Todos tenemos un ideal de justicia, un sentimiento inconsciente de lo que es correcto, una aspiración a que justicia y derecho sean intercambiables. Pero –siempre hay un pero- entre el ideal y la realidad hay tanto espacio cuando nos enfrentamos a la problemática específica de las personas que no pertenecen al grupo dominante, que agradecemos la existencia del Ordenamiento Jurídico, de las normas que recuerden y aseguren que todos somos titulares de los mismos derechos. Que todos somos iguales sin importar sexo, confesión, lo dicen no solo las declaraciones universales de derechos, también lo recoge la Constitución española de 6 de diciembre. La primera reflexión sería que esa palabra “todos” no exige mayor explicación. De ningún artículo se puede inferir que ese “todos” no es universal, que hay una serie de españoles a los que no alcanza la Constitución. En principio seria suficiente protección para todas las personas, pero la Carta Magna especifica aún más, y obliga a los poderes públicos a establecer políticas de prevención e integración de las personas con algún tipo de discapacidad. Entre la aprobación de la Constitución y hoy median veinticinco años, y, a pesar de las leyes, las conductas discriminatorias hacia las personas con discapacidad han perdurado. Cierto es que hemos avanzado mucho en el campo normativo desde el Decreto 2531/1970 de 22 de agosto de reconocimiento de la condición de subnormal y minusválido (B.O.E. de 1 de diciembre de 1.971), hasta hoy. Y es ese camino de aciertos, errores y olvidos, el que vamos a intentar hacer juntos esta tarde. 1 Antes de entrar en el imperfecto mundo de la legislación, hagamos cuatro precisiones: Deficiencia es la constatación de déficit. Discapacidad será la consecuencia del déficit, y que puede ser salvada con una ayuda técnica adecuada. Nos encontramos ante una minusvalía cuando las posibilidades de integración educativa, laboral o social de una persona se hallen disminuidas como consecuencia de una deficiencia, previsiblemente permanente, de carácter congénito o no, en sus capacidades físicas, psíquicas o sensoriales, y así lo tenga reconocido por el órgano administrativo correspondiente Incapaz es aquella persona así reconocida por sentencia judicial en virtud de las causas establecidas por ley y son causas de incapacitación las enfermedades o deficiencias persistente de carácter físico o psíquico que impidan a la persona gobernarse por sí misma (arts. 199 y 200 del Código civil) La sentencia de incapacitación no impide que de sobrevenir nuevas causas, pueda instarse judicialmente una nueva declaración al objeto de modificar o anular la incapacitación ya establecida (art. 212 C.C.) La primera ley que recoge el testigo de la Constitución, es la conocida por LISMI, es decir, la ley 13/1982 de siete de abril, de Integración Social de los Minusválidos. En su artículo 1º declara que 2 los principios que la inspiran “se fundamentan en los derechos que el artículo 49 de la Constitución (RCL 1978\2836) reconoce, en razón a la dignidad que les es propia, a los disminuidos en sus capacidades físicas, psíquicas o sensoriales para su completa realización personal y su total integración social, y a los disminuidos profundos para la asistencia y tutela necesarias.” Convierte en obligación de los poderes públicos (art. 3º), utilizar “todos los recursos necesarios para el ejercicio de los derechos a que se refiere el artículo 1, constituyendo una obligación del Estado la prevención, los cuidados médicos y psicológicos, la rehabilitación adecuada, la educación, la orientación, la integración laboral, la garantía de unos derechos económicos, jurídicos sociales mínimos y la Seguridad Social. A estos efectos estarán obligados a participar, para su efectiva realización, en su ámbito de competencias correspondientes, la Administración Central, las Comunidades Autónomas, las Corporaciones Locales, los Sindicatos, las entidades y organismos públicos y las asociaciones y personas privadas.” Es la LISMI la que inicia la integración del niño con discapacidad en el sistema educativo ordinario, debiendo recibir en su caso, los programas de apoyo y recursos que la propia Ley reconoce (art. 23). Cuando resulte imposible la integración en el sistema educativo ordinario, es establece la educación especial, a la que se define como “proceso integral, flexible y dinámico, que se concibe para su 3 aplicación personalizada y comprende los diferentes niveles y grados del sistema de enseñanza, particularmente los considerados obligatorios y gratuitos, encaminados a conseguir la total integración social del minusválido. 2. Concretamente, la educación especial tenderá a la consecución de los siguientes objetivos: a) La superación de las deficiencias y de las consecuencias o secuelas derivadas de aquéllas. b) La adquisición de conocimientos y hábitos que le doten de la mayor autonomía posible. c) La promoción de todas las capacidades del minusválido para el desarrollo armónico de su personalidad. d) La incorporación a la vida social y a un sistema de trabajo que permita a los minusválidos servirse y realizarse a sí mismos. (art. 26) Recoge además la LISMI un sistema especial de prestaciones sociales y económicas para los minusválidos que, por no desarrollar una actividad laboral, no estén incluidos en el campo de aplicación del sistema de la Seguridad Social. Estas prestaciones se desarrollarán por decreto. La acción protectora de dicho sistema comprenderá al menos: A) Asistencia sanitaria y prestación farmacéutica. B) Subsidio de garantía de ingresos mínimos. C) Subsidio por ayuda de tercera persona. D) Subsidio de movilidad y compensación para gastos de transporte. 4 E) Recuperación profesional. F) Rehabilitación médico-funcional. En cuanto a las políticas de empleo, es objetivo primordial la integración de los trabajadores con discapacidad su integración, en condiciones que garanticen la aplicación del principio de igualdad de trato, en el sistema ordinario de trabajo o, en su defecto, su incorporación al sistema productivo mediante la fórmula especial de trabajo protegido. Es principio de igualdad de trato la ausencia de toda discriminación directa e indirecta basada en la discapacidad. Existirá discriminación directa cuando una persona sea tratada de manera menos favorable que otra en situación análoga por motivo de su discapacidad. Existirá discriminación indirecta cuando una disposición legal o reglamentaria, una cláusula convencional o contractual, un pacto individual o una decisión unilateral del empresario, aparentemente neutros, puedan ocasionar una desventaja particular a las personas con discapacidad respecto de otras personas, siempre que objetivamente no respondan a una finalidad legítima y que los medios para la consecución de esta finalidad no sean adecuados y necesarios, o salvo que el empresario venga obligado a adoptar medidas adecuadas, en función de las necesidades de cada situación concreta, para eliminar las desventajas que supone esa disposición, cláusula, pacto o decisión. Para garantizar la plena igualdad en el trabajo, el principio de igualdad de trato no impedirá que se mantengan o adopten medidas específicas destinadas a prevenir o compensar las desventajas ocasionadas por motivo de discapacidad. 5 Además, los empresarios están obligados a adoptar las medidas adecuadas para la adaptación del puesto de trabajo y la accesibilidad de la empresa, en función de las necesidades de cada situación concreta, con el fin de permitir a las personas con discapacidad acceder al empleo, desempeñar su trabajo, progresar profesionalmente y acceder a la formación, salvo que esas medidas supongan una carga excesiva para el empresario, y para ello se tendrá en cuenta si es paliada en grado suficiente mediante las medidas, ayudas o subvenciones públicas para personas con discapacidad, así como los costes financieros y de otro tipo que las medidas impliquen y el tamaño y el volumen de negocios total de la organización o empresa. Las empresas públicas y privadas que empleen a un número de 50 o más trabajadores vendrán obligadas a que de entre ellos, al menos, el 2 % sean trabajadores minusválidos. Ese cómputo se realizará sobre la plantilla total de la empresa correspondiente, cualquiera que sea el número de centros de trabajo de aquélla y cualquiera que sea la forma de contratación laboral que vincule a los trabajadores de la empresa. Estarán incluidos en dicho cómputo los trabajadores minusválidos que se encuentren en cada momento prestando servicios en las empresas públicas o privadas, en virtud de los contratos de puesta a disposición que las mismas hayan celebrado con empresas de trabajo temporal. De manera excepcional, las empresas públicas y privadas podrán quedar exentas de esta obligación, de forma parcial o total, bien a través de acuerdos recogidos en la negociación colectiva sectorial de ámbito estatal y, en su defecto, de ámbito inferior, a tenor de lo dispuesto en el artículo 6 83, números 2 y 3 del Real Decreto Legislativo 1/1995, de 24 de marzo, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley del Estatuto de los Trabajadores, bien por opción voluntaria del empresario, debidamente comunicada a la autoridad laboral, y siempre que en ambos supuestos se apliquen las medidas alternativas que se determinen reglamentariamente. Se entenderán nulos y sin efecto los preceptos reglamentarios las cláusulas de los convenios colectivos, los pactos individuales y las decisiones unilaterales de las empresas que supongan en contra de los minusválidos discriminaciones en el empleo, en materia de retribuciones, jornadas y demás condiciones de trabajo. En las pruebas selectivas para el ingreso en los Cuerpos de la Administración del Estado, Comunidades Autónomas, Administración Local, Institucional y de la Seguridad Social serán admitidos los minusválidos en igualdad de condiciones con los demás aspirantes. Las condiciones personales de aptitud para el ejercicio de las funciones correspondientes se acreditarán en su caso mediante dictamen vinculante expedido por el equipo multiprofesional competente, que deberá ser emitido con anterioridad a la iniciación de las pruebas selectivas. Se fomentará el empleo de los trabajadores minusválidos mediante el establecimiento de ayudas que faciliten su integración laboral. Estas ayudas podrán consistir en subvenciones o préstamos para la adaptación de los puestos de trabajo, la eliminación de barreras arquitectónicas que dificulten su acceso y movilidad en los Centros de producción, la posibilidad de establecerse como trabajadores autónomos, el pago de las cuotas de la Seguridad Social 7 y cuantas otras se consideran adecuadas para promover la colocación de los minusválidos, especialmente la promoción de Cooperativas. A través de las Oficinas de Empleo del Instituto Nacional de Empleo, se instrumentará la colocación de los minusválidos que finalicen su recuperación profesional cuando ésta sea precisa. Para garantizar la eficaz aplicación y lograr la adecuación entre las condiciones personales del minusválido y las características del puesto de coordinación trabajo, entre se las establecerá, Oficinas de reglamentariamente, Empleo y los la equipos multiprofesionales. Si por razón de la naturaleza o de las consecuencias de sus minusvalías no se puede, provisional o definitivamente, ejercer una actividad laboral en las condiciones habituales, este trabajador deberá ser empleado en centros Especiales de Empleo, cuando su capacidad de trabajo sea igual o superior a un porcentaje de la capacidad habitual que se fijará por la correspondiente norma reguladora de la relación laboral de carácter especial de los trabajadores minusválidos que Presten sus servicios en Centros Especiales de Empleo. Si la capacidad residual de los minusválidos no alcanzara ese porcentaje, se accederá a los Centros Ocupacionales. Los equipos multiprofesionales de valoración determinarán, en cada caso, mediante resolución motivada, las posibilidades de integración real y la capacidad de trabajo de los minusválidos. 8 Los Centros Especiales de Empleo son aquellos cuyo objetivo principal sea el de realizar un trabajo productivo, participando regularmente en las operaciones del mercado, y teniendo como finalidad el asegurar un empleo remunerado y la prestación de servicios de ajuste personal y social que requieran sus trabajadores minusválidos; a la vez que sea un medio de integración del mayor número de minusválidos al régimen de trabajo normal. Su plantilla estará constituida por el mayor número de trabajadores minusválidos que permita la naturaleza del proceso productivo y, en todo caso, por el 70 % de aquélla. A estos efectos no se contemplará el personal no minusválido dedicado a la prestación de servicios de ajuste personal y social (aquellos de rehabilitación, terapéuticos, de integración social, culturales y deportivos, que procuren al trabajador minusválido del Centro Especial de Empleo una mayor rehabilitación personal y una mejor adaptación de su relación social) Aquellos minusválidos en edad laboral, cuya capacidad esté comprendida entre los grados mínimo y máximo que no cuenten con un puesto laboral retribuido por causas a ellos no imputables, tendrán derecho a percibir el subsidio de garantía de ingresos mínimos a partir de la fecha de su inscripción en el Registro de solicitantes de empleo, siempre que reúnan los mismos requisitos de orden económico establecidos en el artículo 15 y por el período máximo establecido para las prestaciones por desempleo en la Ley Básica de Empleo. El pago del subsidio de garantía de ingresos mínimos se hará efectivo mientras subsista la situación de paro, y supuesto que el minusválido parado no haya rechazado una oferta de empleo adecuada a sus aptitudes físicas y profesionales. 9 LA INCAPACIDAD. Debemos acudir a otra ley para conocer las obligaciones de los poderes públicos respecto a nuestra salud y a la ausencia de ella. Es el Real Decreto Ley 1/1994, de 20 de junio, BOE del 29 del mismo mes, (Ley General de la Seguridad Social) Su artículo 38 define cual es la acción protectora del sistema de la Seguridad Social, y establece y limita el ámbito de extensión posible del Régimen General y de los Especiales de la Seguridad Social, así como de la modalidad no contributiva de las prestaciones (ha sido modificado para promover la conciliación de la vida familiar y laboral de las personas trabajadoras). En relación con la discapacidad, comprende: 1. La asistencia sanitaria en los casos de maternidad, de enfermedad común o profesional y de accidentes, sean o no de trabajo. 2. La recuperación profesional, cuya procedencia se aprecie en cualquiera de los casos que se mencionan en el apartado anterior. 3. Prestaciones económicas en las situaciones de incapacidad temporal; invalidez, en sus modalidades contributiva y no contributiva; jubilación, en sus modalidades contributiva y no contributiva; muerte y supervivencia; las que se otorguen en las contingencias y situaciones especiales que 10 reglamentaria-mente se determinen por Real Decreto, a propuesta del Ministro de Trabajo y Asuntos Sociales. 4. Prestaciones familiares por hijo a cargo, en sus modalidades contributiva y no contributiva. 5. Las prestaciones de servicios sociales que puedan establecerse en materia de reeducación y rehabilitación de inválidos y de asistencia a la tercera edad, así como en aquellas otras materias en que se considere conveniente. Siguiendo el orden de ese artículo, pasaremos a definir las situaciones protegidas. ACCIDENTE DE TRABAJO Dice el art. 115 de la LGSS, que es toda lesión corporal que el trabajador sufra con ocasión o por consecuencia del trabajo que ejecute por cuenta ajena. Es decir, no lo son aquellas lesiones que sufra el trabajador acogido al RETA (régimen especial de trabajadores autónomos) ¿Qué lesiones tienen consideración de accidentes de trabajo?: 1. Los que sufra el trabajador al ir o al volver del lugar de trabajo. 2. Los que sufra consecuencia del el trabajador desempeño con de ocasión cargos o como electivos de carácter sindical, así como los ocurridos al ir o al volver del 11 lugar en que se ejerciten las funciones propias de dichos cargos. 3. Los ocurridos con ocasión o por consecuencia de las tareas que, aun siendo distintas a las de su categoría profesional, ejecute el trabajador en cumplimiento de las órdenes del empresario o espontáneamente en interés del buen funcionamiento de la empresa. 4. Los acaecidos en actos de salvamento y en otros de naturaleza análoga, cuando unos y otros tengan conexión con el trabajo. 5. Las enfermedades, no profesionales, que contraiga el trabajador con motivo de la realización de su trabajo, siempre que se pruebe que la enfermedad tuvo por causa exclusiva la ejecución del mismo. 6. Las enfermedades o defectos, padecidos con anterioridad por el trabajador, que se agraven como consecuencia de la lesión constitutiva del accidente. 7. Las consecuencias del accidente que resulten modificadas en su naturaleza, duración, gravedad o terminación, por enfermedades complicaciones intercurrentes, derivadas del que proceso constituyan patológico determinado por el accidente mismo o tengan su origen en afecciones adquiridas en el nuevo medio en que se haya situado el paciente para su curación. La ley presume, salvo prueba en contrario, que son constitutivas de accidente de trabajo las lesiones que sufra el trabajador durante el tiempo y en el lugar del trabajo, pero la 12 doctrina es restrictiva, ya que sólo serán accidente aquellas lesiones que tengan relación directa con la tarea desempeñada. Poniendo un ejemplo, hasta hace unos años, todos los infartos ocurridos durante el trabajo, eran accidentes. Hoy, sólo los que sufren personas con especial presión laboral. Debemos además hacer un inciso e incluir que es delito no facilitar los medios necesarios para que los trabajadores desempeñen su actividad en las debidas condiciones de seguridad e higiene, poniendo en peligro grave su vida, salud e integridad física (arts. 316 siguientes y concordantes del Código Penal, L.O. 10/1995, de 23 de noviembre). Las penas oscilan entre seis meses y tres años y multa de seis a doce meses. No impedirán la calificación de un accidente como de trabajo: 1. La imprudencia profesional que es consecuencia del ejercicio habitual de un trabajo y se deriva de la confianza que éste inspira. 2. La concurrencia de culpabilidad civil o criminal del empresario, de un compañero de trabajo del accidentado o de un tercero, salvo que no guarde relación alguna con el trabajo. No serán accidentes los debidos a catástrofes y los ocasionados por dolo o a imprudencia temeraria del trabajador accidentado. 13 ENFERMEDAD PROFESIONAL Entendemos como enfermedad profesional la contraída a consecuencia del trabajo ejecutado por cuenta ajena, que esté provocada por la acción de los elementos o sustancias establecidas para cada enfermedad profesional, y que se encuentre incluída en el listado correspondiente. Por eso es tan importante recordar que las enfermedades contraídas por el trabajo y que no son “profesionales” gozan de la calificación de accidente laboral. (Art. 116 LGSS) RESTO DE ACCIDENTES Y ENFERMEDADES COMUNES Como sus nombres indican, son las alteraciones de la salud que no tengan la condición de accidentes de trabajo ni de enfermedades profesionales. INCAPACIDAD TEMPORAL Es la situación debida a enfermedad común o profesional y a accidente, sea o no de trabajo, en la que se encuentra el trabajador mientras recibe asistencia sanitaria de la Seguridad Social y está impedido para el trabajo, con una duración máxima de doce meses, prorrogables por otros seis cuando se presuma que durante ellos pueda el trabajador ser dado de alta médica por curación. (art. 128 LGSS). También lo son los periodos de observación por enfermedad profesional en los que se prescriba la baja en el trabajo durante los mismos, con una duración máxima de seis meses, prorrogables por otros seis cuando se estime necesario para el estudio y diagnóstico de la enfermedad. 14 Durante ese tiempo, y siempre que existan 180 días cotizados en los cinco años inmediatamente anteriores al hecho causante, el trabajador percibirá un subsidio equivalente a un tanto por ciento sobre la base reguladora. Cuando la I.T. derive de accidente o enfermedad laboral, no precisará carencia para la percepción de subsidio. Cuando la situación de incapacidad temporal se extinga por el transcurso del plazo máximo fijado, se examinará necesariamente, en el plazo máximo de tres meses, el estado del incapacitado a efectos de su calificación, en el grado que corresponda, como inválido permanente. No obstante, en aquellos casos en los que, continuando la necesidad de tratamiento médico, la situación clínica del interesado hiciera aconsejable demorar la citada calificación, ésta podrá retrasarse por el período preciso, que en ningún caso podrá rebasar los treinta meses siguientes a la fecha en que se haya iniciado la incapacidad temporal. Durante esos períodos no subsistirá la obligación de cotizar. INCAPACIDAD PERMANENTE CONTRIBUTIVA. GRADOS. El art. 136 de la LGSS, la define como la situación del trabajador que, después de haber estado sometido al tratamiento prescrito y de haber sido dado de alta médicamente, presenta reducciones anatómicas o funcionales graves, susceptibles de determinación objetiva y previsiblemente definitivas, que disminuyan o anulen su capacidad laboral. No obstará a tal calificación la posibilidad de recuperación de la capacidad laboral del inválido, si dicha posibilidad se estima médicamente como incierta o a largo 15 plazo. No será necesaria el alta médica para la valoración de la incapacidad permanente en los casos en que concurran secuelas definitivas. También tendrá la consideración de incapacidad permanente, la situación de incapacidad que subsista después de extinguida la incapacidad temporal por el transcurso del plazo máximo de duración Las reducciones anatómicas o funcionales existentes en la fecha de la afiliación del interesado en la Seguridad Social no impedirán la calificación de la situación de incapacidad permanente, cuando se trate de personas minusválidas y con posterioridad a la afiliación tales reducciones se hayan agravado, provocando por sí mismas o por concurrencia con nuevas lesiones o patologías una disminución o anulación de la capacidad laboral que tenía el interesado en el momento de su afiliación. (Añadido por Ley 35/2002) La incapacidad permanente habrá de derivarse de la situación de incapacidad temporal, salvo que afecte a quienes carezcan de protección en cuanto a dicha incapacidad temporal, y se clasificará en función del porcentaje de reducción de la capacidad de trabajo del interesado, en los siguientes grados: Incapacidad permanente parcial. Incapacidad permanente total. Incapacidad permanente absoluta. Gran invalidez. 16 A efectos de la determinación del grado de la incapacidad, se tendrá en cuenta la incidencia de la reducción de la capacidad de trabajo en el desarrollo de la profesión que ejercía el interesado o del grupo profesional, en que aquélla estaba encuadrada, antes de producirse el hecho causante de la incapacidad permanente, excepto en el caso de gran invalidez, en que, independientemente del grado, lo que exige el art. 137-6 LGSS es que, por pérdidas anatómicas o funcionales, el trabajador precise la asistencia de otra persona para los actos más esenciales de la vida, tales como vestirse, comer, desplazarse… BENEFICIARIOS Salvo que la incapacidad se deba a accidente, sea o no laboral, o a enfermedad profesional, en cuyo caso no será exigido ningún período previo de cotización, se necesitará cumplir estos periodos mínimos de cotización: a) Si el sujeto causante tiene menos de treinta y un años de edad, la tercera parte del tiempo transcurrido entre la fecha en que cumplió los dieciséis años y la del hecho causante de la pensión. b) Si el causante tiene cumplidos treinta y un años de edad, la cuarta parte del tiempo transcurrido entre la fecha en que se haya cumplido los veinte años y el día en que se hubiese producido el hecho causante, con un mínimo, en todo caso, de cinco años. En este supuesto, al menos la quinta parte del período de cotización exigible deberá estar comprendida 17 dentro de los diez años inmediatamente anteriores al hecho causante. En los supuestos en que se acceda a la pensión de incapacidad permanente desde una situación de alta o asimilada al alta, sin obligación de cotizar, el período de los diez años, dentro de los cuales deba estar comprendido, al menos, la quinta parte del período de cotización exigible, se computará, hacia atrás, desde la fecha en que cesó la obligación de cotizar. En el caso de incapacidad permanente parcial para la profesión habitual, el período mínimo de cotización exigible será de mil ochocientos días, que han de estar comprendidos en los diez años inmediatamente anteriores a la fecha en la que se haya extinguido la incapacidad temporal de la que se derive la incapacidad permanente. Las pensiones de incapacidad permanente en los grados de incapacidad permanente absoluta para todo trabajo o gran invalidez derivadas de contingencias comunes podrán causarse aunque los interesados no se encuentren en el momento del hecho causante en alta o situación asimilada a la de alta. En tales supuestos, el período mínimo de cotización exigible será, en todo caso, de quince años. (art.138 L.G.S.S.) PRESTACIONES Vienen recogidas en el art. 139 de la L.G.S.S.. 18 1. La prestación económica correspondiente a la incapacidad permanente parcial para la profesión habitual, consistirá en una cantidad a tanto alzado. 2. La prestación económica correspondiente a la incapacidad permanente total consistirá en una pensión vitalicia, que podrá excepcionalmente ser sustituida por una indemnización a tanto alzado cuando el beneficiario fuese menor de sesenta años. Esta prestación será incrementada en el porcentaje que reglamentariamente se determine, cuando por edad, falta de preparación general o especializada y circunstancias sociales y laborales del lugar de residencia, se presuma la dificultad de obtener empleo en actividad distinta de la habitual anterior. La cuantía de la pensión de incapacidad permanente total derivada de enfermedad común no podrá resultar inferior al 55 por ciento de la base mínima de cotización para mayores de dieciocho años, en términos anuales, vigente en cada momento. 3. La prestación económica correspondiente a la incapacidad permanente absoluta consistirá en una pensión vitalicia. 4. Si el trabajador fuese calificado de gran inválido, tendrá derecho a una pensión vitalicia según lo establecido en los apartados anteriores, incrementándose su cuantía con un complemento, destinado a que el inválido pueda remunerar 19 a la persona que le atienda. El importe de dicho complemento será equivalente al resultado de sumar el 45 por ciento de la base mínima de cotización vigente en el momento del hecho causante y el 30 por ciento de la última base de cotización del trabajador correspondiente a la contingencia de la que derive la situación de incapacidad permanente. En ningún caso el complemento señalado podrá tener un importe inferior al 45 por ciento de la pensión percibida, sin el complemento, por el trabajador. 5. En los casos en que el trabajador, con sesenta y cinco o más años, acceda a la pensión de incapacidad permanente derivada de contingencias comunes, por no reunir los requisitos para el reconocimiento del derecho a pensión de jubilación, la cuantía de la pensión de incapacidad permanente será equivalente al resultado de aplicar a la correspondiente base reguladora el porcentaje que corresponda al período mínimo de cotización que esté establecido, en cada momento, para el acceso a la pensión de jubilación. Cuando la incapacidad permanente derive de enfermedad común, se considerará como base reguladora el resultado de aplicar únicamente lo establecido en la norma a) del apartado 1 del artículo 140 de la L.G.S.S. NO CONTRIBUTIVA En la modalidad no contributiva, podrán ser constitutivas de invalidez las deficiencias, previsiblemente permanentes, de carácter 20 físico o psíquico, congénitas o no, que anulen o modifiquen la capacidad física, psíquica o sensorial de quienes las padecen. Tendrán derecho a la pensión de invalidez, en su modalidad no contributiva, las personas que cumplan los siguientes requisitos: 1. Ser mayor de dieciocho y menor de sesenta y cinco años de edad. 2. Residir legalmente en territorio español y haberlo hecho durante cinco años, de los cuales dos deberán ser inmediatamente anteriores a la fecha de solicitud de la pensión. 3. Estar afectadas por una minusvalía o por una enfermedad crónica, en un grado igual o superior al 65%. 4. Carecer de rentas o ingresos suficientes. Los límites de acumulación de recursos, en el supuesto de unidad económica, serán equivalentes a la cuantía, en cómputo anual, de la pensión, más el resultado de multiplicar el setenta por ciento de dicha cifra por el número de convivientes, menos uno. Este límite alcanza a la unidad de convivencia. Cuando la convivencia se produzca entre el solicitante y sus descendientes o ascendientes en primer grado, los límites de acumulación de recursos serán equivalentes a dos veces y media de la cuantía que resulte de aplicar lo señalado anteriormente. Los beneficiarios de la pensión de invalidez, en su modalidad no contributiva, que sean contratados por cuenta ajena, que se 21 establezcan por cuenta propia o que se acojan a los programas de renta activa de inserción para trabajadores desempleados de larga duración mayores de cuarenta y cinco años, recuperarán automáticamente, en su caso, el derecho a dicha pensión cuando, respectivamente, se les extinga su contrato, dejen de desarrollar su actividad laboral o cesen en el programa de renta activa de inserción. Se consideran como ingresos o rentas computables, cualesquiera bienes y derechos, derivados tanto del trabajo como del capital, así como los de naturaleza prestacional. Cuando el solicitante o los miembros de la unidad de convivencia en que esté inserto dispongan de bienes muebles o inmuebles, se tendrán en cuenta sus rendimientos efectivos. Si no existen rendimientos efectivos, se valorarán según las normas establecidas para el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas, con la excepción, en todo caso, de la vivienda habitualmente ocupada por el beneficiario. Tampoco se computarán las asignaciones periódicas por hijos a cargo. Las personas que estén afectadas por una discapacidad o enfermedad crónica en un grado igual o superior al setenta y cinco por ciento y que, como consecuencia de pérdidas anatómicas o funcionales, necesiten el concurso de otra persona para realizar los actos más esenciales de la vida, tales como vestirse, desplazarse, comer o análogos, tendrán derecho a un complemento equivalente al cincuenta por ciento del importe de la P.N.C. 22 Las P.N.C. no impedirán el ejercicio de aquellas actividades, sean o no lucrativas, compatibles con el estado del inválido, y que no representen un cambio en su capacidad de trabajo. En el caso de personas que con anterioridad al inicio de una actividad lucrativa vinieran percibiendo pensión de invalidez en su modalidad no contributiva, durante los cuatro años siguientes al inicio de la actividad, la suma de la cuantía de la pensión de invalidez y de los ingresos obtenidos por la actividad desarrollada no podrán ser superiores, en cómputo anual, al importe, también en cómputo anual, del indicador público de renta de efectos múltiples (IPREM) vigente en cada momento. En caso de exceder de dicha cuantía, se minorará el importe de la pensión en el 50 por 100 del exceso sin que, en ningún caso, la suma de la pensión y de los ingresos pueda superar 1,5 veces el indicador público de renta de efectos múltiples (IPREM). LESIONES PERMANENTES NO INVALIDANTES Las lesiones, mutilaciones y deformidades de carácter definitivo, causadas por accidentes de trabajo o enfermedades profesionales que, sin llegar a constituir una incapacidad permanente supongan una disminución o alteración de la integridad física del trabajador y aparezcan recogidas en el baremo anejo a las disposiciones de desarrollo de la LGSS, serán indemnizadas por una sola vez, con las cantidades alzadas que en el mismo se determinen, por la entidad que estuviera obligada al pago de las prestaciones de incapacidad permanente, todo ello sin perjuicio del derecho del trabajador a continuar al servicio de la empresa. 23 PRESTACIONES EN FAVOR DE FAMILIARES. Se reconocerá derecho a pensión a los hijos o hermanos de beneficiarios de pensiones contributivas de jubilación e invalidez, en quienes se den, en los términos que se establezcan en los Reglamentos generales, las siguientes circunstancias: 1. Haber convivido con el causante y a su cargo. 2. Ser mayores de cuarenta y cinco años y solteros, divorciados o viudos. 3. Acreditar dedicación prolongada al cuidado del causante. 4. Carecer de medios propios de vida. Los huérfanos incapacitados para el trabajo con derecho a pensión de orfandad, cuando perciban otra pensión de la Seguridad Social en razón a la misma incapacidad, podrán optar entre una u otra. PRESTACIONES FAMILIARES POR HIJO A CARGO Las prestaciones de protección por hijo a cargo, en su modalidad contributiva, consistirán en: a. Una asignación económica, por cada hijo, menor de dieciocho años o afectado por una minusvalía en un grado igual o superior al 65%, a cargo del beneficiario, cualquiera que sea la naturaleza legal de la filiación de aquéllos. b. La consideración, como período de cotización efectiva, del primer año con reserva de puesto de trabajo del período de 24 excedencia que los trabajadores, de acuerdo con la legislación aplicable, disfruten en razón del cuidado de cada hijo. Tendrán derecho a la asignación económica por hijo a cargo, en su modalidad contributiva: a. Las personas integradas en el Régimen General que, no perciban ingresos anuales, de cualquier naturaleza, superiores a 1.080.540 pesetas. La cuantía anterior se incrementará en un 15% por cada hijo a cargo, a partir del segundo, éste incluido. El límite máximo de ingresos anuales establecido en el párrafo anterior se actualizará anualmente en la Ley de Presupuestos Generales del Estado, respecto a la cuantía del ejercicio anterior, al menos, en el mismo porcentaje que en dicha Ley se establezca como incremento general de las pensiones contributivas de la Seguridad Social. En su modalidad no contributiva, la prestación por hijo a cargo, consistirá en una asignación económica, por cada hijo, menor de dieciocho años o afectado por una minusvalía en un grado igual o superior al 65%, a cargo del beneficiario, cualquiera que sea la naturaleza legal de la filiación de aquéllos. Tendrán derecho a la asignación económica por hijo a cargo, en su modalidad no contributiva, quienes: 25 a. Residan legalmente en territorio español. b. Tengan a cargo hijos en quienes concurran las condiciones establecidas en el artículo anterior. c. No perciban ingresos anuales, de cualquier naturaleza, superiores a los límites que se establecen en el apartado a) del artículo 181. d. No tengan derecho, ni el padre ni la madre, a prestaciones de esta misma naturaleza en cualquier otro régimen público de protección social. Serán, asimismo, beneficiarios de la asignación que, en su caso y en razón de ellos, hubiera correspondido a sus padres, aquellos huérfanos de padre y madre, menores de dieciocho años o minusválidos en un grado igual o superior al 65%, sean o no pensionistas de orfandad del sistema de la Seguridad Social. Igual criterio se seguirá en el supuesto de quienes no sean huérfanos y hayan sido abandonados por sus padres, se encuentren o no en régimen de acogimiento familiar. Por último, debemos reflexionar sobre los últimos añadidos legislativos. 26 La ley 40/2003, de 18 noviembre de familias numerosas, equipara a familia numerosa, a los efectos de esta Ley, las familias constituidas por: a) Uno o dos ascendientes con dos hijos, sean o no comunes, siempre que al menos uno de éstos sea discapacitado o esté incapacitado para trabajar. b) Dos ascendientes, cuando ambos fueran discapacitados, o, al menos, uno de ellos tuviera un grado de discapacidad igual o superior al 65 por 100, o estuvieran incapacitados para trabajar, con dos hijos, sean o no comunes. A los efectos de esta Ley, se entenderá por discapacitado aquel que tenga reconocido un grado de minusvalía igual o superior al 33 por 100 y por incapaz para trabajar aquella persona que tenga reducida su capacidad de trabajo en un grado equivalente al de la incapacidad permanente absoluta o gran invalidez. Cada hijo discapacitado o incapacitado para trabajar, computará como dos para determinar la categoría en que se clasifica la unidad familiar de la que forma parte. Para la ley 51/2003, de 2 diciembre, de igualdad de oportunidades, no discriminación y accesibilidad universal de las personas con discapacidad, tendrán la consideración de personas con discapacidad aquellas a quienes se les haya reconocido un grado de minusvalía igual o superior al 33 por 100. En todo caso, se 27 considerarán afectados por una minusvalía en grado igual o superior al 33 por 100 los pensionistas de la Seguridad Social que tengan reconocida una pensión de incapacidad permanente en el grado de total, absoluta o gran invalidez, y a los pensionistas de clases pasivas que tengan reconocida una pensión de jubilación o de retiro por incapacidad permanente para el servicio o inutilidad. La acreditación del grado de minusvalía se realizará en los términos establecidos reglamentariamente y tendrá validez en todo el territorio nacional. JUBILACIÓN ANTICIPADA DE TRABAJADORES MINUSVÁLIDOS Por último, tendremos que hacer referencia al RD 1539/2003 de 5 de diciembre, en el que se permite adelantar la edad de jubilación para los trabajadores por cuenta ajena afectados por una minusvalía igual o superior al 65% podrán acceder anticipadamente a la jubilación, sin reducción de la cuantía de la pensión, mediante la aplicación de coeficientes reductores. Beneficiarios / requisitos Los trabajadores por cuenta ajena incluidos en los Regímenes General y Especiales Agrario, de Trabajadores del Mar y de la Minería del Carbón que realicen una actividad retribuida y durante ésta acrediten un grado de minusvalía igual o superior al 65 por ciento. 28 Reducción de la edad de jubilación La edad ordinaria de 65 años, exigida para el acceso a la pensión de jubilación, se reducirá en un período equivalente al que resulte de aplicar al tiempo efectivamente trabajado los coeficientes que se indican, siempre que durante los períodos de trabajo realizados se acrediten los siguientes grados de minusvalía: - El coeficiente del 0,25, en los casos en que el trabajador tenga acreditado un grado de minusvalía igual o superior al 65%. - El coeficiente del 0,50, en los casos en que el trabajador tenga acreditado un grado de minusvalía igual o superior al 65% y acredite la necesidad del concurso de otra persona para la realización de los actos esenciales de la vida ordinaria. Para el cómputo del tiempo efectivamente trabajado, se descontarán todas las faltas al trabajo, salvo las siguientes: - Las que tengan por motivo la baja médica por enfermedad común o profesional, o accidente, sea o no de trabajo. - Las que tengan por motivo la suspensión del contrato de trabajo por maternidad, adopción, acogimiento o riesgo durante el embarazo. 29 - Las autorizadas en las correspondientes disposiciones laborales con derecho a retribución. Cálculo de la pensión El período de tiempo en que resulte reducida la edad de jubilación del trabajador, se computará como cotizado al exclusivo efecto de determinar el porcentaje aplicable para calcular el importe de la pensión de jubilación. Efectos de los coeficientes en la jubilación en otros regímenes Tanto la reducción de la edad como el cómputo, a efectos de cotización, del tiempo en que resulte reducida aquélla, serán de aplicación aunque la pensión se cause en cualquier otro régimen de la Seguridad Social. Acceso a la jubilación anticipada - A los trabajadores minusválidos con un grado de minusvalía igual o superior al 65% que, por haber tenido la condición de mutualista en cualquier mutualidad de trabajadores por cuenta ajena en el día 1-1-1967 o en otra fecha anterior, tengan derecho, de acuerdo con lo establecido en la disposición transitoria tercera.1.2ª del texto refundido de la Ley General de la Seguridad Social, a causar la pensión de jubilación a partir de los 60 años, les serán de aplicación los coeficientes establecidos del 0,25 ó 0,50, a los efectos de 30 determinar el coeficiente reductor de la cuantía de la pensión de jubilación que corresponda en cada caso, y se tendrá en cuenta, a todos los demás efectos, la edad real del trabajador. Las referencias contenidas al 1 de enero de 1967 se entenderán realizadas a la fecha que se determine en sus respectivas normas reguladoras, respecto de los regímenes o colectivos que contemplen otra fecha distinta, en orden a la posibilidad de anticipar la edad de jubilación. - Igual regla será de aplicación a los trabajadores minusválidos con un grado de minusvalía igual o superior al 65% que deseen jubilarse anticipadamente, de acuerdo con lo previsto en el art. 161.3 del citado texto refundido, a partir de los 61 años de edad. Acreditación de la minusvalía La existencia de la minusvalía, así como del grado correspondiente, se acreditarán mediante certificación del Instituto de Migraciones y Servicios Sociales o del órgano correspondiente de la respectiva comunidad autónoma que haya recibido la transferencia de las funciones y servicios de aquél. Cuando no sea posible la expedición de certificación por los órganos antes mencionados, por tratarse de períodos anteriores a la asunción de competencias en la materia por éstos, la existencia de la 31 minusvalía podrá acreditarse por certificación o acto administrativo de reconocimiento de dicha condición, expedido por el organismo que tuviese tales atribuciones en cada momento, y, en su defecto, por cualquier otro medio de prueba que se considere suficiente por la Entidad gestora de la Seguridad Social. Gestión y reconocimiento del derecho La gestión y el reconocimiento del derecho corresponden al Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) o, si se trata de trabajadores incluidos en el campo de aplicación del Régimen Especial del Mar, al Instituto Social de la Marina (ISM). Documentos que deben acompañar a la solicitud EN TODOS LOS CASOS: Acreditación de la identidad del solicitante, representante legal y demás personas que figuran en la solicitud mediante la siguiente documentación en vigor: - Españoles: Documento Nacional de Identidad (DNI). - Extranjeros residentes en España: Tarjeta de residencia. - Extranjeros no residentes en España: Pasaporte o, en su caso, documento de identidad vigente en su país y NIE (Número de 32 Identificación de Extranjero, asignado por el Ministerio del Interior). - Documentación acreditativa de la representación legal, en su caso. Bases de cotización a través de: - Certificación de la última/s empresa/s en las que ha trabajado el solicitante. - Justificantes de pago de cuotas, si el interesado es el obligado al ingreso de las mismas. - Certificado expedido por el Instituto Nacional de Empleo (INEM) u organismo competente en su Comunidad Autónoma, si el solicitante está en desempleo. Documentación acreditativa de la representación legal, en su caso. - PARA COMPLEMENTOS POR MÍNIMOS: Si el interesado/a está casado/a, Libro de Familia o certificado en extracto del Acta de Matrimonio. - PARA INCLUIR EN ASISTENCIA SANITARIA: 33 Acreditación de convivencia con la pareja de hecho, si no estuviera previamente incluida en la cartilla de asistencia sanitaria del solicitante. - OTROS DOCUMENTOS: Si ha trabajado en alguna actividad que tenga reconocida bonificación de edad, certificado de la/s empresa/s donde consten las categorías profesionales y períodos trabajados o cartilla de embarque y desembarque para el Instituto Social de la Marina (ISM). Si se encuentra en situación de paro involuntario no subsidiado o anticipa la edad de jubilación sin haber sido mutualista, tarjeta de demandante de empleo del INEM u organismo competente. Documento que acredite que su contrato de trabajo se extinguió por causas ajenas a su voluntad, si va a jubilarse con más de 61 años y menos de 65. Certificado de la empresa, si anticipa la edad de jubilación y recibió indemnización en virtud de acuerdo colectivo. Testimonio de la resolución judicial que fija la pensión compensatoria al cónyuge o la anualidad por alimentos a hijos. Certificado de minusvalía y grado reconocido del solicitante o de sus ascendientes y descendientes discapacitados, que conviven con él y a su cargo, expedido por el IMSERSO u organismo competente. 34 Acreditación de la necesidad de ayuda de terceras personas o por movilidad reducida, expedida por el IMSERSO u organismo competente. Auto judicial o certificado de convivencia en régimen de acogimiento familiar permanente, expedido por la Comunidad Autónoma. Esta documentación puede presentarse en cualquiera de los Centros de Atención e Información de la Seguridad Social. Este es, a grandes rasgos, el panorama legislativo estatal. Está complementado por legislaciones autonómicas, pero no podemos olvidar que si no conjugamos discapacidad e integración, estaremos construyendo un mundo en el que la igualdad estará condenada al fracaso. Nuestra aportación debe tender a que todos seamos lo que Dª Adela Cortina llama “ciudadanos sociales”, es decir, aquellos que tienen reconocidos los derechos de primera y segunda generación. De ahí podremos pasar a la ciudadanía compleja, aquella que cree que todo ciudadano es igual pero con sus singularidades, con sus diferencias. El respeto a la diferencia nos conduce a la igualdad integradora e integral que nos mueve a pedir discriminaciones positivas hasta llegar a la situación de igualdad. Pero para llegar a la igualdad es necesario el acceso al trabajo, porque es la forma de ser miembro activo de una sociedad, aumenta el nivel de autoestima, nos 35 aleja del “principio Mateo”, aquel que estipula que al que más tiene, más se le da, y al que menos tiene, hasta eso se le quita. Dijo Arquímedes que con un punto de apoyo, se puede mover el mundo, y las leyes pueden ser ese punto donde hacer palanca para alcanzar la Justicia. Hegel decía que la libertad es real cuando la hacemos hábito, así, para que la igualdad sea la pauta, debemos exigir integración, igualdad de acceso a la cultura, a los bienes, a los entornos, al trabajo. Universalizar los accesos es una cuestión de justicia, una obviedad, y por tanto, no es negociable. 36