SOLBES-ZAPATERO, SEGUNDO ASALTO

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POLITICA
El expresidente ‘contesta’ esta semana con sus
memorias a la andanada de su exministro
SOLBES-ZAPATERO,
SEGUNDO ASALTO
La pelota está ahora en el campo de Zapatero. El expresidente publica esta semana
El dilema. 600 días de vértigo, sobre cómo vivió el estallido de la crisis, justo
después de que Pedro Solbes haya presentado su obra Recuerdos, que en el caso
del expresidente no son precisamente buenos. Solbes no ahorra críticas hacia el
que fue su jefe, quien de haber atendido sus propuestas “habría ganado un año
haciendo reformas”, ni contra Miguel Sebastián, antiguo jefe de la Oficina
Económica de Moncloa, de la que dice que terminó convirtiéndose en una
“segunda instancia” a la que acudían empresarios y ministros que ya habían
recibido un no de Economía. Sobre su gestión, previa al estallido de la crisis,
Solbes dice estar “generalmente satisfecho con mis decisiones”.
El exvicepresidente económico contó con la compañía de Carlos Solchaga du
Por Manuel Capilla
tera de Economía, como explicaba el exministro Carlos Solchaga en la presentación de
l libro es mi visión de las cosas, la obra que tuvo lugar en el Ateneo de Manecesariamente una visión par- drid la semana pasada,
cial”. Una visión que abarca to- que no
da la trayectoria de Pedro
Solbes como protagonista de la escena
política española y europea de los últimos 40 años, desde su participación, a
principios de los años 70, en los primeros acuerdos de España con la Comunidad Económica Europea hasta su accidentada salida del Gobierno de Zapatero.
Y es que “para que las cosas funcionen el
presidente tiene que estar del lado del ministro de Economía”, según explicaba Solbes en la presentación de ‘Recuerdos’, una
filosofía que se resume en lo que Felipe González llamaba ‘el modelo Olof Palme’, según el cual “al ministro de Economía hay
que darle la razón siempre, salvo en algunas cuestiones para demostrar quién manda
en el Gobierno”. Un modelo que, recordó
Solbes, González aplicaba, pero que en el
caso de Zapatero cayó en saco roto.
Las diferencias con Zapatero arrancaron
nada más llegar al Gobierno. Y todo por un
problema de raíz, ya que “el predilecto de
Zapatero
Zapatero era Sebastián” para ocupar la carpresenta este martes su libro.
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contó con la presencia de ningún responsable actual del partido. Allí se dieron cita, entre otros, el expresidente del partido y de la
junta de Andalucía, Manuel Chaves, el exministro de Administraciones Públicas, Jordi Sevilla, la exministra de Educación, Mercedes Cabrera, y José Enrique Serrano, director del gabinete de Zapatero durante toda su etapa en Moncloa.
Miguel Sebastián había participado en la
elaboración del programa electoral del PSOE
para las elecciones de 2004 y contaba con
un currículum prestigioso. Formado en Estados Unidos, ejercía como director del servicio de estudios del BBVA. Sin embargo,
como explicaba Solchaga, “Sebastián quería, pero no se atrevía y Pedro se atrevía, pero no quería”. Con lo que las presiones para que Solbes aceptara se incrementaron,
con llamadas telefónicas de Felipe González, Alfredo Pérez Rubalcaba y del exgobernador del Banco de España, Luis
Ángel Rojo, además del propio Zapatero. Finalmente, Solbes termina aceptando porque, según afirma, se sentía
“en deuda con el PSOE”, gracias a cuyo apoyo, y más concretamente al de Joaquín Almunia, había accedido al cargo de
comisario europeo, con el que sus aspira-
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ga durante la presentación del libro en el Ateneo de Madrid.
ciones se sentían colmadas.
Para asumir el cargo, Solbes pone “dos
condiciones”, según explicó Solchaga y el
propio excomisario en su obra: una política
basada en la ortodoxia y que Miguel Ángel
Fernández Ordóñez sea el secretario de Estado. Sin embargo, Solchaga considera que
Solbes cometió “dos errores”. El primero, fue
aceptar una Oficina Económica de Moncloa,
que en el fondo ejercía como contrapoder
del ministerio, como “una segunda instancia a la que acudían los que obtenían la satisfacción debida”, como sucedió en los casos del intento de Sacyr y de Luis del Rivero de entrar en el accionariado del BBVA o
el conflicto con Gas Natural y Endesa. Y el
segundo error fue “tomar la palabra” al presidente del Gobierno.
Los conflictos estuvieron presentes prácticamente desde el primer día, con cuestiones como la subida del Salario Mínimo Interprofesional impulsada por el ministro de
Trabajo, Jesús Caldera, o la política de Vivienda del ministerio creado a tal efecto y
liderado por María Antonia Trujillo. En diciembre de 2004, Solbes, se planteó por primera vez “si merecía la pena seguir en el
Gobierno en esas condiciones”.
Las tensiones habían sido tantas durante
F. MORENO
A finales de 2008, el
exministro era “un
miembro del Gobierno
incómodo” para
Zapatero
El expresidente tendrá
que responder sobre el
documento ‘anticrisis’
que Solbes afirma
haberle remitido
la primera legislatura que el exministro no
tenía intención de repetir en una segunda.
Sin embargo, según explica Solbes, consideró que su marcha “podría ser mal percibida” y decide continuar. Una decisión de
la que afirma sentirse “arrepentido”, porque
las visiones sobre política económica entre
él y Zapatero eran muy distintas, y la situación no tardó en hacerse insostenible. Es en
la Navidad de 2008 cuando percibe que la
diferencia de enfoques ha llegado a un pun-
to de no retorno y, tras una conversación con
Zapatero, acuerda con él remitirle un documento con propuestas contra la crisis. Y que
esas propuestas no eran bien recibidas, “prefería marcharme”.
En este punto es donde se ha centrado la
polémica a lo largo de los últimos días, ya
que Solbes afirma que le envió ese documento, al margen de los cauces oficiales de
Moncloa, el 8 de enero de 2009. Zapatero
le respondió a finales de ese mes y es cuando el exministro entiende que su presencia
en el Ejecutivo ya no tiene sentido. En ese
momento, “podría haber dimitido, pero creo
que no hubiera sido bueno”, así que optó
por esperar a que Zapatero abordara la reforma de su gabinete tres meses más tarde,
en abril, cuando le entrega a Elena Salgado
la cartera de Economía. Habrá que esperar
a las palabras de Zapatero sobre este asunto, pero según fuentes cercanas al expresidente, el documento que cita Solbes no consta ni en los registros de Moncloa ni en la documentación personal del expresidente.
La gran diferencia estribaba en que el presidente consideraba que el bajo nivel de deuda pública en relación al PIB, en torno al 40
por ciento, permitía una importante inversión
pública para combatir la crisis. A esas alturas
“yo era un miembro del Gobierno incómodo
para él y la situación era, cada vez, más enojosa para mí, ya que, por lealtad, tenía que
apoyar una política y unas medidas con las
que en no pocas ocasiones no estaba de
acuerdo”, véase la devolución de los 400 euros en la declaración del IRPF, por ejemplo.
“El gran problema durante mis cinco años
en el cargo es que el presidente del Gobierno prefería la fórmula de convertirse en el
fiel de la balanza entre el ministro de Economía y Hacienda y los demás; en demasiadas ocasiones tuve la impresión de que
estaba del lado de los ministros responsables
de las políticas de gasto y no del mío”, explica Solbes en el libro. Esa situación condujo también a que “en algunos sectores del
partido y del Gobierno se empezó a criticar
sin recato, casi siempre en privado, lo que
se consideraba una actitud obstruccionista
por parte del Ministerio de Economía y Hacienda”. Esta semana conoceremos la respuesta de un Zapatero directamente señalado por Solbes como responsable del agravamiento de la crisis. l
nº 1041. 25 de noviembre–1 de diciembre de 2013
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