interpretando los recintos de fosos de la

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interpretando los recintos de fosos
de la prehistoria meridional europea:
la tesis belicista a examen
josé e. márquez romero y víctor jiménez jáimez
Universidad de Málaga
1. INTRODUCCIÓN
El Neolítico de Europa occidental se caracteriza por la proliferación
de recintos de fosos. Conocidos como ditched enclosures, enceintes,
indelukke, erdwerke, rondels..., tienen una amplia cronología (VI-III
milenios a.C.) y una distribución geográfica considerable: al menos desde
Escandinavia hasta la Península Ibérica y desde Bretaña hasta Hungría.
Dentro de una marcada variabilidad, los yacimientos de fosos responden
a una idea recurrente: la creación de un gran espacio delimitado por al
menos una zanja de sección en «U» o en «V» y notable envergadura.
Un bank o terraplén paralelo al foso suele completar el conjunto. El área
interior así delimitada puede oscilar entre menos de 1 ha y más de 100
ha, y normalmente no contiene evidencias de edificios o construcciones
en positivo (con excepciones como los recintos del Neolítico Inicial
Italiano o los del Neolítico Danubiano). A menudo, el trazado de los
fosos presenta discontinuidades, que son interpretadas como puertas, si
bien a veces las interrupciones son tantas y las zanjas se muestran tan
segmentadas que apenas se puede decir que lleguen a crear un espacio
«cerrado». Algunas entradas o accesos exhiben complejas morfologías
que les dan un aspecto monumental (pinzas de cangrejos, tipo ímbrice,
fences….)
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Una de las características más relevantes es la generalizada costumbre de colmatar los fosos en un momento de abandono de los sitios,
como norma general, vertiendo ingentes cantidades de fauna, objetos
domésticos y, en ocasiones, restos humanos. A veces, estos elementos
acompañan la reposición del terraplén o parte de él en el interior del
foso. En cualquier caso, esta conducta termina por eliminar físicamente
el yacimiento del paisaje, total o parcialmente. Es muy frecuente que un
mismo lugar sea visitado recurrentemente durante varias generaciones,
provocando el solapamiento de diversos recintos en un mismo punto 1
(Fig.1). En estos casos, y hasta donde sabemos, lo más común es que las
nuevas zanjas se construyan una vez que las más antiguas se han visto
amortizadas, de modo que en pocas ocasiones dos fosos funcionaron al
mismo tiempo en un determinado lugar.
FIG. 1. Recintos de fosos en el yacimiento de Perdigoes (Reguengos de Monsaraz,
Portugal) (según Marquez et alii 2011).
1.MÁRQUEZ, J.E.; VALERA, A.C.; BECKER, H.; JIMÉNEZ, V. y SUÁREZ, J.
(2011) «El Complexo Arqueológico dos Perdigões (Reguengos de Monsaraz, Portugal).
Prospecciones Geofísicas – Campaña 2008-09, Trabajos de Prehistoria 68(1):175-186.
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Las grandes cuencas fluviales europeas (Danubio, Rin, Charente, Duero…) constituyen el medio preferente de ubicación de este tipo de sitios
arqueológicos. A nivel local parecen elegir zonas próximas a humedales
(estuarios, confluencias de ríos, pantanos….). En otras ocasiones eligen
colinas suaves, casi siempre con escasa relevancia visual en el entorno.
La tradición de los recintos de fosos, que comienza en el VI milenio
a.C., parece languidecer a mediados del tercer milenio a.C. En efecto,
aparentemente, a partir del 3000 a. C. la tradición, muy uniforme durante
el IV milenio en casi todo el occidente europeo, se ve sustituida o desplazada por nuevas y variadas arquitecturas: henge, recintos de muros,
cromlech, empalizadas, etc., que materializarán una última generación de
recintos en la Prehistoria europea. Podemos decir que es, por tanto, un
fenómeno eminentemente neolítico, si bien en algunas regiones europeas
su construcción y uso se prolonga hasta alcanzar lo que, según zonas,
se denomina Edad del Cobre.
La descomunal extensión de algunos de estos recintos de fosos, la
dificultad para localizarlos arqueológicamente una vez que todas sus
zanjas han sido colmatadas o el problema que entraña la excavación de
los rellenos, han provocado que estos sitios estén en el ojo del huracán
interpretativo. En esta coyuntura, la tesis belicista ha sido esgrimida
con insistencia para explicar el fenómeno. Repasemos a continuación
la vigencia de sus argumentos.
2. LAWRENCE H. KEELEY Y LA TESIS BELICISTA
En su célebre obra War Before Civilization (1996), Lawrence H.
Keeley intenta desmitificar la idea de que en las sociedades ágrafas la
guerra, cuando se produjo, fue siempre de corta duración, produjo pocas víctimas y, una vez cesadas las hostilidades, los grupos enfrentados
volvían a un estado de armonía entre ellos y con la Naturaleza. Por
el contrario, defiende que, en términos relativos, la «guerra primitiva
y/o prehistórica» no es menos devastadora que la guerra moderna. En
resumen, reclama un cambio de modelo antropológico que se aleje del
Buen Salvaje rousseauniano y se aproxime a la «guerra de todos contra
todos», de naturaleza hobbesiana.2
2. KEELEY, Lawrence H. (1996) War Before Civilization, Oxford, Oxford University
Press, pp. 5-17.
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Como apoyo para sus argumentos, L.H. Keeley recurre a documentos
antropológicos y arqueológicos. De estos últimos presenta sólo once
ejemplos, todos ellos extraídos de yacimientos europeos (con la excepción
del enclave egipcio de Gebel Sahar). De esta escasa selección, destaca
que seis de los sitios citados para defender su tesis, por tanto más del
50%, son recintos de fosos neolíticos. En concreto, hace referencia a
Darion, Oleye y Waremme en Bégica; Hambledon Hill y Crickley Hill
en Inglaterra; y Rouaix en Francia. En suma, la interpretación de los
recintos de fosos en clave belicista es central en su argumentación.
L.H. Keeley reconoce en ellos el escenario de importantes confrontaciones bélicas a través de tres tipos de indicios. 3
a) Los sistemas de fosos terraplenes que los delimitan son interpretados como complicados sistemas defensivos, en los cuales, además,
se integran complejas puertas de acceso y bastiones. Con ello, Keeley
percibe los recintos de fosos como evidencia de la aparición precoz, ya
en el Neolítico, de núcleos fortificados.
Hay que tener en cuenta que, a finales de los años 80 del s. XX, este
autor, en compañía de Daniel Cahen, había excavado en varios sitios
con fosos de la Cultura Rubané en Bélgica (Neolítico Inicial). El más
importante de ellos, el de Darion (Fig.2), se convirtió en uno de los
paradigmas de la tesis belicista, siendo considerado un asentamiento de
agricultores de 1,6 ha, con un foso de 2 m de profundidad y una empalizada interna. Sólo algunas casas largas danubianas se documentaron
en el área interior, entendiéndose que los restantes espacios vacíos fueron usados como campos de labor o zonas para defensa del ganado, al
modo de los kraal masais. Todo este aparato castrense parece destinado
a contener las razzias de las comunidades mesolíticas de la zona.
3.Para más detalles sobre lo que a continuación se expone ver CAHEN, D.; KEELEY,
L.H.; JADIN, I. y VAN BERG, P-L. (1990) Trois villages fortifies du Rubané Recent
en Hesbaye Liegeoise, En CAHEN, D. y OTTE, M. (eds.) Rubané & Cardial. Actes du
Colloque de Liège. Novembre 1988, Etudes et Recherches Archéologiques de l’Université
de Liège, 91-102; KEELEY (1996) op. cit.; KEELEY, L.H. y CAHEN, D. (1989): Early
Neolithic forts and Villages in NE Belgium: A preliminary report», Journal of Field Archaeology 16(2): 157-176.; KEELEY, L.H.; FONTANA, M. y QUICK, R. (2007): Baffles
and bastions: The Universal features of fortifications». Journal of Archaeological Research
15(1): 55-95.
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FIG. 2. Yacimiento de Darion (Hesbaye, Bélgica) (Keeley y Cahen 1989, fig. 3).
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b) Un segundo argumento utilizado por L.H. Keely es la documentación, en el yacimiento inglés de Crickley Hill, de una importante
concentración de puntas de flecha en las inmediaciones del foso y la
puerta del recinto (Fig.3). En este caso, recurre a los trabajos originales de Philip Dixon4 y las interpretaciones de R.J Mercer5 (otro de los
grandes defensores de la tesis belicista), autores que creían reconocer
en el sitio el escenario de una escaramuza bélica, resultado de un ataque
al lugar por parte de arqueros.
FIG. 3. Distribución de puntas de flecha en el yacimiento de Crickley Hill
(Gloucestershire, Inglaterra) (Dixon 1988).
4.DIXON, P. (1988) The Neolithic settlements on Crickley Hill, en BURGESS, C.;
TOPPING, P.; MORDANT, C. y MADDISON, M. (eds.) Enclosures and defences in the
Neolithic of Western Europe, BAR International Series 403 (ii), 75-87.
5.MERCER, R.J. (1999) The origins of Warfare in the Brithish Isles, en CARMAN, J.
y HARDING, A. (eds.) Anciente Warfare. Archaeological Perspectives, Sutton, Phoenix
Mill, 143-156.
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c) Por último, en íntima relación con el punto anterior, se reconoce
como evidencia de enfrentamientos mortales en los recintos la aparición
de cadáveres humanos en el relleno de las zanjas. Algunos de ellos, con
heridas de flecha, como ocurre en Hambledon Hill, podrían ser víctimas
de refriegas de consideración.
Recientemente, L.H. Keeley ha matizado algo su postura, afirmando
que no todos los recintos poseyeron un carácter fundamentalmente
castrense. No obstante, mantiene su idea inicial de que los fosos con
sección en «V» tuvieron una clara función defensiva. Pese a todo, la
base documental para mantener su posición en la actualidad sigue estando reducida a los escasos 6 ejemplos citados en su trabajo de 1996,
obviando que el registro arqueológico europeo y, sobre todo, los modelos interpretativos empleados para abordar el estudio de los recintos
de fosos, venían transformándose desde antes incluso de la finalización
de su obra original.
3. CRÍTICAS A LA TESIS BELICISTA EN EL ÁMBITO EUROPEO
La interpretación de los recintos de fosos como lugares fortificados no
es una innovación de Keeley desde la nada, sino que se compone a partir
de ideas dispersas previamente enunciadas en una amplia bibliografía.
En realidad, basta un poco de sentido común y una concepción militarista de la Historia como la surgida tras el Imperialismo decimonónico
y, sobre todo, las dos Guerras Mundiales, para interpretar las grandes
zanjas de sección en «V» como elementos de inhibición del tránsito, y
los recintos que conforman como enclaves estratégicos necesitados de
una estructura permanente de protección. Hasta los años ochenta del s.
XX parecía la hipótesis más plausible.
Sin embargo, el primer congreso monográfico sobre recintos prehistóricos europeos, celebrado en la ciudad de Newcastle en 1984, fue publicado con el título, un tanto ambiguo y de compromiso, de Enclosures
and Defences in the Neolithic of Western Europe.6 Ello es así porque en
las distintas comunicaciones de la reunión se pudo comprobar que las
lecturas militaristas (Fig. 4) mantenían una considerable fuerza, pero,
6. BURGESS, TOPPING, MORDANT y MADDISON (eds.) (1988) op. cit.
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como novedad, algunas propuestas alternativas iban ganando terrero. La
situación siguió siendo confusa durante algunos años más, en los que
una misma fenomenología, la de los recintos de fosos, era explicada
desde postulados antagónicos.
FIG. 4. Reconstrucción hipotética del yacimiento de Champ-Durand (Niel-sur-L’Autise,
Pays de la Loire, Francia) (según Joussaume 1988).
Habrá que esperar a finales de siglo, paradójicamente en los años
subsiguientes a la publicación del libro de Keeley, para ver cambiar
sustancialmente el panorama. Publicaciones como The Sarup Enclosures
o nuevas reuniones internacionales, como el Neolithic Studies Group
Seminar, celebrado en Noviembre de 1998, o el congreso Neolithic
Causewayed Enclosures in Europe han servido para poner las bases
de nuevas metodologías y esquemas interpretativos (Fig. 5).7 En todos
estos eventos internacionales las tesis keeleynianas han sido criticadas
o simplemente han tenido poco eco.
7.ANDERSEN, N.H. (1997) Sarup volumen 1. The Sarup enclosures, Jutland Archaeological Society, Moesgaard; DARVILL, T.; THOMAS, J. (eds.) (2001) Neolithic enclosures
in Atlantic Nortwest Europe, Oxbow Books, Oxford; VARNDELL, G.; TOPPING, P. (eds.)
(2002) Enclosures in Neolithic Europe. Enssays on Causewayed and Non-Causewayed
sites, Oxbow Books, Oxford.
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FIG. 5. Reconstrucción hipotética del yacimiento de Windmill Hill
(Wiltshire, Inglaterra) (según Whittle y Pollard 1998).
A partir de las publicaciones citadas y nuestra propia reflexión, tres
son las grandes críticas que podemos hacer a la tesis belicista como
modelo explicativo de la aparición de los recintos de fosos en la Europa
prehistórica.
1) Yacimientos de fosos ¿una arquitectura militar?
Ya a finales de los años ochenta del s. XX, en su análisis del yacimiento de fosos de Etton (Inglaterra), F. Pryor advirtió la «manifiesta y
calculada ineficacia de estas zanjas» y la dificultad para considerarlas
sistemas defensivos.8 En la misma línea se han pronunciado otros muchos
autores, que rechazan el supuesto fin disuasorio atribuido tradicionalmente
a ciertos fosos por la irregularidad de su trazado. 9
En cuanto a sus dimensiones, la diversidad es muy grande. Mientras
que la mayoría presentan medidas claramente insuficientes para repeler
un ataque exterior, otros son anchos y profundos. En cualquier caso,
8.PRYOR, F. (1988) Etton, near Maxey, Cambridgeshire: a causewayed enclosure on
the Fen-edge», en Burgess, Topping, Mordant, Maddison, (eds.) op. cit.: 107-125, especialmente la página 124.
9.Por ejemplo, DREWETT, P. (1977) The excavation of a Neolithic Causewayed
Enclosure on Offham Hill, East Sussex, 1976, Proceedings of the Prehistoric Society
43: 201-241; EDMONDS, M. (1999) Ancestral geographies of the Neolithic. Landscape,
monuments and memory, Routledge, London-New York.
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la variabilidad puede ser muy notable de un tramo a otro de la misma
estructura, lo que incide en un complicado funcionamiento a efectos defensivos. Por añadidura, en casi toda Europa occidental las zanjas tienden
a mostrar numerosas interrupciones o accesos, de tal manera que casi
todas las tradiciones académicas se refieren a estos yacimientos como
«recintos de fosos segmentados»: unterbrochene erdwerke (Centroeuropa),
enceintes à fossé interrompu (Francia), causewayed enclosures (Islas
Británicas). En ejemplares concretos la discontinuidad de los círculos
definidos por los fosos puede llegar a ser abrumadora (Fig. 6), dotando
al conjunto de una sensación de permeabilidad impensable en un sistema
diseñado para la defensa.
FIG. 6. Planta del recinto de foso y empalizada de Les Réaudins
(Balloy, Seine et Marne, Francia) (Mordant 1997).
No es menos significativo observar la enorme magnitud de la extensión
hipotéticamente protegida por las zanjas. Éstas a menudo prolongan sus
contornos de forma casi suicida, hasta alcanzar longitudes perimetrales
tremendamente difíciles de cubrir con los medios de la época y que, de
ser propiamente recintos fortificados, exigirían la presencia permanente
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y atenta de un ingente número de personas.10 No podemos olvidar que
una cosa es construir el sistema, y otra muy distinta, y tan o más costosa
que aquélla, es mantenerlo y usarlo de forma efectiva.
La topografía de los lugares donde comúnmente se emplazan los
recintos de fosos también juega en contra de la hipótesis en cuestión,
pues se trata de puntos de difícil defensa: terrenos bajos o suaves colinas,
frecuentemente inundables, de fácil acceso y con una relativamente escasa
visibilidad del entorno. En ocasiones, se sitúan a media-baja ladera de
cerros y colinas, lo que los hace vulnerables desde puntos más altos,
desdeñando por el contrario la ubicación en cerros vecinos con mejores
condiciones defensivas. Otras veces el microrelieve adopta forma de
cuenca, con el perímetro en pendiente descendiente y convergente hacia
el centro. Una ratonera a efectos defensivos.
Tales condicionantes no han sido contemplados por Keeley, para quien
la morfología en «V» de los fosos (fossa fastigata) resulta suficiente
para demostrar el excepcional carácter defensivo de éstos, 11 sin que sus
medidas u otras características arquitectónicas y topográficas le parezcan
relevantes en la discusión.
2) Relleno de los fosos. ¿El fin de la batalla?
Como se ve, una constante a la hora de analizar, desde una perspectiva
poliorcética, la función de los fosos delimitadores de los recintos, ha
sido su morfología en «V». De igual manera, se observan su anchura y
profundidad y la proximidad de algunos elementos que podrían completar
el supuesto sistema defensivo (muros, empalizadas...). Menos atención
ha disfrutado el relleno de las estructuras negativas. Sólo la presencia de
huesos humanos ha provocado un estudio pormenorizado de su contenido.
Cuando éste ha sido el caso, Keeley y sus seguidores no han dudado en
reconocer en estos esqueletos el resultado de la refriega.
Pero, como decíamos más arriba, la investigación sobre los recintos de
fosos ha cambiado considerablemente los últimos años en toda Europa.
10.MÁRQUEZ, José Enrique (2003) Recintos Prehistóricos Atrincherados (RPA) en
Andalucía (España): Una propuesta interpretativa, en JORGE, S. O. (coord.) Recintos
murados da Pré-história recente, Porto, Universidade do Porto, 269-284, especialmente
la p. 272.
11. KEELEY, FONTANA, y QUICK (2007) op. cit. pp. 58-59.
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Así trabajos de gran envergadura como los llevados a cabo en Sarup,
Etton o Windmill Hill12, entre otros, nos informan de la inconveniencia
de confundirlos con poblados fortificados, al tiempo que nos impelen
a buscar alternativas más maduras y con mejor fundamentación antropológica. Uno de los puntos centrales de los nuevos análisis descansa,
precisamente, en los rellenos de los fosos. Lejos de contener en su interior los efectos finales de la batalla (muros caídos, esqueletos de los
defensores, armas rotas…), los fosos son conscientemente abandonados
tras cumplir su función social. Este abandono conlleva su colmatación
o amortización intencionada con toneladas de depósitos arqueológicos,
entre los que encontramos restos de animales, completos e incompletos, y materiales arqueológicos de casi todo tipo; como parte de este
heterogéneo conjunto pueden aparecer también restos humanos. Dicho
comportamiento está tan generalizado que lo podemos conceptuar como
un auténtico protocolo de abandono ritualizado de los recintos de fosos.
A la vista de tales evidencias, los indicios materiales de alguna escaramuza en las inmediaciones de uno o dos recintos de fosos, como en
Hambledon Hill y Crickley Hill (Inglaterra), debe contemplarse como
algo excepcional. Ni siquiera hay razones para suponer indefectiblemente la naturaleza principalmente defensiva de dichos sitios, pues, como
muy bien apunta John Carman, es posible que la confrontación bélica
en lugares como éstos naciera, precisamente, de su importancia ritual. 13
3) La estandarización de los recintos. ¿El primer Marqués de Vauban?
Si los argumentos esgrimidos en los últimos años no fueran suficientes para replantear la tesis belicista, podemos apuntar otro dato que,
al menos a nosotros, nos parece definitivo. Si observamos las plantas
de los numerosísimos recintos de fosos europeos que conocemos en la
actualidad se podrá advertir que casi todos reproducen un modelo o
tendencia circular, independientemente de su emplazamiento topográfico
o paisajístico. Una regularidad y estandarización de tal envergadura, de
12.ANDERSEN (1997) op. cit.; WHITTLE, A.; POLLARD, J. (1998) Windmill Hill
causewayed enclosure: the Harmony of Symbols, en EDMONDS, M. y RICHARDS, C.
(eds.) Understanding the Neolithic of North-Western Europe, Cruithne Press, Glasgow,
231-247; WHITTLE, A; POLLARD, J. y GRIGSON, C. (1999) , Oxbow Books, Oxford.
13.CARMAN, J. (2000) War in Prehistoric Societies: a review of some current ideas,
Revista Era Arqueologia 2: 143-152.
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ser conciliada con el supuesto fin defensivo, nos aboca al nacimiento
de una precoz ingeniería militar.
Por el contrario, pensamos que los recintos de fosos participan de la
circularidad cosmológica que ordena el mundo en la Prehistoria Reciente
de Europa. Este principio está presente en muchas otras arquitecturas
primitivas: los henges, los cromlechs, los túmulos, las roundhouses…
Hablamos por tanto de una idea fuerza que se repite durante siglos como
elemento estructurante tanto del espacio público como del doméstico.
Richard Bradley ha apuntado incluso que la imagen del círculo es dominante, no sólo en la construcción de los monumentos, sino también en
otros medios y contextos. Es el caso, por ejemplo, del arte esquemático
hallado tanto en el exterior como en el interior de los megalitos. La
conjunción de evidencias le hace suponer la existencia de un tradición
cultural de estructuras circulares propia de la Prehistoria de Europa
Occidental.14
4. LA TESIS BELICISTA EN EL SUR DE LA PENÍNSULA
IBÉRICA
Los primeros yacimientos de fosos se documentan en el sur de la Península Ibérica en los años setenta del pasado siglo. Desde ese momento,
y sin solución de continuidad hasta nuestros días, numerosos ejemplares
se han descubierto en el mediodía peninsular. Hablamos, entre muchos
otros, de sitios como Valencina de la Concepción (Sevilla), La Pijotilla
(Badajoz), Papa Uvas (Huelva), Polideportivo de Martos (Jaén), Marroquíes Bajos (Jaén), Porto Torrão (Alentejo) o Perdigões (Alentejo).15
Una de las pocas diferencias con el contexto europeo es que en Andalucía y sur de Portugal las zanjas presentan una mayor continuidad
en su recorrido, con menos accesos o interrupciones; esto es, generalmente están menos segmentadas. La otra gran diferencia estriba en las
14. BRADLEY, R. (1998) The Significance of Monuments. On the Shaping of Human
Experience in Neolithic and Bronze Age Europe, Routledge, Londres-Nueva York, pp.
105-109.
15.Para una síntesis actualizada ver MÁRQUEZ, José Enrique y JIMÉNEZ, Víctor
(2010) Recintos de Fosos. Genealogía y significado de una tradición en la Prehistoria
del suroeste de la Península Ibérica (IV-III milenios a.C.), Servicios de publicaciones de
la Universidad de Málaga, Málaga, cap. 2 y 3.
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josé E. márquez romero y víctor jiménez jáimez
dimensiones de algunos fosos determinados, que pueden llegar a alcanzar
profundidades notables (más de 7 m) y anchuras difíciles de superar por
hipotéticos atacantes (más de 10 m).
Por lo demás, las similitudes cronológicas, morfológicas, estructurales, formativas, topográficas y paisajísticas con los recintos neolíticos
europeos son evidentes. Por mencionar sólo algunas, en el sur peninsular
observamos yacimientos de fosos con topografías predominantemente
llanas, deprimidas, en cuenca o en ladera baja, es decir, puntos de fácil
acceso. La cercanía a cursos de agua y la ocupación de zonas susceptibles de ser anegadas es igualmente constante. Además, la superficie
encerrada por los fosos circulares, en casos concretos como La Pijotilla,
Marroquíes Bajos y probablemente Valencina, Martos y Porto Torrão,
superior a veces a las 100 ha, es tan extensa que, dada la longitud de
su perímetro, debía de ser inabarcable desde el punto de vista de la
defensa desde el interior.
El sur peninsular tampoco es una excepción en cuanto a la formación
de los depósitos arqueológicos que colmatan las estructuras negativas.
Los rellenos antrópicos están presentes en todos los casos conocidos.
Los trabajos de excavación en los distintos fosos del yacimiento de Perdigões16 muestran complejas dinámicas de condenación de estos fosos
que sólo pueden ser explicadas desde la intencionalidad y la ritualización
del abandono del lugar.
Pese a todas estas semejanzas, sólo a partir de la primera década del
s. XXI se ha reclamado la necesidad de comprender la problemática de
16.LAGO, M.; DUARTE, C.; VALERA, A.; ALBERGARIA, J.; ALMEIDA, F. y CARVALHO, A. (1998) Povoado dos Perdigões (Reguengos de Mosaraz): dados preliminares
dos trabalhos arqueológicos realizados em 1997, Revista Portuguesa de Arqueología 1
(1), 45-152; MÁRQUEZ, J.E; JIMÉNEZ, V. y MATA, E. (2008): «Excavaciones en el
yacimiento de Perdigões (Renguengos de Monsaraz, 2008-2010). Universidad de Málaga
(España), Apontamentos de Arqueologia e Património 2, 41-48; MÁRQUEZ, VALERA,
BECKER, JIMÉNEZ, y SUÁREZ, (2011a) op. cit; MÁRQUEZ, J.E.; SUÁREZ, J.; MATA,
E.; JIMÉNEZ, V. y CARO, J.L. (2011b) Actividades arqueológicas de la Universidad de
Málaga en el Complexo Arqueológico dos Perdigões (Reguengos de Monsaraz, Portugal).
Trienio 2008-2010; VALERA, A.C. (2008) Recinto calcolítico dos Perdigões: fossos e
fossas do sector I». Apontamentos de Arqueologia e Patrimonio 3: 19-27; VALERA, A.C.
(2010) Construção da temporalidade dos Perdigões: contextos neolíticos na área central».
Apontamentos de Arqueologia e Patrimonio 5: 19-26; VALERA, A.C. y SILVA, A. Mª.
(2011) Dataçoes de radiocarbono para os Perdigões (1): contextos com restos humanos
nos sectores I & Q», Apontamentos de Arqueologia e Patrimonio 7: 7-14.
interpretando los recintos de fosos...
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los fosos meridionales en una escala mayor (Márquez 2001).17 Hasta
esos instantes, la investigación sobre el fenómeno en nuestro ámbito
mostraba un marcado aislamiento respecto a lo que por entonces se estaba haciendo en otras regiones europeas. Quizá por ello, en el estudio
y posterior interpretación de estos recintos meridionales los argumentos
de L.H. Keeley han sido sistemáticamente ignorados.
Ello no quita que explicaciones belicistas análogas a la keeleyniana
se hayan convertido en la opción hegemónica hasta nuestros días, generalizándose la idea de que ya en el neolítico (IV milenio a.C.) surgieron
los primeros poblados fortificados de la Prehistoria del sur peninsular.
Parece que para ello han bastado una determinada manera de concebir
el «sentido común» y una discutible lectura de la base documental.
Ninguno de los argumentos que hemos expuesto contra la tesis belicista
han sido sopesados por los defensores de la hipótesis castrense en los
recintos de fosos de nuestro ámbito geográfico.
Así, las hipótesis de clara orientación castrense aparecieron casi con
los primeros descubrimientos; J. C. Martín de la Cruz, por ejemplo, la
propone tempranamente como una más entre varias alternativas interpretativas.18 No obstante, su popularización y conversión en un auténtico
paradigma dominante de la arqueología del mediodía peninsular no tuvo
lugar hasta finales de los años ochenta. Las evidencias b) y c) de Keeley
nunca se llegaron a constatar en nuestra región. Pero el hallazgo de
un murete de adobe adosado a una de las paredes internas de la zanja
registrada en Los Pozos de Arjona en Jaén pareció acabar con todas las
dudas.19 Ello, a su vez, posibilitó, en un medio académico de inspiración
predominantemente marxista, reconocer en estos yacimientos las más
antiguas fortificaciones de la Prehistoria regional, antecedentes de las
grandes murallas tipo Millares y evidencia directa de fuertes tensiones
sociales en la sociedad de la época.20
17.MÁRQUEZ, José Enrique (2001)…
18.MARTÍN DE LA CRUZ, J.C. (1986) Papa Uvas II. Aljaraque, Huelva. Campañas
de 1981 a 1983, Excavaciones Arqueológicas en España, 149, Madrid, p. 212.
19.HORNOS, F.; NOCETE, F. y PEREZ, C. (1987) Actuación arqueológica de urgencia
en el yacimiento de los pozos en Higuera de Arjona (Jaén), Anuario Arqueológico de
Andalucía (1986) III: 198-202.
20. Véase, por ejemplo, CRUZ-AUÑÓN, R. y ARTEAGA, O. (1999) Acerca de un
campo de silos y un foso de cierre prehistóricos ubicados en «La Estacada Larga» (Valencina de la Concepción, Sevilla). Excavación de urgencia de 1995, Anuario Arqueológico
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josé E. márquez romero y víctor jiménez jáimez
La anchura y/o profundidad de algunos de los fosos y la esporádica
aparición de muros junto a los mismos, entre los que destaca el murete
de Los Pozos ya comentado, se han esgrimido como apoyo empírico
para estos argumentos. Como derrumbes de muros adyacentes han sido
interpretadas ciertas concentraciones de piedras o de adobes halladas en
el relleno de las zanjas, como ocurre en el denominado foso 1 de Perdigões.21 En la misma línea, en el yacimiento de Martos se ha apuntado
que la irregularidad en el trazado de los fosos y su dirección paralela a
las curvas de nivel, que facilitaría la retención de agua, incrementaban
su eficacia defensiva.22 Concepciones similares han servido para defender la existencia de una precoz «macroaldea» fortificada en Marroquíes
Bajos (Fig.7).23
FIG. 7. Reconstrucción hipotética del yacimiento de Marroquíes Bajos (Jaén)
(según Hornos et alli 1998, lám. 2).
de Andalucía (1995) III: 600-607; LIZCANO, R. (1999) El Polideportivo de Martos
(Jaén): un yacimiento neolítico del IV milenio a.C. Nuevos datos para la reconstrucción
del proceso histórico del Alto Guadalquivir, Córdoba; LIZCANO, R. y CÁMARA, J. A.
(2004) Producción económica y sedentarización. El registro arqueológico del Polideportivo
de Martos (Jaén), en VV. AA. Sociedades recolectoras y primeros productores. Actas de
las Jornadas temáticas andaluzas de arqueología, Sevilla: 229-248; NOCETE, F. (2001)
Tercer milenio antes de nuestra era. Relaciones y contradicciones centro/periferia en el
Valle del Guadalquivir, Bellaterra, Barcelona.
21.LAGO, DUARTE, VALERA, ALBERGARIA, ALMEIDA y CARVALHO (1998) op.
cit.
22.LIZCANO (1999) op. cit. pp. 101-102.
23.HORNOS, F.; ZAFRA, N. y CASTRO, M. (1998) La gestión de una zona arqueológica urbana: la experiencia de investigación aplicada en Marroquíes Bajos (Jaén)». PH,
Boletín del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico 22: 82-91, lámina 2.
interpretando los recintos de fosos...
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De esta corriente belicista se ha podido colegir un proceso histórico
muy simple. En líneas generales arranca en el IV milenio a.C. con la
irrupción de los primeros poblados defendidos con fosos; evoluciona
durante el III milenio a.C. a los poblados calcolíticos, fortificados ahora
con murallas y bastiones, del horizonte millarense; y finaliza, en pleno
II milenio a.C., con los hillfort propios de la cultura del Argar. Un solo
paso nos separa de los oppida protohistóricos. Esta dinastía castrense,
auténtica trayectoria evolutiva de la primera arquitectura militar del suroeste europeo, ha conformado el escenario perfecto en el que integrar
un proceso histórico marcado por las tensiones intra e intergrupales,
por las luchas de clases y la violencia como único medio de resolución
de conflictos.
5. ¿HACIENDO LAS PACES? LA NECESIDAD DE NUEVOS
MODELOS
En el ámbito europeo la respuesta a las propuestas de Keeley es casi
unánimemente de rechazo. No ocurre así en el sur de la Península Ibérica,
donde la visión poliorcética de las estructuras que delimitan estos espacios
estando muy extendida. De cualquier manera, el desmoronamiento de las
tesis belicistas como argumento explicativo de la génesis y función de
los recintos de fosos parece imparable. La crisis de las propuestas de tipo
castrense ha abierto el mundo a nuestros pies, pues no supone que otro
paradigma interpretativo se haya consolidado como clara alternativa. 24
En el momento actual, se precisan hipótesis innovadoras.
Los autores de este trabajo ya nos hemos pronunciado sobre el significado social que atribuimos a estos lugares. 25 Sintetizando nuestra
propuesta, podemos decir que lo que define a los recintos de fosos europeos es su carácter cercado y monumental. Hablamos, por tanto, de la
monumentalización y delimitación socialmente motivada de un espacio
natural abierto. Un espacio natural modificado por el ser humano, separado
físicamente de su entorno respectivo y destacado por una construcción
monumental. Esta estrategia los convertiría en lugares-donde-ocurrencosas; escenarios en cuyo interior las actividades humanas cotidianas
24. Ver estado de la cuestión en MÁRQUEZ y JIMÉNEZ (2010) op. cit. cap. 6.
25.MÁRQUEZ y JIMÉNEZ (2010) op. cit. pp. 481 y ss.
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josé E. márquez romero y víctor jiménez jáimez
adquirían connotaciones fuera de lo común. La monumentalidad también
nos habla de agrupación poblacional, es decir, de la cantidad de gente
que tendría que congregarse en estos sitios para llevar a cabo su construcción. Pensamos en la reunión temporal, no permanente ni sedentaria,
de comunidades dispersas por el paisaje. Como parece inherente a cualquier agregación social multitudinaria de poblaciones que normalmente
viven separadas, debía de tener lugar una efervescencia social propicia
para las operaciones económicas (intercambio de objetos, explotación
de ciertos recursos), transacciones sociales (intercambios de dones,
matrimonios, alianzas entre diferentes unidades parentales) y actos que
nosotros consideraríamos rituales (ritos funerarios, de paso, sacrificios,
ofrendas, etc.). Finalmente, el abandono del lugar, su desactivación social, se materializaría mediante la colmatación intencionada de los fosos.
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