Ley y discapacidad

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Todos tenemos un ideal de justicia, un sentimiento inconsciente
de lo que es correcto, una aspiración a que justicia y derecho sean
intercambiables. Pero –siempre hay un pero- entre el ideal y la
realidad hay tanto espacio cuando nos enfrentamos a la problemática
específica de las personas que no pertenecen al grupo dominante,
que agradecemos la existencia del Ordenamiento Jurídico, de las
normas que recuerden y aseguren que todos somos titulares de los
mismos derechos.
Que todos somos iguales sin importar sexo, confesión, lo dicen
no solo las declaraciones universales de derechos, también lo recoge
la Constitución española de 6 de diciembre. La primera reflexión sería
que esa palabra “todos” no exige mayor explicación. De ningún
artículo se puede inferir que ese “todos” no es universal, que hay una
serie de españoles a los que no alcanza la Constitución. En principio
seria suficiente protección para todas las personas, pero la Carta
Magna especifica aún más, y obliga a los poderes públicos a
establecer políticas de prevención e integración de las personas con
algún tipo de discapacidad.
Entre la aprobación de la Constitución y hoy median veinticinco
años, y, a pesar de las leyes, las conductas discriminatorias hacia las
personas con discapacidad han perdurado. Cierto es que hemos
avanzado mucho en el campo normativo desde el Decreto 2531/1970
de 22 de agosto de reconocimiento de la condición de subnormal y
minusválido (B.O.E. de 1 de diciembre de 1.971), hasta hoy. Y es ese
camino de aciertos, errores y olvidos, el que vamos a intentar hacer
juntos esta tarde.
1
Antes de entrar en el imperfecto mundo de la legislación,
hagamos cuatro precisiones:
Deficiencia es la constatación de déficit.
Discapacidad será la consecuencia del déficit, y que puede ser
salvada con una ayuda técnica adecuada.
Nos encontramos ante una minusvalía cuando las posibilidades
de integración educativa, laboral o social de una persona se hallen
disminuidas como consecuencia de una deficiencia, previsiblemente
permanente, de carácter congénito o no, en sus capacidades físicas,
psíquicas o sensoriales, y así lo tenga reconocido por el órgano
administrativo correspondiente
Incapaz es aquella persona así reconocida por sentencia judicial
en virtud de las causas establecidas por ley y son causas de
incapacitación las enfermedades o deficiencias persistente de carácter
físico o psíquico que impidan a la persona gobernarse por sí misma
(arts. 199 y 200 del Código civil) La sentencia de incapacitación no
impide
que
de
sobrevenir
nuevas
causas,
pueda
instarse
judicialmente una nueva declaración al objeto de modificar o anular la
incapacitación ya establecida (art. 212 C.C.)
La primera ley que recoge el testigo de la Constitución, es la
conocida por LISMI, es decir, la ley 13/1982 de siete de abril, de
Integración Social de los Minusválidos. En su artículo 1º declara que
2
los principios que la inspiran “se fundamentan en los derechos que el
artículo 49 de la Constitución (RCL 1978\2836) reconoce, en razón a
la dignidad que les es propia, a los disminuidos en sus capacidades
físicas, psíquicas o sensoriales para su completa realización personal
y su total integración social, y a los disminuidos profundos para la
asistencia y tutela necesarias.”
Convierte en obligación de los poderes públicos (art. 3º),
utilizar “todos los recursos necesarios para el ejercicio de los
derechos a que se refiere el artículo 1, constituyendo una obligación
del Estado la prevención, los cuidados médicos y psicológicos, la
rehabilitación adecuada, la educación, la orientación, la integración
laboral, la garantía de unos derechos económicos, jurídicos sociales
mínimos y la Seguridad Social.
A estos efectos estarán obligados a participar, para su efectiva
realización, en su ámbito de competencias correspondientes, la
Administración
Central,
las
Comunidades
Autónomas,
las
Corporaciones Locales, los Sindicatos, las entidades y organismos
públicos y las asociaciones y personas privadas.”
Es la LISMI la que inicia la integración del niño con discapacidad
en el sistema educativo ordinario, debiendo recibir en su caso, los
programas de apoyo y recursos que la propia Ley reconoce (art. 23).
Cuando resulte imposible la integración en el sistema educativo
ordinario, es establece la educación especial, a la que se define como
“proceso integral, flexible y dinámico, que se concibe para su
3
aplicación personalizada y comprende los diferentes niveles y grados
del
sistema
de
enseñanza,
particularmente
los
considerados
obligatorios y gratuitos, encaminados a conseguir la total integración
social del minusválido.
2. Concretamente, la educación especial tenderá a la consecución de
los siguientes objetivos:
a) La superación de las deficiencias y de las consecuencias o
secuelas derivadas de aquéllas.
b) La adquisición de conocimientos y hábitos que le doten de la
mayor autonomía posible.
c) La promoción de todas las capacidades del minusválido para
el desarrollo armónico de su personalidad.
d) La incorporación a la vida social y a un sistema de trabajo
que permita a los minusválidos servirse y realizarse a sí
mismos. (art. 26)
Recoge además la LISMI un sistema especial de prestaciones
sociales y económicas para los minusválidos que, por no desarrollar
una actividad laboral, no estén incluidos en el campo de aplicación del
sistema de la Seguridad Social. Estas prestaciones se desarrollarán
por decreto. La acción protectora de dicho sistema comprenderá al
menos:
A) Asistencia sanitaria y prestación farmacéutica.
B) Subsidio de garantía de ingresos mínimos.
C) Subsidio por ayuda de tercera persona.
D) Subsidio de movilidad y compensación para gastos de
transporte.
4
E) Recuperación profesional.
F) Rehabilitación médico-funcional.
En cuanto a las políticas de empleo, es objetivo primordial la
integración de los trabajadores con discapacidad su integración, en
condiciones que garanticen la aplicación del principio de igualdad de
trato, en el sistema ordinario de trabajo o, en su defecto, su
incorporación al sistema productivo mediante la fórmula especial de
trabajo protegido. Es principio de igualdad de trato la ausencia de
toda discriminación directa e indirecta basada en la discapacidad.
Existirá discriminación directa cuando una persona sea tratada de
manera menos favorable que otra en situación análoga por motivo de
su
discapacidad.
Existirá
discriminación
indirecta
cuando
una
disposición legal o reglamentaria, una cláusula convencional o
contractual, un pacto individual o una decisión unilateral del
empresario,
aparentemente
neutros,
puedan
ocasionar
una
desventaja particular a las personas con discapacidad respecto de
otras personas, siempre que objetivamente no respondan a una
finalidad legítima y que los medios para la consecución de esta
finalidad no sean adecuados y necesarios, o salvo que el empresario
venga obligado a adoptar medidas adecuadas, en función de las
necesidades de cada situación concreta, para eliminar las desventajas
que
supone
esa disposición, cláusula, pacto
o
decisión. Para
garantizar la plena igualdad en el trabajo, el principio de igualdad de
trato no impedirá que se mantengan o adopten medidas específicas
destinadas a prevenir o compensar las desventajas ocasionadas por
motivo de discapacidad.
5
Además, los empresarios están obligados a adoptar las medidas
adecuadas para la adaptación del puesto de trabajo y la accesibilidad
de la empresa, en función de las necesidades de cada situación
concreta, con el fin de permitir a las personas con discapacidad
acceder
al
empleo,
desempeñar
su
trabajo,
progresar
profesionalmente y acceder a la formación, salvo que esas medidas
supongan una carga excesiva para el empresario, y para ello se
tendrá en cuenta si es paliada en grado suficiente mediante las
medidas,
ayudas
o
subvenciones
públicas
para
personas
con
discapacidad, así como los costes financieros y de otro tipo que las
medidas impliquen y el tamaño y el volumen de negocios total de la
organización o empresa.
Las empresas públicas y privadas que empleen a un número de
50 o más trabajadores vendrán obligadas a que de entre ellos, al
menos, el 2 % sean trabajadores minusválidos. Ese cómputo se
realizará sobre la plantilla total de la empresa correspondiente,
cualquiera que sea el número de centros de trabajo de aquélla y
cualquiera que sea la forma de contratación laboral que vincule a los
trabajadores de la empresa. Estarán incluidos en dicho cómputo los
trabajadores minusválidos que se encuentren en cada momento
prestando servicios en las empresas públicas o privadas, en virtud de
los contratos de puesta a disposición que las mismas hayan celebrado
con empresas de trabajo temporal. De manera excepcional, las
empresas públicas y privadas podrán quedar exentas de esta
obligación, de forma parcial o total, bien a través de acuerdos
recogidos en la negociación colectiva sectorial de ámbito estatal y, en
su defecto, de ámbito inferior, a tenor de lo dispuesto en el artículo
6
83, números 2 y 3 del Real Decreto Legislativo 1/1995, de 24 de
marzo, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley del Estatuto
de los Trabajadores, bien por opción voluntaria del empresario,
debidamente comunicada a la autoridad laboral, y siempre que en
ambos supuestos se apliquen las medidas alternativas que se
determinen reglamentariamente. Se entenderán nulos y sin efecto los
preceptos reglamentarios las cláusulas de los convenios colectivos,
los pactos individuales y las decisiones unilaterales de las empresas
que supongan en contra de los minusválidos discriminaciones en el
empleo, en materia de retribuciones, jornadas y demás condiciones
de trabajo. En las pruebas selectivas para el ingreso en los Cuerpos
de
la
Administración
del
Estado,
Comunidades
Autónomas,
Administración Local, Institucional y de la Seguridad Social serán
admitidos los minusválidos en igualdad de condiciones con los demás
aspirantes.
Las condiciones personales de aptitud para el ejercicio de las
funciones correspondientes se acreditarán en su caso mediante
dictamen
vinculante
expedido
por
el
equipo
multiprofesional
competente, que deberá ser emitido con anterioridad a la iniciación
de las pruebas selectivas.
Se fomentará el empleo de los trabajadores minusválidos
mediante el establecimiento de ayudas que faciliten su integración
laboral. Estas ayudas podrán consistir en subvenciones o préstamos
para la adaptación de los puestos de trabajo, la eliminación de
barreras arquitectónicas que dificulten su acceso y movilidad en los
Centros
de
producción,
la
posibilidad
de
establecerse
como
trabajadores autónomos, el pago de las cuotas de la Seguridad Social
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y cuantas otras se consideran adecuadas para promover la colocación
de los minusválidos, especialmente la promoción de Cooperativas.
A través de las Oficinas de Empleo del Instituto Nacional de
Empleo, se instrumentará la colocación de los minusválidos que
finalicen su recuperación profesional cuando ésta sea precisa. Para
garantizar la eficaz aplicación y lograr la adecuación entre las
condiciones personales del minusválido y las características del
puesto
de
coordinación
trabajo,
entre
se
las
establecerá,
Oficinas
de
reglamentariamente,
Empleo
y
los
la
equipos
multiprofesionales.
Si por razón de la naturaleza o de las consecuencias de sus
minusvalías no se puede, provisional o definitivamente, ejercer una
actividad laboral en las condiciones habituales, este trabajador
deberá ser empleado en centros Especiales de Empleo, cuando su
capacidad de trabajo sea igual o superior a un porcentaje de la
capacidad habitual que se fijará por la correspondiente norma
reguladora de la relación laboral de carácter especial de los
trabajadores minusválidos que Presten sus servicios en Centros
Especiales de Empleo. Si la capacidad residual de los minusválidos no
alcanzara ese porcentaje, se accederá a los Centros Ocupacionales.
Los equipos multiprofesionales de valoración determinarán, en
cada caso, mediante resolución motivada, las posibilidades de
integración real y la capacidad de trabajo de los minusválidos.
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Los Centros Especiales de Empleo son aquellos cuyo objetivo
principal sea el de realizar un trabajo productivo, participando
regularmente en las operaciones del mercado, y teniendo como
finalidad el asegurar un empleo remunerado y la prestación de
servicios de ajuste personal y social que requieran sus trabajadores
minusválidos; a la vez que sea un medio de integración del mayor
número de minusválidos al régimen de trabajo normal. Su plantilla
estará constituida por el mayor número de trabajadores minusválidos
que permita la naturaleza del proceso productivo y, en todo caso, por
el 70 % de aquélla. A estos efectos no se contemplará el personal no
minusválido dedicado a la prestación de servicios de ajuste personal y
social (aquellos de rehabilitación, terapéuticos, de integración social,
culturales y deportivos, que procuren al trabajador minusválido del
Centro Especial de Empleo una mayor rehabilitación personal y una
mejor adaptación de su relación social) Aquellos minusválidos en
edad laboral, cuya capacidad esté comprendida entre los grados
mínimo y máximo que no cuenten con un puesto laboral retribuido
por causas a ellos no imputables, tendrán derecho a percibir el
subsidio de garantía de ingresos mínimos a partir de la fecha de su
inscripción en el Registro de solicitantes de empleo, siempre que
reúnan los mismos requisitos de orden económico establecidos en el
artículo 15 y por el período máximo establecido para las prestaciones
por desempleo en la Ley Básica de Empleo. El pago del subsidio de
garantía de ingresos mínimos se hará efectivo mientras subsista la
situación de paro, y supuesto que el minusválido parado no haya
rechazado una oferta de empleo adecuada a sus aptitudes físicas y
profesionales.
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LA INCAPACIDAD.
Debemos acudir a otra ley para conocer las obligaciones de los
poderes públicos respecto a nuestra salud y a la ausencia de ella. Es
el Real Decreto Ley 1/1994, de 20 de junio, BOE del 29 del mismo
mes, (Ley General de la Seguridad Social)
Su artículo 38 define cual es la acción protectora del sistema de
la Seguridad Social, y establece y limita el ámbito de extensión
posible del Régimen General y de los Especiales de la Seguridad
Social, así como de la modalidad no contributiva de las prestaciones
(ha sido modificado para promover la conciliación de la vida familiar y
laboral
de
las
personas
trabajadoras).
En
relación
con
la
discapacidad, comprende:
1. La asistencia sanitaria en los casos de maternidad, de
enfermedad común o profesional y de accidentes, sean o
no de trabajo.
2. La recuperación profesional, cuya procedencia se aprecie en
cualquiera de los casos que se mencionan en el apartado
anterior.
3. Prestaciones económicas en las situaciones de incapacidad
temporal; invalidez, en sus modalidades contributiva y no
contributiva; jubilación, en sus modalidades contributiva y
no contributiva; muerte y supervivencia; las que se
otorguen en las contingencias y situaciones especiales que
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reglamentaria-mente se determinen por Real Decreto, a
propuesta del Ministro de Trabajo y Asuntos Sociales.
4. Prestaciones familiares por hijo a cargo, en sus modalidades
contributiva y no contributiva.
5.
Las
prestaciones
de
servicios
sociales
que
puedan
establecerse en materia de reeducación y rehabilitación de
inválidos y de asistencia a la tercera edad, así como en
aquellas otras materias en que se considere conveniente.
Siguiendo el orden de ese artículo, pasaremos a definir las
situaciones protegidas.
ACCIDENTE DE TRABAJO
Dice el art. 115 de la LGSS, que es toda lesión corporal que el
trabajador sufra con ocasión o por consecuencia del trabajo que
ejecute por cuenta ajena. Es decir, no lo son aquellas lesiones que
sufra el trabajador acogido al RETA (régimen especial de trabajadores
autónomos)
¿Qué lesiones tienen consideración de accidentes de trabajo?:
1. Los que sufra el trabajador al ir o al volver del lugar de
trabajo.
2.
Los
que
sufra
consecuencia
del
el
trabajador
desempeño
con
de
ocasión
cargos
o
como
electivos
de
carácter sindical, así como los ocurridos al ir o al volver del
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lugar en que se ejerciten las funciones propias de dichos
cargos.
3. Los ocurridos con ocasión o por consecuencia de las tareas
que, aun siendo distintas a las de su categoría profesional,
ejecute el trabajador en cumplimiento de las órdenes del
empresario
o
espontáneamente
en
interés
del
buen
funcionamiento de la empresa.
4. Los acaecidos en actos de salvamento y en otros de
naturaleza análoga, cuando unos y otros tengan conexión
con el trabajo.
5. Las enfermedades, no profesionales, que contraiga el
trabajador con motivo de la realización de su trabajo,
siempre que se pruebe que la enfermedad tuvo por causa
exclusiva la ejecución del mismo.
6. Las enfermedades o defectos, padecidos con anterioridad
por el trabajador, que se agraven como consecuencia de la
lesión constitutiva del accidente.
7. Las consecuencias del accidente que resulten modificadas
en su naturaleza, duración, gravedad o terminación, por
enfermedades
complicaciones
intercurrentes,
derivadas
del
que
proceso
constituyan
patológico
determinado por el accidente mismo o tengan su origen en
afecciones adquiridas en el nuevo medio en que se haya
situado el paciente para su curación.
La
ley
presume,
salvo
prueba
en
contrario,
que
son
constitutivas de accidente de trabajo las lesiones que sufra el
trabajador durante el tiempo y en el lugar del trabajo, pero la
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doctrina es restrictiva, ya que sólo serán accidente aquellas lesiones
que tengan relación directa con la tarea desempeñada. Poniendo un
ejemplo, hasta hace unos años, todos los infartos ocurridos durante
el trabajo, eran accidentes. Hoy, sólo los que sufren personas con
especial presión laboral.
Debemos además hacer un inciso e incluir que es delito no
facilitar los medios necesarios para que los trabajadores desempeñen
su actividad en las debidas condiciones de seguridad e higiene,
poniendo en peligro grave su vida, salud e integridad física (arts. 316
siguientes y concordantes del Código Penal, L.O. 10/1995, de 23 de
noviembre). Las penas oscilan entre seis meses y tres años y multa
de seis a doce meses.
No impedirán la calificación de un accidente como de trabajo:
1. La imprudencia profesional que es consecuencia del ejercicio
habitual de un trabajo y se deriva de la confianza que éste
inspira.
2.
La
concurrencia
de
culpabilidad
civil
o
criminal
del
empresario, de un compañero de trabajo del accidentado o
de un tercero, salvo que no guarde relación alguna con el
trabajo.
No serán accidentes los debidos a catástrofes y los ocasionados
por dolo o a imprudencia temeraria del trabajador accidentado.
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ENFERMEDAD PROFESIONAL
Entendemos como enfermedad profesional la contraída a
consecuencia del trabajo ejecutado por cuenta ajena, que esté
provocada por la acción de los elementos o sustancias establecidas
para cada enfermedad profesional, y que se encuentre incluída en el
listado correspondiente. Por eso es tan importante recordar que las
enfermedades contraídas por el trabajo y que no son “profesionales”
gozan de la calificación de accidente laboral. (Art. 116 LGSS)
RESTO DE ACCIDENTES Y ENFERMEDADES COMUNES
Como sus nombres indican, son las alteraciones de la salud que
no tengan la condición de accidentes de trabajo ni de enfermedades
profesionales.
INCAPACIDAD TEMPORAL
Es la situación debida a enfermedad común o profesional y a
accidente, sea o no de trabajo, en la que se encuentra el trabajador
mientras recibe asistencia sanitaria de la Seguridad Social y está
impedido para el trabajo, con una duración máxima de doce meses,
prorrogables por otros seis cuando se presuma que durante ellos
pueda el trabajador ser dado de alta médica por curación. (art. 128
LGSS). También lo son los periodos de observación por enfermedad
profesional en los que se prescriba la baja en el trabajo durante los
mismos, con una duración máxima de seis meses, prorrogables por
otros seis cuando se estime necesario para el estudio y diagnóstico
de la enfermedad.
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Durante ese tiempo, y siempre que existan 180 días cotizados
en los cinco años inmediatamente anteriores al hecho causante, el
trabajador percibirá un subsidio equivalente a un tanto por ciento
sobre la base reguladora. Cuando la I.T. derive de accidente o
enfermedad laboral, no precisará carencia para la percepción de
subsidio.
Cuando la situación de incapacidad temporal se extinga por el
transcurso del plazo máximo fijado, se examinará necesariamente, en
el plazo máximo de tres meses, el estado del incapacitado a efectos
de su calificación, en el grado que corresponda, como inválido
permanente. No obstante, en aquellos casos en los que, continuando
la necesidad de tratamiento médico, la situación clínica del interesado
hiciera
aconsejable
demorar
la
citada
calificación,
ésta
podrá
retrasarse por el período preciso, que en ningún caso podrá rebasar
los treinta meses siguientes a la fecha en que se haya iniciado la
incapacidad
temporal.
Durante
esos
períodos
no
subsistirá
la
obligación de cotizar.
INCAPACIDAD PERMANENTE CONTRIBUTIVA. GRADOS.
El art. 136 de la LGSS, la define como la situación del
trabajador que, después de haber estado sometido al tratamiento
prescrito y de haber sido dado de alta médicamente, presenta
reducciones
anatómicas
o
funcionales
graves,
susceptibles
de
determinación objetiva y previsiblemente definitivas, que disminuyan
o anulen su capacidad laboral. No obstará a tal calificación la
posibilidad de recuperación de la capacidad laboral del inválido, si
dicha posibilidad se estima médicamente como incierta o a largo
15
plazo. No
será necesaria el alta médica para la valoración de la
incapacidad permanente en los casos en que concurran secuelas
definitivas.
También tendrá la consideración de incapacidad permanente, la
situación de incapacidad que subsista después de extinguida la
incapacidad temporal por el transcurso del plazo máximo de duración
Las reducciones anatómicas o funcionales existentes en la fecha
de la afiliación del interesado en la Seguridad Social no impedirán la
calificación de la situación de incapacidad permanente, cuando se
trate de personas minusválidas y con posterioridad a la afiliación tales
reducciones se hayan agravado, provocando por sí mismas o por
concurrencia con nuevas lesiones o patologías una disminución o
anulación de la capacidad laboral que tenía el interesado en el
momento de su afiliación. (Añadido por Ley 35/2002)
La incapacidad permanente habrá de derivarse de la situación
de incapacidad temporal, salvo que afecte a quienes carezcan de
protección en cuanto a dicha incapacidad temporal, y se clasificará en
función del porcentaje de reducción de la capacidad de trabajo del
interesado, en los siguientes grados:
Incapacidad permanente parcial.
Incapacidad permanente total.
Incapacidad permanente absoluta.
Gran invalidez.
16
A efectos de la determinación del grado de la incapacidad, se
tendrá en cuenta la incidencia de la reducción de la capacidad de
trabajo en el desarrollo de la profesión que ejercía el interesado o del
grupo profesional, en que aquélla estaba encuadrada, antes de
producirse el hecho causante de la incapacidad permanente, excepto
en el caso de gran invalidez, en que, independientemente del grado,
lo que exige el art. 137-6 LGSS es que, por pérdidas anatómicas o
funcionales, el trabajador precise la asistencia de otra persona para
los actos más esenciales de la vida, tales como vestirse, comer,
desplazarse…
BENEFICIARIOS
Salvo que la incapacidad se deba a accidente, sea o no laboral,
o a enfermedad profesional, en cuyo caso no será exigido ningún
período previo de cotización, se necesitará cumplir estos periodos
mínimos de cotización:
a) Si el sujeto causante tiene menos de treinta y un años de
edad, la tercera parte del tiempo transcurrido entre la fecha
en que cumplió los dieciséis años y la del hecho causante de
la pensión.
b) Si el causante tiene cumplidos treinta y un años de edad, la
cuarta parte del tiempo transcurrido entre la fecha en que
se haya cumplido los veinte años y el día en que se hubiese
producido el hecho causante, con un mínimo, en todo caso,
de cinco años. En este supuesto, al menos la quinta parte
del período de cotización exigible deberá estar comprendida
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dentro de los diez años inmediatamente anteriores al hecho
causante.
En los supuestos en que se acceda a la pensión de incapacidad
permanente desde una situación de alta o asimilada al alta, sin
obligación de cotizar, el período de los diez años, dentro de los cuales
deba estar comprendido, al menos, la quinta parte del período de
cotización exigible, se computará, hacia atrás, desde la fecha en que
cesó la obligación de cotizar.
En el caso de incapacidad permanente parcial para la profesión
habitual, el período mínimo de cotización exigible será de mil
ochocientos días, que han de estar comprendidos en los diez años
inmediatamente anteriores a la fecha en la que se haya extinguido la
incapacidad temporal de la que se derive la incapacidad permanente.
Las pensiones de incapacidad permanente en los grados de
incapacidad permanente absoluta para todo trabajo o gran invalidez
derivadas de contingencias comunes podrán causarse aunque los
interesados no se encuentren en el momento del hecho causante en
alta o situación asimilada a la de alta. En tales supuestos, el período
mínimo de cotización exigible será, en todo caso, de quince años.
(art.138 L.G.S.S.)
PRESTACIONES
Vienen recogidas en el art. 139 de la L.G.S.S..
18
1. La prestación económica correspondiente a la incapacidad
permanente parcial para la profesión habitual, consistirá en
una cantidad a tanto alzado.
2. La prestación económica correspondiente a la incapacidad
permanente total consistirá en una pensión vitalicia, que
podrá
excepcionalmente
ser
sustituida
por
una
indemnización a tanto alzado cuando el beneficiario fuese
menor de sesenta años. Esta prestación será incrementada
en el porcentaje que reglamentariamente se determine,
cuando
por
edad,
falta
de
preparación
general
o
especializada y circunstancias sociales y laborales del lugar
de residencia, se presuma la dificultad de obtener empleo
en actividad distinta de la habitual anterior.
La cuantía de la pensión de incapacidad permanente total
derivada de enfermedad común no podrá resultar inferior al
55 por ciento de la base mínima de cotización para mayores
de dieciocho años, en términos anuales, vigente en cada
momento.
3. La prestación económica correspondiente a la incapacidad
permanente absoluta consistirá en una pensión vitalicia.
4. Si el trabajador fuese calificado de gran inválido, tendrá
derecho a una pensión vitalicia según lo establecido en los
apartados anteriores, incrementándose su cuantía con un
complemento, destinado a que el inválido pueda remunerar
19
a
la
persona
que
le
atienda.
El
importe
de
dicho
complemento será equivalente al resultado de sumar el 45
por ciento de la base mínima de cotización vigente en el
momento del hecho causante y el 30 por ciento de la última
base de cotización del trabajador correspondiente a la
contingencia de la que derive la situación de incapacidad
permanente. En ningún caso el complemento señalado
podrá tener un importe inferior al 45 por ciento de la
pensión percibida, sin el complemento, por el trabajador.
5. En los casos en que el trabajador, con sesenta y cinco o más
años, acceda a la pensión de incapacidad permanente
derivada de contingencias comunes, por no reunir los
requisitos para el reconocimiento del derecho a pensión de
jubilación,
la
cuantía
de
la
pensión
de
incapacidad
permanente será equivalente al resultado de aplicar a la
correspondiente
base
reguladora
el
porcentaje
que
corresponda al período mínimo de cotización que esté
establecido, en cada momento, para el acceso a la pensión
de jubilación. Cuando la incapacidad permanente derive de
enfermedad común, se considerará como base reguladora el
resultado de aplicar únicamente lo establecido en la norma
a) del apartado 1 del artículo 140 de la L.G.S.S.
NO CONTRIBUTIVA
En la modalidad no contributiva, podrán ser constitutivas de
invalidez las deficiencias, previsiblemente permanentes, de carácter
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físico o psíquico, congénitas o no, que anulen o modifiquen la
capacidad física, psíquica o sensorial de quienes las padecen.
Tendrán derecho a la pensión de invalidez, en su modalidad no
contributiva, las personas que cumplan los siguientes requisitos:
1. Ser mayor de dieciocho y menor de sesenta y cinco años de
edad.
2.
Residir legalmente en territorio español y haberlo hecho
durante
cinco
años,
de
los
cuales
dos
deberán
ser
inmediatamente anteriores a la fecha de solicitud de la
pensión.
3. Estar afectadas por una minusvalía o por una enfermedad
crónica, en un grado igual o superior al 65%.
4.
Carecer de rentas o ingresos suficientes. Los límites de
acumulación
de
recursos,
en
el
supuesto
de
unidad
económica, serán equivalentes a la cuantía, en cómputo
anual, de la pensión, más el resultado de multiplicar el
setenta por ciento de dicha cifra por el número de
convivientes, menos uno. Este límite alcanza a la unidad de
convivencia. Cuando la convivencia se produzca entre el
solicitante y sus descendientes o ascendientes en primer
grado, los
límites
de
acumulación de
recursos serán
equivalentes a dos veces y media de la cuantía que resulte
de aplicar lo señalado anteriormente.
Los beneficiarios de la pensión de invalidez, en su modalidad no
contributiva, que sean contratados por cuenta ajena, que se
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establezcan por cuenta propia o que se acojan a los programas de
renta activa de inserción para trabajadores desempleados de larga
duración
mayores
de
cuarenta
y
cinco
años,
recuperarán
automáticamente, en su caso, el derecho a dicha pensión cuando,
respectivamente, se les extinga su contrato, dejen de desarrollar su
actividad laboral o cesen en el programa de renta activa de inserción.
Se
consideran
como
ingresos
o
rentas
computables,
cualesquiera bienes y derechos, derivados tanto del trabajo como del
capital, así como los de naturaleza prestacional. Cuando el solicitante
o los miembros de la unidad de convivencia en que esté inserto
dispongan de bienes muebles o inmuebles, se tendrán en cuenta sus
rendimientos efectivos. Si no existen rendimientos efectivos, se
valorarán según las normas establecidas para el Impuesto sobre la
Renta de las Personas Físicas, con la excepción, en todo caso, de la
vivienda habitualmente ocupada por el beneficiario. Tampoco se
computarán las asignaciones periódicas por hijos a cargo.
Las personas que estén afectadas por una discapacidad o
enfermedad crónica en un grado igual o superior al setenta y cinco
por ciento y que, como consecuencia de pérdidas anatómicas o
funcionales, necesiten el concurso de otra persona para realizar los
actos más esenciales de la vida, tales como vestirse, desplazarse,
comer o análogos, tendrán derecho a un complemento equivalente al
cincuenta por ciento del importe de la P.N.C.
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Las P.N.C. no impedirán el ejercicio de aquellas actividades,
sean o no lucrativas, compatibles con el estado del inválido, y que no
representen un cambio en su capacidad de trabajo.
En el caso de personas que con anterioridad al inicio de una
actividad lucrativa vinieran percibiendo pensión de invalidez en su
modalidad no contributiva, durante los cuatro años siguientes al inicio
de la actividad, la suma de la cuantía de la pensión de invalidez y de
los ingresos obtenidos por la actividad desarrollada no podrán ser
superiores, en cómputo anual, al importe, también en cómputo anual,
del indicador público de renta de efectos múltiples (IPREM) vigente en
cada momento. En caso de exceder de dicha cuantía, se minorará el
importe de la pensión en el 50 por 100 del exceso sin que, en ningún
caso, la suma de la pensión y de los ingresos pueda superar 1,5
veces el indicador público de renta de efectos múltiples (IPREM).
LESIONES PERMANENTES NO INVALIDANTES
Las
lesiones,
mutilaciones
y
deformidades
de
carácter
definitivo, causadas por accidentes de trabajo o enfermedades
profesionales que, sin llegar a constituir una incapacidad permanente
supongan una disminución o alteración de la integridad física del
trabajador
y aparezcan recogidas en el baremo
anejo
a las
disposiciones de desarrollo de la LGSS, serán indemnizadas por una
sola vez, con las cantidades alzadas que en el mismo se determinen,
por la entidad que estuviera obligada al pago de las prestaciones de
incapacidad permanente, todo ello sin perjuicio del derecho del
trabajador a continuar al servicio de la empresa.
23
PRESTACIONES EN FAVOR DE FAMILIARES.
Se reconocerá derecho a pensión a los hijos o hermanos de
beneficiarios de pensiones contributivas de jubilación e invalidez, en
quienes se den, en los términos que se establezcan en los
Reglamentos generales, las siguientes circunstancias:
1. Haber convivido con el causante y a su cargo.
2.
Ser
mayores de
cuarenta
y
cinco
años
y
solteros,
divorciados o viudos.
3. Acreditar dedicación prolongada al cuidado del causante.
4. Carecer de medios propios de vida.
Los huérfanos incapacitados para el trabajo con derecho a
pensión de orfandad, cuando perciban otra pensión de la Seguridad
Social en razón a la misma incapacidad, podrán optar entre una u
otra.
PRESTACIONES FAMILIARES POR HIJO A CARGO
Las prestaciones de protección por hijo a cargo, en su
modalidad contributiva, consistirán en:
a. Una
asignación
económica,
por
cada
hijo,
menor
de
dieciocho años o afectado por una minusvalía en un grado
igual o superior al 65%, a cargo del beneficiario, cualquiera
que sea la naturaleza legal de la filiación de aquéllos.
b. La consideración, como período de cotización efectiva, del
primer año con reserva de puesto de trabajo del período de
24
excedencia
que
los
trabajadores,
de
acuerdo
con
la
legislación aplicable, disfruten en razón del cuidado de cada
hijo.
Tendrán derecho a la asignación económica por hijo a cargo, en
su modalidad contributiva:
a. Las personas integradas en el Régimen General que, no
perciban
ingresos
anuales,
de
cualquier
naturaleza,
superiores a 1.080.540 pesetas. La cuantía anterior se
incrementará en un 15% por cada hijo a cargo, a partir del
segundo, éste incluido.
El límite máximo de ingresos anuales establecido en el párrafo
anterior se actualizará anualmente en la Ley de Presupuestos
Generales del Estado, respecto a la cuantía del ejercicio anterior, al
menos, en el mismo porcentaje que en dicha Ley se establezca como
incremento general de las pensiones contributivas de la Seguridad
Social.
En su modalidad no contributiva, la prestación por hijo a cargo,
consistirá en una asignación económica, por cada hijo, menor de
dieciocho años o afectado por una minusvalía en un grado igual o
superior al 65%, a cargo del beneficiario, cualquiera que sea la
naturaleza legal de la filiación de aquéllos.
Tendrán derecho a la asignación económica por hijo a cargo, en
su modalidad no contributiva, quienes:
25
a. Residan legalmente en territorio español.
b. Tengan a cargo hijos en quienes concurran las condiciones
establecidas en el artículo anterior.
c. No perciban ingresos anuales, de cualquier naturaleza,
superiores a los límites que se establecen en el apartado a)
del artículo 181.
d. No tengan derecho, ni el padre ni la madre, a prestaciones
de esta misma naturaleza en cualquier otro régimen público
de protección social.
Serán, asimismo, beneficiarios de la asignación que, en su caso
y en razón de ellos, hubiera correspondido a sus padres, aquellos
huérfanos de
padre
y madre, menores de
dieciocho
años o
minusválidos en un grado igual o superior al 65%, sean o no
pensionistas de orfandad del sistema de la Seguridad Social.
Igual criterio se seguirá en el supuesto de quienes no sean
huérfanos y hayan sido abandonados por sus padres, se encuentren o
no en régimen de acogimiento familiar.
Por último, debemos reflexionar sobre los últimos añadidos
legislativos.
26
La ley 40/2003, de 18 noviembre de familias numerosas,
equipara a familia numerosa, a los efectos de esta Ley, las familias
constituidas por:
a) Uno o dos ascendientes con dos hijos, sean o no comunes,
siempre que al menos uno de éstos sea discapacitado o esté
incapacitado para trabajar.
b) Dos ascendientes, cuando ambos fueran discapacitados, o, al
menos, uno de ellos tuviera un grado de discapacidad igual
o superior al 65 por 100, o estuvieran incapacitados para
trabajar, con dos hijos, sean o no comunes.
A los efectos de esta Ley, se entenderá por discapacitado aquel
que tenga reconocido un grado de minusvalía igual o superior al 33
por 100 y por incapaz para trabajar aquella persona que tenga
reducida su capacidad de trabajo en un grado equivalente al de la
incapacidad permanente absoluta o gran invalidez.
Cada
hijo
discapacitado
o
incapacitado
para
trabajar,
computará como dos para determinar la categoría en que se clasifica
la unidad familiar de la que forma parte.
Para
la
ley
51/2003,
de
2
diciembre,
de
igualdad
de
oportunidades, no discriminación y accesibilidad universal de las
personas con discapacidad, tendrán la consideración de personas con
discapacidad aquellas a quienes se les haya reconocido un grado de
minusvalía igual o superior al 33 por 100. En todo caso, se
27
considerarán afectados por una minusvalía en grado igual o superior
al 33 por 100 los pensionistas de la Seguridad Social que tengan
reconocida una pensión de incapacidad permanente en el grado de
total, absoluta o gran invalidez, y a los pensionistas de clases pasivas
que tengan reconocida una pensión de jubilación o de retiro por
incapacidad permanente para el servicio o inutilidad.
La acreditación del grado de minusvalía se realizará en los
términos establecidos reglamentariamente y tendrá validez en todo el
territorio nacional.
JUBILACIÓN ANTICIPADA DE TRABAJADORES MINUSVÁLIDOS
Por último, tendremos que hacer referencia al RD 1539/2003 de
5 de diciembre, en el que se permite adelantar la edad de jubilación
para los trabajadores por cuenta ajena afectados por una minusvalía
igual o superior al 65% podrán acceder anticipadamente a la
jubilación, sin reducción de la cuantía de la pensión, mediante la
aplicación de coeficientes reductores.
Beneficiarios / requisitos
Los trabajadores por cuenta ajena incluidos en los Regímenes
General y Especiales Agrario, de Trabajadores del Mar y de la Minería
del Carbón que realicen una actividad retribuida y durante ésta
acrediten un grado de minusvalía igual o superior al 65 por ciento.
28
Reducción de la edad de jubilación
La edad ordinaria de 65 años, exigida para el acceso a la
pensión de jubilación, se reducirá en un período equivalente al que
resulte de aplicar al tiempo efectivamente trabajado los coeficientes
que se indican, siempre que durante los períodos de trabajo
realizados se acrediten los siguientes grados de minusvalía:
- El coeficiente del 0,25, en los casos en que el trabajador
tenga acreditado un grado de minusvalía igual o superior al
65%.
- El coeficiente del 0,50, en los casos en que el trabajador
tenga acreditado un grado de minusvalía igual o superior al
65% y acredite la necesidad del concurso de otra persona
para la realización de los actos esenciales de la vida
ordinaria.
Para el cómputo del tiempo efectivamente trabajado, se
descontarán todas las faltas al trabajo, salvo las siguientes:
- Las que tengan por motivo la baja médica por enfermedad
común o profesional, o accidente, sea o no de trabajo.
- Las que tengan por motivo la suspensión del contrato de
trabajo por maternidad, adopción, acogimiento o riesgo
durante el embarazo.
29
-
Las
autorizadas
en
las
correspondientes
disposiciones
laborales con derecho a retribución.
Cálculo de la pensión
El período de tiempo en que resulte reducida la edad de
jubilación del trabajador, se computará como cotizado al exclusivo
efecto de determinar el porcentaje aplicable para calcular el importe
de la pensión de jubilación.
Efectos de los coeficientes en la jubilación en otros regímenes
Tanto la reducción de la edad como el cómputo, a efectos de
cotización, del tiempo en que resulte reducida aquélla, serán de
aplicación aunque la pensión se cause en cualquier otro régimen de la
Seguridad Social.
Acceso a la jubilación anticipada
- A los trabajadores minusválidos con un grado de minusvalía
igual o superior al 65% que, por haber tenido la condición de
mutualista en cualquier mutualidad de trabajadores por
cuenta ajena en el día 1-1-1967 o en otra fecha anterior,
tengan derecho, de acuerdo con lo establecido en la
disposición transitoria tercera.1.2ª del texto refundido de la
Ley General de la Seguridad Social, a causar la pensión de
jubilación a partir de los 60 años, les serán de aplicación los
coeficientes establecidos del 0,25 ó 0,50, a los efectos de
30
determinar el coeficiente reductor de la cuantía de la pensión
de jubilación que corresponda en cada caso, y se tendrá en
cuenta, a todos los demás efectos, la edad real del
trabajador.
Las referencias contenidas al 1 de enero de 1967 se entenderán
realizadas a la fecha que se determine en sus respectivas normas
reguladoras, respecto de los regímenes o colectivos que contemplen
otra fecha distinta, en orden a la posibilidad de anticipar la edad de
jubilación.
- Igual regla será de aplicación a los trabajadores minusválidos
con un grado de minusvalía igual o superior al 65% que
deseen jubilarse anticipadamente, de acuerdo con lo previsto
en el art. 161.3 del citado texto refundido, a partir de los 61
años de edad.
Acreditación de la minusvalía
La
existencia
de
la
minusvalía,
así
como
del
grado
correspondiente, se acreditarán mediante certificación del Instituto de
Migraciones y Servicios Sociales o del órgano correspondiente de la
respectiva comunidad autónoma que haya recibido la transferencia de
las funciones y servicios de aquél.
Cuando no sea posible la expedición de certificación por los
órganos antes mencionados, por tratarse de períodos anteriores a la
asunción de competencias en la materia por éstos, la existencia de la
31
minusvalía podrá acreditarse por certificación o acto administrativo
de reconocimiento de dicha condición, expedido por el organismo que
tuviese tales atribuciones en cada momento, y, en su defecto, por
cualquier otro medio de prueba que se considere suficiente por la
Entidad gestora de la Seguridad Social.
Gestión y reconocimiento del derecho
La gestión y el reconocimiento del derecho corresponden al
Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) o, si se trata de
trabajadores incluidos en el campo de aplicación del Régimen Especial
del Mar, al Instituto Social de la Marina (ISM).
Documentos que deben acompañar a la solicitud
EN TODOS LOS CASOS:
Acreditación de la identidad del solicitante, representante legal
y demás personas que figuran en la solicitud mediante la siguiente
documentación en vigor:
- Españoles: Documento Nacional de Identidad (DNI).
- Extranjeros residentes en España: Tarjeta de residencia.
- Extranjeros no residentes en España: Pasaporte o, en su caso,
documento de identidad vigente en su país y NIE (Número de
32
Identificación de Extranjero, asignado por el Ministerio del
Interior).
- Documentación acreditativa de la representación legal, en su
caso.
Bases de cotización a través de:
- Certificación de la última/s empresa/s en las que ha trabajado
el solicitante.
- Justificantes de pago de cuotas, si el interesado es el obligado
al ingreso de las mismas.
- Certificado expedido por el Instituto Nacional de Empleo
(INEM)
u
organismo
competente
en
su
Comunidad
Autónoma, si el solicitante está en desempleo.
Documentación acreditativa de la representación legal, en su
caso.
- PARA COMPLEMENTOS POR MÍNIMOS:
Si el interesado/a está casado/a, Libro de Familia o certificado
en extracto del Acta de Matrimonio.
- PARA INCLUIR EN ASISTENCIA SANITARIA:
33
Acreditación de convivencia con la pareja de hecho, si no
estuviera previamente incluida en la cartilla de asistencia sanitaria del
solicitante.
- OTROS DOCUMENTOS:
Si ha trabajado en alguna actividad que tenga reconocida
bonificación de edad, certificado de la/s empresa/s donde consten las
categorías profesionales y períodos trabajados o cartilla de embarque
y desembarque para el Instituto Social de la Marina (ISM).
Si se encuentra en situación de paro involuntario no subsidiado
o anticipa la edad de jubilación sin haber sido mutualista, tarjeta de
demandante de empleo del INEM u organismo competente.
Documento que acredite que su contrato de trabajo se
extinguió por causas ajenas a su voluntad, si va a jubilarse con más
de 61 años y menos de 65.
Certificado de la empresa, si anticipa la edad de jubilación y
recibió indemnización en virtud de acuerdo colectivo.
Testimonio
de
la
resolución
judicial
que
fija
la
pensión
compensatoria al cónyuge o la anualidad por alimentos a hijos.
Certificado de minusvalía y grado reconocido del solicitante o de
sus ascendientes y descendientes discapacitados, que conviven con él
y a su cargo, expedido por el IMSERSO u organismo competente.
34
Acreditación de la necesidad de ayuda de terceras personas o
por movilidad reducida, expedida por el IMSERSO u organismo
competente.
Auto judicial o certificado de convivencia en régimen de
acogimiento
familiar
permanente,
expedido
por
la
Comunidad
Autónoma.
Esta documentación puede presentarse en cualquiera de los
Centros de Atención e Información de la Seguridad Social.
Este es, a grandes rasgos, el panorama legislativo estatal. Está
complementado por legislaciones autonómicas, pero no podemos
olvidar que si no conjugamos discapacidad e integración, estaremos
construyendo un mundo en el que la igualdad estará condenada al
fracaso. Nuestra aportación debe tender a que todos seamos lo que
Dª Adela Cortina llama “ciudadanos sociales”, es decir, aquellos que
tienen reconocidos los derechos de primera y segunda generación.
De ahí podremos pasar a la ciudadanía compleja, aquella que
cree que todo ciudadano es igual pero con sus singularidades, con
sus diferencias. El respeto a la diferencia nos conduce a la igualdad
integradora e integral que nos mueve a pedir discriminaciones
positivas hasta llegar a la situación de igualdad. Pero para llegar a la
igualdad es necesario el acceso al trabajo, porque es la forma de ser
miembro activo de una sociedad, aumenta el nivel de autoestima, nos
35
aleja del “principio Mateo”, aquel que estipula que al que más tiene,
más se le da, y al que menos tiene, hasta eso se le quita.
Dijo Arquímedes que con un punto de apoyo, se puede
mover el mundo, y las leyes pueden ser ese punto donde hacer
palanca para alcanzar la Justicia.
Hegel decía que la libertad es real cuando la hacemos hábito,
así, para que la igualdad sea la pauta, debemos exigir integración,
igualdad de acceso a la cultura, a los bienes, a los entornos, al
trabajo. Universalizar los accesos es una cuestión de justicia, una
obviedad, y por tanto, no es negociable.
36
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