Temática: ¿Qué es la Filosofía? Interpreta cada fragmento y

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Liceo de Aplicación
Departamento de Filosofía
Nivel Cuarto Medio
Unidad I : Introducción a la Filosofía
Contenidos
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La filosofía como una
relexión sobre preguntas que
afectan el sentido de la vida
humana.
La filosofía como una
pluralidad
abierta
pero
acotada de visiones globales
de
mundo
y
del
conocimiento.
Aprendizajes esperados
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
Conocen la existencia en la filosofía de diferentes posiciones acerca de tales
asuntos, que son igualmente inteligibles y que han sido defendidas por distintos
autores.
Valoran la precisión del lenguaje en la argumentación filosófica.
Objetivos Fundamental Transversal
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Investigación: revisar planteamientos a la luz de nuevas evidencias y perspectivas;
suspender los juicios en ausencia de información suficiente.
Comunicación: exponer ideas, opiniones, convicciones de manera reflexiva y
metódica y con una disposición crítica y autocrítica vinculadas a la vida cotidiana.
Instrucciones
Aquí encontrarás una serie de textos que permitirán orientarte en los temas que se abordarán en esta unidad. Las
preguntas y actividades señaladas no corresponden a ningún taller evaluado. Lo que se pretende es que desarrolles tu
autonomía en el estudio y que este módulo de apoyo complemente los apuntes, discusiones y preguntas de clases. Sí
debes tener en consideración que este módulo es de lectura obligatoria para la evaluación y calificación de la primera
unidad.
Temática: ¿Qué es la Filosofía?
Interpreta cada fragmento y relaciónalo con lo trabajado en clases.
1. “Y es que la filosofía tiene necesariamente que comenzar por provocar confusión en el espíritu, para llevarlo
luego a la reflexión. Hay que empezar dudando de todo, destruyendo todas las premisas por medio del
concepto” . Hegel
2. “Aunque no puedo responder a todas las preguntas que deseamos, la filosofía tiene por lo menos el poder
de plantear preguntas que aumentan el interés por el mundo, y que muestran la perplejidad y la admiración
que se ocultan bajo la superficie incluso de las cosas más comunes de la vida diaria”. B. Rusell
3. “Las ideas no se descubren de una vez por todas y se transmiten como objetos de museo. Son parte de la
vida del pensamiento y deben nacer, mantenerse vivas y hacerse productivas en el proceso de las mentes
humanas y en las actividades de los individuos..” L.L. White
4. “Subrayo una y otra vez que no deseo convertir a nadie. No propongo ninguna doctrina filosófica o ninguna
nueva revelación. Más bien planteo problemas y ensayo soluciones, y examino críticamente estos ensayos de
solución.” Karl. R. Popper
5. Los hombres temen al pensamiento más de lo que temen a cualquier otra cosa en el mundo: más que a la
ruina, incluso más que a la muerte. El pensamiento es subversivo y revolucionario, destructivo y terrible; el
pensamiento es despiadado con los privilegios, las instituciones establecidas y las costumbres cómodas; el
pensamiento es anárquico y fuera de la ley, indiferente a la autoridad, descuidado con la sabiduría leal del
pasado... B. Russell.
6. “No tiene, pues, escape la condición radical de la vida [la vida como preocupación] y lo mejor es aceptarla
alegremente, reconocer que con ella nos es dado el tema para una creación. ¡Da pena pensar cuánta
existencia podría ser bella, plena, grácil, con sólo el golpe de pulgar que representa este imperativo de
preocuparse, de ver la vida propia como una posible obra de arte! Ni importa la situación favorable o adversa,
porque la belleza de la vida no está en su argumento sino en la gracia y fervor que la informe.
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El siguiente texto el proceso que explica la aparición del pensamiento filosófico.
Del mito a la razón
Para entender - en lo posible cómo apareció la filosofía deberemos tratar de reconstruir una cuestión previa: la que se refiere a la aparición
misma del pensamiento racional a partir del mito. Tenemos que moverrnos en un terreno hasta cierto punto hipotético; pero sólo hasta
cierto punto, porque lo que se denomina «actitud mítica» no es algo que aconteció solamente en períodos primitivos del desarrollo
histórico, sino que también es algo vigente en la actualidad.
¿En qué consiste, pues, ese «pensamiento mítico», previo a la razón? Veamos: el hombre, como hemos apuntado, necesita «orientarse» en
el mundo; no le basta, como al animal, con manejar un mundo de objetos «comestibles» o «incomestibles», «beneficiosos» o
«perjudiciales»; necesita buscar explicaciones: la razón humana —la inteligencia, en un sentido amplio busca fundamentos, trata de
entender el «porqué» de las cosas, su modo de originarse, su modo de ser, su finalidad.
El mundo, para el hombre primitivo, es un colosal repertorio de problemas: el nacimiento, la muerte,, el sucederse de las estaciones, el
trueno y el rayo... He aquí una serie de cuestiones —entre otras muchas— a las que el hombre debió buscar una explicación. Pues bien, la
conciencia mítica está constituida por el conjunto de respuestas que el hombre se da a estas cuestiones, pero de un modo
fundamentalmente imaginativo. La conciencia mítica personifica a los elementos, dotándolos de conciencia también; así, por ejemplo,
pensar que el trueno es señal de la cólera divina, deificar al Sol, a la Luna o al mar, son típicas actitudes de la conciencia mítica.
Es importante, sin embargo, darse cuenta de que el mito responde a una exigencia racional e inteligente: el hombre imagina mitos, pero lo
hace para satisfacer la necesidad de responder a unas preguntas. Lo que no es racional es la respuesta, precisamente por ser una respuesta
imaginada. ¿Qué es lo que se requiere para que una respuesta sea racional?.
Frente al mito, puramente imaginado, animista, suele presentarse el saber racional como un conocimiento por causas. Deberemos ver,
pues, siquiera sea en sus rasgos generales, qué es esto de «conocer por causas».
Ante todo vamos a tratar de entender qué es conocer, Lo que sea el conocimiento en definitiva, como tendremos ocasión de ver, es uno de
los más graves problemas de la filosofía. Pero el conocimiento se nos presenta, ante todo, como una operación vital que realizan una
determinada clase de seres: los seres vivos dotados de sensibilidad.
Mediante el conocimiento, el viviente se pone en relación con el medio. El viviente está rodeado de «cosas» y de seres vivientes también.
Todos ellos son «objetos» de su conocimiento. Entre estos objetos, unos son simplemente útiles, otros beneficiosos, otros perjudiciales, etc.
El conocimiento al informar al viviente sobre estas características del medio en que está, desempeña una función vital de primera magnitud:
el viviente sabe así lo que debe hacer en el medio y con el medio sabe si debe huir, o qué es alimenticio, qué es un obstáculo, etc.
Pues bien, el hombre, aunque dotado de inteligencia, no es una excepción: el hombre también, como todo viviente, necesita «saber a qué
atenerse» sobre las cosas, saber cómo son las cosas para actuar en consecuencia. No basta que se «imagine» cómo son las cosas, sino que
debe plegarse al modo real que ellas tienen de comportarse. El conocimiento obedece - en un amplio sentido - a un imperativo de
objetividad, a la necesidad de plegarse a lo real.
La actividad filosófica en la Grecia antigua
Conjunto de pensadores griegos anteriores a Sócrates. Este término no denota solamente una clasificación cronológica, ya que
entre los presocráticos se incluyen también filósofos contemporáneos de Sócrates pero que siguieron las orientaciones teóricas de los
filósofos de los siglos VI y V a.C. (anteriores a la renovación conceptual realizada por Sócrates, que se toma como un punto de inflexión
que marca la historia del pensamiento de forma decisiva). Los filósofos presocráticos fueron los primeros pensadores que rompieron
con las formas míticas de pensamiento para empezar a edificar una reflexión racional. Es decir, fueron los primeros que iniciaron el
llamado «paso del mito al logos », proceso propiciado por las especiales características de espíritu crítico y condiciones sociales que
permitieron una especulación libre de ataduras a dogmas y textos sagrados. En este sentido, son tanto filósofos como cosmólogos,
físicos o, más en general, «sabios». Y, aunque comparten algunas características comunes, no forman un grupo bien definido sino que
se dividen en diversas escuelas de pensamiento, a veces muy alejadas unas de otras.
“Pero si los bueyes, los caballos y los leones tuviesen manos con que poder pintar Y esculpir como hacen los hombres,
entonces los caballos pintarían a sus dioses Como caballos; los bueyes, como bueyes; todos conformarían los cuerpos de
los dioses a imagen y semejanza de los suyos propios”. Jenófanes, sobre los presocráticos.
Tales de Mileto (624-546 a.c): Filósofo, astrónomo, político y matemático, se le atribuye varios descubrimientos científicos, como
la predicción de un eclipse. Para él el principio de todo procede del agua, esto es el estado de humedad. Es probable que fundase esta
afirmación en la experiencia de que los alimentos y le semen de los animales y plantas son húmedas. El agua, como principio que es de
todo lo demás, carece ella misma de principio. Debe entenderse como una fuerza, activa, animada y animadora, como elemento
“divino”. De ella derivan todas las demás fuerzas y los seres todos de la naturaleza. También pensaba Tales que la tierra era un disco
flotando sobre el agua. Además el mundo está lleno de espíritus (hilozoísmo). Finalmente, admitía que las estrellas están clavadas en el
firmamento.
Anaximandro de Mileto (610-547 a.c): Escribió la primera obra filosófica en prosa “Sobre la Naturaleza”, también fue
matemático y astrónomo, e igualmente se le atribuye numerosos inventos científicos. Cree Anaximandro que el Argé o causa no es
ninguna de las cosas de la experiencia. Tal vez esté constituido por una mezcla de todas las sustancias, o por una sustancia
indeterminada, a la que llamaba Apeiron es decir, lo indefinido o lo ilimitado. Pensaba que una materia finita no podía dar lugar a la
indefinida sujeción de cambios, en conclusión, el Apeiron es principio de todas las determinaciones físicas, contingentes y mudables que
se observan en el mundo. En sí mismo considerado, carece de toda manifestación física y concreta, es por tanto originalmente
indefinido y originador de toda determinación cósmica. Frente a la multiplicidad de las cosas, posee el Apeiron unidad; frente al
desequilibrio, armonía; frente a la contingencia (puede ser verdadero o falso), necesidad; frente a la temporalidad de lo nascente y
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perecedero, eternidad. El Apeiron es el “divino inmortal” de donde todo se origina y a donde todo regresa. Respecto de él, todo lo
demás es ruptura y fraccionamiento, desequilibrio y discontinuidad.
Anaxímenes de Mileto (588-524 a.c): Vuelve el problema filosófico a la dimensión en que lo colocara Tales, solo que mientras
Tales ponía el principio originario en el agua, Anaxímenes lo pone en el aire, esto es, en el estado gaseoso. Bajo la influencia del frío se
produce el proceso de condensaciones sucesivas del aire para dar origen a las nubes, el aire y la tierra. Y bajo la influencia del calor se
inicia el proceso de la mayor dilatación o rarefacción del aire, para Anaxímenes, el verdadero soplo de la vida.
3. Responde las siguientes preguntas.
a) Explica en qué consiste la búsqueda del Arché para cada uno de estos filósofos.
b) Resume en un cuadro la teoría de cada uno de estos filósofos.
c) ¿Qué impacto o consecuencias tiene en la actualidad la propuesta de estos primeros filósofos? Explica
d) Según lo visto en clases y lo tratado en este módulo ¿en qué consiste la filosofía?
¿QUÉ ES LA FILOSOFÍA?
Qué sea la filosofía y cuál su valor, es cosa discutida. De ella se esperan revelaciones extraordinarias o bien se la deja
indiferentemente a un lado como un pensar que no tiene objeto. Se la mira con respeto, como el importante quehacer
de unos hombres insólitos o bien se la desprecia como el superfluo cavilar de unos soñadores. Se la tiene por una cosa
que interesa a todos y que por tanto debe ser en el fondo simple y comprensible, o bien se la tiene por tan difícil que es
una desesperación el ocuparse con ella. Lo que se presenta bajo el nombre de filosofía proporciona en realidad ejemplos
justificativos de tan opuestas apreciaciones.
Para un hombre con fe en la ciencia es lo peor de todo que la filosofía carezca por completo de resultados universalmente
válidos y susceptibles de ser sabidos y poseídos. Mientras que las ciencias han logrado en los respectivos dominios
conocimientos imperiosamente ciertos y universalmente aceptados, nada semejante ha alcanzado la filosofía a pesar de
esfuerzos sostenidos durante milenios. No hay que negarlo: en la filosofía no hay unanimidad alguna acerca de lo conocido
definitivamente. Lo aceptado por todos en vista de razones imperiosas se ha convertido como consecuencia en un
conocimiento científico; ya no es filosofía, sino algo que pertenece a un dominio especial de lo cognoscible.
Tampoco tiene el pensar filosófico, como lo tienen las ciencias, el carácter de un proceso progresivo. Estamos ciertamente
mucho más adelantados que Hipócrates, el médico griego; pero apenas podemos decir que estemos más adelantados
que Platón. Sólo estamos más adelantados en cuanto al material de los conocimientos científicos de que se sirve este
último.
En materia de cosas filosóficas se tiene casi todo el mundo por competente.
Mientras que se admite que en las ciencias son condición del entender el estudio, el adiestramiento y el método, frente a la
filosofía se pretende poder sin más intervenir en ella y hablar de ella. Pasan por p reparación suficiente la propia
humanidad, el propio destino y la propia experiencia.
Hay que aceptar la exigencia de que la filosofía sea accesible a todo el mundo. Los prolijos caminos de la filosofía que
recorren los profesionales de ella sólo tienen realmente sentido si desembocan en el hombre, el cual resulta caracterizado
por la forma de su saber del ser y de sí mismo en el seno de éste.
El pensar filosófico tiene que ser original en todo momento. Tiene que llevarlo a cabo cada uno por sí mismo.
Una maravillosa señal de que el hombre filosofa en cuanto tal originalmente son las preguntas de los niños. No es nada raro
oír de la boca infantil algo que por su sencillo penetra inmediatamente en las profundidades del filosofar. He aquí unos
ejemplos.
Un niño manifiesta su admiración diciendo: "me empeño en pensar que soy otro y sigo siendo siempre yo". Este niño toca
en uno de los orígenes de toda certeza, la conciencia del ser en la conciencia del yo. Se asombra ante el enigma del yo,
este ser que no cabe concebir por medio de ningún otro. Con su cuestión se detiene el niño ante este límite.
Otro niño oye la historia de la creación: Al principio creó Dios el cielo y la tierra..., y pregunta en el acto: "¿Y que había antes
del principio?" Este niño ha hecho la experiencia de la infinitud de la serie de las preguntas posibles, de la imposibilidad
de que haga alto el intelecto, al que no es dado obtener una respuesta concluyente.
Ahora, una niña, que va de paseo, a la vista de un bosque pide que le ayuden a entender quiénes son los Elfos,..., pero le dicen " Le
hablan luego de realidades, le hacen observar el movimiento del sol, le explican la cuestión de si es que se mueve el sol o
que gira la tierra y le dicen las razones que hablan en favor de la forma esférica de la tierra y del movimiento de ésta en
torno de su eje... "Pero eso no es verdad", dice la niña golpeando con el pie en el suelo, "la tierra está quieta. Yo sólo creo lo
que veo." "Entonces tú no crees en papá Dios, puesto que no puedes verle." A esto se queda la niña pasmada y luego dice muy
resuelta: "si no existiese él, tampoco existiríamos nosotros." Esta niña fue presa del gran pasmo de la existencia: ésta no es obra de sí
misma. Concibió incluso la diferencia que hay entre preguntar por un objeto del mundo y el preguntar por el ser y por nuestra
existencia en el universo.
Otra niña, que va de visita, sube una escalera. Le hacen ver cómo va cambiando todo, cómo pasa y desaparece, como si
no lo hubiese habido. "Pero tiene que haber algo fijo... que ahora estoy aquí subiendo la escalera de casa de la tía siempre será
una cosa segura para mí. Se experimenta el espanto ante el cambio universal, el caducar y fenecer de las cosas.
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¿Qué es, pues, la filosofía, que se manifiesta tan universalmente y bajo tan singulares formas?
La palabra griega filósofo (philósophos) se formó en oposición a sophós. Se trata del amante del conocimiento (del saber) a
diferencia de aquel que estando en posesión del conocimiento se llamaba sapiente o sabio. Este sentido de la palabra ha
persistido hasta hoy: la busqueda de la verdad, no la posesión de ella, es la esencia de la filosofía, por frecuentemente que se la
traicione en el dogmatismo, esto es, en un saber enunciado en proposiciones, definitivo, perfecto y enseñable. Filosofía quiere
decir: ir de camino. Sus preguntas son más esenciales que sus respuestas, y toda respuesta se convierte en una nueva pregunta.
Pero este ir de camino —el destino del hombre en el tiempo— alberga en su seno la posibilidad de una honda satisfacción, más
aún, de la plenitud en algunos levantados momentos. Esta plenitud no estriba nunca en una certeza enunciable, no en
proposiciones ni confesiones, sino en la realización histórica del ser del hombre, al que se le abre el ser mismo. Lograr esta
realidad dentro de la situación en que se halla en cada caso un hombre es el sentido del filosofar.
Toda filosofía se define ella misma con su realización. Según esto la filosofía es una la actividad viva del pensamiento y la
reflexión sobre este pensamiento, o bien el hacer y el hablar de él.
Pero podemos dar otras explicaciones del sentido de la filosofía. Oímos en la antigüedad: la filosofía es el conocimiento de las
cosas divinas y humanas, el conocimiento de lo ente en cuanto ente, es aprender a morir, es el esfuerzo reflexivo por alcanzar la
felicidad; asimilación a lo divino, es finalmente, el saber de todo saber, el arte de todas las artes, la ciencia en general, que no se
limita a ningún dominio determinado.
En la actualidad buscar el camino de la filosofía puede suponer lo siguiente:
o
Ver la realidad en su origen.
o
Apresar la realidad conversando mentalmente conmigo mismo, en la actividad interior.
o
Abrirnos a la vastedad de lo que nos circunvala.
o
Osar la comunicación de hombre a hombre sirviéndose de todo espíritu de verdad en una lucha amorosa.
o
Mantener despierta con paciencia y sin cesar la razón, incluso ante lo más extraño y ante lo que se rehúsa.
o
La filosofía es aquella concentración mediante la cual el hombre llega a ser él mismo, al hacerse partícipe
de la realidad.
Bien que la filosofía pueda mover a todo hombre, incluso al niño, bajo la forma de ideas tan simples como eficaces, su
elaboración consciente es una faena jamás acabada, que se repite en todo tiempo y que se rehace constantemente como un todo
presente —-se manifiesta en las obras de loa grandes filósofos y como un eco en los niños. La conciencia de esta tarea permanecerá
despierta, bajo la forma que sea, mientras los hombres sigan siendo hombres.
Pero la filosofía también ha sido mirada negativamente, por ejemplo, el autoritarismo eclesiástico ha rechazado la filosofía
independiente porque aleja de Dios, tienta a seguir al mundo y echa a perder el alma con lo que en el fondo es nada. El
totalitarismo político hizo este otro reproche: los filósofos se han limitado a interpretar variadamente el mundo,
pero en realidad se trata de transformarlo. Para ambas maneras de pensar ha pasado la filosofía por peligrosa, pues
destruye el orden, fomenta el espíritu de independencia y con él el de rebeldía y revolución, engaña y desvía al hombre
de su verdadera misión. La fuerza atractiva de un más allá que nos es alumbrado por el Dios revelado, o el poder de un más
acá sin Dios pero que lo pide todo para sí, ambas cosas quisieran causar la extinción de la filosofía.
A esto se añade por parte del sano y cotidiano sentido común el simple patrón de medida de la utilidad, bajo el
cual fracasa la filosofía. La filosofía es un saber inútil. Ya a Tales de Mileto, que pasa por ser el primero de los filósofos
griegos, lo ridiculizó su sirviente que le vio caer en un pozo por andar observando el cielo estrellado y dijo: “ anda buscando lo que
está más lejos, pero es torpe en lo que está más cerca”.
Adaptación capítulo I La Filosofía, Karl Jaspers.
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