La Corte Interamericana de Derechos Humanos y la justicia

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y Relaciones
Internacionales
La Corte Interamericana de
Derechos Humanos y la
justicia transicional en Colombia*
En el presente artículo se analizan, desde la jurisprudencia
interamericana, el cumplimiento de los estándares en materia
de verdad, justicia y reparación en el marco de la Ley de Justicia
y Paz, y el desarrollo de la justicia transicional en Colombia.
dossier
L
Heidi Abuchaibe
Docente e investigadora
Facultad de Finanzas, Gobierno
y Relaciones Internacionales
[email protected]
a justicia transicional se entiende como las medidas excepcionales y
transitorias desarrolladas por los estados para enfrentar graves violaciones de derechos humanos, originadas en el marco de un conflicto o un
estado de excepción. Pese al esfuerzo por reconocer y estandarizar internacionalmente la existencia de instrumentos para sociedades que han salido de
un conflicto1, hay un consenso casi generalizado frente a la inexistencia de
parámetros o medidas unificadas en la materia. Cada sociedad considerada
en transición tiene que enfrentar aspectos históricos, políticos y sociales particulares, que requieren medidas especiales para afrontar su pasado, y ningún
proceso acaecido hasta la fecha ha logrado satisfacer en su totalidad las expectativas de las partes involucradas2.
En el contexto nacional, el concepto de justicia transicional se introdujo en las discusiones legislativas que dieron origen a la Ley 975 de 2005,
denominada de Justicia y Paz. Con anterioridad se desarrollaron políticas de
desmovilización, desarme y procesos de paz que, si bien introducían medidas
excepcionales para lograr sus objetivos, no se fundamentaban en un proceso
de justicia transicional.
Pese a cuestionarse la aplicación de la justicia transicional a situaciones
no propiamente de posconflicto, el Estado colombiano ha incorporado sus
elementos como mecanismo para alcanzar la paz y garantizar los derechos de
las víctimas. Esta medida la han apoyado todas las ramas del poder público y
ha sido aceptada internacionalmente3.
Estándares en verdad, justicia y reparación
En virtud de su competencia contenciosa, la Corte Interamericana de Derechos Humanos determina la responsabilidad de los estados partes por las supuestas violaciones de los derechos humanos, cuando son denunciadas por la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos u otros estados partes.
La existencia de unos estándares internacionales consolidados mediante
la jurisprudencia y pronunciamientos de la Corte Interamericana es bien reconocida. Según Manuel Fernando Quinche Ramírez4, la primera formulación
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de estándares por parte de la Corte se dio en fallos contra Honduras entre
los años 1988 y 19895, cuando este tribunal incursionó tímidamente en los
derechos a la verdad, la justicia y la reparación, con base en el artículo 68 de
la Convención6.
Para el autor citado, dichos estándares se consolidaron después en los
casos fallados por la Corte contra Guatemala entre 1999 y 2004. En ellos, el
tribunal profundizó sobre el derecho a la verdad como un derecho colectivo
de la sociedad y particular de las víctimas7. Posteriormente, la Corte reiteró la
doble dimensión del derecho a la verdad, al determinar que la investigación de
los hechos y la sanción son una obligación estatal. Además, estableció que el
derecho a la verdad constituye un mecanismo de reparación8.
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Al hacer énfasis en las conductas del Estado tendientes a obstruir la justicia y a permitir la impunidad, se elevó a estándar internacional la obligación
de investigar, juzgar y sancionar a los autores del encubrimiento, independientemente de las investigaciones contra las personas autoras del hecho9.
Frente a la reparación, la Corte reconoce en sus fallos tres tipos de daños:
moral, físico y material. Este último se clasifica a su vez en daño emergente y
lucro cesante, de manera similar al desarrollo del daño en el derecho interno10.
Como medidas reconoce las de restauración (equivalente a la restitucio in
integrum), las de satisfacción (entre las que se encuentran el reconocimiento
de responsabilidad y perdón público) y las condenas de indemnización (basada
en el daño).
Por último, vale la pena destacar que la Corte Interamericana eleva a estándar internacional la proscripción del uso de leyes de amnistías e indultos11.
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La Ley de Justicia y Paz y los estándares internacionales de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos
La denominada Ley de Justicia y Paz fue el resultado de un amplio debate,
sobre todo legislativo, si se toma en cuenta que en el Congreso se presentaron
nueve propuestas legislativas12. Finalmente, en medio de una ardua controversia se aprobó el proyecto de iniciativa gubernamental 211 de 2005, que
dio origen a la Ley 975 de 2005, «por la cual se dictan disposiciones para la
reincorporación de miembros de grupos armados organizados al margen de la
ley, que contribuyan de manera efectiva a la consecución de la paz nacional
y se dictan otras disposiciones para acuerdos humanitarios». Frente al contenido de la ley, la Corte Constitucional ha hecho varios controles de constitucionalidad, el más importante de los cuales es el que aparece en la sentencia
C-370 de 200613.
Por ser la Corte Interamericana un tribunal de derechos humanos, no
ha hecho un análisis en abstracto de la legislación interna colombiana; sin
embargo, en los casos contra Colombia, la Corte se ha referido al fenómeno
del paramilitarismo, al conflicto armado interno y a la Ley de Justicia y Paz.
Algunos de los conceptos más recurrentes plasmados en sus sentencias son
los siguientes:
El Estado colombiano propició la creación de grupos de autodefensa
En diversas sentencias de la Corte Interamericana se destaca que para
contrarrestar los ataques de los grupos guerrilleros que surgieron en
Colombia a finales de los años sesenta, el Estado dio fundamento leEn sus pronunciamientos
gal a la creación de «grupos de autodefensa» entre la población civil,
contra Colombia, la Corte
cuyo fin principal fue auxiliar a la fuerza pública en operaciones anInteramericana de Derechos
tisubversivas y contra la guerrilla. En esta forma, creó un riesgo obHumanos ha reconocido la
jetivo para sus habitantes y no adoptó todas las medidas necesarias
existencia de avances en las
ni suficientes para evitar que estos hechos siguieran ocurriendo. La
investigaciones que se llevan a
Corte reconoce que si bien el Estado ha adoptado medidas legislacabo con arreglo a la Ley de
tivas para prohibir, prevenir y castigar las actividades de los grupos
Justicia y Paz.
de autodefensa o paramilitares, dichas medidas no se han traducido
en la desactivación concreta y efectiva del riesgo que el propio Estado
contribuyó a crear. En tal sentido, afirma que mientras el riesgo subsista se
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La Corte considera que no
es suficiente la creación de
medidas expecionales y masivas
si éstas no implican reparación
integral a las víctimas, según el
daño causado.
acentúan los deberes de prevención y protección a cargo del Estado.
Aunque en la sentencia de la masacre de
Pueblo Bello la Corte reitera que un Estado no
puede ser responsable por cualquier violación de
derechos humanos cometida entre particulares
dentro de su jurisdicción, se puede atribuir responsabilidad por hechos de terceros cuando el Estado incumple su obligación erga omnes de adoptar las medidas
necesarias para asegurar la efectiva protección de los derechos
humanos en las relaciones interindividuales. En los casos contra Colombia,
la Corte destaca como una constante el nexo entre miembros de la fuerza
pública y grupos paramilitares14.
Los procesos adelantados en el marco de la Ley de Justicia y
Paz se encuentran en una fase incipiente y no se ha logrado una
justicia eficaz
Según la Corte, en todo análisis hay que tener en cuenta la afectación generada por la duración del procedimiento en la situación jurídica de la persona
involucrada en éste mismo, y el acceso a la justicia, donde la demora prolongada puede llegar a constituir por sí misma una violación de las garantías
judiciales15.
En sus pronunciamientos contra Colombia, la Corte ha reconocido la
existencia de avances en las investigaciones que se llevan a cabo con arreglo a
la Ley de Justicia y Paz, pero añade que dichos procedimientos se encuentran
en una etapa incipiente y los procesos han presentado demoras excesivas16. La
Corte es enfática en asegurar que existe responsabilidad por parte del Estado
por no garantizar el derecho a la verdad frente a todos los hechos ni todos los
involucrados17.
Frente al principio de cosa juzgada, aclara la Corte que éste sólo es
intangible si se respeta el debido proceso de conformidad con la jurisprudencia de ese tribunal, por lo que si sobrevienen hechos nuevos o pruebas,
los procesos se deben reabrir, pese a existir sentencia absolutoria en calidad
de cosa juzgada.
Las indemnizaciones otorgadas por las instancias nacionales no han
sido suficientes
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La Corte ha sido reiterativa en afirmar que toda violación de una obligación
internacional que haya producido daño comporta el deber de repararlo adecuadamente18. A su juicio, una reparación integral y adecuada exige medidas
de rehabilitación y satisfacción, y garantías de no repetición. Indica que recursos como la acción de reparación directa o la acción de nulidad y restablecimiento del derecho tienen unos alcances mínimos y unas condiciones de
acceso no apropiadas para los fines de reparación que la Convención Americana establece.
Si bien Colombia ha hecho esfuerzos por reparar a las víctimas, la forma
de calcular y distribuir la indemnización por pérdida de ingresos en procesos
internos es diferente de como lo hace ese tribunal19.
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En el caso de La Rochela, la Corte, pese a homologar los acuerdos indemnizatorios, observó que las decisiones adoptadas por los tribunales colombianos no manifestaban la responsabilidad estatal por la violación de derechos
como la vida y la integridad personal, ni tampoco contenían aspectos relativos
a la rehabilitación, la verdad, la justicia y el rescate de la memoria histórica,
o medidas de garantía de no repetición. Por tal razón, el tribunal consideró
insuficientes las medidas, declaró la responsabilidad del Estado y ordenó la
reparación por estos componentes.
En los casos contra Colombia por las masacres de Mapiripán, Pueblo Bello
e Ituango, la Corte estimó que la reparación integral de una violación a un
derecho no puede limitarse al pago de compensación a los familiares de la
víctima.
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Deben adoptarse medidas de satisfacción y garantías de no repetición
para garantizar la reparación integral
La Corte considera que los pronunciamientos realizados por el Consejo de
Estado colombiano desde el 2007, sobre la insuficiencia de un simple resarcimiento económico, demuestran una penetración de la jurisprudencia
de la Corte Interamericana en el derecho colombiano. Entre las medidas
que ha ordenado la Corte se encuentran continuar las investigaciones,
publicar los hechos probados, divulgar las sentencias de la Corte, llevar
a cabo actos de recuperación de la memoria histórica, y organizar actos
públicos con presencia de autoridades del Estado para pedir perdón a las
víctimas y sus familiares.
Así mismo, se establecen medidas de atención psicosocial a las víctimas
y sus familiares, y medidas que la Corte determina para el restablecimiento
del proyecto de vida, como concertar con las víctimas becas de estudio, y
medidas de no repetición, como garantizar la seguridad de aquellas víctimas
que deseen retornar al país.
Conclusiones
Para concluir, es claro que en el marco de procesos de paz o de transición a la
democracia no puede desconocerse la obligación internacional de investigar,
juzgar y condenar las graves violaciones a los derechos humanos y el derecho internacional humanitario. La existencia de un programa de justicia
transicional interno no limita el acceso a la jurisdicción interamericana
y tampoco impide que ésta investigue graves violaciones de derechos
Los instrumentos
humanos por parte de grupos armados al margen de la ley, o que
de justicia transicional,
establezca la responsabilidad del Estado colombiano por acción u
como la existencia de pena
omisión. Al definir los principios de proporcionalidad de la pena y
acceso a la justicia, y la forma de tasar las indemnizaciones, la Corte
alternativa, no constituyen
considera que no es suficiente la creación de medidas excepcionales
per se una violación a la
y masivas si éstas no implican una reparación integral a las víctimas,
obligación de investigar.
según el daño causado.
A pesar de que la Corte acepta avances en materia de indemnización en Colombia, esto no impide que revise y ajuste las indemnizaciones
a sus propios estándares. En este orden de ideas, cualquier programa de
reparación masiva de derechos humanos en el país podría llevarse a la juris-
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dicción internacional para hacer efectivos montos y medidas mayores que los
otorgados por la vía administrativa.
Pese a que la Corte requiere el agotamiento de los recursos internos para
asumir competencia de un hecho, también ha dejado en claro que la demora de
las investigaciones constituyen una forma de denegación de justicia. Por tal motivo, la Corte en principio tendría competencia sobre la mayor parte de los hechos
investigados en Colombia en el marco de la Ley de Justicia y Paz. Los instrumentos
de justicia transicional, como la existencia de pena alternativa, no constituyen
per se una violación a la obligación de investigar. Sin embargo, se deben complementar con medidas que garanticen el derecho de las víctimas, y de la sociedad
en general, a conocer la verdad de los hechos, obtener la reparación de los daños
sufridos, y la garantía de no repetir los hechos violentos del pasado.
En este sentido, se hace necesario fortalecer los mecanismos de la Ley 975,
ajustar aquellos que se proponen en el marco de la justicia transicional por medio
del proyecto de ley de víctimas, al igual que los propios de la justicia ordinaria que
buscan proteger los derechos humanos y garantizar la eficacia de la justicia.
Notas
*-
El presente artículo se extrae del proyecto de investigación: “La justicia transicional en transición. Aportes del
caso colombiano en la consolidación del concepto”, elaborado por Heidi Abuchaibe Abuchaibe. Proyecto tesis
de maestría en análisis de problemas políticos económicos e internacionales contemporáneos. Instituto de
Altos Estudios para el Desarrollo. 2011.
1. - Ver Instrumentos del Estado de derecho para sociedades que han salido de un conflicto, Programa de Reparaciones. Nueva York y Ginebra, Naciones Unidas, 2008.
2. - Carsten Stahn, «La geometría de la justicia transicional: opciones de diseño institucional». Entre el perdón y el
paredón. Preguntas y dilemas de la justicia transicional, Angelik Rettberg (ed.), publicado por Uniandes-IDRC,
revista Futuros, No. 15, vol. IV, 2006, http://www.revistafuturos.info.
3. - En la actualidad, instituciones como las Naciones Unidas, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos,
la OEA y la ICTJ hacen seguimiento a las políticas de justicia transicional que desarrolla el Estado colombiano.
4. Manuel Fernando Quinche Ramírez, Los estándares de la Corte Interamericana y la Ley de Justicia y Paz. Colección Textos de Jurisprudencia, Editorial Universidad del Rosario, 2009.
5. - Ver casos Velázquez Rodríguez, Godínez Cruz y Fairen Garbi y Solís contra Honduras.
6. Posteriormente estos derechos, van a interpretarse extensivamente a la luz de los artículos (1.10) sobre derechos, (8) garantías judiciales y (25) sobre protección judicial.
7. - Ver caso Bamaca Velázquez contra Guatemala.
8. - Ver caso Myrna Mack Chang.
9. - Quinche Ramírez, ob. cit.
10. La Comisión Interamericana, en aras de sistematizar los principios utilizados por la Corte en sus fallos en esta
materia, publicó el documento denominado Memorando sobre reparaciones, en el año 2005.
11.- La proscripción de amnistías e indultos se realiza en el caso Barrios Altos y es reiterada en los casos Los hermanos Gómez Paquiyauri y La Cantuta contra Perú y Almonacid Arellanos contra Chile.
12.- Proyecto de ley 180 de 2004 Senado, proyectos de ley 2007, 208, 2009, 210, 214 y 217/2005 Senado, y proyectos de ley 211 y 212/2005 Senado.
13.- Otros pronunciamientos son sentencia C-127 de 2006, sentencia C-319 de 2006, sentencia C-400 de 2006,
sentencia C-426 de 2006, sentencia C-455 de 2006, sentencia C-476 de 2006, sentencia C-531 de 2006,
sentencia C-575 de 2006, sentencias C-650 y 670 de 2006, sentencia C-719 de 2006, sentencia C-80 de 2007,
sentencia C-1199 de 2008.
14.- En dicho caso, la Corte se refiere al tema en los siguientes términos: «[…] Además, se ha demostrado ante este
tribunal “la existencia de numerosos casos de vinculación entre paramilitares y miembros de la fuerza pública
en relación con hechos similares a los ocurridos en el presente caso, así como actitudes omisivas de parte
de integrantes de la fuerza pública respecto de las acciones de dichos grupos”. En tales casos, el tribunal ha
declarado la responsabilidad internacional del Estado colombiano por haber incumplido “con su obligación de
garantizar los derechos humanos [y, en ese sentido,] haber faltado a sus deberes de prevención y protección».
15.- Al respecto, la Corte en el caso Genie Lacayo contra Nicaragua (1997) estableció que para determinar la razonabilidad de un plazo es necesario tener en cuenta: a) la complejidad del asunto, b) la actividad procesal del
interesado, y c) la conducta de las autoridades judiciales.
16.- Ver aparte 190 en la sentencia del caso La Rochela contra Colombia. La Corte reconoce avances en las versiones libres de justicia y paz para esclarecer los hechos, pero resalta que a este procedimiento se suman
dieciocho años de procesos penales ordinarios.
17.- Casos 19 Comerciantes, masacres de Mapiripán, Pueblo Bello e Ituango.
18. -Casos La Rochela, La Cantuta, Penal Miguel Castro Castro y Trabajadores Cesados del Congreso (Aguado Alfaro
y otros).
19.- Ver tasación del daño en sentencia 19, Comerciantes contra Colombia.
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