ORAD POR SABIDURÍA Y si alguno de vosotros tiene falta de

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ORAD POR SABIDURÍA
Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos despreocupadamente y sin
reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar,
que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa
alguna del Señor. El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos (Santiago 1:5-8).
“Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría…” Esto parece estar en contradicción al final del versículo 4: “…sin
que os falte cosa alguna”. Pero el versículo 5 empieza con: “Si tiene falta de sabiduría…”. Entonces, ¿falta algo?
Sí, pero no es algo para que nos resignemos pasivamente a ello, como si fuera culpa de Dios. No, “¡pídala y le será
dada!” Pero no recibes nada sin pedirlo, o si oras con un corazón dividido (v. 6). ¡Qué cosas más hermosas se dicen
aquí sobre orar! Cosas fundamentales: primero sobre Dios, y luego sobre el que ora.
Primero sobre Dios: “que da a todos, despreocupadamente y ¡sin reproche!” ¡Y cuánto no nos pudiera reprochar!:
“¡Por vuestra propia culpa!”… Pero no nos reprocha nuestra falta, sin poner trabas, sin que haya hecho un pero. Y
da a todos, quienquiera que seamos y como fuese nuestro pasado. A todos no solamente a mí como si tuviera el
monopolio de la sabiduría. Esto es lo que se dice primero sobre Dios: ¡Ése es el Dios que tenemos, su corazón es
tan grande, su bondad tan generosa!
Pero ahora algo sobre el que ora. Ése nos ofrece un cuadro menos bonito. “Inconstante en todos sus caminos”,
“semejante a la onda del mar”, “de doble ánimo”, “el que duda”.
Ojalá pidiésemos nosotros siempre tan “despreocupadamente” como Dios da. Con frecuencia estamos todos hechos
un lío. Complicamos todo, hasta la relación que tenemos con Dios. Tenemos problemas con orar, y si no los
tenemos, los inventamos, u otras personas nos hacen creer que los tenemos. Santiago no recomienda la duda en
absoluto.
Hoy día parece a veces que no cuentes como cristiano cuando das testimonio de la seguridad de tu fe. Eres un bicho
raro, una excepción. Santiago es demasiado sencillo para razonamientos tan complicados, que tanto pueden infectar
nuestra fe y nuestras oraciones. Para él las cosas son simplemente así: no puedes orar bien con dudas en tu corazón.
La duda tira de nuestra oración hacia abajo, de tal manera que no puede elevarse hacia Dios, como sacos de lastre
que impiden subir al globo.
Santiago nunca ha visto un globo, por eso utiliza otra imagen: el que duda se parece a una onda del mar, que es
arrastrada por el viento, siempre inquieta. Una ola no es un barco. Un barco puede navegar con ayuda de una
brújula y así mantener el rumbo. Un barco es dirigible, una ola no.
Pedro dejó el barco y anduvo sobre las aguas (Mt. 14:22-33). Eso iba bien mientras no perdía de vista a Jesús. Pero
comenzó a hundirse cuando miraba las olas, porque en ese instante veía su propia imagen, semejante a una ola del
mar. Y entonces Pedro se hunde en esas olas, como es “de doble ánimo” e “inconstante en todos sus caminos”.
Afortunadamente Jesús le extiende su mano salvadora y le sostiene y le ayuda a seguir andando, porque “Yo soy el
camino”, también a través de fuertes vientos y a través de pruebas. Porque ¿no trata el capítulo 1 de Santiago acerca
de pruebas/tentaciones?
Pero ahora esa “falta” (v. 5).
¿En qué consiste? Falta de sabiduría.
Eso no se nos ocurre tan fácilmente. Nos falta de todo, eso sí, dinero, salud, oportunidades de ascenso, y así
podríamos continuar… ¡Pero a quién se le ocurre esta falta y pide esto: sabiduría?
¡Pues sí, a Salomón! (1 R. 3).
Salomón se hizo rico y poderoso, pero fue por su sabiduría que ha llegado a ser tan famoso. Y la Biblia siempre se
refiere a la sabiduría práctica de la vida, de lo que, por ejemplo, está lleno el libro de Proverbios. No necesitas
diplomas ni calificaciones, ni tampoco títulos para ser una persona sabia. Padres y madres sabios, ancianos sabios.
Personas que dicen en el momento adecuado las palabras adecuadas, o que saben callarse sabiamente. Personas que
saben apaciguar riñas y resolver disputas. Con sabiduría sacada de la Biblia. Una sabiduría que en el cruce donde
los caminos se separan, sabe elegir el buen camino, y que lo sabe indicar a otros. En resumen: sabiduría que hace
tomar la decisión correcta en pruebas y tentaciones.
Más adelante, Santiago da este testimonio sobre la sabiduría que viene de lo alto: “¡es pura, pacífica, amable,
benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía (3:17)!”.
¡Para meditar un buen rato en ello!
¿No fallamos tremendamente en todo esto?
No nos preocupemos: pedid sabiduría, y os será dada. ¿No recibimos en seguida una respuesta de lo alto en esta
Epístola de Santiago, tan llena de sabiduría práctica para la fe?
Comentario de la Epístola de Santiago, de C.P. Plooy
Este material fue tomado del Boletín dominical de la Iglesia Bíblica Unidos en Cristo (IBUC) en Monterrey, NL, Méjico.
Usado con permiso
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