Joaco (Marcela Ramsfelder)

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Joaco (Marcela Ramsfelder)
Joaco sopló las ocho velitas de la torta de cumpleaños y pidió los tres deseos que venía repitiendo
desde hacía dos semanas: una bicicleta nueva, un cuarto para él solo y que su perrita tuviera
cachorros.
Esa misma noche en su cama, Joaco pensó, “¿Por qué todavía no tengo la Excalator 600 todo
terreno? ¿Por qué mamá no sacó a Tomás de este cuarto y por qué Terrina no tuvo hijitos todavía?”.
Cansado de su cumple y de tanto pensar, se durmió.
A la mañana siguiente, mientras iba en el auto de su mamá hacia el colegio, pasaron por debajo de
un puente. De esos puentes medio viejos y enormes por donde cruzan trenes cargados de gente
preocupada que va a sus trabajos o a estudiar. Joaco cerró los ojos bien fuerte, levantó los pies del
piso del auto y, justo cuando el tren pasaba por encima de ellos, la bici, el cuarto y Terrina,
aparecieron por su cabeza otra vez. Su mamá lo miró: “Todos los días hacés lo mismo Joaco, me
hacés reír”, le dijo. Y él le contestó: “Hay que pedir deseos cada vez que se pasa debajo de un tren.
Siempre hay que hacerlo”. “¿Y qué pediste esta vez?” preguntó su mamá. “Nonono, no se cuentan
los deseos. Si no, no se cumplen.” “Es verdad, tenés razón. No me cuentes”, dijo la mamá, y siguió
manejando hacia el colegio. Joaco apoyó su cabeza en la ventana, y pensó: “Si yo no le conté a
nadie mis deseos, ¿por qué no se cumplieron todavía?”.
Esa tarde, en el recreo, Joaco y sus amigos jugaron al fútbol. Él hizo de arquero y su equipo jugó
muy bien. Tan bien, que Joaco casi no tuvo que hacer nada. No le quedó otra alternativa que
quedarse parado, apoyado contra uno de los caños del arco. Tanta tranquilidad llamó la atención de
uno de esos bichitos voladores que llegan con la primavera, de color rojo con pintitas negras. “¡Una
vaquita de San Antonio!”, pensó Joaco, y la siguió con la mirada hasta ver cómo se posaba en su
brazo. Joaco cerró los ojos y rogó: Excalator 600, Terrina hijitos, Tomás afuera del cuarto. Excalator
600, Terrina hijitos, Tomás afuera del cuarto. Tuvo que dejar de decirlo porque la vaquita se fue
volando. “¡A cumplir mis deseos!” le gritó Joaco.
Así, esperanzado, fue a su clase de matemática. Estaba seguro de que en cualquier momento
alguna de esas cosas iba a suceder. Copiaba una cuenta de multiplicar cuando sintió un cosquilleo
en su cachete y enseguida vio caer una pestaña en la hoja cuadriculada de su cuaderno. Levantó la
pestaña con la pancita de su dedo gordo y le pidió a su compañero de banco, que apretara su dedo
contra el de él, para que al separarlos vieran a quién le quedaba pegada la pestaña. El ganador
tenía derecho a pedir tres deseos, le dijo. Ganó Joaco, y sin perder tiempo repitió: Excalator 600,
Terrina hijitos, Tomás afuera del cuarto. Excalator 600, Terrina hijitos, Tomás afuera del cuarto.
A la salida del colegio, una de sus abuelas lo estaba esperando. “¿Me trajiste algo, abuela?”,
preguntó Joaco, ansioso. “Sí, dijo la abuela, te traje muchas ganas de llevarte a pasear por la plaza
antes de ir a comer”. “Bueno”, se consoló Joaco, “A lo mejor en la plaza está el abuelo con la
Excalator y me dan la sorpresa, porque ya se debería haber cumplido alguno de mis deseos para
esta hora”.
Al llegar a la plaza no estaban el abuelo ni la bici, y Joaco decepcionado se tiró en el pasto un rato.
La abuela se sentó en el borde de una fuente a tejer. Más tarde Joaco se acercó y se sentó al lado
de la abuela. Se puso a mirar la fuente. Parecía que tenía agua verde por el reflejo de los azulejos
del fondo y porque se mezclaban con unas cuantas monedas que habían tiradas. Las monedas
también hacían ver el agua de otro color. En el medio había dos pajaritos que escupían agua. “¿Por
qué tiene muchas monedas, abue?” preguntó Joaco. “Porque la gente acostumbra tirar monedas en
las fuentes y pedir deseos cuando lo hacen.” Joaco volvió a enderezarse. Esto era genial: no tenía
idea de que podía pedir deseos en una fuente, tirando monedas. Le pidió a su abuela dos monedas
y se concentró con toda su alma para volver a pedir lo que tanto quería. Luego le pidió un par más y
volvió a desear.
Al regreso de la plaza, Joaco entró excitado y corriendo a la casa. Fue directo al jardín. Miró para
todos lados, hasta en la parrilla. Pero no. No había nada. “Joaco, ¿qué buscás?”, preguntó su
mamá. “Nada”, contestó Joaco, y se fue corriendo al garaje. Entró en la oscuridad y no encendió las
luces. No quería hablar con nadie, no quería pedir más deseos, no creía en nada. Se sentó en el
piso frío, metió la cabeza entre las rodillas y cerró los ojos. De esa manera también se tapaba la
nariz y así no olía el asqueroso olor a nafta que dejaba el auto del papá. Claro que tanta oscuridad le
daba un poco de miedo también, y meterse entre sus rodillas ayudaba a no pensar en eso.
“Bsbsbsbsbsbs”, escuchó Joaco. “Bsbsbsbsbsbsbsb”, escuchó otra vez. Abrió un solo ojo y miró en
una esquina del garaje. Ahí estaban paradas una vaquita de San Antonio, ocho velitas de
cumpleaños, una pestaña, un boleto de tren, y cuatro monedas. Abrió el otro ojo, frunció la nariz y se
acercó con la oreja hacia donde estaban ellos.
La vaquita de San Antonio se sacó restos de polvillo del garaje de sus alas mientras decía: “Hoy a la
tarde fui hasta la oficina, porque tenía como 999 deseos para cumplir. Fue un día de mucho trabajo.
Parece que hoy todos tuvieron tiempo de pedir sus tres deseos mientras caminábamos por sus
cuerpos. No pude cumplir ninguno. Resulta que el satélite transmisor de deseos estaba dañado, y
nadie sabía bien cuál era el motivo. Se corrió la bolilla de que había un par de deseos repetidos que
interferían con las ondas”.
Una de las velitas de cumpleaños sacudió su cabecita de mecha quemada y en su idioma soplador
dijo: “PffSí, nosotras pfftambién tuvimos pffun día pffagotador. Ayer pffcumplió años pffun montón
pffde gente, pffy cuando pffllegamos a pffnuestro trabajo, pfftuvimos que pffhacer una pffcola de
pffcasi tres pffhoras, hasta pffllegar a pffla máquina pffcumpledeseos. Nadie pffentendía nada.
Pffaparentemente la pffmáquina estaba pffmuy lenta pffporque había pfftres deseos pffde un pffchico
que pffse habían pffquedado trabados. Pffdicen que pffes porque pffesos mismos pffdeseos estaban
pffsiendo pedidos pffen otras pffciudades muchas pffveces”.
Una de las monedas se puso a rebotar contra el suelo haciendo el sonido “clink clink” para llamar la
atención, y luego dijo: “Nosotras no cumplimos los deseos porque el chico que nos tiró en la fuente
pidió los mismos deseos con cada moneda. Clink Clink. Entonces nosotras no sabíamos si ir las
cuatro a cumplirlos o que fuera una sola. Era la primera vez que nos pasaba esto. Estábamos tan
confundidas clink clink, que preferimos quedarnos en la fuente”.
El boleto de tren se acercó un poco más al círculo que formaban todos. Estaba manchado con tinta
negra y bastante despeinado. “Yo llegué hasta mi ciudad, con toda la intención de hacer realidad
los deseos a cumplir, pero no sé qué me pasó, creo que el chico que pidió sus deseos los pidió tan
rápido que, cuando me puse a repasar la lista, me los había olvidado todos”.
La pestaña, alterada, se acercó a los demás y dijo; “¡Chiiicos, chiiicos! ¿Qué es esto? ¿Qué está
pasando? ¿Acaso se olviiidaron de la iimportanciiia que tenemos para los humanos? ¿Ustedes no
recuerdan el tiiiempo iiimportante que ellos iiinviiierten en pediiir sus deseos? Para ellos a veces
somos la úniiica esperanza, quiiizá por falta de plata, por vergüenza a pediiirlos, porque les quedan
lejos, por lo que sea, pero confíiian en nosotros. No podemos defraudarlos. Tenemos que
averiiiguar biiien qué pasa. Esto no puede quedar asiií. Yo tambiiién tuve un díiia terriiible hoy. Es
ciiierto que, yo sólo tengo que cumpliiir los deseos de miii dueño, asíii que no sufro tanto como
ustedes, pero hoy cuando fuiii hasta miii ciiiudad, nuestro presiiidente me piiidiiió que reviiisara miiis
deseos unas diiiez veces. Le pregunté cuál era el problema, y el me diiijo que habíiia reciiibiiido
iiinformes de otras ciiiudades que decíiian que como los deseos de ciiierto chiiico, se repetíiian
muchas veces, los siiistemas estaban fallando. Y habíiia un montón de deseos que no se estaban
cumpliiiendo…”.
Joaco abrió sus ojos bien grandes. No pudo evitar pensar que hablaban de él. ¿Era él el
responsable de que muchos deseos no se estuvieran cumpliendo? “¡Qué feo!”, suspiró. Las
monedas, la vaquita, la pestaña, todos, se dieron vuelta a mirarlo. Joaco rápido se quedó quieto para
simular ser una estatua, y la pestaña y el resto del grupo empezaron a hablar más bajo. Joaco no
pudo escuchar lo que decían. El grupo se quedó un rato más conversando, y luego se marcharon.
Esa noche, durante la cena, Joaco no habló mucho. Estaba pensativo. Las palabras de la pestaña le
dieron vueltas por la cabeza una y otra vez. No quería sentirse responsable de que los deseos de
miles de personas no se estuvieran cumpliendo, y por otro lado, tampoco se estaban cumpliendo los
suyos.
“Joaco, te juego el huesito de la suerte que me tocó en el pedazo de pollo”, interrumpió el papá.
Joaco estaba tan concentrado en lo suyo que ni lo escuchó. Entonces, el papá insistió, “¡Ey, Joaco!
Juégame el huesito de la suerte”.
Joaco reaccionó. Miró el huesito, miró al papá, agarró una de las partes del hueso y cerró los ojos
con toda su fuerza. “Que se cumpla por lo menos un deseo de todas las personas a las que no se le
cumplieron por mi culpa, que sean todos muy felices y que papá y mamá me sigan queriendo tanto
como siempre”. “Listo, pa”.
Joaco y su papá tiraron del hueso para ver quién se quedaba con la parte más grande. Ganó el
papá. La mamá de Joaco, que vio todo desde lejos, se acercó hasta él y buscando alegrarlo le dijo:
“Bueno Joaquito, no te pongas triste, porque tengo una noticia muy linda para darte. Mañana vamos
a la casa de una señora que tiene un perro para que Terrina y él puedan tener cachorros. Y en el
camino vamos a pasar por una mueblería para comprarle una nueva cama a tu hermano así puede
dormir en el cuarto nuevo que le vamos hacer”.
Joaco estaba tan contento que su corazón latía como si tuviera diez tambores juntos adentro. En ese
mismo instante, Martín, su mejor amigo, lo llamó para contarle que sus papás le habían regalado la
Excalator 600 todo terreno. Joaco se puso más contento todavía, porque ya no le importaba que no
se la hubieran dado a él, lo importante era que Martín estaba re feliz…Y además, como todo buen
mejor amigo, seguro que se la iba a prestar cuando quisiera.
SAINT DOMINIC SCHOOL
Truth - Values
PROYECTO DE ESPAÑOL – I QUARTER – EXAMEN # 2
5° GRADO – Ms. LUCÍA MENDIETA
A continuación se te detallan los aspectos que debes tomar en cuenta al entregar el trabajo y las
actividades que debes realizar.
ASPECTOS
1. . El trabajo debe ser realizado en hojas de block rayadas, escrito a mano por el alumno ( con el
tipo de letra que mejor haga), cuidando su caligrafía, ortografía, orden y aseo. Ningún ejercicio
puede ser realizado en esta hoja que se le entrega y al realizar el trabajo debe escribir las
instrucciones de cada ejercicio y sus respuestas.
-
Caligrafía :
2 ptos
Ortografía:
5 ptos ( se restará un punto por cada tres errores de ortografía)
Orden y aseo: 2 pto
2. La hoja inicial debe contener todos los datos del estudiante y de la materia: nombre completo,
grado, nombre del trabajo, profesora, fecha de entrega. (En un fólder)
ACTIVIDADES
1. Lee con atención la lectura que se te presenta
2. Busca en el diccionario las palabras que están subrayadas y en negrita (3), anota su significado.
(3 ptos)
3. Redacta una oración con cada una de las palabras anteriores. Debes mostrar que comprendes el
significado. (3 ptos)
4. Menciona los tres deseos que pedía Joaco. (3 ptos)
a) _______________________________________________________________________
b) _______________________________________________________________________
c) _______________________________________________________________________
5. En la lectura aparece el sinónimo de cada una de las palabras que se te presentan a
continuación. Búscalo y escríbelo a la par de cada una. ( 4 ptos)
angustiada
opción
lanzar
cochera
__________________
__________________
__________________
__________________
6. . Lee la lectura nuevamente y encuentra en ella lo que se te pide a continuación. Escríbelo a
la par de cada inciso.
- 3 sustantivo propio (3 ptos)
- 2 sustantivos comunes (2 ptos)
- 2 sustantivos abstractos (2 pto)
- 2 palabras agudas con tilde (2 ptos)
- 2 palabras graves sin tilde (2 ptos)
- 2 palabras esdrújulas (2 ptos)
- 2 adjetivos calificativos (2 ptos)
- 2 adjetivos numerales cardinales (2 ptos)
- 2 adjetivos demostrativos (2 ptos)
- 2 adjetivos indefinidos (2 ptos)
- 2 adjetivos posesivos (2 ptos)
NOTA: Si se llegan a encontrar trabajos cuyos contenidos son idénticos, se anularán y su nota será
N.
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