167 A LA MEMORIA DE MI PADRE, JOSE SÁENZ OIZA Margarita

Anuncio
El conocimiento de los recursos hídricos en Canarias cuatro décadas después del proyecto SPA-15
Homenaje póstumo al Dr. Ingeniero D. José Sáenz de Oiza
ISBN: 978-84-938046-0-2
A LA MEMORIA DE MI PADRE, JOSE SÁENZ OIZA
Margarita SÁENZ HERRERO
Cuando cada uno de nosotros crece y la vida se alarga se acaba uno convirtiendo en un
cazador de sombras, de lo perdido, de lo ausente. Cuando esto ocurre uno acude al lugar
imaginario de su infancia. Ese lugar es para mis hermanos nacidos en esta ciudad, y para mí,
que llegué con apenas unos meses e iba en el regazo de mi madre: Las Palmas de Gran
Canaria, donde vivimos nuestra infancia, y Santa Cruz de Tenerife donde vivimos nuestra
adolescencia. Nuestros primeros recuerdos y nuestras emociones más vívidas van unidos a
esta tierra. Tenemos el corazón canario y llevamos el sabor del salitre en la boca, el viento
canario en nuestros oídos, el cielo y el Teide en nuestros ojos y el calor del sol en nuestra piel.
Tardé mucho tiempo en acostumbrarme al agua sin gas y todavía recuerdo el sabor del agua
Firgas que era la única que nos calmaba la sed, la leche Millac en polvo comida a cucharadas
y que se quedaba pegada al paladar, el sabor de la leche con gofio y azúcar, las excursiones a
Valsequillo donde el padre de Pepe Jiménez nos mostraba por vez primera animales de granja
y tantos recuerdos de nuestra casa, en la calle Quintana 11, donde pasaban tantos amigos,
siempre a cualquier hora y en cualquier momento. Todavía hoy queda la huella imperceptible
en unas de las ramas del árbol del jardín del columpio que colocó nuestro padre para nosotros.
Abandonar Canarias fue una experiencia dolorosa y dejó una profunda huella en todos
nosotros, una especie de herida luminosa y un poco melancólica que no es más que el olvido
que recuerda en palabras de Unamuno.
El pueblo canario es noble de corazón y para nosotros es un honor que después de tantos
años sean sus amigos y compañeros de este período de su vida profesional los artífices de este
homenaje a nuestro padre.
Hoy vuelvo al lugar de mi infancia gracias a la generosidad de los amigos y compañeros
de mi padre que lo quisieron y así se cierra el círculo en esta tierra que tanto amó nuestro
padre y que nosotros llevamos en nuestro corazón.
En nuestra casa siempre estuvo colgada, majestuosa, la foto del satélite de las Islas
Canarias que coronaba el proyecto SPA-15 y que aparece en el programa de estas jornadas
celebradas hoy. La foto fue de casa en casa y de sitio en sitio y todavía hoy está ahí colgada,
superviviente al naufragio que lleva consigo el final de una vida.
Nuestro padre era sobre todo, un hombre bueno, un humanista, un poeta sin obra, creía en
las personas, era un dando, un quijote, que murió con la misma dignidad con la que vivió.
Creía en la igualdad de todas las personas, era un hombre idealista y de una generosidad
extrema, lo daba todo sin pedir nada a cambio. Nos enseñó que el sitio de la poesía es el
167
Sáenz Herrero, M. - A la memoria de mi padre, Jose Sáenz Oiza
hombre, no el libro. Nuestro padre tenía una parte de niño huérfano sin serlo, desguarnecido,
a la intemperie, una inocencia que obligaba a quienes estaban cerca de él a protegerlo incluso
y sobre todo, de él mismo.
Lo recuerdo ahora sentado en su desvencijada mecedora, con un cigarrillo en sus manos y
sus gafas, mirando la televisión en una noche insomne, con su curiosidad infinita, su soberbia
intelectual y su espíritu volteriano, motivos por lo que fue expulsado del seminario de curas
donde lo había enviado mi abuela interno cuando tenía 8 años.
Mi padre era un lector impenitente, siempre rodeado de libros, amante de la poesía que
supo transmitirnos a sus tres hijos. Trabajador infatigable, su despacho sigue intacto con
papeles, notas y libros que no hemos podido retirar, en una espera de algo que no puede
ocurrir ya más y es que vuelva a estar ahí sentado.
Nuestro padre era un rebelde, entendiendo la rebelión como no conformidad, como
descontento ante la injusticia, como individualidad, a tener pensamiento propio, incluso
cuando los pensamientos de uno mismo se oponen a seguir a los otros. Con esa ética personal
que supo transmitirnos y constituye la mejor herencia: “Haz lo que debas, pase lo que pase”.
En realidad nos enseñó tantas cosas, que no se pueden explicar con palabras. Gracias a él
descubrí que la vida no son las cosas, sino lo que uno hace con las cosas, como diría Ortega.
A vivir bien sin llevar más que lo puesto, a no guardar nada, a cambiar a menudo, de casa, de
ciudad y casi de país. A no sentirse en casa en ninguna parte, pero sentirse bien en casi todos
los sitios, ser extranjero siempre.
Ha llegado el momento de los recuerdos, de la ausencia de la persona, del especio de la
memoria. Puede que el duelo vaya borrando lentamente el dolor, pero el resto permanecerá
inmóvil, la fragilidad y el desamparo en los que nos ha dejado porque lo que se ha perdido es
lo irremplazable, es Pepe, es nuestro padre.
Mi padre y yo nos intercambiábamos libros de poesía. Hay un libro del poeta Hugo
Mújica, Noche Abierta, que le regalé hace varios años y después de la muerte de mi padre
también regalé a mis hermanos. Con este poema me despido dando las gracias a todos y cada
uno de vosotros por vuestra presencia.
HACE APENAS DIAS
hace apenas días murió mi padre
hace apenas tanto
cayó sin piso, como los párpados al llegar
la noche o una hoja
cuando el viento no arranca, acuna
hoy no es como otras lluvias
hoy llueve por vez primera
El conocimiento de los recursos hídricos en Canarias cuatro décadas después del proyecto SPA-15
Homenaje póstumo al Dr. Ingeniero D. José Sáenz de Oiza
ISBN: 978-84-938046-0-2
sobre el mármol de su tumba
bajo cada lluvia
podría ser yo quien yace, ahora lo sé,
ahora que he muerto en otro
Hugo Mújica (Noche Abierta)
Las Palmas de Gran Canaria, 14 de Diciembre de 2010
Parroquia de Santa Catalina, Iglesia de Los Salesianos
169
Descargar