J. HUMBERT Syntaxe Grecque. Les cas

Anuncio
J. HUMBERT
Syntaxe Grecque. Les cas
Edición y revisión por Jordi Cors
Traducción española de Ingrid Saura
Bellaterra 2012
(reimp. corr. de 2004)
Universitat Autònoma de Barcelona
Departament de Ciències de l’Antiguitat i de l’Edat Mitjana
CAPÍTULO IX
LOS CASOS
Generalidades
§ 403. Prolongando las teorías estoicas, retocadas por Dionisio de Tracia (siglo I
a.C.) y codificadas por Apolonio Díscolo (siglo II d.C.) la gramática griega distingue
tradicionalmente cinco casos (ptw/seij). Pero estos casos, mejor dicho sus nombres,
originalmente debieron de tener una analogía con el juego de los dados; de hecho han
variado a la vez su número y contenido: por ejemplo, sabemos que el filósofo Crisipo de
Soles (siglo III a.C.) distinguía cinco casos (perì tw=n pe/nte ptw/sewn), entre los
cuales, un «caso adverbial», mientras que en el siglo VI a.C. Anacreonte, en una breve
poesía, parece ser que atribuye tres casos a la flexión –otro término empleado: kli/seij,
de donde el latín adopta la palabra declinationes– en el siguiente orden: genitivo, dativo,
acusativo. En realidad el nominativo, considerado como la norma y la base del nombre,
no ha sido considerado desde antaño como un caso, ya que es por su relación con él que
se definen estas variaciones que efectivamente son los casos; cuando se hizo un caso del
nominativo, llamado ptw=sij orqh̀ o eu)qei=a, se había perdido completamente, como lo
remarca M. Schwyzer (Sch. Debr. P.53), el significado de ptw=sij y de kli/sij, que
implican el hecho de alejarse de una línea recta, es decir de la norma. Desde entonces,
se puede oponer a un nominativo, propuesto como caso directo, los otros casos,
considerados como laterales (pla/giai) u oblicuos (casus obliqui). Dionisio de Tracia
tiene la responsabilidad de haber añadido a estos cuatro casos, que permiten entrever
una construcción lógica por los antiguos gramáticos y brillantemente restituida por M.
L. Hjelmslev 1 , un quinto caso, el vocativo, al que los Estoicos llamaban justamente
prosagoreutikòn pra=gma, y que no contaban entre los casos, igual que los gramáticos
indios, los cuales no se han dejado engañar por una forma cercana frecuentemente al
nominativo, dejándola fuera de la flexión.
§ 404. Los ocho casos del indoeuropeo no tienen nada de homogéneo y tampoco
constituyen más un sistema que el verbo una conjugación. Entre ellos, hay de antiguos,
en los que parece haber habido una gran solidez, y de tardíos, que temprano dieron
signos de debilidad. En particular, los casos llamados concretos (locativo, instrumental,
ablativo), que parece ser que se han desarrollado en un período relativamente reciente
del indoeuropeo, han sido también los primeros en ceder: los sincretismos, realizados a
partir de los casos más abstractos, les han absorbido en tanto que son formas
independientes y, en el interior de los nuevos casos, han debido utilizar a menudo
soportes, que son las «preposiciones». Así pues, en griego antiguo, el dativo engloba
bajo una única forma el locativo y el comitativo instrumental: no es un azar si, en
primer lugar para el locativo y el comitativo, más tardíamente para el instrumental, la
lengua ha tenido que reforzarlos y precisarlos a través de diferentes preposiciones; lo
mismo sucede con el ablativo, sincretizado en el genitivo, que denuncia desde un buen
principio su debilidad por el uso de preposiciones, mientras que el genitivo propiamente
dicho jamás las usa.
1
L. HJELMSLEV, La catégorie des cas (Acta Jutlandica, VII, 1, 1935).
1
§ 405. La historia de la lengua, desde la época antigua hasta la época moderna,
muestra la solidez de la relación directa, es decir nominativo-acusativo, que es sin
duda la más antigua y la más abstracta, mientras que el caso de los «sincretismos» por
excelencia y el más cargado de concreto, el dativo, ha desaparecido completamente de
la lengua hablada; no es un simple azar si, en la historia misma de dativo, las funciones
más concretas del locativo y del instrumental se han apagado en primer lugar, mientras
que el dativo propiamente dicho resiste con ventaja. En griego moderno, el genitivo –
cuyas partes más concretas, que corresponden al partitivo o al «ablativo», están
constantemente sostenidas por preposiciones– da signos de debilidad: en el plural,
apenas se le emplea o incluso nada en absoluto y, en ciertos dialectos, existe la
tendencia, incluso en el singular, de ser sustituido por una perífrasis introducida por
apò (seguida, como toda preposición de hoy en día, de acusativo). En cambio, toda la
vitalidad del sistema flexivo del griego moderno reposa sobre la oposición del
nominativo-acusativo: a pesar del número y variedad de empleos, el genitivo
(singular), hoy en día despojado de sus valores preposicionales, permanece muy lejos
detrás del acusativo, pero muy lejos también delante del vocativo, ya que la lengua ha
conservado, por lo menos parcialmente, el uso de este «caso» pretendido.
§ 406. Aunque debemos ser muy prudentes 2 en toda tentativa de sacar de los casos
del griego los principios que expresan la unidad de cada uno de ellos bajo diversos
aspectos a veces irreductibles en apariencia, es posible, y puede ser incluso necesario,
por lo menos hacerse una idea del sistema que ellos constituyen. Cada lengua posee el
suyo, que le es propio, pero reposa sobre elementos heredados; por ejemplo, el análisis
agudo que R. Jakobsohn dio de la teoría general de los casos rusos (Beitrag zur
allgemeinen Kasuslehre, Gesamtbedeutungen der Russischen Kasus, en los Trabajos
del círculo lingüístico de Praga, 6, 1936, pág. 240-287) es particular de esta lengua:
pero podemos extraer de su estudio algunas nociones fundamentales que permiten
reconstruir, dentro de su unidad funcional, el sistema de casos propio del griego.
El nominativo no es un caso, sino es la base sobre la cual se organiza la flexión:
expresa la función de nombrar en ella misma: mientras que los otros casos implican
una relación entre dos términos, –relación de verbo a nombre o de nombre a nombre–
2
Cf. Schw.-Debr., p. 67, Vorbemerkung.
2
el nominativo sólo comprende uno de los términos; puede ser representado por una recta
trazada en un plano. Supongamos, ahora bien, un objeto representado por un círculo
trazado en el mismo plano que la línea recta que representa el nominativo. El acusativo
–que podemos representar por una línea que desciende perpendicularmente hacia el
objeto– lo alcanza de la manera más directa y totalmente: según el caso, es el
complemento de objeto directo, o el movimiento dirigido, o la medida de la duración, de
la distancia, de la modalidad. Del genitivo Jakobsohn decía, con razón, que comporta
«el límite de la participación del objeto designado en el contenido verbal de la
expresión»: puede estar representado por una línea oblicua que conduce a un círculo
coincidente parcialmente con el mismo objeto sobre el cual el acusativo ejercía una
eficiencia completa: esta noción de participación y de limitación asociadas son válidas
de la misma manera para explicar tanto los valores partitivos (cosa evidente) como los
valores adnominales. En cuanto al dativo, está representado por una línea más oblicua
aún; ésta, susceptible de desplazarse en función de su radio, puede, ya sea acercarse al
objeto hasta que el círculo que la termina sea tangente con el círculo del objeto, ya sea
alejarse de este objeto: es el caso que al mismo tiempo da a alguien y que quita a
alguien: M. Jakobsohn justamente lo ha llamado Randkasus «caso límite». En cuanto a
los casos concretos –ablativo, instrumental y locativo– que por razones formales están
sincretizados con el genitivo o con el dativo, en su función no conciernen (se refieren) al
nombre que expresan: así, en el ejemplo del pan que nosotros hemos elegido, las
siguientes frases: «Los versos surgen del pan», «El hombre vive de pan», «El cuchillo
está en el pan» interesan diversas modalidades de los sujetos señalados, pero no la
noción de pan.
Observaciones.- En la etapa actual de la lengua, el dativo, que ha desaparecido como forma, coincide
ya sea con el genitivo, ya sea con el acusativo. Toda la rección (régimen) de las preposiciones,
antiguamente tan variada, sólo conoce el acusativo. El genitivo siendo poco frecuente en el plural y a
menudo atacado en el singular por una perífrasis con la ayuda de a)pò (cf. § precedente), la lengua
moderna, entregada a ella misma, tendería a un sistema de relación única, el acusativo, opuesto al
nominativo no implicado, al lado del vocativo, siempre al margen de la flexión, pero siempre vivo…
I. Nominativo
§ 407. Mientras que los casos implican una relación entre dos términos, el
nominativo coloca su objeto por él mismo, de forma absoluta: expresa de lo que se trata
en una frase respecto a la cual él es lógicamente anterior. Este es el «caso» que, en las
lenguas flexivas, se parece más al nombre de una lengua sin desinencias, es decir,
concebido como independiente de toda relación sintáctica.
Dadas estas características, observamos que el nominativo sirve para presentar al
sujeto de una proposición, o una cualidad afirmada como perteneciente al sujeto
(atributo). En una frase verbal como: o( basileùj a)/rxei «el rey gobierna», la noción
de rey es expresada independientemente de toda relación; en una frase nominal (cf §
100), como kre/sswn basileu/j «el rey (es) el más fuerte», las dos nociones de rey y
de superioridad están yuxtapuestas. Seguramente, con el desarrollo del verbo
«copulativo» ei)=nai y de sus equivalentes, puede parecer que haya, como se ha dicho,
acuerdo entre el atributo y el sujeto, entre el nominativo del uno y el nominativo del
otro; de hecho en desarrollos secundarios, como la oración infinitiva fhmì a)/nqrwpon
qnhtòn ei)=nai «yo declaro que el hombre es mortal», todo ocurre como si el atributo
qnhtòn concordase con el sujeto de la proposición, el acusativo tòn a)/nqrwpon; pero
3
este acuerdo no tiene nada de esencial. Podremos representar así los dos ejemplos
dados: «el rey: él gobierna» y «el rey: (él es) superior en fuerza».
§ 408. El nominativo sujeto es un tipo muy variado, gracias a las facilidades que da
el artículo, y a razón de la abundancia de formas nominales de los verbos (infinitivos y
participios). Así pues, además de los casos comunes donde el sujeto es un sustantivo, o
un pronombre, o un numeral, o una oración relativa (a)pe/qanon oi(\ a)/ristoi h)=san «han
perecido aquellos que son más valientes»), el griego puede transformar en un verdadero
sustantivo, con la ayuda del artículo, o un adjetivo (tò eu)sebe/j = la piedad), o un
infinitivo (tò ti/ktein = la maternidad), o un participio (oi( fqonou=ntej = los celosos) o
incluso un adverbio oi( pa/lai = oi( palaioi/, las gentes de otro tiempo, o o( pa/nu = o(
e)/ndocoj «el famoso»). También es posible (cf. § 80) hacer de toda una oración –
generalmente una citación– el sujeto de otra frase a condición de que sea introducida
por el artículo; así el fragmento de Menandro: Tò Gnw=qi seautòn pantaxou= )sti
xrh/simon «la máxima: Conócete a ti mismo siempre es útil».
§ 409. Aunque el atributo haya acabado por concordar con el sujeto al que califica,
en cualquier caso en que este sea utilizado, siempre se encuentra el nominativo esencial,
que pone la cualidad por ella misma: así Δ 350 poi=o/n s ) e)/poj fu/gen e(/rkoj o)do/ntwn;
«¿Cuál es la palabra que ha franqueado la barrera de tus dientes?» equivale a tò e)/poj o(̀
e)/fugen... e)stì poi=on; «¿es de cuál naturaleza?», o Esq. Prom. 322 e)/moige xrw/menoj
didaska/l% «si tu me aceptas como tu maestro» equivale a e)moì a)\n xrw/menoj w(/st )
e)mè dida/skalon gene/sqai soi/ «en aquellas condiciones tales que yo sea tu maestro».
§ 410. Junto con la frase propiamente nominal, la frase con el verbo ser (expresado o
no), existe una gran cantidad de verbos, en poesía o en prosa, que aportan un matiz
particular a la cualidad atribuida al sujeto. En efecto, esta puede ser fundamnetal
(te/tugmai «yo soy hecho»), fortuita (kure/w «encontrarse»), real (fai/nomai «yo
aparezco»), aparente (dokw= «yo parezco»); puede ser considerado, ya sea como un
resultado adquirido (kaqe/sthka «yo estoy allí»), ya sea como una finalidad
(a)pobai/nw «yo acabo por ser»), ya sea como un devenir (gi/gnomai «llegar a ser»). A
esto hay que añadir los verbos que presentan estas cualidades, ya sea como una
convención de orden social (o)noma/zomai «ser designado con un nombre», o
α)ποδείκνυμαι «ser nombrado para un cargo»), ya sea como una opinión personal y
subjetiva (nomi/zomai «ser considerado», kri/nomai «ser juzgado»), etc.
§ 411. Lo que constituye un título, es decir un nombre que no forma parte de la
frase, se coloca en nominativo: así el nombre de una obra (Nefe/lai), o el nombre
grabado en una estela conmemorativa ( )Aristonau/thj )Aristonau/tou). Sucede lo
mismo cuando, para citar una expresión empleada, se extrae de la frase donde figuraba,
liberándola de las funciones que ejercía: por ejemplo, Sóf. (Ant. 566), Creonte responde
así a la pregunta de Ismene: Ti/ ga/r mo/n$ th=sd ) a)/ter biw/simon; )All ) h(/de me/ntoi
mh/ le/g )· ou) ga/r e)/st ) e)/ti «¿Hay para mi una vida posible, sola, sin ella? –No digas
más ella; pues ella ya no existe»; sabemos que el pronombre o(/de no se puede aplicar
sino a seres presentes: ahora bien, Antígona está ya como muerta. Otras veces, para
producir un efecto, el autor mismo destaca una palabra de su frase, de la cual hace una
especie de definición: Esqns. 2,99: a)nh\r de\ geno/menoj prosei/lhfe th\n tw=n ponhrw=n
koinh\n e)pwnumi/an sukofa/nthj «llegado a la edad de hombre, él recibe el nombre
que se da generalmente a los pícaros: sicofante».
4
§ 412. A menudo un nominativo es como lanzado a la cabeza de una frase, cuyo
desarrollo exigiría lógicamente otro caso: en realidad, cuando el sujeto está puesto de
esta forma, el giro de la frase aún no está fijado en el espíritu. Este giro debía de ser
mucho más frecuente en la lengua hablada; sin embargo la lengua escrita nos ofrece
algunos ejemplos: Jen. An. 2, 5, 41 Pro/cenoj de\ kai\ Me/nwn pe/myate au)tou\j deu=ro
«Pero a Próxenes y Menón… los enviaron aquí». Inversamente, en las aposiciones
demasiado largas, el vínculo que une los numerosos términos de la enumeración al
nombre del cual dependen parece que se relaje, y aparece el nominativo; no es una frase
sino una enumeración: Dem. 23, 207 ta/ de/ th=j po/lewj oi)kodomh/mata... toiau=ta,
new/soikoi, stoai/, Peiraieu/j «todas nuestras construcciones… (él las ve) como ellas
son, los Propileos, los arsenales, los pórticos, el Pireo».
Observaciones. – Es conveniente distinguir de estos nominativos lanzados a la cabeza de una frase
que no está aún construida otros ejemplos que se explican de forma diferente. Por ejemplo, en a 51
nh=soj dendrh/ssa, qea/ d ) e)n dw/mata nai/ei, se debe considerar las dos primeras palabras como una
frase sin verbo: «(esta) es una isla arbolada y la diosa la habita». Por otro lado, un nominativo en el curso
de una frase puede explicarse, en particular en una oración de infinitivo, por un acuerdo kata/ su/nesin:
así B350-353 fhmi/... kataneu=sai u(permene/a Kroni/wna... a)stra/ptwn e)pide/ci ), e)nai/sima fai/nwn
«digo… que el Crónida todopoderoso nos ha dado una seguridad… lanzando un relámpago a la derecha y
dejando relucir los signos favorables». Se piensa, a pesar de la declarativa, en la realidad constatada:
Kroníwn kate/neuse a)stra/ptwn.
§ 413. Precedido o no de w)/ (que debe ser distinguida de w)= seguida de vocativo), el
nominativo es empleado en las exclamaciones: se constata con sorpresa, o entusiasmo,
la existencia de un objeto a de una cualidad: así Ar. Ran. 652 a)/nqrwpoj i(ero/j «el
santo hombre» o w)̀ e)/benoj, w)̀ xruso/j «Oh! el ébano!, el oro!» en Thcr. 15, 123. Es
difícil de establecer una distinción entre el nominativo exclamativo y el genitivo,
igualmente exclamativo, que reposa sobre un ablativo de punto de partida y de causa:
así Sóf. Ay. 340 oi)/moi ta/laj «¡Oh, que desgraciado que soy!», o El.1179 oi)/moi
talai/nhj... th=sde sumfora=j «¡Oh, triste destino es el mío!».
§ 414. En fin, el nominativo sirve para interpelar. Aunque, en los detalles, la
separación no siempre es fácil de establecer entre el nominativo interpelativo y el
vocativo, esta función del nominativo no existe menos, y es muy antigua: incluso
cuando son de tipo temático, los pronombres demostrativos como ou(=toj no han tenido
jamás vocativo, como los pronombres personales, que son de otra estructura; sabemos,
por otro lado que hace falta descender hasta los Setenta para ver atestiguados los
vocativos qee/ o lae/.
§ 415. Parece que el uso indoeuropeo, conservado regularmente en védico (vāyav
indraśca), haya sido, en una invocación a dos personas unidas por la partícula *kwe
(scr. ca, grg. te), emplear el vocativo para la primera y el nominativo para la segunda.
Algunos citan la forma sacramental conservada en G 276 Zeu= pa/ter… )He/lio/j te
«Zeus padre… y tu Sol», a la cual casi no se puede (sino) comparar –bien que trata de
numerosos objetos y que la enumeración es larga–, la fórmula final del Contra Ctesifón
de Esquines (§ 260) e)gẁ… w)= gh= kaì h(/lie… kaì su/nesij… beboh/qhka «Para mi,
vosotros, Tierra y Sol… y tú también, Inteligencia, … ¡este es el encuentro que os
aporto!». Pero prácticamente encontramos el orden contrario (Ar. Cav. 273 w)= po/lij
kaì dh=m ) «¡Oh ciudad, oh democracia!») y las combinaciones más variadas, sobre todo
5
en poesía. Así Esq. Prom. 88-90 w)= di=oj ai)qh/r... pammh=to/r te gh= «Divino Éter… y tú,
Tierra, Madre universal» sorprende tanto más que el vocativo no se refiere sino a lo que
puede pasar por el contenido atributivo (Tierra, que es la madre universal); más lógico
parecería el empleo en Eur. Supl. 277 w)= fi/loj, w)= dokimw/tatoj (Ella/di «tú que eres
mi amigo, tú que eres el hombre más querido de toda Grecia», lo que no excluye el
empleo de un vocativo solo con valor atributivo, como Esq. 2, 152 w)= pròj... tà
mega/la... tw=n pragma/twn pa/ntwn a)nqrw/pwn a)xresto/tate «tú que, de todos los
hombres de la tierra, eres… el más inútil para las grandes cosas».
El vocativo esta excluido de una frase estrictamente interpelativa, como Plat. Banq.
172 A )=W Falhreu/j... ou)=toj )Apollo/dwroj, ou) perime/neij; «¡Eh, allí, el hombre de
Falereo!, ¡Eh, Apolodoro!, ¿qué no me esperas?». Hemos podido observar en los
ejemplos donde el nominativo acompañado del artículo figura al lado de un imperativo
la determinación de una especie de contenido atributivo; así, Ar. Ach. 242 pro/iq ) ei)j tò
pro/sqen o)li/gon, h( kanafo/roj «adelántate un poco hacia delante, (= tú que eres) la
canéfora (la que lleva una cesta)». Es preferible ver en este nominativo una
interpelación sin réplica: así Ar. Ran. 521 o( pai=j, a)kolou/qei deu=ro tà skeu/h fe/rwn
«Hijo mío, ven aquí y llévame mis aparejos».
II. Acusativo
§ 416. Es imposible de dar a este caso una definición que responda a todos sus
empleos. Sin embargo podemos decir que es una relación inmediata (cf. § 406)
establecida entre dos términos, de los cuales el primero es esencialmente un verbo y el
segundo un nombre. Expresa sin especificación particular la relación de verbo a
nombre: por ejemplo, si consideramos el objeto animado de la acción verbal, la
expresión ba/llw tina «yo alcanzo a alguien con una piedra» pone en relación directa
el verbo y su objeto, mientras que la relación no es total en ba/llw tinòj kata/ ti «yo
alcanzo una parte del cuerpo de alguien sobre un punto en particular» o en ba/llw tinì
deir$= xei=raj «yo rodeo a alguien por el cuello con mis brazos (lit. lanzo... mis brazos
alrededor del cuello)».
§ 417. El verbo del primer término puede expresar un estado así como una acción: la
relación no es menos directa entre a)lgw= y toùj o)do/ntaj «yo tengo mal de dientes»
que entre r(h/gnumi y o)do/nta «rompo un diente». Pero pasamos fácilmente del estado,
que puede expresar un verbo, a la cualidad, que es frecuentemente expresado por un
adjetivo; resulta que a veces, y muy a menudo, los dos términos tienen una apariencia
nominal; así en el acusativo llamado de relación: platùj toùj w)/mouj «ancho de
espaldas». A pesar de la extensión tomada en griego por este giro, no debemos
equivocarnos, ya que desde su punto de partida existe una relación del verbo al nombre.
§ 418. En sí mismas, las relaciones
e/)xein = retener , nika=n =
vencer
,
to\n i(/ppon el caballo ni/khn
en una victoria
i(knei=sqai = alcanzar ,
a)pe/xein
= estar alejado , diafe/rwn = diferente ,
a/)lsoj
un bosque pollou\j stadi/ouj muchos estadios th\n fu/sin de carácter
e)bi/w
= ha vivido ,
e)/th e)nenh/konta noventa años son de la misma naturaleza: es únicamente el contenido
de la idea verbal que cambia, y quien autoriza a hablar de acusativo de objeto directo
(construcción transitiva), de objeto interno, de dirección, de extensión espacial o
6
temporal, de relación. Hay que ver aquí sólo etiquetas cómodas, pero convencionales;
éstas no designan funciones diferentes aportadas por el acusativo, sólo una misma
relación directa verbo-nominal, cuyo primer término presenta valores variados.
A. ACUSATIVO DE VERBOS EN FUNCIÓN TRANSITIVA
§ 419. Los verbos pueden ser utilizados transitivamente, es decir comportar con un
nombre una relación inmediata; pero no existen verbos que sean transitivos por ellos
mismos. Si, por el hecho de su propio sentido, muchos de entre ellos, que implican un
acción sobre una persona o sobre un objeto, se construyen frecuentemente con un
acusativo, nada les impide de poder ser utilizados intransitivamente: así poiei=n tan
frecuentemente usado transitivamente (por ejemplo: eu)= poiei=n tina «hacer el bien a
alguno») es intransitivo en un giro como ei)si\n plou/sioi kai\ kalw=j poiou=sin «ellos
son ricos y tanto mejor para ellos (lit. y hacen bien)». Recíprocamente, un verbo que no
comporta objeto directo, como o)lofu/romai «se lamenta» en F 106 tih\ o)lofu/reai
ou(=toj; «¿por qué gimes de esta manera?», admite uno en Q 245 to\n... path\r
o)lofu/rato «el Padre (de los Dioses)… gime por su destino».
Por otra parte, en francés mismo, pasamos constantemente, con un mismo verbo, de
una construcción transitiva a una construcción intransitiva: no tenemos ninguna
dificultad para decir «¿conducís vosotros?» después de haber dicho «¿conducís vosotros
el coche al garaje?». El griego tiene también posibilidades fuertemente extendidas para
afectar de un acusativo (y al mismo tiempo de un pasivo) a verbos impersonales que en
nuestra lengua serían irreductiblemente rebeldes: Heródoto puede decir (4, 151) ou)=k u(=e
th\n qh/rhn «(durante siete años) no llovía sobre Thera» como en (4, 31 d) ta\
kaqu/perqe tau/thj th=j xw/rhj ai)ei\ ni/fetai «nieva (está nevado) constantemente
sobre esta región».
§ 420. La noción misma de objeto directo de un verbo transitivo es doble. En efecto,
la acción expresada por el verbo construido transitivamente puede afectar a una persona
o a un objeto que le son exteriores y existen independientemente de ella «yo golpeo a
Pedro» o «Pedro golpea la puerta». Pero también puede, por su eficiencia, crear ella
misma su objeto, como en no/misma ko/ptein «acuñar moneda», donde la pieza es el
resultado del golpe. Esta segunda variedad de objetos directos hace por así decir de
transición entre el acusativo del primer tipo y el acusativo llamado de objeto interno,
que será examinado más abajo (cf. § 427).
§ 421. Guardando siempre en el espíritu estas observaciones sobre la noción de
verbo transitivo y sobre la doble naturaleza del objeto directo que se relaciona con él,
podremos considerar que admiten generalmente acusativo los verbos que pertenecen a
las siguientes categorías:
a) Los verbos que expresan los diferentes medios de ejercer una acción –benefactora o
nociva– sobre una persona:
eu)= kakw=j poiei=n «hacer el bien/mal a», o)nina/nai «ayudar», w=felei=n «ser útil a»,
qerapeu/ein «servir», lo mismo que bla/ptein «perjudicar a», a)dikei=n «ser injusto
con»; kolakeu/ein «halagar», como loidorei=n «injuriar».
Jen. Men. 2, 3, 8 pw=j d ) a)\n e)gw\ a)nepisth/mwn ei)/hn a)delf%= xrh=sqai,
e)pista/meno/j te kai\ eu)= le/gein to\n eu)= le/gonta kai\ eu)= poiei=n to\n eu)= poiou=nta;
7
«¿cómo podría no saber comportarme con mi hermano, ya que sé hablar bien de quien
habla bien de mi, y hacer el bien a quien me lo hace?».
Plat. Rep. 334 B w)felei=n me\n tou\j fi/louj (dokei=) h( dikaiosu/nh, bla/ptein de\
tou\j e)xqrou/j «la justicia (encuentra legítimo) mantener a sus amigos y perjudicar a
sus enemigos».
Jen. Cir. 1, 4, 8 oi( fu/lakej e)loido/roun au)to/n «los guardias le hacían vivos
reproches».
Pero w)felei=n o bla/ptein admiten igualmente un dativo de persona (Esq. Pers. 842
toi=j qanou=si plou=toj ou)de\n w)felei= « las riquezas a los muertos no les sirven de
nada», o Eum. 661 oi(=si mh\ bla\y$ qeo/j «cuando la divinidad no cause daño»;
a)dikei=n puede construirse con perì, ei)j o pròj (Plat. Leyes.845 E); y es suficiente que
loidorein= pase a medio para que le sigua un dativo (Ar. Cav. 1400 tai=j po/rnaisi
loidorh/setai «insultará a las prostitutas»).
§ 422. b) Los verbos que indican que uno alcanza su objeto, o bien que no lo
alcanza
–el objeto pudiendo ser creado por la actividad misma, o existir de forma
independiente, o encontrarse representado por una persona.
Este resultado, si se trata de una cosa, o este contacto, si se trata de una persona,
puede ser obtenido (o evitado), aceptado (o temido); podemos adelantar a otra persona
en esta realización (o hacernos aventajar por ella); podemos llegar a un resultado sin
sospecharlo (o sin que otros lo sospechen). Tales verbos son numerosos y su
construcción con la ayuda de un acusativo es tanto más convincente cuando se trata de
verbos más concretos (este es el caso de los últimos de la lista siguiente: fqa/nein,
e)llei/pein, lanqa/nein). Podemos citar u(fai/nein «tejer», que crea el objeto,
u(fi/stasqai «afrontar un peligro» que supone un objeto exterior, y feu/gein «evitar»
que se aplica tanto a un obstáculo material como a una persona, y así también los verbos
del mismo sentido; de/xomai «aceptar» así como fobei=sqai «temer»; e)lpi/zein
«esperar cualquier cosa» tanto si se trata de una esperanza como de un temor; fqa/nein
«obtener un resultado antes que otro» y e)llei/pein «no obtener un resultado»;
lanqa/nein «obtener un resultado a las espaldas de…», etc.
Z 456 kai/ ken e)n )/Argei e)ou=sa pro\j a)/llhj i(sto\n u(fai/noij «y quizás en Argos
bajo las órdenes de otro, tú tejerás una tela». Compararemos, para señalar el sentido de
la creación del objeto, las expresiones tales como u(fai/nein o)/lbon «crear felicidad»,
u(fai/nein u(/fasma «tejer una tela».
Tuc. 4, 59 oi( de\ kindu/nouj e)qe/lousin u(fi/stasqai «ellos quieren afrontar los
paligros».
a 11 o(/soi fu/gon ai)pu\n o)/leqron «aquellos que han escapado del precipicio de la
muerte» como Eur. Med. 561 pe/nhta feu/gei pa=j tij e)kpodw\n fi/loj «el pobre ve
huir a todos sus amigos».
x 91 a)ll ) a)/ra min fqh= Thle/maxoj kato/pisqe balw/n «pero Telémaco lo
adelantó hiriéndole por detrás».
Dem. 18, 295 e)pilei/yei me le/gonq ) h( h(me/ra ta\ tw=n prodotw=n o)no/mata «la
jornada no será larga (= me faltará día) para decir el nombre de todos los traidores».
Tuc. 8, 10 o(/pwj mh\ lh/swsin au)tou\j ai( nh=ej... a)formhqei=sai «para que las
naves no puedan zarpar de la base… a sus espaldas».
§ 423. c) Los verbos que indican una actitud moral delante de una persona. Así
ai)dei=sqai «sentir respeto o vergüenza», dedoike/nai «tener miedo», e)kplh/ttesqai
8
«estar afectado por el espanto», e)leei=n «tener piedad de alguien», qarrei=n «no tener
miedo», penqei=n «estar de duelo». Señalaremos que estos verbos expresan un
sentimiento de inferioridad, a excepción de qarrei=n, que él mismo es la negación de un
sentimiento de temor: muchos de sus contrarios, que indican la alegría, el orgullo, la
seguridad, como xai/rw «regocijarse», a)ga/llomai «estar orgulloso de», pe/poiqa
«creo en», se construyen con el dativo, que expresa el medio gracias al cual se realiza el
sentimiento feliz. Sin embargo, produciéndose intercambios constantes entre los
contrarios, vemos a la vez giros tales como: Eur. Hip. 139 tou\j ga\r eu)sebei=j qeoi\
qn$=skontaj ou) xai/rousi «los dioses no quieren ver morir a los hombre piadosos» o
Ar. Nub. 992 toi=j ai)sxroi=j ai)sxu/nesqai «tener vergüenza de los que son
vergonzosos».
Jen. Cir. 8, 1, 28 ma=llon tou\j ai)doume/nouj ai)dou=ntai tw=n a)naidw=n oi(
a)/nqrwpoi «la gente muestran más consideración por aquellos que tienen el sentimiento
del honor que por aquellos que están desprovistos de él».
Dem. 4, 45 oi( me\n e)xqroi/ katagelw=sin, oi( de\ su/mmaxoi teqna=si t%= de/ei tou\j
toiou/touj a)posto/louj «mientras que nuestros enemigos se burlan de nosotros,
nuestros aliados mueren de miedo delante de un tal cuerpo de expedición».
T 225 gaste/ri d ) ou)/ pwj e)/sti ne/kun penqh=sai )Axaiou/j «no es con su vientre
que los aqueos pueden llorar su muerte».
Observaciones I. – Cada uno de los verbos citados han podido extender por la analogía su
construcción a los verbos vecinos: así, sobre el modelo penqei=n tina, decimos ko/ptesqai nekro/n
«herirse ritualmente el pecho (en honor de un muerto)» o ti/llesqai nekro/n «estirarse el cabello (en
honor de un muerto)».
Observaciones II. – Los verbos de juramento o)nu/mai en particular, se construyen generalmente con
acusativo de la divinidad invocada (o)nu/mai Di/a). De hecho, el ritual es considerado que actúa sobre la
persona divina o sobre el objeto sobre el cual se apoya el juramento (cf. E. Benveniste RHR 1947, 81-91,
L’expression du serment dans la Grèce Ancienne).
§ 424. d) los verbos que, en su forma simple, sólo admiten débilmente un objeto
directo o incluso parecen excluirlo pueden ser empleados en función transitiva cuando
son precedidos por preverbios «vacíos» como a)po/, e)k y sobre todo dia/ y kata/.
Estos, expresan el cumplimiento del proceso, ejerciendo sobre el verbo una función
causativa. A continuación algunos ejemplos:
a)poma/xomai/ ti «rechazar en combate» (Jen. Hel. 6, 5, 34) en vez de ma/xomai/
tini, pro/j tina, e)pi/ tini.
e)ce/rxomai/ ti «llegar a realizar alguna cosa» (Tuc. 1, 70) en vez de e)/rxomai e)pi/
ti.
diaptu/ein tina\ «abuchear a alguien» (Dem. 18, 258) en vez de ptu/ein ai(=ma (Y
697) «escupir sangre».
katapolemei=n tina «batir a alguien en guerra» (Tuc. 2, 7) en vez de polemei=n
tini, ei)/j o pro/j tina.
kataboa=sqai/ tina «vencer a alguien a gritos». (Ar. Cav. 286) en vez de boa=n
pro/j tina.
§ 425. A menudo confundimos (K. G. II., p. 300-301 y Riemann-Cucuel, p. 38)
estos empleos con otros donde la función transitiva del verbo sólo es aparente, y
depende en realidad de un valor concreto de un preverbio: así Tuc. 4, 92 to\n
h(suxa/zonta e)pistrateu/ein «marchar contra un pueblo pacífico» equivale a
9
strateu/ein e)pi\ to\n h(suxa/zonta, o Plat. Fed. 85 D (dei=)… diapleu=sai to\n bi/on
«(hace falta) hacer la travesía de la vía» a dei= pleu=sai dia\ to\n bi/on. Remarcaremos
por otro lado, entre los verbos citados, un gran número de entre ellos que implican una
idea de movimiento.
B. DOBLE ACUSATIVO
§ 426. Se agrupan bajo esta denominación giros bastante diferentes, que no tienen
otro punto en común que comportar dos acusativos dependientes del mismo verbo: pero
es una manera muy exterior de considerar las cosas y, a nuestro parecer, se debe
reservar esta expresión a giros en los que el verbo admite a la vez dos relaciones
directas.
En consecuencia, hay que excluir de la categoría:
1º) los acusativos en función de atributo en relación con un complemento de objeto en
acusativo, como Jen. Cir. 1,3, 18 ou)=toj tw=n e)n Mh/doij pa/ntwn e(auto\n despo/thn
pepoi/hken «es él quien se ha convertido completamente en el maestro de la situación
entre los medos».
2º) las perífrasis verbales que comportan un acusativo, y que, lógicamente, equivalen a
un verbo determinando un solo objeto, como Esq. Ag. 814 qeoi/... )Ili/ou fqora/j...
yh/fouj e)/qento «los dioses… han resuelto… la ruina de Troya (palabra a palabra: han
puesto sus votos... la ruina de Troya)».
Hay que distinguir los casos donde el verbo se aplica:
a) a un objeto único, que es al mismo tiempo definido por otra relación directa
b) dos objetos distintos a la vez.
§ 427. a) El objeto exterior puede ser determinado por otro acusativo expresando la
consecución de la idea expresada por el verbo: el sustantivo puede pertenecer al mismo
tema (figura etimológica), o a un tema de significado próximo:
Plat. Ap. 19 A Me/lhto/j me e)gra/yato th\n grafh\n tau/thn «Méletos me interpuso
este proceso».
t 393 ou)lh/n, th/n pote/ min su=j h)/lase «la herida que, una vez, le había hecho un
jabalí».
El objeto exterior puede ser determinado por un acusativo, del mismo tema o de
tema cercano, que exprese el contenido de la idea expresada por el verbo:
o 245 o(/n... fi/lei Zeu\j pantoi/hn filo/thta «que Zeus ama… con todas las formas
de afecto».
Sóf. El. 1034 ou)d ) au)= tosou=ton e)/xqoj e)xai/rw se «yo no te odio, sin embargo,
con tanto odio».
Plat. Gor. 522 A polla\ kai\ h(de/a... eu)w/xoun u(ma=j «yo os obsequiaba… con
muchos platos sabrosos».
El objeto exterior es retomado por otra relación directa, que lo restringe o lo
precisa: así pues se define exactamente, en una persona, el lugar que debe atraer la
atención o, en un objeto dividido, el número de partes que comporta. Si el primer giro
pertenece a la lengua poética, el segundo es corriente en la prosa ática, aunque la
perífrasis introducida por ει̉ς le ha hecho una viva competencia.
W 58 gunai=ka/ te qh/sato mazo/n «mamó a una mujer, (más concretamente) el seno
(de una mujer)».
10
Plat. Pol. 238 D die/lwmen auth\n du/o me/rh «dividámosla (la ciencia de la
medida), (más concretamente) dos partes, es decir, “en dos partes”».
§ 428. b) Desde el indoeuropeo, los verbos que indican el hecho de enseñar
(recordar), de pedir (exigir), de disimular, de quitar (desnudar, desvestir) comportan
dos objetos directos exteriores –uno en relación con una persona y el otro en relación
con una cosa. El valor de estos verbos es netamente factitivo (hacer que sea sabido,
hacer que sea dicho o hecho, hacer que sea ocultado, hacer que sea quitado), podemos
compararla con la construcción causativa del sánscrito, como ratham açvam vahayāmi
«yo hago tirar de un carro al caballo» (palabra a palabra «yo hago tirar de un carro un
caballo»).
Hdt. 1, 136 paideu/ousi tou\j pai=daj... tri/a mou=na «ellos enseñan a sus niños…
sólo tres cosas».
Hdt. 3, 1 Kambu/shj... ai)/tee )/Amasin qugate/ra «Cambises… pedía a Amasis su
hija (en matrimonio)».
Lis. 32, 7 Diogei/twn th\n qugate/ra e)/krupte to\n qa/naton tou= andro/j «Diogitón
ocultaba a su hija la muerte de su marido».
Jen. An. 7, 6, 9 h(ma=j... a(posterei= to\n misqo/n «(Jenofonte) nos… priva de nuestro
sueldo».
§ 429. A partir de estos valores fundamentales ha jugado la analogía. Así pues, al
lado de διδάσκειν y de α̉ναμιμνήσκειν, vemos construir de la misma manera παιδεύειν
«dar un educación», o e)qi/zein «acostumbrarse», que por otra parte tienen un sentido
factitivo. Pedir va desde la simple curiosidad i(storei=n a la exigencia incondicional
(ei)spra/ttein «exigir un pago»), pasando por la solicitud suplicante (li/ssesqai). Los
verbos que expresan una idea de expoliación –que va desde desnudarse (e)kdu/ein) hasta
el pillaje en el campo de batalla (sula=n, e)cenari/zein)– han arrastrado sin duda a sus
contrarios, que indican sobre todo la idea de hacer revestir: Ar. Lis. 1021 th\n e)cwmi/d )
e)ndu/sw se «yo pondré sobre ti esta túnica». Los poetas han ido más allá en esta vía, y
han empleado el doble acusativo con los verbos que comportan la idea de limpiar
(salida de quitar/eliminar) o de vengar (salida de pedir, exigir reparación); así P 667
ai(=ma ka/qhron... Sarphdo/na «lava a Sarpedón la sangre que lo recubre» o Eur. Alc.
732 )/Akastoj ou)ket ) e)/st ) e)n a)ndra/sin, ei) mh/ s ) a)delfh=j ai(=ma timwrh/setai
«Acasto ya no cuenta entre los hombres, si no venga sobre ti la sangre de su hermana».
Observaciones I. – Estas construcciones no son las únicas posibles, incluso para los verbos que son
«cabezas de fila» de la serie: Aristófanes puede decir: ( Nubes 382 ) ou)de/n... peri\ tou= pata/gou kai\ th=j
bronth=j m ) e)di/dacaj «tú no me has enseñado sobre el estrépito del trueno»; Jen. (An. 1, 3, 16): h(gemo/na
ai)tei=n para\ tou/tou «pedir un guía a este hombre…»; Jen. aún (Men. 1, 5, 3): oi( pleo/nektai tw=n
a)/llwn a)fairou/menoi xrh/mata «la gente ávida, que obtienen a partir de los otros su fortuna…».
Observaciones II. – En la pasiva, la cosa permanece en acusativo, mientras que la persona pasa a ser
el sujeto del nuevo giro: Plat. Men. 236 A mousikh\n u(po\ La/mprou paideuqei/j «instruido en la música
por Lampros». La activa correspondiente sería: mousikh\n e)me\ La/mproj e)pai/deuse.
C. ACUSATIVO DE VERBOS EN FUNCIÓN INTRANSITIVA
Estos verbos excluyen por definición toda acción ejercida sobre un objeto: algunos
de ellos comportan un objeto, mientras que otros expresan solamente las modalidades
de la acción expresada por el verbo.
11
§ 430. El acusativo de dirección (ejemplo i(/keto ou)rano/n «el fue hasta el cielo»)
implica un objeto exterior –el cielo– que es el término del movimiento, sin que el
movimiento actúe sobre él. El acusativo de relación (ejemplo: a)lgw= tou\j po/daj
«tengo dolor en los pies») comporta también un objeto –los pies– que es afectado por la
cualidad dolorosa que el verbo supone con relación al sujeto: admitido que éste sufre, se
delimita el dominio de su sufrimiento. Al contrario los acusativos de objeto interno
(eu(/dein gluku\n u(/pnon «dormir un dulce sueño»), de extensión temporal (e(/na mh=na
me/nein «permanecer un mes») o espacial (de/ka stadi/ouj a)pe/xein «estar a una
distancia de diez estadios»), así como todos los empleos adverbiales que se pueden
vincular y no comportan objeto: fijan la modalidad particular de la acción, como lo
haría un adverbio: así podremos reemplazarlos por otros tantos adverbios, como h(de/wj
eu(/dein «dormir dulcemente», o polu\ a)pe/xein «estar demasiado alejado», o polu\
me/nein «permanecer durante largo tiempo».
§ 431. a) El acusativo de dirección no es suficiente por sí mismo en prosa, desde
Heródoto debe ser precisado por las diferentes preposiciones que dan la ilusión de
«querer» el acusativo, o por la partícula pospuesta –δε (tipo )Aqh/naze, poco a poco más
adverbial). Pero, en la lengua homérica, el acusativo de dirección es constantemente
empleado, tanto para las personas como para los objetos: la poesía ática ha hecho un
uso más moderado, y limitado a los objetos.
a 332 o(/te dh\ mnhsth=raj a)fi/keto «cuando ella llegó a los pretendientes». Puede
equivaler a un acusativo objeto directo.
Z 87 cuna/gousa geraia\j nho\n )Aqhnai/hj «reuniendo a los ancianos de (Troya)
en el templo de Atenea».
Eur. Med. 6 Ou) ga\r a)/n... Mh/deia pu/rgouj gh=j e)/pleus ) )Iwlki/aj «Medea… no
hubiera navegado hacia las murallas de la tierra de Yolcos».
b) Al considerar el número de acusativos de relación que se relacionan con los
adjetivos, podríamos caer en la tentación de creer que el acusativo expresa aquí una
relación nombre-nombre: así en po/daj w)ku\j )Axilleu/j «Aquiles el de pies rápidos»,
ninguna idea verbal interviene. La lengua ha dado una gran extensión a este empleo (de
donde el nombre de acusativo griego que se le da a veces) y es difícil, tanta importancia
tienen las innovaciones de la lengua, de hacer el enlace con aquellas expresiones de
dimensión, como mh=koj «en extensión», me/geqoj «en magnitud», que tienen su
equivalente en avéstico, y pueden remontarse al estado indoeuropeo. En todo caso, ya
sea que la naturaleza de estas expresiones haya sido nominal ya sea verbo-nominal en
origen, no puede dudarse de que en griego el acusativo de relación, considerado en su
extensión, no esté atado al sistema verbal que el griego ha desarrollado, y en particular a
su riqueza en participios. Meillet, citando en su Introduction (pág. 344) el ejemplo de
Plat. Rep. 435 B diafe/rei gunh\ a)ndro\j th\n fu/sin, compara th\n fu/sin, ante
diafe/rei, a o(do/n, ante e)lqe/menai, en la expresión o(do/n e)lqe/menai «estar en ruta»: de
hecho diafe/rei y fu/sin están bien unidos el uno al otro en una relación inmediata,
según la definición general del caso. Ahora bien, en una lengua tal como el griego,
diafe/rwn th\n fu/sin tenía la suerte de ser particularmente frecuente, y el paso de esta
forma mitad nominal a una forma totalmente nominal como dia/foroj «diferente» es
tanto más fácil ya que, en esta última, el vínculo semántico subsiste con diafe/rw;
después, de un sinónimo a otro, era natural pasar de dia/foroj a a)no/moioj, a)/nisoj, etc,
y cortar así los lazos originales con el verbo. Los ejemplos siguientes, tomados de la
lengua homérica, muestran como el deslizamiento ha podido hacerse:
12
a 208 ... kefalh/n te kai\ o)/mmata kala\ e)/oikaj kei/n% «por la cabeza y por tus
nobles rasgos te pareces a aquel hombre de allí».
Q 395 de/maj ei)kui=a Qev=si «por el porte parecida a las diosas».
a 371 qeoi=j e)nali/gkioj au)dh/n «semejante a los dioses por la voz».
Q 14 de/maj a)qana/toisin o(moi=oj «igual a los inmortales por la talla».
Observaciones.- En el giro: Klu/klwpej d ) o)/nom ) h(=san, relacionado con los giros correspondientes
en sánscrito y en persa (Meill. Intr., p.345), se remarca que o)/noma es un nominativo aposición: «Los
Cíclopes –es su nombre– era» Podemos compararlo con esta frase de g. m. citada por Brugmann-Thumb
(p. 437): mia\ fora\ h)/tane e)/naj basile/aj (/Upnoj t(o) o)/noma tou «Habla una vez un rey: Hypnos (era)
su nombre».
§ 432. Si el acusativo de objeto interno expresa la modalidad de un verbo que, la
mayor parte de las veces, no es, como se dice, transitivo, puede traducir igualmente la
modalidad de un verbo ordinariamente transitivo, pero que entonces es empleado
absolutamente: en este punto podemos verificar lo que se ha dicho más arriba (§ 419).
Así pues, podremos meter bajo el mismo plano los ejemplos siguientes, en los que el
acusativo de contenido se relaciona con un verbo «intransitivo», con un verbo «pasivo»
y con un verbo ordinariamente «transitivo».
Eur. El. 686 ptw=ma qana/simon pesv= «tú caerás en una caída mortal», equivale a
qanasi/mwj pesv=.
Hdt. 3, 154 lwba=tai lw/bhn a)nh/keston «se inflige mutilaciones incurables»,
equivale a a)nia/twj lwba=sqai.
W 733 e)/nqa/ ken e)/rga a)eike/a e)rga/zoio «en el lugar donde trabajarás quizás de
una manera indigna de ti», equivale a aei)kw=j e)rga/zesqai.
Hace falta, pues, que los verbos, independientemente de cual sea su régimen más
frecuente, se comporten como intransitivos para que su contenido interior pueda ser
explicitado; nada subsiste de las diferencias de caso que presentan los verbos en sus
construcciones ordinarias: a pesar de e)ra=n tinoj «desear alguna cosa», se dice e)/rwta
e)ra=n como, a pesar de douleu/ein tini «servir a alguien», decimos doulei/an
douleu/ein.
§ 433. Este giro por más que sea muy frecuente en griego y dé la impresión de ser
extremadamente libre, jamás, con tantos ejemplos, no se encuentra uno solo donde la
presencia del sustantivo pueda parecer inútil, o servir únicamente, como se ha dicho
algunas veces, para el refuerzo de la idea expresada por el verbo. El sustantivo se
justifica siempre por una determinación en las modalidades del verbo. Los matices son
innumerables: esta determinación a menudo es local (o temporal), cuantitativa,
cualitativa y, en un gran número de casos, restringe las posibilidades múltiples del
verbo a un caso definido.
Dem. 59, 97 th\n e)n Salami=ni naumaxi/an naumaxh/santej «habiendo traído la
victoria de Salamina».
Eur. Med. 1041 ti/ prosgela=te to\n panu/staton ge/lwn «¿por qué me dirigís
vuestra última sonrisa?».
Dem. 50, 22 plou=n polu\n pepleuko/twn «después de haber hecho una grande
travesía».
Ar. Av. 71 no/son... o( path\r a)llo/koton nosei «el padre sufre… de un mal
extraño».
Jen. An. 1, 3, 15 w(j strathgh/sonta e)me\ tau/thn th\n strathgi/an... mhdei\j
lege/tw «que nadie… me venga a hablar para tomar el mando».
13
Sabemos que el griego gusta mucho de las «figuras etimológicas», en las que se
retoma la idea principal aportando al pensamiento un vigor particular: así, en Sóf. El.
1154 mh/thr a)mh/twr «una madre que no es más madre», es decir una «madre que no
merece más este nombre». En consecuencia, muy frecuentemente el nombre en
acusativo retoma, bajo una forma nominal, la misma raíz del verbo. Era natural pasar a
continuación a sustantivos cuyo sentido es cercano al del verbo: incluso, cuando el
sentido es suficientemente claro, la lengua economiza el nombre para retener solo lo que
es necesario para determinar al verbo.
i 303 au)tou= ga/r ke kai\ a)/mmej a)polo/meq ) ai)pu\n o)/leqron «pues en el campo
nosotros también habríamos sido llevados al abismo de la muerte».
a 166 a)po/lwle kako\n mo/ron «él ha perecido en un triste destino».
Plat. Banq. 173 A ta\ e)pini/kia e)/quen «el ofrecía (su sacrificio) de victoria», que
equivale a e)pini/kia qu/mata qu/ein.
El estilo noble y, con intenciones paródicas, la comedia se saltan, como en un juego,
los intermediarios de pensamiento que pueden ser fácilmente restablecidos: la
modalidad de un verbo a menudo es expresada por un sustantivo, que contiene una
comparación implícita, de carácter sublime o agradable. Este giro es particularmente
frecuente con los verbos que describen las manifestaciones exteriores de la actividad
humana:
t 446 (su=j) pu=r dedorkw/j «(un jabalí) de mirada de fuego», que equivale
lógicamente a de/rgma flogero\n dedorkw/j.
Eur I.T. 288 pu=r pne/ousa kai\ fo/non «sólo respirando llamas y muerte». La
expresión en francés pertenece al estilo noble por ella misma, y es debida a la imitación
del latín spirare ignem (Virg.), probable calco del giro griego.
Ar. Av. 455 (a)ndrw=n) dikai/wn kai\ blepo/ntwn ka/rdama «de hombres justos y
que tienen ásperas miradas». Más concretamente «aquellos que tienen una mirada de
berro»: en Aristófanes encontramos con ble/pein –en el sentido de ver y ser vistos–
toda una serie de expresiones agradables en este sentido.
§ 434. El acusativo puede indicar, con o sin un verbo, la extensión espacial o
temporal; pero que se trate de recorrer una distancia o de encontrarse a una cierta
distancia de un punto dado, que sea necesario atravesar la duración o que sea separado
por una cierta duración de un momento anterior, hace falta, una vez más, partir de
verbos que, por su mismo sentido, impliquen estas nociones en su objeto directo: th\n
eu)qei=an «todo recto» se ha sacado de construcciones como a)/gein th\n o(do/n «seguir su
camino» y nu/kta «durante la noche» de giros como e(/na mh=na me/nein «permanecer un
mes».
§ 435. Recorrer un espacio (seguir un camino) se expresa corrientemente en
Homero, y también en Heródoto, por el simple acusativo; pero el ático, salvo en la
expresión corriente plei=n qa/lattan «navegar por el mar», no conoce este giro, y los
ejemplos que podríamos invocar son sospechosos de ser debidos a acusativos de
contenido verbal. Es para expresar la distancia donde encontramos que el acusativo es
empleado en ático:
g 71 po/qen plei=q ) u(gra\ ke/leuqa «¿de dónde venís vosotros a través de los
senderos húmedos (del mar)?»
Hdt. 6, 19 tre/petai trifasi/aj o(dou/j «… se dirige hacia tres caminos».
Jen. Cir. 2, 4, 27 ta\ du/sbata poreu/esqai «seguir un camino difícil»; la expresión
puede ser comparable a du/sbata diabai/nein «pasar un pasaje difícil».
14
Tuc. 6, 49 Me/gara... a)pe/xonta Surakousw=n ou)/te plou=n polu\n ou)/te o(do/n
«Mégara (Hiblea)… que no está muy lejos de Siracusa ni por mar ni por ruta (tierra)».
Jen. Hell. 2, 4, 5 qe/menoj... ta\ o(/pla o(/son tri/a h)\ te/ssara sta/dia a)po\ tw=n
frourw=n h(suxi/an ei)=xen «después de haber establecido… su campo aproximadamente
a tres o cuatro estadios de los centinelas, él no se mueve más».
§ 436. El curso de la duración y su fin en un punto desde donde consideramos el
tiempo anterior se expresan, tanto en ático como en Homero, por el acusativo. En el
primero de los casos, cuando la duración es enumerada, nos servimos de un cardinal;
en el segundo, determinamos a menudo el punto de partida (= después) por ou(=toj, y
utilizamos el ordinal, que comporta en este caso una unidad más.
Hdt. 2, 127 basileu=sai de\ to\n Xe/opa tou=ton Ai)gu/ptioi e)/legon penth/konta
e)/tea «este Keops, decían los egipcios que reinó durante cincuenta años».
Jen. Men. 3, 6, 1 ou)de/pw ei)/kosin e)/th gegonw/j «no teniendo aún veinte años». El
participio perfecto excluye la idea de punto de partida; el sentido no es: «nacido después
de veinte años», sino: «hace veinte años que vive» (cf. latín viginti annos natus).
Lis. 24, 6 th\n de\ mhte/ra teleuth/sasan pe/paumai tre/fwn tri/ton e)/toj touti/
«en cuanto a mi difunta madre es (ahora) el tercer año (nosotros decimos: hace dos
años) que he cesado de alimentarla». El ordinal expresa lo que en esta cuenta hay de
subjetivo y personal, mientras que en el caso precedente, el número cardinal contaba de
una manera objetiva: podemos comparar, en latín (Er. Th., pág 26: annum iam tertium
regnat «hace dos años que reina» y decem annos regnavit, o triginta annos natus).
Observaciones.- El empleo del cardinal para indicar el tiempo donde se produce un acontecimiento
(lat. abhinc), señalado como extraño en algunas gramáticas, no parece existir en la realidad: en la ed.
Thalheim, el ejemplo citado en todas partes de Lisias 7, 10 te/qnhke tau=ta tri/a e)/th «él ha muerto hace
dos años» desaparece, y leemos te/qnhke! ka)=ta tri/a e)/th... e)misqw/sato.
§ 437. e) Incluso si eliminamos todos los adverbios neutros, como πολύ, πολλά que
pueden reposar sobre acusativos, pero que reposan quizás sobre el «caso
indeterminado» del neutro, y todos los adverbios sin duda neutros, como μικρόν,
aunque la forma no sea característica del género, subsiste en griego un número bastante
considerable de adverbios (en el sentido más general del término) que, formalmente, se
presentan como acusativos femeninos: expresan una posición en el espacio –como τh\ν
ευ̉θει̃αν «directamente», μακράν «lejos»–, o en el tiempo –como α̉ρχήν «en principio»,
α̉κμήν «recientemente»–, o una modalidad cualquiera –como προι̃κα «gratis», y su
sinónimo δωρεάν, χάριν «a merced de», después «en favor de», πρόφασιν «so pretexto
de», etc. En los últimos ejemplos, el acusativo está tan despojado de su valor concreto
como es posible, y sólo representa una posibilidad de modalidad.
§ 438. Es a este valor que se vincula el acusativo absoluto. Éste es empleado para
indicar una modalidad de carácter general, con el participio neutro de verbos que
expresan una posibilidad, una conveniencia, una resolución que es, ha sido o será
conveniente (cf. § 225). Estos participios son susceptibles de recibir todos los sentidos
que tendrían en otras condiciones, con o sin a)/n.
Plat. Men. 246 D h(mi=n e)co\n zh=n mh\ kalw=j, kalw=j ai(rou/meqa ma=llon
teleuta=n «entonces que nosotros podríamos vivir de una manera que no es gloriosa,
preferimos morir gloriosamente».
15
Lis. 30, 4 o(/stij prw=ton me\n te/ttara e)/th a)ne/grayen, e)co\n au)t%= tria/konta
h(merw=n a)pallagh=nai «el que, de entrada, durante cuatro años, hizo hacer la
transcripción, cuando habría podido desembarazarse en treinta días».
El acusativo absoluto es empleado –no únicamente en neutro, sino en todos los
géneros– para expresar una modalidad posible particular en las oraciones introducidas
por las conjunciones ω(ς «pensando que» o ω(/σπερ «como sí» (cf. § 225): uno se detiene
en una representación posible de la realidad en un espíritu.
Plat. Rep. 345 E Ta\j a)/llaj a)rxa\j ou)k ennoei=j o(/ti ou)dei\j e)qe/lei a)/rxein
e(kw/n, a)lla\ misqo\n ai)tou=sin, w(j ou)xi\ au)toi=sin w)fe/leian e)some/nhn e)k tou=
a)/rxein, a)lla\ toi=j a)rxome/noij; «De los otros cargos públicos, ¿no ves tú que nadie lo
quiere ejercer por placer, sino que reclaman ser pagados, pensando que el ejercicio del
poder les servirá, no a estos que gobiernan, sino a aquellos que son gobernados?»
Jen. Men. 2, 3, 3 oi( duna/menoi... fi/louj ktw=ntai w(j bohqw=n deo/menoi, tw=n d )
a)delfw=n a)melou=sin, w(/sper e)k politw=n me\n gignome/nouj fi/louj, e)c a)delfw=n de\
ou) gignome/nouj «las gentes bien colocadas (los poderosos)… se hacen amigos porque,
piensan, necesitan ayuda, mientras que dejan caer a sus hermanos, como si sólo
pudiesen hacerse amigos entre sus conciudadanos y no entre sus hermanos».
§ 439. Los empleos precedentemente estudiados están lejos de expresar todos los
valores que presenta en griego el acusativo: en particular, ciertos de éstos son difíciles
de definir, sobre todo cuando conciernen a frases de tipo afectivo, donde no hay verbo:
parece que el acusativo, conforme a su función, establece una relación directa entre el
nombre y un proceso verbal bastante vago. Existen las elipsis del tipo Dem. 4, 19 mh/
moi muri/ouj mhde\ dismuri/ouj ce/nouj «nada de diez mil mercenarios, os ruego, o
veinte mil» que pueden dejar entrever un le/ge o un pa/rexe; pero la interpretación es
más complicada en la muy antigua fórmula de petición, donde el orden de las palabras
es fijo, (cf. Latín: per te Deos iuro) que leemos por ejemplo en Eur. Med. 324: Mh\ pro/j
se gona/twn th=j te neoga/mou ko/rhj «¡Ah, no (yo) te (suplico) por tus rodillas y por
la joven esposa!» donde una atadura personal inmediata une al suplicante y a la persona
divina (o humana), que pone por testigo. No es seguro que en nh\ to\n Di/a «sí, por
Zeus» o en ma\ to\n Poseidw= «no, por Poseidón» el acusativo se justifique únicamente
por la construcción de o)mnu/nai (cf. § 423 Rem. II). De hecho si, en griego a diferencia
del latín, que hace un gran uso del acusativo exclamativo (cf. Er. Th. Pp 19 y 52), el
genitivo (ablativo) está bastante extendido para realizar esta función, la frecuencia y la
variedad del acusativo exclamativo en griego moderno puede dar que pensar que, en Ar.
Ois. 1269 Deino/n ge to\n kh/ruka to\n para\ tou\j brotou\j oi)xo/menon, ei) mhde/pote
nosth/sei pa/lin «Qué extraño es que este heraldo que ha ido hacia los hombres si no
ha de volver de nuevo!», este acusativo está muy cercano al infinitivo exclamativo (cf. §
211). Cuando señalamos en griego moderno giros tales como νά τους «¡Helos aquí!», o
a)na/qema/ ton pou\ )rice ta/ ma/gia sto\ phga/di «¡maldigo a éste que ha hechizado el
manantial!», o, en la lengua de las nodrizas: na/ni th\ mpempe/ka «niño, a la cama... –?–
», estamos tentados de ver en nh\ ma\ to\n Di/a, que se prolonga hoy en día en ma\ th\n
Panagi/a «por la virgen», quizás otra cosa que una «elipsis» de o)mnu/mai (o de
o)mw/nw) (cf. Tzartz. pág. 91 y 92).
Observación general sobre la evolución del acusativo.
En griego moderno, el acusativo, cuya importancia relativamente a otros casos se ha
acrecentado enormemente, ha conservado generalmente las funciones que ejercía
16
antiguamente. El número de construcciones transitivas ha aumentado mucho: si
bla/ftw «yo perjudico», o fobou=mai «yo temo» han guardado su complemento de
objeto en acusativo, verbos tales como sugxwrw= «perdonar», a)kou/w «obedecer», son
adquisiciones de este caso a expensas del antiguo dativo (o de sus sustitutos), o aún
más, a expensas del genitivo, cexwri/zw «separarse de» o a)rxi/zw «comenzar»; para
otros este deslizamiento ha sido favorecido por la extensión de preverbios «vacíos». La
lengua siempre construye con dobles acusativos los verbos factitivos que implican la
idea de pedir, de enseñar, de privar, e incluso ligeramente ha desbordado el dominio
antiguo: decimos no sólo me\ r(w/thse to)/noma mou «el me pide el nombre», maqai/nw
to\ gio\ ta\ e(llhnika/ «yo enseño griego a mi hijo» o to\n stereu/oune to\n u(/pno «le
privan del sueño», sino aún, lo cual es nuevo, gemi/zw to\ stamni\ nero/ «lleno de agua
el cántaro» o fortw/nw moula/ria a)/shmi «cargo la plata en los mulos». En un caso
como poti/zw krasi\ to\n ce/no «yo doy vino a mi huésped» (palabra a palabra «yo
sacio de vino a mi huésped») no podemos afirmar (cf. Schw. Debr. pág 79) si hay un
objeto exterior, o dos, porque krasi/ puede ser considerado ya sea como contenido de
la idea verbal (= poti/zw po/ton), ya sea como segundo objeto, como en el ejemplo
anterior.
El acusativo de contenido de la idea verbal permanece corriente (normal), como en
koima=tai u(/pno baqu/ «duerme de un profundo sueño». Con todo un juego de
preposiciones, él expresa, como en griego antiguo, la dirección; también sirve para
expresar la extensión en el espacio –incluso la medida, que existe en latín, pero no en
griego antiguo– o en el tiempo to\ sani/di ei)=nai trei=j ph/xej makru/ «la tabla tiene tres
codos de largo», o koima=tai o(/lh th\ me/ra «duerme toda la jornada». Sólo el acusativo
de relación, cuyo desarrollo en griego es un fenómeno secundario, no se ha mantenido:
ya en el Nuevo Testamento el giro por dativo (Mat. 5, 18 kaqaro\j t$= kardi/#) hace
grandes progresos a expensas del acusativo; hoy en día la lengua dispone de diversos
giros: ancho de espaldas se dirá platu\j a)p ) w)/mouj y tengo dolor de cabeza
(antiguamente a)lgw= th\n kefalh/n) se convertirá en: mou= ponei= to\ kefa/li mou «me
duele mi cabeza».
III. Genitivo
§ 440. A diferencia del acusativo que nos ha aparecido detrás de una multitud de
empleos, rellenando una función única, el genitivo responde –o parece responder– a tres
funciones diferentes como genitivo propiamente dicho, puede ser ya sea partitivo ya
sea adnominal: estas dos funciones, que coexisten en el genitivo desde el indoeuropeo,
poseen un carácter abstracto y, como nosotros lo hemos brevemente esbozado
anteriormente (§ 406), reposan sobre el principio único de la limitación, que podemos,
según creo, encontrar en los usos más variados de dos funciones que estudiamos
corrientemente de forma absolutamente separada. Al contrario, en tanto que representa
un ablativo indoeuropeo, el genitivo griego no es más el caso gramatical y lógico que a
menudo equivale a otros casos de la flexión: es concreto, vinculado al espacio, y
secundariamente al tiempo que es la proyección de la duración en el espacio.
Si las expresiones de partitivo y de ablativo hablando del genitivo no han sido
discutidas por nadie, no es igual para el adjetivo «adnominal» que, en suma, define una
función por una posición (ad nomen): así, M. Schwyzer en su libro (p. 117) utiliza un
neologismo: pertinentiv, a partir del latín pertinet según el modelo de concupiscentivus
/concupisco, para expresar «la noción de pertenencia en el sentido más amplio». No
17
parece muy útil, a pesar de reconocer la mediocridad del término corriente adnominal,
que lo sustituyamos por una nueva denominación que no contribuye, más que la
denominación tradicional, a restablecer la unidad, a mis ojos, fundamental, del
«partitivo» y del «adnominal». El «partitivo» no parece distinguirse del «adnominal»
sino porque uno supone una relación de verbo a nombre, mientras que el otro postula
una relación nombre a nombre; pero esta diferenciación, prácticamente tan importante,
no debe hacer olvidar que la noción de limitación es común a las dos funciones.
Además, en el estudio tan completo que hace del genitivo, M. Schwyzer, que distingue
por una parte y por otra los empleos nominales y verbales, no pone en duda, en los
párrafos consagrados al Pertinentiv, la importancia de los primeros, puesto que ve en
esta función un «caso nominal» por excelencia, mientras que los segundos están
bastante reducidos; inversamente, si son considerados los desarrollos a los que ha dado
lugar el partitivo, aparece netamente que son los empleos verbales los que dominan,
relegando a un segundo lugar los empleos nominales, cuyo carácter secundario es a
menudo evidente. En suma, el adjetivo adnominal, por lo menos, tiene el mérito de
señalar, por su misma forma, la relación nombre a nombre que es su razón de ser, en
frente del partitivo, que es verbo-nominal.
§ 441. Si es posible reconocer, en los empleos del genitivo griego, tres grandes
líneas –dos son gemelas– que responden a las funciones, tan diferentes, del genitivo y
del ablativo indoeuropeo, no hay que olvidar nunca que en el interior de una forma
única las diferentes funciones que ejerce influyen las unas sobre las otras. Sucederá
frecuentemente, en particular, que para un giro dado (garantizado por la comparación
con otras lenguas), existe la indecisión, por ejemplo entre el genitivo propiamente dicho
y el genitivo representando un ablativo: así, para el complemento del superlativo,
(§ 469), es difícil de decir si tiene que ver con un genitivo partitivo e)lafro/tatoj
petehnw=n «el más rápido de (= de entre los) pájaros», o con un genitivo ablativo «el
más rápido de (= partiendo de) los pájaros»: el sánscrito conoce estas dos
construcciones; el latín duda entre el genitivo y un caso preposicional (celerrima auium
o ex auibus); los frecuentes pasajes del superlativo al comparativo (quien puede
comportar un complemento en ablativo) y la construcción moderna de los dos grados
de comparación a la vez (a)po\ de origen con acusativo) militarían a favor del ablativo.
A. GENITIVO PARTITIVO
§ 442. Expresando esencialmente una toma hecha sobre un todo, un contacto
limitado con una superficie, la elección de un individuo (o de varios individuos) en un
conjunto, la localización que podemos precisar en un vasto espacio, el genitivo locativo
que, por así decir, no retiene sino una parte de su objeto, comporta siempre, al menos
implícitamente, una acción, es decir una idea verbal, que es la de separar o, por lo
menos, de considerar una parte de un todo: e)sqi/w a)/rtou «comer pan» presenta la
acción de comer como una toma limitada hecha sobre la materia indeterminada que es
el pan considerado como alimento, y se opone a e)sqi/w a)/rton «comer pan, tener el pan
como alimento». Seguramente en un giro tal que ei(=j tou/twn, parece que tengamos una
relación nombre a nombre: pero en realidad, lo que hace el partitivo es la idea de que un
individuo preciso y único es tomado en el grupo toscamente definido de personas que
mostramos; lo mismo sucede con e)/pipton e(kate/rwn «caen la gente de los dos lados»,
el genitivo partitivo, que ejerce la función de un sujeto en la frase, comporta la idea
verbal que uno toma en los dos campos de los combatientes que caen.
18
§ 443. Resulta de este valor fundamental que un genitivo partitivo puede en
principio desempeñar la función de cualquier otro caso de la flexión; la idea de
limitación que contiene se aplica lo mismo a un sujeto (nominativo) que a un objeto
(acusativo), lo mismo a estos dos casos «abstractos» que a los casos «concretos» del
dativo, es decir el instrumental y el locativo. Solamente el dativo propiamente dicho es
reacio a esta sustitución, porque, del mismo modo cuando da que cuando quita, se aplica
a una persona indivisible. Constataremos pues, si nos remontamos a las copiosas listas
aportadas por Schw. Deb. (pág.101 y sig.), que el genitivo partitivo no alterna con un
dativo sino en los casos de verbos que se refieren a cosas, que expresan por ellos
mismos una idea de contacto y comportan un preverbio que trae consigo un dativo (que
recubre en realidad un instrumental-comitativo, como su£n, o un locativo, como e)n). Si
en época antigua, en Homero y la prosa de Heródoto, encontramos una gran abundancia
de ejemplos del partitivo, sería un error creer que haya perdido terreno en toda la línea:
en el nominativo concretamente, el uso del partitivo se extiende (cf. Schw. Deb.
pág.102): N 191 a)ll ) ou)/ ph xroo£j ei)/sato «pero en ninguna parte apareció la piel».
Podemos decir que la frase equivale lógicamente a: xrow£j ou)dam$= e)fai/neto; pero, en
una frase negativa, el empleo de un partitivo, bien conservado en gótico y muy vivo en
eslavo, se remonta al indoeuropeo; es solamente en jónico-ático que se desarrolla el
partitivo en una frase positiva; así, Hdt. 3, 102: ei)si£ ga£r au)tw=n... e)nqeu=ten
qhreuqe/ntej «existen ( hormigas gigantes)… que vienen de las regiones donde son
cazadas», o en Jen. Hel. 4, 2, 20 e)/pipton e(kate/rwn ( citado en el § precedente ).
C 121 )Adrh/stoio d ) e)/ghme qugatrw=n «él toma mujer entre las hijas de Adrasto».
Equivale lógicamente a e)/ghme qugate/ra.
F 560 loessa/menoj potamoi=o «(Héctor) habiéndose bañando en las aguas del
río». Equivale lógicamente a lousa/menoj e)n t%= potam%= (locativo espacial).
I 224 plhsa/menoj d ) oi)/noio de/paj «habiendo rellenado una copa de vino», puede
ser comparado a Eur. Or. 1363 dakru/oisi ga\r (Ella/d ) ...e)/plhsen «ella ha llenado de
lágrimas… Grecia»; pero siempre con los verbos de plenitud es la construcción
partitiva –a la inversa que en latín (Er. Th., pág. 44)– la que es más usual, y no la
construcción instrumental.
t 306 tou=d ) au)tou= luka/bantoj e)leu/setai «él vendrá en un momento
determinado de este mismo año». Equivale lógicamente a: e)n t%=de t%= e)/tei (locativo
temporal).
Hdt. 4, 140 lelume/nhj th=j gefu/rhj e)ntuxo/ntej «habiendo encontrado el puente
cortado», frente a 4, 110 e)ntuxou=sai prw/t% i(ppoforbi/% «habiendo encontrado la
primera tropa de caballos» sólo es posible en razón de la construcción partitiva de
tugxa/nw y de la presencia del preverbio e)n (dativo locativo).
A menudo en un mismo giro las dos construcciones –partitivas o no– coexisten y
dan lugar a distinciones de sentido interesantes. La oposición es particularmente neta, en
ático como en Homero, para los verbos del tipo beber o comer; cuando los alimentos o
las bebidas son considerados por ellos mismos, o cuando el alimento es absorbido en su
totalidad, se emplea el acusativo; por el contrario si se indica sólo la cantidad de
alimento tomado de un todo emplearemos el genitivo:
l 96 ai(/matoj o)/fra pi/w «a fin de que beba la sangre». Tiresias toma una parte de
la sangre de las víctimas degolladas por Odiseo.
l 98 e)pei\ pi/en ai)=ma kelaino/n «después de haber bebido la sangre oscura».
Tiresias encuentra fuerza en esta bebida que es la sangre.
19
Jen. Hel. 3, 3, 6 h(de/wj a)\n kai\ w)mw=n e)sqi/ein au)tw=n «(dicen) que tendrían el
placer de arrancar un pedazo de carne y comérsela cruda».
Jen. An. 4, 8, 14 tou/touj kai\ w)mou\j dei= katafagei=n «estas gentes de allí, hace
falta comérselos todos crudos». El preverbio kata\- implica la consumación total,
excluyendo el uso del partitivo.
§ 444. El genitivo partitivo permanece vivo en ático, lo mismo propio que figurado.
Indica una localización precisa en el espacio –o sobre un objeto concreto o sobre lo
que puede ser comparado al espacio: designa al individuo tomado dentro de una
categoría, lo mismo que un rasgo en una descripción, o una relación particular en una
cualidad general. Es significativo que, a pesar de la importancia tan considerable de la
oposición ei)j + acu. y e)n + dat., la lengua haya conservado el empleo frecuente de ei)j
y de e)n con genitivo partitivo: el sentido primitivo, que se ha debilitado mucho al
mismo tiempo que el giro se estancaba en una fórmula estereotipada, parece haber sido:
«al lado de, en los parajes que …»; es evidente que, a pesar de la opinión en curso,
jamás un nombre que signifique «morada» no ha sido «sobreentendido» no más que un
nombre en el adverbio e)mpodw£n «lo que hace de obstáculo» salido de *e)n podw=n
«(obstáculos) en la parte de las piernas».
Sóf. Trac. 984 poi= ga=j h)/kw «¿a qué punto de la tierra he llegado?».
Ar. Aq. 1180 kai\ th=j kefalh=j kate/age peri\ li/q% pesw/n «y él se hizo una
brecha en la cabeza al caerse sobre una piedra».
Sóf. Trc. 705 Ou)k e)/xw... poi= gnw/mhj pe/sw «yo no sé… en qué pensamiento
detenerme».
Jen. An. 4, 8, 4 tw=n peltastw=n a)nh/r «un hombre de la categoría de los soldados
de infantería».
Jen. Ec. 1, 2 oi)kono/mou a)gaqou= e)stin eu)= oi)kei=n to\n e(autou= oi)=kon «es (propio)
de un buen administrador que administre bien su propia casa». Forma parte de la
definición general de un buen administrador mostrar sus talentos en un caso particular,
su propio dominio.
Jen. Cir. 4, 6, 9 e)/sti... moi quga/thr... ga/mou h)/dh w(rai/a «yo tengo… una hija…
que está apunto para el matrimonio». Este genitivo, al que llamamos a veces de
«relación», precisa, en su estado general de madurez, un punto de vista particular, el
del matrimonio.
Plat. Prot. 325 D ei)j didaska/lwn pe/mpontej «enviando a casa de los maestros de
la escuela» al lado de Plat. Alc. I 110 B sou= e)n didaska/lwn h)/kouon «yo te he oído
decir en casa de los maestros de escuela». Este giro ha permanecido habitual con los
nombres propios de persona (tipo: e)n )Aga/qwnoj «en casa de Agatón») o de
divinidades (tipo: e)n Poseidw=noj «en el templo de Poseidón»).
Observaciones. – Sería una quimera querer establecer una distinción completa entre ciertos
partitivos y muchos de los usos adnominales. Así el ejemplo de Jen. Ec. 1, 2 comporta una idea de
pertenencia, que es corriente en el tipo adnominal; a veces la misma expresión es susceptible de tener dos
significados, de los cuales uno es partitivo y el otro no: cuando o( dh=moj tw=n )Aqhnai/wn significa la
plebe ateniense –por oposición al conjunto de la ciudad– el genitivo es de naturaleza partitiva, mientras
que o( dh=moj tw=n )Aqhnai/wn «el pueblo de Atenas» –en tanto que ciudad– puede ser considerado como
extensión del genitivo adnominal (= esta ciudad, que está compuesta de atenienses) con el mismo título
que po/lij )Aqhnw=n «la ciudad de Atenas».
§ 445. Un gran número de verbos, que implican una noción de limitación, se
construyen ordinariamente con el genitivo partitivo: daremos en los parágrafos
siguientes aquellos que pueden ser considerados como «cabezas de fila». Ni que decir
20
tiene que conviene añadirles los adjetivos que están emparentados con estos verbos
–sea que sean derivados, como me/toxoj «quien participa en» (mete/xw), sea que, al
contrario, hayan dado nacimiento a verbos denominativos, como koinwnei=n derivado de
koinwno/j. De la misma forma los nombres abstractos que expresan bajo otra forma la
misma idea; por ejemplo en Dem. 18, 128 Soi/ d ) a)reth=j … ti/j metousi/ia; «¿Qué
participación en la virtud … fue la tuya?».
Construiremos con genitivo partitivo:
§ 446. a) los verbos que expresan una participación, que puede ser tomada,
ofertada, reivindicada, etc. Esta será la construcción ordinaria de mete/xein,
sullamba/nein «tomar su parte de», metadido/nai, koinwnei=n «dar una parte de, hacer
participar en» a)ntipoiei=sqai, metaitei=n «arrogarse una parte de, reclamar su parte
de».
Eur. Med. 946 sullh/yomai de\ tou=de/ soi... po/nou «yo te ayudaré… tomando mi
parte en esta empresa».
Jen. Mem. 2, 7, 1 xrh\ tou= ba/rouj metadido/nai toi=j fi/loij «hace falta dar a sus
amigos una parte de su carga».
Hdt. 4, 146 th=j basilhi/hj metaite/ontej «reivindicando el trono».
§ 447. b) los verbos que expresan un contacto efectivamente realizado, ya sea, por
lo demás, momentáneo o duradero: así a(/ptesqai «tocar» yau/ein «tocar ligeramente»
e)/xesqai «estar en contacto permanente, atarse a»; por transacciones insensibles se pasa
al sentido de «meterse en», «comenzar a».
Jen. Mem. 1, 4, 12 th\n glw=ttan tw=n anqrw/pwn e)poi/hsan oi(/an a)/llote a)llax$=
yau/ousan tou= sto/matoj «(los dioses) han creado la lengua de los hombres dándole
la capacidad de tocar, unas veces una parte de la boca, otras veces la otra parte».
Plat. Banq. 217 D a)nepau/eto... e)n t$= e)xome/n$ e)mou= kli/n$ «él reposaba… en la
cama contigua a la mia».
Tuc. 1, 78 tw=n e)/rgwn... e)/xontai «ellos se ponen… a actuar (a la acción)».
Tuc. 8, 3 w(j eu)qu\j pro\j to\ e)/ar e(co/menoi tou= pole/mou «como la gente que tiene
la intención de meterse en la guerra desde la primavera».
Jen. Hell. 4, 1, 31 meta\ tou=to h)/rcato lo/gou «enseguida empieza a hablar».
§ 448. c) los verbos que expresan el hecho de tender hacia un contacto, que el fin
sea alcanzado como en tugxa/nei, stoxa/zesqai, o fallido como en a(marta/nein. En
figurado, se construyen de la misma forma que aquellos que comportan una aspiración
hacia un objeto –en particular el deseo, el amor– como en e)piqumei=n «desear» o e)ra=n
«amar» (que implica una atracción física por oposición a filei=n «tener cariño por»).
Jen. Cir. 4, 1, 2 ni/khj te tetuxh/kamen kai\ swthri/aj «hemos conseguido
(nuestros objetivos) la victoria y la salud».
K 372 e(kw\n h(ma/rtane fwto/j «adrede no alcanzó al guerrero».
Plat. Banq. 181 B e)rw=si tw=n swma/twn ma=llon h)\ tw=n yuxw=n «ellos se enamoran
del cuerpo (= desean un contacto físico) más que del alma».
§ 449. d) Los verbos que indican el hecho de llenar (pi/mplhmi), de cargar un
animal (sa/ttein), de estar lleno (ge/mein) en el sentido propio y, con un valor figurado,
el goce (a)pola/uen) o la saciedad (kore/nnusqai). En efecto, para llenar el objeto
considerado, se puede sacar de una materia, igual que uno puede servirse de ella (dativo
21
instrumental) como en Hdt 3, 80 u(/bri kekorhme/noj «colmado (palabra a palabra:
saciado) de ultrajes».
Dem. 8, 74 ou)k e)mplh/sete th\n qa/llatan trihrw=n «¿no vais a cubrir (=llenar) el
mar de los trirremes?».
Jen. Banq. 4, 64 sesagme/noj plou/tou th\n yuxh\n e)/somai «conservaré para
siempre el alma cargada de riquezas».
Jen. Mem. 4, 3, 11 ai)sqh/seij... di ) w(=n apolau/omen pa/ntwn tw=n a)gaqw=n «los
sentidos… gracias a los cuales nosotros gozamos de todas las cosas agradables».
Observaciones.- Aunque los verbos contrarios que expresan la hambruna y la indigencia se
construyen con un genitivo-ablativo, podemos pensar que el genitivo partitivo no ha estado sin influencia
sobre su construcción. El griego, que no distingue los dos casos, no prueba nada; pero la indecisión del
latín entre egeo panis et egeo pane es significativa.
§ 450. e) los verbos de percepción auditiva que, desde la época indoeuropea,
oponían a un genitivo partitivo, indicador de la persona de donde surge el ruido, un
acusativo que se relaciona con el ruido en sí. Todo ocurría como si la voz de una
persona fuera considerada como una parte de ella misma, pero que no la entregaba
completamente. Delante de védico vcam śṇō/ti «el oye una voz» y devásya śṇō/ti «el
oye a un dios», el griego opone de la misma manera D 455 dou=pon e)/klue poimh/n «el
pastor oyó un ruido» y A 357 tou= d )e)/klue po/tnia mh/thr «su augusta madre le oyó».
Si, con los verbos tales como a)kou/w, esta doble construcción siempre se mantiene,
también se ha tendido a precisar a través de preposiciones el origen del ruido: lo leemos
ya en Z 524 ai)/sxe ) a)kou/w pro/j Trw/wn «yo oigo a los troyanos injuriar» (palabra a
palabra: «viniendo de los troyanos»). Además, el paso está fácil entre el genitivo de la
persona y el genitivo del ruido mismo, considerado como emanación de la persona: en
Χ 447 h)/kouse... oi)mwgh=j a)po\ pu/rgou «ella oyó… los gemidos que venían de la
muralla» equivale a h)/kouse oi)mwzou/shj.
§ 451. Pero a partir de esta antigua construcción –para la cual, por otro lado, es
imposible determinar en qué medida había permanecido sentida en griego ático– la
analogía se ejerce en dos direcciones diferentes: los verbos de intelección y los verbos
de sensación.
Transiciones insensibles conducían de la percepción auditiva propiamente dicha a
los verbos que indican el hecho de informarse, de conservar (bien o mal) en su
memoria y de una cara más general, de comprender por la inteligencia: es suficiente
pensar en los múltiples sentidos que toma « entender » en castellano. Así se construyen
verbos tales como punqa/nomai «informarse, oír decir», me/mnhmai «guardar en el
espíritu» y lanqa/nomai «olvidar», ai)sqa/nomai «captar» y manqa/nw «comprender».
Ar. Aq. 204 to\n a)/ndra punqa/nou tw=n o(doipo/rwn a(pa/ntwn «infórmate del
hombre de parte de todos los transeúntes».
Him. Apol. 1 Mnh/somai ou)de\ la/qwmai )Apo/llwnoj «lejos de olvidarlo, pensaré
en Apolo».
Plat. Fil. 51 B ei)/ mou manqa/neij «si tu me comprendes».
Hdt. 1, 47 kai\ kwfou= suni/hmi kai\ ou) fwneu=ntoj a)kou/w «entiendo al
sordomudo, y escucho a aquel que no habla».
§ 452. Por otra parte, el genitivo partitivo, que sirve naturalmente para la expresión
de oír (a)kou/w), de tocar (yau/w), de gustar (geu/omai), naturalmente se ha extendido a
22
otros sentidos que comportan sólo débilmente (o incluso la excluyen) una idea partitiva.
Podemos admitir que o)sfrai/nomai «percibir un olor, sentir» se construye con un
partitivo, ya que el objeto no se revela más totalmente por el olor que por el sonido,
como en Ar. Ran. 654 krommu/wn o)sfrai/nomai «yo siento las cebollas»; pero cuando
se trata de una emanación de perfume, como en o)/zw «exhalar un olor, sentir» no se
percibe nada de partitivo: Ar. Ach. 196 au)=tai o)/zous ) a)mbrosi/aj kai\ ne/ktaroj
«ellas os exhalan un perfume de néctar y ambrosía». El genitivo partitivo ha sido
sentido como una de las características de los verbos de sensación hasta tal punto que
«ver», que normalmente se construye con el acusativo y que, en sí mismo, da del objeto
el conocimiento menos parcial y menos comparable a un contacto, se puede construir
con este caso: Plt. Rep. 558 A h)/ ou)/pw ei)=dej e)n toiau/t$ politei/# a)nqrw/pwn
katayhfisqe/ntwn qana/tou h)\ fugh=j ou)de\n h(=tton au)tou= meno/ntwn; «¿no has visto
jamás, bajo un régimen de este género, hombres que, condenados a la muerte o al
exilio, permanecen, sin embargo, en su ciudad …?».
§ 453. Los verbos que expresan una solicitud, la preocupación (o la indiferencia, la
negligencia) admiten un genitivo partitivo porque se une atentamente a un objeto,
mientras que toda la realidad de donde está sacado es vista con indiferencia: así
e)pimelei=sqai, kh/desqai «ocuparse de», fronti/zein «preocuparse por»,
a)frontistei=n «no ocuparse de» o)ligwrei=n «descuidar», me/lei moi «tengo cuidado
de» y a)melw= «me despreocupo de». Es probable que los verbos del tipo «recordar a,
pensar en» han ejercido igualmente una influencia.
Sóf. El. 341 Deino/n ge/ s ), ou)=san patro\j ou(= su\ pai=j e)/fuj, kei/nou lelh=sqai,
th=j de\ tiktou/shj me/lein «es terrible que tú, siendo hija del padre del cual naciste, le
hayas olvidado, para cuidar sólo a tu madre!»
Jen. Men. 2, 4, 3 o(ra=n tinaj e)/fh... tw=n fi/lwn o)ligwrou=ntaj «el decía que veía a
la gente… menospreciar a sus amigos».
§ 454. Hasta aquí, las funciones examinadas se justifican completamente a partir del
genitivo partitivo; pero hay otras para las que debemos hacer un gran lugar, ya sea al
genitivo adnominal –es decir una relación nombre a nombre–, ya sea al ablativo que en
griego está sincretizado con el genitivo. Así se comportan:
a) un cierto número de verbos que expresan los sentimientos del alma, como
admirar (qauma/zein), tener piedad (oi)ktei/ren), envidiar (zhlou=n, fqonei=n), irritarse
(o)rgi/zesqai, xolou=sqai), reprochar (o)neidi/zein) o perdonar (sugxwrei=n), que
ponen en genitivo el motivo del sentimiento experimentado: así, en un giro como
qauma/zw se th=j i)sxu/oj «te admiro por tu fuerza», podemos admitir que es este
hecho de aislar un rasgo característico lo que justifica al genitivo partitivo; pero es
posible partir del ablativo: «te admiro a partir de (= a causa) de tu fuerza». Es incluso
probable que, cuando estos verbos se construyen con un genitivo del objeto o de la
persona, la interpretación por ablativo es la más verosímil.
L 703 tw=n... e)pe/wn kexolwme/noj «irritado contra las palabras (= a partir de)», o
Sóf. Fil. 1362 sou= d ) e)/gwge qauma/saj e)/xw to/de «sobre este punto estoy sorprendido
respecto a ti». Al contrario, los ejemplos siguientes parecen de naturaleza partitiva:
Sóf. El. 1027 zhlw= se tou= nou=, th=j de\ deili/aj stugw= «te envidio por tu
prudencia, pero te odio por tu cobardía».
Plat. Eutid. 306 C suggignw/skein me\n ou)=n au)toi=j xrh\ th=j e)piqumi/aj « hace
falta, al contrario, perdonarles esta ambición». El objeto de un perdón es una cosa
parcial.
23
Tuc. 3, 62 ou)d ) a)/cion au)t$= o)neidi/sai w(=n mh\ meta\ no/mwn h(/marten «no tienen el
derecho de reprochar (a esta ciudad) las faltas cometidas cuando no estaba bajo las
leyes».
§ 455. b) los verbos tales como comandar (a)/rxein), ser señor de (kratei=n), que
desde el indoeuropeo, se construyen con el genitivo. De hecho, la supremacía es una
especie de yugo, que pesa sobre la nuca de los sujetos: se alcanza así la noción de
contacto parcial. También Plat. Men. 239 E nausi\ th=j te qala/tthj e)kra/tei kai\ tw=n
nh/swn «con sus naves era el señor (maestro) del mar y de las islas» responde
exactamente a v. h. a. waltan himiles «ser el señor del cielo». Pero un gran número de
estos verbos son denominativos, como a)na/ssein, basileu/ein, «reinar sobre»,
strathgei=n «mandar a título de general», xoregei=n «dirigir a título de corega», sin
hablar de los adjetivos particularmente numerosos, tales como e)gkrath/j «maestro de
(sus pasiones)», ku/rioj «maestro (de otro)». Es probable que, en estas condiciones, el
genitivo adnominal haya ejercido su influencia, y que haya habido pasaje constante
entre «reinar sobre» y «ser el rey de»; es suficiente comparar a 401 o(/stij...
basileu/sei )Axaiw=n «quien… reinará sobre los aqueos» y k 110 o(/stij tw=nd ) ei)/h
basileu\j kai\ toi=si a)na/ssoi «quien será su rey y a quienes gobernará».
Observaciones.- Los verbos que indican inferioridad, como h(=tta=sqai «ser vencido» lei/pesqai
«ser inferior a», u(sterei=n «llegar detrás» se vinculan al ablativo, que mide la distancia del vencedor al
vencido.
B. GENITIVO ADNOMINAL
§ 456. Sería vano querer agrupar, bajo secciones que multiplicaríamos sin llegar a
comprender la totalidad de los hechos, todos los empleos a los que da lugar el genitivo
adnominal. Puede expresar no importa qué relación de nombre a nombre. Por este
hecho puede, no solamente equivaler a todos los casos de la flexión, sino incluso
expresar las relaciones que los casos no expresan; sirve para expresar una cualidad
atribuida a un objeto –por estar muy próximo a un adjetivo– y, como un adjetivo, es
susceptible de ser empleado en función calificativa o atributiva.
§ 457. Hemos dicho más arriba (440) en principio que el genitivo, «partitivo» o
«adnominal», comportaba una limitación del objeto; ahora bien cuando la relación no
es más de verbo a nombre, sino de nombre a nombre, esta limitación toma la forma de
determinación. Así pues, en la frase qigga/nw tou= oi)/kou «yo toco la casa» tengo sobre
el objeto una toma limitada a una parte de su superficie; pero si digo qigga/nw tou= tw=n
a)rxo/ntwn oi)/kou «yo toco la casa de los magistrados», limito también, pero de otro
modo, la extensión de la palabra oi)/koj: esta palabra es sólo admisible para la única
casa determinada por el genitivo. Me parece pues indispensable ceñirse, sin dejarse
engañar por las apariencias, a la oposición de los dos tipos de relaciones –verbo a
nombre o nombre a nombre– tanto más que los dos tipos de genitivo reposan bajo un
principio común. Hemos visto anteriormente e)gkrath\j tw=n h(donw=n «señor de sus
pasiones» como sus sinónimos, comporta, a pesar de su apariencia doblemente nominal,
la relación verbal-nominal, que está presente en kratei=n tw=n h(donw=n «dominar sus
pasiones». Inversamente, numerosos ejemplos de genitivo, que son de tipo adnominal,
comportarán verbos y podrán hacer creer en una relación de verbo a nombre: así los
verbos que indican el estado –ser en primer lugar– devenir, ser llamado, ser
24
considerado como, ser evaluado, etc. Siempre tienen en la base una limitación de un
nombre por un nombre. Encontraremos constantemente frases de tipo: o( a)nqrwpo/j
e)sti tettara/konta e)tw=n «el hombre es (de edad) de cuarenta años»; pero se ha de
partir de a)/nqrwpoj tettara/konta e)tw=n «un hombre de cuarenta años», es decir de
una limitación de la extensión de a)/nqrwpoj, poniéndonos en el punto de vista de la
edad, como, por otro lado, en el punto de vista del valor, o de toda otra determinación.
§ 458. Algunos ejemplos serían suficientes para demostrar que el genitivo
adnominal puede equivaler a todos los casos de la flexión. La distinción tradicional de
un genitivo del objeto y de un genitivo del sujeto recubre una oposición de acusativo a
nominativo. Así fo/boj polemi/wn «el temor a los enemigos», que corresponde a
fobei=tai/ (tij) tou\j polemi/ouj, es representado por un acusativo; al contrario fo/boj
polemi/wn «el temor que experimentan los enemigos», será representado por oi(
pole/mioi fobou=ntai/ (tina) y un nominativo. En otra parte, como en no/sou cunousi/a
(Sof. Fil. 520) «la costumbre de la enfermedad», el genitivo responde a un dativocomitativo: to\ sunei=nai t$= no/s%; también, en otro giro, tal como h( th=j paidogoni/aj
sunousi/a (Plat. Leyes. 838 E), el genitivo equivaldría a un acusativo de destino
dirigido: «las relaciones en vista de la procreación». Pero el genitivo adnominal sirve
para traducir las relaciones más complejas que hacen pensar, no más en la flexión, sino
en la composición: la expresión homérica e(/rkoj o)do/ntwn «la barrera de los dientes»
implica en realidad una comparación «los dientes que son como una barrera» y es
cercana a r(ododa/ktuloj «cuyos dedos son como las rosas». En la expresión de Sóf. O.
R. 523 to/lmhj pro/swpon «una cara de audacia», sería factible querer encontrar aquí
un genitivo de materia o de cualidad: es simplemente una forma más fuerte de decir
tolmero\n pro/swpon, y que se parecería más bien a un compuesto, como sería
*qrasupro/swpoj, hecho sobre el tipo qrasumh/dhj o de Qrasu/maxoj. Sabemos que
la aposición y el atributo no poseen un caso que les sea propio y que siguen, uno y otro,
los casos de la palabra de la cual son solidarios: así en Sóf. El. 1241 perisso\n a)/xqoj
gunaikw=n «la inútil carga de las mujeres», el genitivo equivale a una aposición tal que
gunai=kej, perisso\n a)/xqoj «las mujeres –esta inútil carga». El mismo genitivo
realizará la función de atributo de un sujeto o de un objeto en Lis. 30, 5 sautou=
nomi/zeij ei)=nai ta\ th=j po/lewj «tú crees que la ciudad te pertenece (= tú crees que la
ciudad es tuya) o Jen. Ag. 1, 33 th\n )Asi/an e(autw=n poiou=ntai «ellos reducen Asia a
su discreción (= ellos la fuerzan a convertirse en su cosa)».
§ 459. Las grandes categorías que nos complace distinguir dentro del genitivo
adnominal proporcionan medios de clasificación de los que no discutiremos su valor
práctico; nos es cómodo el hablar de un genitivo posesivo, o causal, o de materia (y de
contenido), o de medida (y de valor): pero estas distinciones no tienen por ellas mismas
de ningún valor; se trata siempre de dos nombres en relación, pero la significación de la
relación varía según la significación de los mismos términos. No es el genitivo quien,
por el mismo, implica posesión, o causa, o medida, sino que la determinación de una
superficie por un nombre que implica una medida o la determinación de un ser viviente
por una unidad de tiempo crean lo que se llamará en seguida genitivo de medida o
genitivo de tiempo.
§ 460. El genitivo posesivo, del cual se conoce su gran extensión en la lengua, no
tiene nada de posesivo por sí mismo: algunos ejemplos del tipo más frecuente muestran
que la noción de posesión, que el genitivo se considera que expresa, se nos desliza entre
25
los dedos, porque la determinación nominal varía hasta el infinito según el sentido
mismo de los nombres que se encuentran en relación. Podremos hablar de posesión
cuando se trata de objeto (o de una cosa) que pertenece a alguien, como en patro/j
oi)=koj «la casa de mi padre»; pero sería necesario debilitar demasiado la significación
cuando se trata de una persona y su filiación, como en Swkra/thj Swfroni/skou
«Sócrates (hijo) de Sofronisa»; pero tendríamos que vaciar al epíteto «posesivo» de
todo contenido en los giros tales como poi/hsij (Omh/rou «poesía de Homero» y, sobre
todo, en grafh\ prodosi/aj «acusación de traición». No queda más que multiplicar las
etiquetas –que no han faltado– y poner un genitiuus auctoris para el primero, un
genitivo de causa para el segundo. ¿Quién no ve, sin embargo, que es la limitación de la
creación literaria (poi/hsij) por un nombre propio singular ( (/Wmhroj) que engendra el
«genitivo de autor», como aquella de la di/kh por la prodosi/a da nacimiento al
«genitivo de causa»?
§ 461. De tal forma podemos explicar, según creemos nosotros, en su origen los
genitivos de materia, de contenido, de valor y de medida o de tiempo: es la puesta en
relación de un objeto y de una materia, de un recipiente y de un líquido, de un objeto
(concreto o abstracto) y de una unidad de peso (o de valor), de un objeto concreto
mesurable con una unidad de longitud (o de superficie), de un ser viviente con una
unidad de tiempo.
f 7 kw/ph d )e)le/fantoj e)ph=en «había un mango de marfil (sobre la llave)».
b 340 e)n de\ pi/qoi oi)/noio palaiou= h(dupo/toio «había dentro jarras de vino viejo y
agradable de beber».
Tuc. 7, 2 ... e(pta\... stadi/wn h)/dh e)petete/lesto toi=j
)Aqhnai/oij... diplou=n
tei=xoj «una doble muralla… de siete… estadios está ya acabada por los atenienses».
Ar. Nub. 470 w(ste... pollou\j... ei)j lo/gon e)lqei=n pra/gmata ka)ntigrafa\j
pollw=n tala/ntwn «de tal manera… que mucha gente… vendrán a hablarte de sus
asuntos y de expedientes de numerosos talentos».
pai=j pe/nte e)tw=n «un niño de cinco años».
Es, según creo, de tales ejemplos que hay que partir para expresar todos los empleos
«adverbiales» del «pertinentivo» estudiados por M. Debrunner. Cuando pasamos de
xwri/on de/ka mnw=n «un campo de diez minas» a to\ xwri/on e)sti\ de/ka mnw=n «el
campo tiene diez minas» o a po/swn mnw=n e)sti/ to\ xwri/on «¿de cuántas minas es el
campo?», el genitivo adnominal ha aflojado notablemente sus lazos originales con el
nombre que limita; cuando decimos po/sou to\ xwri/on; «¿a cuánto el campo?», el
«genitivo de estimación» ha conquistado su autonomía. Los empleos verbales no hacen
más que extenderse, en sentido propio o figurado, con este nuevo valor: podemos decir
Lis. 19, 48 diakosi/wn tala/ntwn e)timh/sato ta\ au(tou= «el ha evaluado su fortuna en
doscientos talentos» que Plat. Prot. 328 D pollou= poiou=mai a(\ a)kh/koa Prwtago/rou
«hago mucho caso de aquello que he entendido que dice Protágoras».
Observaciones I.- El griego, al confundir en una forma única el genitivo y el ablativo, no distingue
el valor del precio: dice de la misma forma pollou= poiei=sqai «hacer un gran caso de» y pri/asqai
draxmw=n ...e(ch/konta (Ar. Paz 1241) «comprar…sesenta dracmas». Por el contrario, el latín mantiene la
distinción atendida, y dice magni aestimare, en frente de emi virginem triginta minis «compro a la joven
por treinta minas» (Plaut. Curc.343-4; cf. Er. Th. Pág. 80).
Observaciones II.- Ciertos empleos difíciles de definir del genitivo, llamados de «relación» o de
«motivo» (Sch. Debr. Pág 130) son frecuentes en la lengua jurídica. Un giro muy conocido fo/nou di/khn
feu/gein «ser perseguido por la muerte», que explica su contrario fo/nou diw/kein «perseguir, por la
26
muerte», debe de tener su origen en el nombre mismo de este género de acción judicial: di/kh fo/nou
«proceso de muerte / homicidio». Parece que este título ha podido ser sentido como significativo:
«proceso donde se trata de la muerte»; en todo caso, este valor particular resta confinado en la lengua de
las inscripciones; por ejemplo en Gortyna: katadikacato tō e)leuqerō deka stateranj, tō dolō
pente (átc.: katadikasa/tw (tij) tou= e)leuqe/rou de/ka stath=raj, tou= dou/lou pe/nte) «que todos
condenemos al culpable, cuando se trata de un hombre libre, a diez estateras (de multa), cuando se trata
un esclavo, a cinco estateras».
C. GENITIVO ABLATIVO
§ 462. Representando a un ablativo indoeuropeo, el genitivo expresa un punto de
partida: precisa el origen de la acción, y también la medida de la distancia que separa
el punto de partida del punto de llegada, es decir el alejamiento. Caso concreto,
sincretizado con el genitivo, el ablativo es a menudo sostenido y precisado por una
preposición, que normalmente es a)po\. En ático al menos, podemos afirmar en principio
que el ablativo, cuando tiene un valor concreto, va generalmente precedido de una
preposición; al contrario, si las nociones que expresa están tomadas en sentido figurado,
el caso se basta a sí mismo 3 . Es una de las características de la lengua poética, que
prescinde a menudo de preposición, en los casos más concretos.
Pol. 2, 11 polisma/tion a)nakexwrhko\j a)po\ th=j qala/sshj «una pequeña villa
alejada del mar».
P 628 ou)/ toi Trw=ej o)neidei/oij e)pe/essi nekrou= xwrh/sousi «no serán las
palabras injuriosas las que harán que los troyanos se alejen del cadáver», giro que no
excluye la posibilidad de una preposición, pero sin que esta preposición sea necesaria: S
243 a)po\ kraterh=j u(smi/nhj xwrh/santej «se retiran de una contienda brutal».
Jen. Hel. 6, 2, 1 pau/sasqai tou= pole/mou «cesar la guerra», es decir, en figurado
«apartarse de la guerra». Una preposición será insólita, y el uso de la prosa no se
diferencia del de la poesía; H 376 pau/sasqai pole/moio.
Un verbo, tal como a)/rxw / a)/rxomai «comenzar por», que en ático tiene a la vez un
sentido abstracto y concreto, tendrá, pues, dos construcciones 4 –con o sin preposición–,
mientras que en poesía habrá una.
Plat. Gorg. 471 C a)po\ sou= a)rca/menoj «empezando por ti» (sentido concreto).
Tuc. 2, 53 h)=rce t$= po/lei a)nomi/aj to\ no/shma «la epidemia fue para la ciudad el
inicio del desorden» (sentido abstracto).
I 97 e)n soi\ me\n lh/cw, se/o d ) a)/rcomai «acabaré por ti, y empezaré por ti» (sentido
concreto).
B 433 mu/qwn h)=rxe... Ne/stwr «Néstor… se puso a hablar» (sentido abstracto).
§ 463. Un gran número de verbos, o de adjetivos vinculados a estos verbos, o
adjetivos emparentados por el sentido con los anteriores, se construyen con un genitivo
que recubre un ablativo tomado en sentido figurado, al menos en el uso de la prosa.
Distinguiremos pues:
§ 464. a) verbos que expresan alejamiento en sentido propio y figurado –como la
distancia de un punto a otro, o el hecho de retirarse de un punto o de una posición
3
Naturalmente siempre es posible, para hacer aparecer de manera más sensible el punto de partida
figurado, hacer preceder el ablativo de una preposición; pero no hay ninguna necesidad.
4
Además de la construcción «partitiva» de este activo y de este medio en el sentido de «comenzar a,
meterse en». (Cf. supra § 441.)
27
cualquiera por razones morales: así a)pe/xein «ser distante de», ei)/kein «alejarse de para
ceder el lugar», paraxwrei=n «desistir de».
Tuc. 6, 97 to\n Leo/nta kalou/menon, o(\j a)pe/xei tw=n )Epipolw=n e(\c h)\ e(pta\
stadi/ouj «el burgo que llaman León, que está alejado de las Epípolas seis o siete
estadios».
Hdt. 2, 80 oi( new/teroi au)tw=n toi=si presbute/roisi suntugxa/nontej ei)/kousi
th=j o(dou= «ellos, cuando los jóvenes se encuentran con los mayores, les ceden el paso
(palabra a palabra: el camino)».
Dem. 18, 68 th=j e)leuqeri/aj paraxwrh=sai Fili/pp% «abandonar a Filipo la
causa de la libertad».
§ 465. b) verbos que indican separación –que sea considerada como la privación de
ventajas anteriormente adquiridas, o como la liberación de una coacción existente, o
como la insuficiencia de lo que falta, o como el cese de un estado en general, sin
apreciación cualitativa: así a)posterei=n «privar de», e)leuqerou=n «liberar»,
apolei/pesqai «carecer de», pau/esqai «detenerse en».
Jen. Men. 1, 2, 63 ou)de/... ou)de/na a)nqrw/pwn... a)gaqw=n a)peste/rhsen «jamás ha
despojado a una persona de sus bienes».
Jen. Ar. 6, 6, 15 a)polu/w u(ma=j th=j ai)ti/aj «yo os libero de la acusación».
Tuc. 1, 80 poll%= e)/ti ple/on tou/tou e)llei/pomen «pero de aquella (= de plata)
tenemos aún más carencia (falta) ».
Jen. Hel. 6, 2, 1 e)pequ/mhsan pau/sasqai tou= pole/mou «ellos desearon acabar
(cesar) la guerra».
§ 466. c) un gran número de verbos que expresan los sentimientos que
experimentamos respecto de alguien o a propósito de la situación en la que se
encuentra: partimos de una persona o de un estado dado. Todos los verbos de
sentimiento, que implican una causa exterior al sujeto (y que le afecta), son susceptibles
de esta construcción: admiración y reproche, compasión, cólera, envidia son los
principales. Por otro lado, es imposible hacer la distinción entre el genitivo ablativo y el
genitivo partitivo, como lo hemos señalado anteriormente (§ 454). Sin embargo, cuando
la persona está en genitivo, o cuando el sentimiento experimentado está en genitivo sin
que la persona sea complemento de objeto directo, es probable que nos encontremos
con un genitivo-ablativo.
Lis. 12, 41 e)qau/masa th=j to/lmhj tw=n lego/ntwn «yo estoy sorprendido de la
audacia de aquellos que hablan…».
Tuc. 3, 62 ou)d ) a)/cion au)t$= o)neidi/sai w(=n h(/marten «nadie tiene el derecho de
reprocharle las faltas que ha cometido…».
Sóf. Ant. 1177 patri\ mhni/saj fo/nou «irritándose contra su padre a causa de esta
muerte».
Eur. Hec. 1265 h)= me paido\j ou)k a)lgei=n dokei=j; «¿crees qué no sufro a causa de
mi hija?».
Plat. Eutic. 297 B mh/ moi fqonh/s$j tou= maqh/matoj «no me rechaces este
conocimiento». El primer significado, que explica la construcción, es el siguiente: «no
tengas malos sentimientos respecto a mí a partir de este conocimiento» –malos
sentimientos que se traducirían en rechazo.
§ 467. d) los verbos que expresan una comparación, es decir poniendo una cualidad
en relación a una persona o a un objeto, o incluso una cantidad: se tratará de una
28
superioridad (proe/xein) o de una ventaja en número (peritteu/ein), de una
inferioridad (u(sterei=n), o de una insuficiencia numérica (e)llei/pein), de una
diferencia (dia/ferein) que constate una distancia irreductible entre los dos objetos
considerados. Tienen que distinguirse de los verbos de mando, cuyo genitivo es de tipo
partitivo: no es ya cuestión de un contacto que se hace que pese, sino de una
superioridad (o de una inferioridad) que es afirmada a partir de otro sujeto.
Hdt. 5, 28 Na/coj eu)daimoni/$ tw=n nh/swn proe/fere «Naxos superaba en fertilidad
a las otras islas».
Jen. An. 4, 8, 11 peritteu/sousin h(mw=n oi( pole/mioi «los enemigos nos
desbordarán».
Eur. Alc. 697 gunaiko/j, w)= ka/kisq ), h(sshme/noj «tú que te muestras inferior a una
mujer, ¡cobarde!».
Ar. Nub. 503 ou)de/n dioi/seij Xairefw=ntoj th\n fu/sin «por tu paso, no te
diferenciarás de Querefonte».
Observaciones.- Particularmente son numerosos los adjetivos que, sin tener ninguna vinculación con
los verbos precedentemente citados, indican la idea de estar apartado, de estar vacío de o puro de alguna
cosa, de ser diferente de: así decimos fi/lwn e)/rhmoj «privado de amigos», keno\j e)pisth/mhj «vacío de
ciencia», kaqaro\j fo/nou ta\j xei=raj «las manos puras de sangre derramada», a)/lla tw=n dikai/wn
«cosas diferentes de la justicia».
§ 468. El valor de la comparación, que el ablativo tiene de su significación
fundamental, está en la base de la construcción más frecuente del comparativo en
griego; esta ha podido secundariamente ejercer una influencia sobre el superlativo.
Sabemos que los dos sufijos, que sirven para formar el comparativo, es decir -i/wn y
-teroj, no implicaban por ellos mismos ninguna noción de comparación: el primero
definía cuantitativamente una modalidad interna, el segundo cualitativamente una
modalidad externa (cf. E. Benveniste Noms d’ agent et noms d’ action, pág. 115 y sig.);
uno era «valorativo», el otro «separativo». El ablativo indicaba, en el tipo -i/wn, el
patrón de donde se partía; en el tipo -teroj, la cualidad, considerada convencionalmente
como referencia, de donde se partía para oponerle el objeto. En todo caso, no había una
comparación preferencial, estando esta expresada por una construcción totalmente
diferente, con la ayuda de la partícula h)/, en la que el genitivo–ablativo no participa. Tal
estado aún lo encontramos en griego homérico; es evidente que, posteriormente,
numerosas interferencias se han producido entre los dos tipos como entre las dos
construcciones:
A 249 me/litoj gluki/wn r(e/en au)dh/ «salía una voz más dulce que la miel» reposa
sobre: «dulce (más o menos, cantidad variable) cuando partimos del patrón mismo de la
dulzura, la miel».
W 94 tou= d ) ou)/ ti mela/nteron e)/pleto e)/sqoj «no hubo un vestido más negro que
este (velo)» reposa sobre: «ningún velo fue de color negro –opuesto a blanco– cuando
se parte de este velo (considerado por convención como el parangón del negro)».
§ 469. Si estamos de acuerdo en ver en el genitivo de comparación un antiguo
ablativo, es difícil pronunciarse en lo que concierne al superlativo: ¿tiene que ver con
un genitivo-partitivo o con un genitivo-ablativo? El testimonio latino: altissima
arborum es formal, y concuerda con la construcción en scr. sarveṣām putrāṇām
pratamaH «el primero de todos los hijos»; sin embargo, un giro como visvasmād
adhamah «el más bajo (lit. = a partir de) de cada cosa», es decir, «el más bajo de todo»
29
(sin hablar de los cambios constantes entre los dos grados de la comparación) indica la
posibilidad del ablativo. En griego, si el genitivo partitivo 5 parece estar en el origen de
un gran número de construcciones probablemente hay otras –sobre todo en los ejemplos
mixtos– donde el ablativo de punto de partida se justifica mejor.
X 139 e)lafro/tatoj petehnw=n «la más rápida de las aves». El latín escoge entre
celerrima avium, inter aves, ex avibus y en época baja de avibus; aquí podemos llegar a
pensar en el ablativo «la más rápida cuando se parte de (otras) aves»; pero se justifica el
partitivo.
A 412 o(/ t ) a)/riston )Axaiw=n ou)de\n e)/tisen «porque él ha tratado sin honor al
más valiente de los aqueos». Podemos afirmar que, en este caso, el genitivo es partitivo.
Tuc. 1, 1 e)lpi/saj (to\n po/lemon) me/gan te e)/sesqai kai\ a)ciologw/taton tw=n
progegenhme/nwn «habiendo previsto que (la guerra) sería importante y la más
considerable (palabra a palabra: de las precedentes)». Aquí, estamos casi obligados a
suponer un ablativo de comparación: «la más considerable partiendo de las guerras
anteriores».
Observaciones.- El griego moderno no da ninguna indicación decisiva, ya que a)po\, que continúa
los empleos antiguos del genitivo ablativo y del genitivo partitivo a la vez, es empleado tantio con el
comparativo (pio\ plou/sioj a)p ) to\n Pe/tro «más rico que Pedro»), como con el superlativo (o( pio\
plou/sioj a)p ) o(/louj «el más rico de todos»). Sin embargo, al parecer es el ablativo de comparación que,
en griego antiguo, ha arrastrado al genitivo del superlativo.
§ 470. Sólo es al final del estudio del genitivo que podemos poner la compleja
cuestión del genitivo absoluto, del cual ya hablamos a propósito del participio (§ 224):
parece en efecto que diferentes tipos de genitivo formando parte de la frase ha podido,
ayudando el sentido, ser abstraídos y, con la ayuda del participio, constituir una especie
de oración independiente: el genitivo absoluto. Es probable que sean algunos genitivos,
partitivos o adnominales, acompañados por participios cualificativos que, ya sea en
cabeza de frase, ya sea en la cola, han podido dar la impresión de una determinación
accesoria susceptible de desprenderse. El genitivo partitivo ofrece ciertos giros
favorables, sea con verbos que indican a la persona que se alcanza, sea en algunas
determinaciones temporales; en otros casos es el genitivo adnominal que, acompañado
de un participio, da la impresión de estar a punto de desprenderse; pero es sin duda el
genitivo ablativo el que ha contribuido más a la formación de un giro autónomo. En
efecto, la noción de punto de partida, que se aplica igualmente a personas o cosas, se
prestaba tanto en sentido concreto como en sentido abstracto, a las circunstancias
temporales como a las circunstancias de manera: se podía partir de una persona como
de una actitud, de un momento como de una causa o de una hipótesis.
Q 118 tou= d ) i)qu\j memaw=toj a)ko/ntise Tude/oj ui(o/j «contra aquel que arremete
furiosamente contra él Tideo lanzó su jabalina». Era fácil el pasaje al siguiente sentido:
«como aquel arremetía furiosamente…».
Plat. Prot. 310 A th=j parelqou/shj nukto\j tauthsi/... th\n qu/ran t$= bakthri/#
sfo/dra e)/kroue «durante la noche anterior (gen. de tiempo)… él golpeaba
violentamente la puerta con su bastón». El genitivo de tiempo es casi siempre
destacado, podemos deslizarnos fácilmente al siguiente significado: «habiendo pasado
la noche…».
5
La importancia relativa del genitivo partitivo se encuentra aumentada si vemos en el sufijo *to un sufijo
que indica que la cualidad es impulsada a su grado más alto (cf. E. Benveniste, l. l. pág. 163 y ss.)
30
I 462 e)/nq ) e)moi\ ou)ke/ti pa/mpan e)rhtu/et ) e)n fresi\ qumo\j patro\j xwome/noio
kata\ me/gara strwfa=sqai «entonces mi corazón ya no se contenía en sus entrañas en
absoluto a vivir en (girar por) el palacio de un padre encolerizado». Patro\j xwome/noio
muestra, al final de la frase, una cierta independencia en relación con la palabra
me/gara, de la cual depende gramaticalmente: estamos en el camino de un valor
explicativo del genitivo absoluto: «mi padre estando irritado».
M 392 Sarph/donti d )a)/xoj ge/neto Glau/kou a)pio/ntoj «Sarpedón sintió pena de
la partida de Glauco (palabra a palabra: viniendo de la partida de Glauco)». Hace pensar
en numerosos verbos, que indican la causa exterior de un sentimiento, que se
construyen con un ablativo de punto de partida.
Observación general sobre la evolución del genitivo.
§ 471. Si el genitivo, en griego moderno, ha incorporado gran parte del antiguo
dativo propiamente dicho, no por esto resulta menos como muy empobrecido cuando
consideramos lo que han llegado a ser hoy en día sus funciones antiguas. Además, si
permanece muy vivo en singular en la mayor parte de los dialectos, solo es, por así
decir, empleado en el plural en las expresiones hechas.
Los empleos adnominales han permanecido intactos, en particular aquellos que
expresan la pertenencia o la cualidad: así to\ bibli/o tou= daska/lou «el libro del
maestro» o e(/na kape/llo th=j mo/daj «un sombrero a la moda». El genitivo se ha
conservado una doble posibilidad de ser subjetivo u objetivo, por ejemplo ta\ kla/mata
th=j ma/nnaj «las lágrimas de la madre» al lado de h( sullogh\ tou= ko/smou «el
pensamiento del mundo», es decir «el hecho de pensar el mundo»
Nada subsiste de los empleos partitivos, que son reemplazados por el acusativo,
precedido o no de preposiciones tales como a)po\ y gia\. Decimos trw/gw ywmi/ «como
pan» y no e)sqi/w a)/rtou; «uno de los hijos» se dice e(/na a)po\ ta\ paidia/ y no ei(=j
pai/dwn; un verbo como «acordarse de» se construye con gia\: qumou=mai gia\ th\n
patri/da «me acuerdo de mi país», en vez de me/mnhmai th=j patri/doj.
El destino del genitivo representando el ablativo es comparable: los verbos que
expresan un sentimiento son convertidos en transitivos, o su objeto está precedido por
a)po\: qauma/zw th\n o)morfia/ thj «admiro su belleza» en lugar de qauma/zw tou=
ka/llouj au)th=j y leute/rwse/ ton a)po\ to\ qa/nato «el lo libra de la muerte» en lugar
de h)leuqe/rwse au)to\n qa/natou. Hemos visto en § 469 (N.B) que los complementos
del comparativo y del superlativo son igualmente expresados con la ayuda de a)po\.
IV. Dativo
§ 472. El dativo griego es el caso más heterogéneo de la flexión, ya que los
sincretismos han reunido bajo una forma única un caso abstracto –el dativo
propiamente dicho– y dos casos concretos –el instrumental y el locativo. Hemos visto
(§ 406) que la originalidad del dativo consiste en un movimiento pendular que se
aproxima a su objeto hasta que lo toca, pero puede también, cesando de estar tangente,
retomar su primera posición: es a la vez dar y quitar, parecerse y diferenciarse,
ordenar y obedecer. Aunque a primera vista el dativo llamado de dirección parece
cercano al acusativo cuando es el término de movimiento dirigido, los dos casos se
oponen al máximo: el acusativo de un verbo de movimiento toma inmediatamente (y
totalmente) posesión del objeto, mientras que el dativo de dirección, en marcha hacia el
31
objeto, no podrá más que rozarlo (y también romper a continuación el contacto). El
locativo sitúa al objeto en el espacio o en el tiempo; no se excluye el movimiento en sí
mismo, excluye la dirección del movimiento; decimos pues: peripatei= e)n t%= kh/p%
«el se pasea por su jardín» porque el movimiento que se da no está orientado hacia un
destino y no sobrepasa los límites del jardín. El sincretismo del dativo y del locativo
tiene pues esta consecuencia curiosa que el mismo caso es apto para expresar la
dirección hacia el objeto, la dirección del alejamiento del objeto, y la ausencia de una
dirección tomando posesión del objeto. En cuanto al instrumental, expresa las
modalidades de la acción; en primer lugar, el medio al cual recurre para realizarse,
después las diferentes circunstancias que la acompañan (instrumental comitativo).
A. DATIVO PROPIAMETE DICHO
§ 473. Una de las funciones más evidentes del dativo –a la que ha dado nombre–, es
que expresa el hecho de dar (dido/nai ti/ tini). Pero, al llamarlo, como hacen algunos,
datiuus dandi, indicamos una parte de la realidad: el dativo es igualmente el caso del
rechazo, como en (fqonei=n ti/ tini). Seguramente, los verbos que implican un
movimiento hacia adelante son más numerosos que aquellos que comportan un
movimiento hacia atrás: pero no debemos olvidar que hay un datiuus inuidendi al lado
de un datiuus dandi, como se distingue a la vez un dativo de interés y un dativo de
detrimento. El dativo cuando expresa las relaciones de persona a persona, estas
pueden ser positivos y negativas, no sólo en el movimiento que implican, sino en su
mismo objeto: podemos ofrecer una ventaja (o traer un perjuicio), de la misma forma
que podemos rehusar una ventaja (o rechazar un perjuicio).
§ 474. Los principales verbos que implican estas disposiciones negativas o positivas
se vinculan a los tipos siguientes: aportar y quitar (fe/rein, a(fairei=sqai), ayudar y
estorbar (bohqei=n, e)noxlei=n), obedecer y sublevarse (pei/qesqai, stasia/zein),
decir, ordenar (le/gein, e)piste/llein), encontrarse a la disposición de, pertenecer a
(ei)=nai «estar en», u(pa/rxein seguidos del dativo de la persona con un sujeto de cosa).
Plat. Leyes 835 B t$= po/lei ke/rdoj h)\ zhmi/an fe/rein «aportar al estado un
beneficio o un perjuicio».
a 9 au)ta\r o( toi=sin a)fei/leto no/stimon h)=mar «pero él [Poseidón] les privó del
día del retorno».
Hdt. 1, 82 bohqhsa/ntwn )Argei/wn t$= sfete/r$ a)potamnome/n$ «al correr los
argivos a defender el territorio que se les había quitado (tomado)».
Jen. An. 2, 5, 13 oi)=mai a)\n pau=sai e)noxlou=nta a)ei\ t$= u(mete/r# eu)daimoni/#
«pienso que podría poner fin a lo que perturba vuestra felicidad».
Sóf. Ant. 67 toi=j e)n te/lei bebw=si pei/somai «obedeceré a los que están en el
poder».
Jen. An. 2, 5, 28 ei)dw\j au)to\n kai\ suggegenhme/non Tissafe/rnei... kai\
stasia/zonta au)t%= «puesto que sabía que había tenido una entrevista con Tisafernes...
y que preparaba una sedición contra él».
A 295 a)/lloisin dh\ tau=t ) e)pite/lleo «da a otros tales órdenes».
Y 173 e)nne/a t%= ge a)/nakti trapezh=ej ku/nej h)=san «el soberano tenía nueve
perros domésticos».
32
§ 475. Entre la idea de destinación (positiva o negativa), que el dativo expresa, y la
dirección que expresa el acusativo, existen contactos naturales, igual que en las lenguas
que no poseen (o no poseen ya) estos dos casos que se oponen: ¿no decimos, en
castellano, «voy hacia Grecia», como, por otro lado, en griego moderno feu/gw gia\ th\n
(Ella/da?. La lengua de la poesía, como es también el caso del latín (Virg. En. 2, 553
lateri capulo tenus abdidit ensem «él clavó hasta la empuñadura la espada en su
flanco»), ha hecho de este giro un gran uso; por el contrario, la prosa lo utiliza muy
raramente, por lo menos cuando el verbo no es precisado por un preverbio. Por otro
lado, muchos ejemplos pueden ser explicados por una idea de intención, amical u hostil.
e 374 prhnh\j a(li\ ka/ppese «saltó de cabeza al mar».
E 174 Dii+\ xei=raj a)nasxw/n «elevando sus manos a Zeus». No hay sólo un gesto,
hecho en dirección a Zeus, sino también el deseo, por este gesto, de llamar su atención.
Podemos remarcar, además, que, incluso en estos ejemplos poéticos, los verbos poseen
a menudo preverbios.
m 257 xei=raj e)moi\ o)re/gontaj «tendiendo los brazos hacia mí». Parece bastante
diferente de O 371 xei=r ) o)re/gwn ei)j ou)rano/n «elevando las manos hacia el cielo»,
que es más espacial.
Tuc. 3, 33 w(j g$= e(kou/sioj ou) sxh/swn a)/ll$ h)\ Peloponnh/s% «como si
voluntariamente no fuese a tocar otra tierra que el Peloponeso». Este uso técnico es de
los raros ejemplos de dativo de destinación con un verbo simple en prosa ática.
Plat. Cárm. 155 C e)mble/yaj au)t%= ei)=pen «después de echarle una ojeada, dijo».
§ 476. El doble valor de movimiento adelante y atrás, cuando se aplica al espacio, se
torna alejamiento, aproximación, cercanía (paraxwrei=n, a)panta=n, plhsi/on ei)=nai):
la última noción comporta las posibilidades normales de aproximación que podemos
efectuar, rechazar, o dejar en estado de virtualidades. Pasando al terreno figurado 6 ,
tendremos la diferencia y la semejanza (o(moi=oj, a)no/moioj), la conveniencia y la
inconveniencia (pre/pei, a)preph/j), la igualdad y la desigualdad (i)/soj, a)/nisoj), etc.
Jen. Hel. 5, 4, 28 tw=n qerapo/ntwn t%= deome/n% parexw/rei «cedía el sitio al que,
entre los clientes (de su padre), se lo pedía».
M 112 su\n au)toi=sin (toi=j i(/ppoij) pe/lasen nh/essi qo$=sin «se acercó con sus
propios caballos a las rápidas naves».
Eur. If. Ául. 1551 h( de\ staqei=sa t%= teko/nti plhsi/on «deteniéndose ella junto a
su padre».
Jen. Cirop. 5, 1, 4 o(moi/an tai=j dou/laij ei)=xe th\n e)sqh=ta «llevaba un vestido
parecido al de las esclavas», como en Jen. Mem. 3, 8, 9 pw=j to\ t%= kal%= a)no/moion
kalo\n a)\n ei)/h; «¿Cómo podría ser el bien aquello que es distinto del bien?».
Plat. Ap. 36 D ti/ ou)=n pre/pei a)ndri\ pe/nhti; «¿Y qué conviene a un ciudadano
pobre?».
Isócr. 4, 13 xalepo/n e)stin i)/souj tou\j lo/gouj t%= mege/qei tw=n e)/rgwn a)neurei=n
«es difícil encontrar discursos iguales a la magnitud de los hechos».
§ 477. No hay, entre el datiuus dandi y el datiuus commodi, ninguna diferencia
fundamental, sino una diferencia de grado: el primero implica una estrecha relación
entre la idea expresada por el verbo y su objeto, mientras que la acción verbal, en el
segundo caso, se enriquece de una idea de destinación que no es necesaria a su
expresión. Seguramente, podemos decir ei)=pe «el dice», pero esperamos que la palabra
6
Como se trata entonces de cualidades, tenemos más adjetivos que verbos.
33
sea dirigida hacia una persona; al contrario, en P 242 e)m$= kefal$= peridei/dia «temo
por mi propia cabeza», e)m$= kefal$= se añade a lo que expresa peridei/dia. De hecho,
muchos verbos que se construyen con dativo revelan más bien un dativo de interés que
un dativo propiamente dicho (dotikh/): así e)painei=n (o me/mfesqai) «aprobar,
reprobar» están más estrechamente ligados a su objeto «dar o rehusar su aprobación a
alguien», que eu(= (kakw=j) fronei=n «tener buenos (malos) sentimientos hacia alguien».
Será lo mismo para a)mu/nein, que significa «dar su apoyo a alguien», en vez de su
sinónimo a)peru/kein «tener un daño lejos de alguien». A su vez, el dativo de interés se
degrada insensiblemente en dativo de punto de vista, dativo expletivo –así llamado
porque nuestra lengua encuentra poco útil expresar una notación de persona, cuando
esta no juega un papel en la acción. El dativo de interés permite la expresión de cantidad
de matices, que se sacan del mismo contexto, gracias a esta libertad del complemento
respecto del verbo que nosotros señalamos al instante. Seguramente, existen grupos
particularmente frecuentes como dika/zein tini/ «juzgar a favor de alguien», yhfi/zein
tini/ «votar por la moción de alguien», xoro\n i(sta/nai o e(orth\n a)/gein qew= «instituir
los coros» o «celebrar una fiesta religiosa en honor de un dios». Pero lo que es
característico del dativo de interés, es que el sentido que da a la frase se deduce de la
frase misma.
Y 677 Eu)ru/aloj de/ oi( oi(=oj a)ni/stato «y tan sólo se levantó para [luchar contra]
él Euríalo». Nada en a)ni/stamai indica necesariamente la hostilidad o rivalidad que
opone Euríalo a su adversario, pero, al tratarse de un combate, se sabe que los dos
hombres se dirigen el uno contra el otro.
A 68 toi=si d ) a)ne/sth Ka/lxaj «se levantó Calcante para [arengar]les». El mismo
verbo indica aquí que Calcas se levanta para hablar a los aqueos; se sabe porque
Aquiles acaba de sentarse después de haber públicamente pedido los consejos de los
adivinos; sin duda, hay también un matiz como: «para el bien de todos, Calcas se
levantó» (cf. v. 73).
§ 478. El dativo de punto de vista es aún menos acentuado: no se trata tanto de
interés o de detrimento, sino de un punto de vista desinteresado. Uno se coloca, sea en
su punto de vista personal, sea en el de otro y, muy a menudo, en un punto de vista
general:
Eur. Med. 580 e)moi\ ga\r, o(/stij a)/dikoj w)\n sofo\j le/gein pe/fuke, plei/sthn
zhmi/an o)fliska/nei «para mí, el hombre injusto que es hábil hablando merece la pena
más severa».
Y 595 ...dai/mosin ei)=nai a)litro/j «ser culpable ante las divinidades».
Sóf. Ant. 904 kai/toi s ) e)gw\ )ti/mhsa toi=j fronou=sin eu)= «pero yo te honré
debidamente en opinión de los sensatos».
§ 479. Es el dativo de interés, y más aún, el dativo de punto de vista, que explica la
construcción ordinaria de los adjetivos verbales en -to/j y -te/oj; es el mismo dativo
que expresa, al menos aparentemente, el agente de la acción dependiente de un tema de
perfecto. Decimos generalmente que el dativo equivale a u(po\ seguido de genitivo en
los otros temas: pero en realidad, el perfecto expresa un estado adquirido y, así ta\
pepragme/na h(mi=n no puede significar: «las cosas que hemos hecho por nosotros
mismos», sino: «el trabajo hecho en lo que a nosotros nos concierne, por nuestra
parte». De la misma manera los adjetivos en -to/j, -te/oj indican una posibilidad a
considerar o una necesidad a la que se debe hacer frente –posibilidad y necesidad que
conciernen al interesado.
34
Hdt. 6, 123 w(/j moi pro/teron dedh/lwtai «tal como se ha indicado / demostrado
anteriormente por mi parte» o «como se ha establecido por mi demostración».
Ar. Lisís. 656 a)=ra grukto/n e)stin u(mi=n «¿Acaso tenéis algo que gruñir?».
Jen. Mem. 3, 6, 3 w)felhte/a soi h( po/lij e)sti/n «la ciudad debe ser beneficiada por
ti / en lo que concierne a ti».
§ 480. El dativo «expletivo», que es llamado más justamente dativo ético, debía ser
particularmente frecuente en la lengua de la conversación: es una llamada llena de
vivacidad al interés que el interlocutor puede aportar personalmente en/a la acción o la
persona de que se trate:
Hdt. 5, 30 )Artafre/nhj u(mi/n (Usta/speo/j e)sti pai=j «Artáfrenes, lo sabéis, es
hijo de Histaspes».
Plat. Rep. 343 ei)pe/ moi... ti/tqh soi e)/sti; -Ti/ de/; h)=n d ) e)gw/! ou)k a)pokri/nesqai
xrh=n ma=llon h)\ toiau=ta e)rwta=n; - (/Oti toi/ se, e)/fh, koruzw=nta perior#= kai\ ou)k
a)pomu/ttei deo/menon, o(/j ge au)t$= ou)de\ pro/bata ou)de\ poime/na gignw/skeij
«–Dime... ¿tienes nodriza? –¿A qué viene esto?, pregunté, ¿Acaso no convendría más
que respondieras que no que me hicieras estas preguntas? –Porque, dijo, ella te deja
moqueando y no te limpia los mocos cuando lo necesitas, es decir, para ella (en lo que
la concierne) no sabes distinguir entre las ovejas y el pastor».
Observaciones.- La partícula toi, al principio del ejemplo precedente, debe su existencia a un valor
«ético» del dativo átono de la segunda persona toi, pasado secundariamente a soi (cf. § 764).
B. DATIVO INSTRUMENTAL
§ 481. El instrumental indoeuropeo indica con quien (o con que) es hecha la acción:
la significación primitiva del caso era la de una persona que se asocia a la acción, o de
una cosa que sirve a la acción: después esta asociación y esta utilización han sido
consideradas como medios de realizar la acción. Un giro como e)/tuye pai=da t$=
r(a/bdw «el hirió a un niño con su bastón», significa menos «sirviéndose de su bastón»
que «el hirió a un niño, con el bastón en la mano». Así muchas de las lenguas
indoeuropeas que conservan el instrumental lo emplean muy frecuentemente como
comitativo; el griego mismo, cuando el dativo ha sido alcanzado morfológicamente, ha
recurrido a la perífrasis con la ayuda de meta\, es decir, de una preposición de sentido
comitativo, para expresar el acompañamiento y el instrumento todo a la vez.
Examinaremos sucesivamente los valores comitativos y los valores instrumentales.
§ 482. Los verbos y adjetivos que expresan una comunidad entre personas, o una
mezcla si se trata de objetos, se construyen con dativo comitativo. Esta comunidad
puede ser concreta –como en e(/pesqai «seguir» (es decir «ir en concierto con
alguien»)–, pero más a menudo se utiliza en sentido figurado, como en koinou=sqai
«ponerse de acuerdo», o(mologei=n «entenderse», o(milei=n «tener relaciones con»; puede
ser amistosa, como en los últimos ejemplos, u hostil: una lucha, una rivalidad son
comunes a los dos adversarios que ellas oponen –así en los verbos como ma/xesqai
«combatir», e)ri/zein «luchar con» 7 . En cuanto a la mezcla de objetos, podrá ser
expresada por verbos como mignu/mai «mezclar», kerannu/nai «mezclar», etc.
7
El dativo de hostilidad puede haber jugado también un papel en estas construcciones.
35
P 154 o(\j kai\ qnhto\j e)w\n e(/peq ) i(/ppoij a)qana/toisi «[corcel] que, no obstante su
condición de mortal, seguía a los caballos inmortales».
Jen. Mem. 1, 2, 60 toi=j mh\ e)/xousi xrh/mata dido/nai ou)k e)/qelon diale/gesqai
«no querían hablar con los que no tenían dinero para pagar».
Tuc. 1, 73 fame\n Maraqw=ni mo/noi prokinduneu=sai t%= barba/r% «afirmamos,
ciertamente, que en Maratón nosotros solos afrontamos el peligro ante los bárbaros».
Himn. Dem. 209 mei/casan glh/xwni terei/n$ «después de haber hecho una mezcla
(agua y harina) con menta suave».
§ 483. Caso esencialmente concreto, el comitativo podría expresar las circunstancias
unidas a la acción con una libertad de la cual los casos gramaticales, que expresan las
relaciones lógicas, no son susceptibles. Además, sus posibilidades han sido
constantemente disminuidas y reducidas a poco: cuando se trataba de cosas concretas,
el comitativo ha tenido la tendencia cada vez mayor a apoyarse en una preposición;
cuando era cuestión de cualidades abstractas, el comitativo veía borrar su valor de caso
y confundirse este valor con las formas estereotipadas que son los adverbios.
§ 484. Se ha mantenido en griego un antiguo uso (frecuentemente atestiguado en las
lenguas indoeuropeas: cf. latín omnibus copiis proficiscitur) que consiste en emplear el
comitativo sin preposición para designar las tropas (u otros medios militares) con las
que opera el comandante de la guerra. Fuera de casos de este género, el ático no conoce
más que una forma de emplear el comitativo sin preposición cuando se trata de
personas o de objetos; es la de asociar al dativo con el pronombre de identidad au)to/j.
Jen. An. 7, 3, 43 e)gw\ me\n h(gh/somai toi=j i(/ppoij «yo iré delante con la caballería»
o Jen. Hel. 1, 4, 11 )Alkibia/dhj kate/pleusen ei)j Pa/ron nausi\n ei)/kosin
«Alcibíades navega hacia Paros con veinte naves».
Tuc. 4, 14 pe/nte (nau=j) e)/labon kai\ mi/an tou/twn au)toi=j a)ndra/sin «apresaron
cinco naves, una de ellas con toda su tripulación».
Observaciones.- Incluso en esta expresión, sentía a veces la necesidad de reforzar el valor comitativo
del caso con la ayuda de una preposición: así Jen. Hel. 4, 8, 21 Tigra/nhn... lamba/nei su\n au)t$= t$=
gunaiki/ «se apodera de Tigrane … con su mujer».
§ 485. El empleo del comitativo para expresar las condiciones que rodean la acción
ha permanecido más libre (y más vago): tales ejemplos han tenido la tendencia a
desprenderse de la frase, en la que no estaban profundamente implicados, para
convertirse en simples adverbios (precedidos o no de preposiciones). Es el uso que
muestra si es posible o no el empleo del caso sin preposición: de los tres ejemplos
siguientes el primero sería imposible en ático, el segundo insólito, aunque no expresan
menos que el tercero las condiciones que envuelven la acción.
A 418 tw= se kak$= ai)/s$ te/kon e)n mega/roisi «en hora aciaga te di a luz en mi
palacio».
Hdt. 6, 139 e)pea\n Bore/$ a)ne/m%... e)canu/s$ nhu=j e)k th=j u(mete/rhj e)j th\n
h(mete/rhn, to/te paradw/somen «cuando, con el viento del norte... llegue una nave de
vuestro país al nuestro, entonces ese día os lo entregaremos».
Tuc. 8, 27 a)telei= t$= ni/k$ a)po\ th=j Milh/tou a)ne/sthsan «con una victoria
inacabada, partieron (los atenienses) de Mileto».
§ 486. Cuando se trata de una actitud moral, es a veces imposible distinguir los
dativos que aún son entendidos como casos, de otros dativos, que no son en realidad
36
más que adverbios. De los ejemplos siguientes, el primero es aún un caso, mientras que
el segundo es ya casi un adverbio.
Jen. Cirop. 4, 2, 21 i)/wmen r(w/m$ kai\ qum%= e)pi\ tou\j polemi/ouj «marchemos con
fuerza y resolución contra los enemigos».
Sóf. Edp. C. 759 h( d ) oi)/koi ple/on di/k$ se/boit ) a)\n, ou)=sa sh\ pa/lai tro/foj
«pero tu (ciudad) natal puede con justicia ser más venerada, ella que desde antiguo te ha
criado».
§ 487. El dativo instrumental expresa el medio, la materia, en sentido propio como
figurado: no es solamente la herramienta de la que uno se sirve, ni la materia con la
que está hecho el objeto; es también la causa de un estado, el precio por el cual se paga
una compra (o por el que expiamos una falta), es el objeto de un sentimiento
experimentado, su materia por así decir: muchos verbos se construyen con dativo por
esta última razón.
Ar. Avispas 222 h)/dh pot ) au)tou\j toi=j li/qoij ballh/somen «ahora nosotros los
heriremos con piedras».
t 563 ai( me\n ga\r kera/essi teteu/xatai, ai( d )e)le/fanti «una [de las puertas]
está hecha de cuerno, la otra de marfil»:
q 324 qeai\ me/non ai)doi= oi)/koi e(ka/sth «las diosas permanecieron, cada una, en su
casa por pudor».
H 473 oi)ni/zonto... a)/lloi me\n xalk%=, a)/lloi d ) ai)/qwni sidh/r% «[los aqueos]
compraron vino... unos con bronce, otros con luciente hierro».
Hdt. 6, 21 e)zhmi/wsa/n min... xili/$si draxm$=si «ellos le multaron... con mil
dracmas».
§ 488. A esta idea de precio, gracias al cual adquirimos un objeto, se vinculan los
sentidos de medida de la cual nos servimos para evaluar una magnitud y, en sentido
figurado, la conjetura de la cual uno se ayuda para tratar de comprender lo
desconocido.
Hdt. 2, 6 o)rgui$=si memetrh/kasi th\n xw/rhn «han medido el suelo por brazas».
Tuc. 1, 9 ei)ka/zein xrh\ kai\ tau/t$ t$= stratei/# oi(=a h(=n ta\ pro\ au)th=j «por esta
expedición militar, asimismo, hay que conjeturar sobre las fuerzas militares que existían
anteriormente».
§ 489. Los verbos que admiten un dativo instrumental que se aplica al objeto del
sentimiento –que es su materia y su causa– son susceptibles de expresar todas las
actitudes morales que podemos tomar: así alegrarse y afligirse (xai/rein, lupei=sqai),
contentarse de y estar descontento de (ste/rgein, xalepai/nein), estar orgulloso de
(e)pai/resqai), indignarse de y divertirse con (a)ganaktei=n, gela=n), etc.
Jen. Mem. 2, 1, 16 a)/nqrwpon... polutelesta/t$ diai/t$ xai/ronta «un hombre...
que se complace con una vida regaladísima».
Jen. An. 5, 5, 24 xalepai/nontej toi=j ei)rhme/noij «irritados con lo que había
dicho».
e 176 a)gallo/menai Dio\j ou)/r% «[las naves]... ufanas con el viento favorable de
Zeus».
Plat. Leyes 716 h)\ xrh/masin e)pairo/menoj, h)\ timai=j, h)\ kai\ sw/matoj eu)morfi/#
«exaltado por las riquezas, por los honores o por la belleza del cuerpo».
Plat. Fedón 63 B ou)k a)ganaktw=n t%= qana/t% «... que no se irritara contra la
muerte».
37
Observaciones.- El instrumental puede ser bastante débil para equipararlo a un acusativo de
relación, como en Jen. An. 2, 6, 9 stugno\j h)=n kai\ t$= fwn$= traxu/j «el ha sido desagradable y rudo de
voz». Ambos giros siempre han coexistido conjuntamente en griego clásico; pero, en la lengua de la
Koinh/, el dativo de relación se desarrolla a expensas del acusativo del mismo tipo (así Mat. 5, 3 y sig.:
ptwxoi\ t%= pneu/mati «pobres de espíritu», kaqaroi\ t$= kardi/# «puros de corazón», etc.) antes que
ambos giros no sean igualmente heridos de muerte.
C. DATIVO LOCATIVO
§ 490. Ya en época antigua, el dativo locativo aparecía como más frágil que el
dativo instrumental: el papel de las preposiciones (principalmente e)n) que lo sostienen y
lo precisan desde un buen principio preponderante. Se relaciona no solamente con el
espacio, sino también con el tiempo. Sitúa un punto en el espacio, un momento en el
tiempo (o lo que podemos considerar como tal): como siempre en griego, es el punto de
vista subjetivo que vence sobre el punto de vista objetivo. Poco importa que el punto sea
móvil (o no); poco importa que el momento comporte (o no) un gran lapso de tiempo: lo
que está excluido es que el objeto, si es móvil, sea dirigido; es que el momento, si se
prolonga en la realidad, pueda desarrollarse en duración a los ojos de aquel que habla.
§ 491. Para el locativo espacial, el dativo sin preposición es empleado en ático en
los nombres de lugar muy corrientes, cuyo carácter local no había necesidad de señalar
con una preposición: así Maraqw=ni «en Maratón», Plataiai=j «en Platea», Delfoi=j
«en Delfos», )Eleusi=ni «en Eleusis». Pero estos dativos casi no son formas casuales;
tienen la rigidez de los adverbios: no podemos decir: *Lakedai/moni «en Esparta»
como Maraqw=ni, ni *Surakou/saij «en Siracusa» como Plataiai=j. Además,
incluso cuando se trata de las dos victorias constantemente asociadas de Maratón y de
Salamina, existe la tendencia a variar el giro empleando e)n en el segundo caso:
Tuc. 1, 73 fame\n Maraqw=ni mo/noi prokinduneu=sai t%= barba/r% «afirmamos,
ciertamente, que en Maratón nosotros solos afrontamos el peligro ante los bárbaros».
Plat. Men. 241 B tw=n te Maraqw=ni maxesame/nwn kai\ tw=n e)n Salami=ni
naumaxhsa/ntwn «de los que combatieron en Maratón y de los que lucharon por mar
en Salamina».
Podemos medir la importancia del retroceso que ha sufrido el dativo locativo
espacial, entre Homero y el ático, cuando vemos con qué libertad el dativo locativo sin
preposición es empleado en la epopeya:
Z 477 do/te to/nde gene/sqai pai=d )e)mo/n... a)riprepe/a Trw/essin «concededme que
este hijo mío sea... ilustre entre los troyanos». Sin embargo puede ser entendido como
un dativo propiamente dicho (= para).
P 473 teu/xea d ) (/Ektwr... e)/xwn w)/moisin a)ga/lletai Ai)aki/dao «... y Héctor se
vanagloria de llevar sobre sus hombros las armas del Eácida».
§ 492. Un objeto en movimiento, desde el momento en que el movimiento no está
dirigido, está situado en el espacio con la ayuda del locativo (con o sin preposición,
siguiendo la época); basta por el contrario, incluso con un verbo que exprese
inmovilidad, que la idea de dirección sea pensada para que el acusativo resulte
necesario:
38
B 209 ku=ma polufloi/sboio qala/sshj ai)gial%= mega/l% bre/metai «el oleaje
del estruendoso mar brama en la anchurosa playa». Las olas, en su movimiento
incesante, permanecen, sin embargo, dentro de los límites de su dominio.
Esq. Ag. 834 i)o\j kardi/an prosh/menoj «un dardo clavado en su corazón». Aquí
vence la consideración de la dirección: el dardo ha ido a clavarse en el corazón.
§ 493. El dativo de tiempo se emplea sin preposición en ático para indicar una
fecha, un momento, un tiempo, que están determinados, sea por ellos mismos, sea por
indicaciones precisas que les acompañan. Así, una fecha en cifras, una fiesta que se
repite regularmente llevan en ellas mismas su determinación; si se trata de un año, de
una estación, de un acontecimiento, se ha de precisar de qué año, de qué estación, de
qué acontecimiento se quiere hablar. Por el contrario, la lengua poética emplea a su
gusto el locativo de tiempo, incluso sin ninguna de estas determinaciones.
Dem. 19, 57 h( ei)rh/nh e)lafhboliw=noj e)na/t$ e)pi\ de/ka e)ge/neto «la paz tuvo
lugar el día diecinueve del mes de Elafebolión».
Lis. 1, 20 w(j Qesmofori/oij... %)/xeto ei)j to\ i(ero\n meta\ th=j mhtro\j th=j e)kei/nou
«como en las Tesmoforias (decía ella)... (ella) había acompañado al templo a la madre
de aquél».
Hdt. 3, 131 prw/t% e)/tei u(pereba/leto tou\j a)/llouj i)htrou/j «en su primer año de
estancia superó a los demás médicos».
Tuc. 3, 54 ma/x$ t$= e)n h(mete/r# g$= genome/n$ paregeno/meqa u(mi=n «en la batalla,
que tuvo lugar en nuestra tierra, nosotros os hemos socorrido».
o 34 nukti\ d ) o(mw=j plei/ein «sino que tú sigue navegando de noche».
Sóf. Ant. 336 tou=to (ge/noj) kai\ poliou= pe/ran po/ntou xeimeri/% no/t% xwrei=
«esta raza cruza la extensión del espumoso ponto, bajo el noto proceloso».
Observación general sobre la evolución del dativo.
§ 494. El dativo es el único caso de la antigua flexión que ha desaparecido
completamente hoy en día de la lengua hablada. Vemos que, desde la época clásica, el
dativo, en tanto que heredero del comitativo y del locativo, daba signos de
debilitamiento y debía ser sostenido por las preposiciones. Todo sucede como si, de las
funciones ejercidas por el dativo griego, las más concretas –el locativo y el
instrumental– hubieran sido las primeras alcanzadas (heridas), mientras que el dativo
–caso abstracto– ha ofrecido mucha más resistencia (cf. § 405).
1º A partir de nuestra era, la distinción entre la inmovilidad del locativo y el
movimiento dirigido del acusativo, ha tendido a borrarse, en beneficio del acusativo: en
los documentos los menos alejados de la lengua hablada, los Evangelios o los papiros
privados por ejemplo, leemos testimonios tan netos como Marco (13, 16): o( ei)j to\n
a)gro\n mh\ e)pistreya/tw ei)j ta\ o)pi/ssw «el que esté en su campo, que no retorne
atrás» o Pap. Oxy. VI nº 929 (siglo II): tau=ta de\ pa/nta sunenh= ei)j to\n xitw=na
«todo estaba junto, en la túnica».
2º Para precisar el sentido del instrumental propiamente dicho, la lengua ha
ensayado diversas preposiciones: e)n, que aparece incluso alguna vez bajo la pluma de
un aticista como Luciano (Dial. mort. 23, 3 kaqiko/menon e)n t$= r(a/bd% «tocado por la
varita de Hermes»); dia\ «por el canal de» cuyas relaciones eran estrechas con el sentido
general del instrumental, pero que la lengua debió abandonar porque esta preposición
era llevada al nuevo sentido de «por»; en fin meta\, que daba una expresión común al
comitativo y al instrumental: en el siglo III y en el IV, las recetas mágicas sobre papiro
39
emplean frecuentemente la expresión gra/fe meta\ me/lanoj «escribe con tinta » y, a
partir del siglo VII, gra/fe meta\ me/lan.
3º El dativo propiamente dicho parece haberse mantenido hasta el siglo VII o el
siglo VIII; pero podemos admitir que en el siglo X ya no es empleado: ¿no vemos
dativos empleados sistemáticamente en textos bizantinos en lugar de acusativos, por
ejemplo en la Vita Euthymii (cf. J. Humbert, Disparition du Datif, pág 187 sgs.)?
§ 495. El estado del griego moderno es el final normal de estas tendencias. Decimos
hoy en día indiferentemente me/nw sto\ spi/ti y pa/w sto\ spi/ti «yo estoy en casa» y
«yo voy a casa». El valor de acompañamiento y el de instrumento se expresan
igualmente con la ayuda de me\, forma reducida de meta\: perpatw= me\ mpastou=ni «yo
camino con una caña» y xtupw= me\ to\ mpastou=ni «yo hiero con una caña». El dativo
propiamente dicho ha sido vencido por el genitivo, excepto en los dialectos
septentrionales en los que el acusativo ha sido elegido, decimos: di/nw tou= pate/ra
(dialectalmente di/nw to\n pate/ra) en lugar de di/dwmi t%= patri/. Sólo permanece en la
lengua oficial y escrita, en la que aún es (y muy artificialmente) empleado.
V. Vocativo
§ 496. Tardíamente considerado como un caso por la gramática antigua (cf. § 403),
el vocativo, cuyas características morfológicas son exclusivamente negativas cuando no
se confunden con el nominativo, no existe en categorías tan importantes como los
pronombres personales, los adjetivos posesivos, los adjetivos y pronombres
demostrativos: este caso que, según su definición, sirve para llamar, falta en su/, como
en e)mo/j o en ou(=toj. Constituye en realidad una proposición exclamativa, una suerte
de inciso, que está en la frase donde figura como un cuerpo extraño: hay una pausa (o
más bien dos) que, si bien son ligeras, ponen aparte el vocativo. Un signo seguro de
esta autonomía puede ser visto en los ejemplos homéricos, en los que el vocativo está
inmediatamente seguido de una partícula de enlace: así A 282 )Atrei/dh, su\ de\ pau=e
teo\n me/noj «Atrida! Pon un tope a tu cólera».
§ 497. Hemos visto anteriormente (§ 414, ss.) que había desde el indoeuropeo,
posibilidad para el vocativo de asociarse con el nominativo: formas parcialmente
comunes en el singular, siempre comunes en el plural, les mantenían estrechamente en
contacto, y también el hecho de que los dos casos, uno y otro, no están implicados en la
frase. Circunstancias particulares o de orden más general justifican estas aparentes
incoherencias. Es un hecho que el más grande número de ejemplos citados pertenece a
la epopeya, y que los versos no habrían sido posibles si las formas normalmente
esperadas hubieran sido empleadas: así en D 189 ai)\ ga\r dh\ ou(/twj ei)/h, fi/loj w)=
Mene/lae «pueda ser así, ¡mi querido Menelao!», no hay medio de hacer entrar en el
hexámetro w)= fi/le Mene/lae. En otro lugar, dos nominativos son arrastrados porque un
adjetivo posesivo, desprovisto como tal de vocativo, les acompaña t 406 gambro\j e)mo\j
quga/thr te, ti/qesq ) o)/nom ) o(/tti/ ke ei)/pw «mi yerno y mi hija, dad al (niño) el nombre
que yo diga». Hemos visto que la separación entre el nominativo interpelativo (o
exclamativo) y el vocativo era difícil de hacer, y que el contenido atributivo puede a
menudo justificar un nominativo.
40
§ 498. Sea como sea, no existen solo las intrusiones del nominativo a expensas del
vocativo: este último puede hacer el oficio de atributo en un grupo de palabras
relacionadas con un vocativo. Quizá hace falta ver la tendencia bien conocida de
concordar casi mecánicamente el atributo con el sustantivo con el que se relaciona;
puede ser que el escritor haya tenido el sentimiento de que la interpelación en vocativo,
formando un todo, debía recoger en todos sus términos las características del vocativo.
En todo caso, hay un cambio, no un deslizamiento: la evolución misma de la lengua nos
demuestra la solidez del vocativo. Los ejemplos son bastante raros:
Eur. Troy. 1221 su\ d ) w)= pot ) ou)=sa kalli/nike... mh=ter tropai/wn «y tú, [arma]
en otro tiempo vencedora... madre de innumerables trofeos».
Teocr. XVII, 66 )/Olbie, kou=re, ge/noio «¡Sé feliz, joven!».
§ 499. La historia del vocativo, de Homero a la Koinh/, está unida al extraordinario
desarrollo que ha tomado la interjección w)=. Expresa sin duda por ella misma la
insistencia, ha terminado por asociarse estrechamente al vocativo y por perder su
autonomía. Presupone un cierto pie de igualdad con la persona a la que se dirige: a
menudo remarcamos que, al menos en la epopeya, el poeta no usa jamás w)= cuando un
hombre habla a un Dios, o un inferior a un superior. Como es poco empleada, guarda un
valor expresivo: su presencia siempre tiene una significación.
E 348 Ei)=ke, Dio\j qu/gater, pole/mou kai\ dhϊoth=toj «Abandona, hija de Zeus, el
combate y la lid». Diomedes se dirige así a la diosa Afrodita, que, sin embargo, no duda
en herir.
A 158 a)lla\ soi/, w)= me/g ) a)naide/j, a(/m ) e(spo/meq ) «sino que te seguimos a ti,
grandísimo insolente». Aquiles, fuera de sí, pierde el sentimiento de toda deferencia y
cortesía hacia el jefe de la confederación.
A 74 )=W )Axileu=, ke/leai/ me, Dii++\ fi/le, muqh/sasqai «¡Oh Aquiles, caro a Zeus!
Me invitas a explicar...». Así se traduce la llamada de Calcas a Aquiles, de quien
requiere la protección, antes de hacer las revelaciones que van a provocar la disputa.
§ 500. La situación es otra en Heródoto, en la obra del cual la proporción de w)= a un
simple vocativo es de un 60%: si el historiador no utiliza w)= delante de un nombre propio
(que es la designación oficial de una persona), la interjección resulta muy frecuente,
incluso cuando es un súbdito quien habla a su soberano:
Hdt. I, 108 (/Arpage, prh=gma to\ a)\n toi prosqe/w, mhdamw=j paraxrh/s$
«Harpago, no tomes a la ligera el encargo que te voy a dar», a lo cual Harpago
responde: )=W basileu=... ou)... parei=dej a)ndri\ t%=de a)/xari ou)de/n «Oh rey... nunca
jamás has advertido en éste tu siervo nada que pudiera disgustarte».
§ 501. En ático, en Platón en particular, w)= aparece como la cortesía más banal: en el
Banquete, sobre 70 vocativos, existen 6 que no están precedidos por w)=. Es la ausencia
de w)= la que es significativa: una emoción viva, una llamada patética, un vivo
descontento, una parodia de gran estilo, o el deseo de tener, por una fórmula un poco
seca, alguien a distancia (como se hace con un esclavo), o simplemente una brusca
invitación. Compararemos frente a la pág. 194 A–E, donde todos los vocativos están
precedidos de w)=, dos casos como:
174 E )=W, fa/nai, )Aristo/dhme, ei)j kalo\n h)/keij «Oh Aristodemo», dijo, «llegas
en buen momento» y 175 A Su\ d ), h)= d )o(/j, )Aristo/dhme, par ) )Eruci/maxon
katakli/nou «Pero tú, dice él, Aristodemo, colócate sobre el lecho al lado de
Eurisímaco». Agatón ha acogido graciosamente a Aristodemo, a quien no había
41
invitado; pero, en su desengaño de no ver a Sócrates con él, le habla en seguida más
secamente.
175 A Ou) ske/yei, e)/fh, pai=, kai\ ei)sa/ceij Swkra/th; «Esclavo», dijo, «¿quieres
buscar a Sócrates y traerlo aquí dentro?».
§ 502. Este gran aumento, debido a la urbanidad de las formas áticas, del empleo de
w)= disminuye rápidamente desde los inicios de la Koinh/. La interjección no aparece en
los papiros más que en las formas de maldición solemne; en los Evangelios no está
atestiguada más de 3 veces, y con un valor expresivo:
Mat. 15, 28 w)= gu/nai, mega/lh sou h( pi/stij «¡Oh mujer, grande es tu fe!». Así se
exclama Jesús, conmovido y sorprendido por la confianza de la cananea.
Observaciones.- En la mayoría de los casos w)= precede a un sustantivo o a un adjetivo con el que se
relaciona: w)= fi/le Mene/lae. Sin embargo, podemos encontrar, por lo menos en poesía, el orden: fi/loj w)=
Mene/lae o w)= fi/loj w)= Mene/lae. Se ha querido ver un matiz, según que el sustantivo o el epíteto siga
inmediatamente la interjección: en el primer caso se insistiría sobre el objeto, en el segundo sobre la
cualidad: Sóf. El. 86 w)= fa/oj a(gno/n debería entenderse «luz, pura luz», mientras que Ay. 529 w)= fi/l )
Ai)/aj «tú, que yo amo, Ayax». Es posible que, de una forma más o menos consciente, así los autores
hayan destacado lo que era más importante a sus ojos; pero puede ser peligroso buscar matices de sentido
en giros que la prosa no ha atestiguado.
Observación general sobre la evolución del vocativo.
§ 503. Podemos pensar lo que ha sido el vocativo en griego como en la mayoría de
las lenguas indoeuropeas modernas: aún vivo en el antiguo eslavo, por ejemplo, el
vocativo sólo ha conservado un poco la vitalidad en las lenguas rurales, como el
esloveno, mientras que ha desaparecido, en cuanto caso en ruso y polaco. En griego
moderno, no sólo se mantiene, sino que se desarrolla: conservando la antigua oposición
e)/mporoj e)/mpore en el tipo temático, la lengua, constituyendo tipos de nuevas
declinaciones, siempre ha conseguido distinguir el nominativo del vocativo singular.
Esta voluntad de distinguir los dos casos es tan poderosa que lleva a este resultado
paradójico: el vocativo, que antaño, en la mayoría de los tipos, tenía forma común con
el nominativo y se distinguían del resto de la flexión, hoy en día presenta a menudo las
mismas formas del acusativo y del genitivo, y se separan del nominativo: pate/ra
«padre» no se distingue de (tou=) pate/ra o de (to\n) pate/ra, pero se opone a o(
pate/raj. No son sólo algunos tipos rejuvenecidos como pate/raj, que están en esta
situación: nuevas declinaciones oponen pappou= «abuelo» a pappou=j o kafe/ «café» a
kafe/j. Para conservar una categoría por la cual tenía interés, la lengua ha quebrado la
antigua solidariedad morfológica que unía estos dos casos.
42
ÍNDICE
CAPÍTULO IX: LOS CASOS
Generalidades
I. Nominativo
II. Acusativo
A. Acusativo ded verbos en función transitiva
B. Doble acusativo
C. Acusativo ded verbos en función intransitiva
Observación general sobre la evolución del acusativo
III. Genitivo
A. Genitivo partitivo
B. Genitivo adnominal
C. Genitivo ablativo
Observación general sobre la evolución del genitivo
IV. Dativo
A. Dativo propiamente dicho
B. Dativo instrumental
C. Dativo locativo
Observación general sobre la evolución del dativo
V. Vocativo
Observación general sobre la evolución del vocativo
p.
p.
p.
p.
p.
p.
p.
p.
p.
p.
p.
p.
p.
p.
p.
p.
p.
p.
p.
1
3
6
7
10
11
16
17
18
24
27
31
31
32
35
38
39
40
42
43
Descargar