Guión 50 ORACIÓN Cáritas (Constructores Comunidad fraterna)

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ORACIÓN nº 50
Febrero 2013
Guión de oración de Cáritas para la Comunidad Parroquial
Oración Constructores
de Comunidad Fraterna
Ambientación del lugar
La oración estará presidida por un icono de Jesús sobre una mesita y unas
velas alrededor.
Se entregará a los asistentes fotocopiada la hoja que hay en este guión con los
textos para meditar.
Se pondrá música de fondo para crear clima de recogimiento.
DESARROLLO de la ORACIÓN
(lector 1:)
Como las primeras comunidades, nos unimos para hacer un momento
de oración comunitaria. Dejémonos llevar por el Espíritu de Dios para
que podamos ser y vivir como lo hacían los primeros cristianos.
Hagamos silencio interior.
Desprendámonos de todo aquello que nos agobia,
de todos los pensamientos que nos inundan,
de todas las prisas que nos empujan,
de todos los problemas que nos preocupan,
y dejémoslo todo en las manos de Dios por unos momentos.
Ponte cómodo.
Respira hondo.
Con cada inspiración imagina que te estás llenando del Espíritu de Dios
que te envuelve. Y cada vez que sueltes el aire imagina que estás
dejando en las manos de Dios todo lo que te preocupa y agobia.
Durante unos minutos haz esto para ponerte en presencia de Dios.
(Se dejará música suave de fondo)
(Pasados unos 8 minutos el lector 2 leerá este texto evangélico:)
“Todos se reunían asiduamente para escuchar la enseñanza de los
Apóstoles y participar en la vida común, en la fracción del pan y en las
oraciones. Un santo temor se apoderó de todos ellos, porque los
Apóstoles realizaban muchos prodigios y signos.
Todos los creyentes se mantenían unidos y ponían lo suyo en común:
vendían sus propiedades y sus bienes, y distribuían el dinero entre
todos, según las necesidades de cada uno.
Íntimamente unidos, frecuentaban a diario el Templo, partían el pan en
sus casas, y comían juntos con alegría y sencillez de corazón; ellos
alababan a Dios y eran queridos por todo el pueblo. Y cada día, el Señor
agregaba a la comunidad a los que se habían de salvar.”
(Hch 2,42-47)
(lector 1:)
Cuánta fuerza tiene una comunidad auténticamente cristiana.
Escuchando cómo vivían, cómo compartían y cómo eran, uno puede
entender porqué despertaban a la fe a tantas personas que les veían ser
así. Para ellos su vida era Cristo.
En estos momentos de oración os invito a revisar, a la luz de esta
Palabra de Dios, cómo vivo mi ser miembro de una comunidad cristiana,
en qué contribuyo para ayudar a que sea una auténtica comunidad.
¿Qué me está pidiendo hoy Jesús con esta Palabra de Dios?
Dejamos unos minutos para meditar sobre esto.
(Pasados unos 10 minutos, el lector 1 dirá:)
Vamos a leer a dos coros la oración de la Comunidad que tenéis en la
hoja. Después dejaremos un tiempo para que cada uno la relea con
calma y la haga suya. Luego, el que quiera, podrá decir en voz alta
aquella frase de la oración que él querría llevar a la práctica en su vida, o
bien aquella frase que quiere hacer suya, aquella frase que nunca
querría olvidar en su corazón.
(Pasado un tiempo prudencial, después de que la mayoría haya dicho su frase,
el lector 1 dirá:)
Leemos ahora todos juntos la oración que tenéis en la hoja con el título
“Enséñanos a vivir la Fraternidad”.
(lector 1:)

En estos momentos, si alguien quiere hacer una petición, alguna acción
de gracias, o compartir algo de lo vivido en este espacio de oración,
ahora es el momento de hacerlo.

Para terminar vamos a rezar juntos, cogidos de la mano, la oración que
Jesús nos enseñó, y después de rezarla nos daremos un abrazo de paz:
Padre nuestro…
(Para fotocopiar)
Todos se reunían asiduamente para escuchar la enseñanza de los Apóstoles y participar
en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones. Un santo temor se apoderó
de todos ellos, porque los Apóstoles realizaban muchos prodigios y signos.
Todos los creyentes se mantenían unidos y ponían lo suyo en común: vendían sus
propiedades y sus bienes, y distribuían el dinero entre todos, según las necesidades de
cada uno. Íntimamente unidos, frecuentaban a diario el Templo, partían el pan en sus
casas, y comían juntos con alegría y sencillez de corazón; ellos alababan a Dios y eran
queridos por todo el pueblo. Y cada día, el Señor agregaba a la comunidad a los que se
había de salvar. (Hch 2,42-47)
ORACIÓN DE LA COMUNIDAD
Qué bueno sentirse hermanos, hermanas,
los unos de los otros.
Qué bueno sentir la experiencia de la Fraternidad.
Qué bueno, Señor Jesús, sentirse parte de una comunidad
contagiosa de fraternidad.
Todos unidos en comunidad
somos piedras que sostienen la casa.
Todos unidos en comunidad somos como las hojas que
crecen en un gran árbol.
Ésta es nuestra meta, nuestro reto, nuestro camino…
Tú nos quieres, Jesús, miembros de un mismo grupo.
Nos quieres sentados alrededor de tu Palabra y de tu pan.
Tú nos has reunido con la fuerza de tu Espíritu de amor.
Tú eres el centro y la fuerza de nuestras vidas.
Tú llamaste a los Doce a juntarse como amigos a tu lado.
Y les diste como norma el servicio y el compartir.
Les diste el reto de olvidarse cada cual de sí mismo.
Les desafiaste a ocupar
el último lugar como norma en el vivir.
Tú nos diste una ley para vivir en comunidad y ser
hermanos y hermanas.
Tu ley es para corazones
que saben amar sin pedir nada a cambio.
Tú nos diste el mandamiento nuevo
para corazones nuevos.
Tú hiciste del amor la norma esencial de tu Reino.
Tú hiciste comunidad, Jesús, en la cruz alzada en alto.
De tu pecho abierto en agua y sangre hemos nacido.
Tú nos amaste hasta el extremo de dar tu vida sin medida.
Tú nos hiciste de nuevo, en la casa de Dios, hijos.
Tú nos dijiste, Jesús, que nadie tiene amor más fuerte
que aquél que de verdad da la vida por el amigo.
Danos saber buscar fecundidad en nuestras relaciones
y que muramos, como muere para ser fecundo,
el grano de trigo.
Qué bueno sentirnos hacedores de comunidad fraterna.
Qué bueno, Señor Jesús,
tenerte a ti como centro de nuestra Comunidad.
Enséñanos a vivir la Fraternidad
Señor, enséñanos
a ver detrás de cada persona un hermano.
Alguien que se esconde,
con sus sufrimientos y sus alegrías.
Alguien a quien muchas veces da vergüenza
el presentarse tal como es.
Señor,
haznos descubrir detrás de cada rostro,
en el fondo de cada mirada,
un hermano parecido a Ti,
y al mismo tiempo diferente a los demás.
Señor,
que tu Espíritu nos abra la mirada
para tratar a cada uno a su manera,
como Tú hiciste con la Samaritana,
con Nicodemo, con Pedro...
Tal y como lo haces con nosotros.
Queremos empezar hoy mismo
a comprender a cada cual en su mundo,
con sus ideas, sus virtudes y debilidades.
Señor, que te veamos detrás de cada rostro.
Señor Jesús, amigo y hermano,
enséñanos a vivir cada día más hermanos
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