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Capítulo 10
CRÍTICA KEYNESIANA AL MERCADO DE TRABAJO
NEOCLÁSICO
Los primeros dos capítulos de la Teoría General de la Ocupación, el Interés y el Dinero están
enteramente dedicados a la crítica de los postulados básicos de la teoría neoclásica y especialmente al
supuesto del pleno empleo automático y permanente. Desde la visión keynesiana esto implicará, en
primer lugar, una crítica al funcionamiento del mercado de trabajo, si bien luego veremos que en los
capítulos subsiguientes de su obra ello se transformará en una crítica a la generalidad del cuerpo
teórico existente.
El presente capítulo aborda la crítica específica de Keynes al análisis del mercado de trabajo
neoclásico. A continuación hacemos un breve resumen de la concepción neoclásica sobre los temas de
empleo y desempleo, lo cual se encuentra desarrollado en extenso a lo largo del capítulo 5.
1. EL MERCADO DE TRABAJO NEOCLÁSICO Y EL DESEMPLEO
Como hemos visto en el capítulo 5, el cuerpo teórico neoclásico sostiene que el mercado de
trabajo es gobernado por las mismas leyes que gobiernan el mercado de cualquier otro bien, más allá
de que lo que se ofrece y se demanda sea la fuerza de trabajo de los individuos. En este mercado se
determinan tanto el precio del trabajo (el salario real) como el nivel de empleo de la sociedad. Dichas
variables se obtienen a partir de la interacción entre la oferta y la demanda de trabajo.
La demanda de trabajo es el resultado de la maximización de beneficios del productor. A su
vez, la oferta de trabajo es el resultado de maximizar la utilidad en la elección del consumidor entre dos
bienes: ocio y consumo. Recordemos también que para la teoría neoclásica, todos los puntos de la
curva de oferta de trabajo son situaciones de pleno empleo, ya que nos indican cuánto trabajo en total
desean realizar los trabajadores para cada nivel salarial.
El desempleo es entendido como un exceso de oferta de mano de obra que, como en cualquier
otro mercado, tiende a equilibrarse mediante un proceso de ajuste automático de su precio. Como
resultado de ello toda persona que quiera trabajar al salario real vigente lo está haciendo. En definitiva
los únicos tipos de desocupación contemplados por la teoría neoclásica son el voluntario y el
friccional. Motivado por el contexto histórico en que se encuentra, Keynes inicia su crítica a la teoría
neoclásica a partir de explicar lo que ésta no concebía: la existencia de desempleo involuntario, es
decir, una situación concreta donde al salario real vigente existen individuos dispuestos a trabajar que,
sin embargo, no consiguen empleo.
La pregunta que surge una vez realizado el análisis del mercado de trabajo neoclásico es cómo
se puede justificar una situación de desempleo persistente con sus herramientas. La teoría convencional
explica que cuando existe un exceso de oferta, éste desencadena un proceso de ajuste automático del
mercado hacia el equilibrio mediante la baja del salario real (el precio del trabajo). Si el desempleo
persiste es debido a que, por algún motivo, no existió dicho ajuste y el salario real se encuentra por
encima de su nivel de equilibrio de pleno empleo. De aquí la explicación neoclásica al problema del
desempleo, la cual aduce toda la responsabilidad del mismo a la inflexibilidad a la baja de los salarios
reales generada, por ejemplo, por las agrupaciones de trabajadores y las regulaciones estatales.
Keynes rechaza esta postura y comienza su crítica exponiendo irónicamente las recetas de
política que supone esta concepción neoclásica del desempleo.
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Capítulo 10: Crítica keynesiana al mercado de trabajo neoclásico
2. CRÍTICA KEYNESIANA A LAS RECETAS NEOCLÁSICAS PARA EL DESEMPLEO
Keynes entiende que las medidas propuestas por los neoclásicos para eliminar el desempleo –
fundamentalmente lograr una mayor flexibilidad (especialmente a la baja) de los salarios reales- son
sumamente limitadas y orientadas en un sentido muy conflictivo para los tiempos históricos en que él
vivía. A menos que sea por un motivo friccional (transitorio), el resto de los individuos que se
encuentran desempleados simplemente lo están porque no quieren trabajar a los salarios reales
vigentes. Es decir, para la teoría neoclásica el desempleo no existe como problema de los hombres, ya
que si se decidieran a trabajar por salarios reales menores podrían hacerlo sin problemas. Plantear
políticas para aumentar la ocupación desde esta óptica resulta bastante complejo, sino ridículo, debido
a que casi estaríamos diseñando políticas para obligar a los individuos a hacer lo que no quieren:
trabajar. Si bien Keynes no plantea esta situación explícitamente, su exposición de las posibles
políticas neoclásicas para paliar el desempleo dejan entrever un dejo de burla. Así encontramos que,
siguiendo el razonamiento neoclásico, plantea cuatro tipos de políticas posibles: una para combatir el
desempleo friccional y tres para el desempleo voluntario.
Frente al desempleo friccional se plantea la posibilidad de disminuirlo a través de la mejor
organización y utilización del tiempo en que el trabajador cambia de un empleo a otro. Esto puede
realizarse mediante la creación de nuevos canales institucionales y un mejor acceso a la información.
Con respecto al desempleo voluntario, la primer política posible sería fomentar una caída de la
desutilidad marginal del trabajo. Esta conclusión equivale a pensar que el remedio radica en hacer "más
trabajador" a un pueblo, es decir, que disminuya la valoración negativa que tiene del trabajo. Claro está
que esta valoración del trabajo es un elemento componente de la cultura de un pueblo, lo cual resulta
extremadamente difícil de cambiar en el corto plazo.
Las otras dos posibilidades planteadas para eliminar el desempleo que analizan los neoclásicos
están relacionadas con los niveles de precios de los bienes.
Respecto al nivel general de precios, el autor expone que su disminución traería consigo un
aumento del salario real provocando a su vez un aumento en el volumen de ocupación voluntaria. Esto
se debe a que la curva de oferta de trabajo neoclásica establece que, a mayor nivel de salario real será
mayor la cantidad de trabajadores ofrecidos. El aumento del volumen de ocupados implica una menor
desocupación voluntaria, siendo por lo tanto este un mecanismo válido de disminución de la
desocupación considerada. Sin embargo, Keynes advierte que este razonamiento aplicado al caso de un
aumento de precios es poco lógico porque debiera observarse que los trabajadores dejen sus empleos
cuando los precios se encuentran en alza (y, por ende, su salario real esté disminuyendo).
Por último Keynes expone las consecuencias de una variación en el nivel de precios de los
bienes no salariales. Un aumento en el precio de los mismos terminaría generando una disminución de
los precios que consumen los asalariados. En definitiva se daría un aumento del salario real de los
trabajadores, y con éste un aumento en el volumen de los oferentes. Las consecuencias serían similares
a una disminución general de los precios.1
1
La argumentación de esta política resulta sumamente rebuscada y sólo está expuesta en la obra de Keynes
debido a que es mencionada por Pigou. El efecto es el siguiente: Un aumento en el precio de los bienes no
salariales genera una disminución en la proporción del ingreso con que se consume bienes salariales (debido a
que se supone que la demanda de los bienes no salariales es inelástica), con lo cual cae la demanda de bienes
salariales y con ello su nivel de precios. Al disminuir las precios, suben los salarios reales y por tanto la oferta de
trabajo.
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Capítulo 10: Crítica keynesiana al mercado de trabajo neoclásico
Los economistas que adherían a la teoría económica dominante en la década del ´30 coincidían
en sus argumentaciones -ya sea por sus convicciones o simplemente por encontrarse sometidos a “las
formas habituales de expresión” - y sostenían que los causantes del desempleo no eran otros que los
propios trabajadores, quienes, producto de su obstinación o de algún otro factor irracional, no
aceptaban trabajar a un salario menor al vigente pero correspondiente a su nivel verdadero de
productividad. Este discurso se mostraba inoportuno para la época convulsiva en que escribió Keynes.
La situación política y social ameritaba otro tipo de conclusiones y eso es lo que va a procurar hacer en
su Teoría General.
Comprendiendo el significado político de las conclusiones neoclásicas, Keynes decide
apartarse de la línea de pensamiento dominante y cuestiona la teoría pura en que descansa la
determinación de la ocupación y, por tanto, la explicación al desempleo. Apropiándose del herramental
marginalista con el que él mismo fue formado como economista, intenta brindar las razones y
soluciones que las ideas imperantes en su época no podían brindar. Sus desarrollos teóricos no sólo
tienen el propósito de mostrar la falsedad de los fundamentos neoclásicos con respecto al mercado de
trabajo, sino que también buscarán construir una propia teoría explicativa. De esta forma comenzará a
llenarse el vacío cada vez más claro que existía entre teoría económica y realidad.
3. LOS POSTULADOS NEOCLÁSICOS Y LA CRITICA DE KEYNES.
Keynes señala que el análisis neoclásico del mercado de trabajo se basa en dos postulados
fundamentales y que todas sus conclusiones se derivan a partir de éstos. Tengamos en cuenta que, al
darle el carácter de postulados, Keynes pone en duda en primera instancia la veracidad de los mismos,
ya que un postulado es una afirmación que puede ser tanto cierta como falsa.
El primer postulado de la teoría neoclásica expone que el salario real es igual al producto
marginal del trabajo. Esta igualdad no es más que la condición de óptimo de la maximización de
beneficios (w/p = PmgL), a partir de la cual se obtiene la curva de demanda de trabajo. Este
comportamiento maximizador de los productores es aceptado por Keynes sin ningún tipo de
objeciones. Los empresarios siempre contratarán trabajadores en el punto en que su productividad sea
igual al salario real, con lo cual –y dada la existencia de rendimientos marginales decrecientes- la única
forma de que aumente el nivel de empleo es a través de una disminución de los salarios reales.
“...quiere decir que con una determinada organización, equipo y técnica, los salarios reales y el
volumen de producción (por consiguiente de empleo) están relacionados en una sola forma, de tal
manera que, en términos generales, un aumento de la ocupación sólo puede ocurrir acompañada de
un descenso de la tasa de salarios reales. Así, pues, no discuto este hecho vital que los economistas
[neo] clásicos han considerado (con razón ) como irrevocables” (Keynes, 1936).
El segundo postulado se refiere a la oferta de trabajo y expresa que la utilidad marginal del
salario es igual a la desutilidad marginal del volumen de ocupación, siendo ésta la condición de óptimo
de la maximización de utilidad por parte de los trabajadores.
Habíamos obtenido en el desarrollo de la teoría neoclásica que los individuos ofrecen trabajo
cuando:
w/p = UMg O / UMg C
(Ecuación 1.1)
Pasando términos se puede llegar a:
(w/p). UMg C = UMg O = -UmgL
(Ecuación 1.2)
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Capítulo 10: Crítica keynesiana al mercado de trabajo neoclásico
donde el primer miembro es el salario real (w/p) multiplicado por la utilidad que le representa al
individuo consumir una cierta cantidad de bienes (UMg C). A este producto Keynes lo denomina
utilidad marginal del salario. Dicha utilidad, es la satisfacción que le reporta al individuo gastar su
salario en el consumo de bienes. El segundo miembro de la ecuación es la utilidad marginal del ocio
(UMg O), que también puede expresarse como desutilidad marginal del trabajo (-UmgL). Obtenemos
así analíticamente el segundo postulado de la teoría neoclásica tal como lo expresó Keynes.
Así como nuestro autor acepta el primer postulado neoclásico sin demasiada discusión, en este
caso va a rechazar tajantemente el segundo. Esto se debe a que dicho postulado es compatible con las
dos formas de desempleo neoclásico (el desempleo friccional y voluntario), pero no lo es con la
existencia de desempleo involuntario. Si este postulado no se cumple, entonces no es verdad que los
trabajadores no aceptarían trabajar por un salario real menor. Ellos estarían dispuestos a bajar sus
salarios debido a que la utilidad del salario real aún es mayor que la desutilidad de trabajar. En este
caso, si hubiera desempleo, sería involuntario.
La falsedad del segundo postulado es sostenida por Keynes a partir de dos críticas: una teórica
-que es la que considera más importante- y otra empírica.
La crítica teórica consiste en que en el mercado de trabajo los oferentes no pueden, bajo
ninguna condición, modificar el precio de la mercancía allí transada. Es decir, no pueden determinar
por sí solos su propio salario real. Siempre que exista desempleo los trabajadores deberían aceptar un
salario real menor para encontrar el equilibrio, pero Keynes demuestra que los trabajadores no pueden
modificar a su voluntad el precio de su fuerza de trabajo.
“El postulado de que el salario real tiende a igualarse con la desutilidad marginal del trabajo,
claramente supone que los obreros están en posición de fijar por si mismos su salario real, aunque no
el volumen de ocupación que de él se deriva” “Ahora bien, el supuesto de que el nivel general de los
salarios reales depende de los convenios entre empresarios y trabajadores sobre la base de los
salarios nominales, no es cierto de manera evidente” (Keynes, 1936)
Si los trabajadores aceptan una reducción en sus salarios, la magnitud que se ve afectada es la
del salario nominal y no la del real. Pero Keynes entiende que una reducción en los salarios nominales
no trae aparejada una baja proporcional en los salarios reales. Esto se explica utilizando la propia
lógica de determinación de los precios neoclásica sobre los costos de producción, donde el precio de
los bienes es la suma de las retribuciones de los factores que se utilizan para producirlos. El salario
nominal es parte integrante de estos costos y por tanto del precio del producto. Si los trabajadores
aceptan que disminuya su salario nominal, entonces el costo de contratación de la fuerza de trabajo
también lo haría y, por consiguiente, los precios de los bienes producidos caerían en una proporción
semejante. En definitiva nada se resuelve ya que - a pesar de la baja de los salarios nominales- las
precios también disminuirán y el salario real permanecerá constante debido a que la relación entre el
salario nominal y el precio de los bienes varía en igual magnitud.
Además de la crítica teórica, Keynes ofrece una crítica empírica para terminar de cuestionar la
existencia de una curva de oferta de trabajo.
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Capítulo 10: Crítica keynesiana al mercado de trabajo neoclásico
Como hemos visto la curva de oferta de trabajo neoclásica establece que a cada nivel de salario
real le corresponde una cantidad ofertada de trabajo, siendo positiva la relación entre estas dos
variables. Entonces si el salario real disminuye algunos trabajadores podrían ver que la utilidad que les
reporta el ocio es mayor que la utilidad que la brindada por el salario, con lo cual podrían decidir
abandonar sus puestos de trabajo. Esta situación significa, por ejemplo, que en tiempos de inflación los
trabajadores deberían abandonar masivamente sus puestos de trabajo, cosa que evidentemente no
sucede.2
Utilizando simplemente el sentido común, el autor de la Teoría General asegura que el
argumento neoclásico recién expuesto es definitivamente falso. De ninguna manera se observa que los
trabajadores renuncien a sus puestos de trabajo cuando aumenta el nivel general de precios. Si bien los
obreros se resisten a soportar una disminución en sus salarios nominales, no acostumbran abandonar
sus empleos cuando baja su poder adquisitivo.
Keynes rechaza así el segundo postulado neoclásico que determina la curva de oferta de trabajo
por considerarlo falso, lo cual tiene por objeto refutar la idea neoclásica de la existencia permanente de
situaciones de pleno empleo. Los trabajadores, por más que lo quisieran, no pueden actuar en forma tal
de lograr igualar la utilidad del salario real a la desutilidad marginal de trabajar. Esto ocurre
simplemente porque están en condiciones de fijar sólo su salario nominal y no su salario real, el cual
depende además de los precios que se determinan en el mercado de bienes.
El rechazo del segundo postulado neoclásico genera un quiebre con la tradición teórica previa.
Se desprende de la crítica keynesiana que la oferta de trabajo no tiene las características de una curva
de oferta propia de un mercado de ajuste automático. Por lo tanto, la determinación del nivel de empleo
y del salario real no se realiza de la misma forma que en el mercado de cualquier bien.
En este sentido, incluso el primer postulado que acepta Keynes va a tener un significado
distinto al planteo que encontramos en la teoría neoclásica. Mientras que en esta última el primer
postulado determina la curva de demanda de un mercado autorregulado, en la teoría keynesiana
quedará como una relación en un sólo sentido, como una vinculación entre el nivel de empleo y el
salario real.
En conclusión, las dos variables que deben determinarse en el mercado de trabajo: el nivel de
empleo y su precio (el salario real) no se determinan por la libre interacción entre oferta y demanda
como si fuera cualquier otro bien. Desechado el mecanismo de mercado autorregulado para el caso del
trabajo, Keynes planteará que en la determinación del nivel de empleo la variable que cumple un rol
fundamental es el nivel de producción. Esta relación, y sus determinantes, es lo que vamos a estudiar
en el próximo capítulo.
2
Podemos analizar esta situación en forma analítica. A partir de la ecuación 2:
(w/p). Umg C = Umg O
(Ecuación 2)
que expresada en términos de la desutilidad marginal del trabajo quedaría:
(w/p). Umg C = -Umg L
Se deduce, entonces, que cuando baja el salario real (w/p), para mantener la igualdad necesariamente debe caer la
utilidad marginal del ocio. La forma en que se consigue que la utilidad que le reporta una unidad adicional de
ocio sea menor, es teniendo una cantidad de ocio mayor. Esto significa, que ante una caída el salario real, los
trabajadores buscarían tener más ocio. El análisis neoclásico prevé que los obreros deberían abandonar sus
trabajos ante una caída del salario real originada por un aumento de precios.
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