrollo
de la clase, y se abordan una y otra vez esos conceptos desde perspectivas diferentes, las ideas se van precisando, surgen peques o
grandes iluminaciones, van cayendo barreras hasta llegar al meollo del problema.
Por eso, una buena forma de avanzar en ese camino de autoconocimiento es pensar, leer y hablar sobre los sentimientos. Al hacerlo,
nuestras ideas se van destilando, y ser cada vez m precisas y certeras.
Co hacerlo? Hay infinidad de caminos. En esta ocasi podemos proponernos uno muy sencillo.
Antes hemos hablado de co la perdici de muchas personas consiste en que echan la culpa siempre a otros de todo lo malo que les sucede, y
asnunca se plantean seriamente cambiar ellas mismas.
A esa trida y paralizante costumbre, podrmos adir otra, no menos peligrosa, en la que tambi resulta bastante fil caer: la tendencia a proyectar
en los dem nuestros propios defectos.
En ambos casos, se trata de fenenos que, como suele suceder con todo lo relativo al conocimiento de las personas, se advierten con m
facilidad en otros que en uno mismo. No es difil, por ejemplo, ver a una persona muy egota que se lamenta del egomo de los dem y dice que
nadie le ayuda; o a uno que siempre se estquejando y encima protesta de que otros a veces se quejen; o a un charlat agotador que protesta
de que otro habla demasiado; o al tico irascible que critica el mal genio de los dem.
Con so prevenirnos contra estos dos errores que en el fondo son muy parecidos, podemos avanzar mucho en esa importante tarea que es el
propio conocimiento. Se trata de procurar ver las cosas buenas de los dem, que siempre hay, y aprender de ellas; y cuando veamos sus
defectos, o algo que nos parece a nosotros que son defectos, pensar si no los hay esos mismos tambi en nuestra vida.
Algunos ejemplos
Para concretar un poco, puede ser til considerar algunos rasgos de carter relacionados con la educaci de los sentimientos:
timidez, temor a las relaciones sociales, apocamiento;
irascibilidad, susceptibilidad, tendencia exagerada a sentirse ofendido;
tendencia a rumiar en exceso las preocupaciones, refugiarse en la soledad o en una excesiva reserva;
perfeccionismo, rigidez, insatisfacci;
falta de capacidad de dar y recibir afecto;
nerviosismo, impulsividad, desconfianza;
pesimismo, tristeza, mal humor;
recurso a la simulaci, la mentira o el enga;
gusto por incordiar, fastidiar o llevar la contraria; tozudez;
exceso de autoindulgencia ante nuestros errores; dificultad para controlarse en la comida, bebida, tabaco, etc.;
tendencia a refugiarse en la ensoci o la fantas; dificultad para fijar la atenci o concentrarse;
excesiva tendencia a requerir la atenci de los dem; dependencia emocional;
hablar demasiado, presumir, exagerar, fanfarronear, escuchar poco;
resistencia a aceptar las exigencias ordinarias de la autoridad;
tendencia al capricho, las mans o la extravagancia;
resistencia para aceptar la propia culpa, o sentimientos obsesivos de culpabilidad;
falta de resistencia a la decepci que conlleva el ordinario acontecer de la vida; no saber perder o no saber ganar;
dificultad para comprender a los dem y hacernos comprender por ellos;
dificultad para trabajar en equipo y armonizarse con los dem; etc.
Mejoraremos procurando conocernos, y conociendo en especial cues son nuestros defectos dominantes. Mejoraremos escuchando de buen
grado la crica constructiva que nos vayan haciendo con cualquier ocasi: y a eso se aprende so cuando uno es capaz de decirse a smismo
las cosas, cuando es capaz de decirse las verdades a uno mismo.
Preguntas o comentarios al autor .
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