COLOMBIA, UN ESTADO SOCIAL DE DERECHO

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COLOMBIA, UN ESTADO SOCIAL DE DERECHO
Realidad de la enseñanza de la Democracia.
Es muy claro el articulo 1º de la Constitución de Colombia, pero ¿Como derivar
esto como una realidad, allí donde la familia y su reflejo mas fehaciente, los hijos,
manifiestan con su comportamiento algo lejano a esa pluralidad y respeto a los
derechos, convirtiéndolo en una visión mítica, por no decir utópica, para nuestro
quehacer docente, en la formación de una cultura democrática ha aquellos que
supuestamente serán miembros transformadores de la sociedad?
Sin pretender responder con tecnicismos, recién se comienza a hablar de
derechos humanos (a partir del siglo XVIII) cuando Jacques Rousseau se postula
ante la racionalidad que comienza, denunciando el fenómeno de la masificación
que oprime al que piensa distinto. Es aquí, en este contexto que el “ser humano
deja de ser “humano”, tomando mayor validez hoy, cuando deja de reconocer al
otro como semejante porque está cumpliendo tareas ajenas a él, a su voluntad.
Hay manipulación cuando deja de ser persona en el pleno sentido de la palabra,
dueño de la historia para ser manipulado en mayor o menor grado por intereses
sectarios, base de las injusticias sociales y étnicos de hoy día. En otras palabras,
en aras de un liberalismo tanto individual como colectivo, se sacrifica el interés
mayoritario por medio de la desfiguración del mismo individuo, visto como parte de
una masa.
Rousseau escribe “La desigualdad de los hombres” como una critica al progreso y
la Corte ilustrada, que termina empobrecida. Se fundamenta la idea del contrato
en donde el sujeto esta en función del capital que tiene para arriesgarse, y se abre
al mundo en ese marco de contratos pero a diferencia del concepto de contrato,
que desde los griegos hubo para legitimar el Estado, ahora tenemos un contrato
secularizado, ligado más bien a la idea de que hay una unión de las personas
dispersas, que se sujetan en la vida comunitaria mediante un gobierno que
deciden darse de acuerdo. Después del contrato o pacto civil, el estado surge
como forma política de gobierno, dando a la humanidad una evolución técnica, de
lenguaje, de progreso. Seguir de ahí a la idea de un Estado social de derecho se
da un proceso que a ciencia cierta ha desconocido un factor importante: el nivel
intelectual (la educación) de aquellas células que conforman en sus unidades, el
núcleo de dicho contrato: la familia
Casi tres siglos después, la familia como núcleo representativo de aquellos
intereses mayores que darán noción a la idea de Nación como parte del contrato
que fundamenta el Estado, adolece, además de medios suficientes para vivir, de
falta de vocación. Una vocación inequívoca y asumida a fondo que llegase a ser
resistente a toda fuerza contraria a la unidad y a la vez defensora y ejemplo de
los derechos que hacen de un Estado un contrato social en derecho: la única
disposición del espíritu humano, nacido en el núcleo familiar capaz de derrotar la
barbarie del individualismo sin sentido social.
Es aquí donde el docente, no solo el de sociales, asume un riesgo al pretender
suplir las carencias del núcleo familiar y por ende de esa vocación dada como
virtud familiar, en al enseñanza de valores y modos de asumir roles sociales en
aquellos adolescentes que no asumen el compromiso de seguir reglas que forman
la base angular de un pacto de convivencia en equidad. Siempre existirá ese
riesgo cuando se pretende formar en especial en deberes, sin embargo, los
adultos de una comunidad cualquiera del tercer mundo, en su mayoría por carecer
de formación o tener un nivel intelectual mínimo, destruyan tales virtudes nacida
del seno de los derechos porque o les parecen débiles, y terminen por encasillar a
sus hijos en la realidad amurallada en que los padres los encasillaron a ellos; o, en
el peor de los casos, el rigor de muchos padres con los hijos que poseen algún
atisbo de ser “justos y tolerantes” suele ser el mismo con que tratan a los
homosexuales.
Los colombianos, desde siempre, nos hemos visto como un país de leyes. Tal vez
a eso se deba que los programas del bachillerato hagan más énfasis en la
obligatoriedad de los deberes que la pluralidad de los derechos. Pero aparte de la
validez o no de los manuales de convivencia, a los alumnos no les cultivan el
hábito de reconocerse como constructores de sociedad y de Estado, sino que los
obligamos a leer y a hacer sinopsis escritas de los derechos y demás
parafernalias constitucionales. No se sigue un debido proceso ni se concientiza
sobre los limites de los mismos derechos, se acostumbran a exigir y reconocer
una sola vía: la propia y en especial el de tirar la primera piedra a pesar de sus
propios “pecados”. Por todas partes se ven estudiantes (incluso algunos
docentes) con una constitución ajada y hartos en su mayoría de leer en el colegio,
con el mismo placer con que se tomaban el aceite de ricino, un texto hecho por
adultos lejanos que no dan ejemplo y por lo tanto los unos se toman la revancha
contra los otros con su indisciplina, rebeldía y tiranía que afecta ese contrato
social que hace posible vivir en sociedad.
¿Es posible la objetividad en la enseñanza de la democracia, en ciencias
sociales? Para Patrick Gardiner, la objetividad en las descripciones e
interpretaciones de una historia no es posible debido al doble papel del mismo,
esto es, la naturaleza misma del hecho y el impacto emocional que produce en el
historiador del hecho mismo. (Citando a la historia como ejemplo de apreciación,
esto por el grado de confrontación interna entre sus diferentes corrientes
epistemológicas y por ser la historia una de las disciplinas sociales que refleja los
cambios del pensamiento humano imperante y visualizar su subjetividad vs.
objetividad.) Por ello las visiones múltiples que se pueden presentar de un mismo
hecho, ofrecidas por diferentes historiadores, pueden dar una idea de lo que
ocurre al interior de las interpretaciones sobre que enseñar o cual tiene mayor
validez: si deberes o derechos o ambos. Esto no incluye el hecho de la misma
realidad que sume a muchos en la desesperación, particularmente por estos lados
del mundo.
A la hora de enseñar la evolución de los derechos y el llegar a un Estado social de
derecho, el docente como narrador de esa evolución, puede incluir lo que más le
llame la atención, o, no incluir en su relato todo lo que sabe sobre el tema. La
influencia de que se mencione un hecho o no, depende de manera inconsciente o
consciente a la significación, según los preceptos del docente, de las creencias
políticas, religiosas o morales que imperen en la época o momento que relate o
analice dicho hecho y en especial lo que atañe a los deberes y derechos. Por ello
lo que ahora es aceptado como valido, con los nuevos aportes que lleguen, para
mañana no será reconocido como tal. Esto se aplica igual tanto al interior del
conocimiento, la familia como en una institución, ahí lo difícil de definir si es mito o
realidad una educación que promulgue una equidad de un estado social y lo que
se vive al interior de una familia desmembrada por la necesidad, cosa reflejada
como rechazo en el adolescente frente aquello que representa una figura de
autoridad: el docente. En otras palabras, un colegio asume un papel según el nivel
de dominancia de una facción ideológica en su entorno y al nivel sociocultural de
la misma comunidad en que esta inmerso; por lo tanto no basta las buenas
intenciones del docente, pues este por lo general es el mayormente sacrificado.
El homo occidentalis, el actual, prisionero del anonimato y sumergido en el tumulto
de las doctrinas. Bajo la fachada de la libertad, principio sacrosanto de la
democracia liberal, se persigue sin descanso la violación de las almas, la pérfida y
segura destrucción de la persona humana, estampa actual de la crisis de la
modernidad y por ende del núcleo social, la familia y su mas lamentable reflejo: los
hijos intocables. La familia esta en crisis, la civilización moderna, incluida la de
Mao, que adoran al dios dinero, ha sumido la enseñanza de los valores y el creer
en un espíritu como un cuento de metafísicos o sectas y que la ciencia metódica
es la única razón valida en una sociedad de consumo. Educar en valores y en
particular la democracia, es un quijote ante molinos de viento; y como diría el
Maestro Abad: “el subdesarrollo mental no es solo consecuencia del subdesarrollo
económico y social sino que es una de sus principales causas. La .educación
colombiana tiene por producto mentes subdesarrolladas, de estrecho criterio,
fanáticas en lo religioso, económico y político… el tipo de educación que se les da
a las personas depende de los valores que haya adoptado una cultura. La
educación puede servir para adelanto de los pueblos o para su conservación en
un estado de estancamiento o atraso. La educación es una actividad permanente
de intercambio de nociones y conceptos entre seres humanos…una educación
cuyo valor máximo sea el mismo ser humano, que servirá naturalmente más para
el progreso y para un modo de ser racional de los pueblos” Manual de la tolerancia
1988, edit. Universidad de Antioquia.
Por RICHARD CRUZ
Licenciado en Geografía / Historia. U de A.
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