Kuzniecki, Uriel - Camboya y el Khmer Rouge

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CAMBOYA Y EL KHMER ROUGE:
¿CÓMO FUE POSIBLE?
La Guerra Fría y las grandes potencias en el
Sudeste Asiático
Uriel Kuzniecki
Universidad de San Andrés
-Septiembre 2009-
Resumen
El presente trabajo consiste en un análisis histórico de la relación
entre el Khmer Rouge y las potencias extranjeras en el contexto de la
Guerra Fría. Por un lado se pretende explicar el grado en que las acciones
de las grandes potencias influyeron sobre el desarrollo de los eventos que
condujeron al genocidio perpetrado por dicho grupo, a la vez que sobre su
posterior accionar política y evolución. Por el otro se intenta entender al
Khmer Rouge en calidad de actor con un margen de maniobra y una
autonomía en el plano de la acción mayores a los generalmente supuestos.
Se concluye que en el marco del mundo bipolar, en que las grandes
potencias se disputaban el control sobre las diferentes regiones, el grupo
guerrillero supo presentar su lucha y sus intereses en los términos propios
de la Guerra Fría, valiéndose así de la intervención extranjera para dar
solución a los problemas locales.
Introducción
Al comenzar a estudiar el caso de los países periféricos durante el
período de Guerra Fría uno se enfrenta desde un principio a la pregunta
de cuál fue el verdadero rol que estos países ocuparon en el marco más
general del conflicto. ¿Fueron meros peones de los países centrales,
movidos en la dirección escogida por intereses externos y como parte de
políticas gestadas a distancia por las potencias? ¿O fueron acaso jugadores
activos e independientes en el mundo bipolar de la Guerra Fría,
movilizando sus recursos y fuerzas en base a criterios propios? Las
diversas respuestas que a lo largo del tiempo fueron dándose a estas
preguntas definieron las diferentes escuelas de pensamiento en torno al
análisis de la cuestión.
Muchos estudiosos1 del caso del genocidio en Camboya parecen
proponer que la primera pregunta es la que se ciñe más a la realidad de lo
sucedido en el país. De este modo, argumentan que fueron principalmente
las políticas exteriores de China y los Estados Unidos (“EEUU” de ahora en
adelante) las que, directa o indirectamente, permitieron la emergencia del
Khmer Rouge (“KR” de ahora en adelante), su victoria inicial en 1975 y
su supervivencia y fortalecimiento en la década que siguió a su
derrocamiento del poder. Aunque admiten que al momento de negociar la
paz a principios de la década de 1990 la guerrilla amenazó con salirse de
control y destruir así todo esfuerzo diplomático, no parecen reconocer una
autonomía del KR en las instancias previas, lo que vale tanto para el orden
del accionar como para el de los objetivos. En efecto, podemos observar
cómo durante estos años los países centrales, y en especial los EEUU,
pensaron en Camboya como en una palanca que podía ser activada y
desactivada de modo casi inmediato y libre de conflictos, a pesar de que en
ciertas ocasiones esto probó no ser cierto y los sucesos internos del país
asiático determinaron comportamientos no siempre conformes a lo que el
gigante americano esperaba.
En este estudio se intentará sin embargo ahondar en el vínculo
entre la guerrilla que perpetró uno de los grandes genocidios del siglo y los
poderes extranjeros, para ver que la relación no se presenta tan lineal
como algunos suponen. Propongo entonces que no puede decirse que el KR
haya sido meramente un peón de las potencias que se salió de control
en los últimos años, sino que en todo momento fue un estratega que
buscó activamente definir sus luchas en concordancia con la lógica más
general de la Guerra Fría, consiguiendo de ese modo la intervención
1
Entre ellos, según mi interpretación, Bert (1993), Chua-Eoan (1990) y McGregor
(1990).
-1-
extranjera que en ese contexto podría traer una solución más rápida a lo
que se consideraban problemas locales. Desde este punto de vista, el giro
liberal que el KR encaró a principio de los ’80 no sólo puede interpretarse
como una señal de la debilidad de la organización, que se vio forzada a
renegar de su ideología fundante, sino también como una herramienta
estratégica esgrimida hábilmente por un actor con gran capacidad para
adaptarse y de este modo fortalecerse. El distanciamiento en los ’90
respecto de sus patronos llegaría entonces como la toma de conciencia de
que el fin de la Guerra Fría y así del interés extranjero en la región hacían
cada vez más difícil una solución mediada o impuesta desde afuera que
fuese favorable a los intereses del KR, frente a lo cual la guerrilla
intentaría valerse de los medios acumulados durante los años previos
para tomar las riendas del asunto en sus propias manos.
Pujas de poder y percepciones encontradas, la Camboya de estos
años constituye un caso ilustrativo no sólo del modo en que pueblos
enteros vieron sus destinos signados por políticas planificadas muy lejos de
su hogar, sino también de la manera en que grupos locales buscaron
activamente la intervención extranjera, distinta y más amplia en su
naturaleza, para encontrar una consecución más rápida de sus intereses.
Primera Parte: Desde los tiempos del Imperio a la Guerra de
Vietnam
Breve recorrido previo: Camboya entre el Imperio y la Segunda Guerra
Mundial (1939 – 1945)
El antiguo Imperio Khmer (la khmer o jmer es la etnia originaria de
Camboya) vio su apogeo entre los siglos IX y XIII, controlando vastos
territorios de las actuales Tailandia, Laos, Vietnam y Camboya desde su
capital situada en la ciudad de Angkor. La agresividad de los pueblos
vecinos, los conflictos dinásticos internos y el deterioro gradual de sus
cultivos de arroz (Colaboradores de Wikipedia, 2009a) determinaron que la
capital imperial fuese conquistada por Siam (actual Tailandia) en 1431, y el
resto del reino para 1594. Comenzaría entonces para Camboya un período
signado por la puja de poder entre sus grandes vecinos: Siam al oeste y
Vietnam hacia el este. Mientras los siameses y los khmer compartían ciertos
rasgos culturales que de este modo mitigaban los efectos de su ocupación,
las relaciones con Vietnam carecieron de este componente y encontraron
desde un principio un alto grado de conflictividad (Shawcross, 1979). Los
vietnamitas veían en los khmer un pueblo “bárbaro” y trataban de erradicar
sus costumbres de todo área que lograran controlar. Frente a esta situación,
en 1840 los camboyanos se alzaron en rebelión contra la creciente influencia
vietnamita sobre la vida khmer. Las difíciles relaciones que a lo largo de
los siglos mantendría con su vecino oriental harían perdurar en ambas
culturas una cierta enemistad étnica que, como veremos, influiría en el
desenlace de los sucesos de la segunda mitad del siglo XX.
Hacia fines de la década de 1850 el naturalista francés Henri Mouhot
hizo una travesía por Siam, Camboya y Laos, advirtiendo a su regreso sobre
la excelente oportunidad que Camboya representaba para Francia. Débil y
dependiente del declinante Siam (apoyado por Gran Bretaña, rival
colonial de Francia), Camboya podía hacer las veces de un buffer zone
entre las posesiones francesas en Vietnam y el Siam pro-británico (Carvin,
s.a.). Asimismo, debido a la proximidad entre Saigón y el territorio
camboyano (alrededor de 60 kilómetros de distancia), era común que
bandidos y rebeldes delinquieran en la ciudad y buscaran refugio en los
bosques del país vecino cruzando el Mekong, río éste que a su vez era visto
como una ruta de escape hacia China. Con todas estas motivaciones, en
1861 el comandante francés en Saigón, almirante Charner, viajó a Camboya
para informarle al rey que los franceses estaban determinados a ocupar
Indochina de modo permanente y que ofrecía a los camboyanos ayuda para
conservar su libertad. El rey camboyano era consciente de que Francia era la
única que podía brindarle la protección necesaria frente al temido avance
vietnamita desde el este, pero temía que tal actitud resultase desafiante
a ojos de sus vecinos y por ende le resultara perjudicial en caso de que los
franceses decidiesen eventualmente retirarse de la zona. De todos modos y
contra el enojo siamés, en 1864 se estableció un protectorado francés sobre
Camboya.
Sin embargo, el hecho de que Camboya fuese un protectorado
mientras las posesiones orientales tuviesen el status de colonia resultó
perjudicial para la primera (Shawcross, 1979): el poder imperial tendió a
empujar sus fronteras coloniales hacia el norte y el oeste a expensas de
Camboya, siendo los constantes cambios de frontera una primera fuente de
conflictos durante estos años. Las primeras revueltas comenzaron a fines de
-2-
siglo y los franceses se vieron obligados a ceder respondiendo a aquellas
demandas que los camboyanos consideraban más humillantes. De todos
modos tomarían la decisión de reforzar su control sobre el protectorado, y
aprovecharon entonces la muerte del rey de la dinastía de los Norodom en
1904 para transferir el poder a la rama de los Sisowath, más fiel a sus
intereses.
Los próximos signos de agitación política preocupante llegarían
recién en la década de 1940. Aunque el Partido Comunista Indochino se
había creado en 1930, en un principio había sido casi por entero vietnamita
y fue recién hacia el final de la década que su pensamiento nacionalista
había comenzado a echar raíces en suelo camboyano, de modo que su
presencia no había despertado fuerte alarma en el país. Lo que ahora
inquietaba a los franceses era el gran poder que los Sisowath habían
acumulado, de modo que frente a la muerte del Rey Sisowath Monivong en
1941, la corona le fue negada al Príncipe Sisowath Sirik Matak y fue en su
lugar entregada a Norodom Sihanouk, su primo de tan solo 19 años de edad.
Fue en este mismo año, en el contexto de la Segunda Guerra
Mundial, que Japón invadió el Sudeste Asiático. La política durante los pocos
años que duró su ocupación consistiría en tornar la opinión popular
favorable a un reemplazo del dominio francés por uno japonés (Carvin, s.a.).
En esta línea Japón y Tailandia, aliados, apoyaron al movimiento guerrillero
de izquierda de signo anti-francés Khmer Issarak liderado por Son Ngoc
Tanh, quien años después se convertiría en un actor de fuerte peso en la
arena política camboyana. Antes de terminada la guerra, en marzo de 1945,
los japoneses obligaron entonces a los reyes indochinos a declarar su
independencia respecto de Francia. Aunque esta declaración forzosa
convertía a estos pueblos en naciones libres, no les garantizaba una real
independencia que pudiera mantenerse en el largo plazo (Carvin, s.a.).
La primera guerra de Indochina (1946-1954)
Terminada la Segunda Guerra Mundial, las potencias occidentales
regresaron a Indochina con la intención de recuperar el imperio colonial que
la ocupación japonesa había destruido. La tarea no sería, sin embargo, tan
sencilla como habían pensado.
En Vietnam del Norte el grupo guerrillero Viet Minh (Liga para la
Independencia de Vietnam) liderado por el nacionalista Ho Chi Minh se
rehusaba a permitir que la monarquía de Bao Dai, respaldada por Francia,
gobernara el país. El 2 de agosto de 1945 sus fuerzas entraron en Hanoi y
días después declararon el nacimiento de la República Democrática de
Vietnam. Los franceses no dieron su reconocimiento a este nuevo Estado
creyendo que de este modo sus posibilidades de sobrevivir serían
remotas. En efecto, en 1946 Ho Chi Minh fue forzado a firmar una
tregua, aunque no duraría por mucho tiempo: en noviembre de ese mismo
año una disputa relativamente menor en la ciudad portuaria de Haiphong
resultaría en el estallido de la primera guerra de Indochina. El Viet Minh y
su líder se escaparon en 1947 hacia las afueras de Hanoi, refugiándose en
las junglas y dando lugar a una guerra que se prolongaría por alrededor de
ocho años.
Antes del retorno francés, Sihanouk había -bajo presión japonesadesignado a Son Ngoc Tanh su Ministro de Relaciones Exteriores y Primer
Ministro. Desde esa posición sin embargo, su forzada declaración de
independencia no fue aceptada por Francia, y Son Ngoc Tanh, para alivio
del rey (Shawcross, 1979), fue apresado y enviado al exilio. Desde aquel
momento esta figura cambiaría su estrategia: en lo sucesivo buscaría
obtener la independencia a través de los EEUU y Tailandia, interesados
ahora en aprovecharse de la debilidad francesa en la región (Carvin, s.a.). En
esta línea, dejaría su movimiento de izquierda para unirse al Khmer
Serei, de derecha, que peleaba por el fin de la monarquía de
Norodom Sihanouk en Camboya.
El Rey Norodom Sihanouk y los Acuerdos de Ginebra (1954)
Sihanouk había asumido el trono en un contexto de gran conflicto,
tanto interno -disputas de poder con la dinastía Sisowath- como externo -la
Segunda Guerra Mundial y la ocupación japonesa-. Terminada esta última, y
contra la creciente oposición de fuerzas demócrata-parlamentarias y
guerrilleras, Sihanouk entendió que la mejor manera de conservar su
posición sería conseguir la total independencia de Camboya (Shawcross,
1979). Fue entonces que comenzó a sentar las bases de la que sería su causa
principal hasta el momento de su caída en 1970: la preservación de la paz y
la independencia de Camboya respecto de las ambiciones expansivas de sus
vecinos (Shawcross, 1979).
-3-
Popular entre su gente y m ost rando una gra n ha bili dad en
la negoci aci ón y el c am bi o de aliados (Carvin, s.a.), e n 19 49
Sihanouk recibió de Francia un importante grado de autonomía para el
país, aun cuando aquella conservara en sus manos las decisiones
estrictamente económicas y militares. Esto no sería aún suficiente para
satisfacer sus demandas, y en 1952 emprendería una exitosa campaña antifrancesa que lograría posicionarlo como el verdadero líder nacional
(Shawcross, 1979). Ignorados sus pedidos de completa soberanía,
Sihanouk visitó Europa y los EEUU en busca de apoyo, a lo que seguiría
un exilio auto-impuesto en la ciudad de Angkor. Inmersos en la guerra
contra Vietnam, los franceses no podían destinar grandes esfuerzos a
controlar la situación en Camboya, de modo que en octubre de 1953
permitieron la declaración de independencia (Carvin, s.a.). Aun así ciertos
asuntos de política económica permanecieron bajo supervisión francesa,
pero los asuntos externos y militares ya se encontraban en manos
nacionales.
En la primavera de 1954 el imperio colonial francés recibiría su
golpe de muerte en la batalla de Dien Bien Phu, dando cierre a la primera
guerra de Indochina y a su ocupación del Sudeste Asiático, debiendo
entonces negociar la completa independencia con todas sus previas
colonias. Cuando la batalla estaba llegando a su fin, los países involucrados
en el conflicto se reunieron con Gran Bretaña, los EEUU y la Unión Soviética
(“URSS” de ahora en adelante) para firmar los Acuerdos de Paz de Ginebra
en mayo de 1954. Vietnam fue por primera vez reconocido como dos
gobiernos soberanos independientes: un Vietnam del Norte comunista
liderado por Ho Chi Minh y un Vietnam del Sur pro-francés liderado por el
Primer Ministro Ngo Dinh Diem. Esta situación se mantendría al menos
hasta las siguientes elecciones pautadas para 1956, en que se esperaba la
reunificación del país. Sin embargo, de las condiciones del acuerdo sólo se
cumpliría la del cese de fuego: las elecciones nunca se llevarían a cabo y
éste sería uno de los factores que llevarían, como veremos más adelante, a
la segunda Guerra de Indochina.
En cuanto a Camboya, los Acuerdos garantizaron su neutralidad y
su integridad territorial (lo mismo para el caso de Laos), a la vez que
establecieron las primeras elecciones nacionales democráticas, a realizarse
en 1955. Sihanouk entendió que para dejar a Camboya por fuera de
cualquier guerra vietnamita en el futuro próximo, que estimaba altamente
probable, sería necesario un líder nacional fuerte, posición que sólo él
podía ocupar (Carvin, s.a.). No pudiendo postularse como candidato
electoral debido a su cargo real, Sihanouk abdicó al trono en favor de su
padre y creó su propio movimiento político, el Sangkum Reastr Niyum
(Comunidad Socialista del Pueblo), dando así un fuerte golpe a los tres
partidos de oposición: los liberales, los demócratas y el movimiento de
izquierda Pracheachon. Aun así no quiso correr riesgos y cerró los diarios
opositores mientras sus fuerzas de policía perseguían a los principales
líderes rivales. En estas condiciones, en 1955 Sihanouk fue electo Primer
Ministro dando inicio a un régimen fuertemente personalista y autoritario
que duraría por quince años.
Los orígenes del comunismo en Camboya
Los primeros signos de presencia del comunismo en el Sudeste
Asiático se hicieron visibles en 1930 con la fundación de Partido Comunista
Indochino. Compuesto casi en su totalidad por vietnamitas y alineado con la
política del KOMINTERN (agrupación de los Partidos Comunistas de varios
países creada en 1919 por iniciativa de Lenin y el Partido Bolchevique), su
primer objetivo fue el de reemplazar las posesiones coloniales francesas por
una federación indochina de sustrato socialista conformada por Camboya,
Laos y Vietnam. Estos planes perdurarían en el imaginario comunista de los
años venideros, y el miedo a una federación controlada por Hanoi fue
uno de los principales motivos de desconfianza entre los grupos de
izquierda de la región.
En 1941 esta organización debería pasar a la clandestinidad,
asumiendo el Viet Minh (aún bajo control partidario) la lucha contra las
ocupaciones japonesa y francesa, y no contando por el momento con una
fuerte influencia sobre Camboya (Shawcross, 1979). Sin embargo en 1951 el
partido se disolvió en sus componentes nacionales y de este modo hizo su
aparición el Partido Revolucionario Popular de Camboya.
Tras los Acuerdos de Ginebra y los términos allí fijados, esta
agrupación daría lugar en 1954 al Pracheachon, partido político legal que
enfrentaría a Sihanouk en las elecciones de 1955. De esta manera algunos
comunistas se integraron a la estructura política montada por el Príncipe
mientras el Viet Minh terminaba de retirarse a Hanoi. Pero entre aquellos
-4-
comunistas no dispuestos a participar en la contienda electoral, estos
acuerdos marcaron un punto de quiebre (Shawcross, 1979). Gran parte de
ellos dejó el país junto con las fuerzas vietnamitas, pero unos pocos cientos
desobedecieron a Hanoi y buscaron refugio en las selvas. De esta época
data el término francés “Khmer Rouge” (en castellano, Khmer Rojo) con
que Sihanouk se refirió a estos fugitivos, que veían a los pactos de Ginebra
–en cuya negociación no habían formado parte- como una traición a la
revolución camboyana.
Esta “traición” sumaría un nuevo factor a la tradicional enemistad
étnica que los separaba de sus vecinos y que no se salvaría ni siquiera en
función de la ideología política común. Se observa por ejemplo que con el
objetivo de distanciarse de sus orígenes vietnamitas, el partido
camboyano rescribiría su historia y fecharía su fundación en 1960, no en
1951. En este contexto, los vietnamitas dieron muy poco apoyo a sus
colegas, reduciendo sus posibilidades durante las décadas de 1950 y 1960
(Shawcross, 1979). No sería hasta que las condiciones de vida del
campesinado en Camboya se empeoraran radicalmente hacia fines de los
’60 y los ’70 y que los vietnamitas encontraran así motivos para dar mayor
apoyo a sus vecinos que el comunismo camboyano sumaría gran cantidad
de adeptos a sus filas y conseguiría el éxito que había buscado sin descanso
por décadas.
Sus bases ideológicas. Mientras tanto, el núcleo ideológico del
comunismo camboyano que años después llegaría al poder se estaba
gestando lejos de casa. Desde la década del ’40 había sido costumbre entre
los jóvenes de clase media estudiar en Francia mediante distinto tipo de
becas. De este modo, a fines de la década un grupo de estudiantes
camboyanos allí radicados conformó lo que fue conocido como el “Grupo
de Estudio de París”. Era un conjunto de connacionales que, de regreso en
su tierra natal a principios de los ’50, comenzarían a activar en el
comunismo camboyano y se convertirían en los principales líderes de la
revolución comunista de 1975. Entre ellos se encontraba Saloth Sar
(luego conocido como Pol Pot), quien tenía vínculos previos con el
Partido Comunista Indochino y residió en Francia entre 1948 y 1953,
volviendo a Camboya antes de haber finalizado sus estudios.
En contacto con el Partido Comunista Francés, las ideas del grupo
se caracterizaron por un fuerte nacionalismo y una radical oposición a
cualquier injerencia vietnamita en los asuntos camboyanos (Wikipedia,
2009f). Esto se hizo evidente en su negación a reunirse con Ho Chi Minh
en la Conferencia de Fontainbleau durante una de las visitas del líder
vietnamita a París. Asimismo, esta agrupación era en gran medida antisihanoukista (Wikipedia, 2009f). Vemos por ejemplo que en su artículo
¿Monarquía o democracia?, Saloth Sar (1952) escribe: “La monarquía es un
vil postulado que vive de la sangre y el sudor de los campesinos. Sólo la
Asamblea Nacional y los derechos democráticos darán a los camboyanos
un espacio de respiro… La democracia que reemplazará a la monarquía es
una institución sin igual, pura como el diamante” (citado en Wikipedia,
2009f). Respecto de su estadía en Francia y su formación, en una
entrevista realizada a Saloth Sar meses antes de su muerte éste decía:
“Me encantaban. Libros como La gran revolución francesa. No entendía
mucho pero seguía leyendo. Era el concepto comunista el que me
entusiasmaba. […] Cuando estaba en Francia no entendí mucho, pero en
Camboya lo desarrollé, porque en Camboya no tuve contacto con la
burguesía (porque mi rango era ordinario), sino que tuve contacto con los
monjes, la clase baja y la gente común. Es por eso que entendí el
problema. No copié a nadie. […] Viendo la desigualdad, me entristeció.
Entonces volviendo a su pregunta acerca de cuál modelo seguí, es una
combinación de cosas, pero fui más influenciado por lo que vi en mi país”2
(Thayer, 1997).
Khieu Samphan, integrante del grupo parisino y figura importante
del futuro KR, escribió en 1959 su tesis, titulada “La economía y el
desarrollo industrial de Camboya”, en que sienta las bases de la doctrina
revolucionaria bajo un fuerte influjo maoísta (Shawcross, 1979). Aunque
consideraba esencial el desarrollo industrial del país, entendía que éste no
podía conseguirse sin que antes la actividad agrícola fuese llevada a su
máxima expresión, y es por eso que argumentaba que la fuerza principal
del país residía en las aldeas.
Observaba además que los flujos de ayuda norteamericana que
habían comenzado a llegar al país en los ’50 exacerbaban el estancamiento
del naciente complejo industrial precapitalista presente en Camboya. En
este contexto consideraba necesario suspender la ayuda norteamericana,
considerada disruptiva, mientras que la ayuda francesa (más conservadora)
2
Como esta, las traducciones a lo largo de todo el trabajo son propias.
-5-
podía continuar. Recién entonces, minimizados los peligros externos, el
gobierno podría encarar las reformas necesarias, entre ellas la
nacionalización del comercio de los productos básicos y la promoción con el
ejemplo de fuertes políticas de inversión.
Este núcleo de ideas, surgido al calor de las universidades y en un
contexto diferente al de la realidad camboyana, sufriría con el tiempo y
en contacto con el poder ajustes que llegarían a comprometer hasta sus
mismas bases. Vemos por ejemplo que en un primer momento Khieu
Samphan (1959) proponía que en el proceso de cambio los campesinos
debían ser tratados “con paciencia y entendimiento” (citado en Shawcross,
1979: 243), consideración que, como veremos, no fue tenida en cuenta
durante los casi cuatro años en que el KR estuvo en el gobierno. Más aún, a
principios de la década de los ’80 observaremos un giro aún más radical: el
KR se pronunciaría a favor de los principios de mercado, lo que será
trabajado en más detalle en las secciones siguientes.
Segunda Parte: Camboya en los tiempos de la Guerra de
Vietnam (1958 - 1975)
Los primeros años de la guerra: Camboya gira hacia la izquierda
Los Acuerdos de Ginebra habían pautado para los vietnamitas
elecciones y un referéndum en que se decidiría si sus gobiernos seguirían
siendo autónomos o se reunificarían. Sin embargo Diem, líder de Vietnam
del Sur, anuló autoritariamente tal instancia. En vistas de esta irregularidad,
Hanoi comenzó a presionar sobre su vecina entregando suministros y armas
a los opositores de Diem, al tiempo que en el sur comenzaba a formarse un
movimiento de resistencia que sería conocido como Viet Cong. Comenzaba
así la Guerra de Vietnam o Segunda Guerra de Indochina, que duraría hasta
1975 e involucraría no sólo a los dos Vietnam sino también a otros países,
en particular a los EEUU. Esta guerra sería en gran medida determinante
para el curso futuro de los eventos en Camboya, como se estudiará a
continuación.
Sihanouk, por su parte, no sentía particular simpatía por el
comunismo ni mucho menos por los vietnamitas. Sin embargo entendía
que si quería mantener la paz para su pueblo (lo cual, como fue dicho,
constituía uno de los pilares de su política), su debilidad militar lo
obligaba a mantenerse unido al que percibía como su enemigo más
peligroso, Vietnam del Norte (Carvin, s.a.). De este modo, desde antes de
comenzada la guerra, a medida que aumentaban las tensiones entre
Vietnam del Norte y del Sur, Sihanouk había comenzado a acercarse a Ho Chi
Minh.
Los EEUU veían esto con malos ojos. Después de la Segunda Guerra
Mundial y al surgir la Guerra Fría, los norteamericanos desarrollaron la
“teoría dominó”, que postulaba que los gobiernos débiles eran
extremadamente vulnerables al comunismo una vez que éste se hubiese
hecho de algún enclave cercano en un área geográfica determinada. Esta
idea había dado lugar, por ejemplo, a la Doctrina Truman y al Plan Marshall,
que buscaban respectivamente evitar el triunfo del comunismo en Grecia y
Turquía y en Europa Occidental. La conversión de China al comunismo y el
triunfo del nacionalismo de Ho Chi Minh hacían creer a los EEUU que el
efecto dominó había sido ahora activado en el Sudeste Asiático,
amenazando no sólo a Laos y Camboya sino también a Tailandia e Indonesia,
y, en el peor de los casos, incluso a India y Australia (Carvin, s.a.). De este
modo, no se tolerarían las ambiciones norvietnamitas de unificación del país
bajo signo comunista ni, en consecuencia, el acercamiento de Sihanouk a
sus vecinos. Las relaciones norteamericanas con Camboya se deterioraron
aún más cuando en 1959 Sihanouk dejó entrever sospechas de cooperación
norteamericana con el Khmer Serei y otras fuerzas de derecha presentes en
Phnom Penh.
De todos modos, la ayuda militar de EEUU había venido
incrementándose desde 1955 y seguiría haciéndolo a lo largo de toda la
década del ’60. Su objetivo consistía en fidelizar, por estos medios, a los
dos grupos que podían servir a sus intereses en el país: la elite urbana de
clase media y el cuerpo de oficiales (Shawcross, 1979). De este modo,
buscaban generar (y de hecho lo hicieron) un foco de lealtad que fuese
independiente del gobierno nacional. En él se encontraba el general Lon
Nol, que años más tardes derrocaría a Sihanouk en un movimiento que se
cree respaldado por Norteamérica.
Sihanouk mientras tanto seguía explotando el rol del patriota
nacionalista al máximo. Es así que aunque solicitó y aceptó ayuda militar de
Washington, buscó también pactos de no interferencia por parte de Pekín y
Hanoi, a la vez que se acercaba a la URSS y Polonia y denunciaba en foros
-6-
internacionales lo que consideraba una innecesaria interferencia de los
EEUU en asuntos internos de la región.
En este contexto, se observó en Camboya un claro giro hacia la
izquierda (Shawcross, 1979). Después del asesinato del líder survietnamita
Diem en noviembre de 1963, Sihanouk empezó un amplio plan de reformas
económicas, nacionalizando el comercio exterior y los bancos. Tomó al
mismo tiempo la decisión de renunciar a la ayuda económica y militar
que recibía de los EEUU, demandando el cierre de su embajada (que se
haría efectivo en mayo de 1965, cuando se cortaran relaciones
diplomáticas) y se declaró un ardiente socialista y un cruzado contra el
imperialismo occidental. En privado, Lon Nol y otros ministros proamericanos se mostraron en desacuerdo con el giro de Sihanouk en contra
de los EEUU (Carvin, s.a.).
En un clima de preocupación, Sihanouk empezó a sospechar que
eran demasiados los generales y ministros que dependían de la ayuda y las
actitudes norteamericanas, dando inicio a una purga general del sistema que
incluso llegó, a pesar del giro de Sihanouk, a los militantes de izquierda
(jugando allí un papel aún más importante el temor a la influencia
vietnamita en territorio nacional). Es así que en 1963 publicó una lista de los
“34 subversivos” que incluía a varios de los comunistas que habían
formado parte del Grupo de Estudio de París, forzándolos así a escapar a
las selvas para unirse a sus colegas fugitivos. Estos últimos habían tomado el
liderazgo del partido a principios de año, cuando su gran familiaridad con
el escenario político urbano y el supuesto asesinato del líder previo los
habían colocado en una posición de poder. Mientras tanto, algunos como
Khieu Samphan no abandonaron la ciudad, marcando otra división entre los
comunistas camboyanos: se puede observar que la mayoría de aquellos que
emergerían como los principales líderes años más tarde estarían entre las
filas de los que adoptaron la línea dura tempranamente desde 1963.
La guerra avanza: Camboya gira hacia la derecha
Desde 1965, Sihanouk empezó a tolerar en silencio el asentamiento
de pequeños campamentos del Viet Cong y el NVA (North Vietnam Army,
Ejército de Vietnam del Norte), conocidos como “santuarios”, dentro del
territorio de Camboya. Los vietnamitas apostaban a que si los EEUU
descubrían estas bases, el presidente Johnson no se animaría a atacar un
país que se había declarado neutral en el conflicto (Shawcross, 1979).
Paralelamente, China, a través del Primer Ministro Chou En-lai en persona,
presionó al Príncipe para que abriera la ciudad portuaria de Sihanoukville al
tráfico de provisiones clandestinas para el Viet Cong. Sihanouk sabía que
este era un precio que debía pagar si quería mantener en buenos términos
su relación con Hanoi, de modo que no protestó.
Los EEUU estaban al tanto de lo que ocurría en el país. La
Kampuchea Krom había sido una provincia del Imperio que para ese
momento constituía el sur de Vietnam, y ahora la CIA comenzaba a reclutar
a sus pobladores, más identificados con la etnia khmer que con los
vietnamitas, para infiltrar la frontera y detener el flujo de provisiones, tarea
en la que tuvieron poco éxito. El comandante de las milicias
norteamericanas en Vietnam William Westmoreland presentó proyectos
que incluían una invasión a gran escala, pero tal como los vietnamitas
habían previsto el presidente Johnson se negó alegando que podía
conseguir la completa colaboración de Sihanouk sin necesidad de
involucrar a su país en la contienda. De este modo, durante los años
de Johnson los vietnamitas gozaron en territorio camboyano de gran
seguridad (Shawcross, 1979).
En este contexto las políticas de Sihanouk, con el objeto de alejar
el conflicto armado de su territorio y alarmado por la Revolución Cultural
en China y el constante aumento de tropas, volvieron a volcarse a la
derecha (Carvin, s.a.). El dinero norteamericano volvió a fluir, y el presidente
Johnson prometió que los EEUU reconocerían la neutralidad y la integridad
territorial de Camboya.
Sihanouk era consciente de que la presencia vietnamita en su país
podría provocar una mayor represalia por parte de los EEUU, quienes
alimentaban esta percepción por parte del líder camboyano. Vemos por
ejemplo que Charles Bowles (1968), embajador americano en Nueva Delhi
y enviado por Washington a una misión oficial en Phnom Penh, escribía
antes de encontrarse con Sihanouk: “Si Camboya, con el respaldo del ICC
(International Control Commission), puede evitar la presencia enemiga, la
cuestión de la acción norteamericana en Camboya ni siquiera se plantea.
Esto es lo que preferimos y lo que buscamos” (citado en Shawcross, 1979:
69). Sin embargo, el Príncipe también sabía que carecía de las herramientas
necesarias para “evitar la presencia enemiga” y así, la norteamericana. Los
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EEUU, al corriente de la situación, presionaban a Sihanouk enviándole
informes “Vesuvius” en que se detallaban las violaciones comunistas de la
neutralidad camboyana.
Mientras tanto, en 1967 tuvo lugar una rebelión campesina en la
provincia de Battambang, lo cual sería interpretado como una bisagra en el
curso de los acontecimientos (Shawcross, 1979). Sihanouk, convencido de
que se trataba de la acción de agentes chinos en consonancia con la
Revolución Cultural China, asignaba también cierta responsabilidad a los
comunistas refugiados en las selvas: en 1965 Saloth Sar y otros líderes
habían visitado China en secreto. A pesar de aquello, los líderes del partido
siempre negaron su relación con tal hecho. Sihanouk ordenó al general Lon
Nol que matara a los rebeldes, mandando así un mensaje a toda la
sociedad. Asustados y amenazados, los comunistas aún cercanos a Sihanouk
(como Khieu Samphan) abandonaron la capital en 1967 y se unieron a sus
colegas en las selvas, desde donde organizarían antes de 1970 (en el
período que ellos mismos llamaron de “guerra civil”) la Armada
Revolucionaria de Camboya.
El bombardeo comienza (1969)
En 1968 Richard Nixon asume la presidencia de los EEUU en un
contexto crucial para las tropas norteamericanas en Vietnam, con la
expectativa de que traería la paz (Shawcross, 1979). La guerra librada en
Vietnam no se estaba desenvolviendo como lo habían esperado: su ejército
estable no se enfrentaba a un igual sino a una guerrilla, con reglas
necesariamente distintas. Al respecto William Shawcross (1979: 87-88) dice
en su libro: “La guerrilla gana si no pierde, los ejércitos convencionales
pierden si no ganan”. En el diagnóstico de Nixon, lo importante de la guerra
era que en ella estaba en juego mucho más que el territorio vietnamita o
sus habitantes: la lucha era por la credibilidad del poder estadounidense a
nivel mundial (Shawcross, 1979). Esto no era, sin lugar a dudas, cuestión
menor en un contexto de Guerra Fría caracterizado por la lucha entre las
visiones de mundo contrapuestas de los EEUU y la URSS. El triunfo de los
vietnamitas sobre la potencia mundial, a criterio americano, incentivaría
al resto de las facciones comunistas belicosas alrededor del mundo a
alzarse en armas, a la vez que desmotivaría a los aliados que los EEUU aún
conservaban en el Sudeste Asiático y daría así lugar a los sucesos previstos
en la teoría dominó. Con esta idea en mente, Henry Kissinger (s.a.), su
Consejero de Seguridad, escribió: “Nosotros ya no estamos peleando en
Vietnam por los vietnamitas, estamos también peleando por nosotros
mismos y por la estabilidad internacional” (citado en Shawcross, 1979: 87).
En esta línea, el presidente norteamericano buscaba dar fin a la guerra con
un desenlace que les fuese satisfactorio, y ello sólo podía conseguirse de
la mano de amenazas creíbles a Hanoi y Moscú (Carvin, s.a.). Es así que
desarrolló la “teoría del hombre loco”: si quería que sus amenazas tuvieran
el efecto deseado, debería asegurarse de ser considerado un “hombre loco”
dispuesto a todo con tal de ganar la guerra. Es en este contexto que la
política de Johnson respecto de Camboya llegó a su fin. El país pasaría
ahora a ser una herramienta de presión sobre sus enemigos y el campo de
la puesta en práctica de su recientemente elaborada teoría: Nixon y
Kissinger, al dar permiso a una intervención más directa en total violación
de la neutralidad camboyana, demostrarían que estaban dispuestos a jugar
por fuera de las reglas.
Ya en 1967, preocupado por el modo en que los norvietnamitas y
el Viet Cong estaban escapando de los ataques por medio de sus bases en
Camboya (y también en Laos), el general Westmoreland había puesto en
funcionamiento el programa conocido primero como “Daniel Boone” y
luego como “Salem House”. Éste consistía en misiones altamente secretas
de fuerzas especiales, destinadas a tareas de reconocimiento en territorio
camboyano y todavía limitadas por la neutralidad de Camboya, por lo que
los soldados norteamericanos usaban los uniformes del Viet Cong u otros
que no pudieran ser rastreados como pertenecientes al ejército
estadounidense. Aunque este plan no tuvo los resultados esperados, sentó
las bases para posteriores intervenciones: una vez que se fijó como principio
que la violación vietnamita de la neutralidad camboyana justificaba una
agresión de su territorio, no sería difícil retomar estas razones en el futuro
(Shawcross, 1979). Además, estas primeras intervenciones pasaron
inadvertidas frente a la prensa, y el gobierno de Camboya tampoco se
quejó. De este modo comenzaba una firme política norteamericana de
violación de territorio neutral a espaldas de su población y del Congreso, la
cual adquiriría mayores dimensiones en los años siguientes.
Dos años después, en enero de 1969, la Embajada de EEUU en
Saigón reportó que no había nada que sugiriese que Moscú o Pekín habían
intentado presionar a Hanoi para que abandonase la guerra. Aprovechando
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el cambio de gabinete, el general Creighton Abrams, reemplazante del
general Westmoreland, pidió a Washington autorización para bombardear
los “santuarios” en territorio camboyano. Con el poco debate sobre las
cuestiones de política exterior que caracterizó a Kissinger (Shawcross,
1979), él y Nixon decidieron que la operación se llevaría a cabo en pleno
secreto, incluso respecto del Congreso. Por esa razón las misiones figuraron
en los registros como realizadas en suelo vietnamita e incluyeron la menor
cantidad posible de tropas. Más adelante, cuando los sucesos salieran a
la luz, Kissinger (1973) diría: “No era un bombardeo de Camboya, sino un
bombardeo de los norvietnamitas en Camboya” (citado en Shawcross, 1979:
28). Empezando por la “Operation Breakfast” (“Operación Desayuno”), en
1969 aviones norteamericanos bombardearon territorio camboyano en
plena violación de su integridad territorial y su neutralidad. Los
bombarderos B-52 volarían sobre Camboya hasta 1973 soltando más de 100
mil toneladas de explosivos, el equivalente a cinco Hiroshimas (Munro,
1979). En conjunto, el programa fue conocido como “Menú” (porque
incluyó múltiples operaciones con los nombres de las distintas comidas del
día)
De este modo, la política norteamericana respecto de Camboya
adquiriría una modalidad dual: por un lado los EEUU respondían
positivamente al reacercamiento que Sihanouk venía propiciando desde
1968, pero por el otro le exigían que lidiara con los santuarios comunistas o,
en su defecto, permitiera que los EEUU lo hicieran (Shawcross, 1979). Los
resultados de tal política, sin embargo, no fueron los deseados. Para evitar
los ataques, los vietnamitas asentados en Camboya no dejaron el país sino
que se internaron aún más en él, de modo que la superficie bombardeada
creció año tras año.
El poder de Sihanouk se desvanece: el golpe (1970)
Las bombas norteamericanas destruían a su paso uno de los pilares
más importantes de la legitimidad de Sihanouk: la neutralidad del país y su
no implicación en la Guerra de Vietnam (Carvin, s.a.). En este contexto los
comunistas anti-monárquicos dispersos por las junglas aumentaban su odio
hacia el rey, a la vez que comenzaba a surgir entre la elite urbana y los
cuadros militares un sentimiento de impaciencia frente a la situación.
Derrotado en la causa que él mismo se había fijado como prioridad primera
y perdiendo la fidelidad de grandes grupos de poder, el gobierno de
Sihanouk tenía los días contados.
En enero de 1970 Sihanouk viajó a Francia para uno de sus
descansos de cura en el exterior. Él y Lon Nol habían intentado conseguir
ayuda de China y la URSS para que Hanoi moderara su uso de territorio
camboyano y de este modo se redujera la presión norteamericana. En el
funeral de Ho Chi Minh en septiembre del año anterior, Sihanouk lo había
pedido personalmente a los líderes norvietnamitas. Sin embargo sus
demandas no habían sido satisfechas, y planeaba entonces visitar Moscú y
Pekín antes de regresar a Phnom Penh.
En ausencia del Príncipe, el general Lon Nol (fiel a los intereses
norteamericanos) cerró el puerto de Sihanoukville y organizó
manifestaciones anti-vietnamitas a lo largo de todo el país, dando a sus
fuerzas un plazo de 72 horas para que abandonasen Camboya. Prometió que
en caso contrario serían atacadas, para lo cual había recibido artillería de
Vietnam del Sur. Muchos analistas dirían que esta demanda, aparentemente
descabellada, sólo podía ser hecha por un hombre con poco entendimiento
del panorama político o, lo que es también probable, uno que contara con
promesas de ayuda externa (Carvin, s.a.). El general aprovechaba así la
ausencia del líder para radicalizar sus medidas y hacer más explícito su
alineamiento con los EEUU, poniendo en peligro la neutralidad del país. Por
su parte Sihanouk, a pesar de la gravedad de los sucesos y de no serle aún
negada la bienvenida, decidió no dar mayor importancia a lo sucedido y
continuó con su gira internacional, simplemente amenazando a sus ministros
con prisión y muerte.
En este contexto, el Príncipe Sisowath Sirik Matak (quien habría
debido ocupar el trono en 1941 en lugar de Sihanouk), defensor de las
políticas estadounidenses en la región, concluyó que era necesario
remover a su primo del poder, y para ello insistió a Lon Nol para que
firmase una declaración oficial en su contra. Juntos convencieron a la
Asamblea Nacional: el 18 de marzo de 1970 el príncipe fue depuesto y Lon
Nol asumió el gobierno de Camboya.
Aún existe cierta discusión sobre el verdadero grado de
responsabilidad de los EEUU sobre el curso de estos acontecimientos. Nixon
(1985: 119) negaría todo tipo de injerencia norteamericana: “El golpe de
Estado de Lon Nol nos cogió totalmente por sorpresa. Nosotros nunca lo
estimulamos ni supimos nada por anticipado. Quienes insinuaron que la
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CIA era la instigadora, se las arreglaron para ignorar el hecho de que por
aquel entonces ni siquiera teníamos un agente de Inteligencia en el país”.
Sin embargo Frank Snepp, analista de la CIA en Saigón durante la guerra,
admitiría: “Nosotros exacerbamos la crisis dando información errónea”
(citado en Shawcross, 1979: 119). Además de ello, se pudo comprobar que
ésta y otras agencias mantenían asiduo contacto con el Khmer Serei de
Son Ngoc Tanh y apoyaban a Lon Nol en su lucha contra el comunismo.
Cualquiera que haya sido la acción norteamericana, está sin embargo
claro que la situación fue al menos indirectamente propiciada por los
bombardeos y no puede dudarse de que el desenlace de los eventos
resultó en última instancia beneficioso para sus intereses: a pesar de que
en un primer momento Lon Nol prometió hacer efectiva la neutralidad
sólo de palabra de Sihanouk, Camboya se alineó d e facto con Vietnam
del Sur y los EEUU.
Es en este escenario que entraría en juego la Doctrina Nixon. En ella
se proponía que los EEUU proveerían ayuda material y asesoramiento a los
países asiáticos para hacer frente al comunismo externo e interno, pero
manteniéndose lo menos comprometidos posible en la arena política. De
este modo, a pesar de la fuerte injerencia que los EEUU buscaban tener -y
en efecto tenían- sobre el curso de los eventos en Camboya, en todo
momento declararon que el gobierno de Lon Nol debía ser independiente,
aun cuando fuese “amigo” del norteamericano. Por el momento entonces,
aunque no consideraban posible que las fuerzas oficiales pudiesen vencer al
comunismo (ni conveniente que las tropas de Vietnam del Sur se hicieran
cargo por su cuenta) (Shawcross, 1979), apoyaron secretamente al nuevo
régimen camboyano dejando en claro que ante cualquier amenaza real por
parte del comunismo la reacción norteamericana no se haría esperar.
Sihanouk desde el exilio y el avance del comunismo
Antes de 1970, el comunismo en Camboya no contaba todavía con
la fuerza necesaria para llevar a cabo sus objetivos. Refugiados en las junglas
y sin contacto con la mayor parte de la población, el enojo de clase que su
rebelión de izquierda exigía era suavizado por la figura del Príncipe
(Shawcross, 1979). De este modo, sus magros resultados no se explican ni
única ni principalmente por la represión de Sihanouk, sino más bien por el
hecho de que eran una sociedad religiosa, conservadora y poco instruida en
la cual la alimentación básica no constituía (aún) un problema (Shawcross,
1979). No es de extrañar entonces que los principales líderes comunistas no
fuesen los propios campesinos (que constituían la mayor parte de la
población) sino los pocos camboyanos de clase media que habían podido
estudiar en Europa.
Sin embargo, 1970 representó para ellos una oportunidad
extraordinaria. Con Sihanouk fuera del poder y Lon Nol como enemigo
visible contra el que dirigir sus ataques, el KR se puso al mando de la lucha
por la independencia y neutralidad del país, antes monopolio de Sihanouk
(Shawcross, 1979), y empezó a reclutar un número creciente de seguidores.
Saloth Sar y sus compañeros se hicieron definitivamente de la dirección del
partido y crearon una guerrilla denominada Oficina 100 en la frontera con
Vietnam del Norte. El Viet Cong, ante las perspectivas de crecimiento del
movimiento, pidió a sus líderes que retrasaran su agenda revolucionaria en
Camboya hasta que los EEUU fueran completamente expulsados de la
región.
Mientras tanto Sihanouk había buscado refugio en China y asumió
desde allí un rol activo en el conflicto. Aunque aún contaba con el apoyo de
la población campesina, su laxa estructura organizativa no le era de utilidad
para la consecución a distancia de sus objetivos inmediatos (Carvin, s.a.).
Presionado por Chou En-lai y Pham Van Dong (Primer Ministro de Vietnam
de Norte), decidió unirse a sus previos enemigos del KR, quienes, en contra
de lo que habían predicado hasta el momento, aceptaron la propuesta. Al
respecto el príncipe (1970) diría: “He elegido no estar ni con los americanos
ni con los comunistas, porque consideré que eran dos peligros, el
imperialismo americano y el comunismo asiático. Fue Lon Nol el que me
obligó a elegir entre ellos” (citado en Shawcross, 1979: 125). El 23 de
marzo hizo entonces su primer llamado a las armas, disolviendo
irrevocablemente el gobierno de Phnom Penh y estableciendo un nuevo
gobierno en el exilio, el FUNK (National United Front of Kampuchea, Frente
Unido Nacional de Camboya). Bajo la bandera de la liberación nacional pidió
que todos aquellos que fuesen valientes se sumaran en las selvas a la
guerrilla del KR. De este modo, desde Pekín Sihanouk destinaba sus
esfuerzos diplomáticos a aislar al gobierno de Lon Nol a la vez que intentaba
atraer más apoyos a su nuevo frente (Shawcross, 1979), entre los que
primero estuvieron el Viet Cong, el Pathet Lao (guerrilla de Laos alineada
con el comunismo norvietnamita) y el gobierno de Hanoi. Pekín, aunque
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daba asilo a Sihanouk y mostraba signos de acercamiento con el KR, no se
comprometía abiertamente con su causa y buscaba en primer término
convencer a Lon Nol de que desplazara los santuarios hacia la frontera sin
atacarlos. Este acercamiento por parte de China, que desde un principio se
demostró ambivalente y cambiante en sus esfuerzos diplomáticos y
militares, se constituiría como uno de los factores de inestabilidad que
prolongarían e intensificarían el conflicto durante las décadas siguientes
(Hood, 1990).
Esta reestructuración de las alianzas resultaba favorable al KR. En
este contexto la guerrilla se vería entonces presionada a llevar a cabo una
serie de ajustes, cuando no en el plano de sus objetivos, al menos en el de
sus discursos y alianzas. Mientras en el período previo le había resultado
de utilidad oponerse al gobierno de Phnom Penh con un discurso
fuertemente anti-monárquico, ahora encontraban en Sihanouk, a nivel
internacional, la identidad y el atractivo del que carecían y, a nivel nacional,
una figura de liderazgo que le aseguraba el apoyo masivo que no había
tenido hasta el momento (Shawcross, 1979). La figura del Príncipe derrocado
y la devastación de los bombardeos norteamericanos, aprovechados por
una guerrilla flexible en su discurso pero aún firme en sus objetivos,
determinaron entonces un fuerte crecimiento del KR después de 1970. La
Guerra de Vietnam y sus efectos sobre la Camboya vecina no sólo habían
logrado derrocar a un líder que había estado al frente del país por casi tres
décadas sino que además estaban fortaleciendo a un enemigo antes
demasiado débil para ser tenido en cuenta.
Aunque se pretendían aliados, cabe destacar que esto fue visto con
preocupación por el gobierno de Hanoi. A pesar de que entendían la
presencia de un comunismo vecino como respaldo a su propia cruzada,
temían que su fortaleza le otorgara cada vez más independencia respecto
de sus lineamientos (Shawcross, 1979). En efecto, la actitud de China le
estaba dando al KR la confianza necesaria para distanciarse de sus colegas
vietnamitas e iniciar así ese movimiento de autonomía. A esto se sumaba la
desconfianza del KR respecto de Moscú, el principal respaldo de Hanoi, que
aún reconocía al gobierno de Lon Nol y mantenía misiones diplomáticas en
Phnom Penh (lo hizo hasta 1973).
La invasión (1970)
A pesar de la declarada neutralidad de Lon Nol, los hechos
demostraron lo contrario. Las tropas y la fuerza aérea de Vietnam del Sur y
de los EEUU incrementaron sus ataques sobre las áreas de frontera
presionando así a que los norvietnamitas se internaran aún más en territorio
camboyano. Estos sucesos contaron, si no con el consentimiento de Lon Nol,
al menos con su pasiva aceptación. Esto comenzó desde temprano a minar
las bases del nuevo régimen.
Mientras tanto los EEUU asistían al gobierno de Phnom Penh de
distintas maneras: no sólo le proveían armas necesarias para combatir con
sus propias fuerzas a los comunistas sino que también decidieron liberar en
Camboya a las unidades khmer que venía entrenando en secreto en
territorio vietnamita: los Khmer Krom y el Khmer Serei. En la Casa Blanca
Kissinger informó al Consejo de Seguridad Nacional que se debía tomar
cartas en el asunto de manera inmediata: mientras los comunistas no fueran
expulsados de Camboya, las tropas norteamericanas en Indochina
peligraban. Fue entonces que en la noche del 22 de abril de 1970 Nixon
autorizó, sin consultar al Congreso, el planeamiento final para la invasión de
Camboya, a comenzar el 27 de abril. Según diría, su objetivo no era
expandir la guerra sino precisamente lo contrario, terminar la guerra en
Vietnam. Se puso así en marcha la “Operation Shoemaker” (“Operación
Zapatero”) para la que no se coordinó ninguna acción con el gobierno
camboyano. La sorpresa de éste fue por lo tanto tal que Lon Nol, aún
respaldado por Norteamérica, diría que se trataba de una violación de la
integridad territorial de su Estado.
Lon Nol debió entonces ser terminante frente a China y dijo que no
había posibilidades de seguir tolerando los santuarios en su territorio. Los
chinos, que días antes habían sido anfitriones de una conferencia en contra
del imperialismo que reunía a Sihanouk con los líderes revolucionarios de
la región, se comprometieron por completo con la causa del exiliado
Príncipe camboyano. El 5 de mayo Sihanouk anunció la formación del
GRUNK (Royal Government of National Union of Kampuchea, Gobierno Real
de la Unión Nacional de Camboya) y éste sí fue ya reconocido por China. Un
día más tarde, Vietnam del Norte, China y Corea del Norte rompieron
relaciones diplomáticas con Camboya.
En los EEUU la invasión se dio a conocer el 30 de abril y la reacción
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pública no se hizo esperar. El Congreso comenzó a discutir lo que había sido
un abuso de poder por parte de Nixon, y finalmente el 22 de diciembre
sancionó la enmienda Cooper-Church en que prohibía al Poder Ejecutivo
cualquier intervención militar directa en Camboya después del 30 de julio.
Por primera vez ocurría que el Congreso legislaba para restringir al
Presidente, y Nixon debió fijar públicamente el 30 de junio como la fecha de
retiro de sus tropas. Sin embargo, él y Kissinger harían caso omiso de las
restricciones impuestas por el Congreso, y hasta 1973 seguirían no sólo
bombardeando Camboya sino también proveyendo al ejército de Lon Nol
con armas, entrenamiento y dinero como parte de la Doctrina Nixon. De
este modo, la violencia se generalizaría en el territorio khmer, lo que
dificultaría aún más para el gobierno de Lon Nol el control del comunismo.
Comenzaría entonces una escalada de violencia en que la acción
norteamericana contra las fuerzas comunistas en Camboya haría cada vez
más necesaria la asistencia del gobierno de Lon Nol para que este no se
derrumbase y la teoría dominó entrase en acción (Carvin, s.a.).
Esta estrategia atentó contra la credibilidad norteamericana a nivel
mundial y, en territorio camboyano, contra la del gobierno de Lon Nol (que
era considerado, sino cómplice, al menos un espectador pasivo de los
ataques).
Lon Nol se debilita
Como fue dicho, en este contexto de guerra el apoyo inicial que el
nuevo régimen había despertado comenzaba a desvanecerse.
Conjuntamente, la situación se veía empeorada por el poco carisma del
nuevo líder y el deplorable estado de la economía nacional (Shawcross,
1979). La independencia económica de antaño había desaparecido, y la
cantidad de comida disponible se redujo año tras año, generando
severos problemas de desnutrición antes inexistentes en el país. En el
pasado, sus vecinos chinos usaban como superlativo la expresión “más rico
que camboyano”, en ese momento el país moría de hambre.
En 1971 se produjo un evento que ilustra el panorama camboyano
de estos años. En la mañana del 22 de enero fuerzas del Viet Cong sitiaron
el aeropuerto de Phnom Penh y destruyeron toda la fuerza aérea con
morteros y cohetes. Ante lo sucedido, los EEUU prometieron reemplazar
los aviones, pero ordenaron que mientras tanto Lon Nol escribiera a los
gobiernos de Tailandia y Vietnam del Sur para pedirles aviones de combate
en préstamo, a la vez que solicitara un incremento en la cantidad de
misiones aéreas sobre el país. Frente a la automática obediencia del
general, la opinión de que había llegado el momento de su renuncia se
generalizó y llegó incluso a su anterior apoyo, el Príncipe Sirik Matak. En
este contexto, en abril de 1971 el general Lon Nol debió renunciar. Su
hermano Lon Non, sin embargo, obstaculizó sistemáticamente todo
intento de formación de un nuevo gobierno, de modo que el general
reasumió el mando poco tiempo después.
En junio de ese mismo año, desde los EEUU Nixon anunció los
nuevos objetivos de su política en Camboya, así aumentando una vez
más la tensión en la zona. Ellos serían: 1) retener en Phnom Penh un
gobierno opuesto a Hanoi,2) proveer al país del material suficiente para
evitar su caída frente al comunismo, e 3) incentivar a su ejército a moverse
más duramente contra los norvietnamitas. De este modo, y a pesar de las
restricciones impuestas por el Congreso, las tropas estadounidenses
siguieron bombardeando el territorio camboyano mientras las fuerzas del
KR se armaban y resistían en alianza, todavía, con los comunistas vecinos.
Hubo pocas grandes batallas: existía por el contrario una pérdida
constante de vidas en pequeños enfrentamientos por el dominio de las
vías de comunicación. Cada vez se hacía más evidente que Lon Nol no
estaba a la altura de las circunstancias, y Son Ngoc Tanh, líder del Khmer
Serei y también respaldado por los EEUU, empezó a presionar para
convertirse en Primer Ministro.
Mientras tanto los camboyanos buscaban huir de las bombas y
comenzaron para ello a acudir en masa a Phnom Penh, carente de la
infraestructura y los alimentos necesarios para soportar grandes
cantidades de habitantes. Empezaba así a gestarse un grave problema con
los refugiados en las ciudades aún controladas por el gobierno, que llegaría
a su punto máximo en 1975: cuando las tropas del KR entraron en la
capital, de las más de siete millones de personas que habitaban el país,
aproximadamente dos millones residían allí. El gobierno de los EEUU, por
su parte, buscaba no despertar una vez más la oposición del Congreso y
por ello se negaba a reconocer oficialmente el problema. Es así que a pesar
de la grave situación que se vivía en las ciudades, fuertemente propiciada
por los bombardeos norteamericanos, los EEUU no pusieron en práctica
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efectivos programas de acción para solucionarlos.
En medio de un escenario económico crítico y del colapso del
sistema nacional de salud, el régimen se tornaba cada vez más autoritario
(Shawcross, 1979). En octubre de 1971 Lon Nol cerró la Asamblea Nacional,
asumió el mando de emergencia y declaró el fin de la democracia,
mientras Sirik Matak imponía fuertes restricciones sobre la libertad de
prensa. El estudiantado de Phnom Penh, entendiendo que la situación
no era mejor que bajo el gobierno de Sihanouk, dio inicio en marzo de
1972 a una serie de protestas en demanda de la remoción de Sirik Matak.
En respuesta, Lon Nol desplazó al Jefe de Estado (cargo que él mismo
pasó a ocupar) y nombró a Son Ngoc Tanh parte de su gabinete. Pero las
manifestaciones continuaron y el gobierno se vio presionado a sancionar
una nueva constitución y llamar a elecciones libres.
La corrupción, una de las principales críticas a su mandato, era
ahora moneda corriente: bajo presión norteamericana, los camboyanos
perdían control de su política general y la población lo notaba
(Shawcross, 1979). Los EEUU, que veían que Lon Nol fallaba en contener al
comunismo en su país, en constante y alarmante crecimiento, veían en las
elecciones una buena oportunidad para reemplazarlo pacíficamente
(Shawcross, 1979). A fin de cuentas, eran los norteamericanos los que
respaldaban su gobierno pero al mismo tiempo lo debilitaban, y en ellos
parecía entonces radicar la decisión sobre el futuro del régimen. Sin
embargo, cuando Lon Nol declaró que de ser vencido la ayuda
norteamericana cesaría, no hubo ninguna declaración que lo desmintiese.
De esta manera, y a pesar de que ciertos candidatos intentaron canalizar
el renovado apoyo por Sihanouk (Shawcross, 1979), el general se impuso
con el 55% de los votos.
El gobierno norteamericano era consciente de que su accionar era
peligroso en cuanto despertaba rencores y enojos por parte de los
comunistas que intentaba, en vano, eliminar. Sin embargo, ninguna de las
dos partes de la Guerra de Vietnam tenía interés alguno en terminar la
violencia en Camboya antes que en Vietnam, usando al país vecino como
parte estratégica de la contienda (Shawcross, 1979). En marzo de 1972, por
ejemplo, Hanoi lanzó una feroz ofensiva sobre Vietnam del Sur y en su
avance cruzó la frontera camboyana, en claro signo de provocación,
mostrando así el poco éxito que los EEUU habían tenido en la “liberación”
de la zona. Sin embargo, se había alcanzado un punto que en que Lon Nol
no podía retractarse: estaba demasiado inmerso en el conflicto y
comprometido con uno de sus bandos; de querer salirse, es probable, los
EEUU atacarían Camboya aún con mayor fuerza (Shawcross, 1979).
El Acuerdo de París y el fin de la intervención militar directa de
Estados Unidos en Indochina (1973)
El 27 de enero de 1973 las partes beligerantes se juntaron en París y
firmaron un “Tratado para terminar la guerra y restaurar la paz en Vietnam”
(Shawcross, 1979: 259). Los EEUU, cuyo desempeño en el campo de batalla
no había sido satisfactorio, buscaban salirse lo antes posible del conflicto y
desprenderse de sus consecuencias (Shawcross, 1979). Esto constituía un
importante avance hacia la finalización total de la guerra.
En lo que concernía a Camboya, sin embargo, el tratado no obligaba
a Hanoi ni a Washington a adoptar ninguna conducta en particular. En
efecto, el artículo 20 legalizaba el bombardeo hasta el momento en que se
pudiese hacer efectivo un cese de hostilidades en Vietnam. Aunque es
probable que los EEUU quisieran un cese de fuego en Camboya, éste no
podía ser garantizado: el KR hacía peligrar al gobierno de Lon Nol, y los
norvietnamitas habían perdido el control efectivo sobre el comunismo
vecino (Shawcross, 1979) (el conflicto entre ambos se tratará con mayor
detalle en el siguiente apartado). Aunque Sihanouk se mostró predispuesto
a cooperar con los vietnamitas, el KR, temiendo intenciones vietnamitas de
formar una federación indochina bajo su control, adoptó la postura
contraria y frustró los acercamientos.
Cualquier cese de fuego iría por ende acompañado del reemplazo
del régimen de Lon Nol por alguno que incluyera o fuese por lo menos
aprobado por el KR (Shawcross, 1979). Los EEUU, por su parte, querían evitar
esto a toda costa: aunque decían estar retirándose de la región, era
políticamente primordial mantener vivo el régimen de Vietnam del Sur y
para ello necesitaban un aliado anti-comunista en Camboya (Shawcross,
1979). De este modo, el 9 de febrero de 1973 los bombardeos
estadounidenses se reanudaron aún con mayor intensidad. Algunos
analistas sugieren que se buscaba destruir totalmente la región para forzar
al país a aceptar la asistencia de posguerra y subordinarse así a sus intereses
(Shawcross, 1979).
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El gobierno de Lon Nol se debilitó entonces aún más. Aunque
intentó hacer ciertos reajustes, ninguno de los actores de poder parecía
interesado en un cambio real, y el autoritarismo siguió su curso (Shawcross,
1979). El problema de los refugiados ya no podía ser ignorado, y se veía
empeorado porque el KR cortaba las principales rutas impidiendo el
abastecimiento de las ciudades. Declarado el estado de sitio, la popularidad
de Sihanouk como alternativa a la situación extrema siguió aumentando con
gran fuerza.
Mientras tanto en EEUU había estallado lo que se dio a conocer
como “Watergate”, revelándose los constantes abusos del poder por parte
del Ejecutivo durante las dos administraciones de Nixon, sucesos que
llevarían a la renuncia del presidente en agosto de 1974. Entre otras cosas,
se dieron a conocer los primeros bombardeos de territorio camboyano
hechos a espaldas del Congreso. El presidente y Kissinger los justificarían
diciendo que habían sido indirectamente incentivados por Sihanouk para
expulsar al comunismo de su país, y que el secretismo había sido una
condición para proteger al Príncipe: “Sabíamos que Sihanouk aprobaría
los ataques aéreos. Pero también sabíamos que no se podía permitir
declararlo en público, porque por un lado violaría su neutralidad formal, y
por otro correría el peligro de provocar represalias del Vietnam del Norte.
Creímos que si bombardeáramos los refugios en secreto, Sihanouk
probablemente guardaría silencio. En cambio, si anunciábamos los
bombardeos públicamente se sentiría obligado a protestar por nuestra
acción. Y a su vez, las protestas camboyanas crearían una presión en contra
nuestra para suspender los ataques aéreos. En consecuencia, actuamos en
secreto. […] En mayo de 1969, algunas filtraciones a los medios de
comunicación revelaron aquellas operaciones. La respuesta de Sihanouk a
tales noticias demostró que estaba a favor de nuestro modo de actuar.
<<Tenemos aquí – manifestó en una conferencia de prensa – la primera
referencia acerca de varios bombardeos por aviones B-52. Sin embargo, yo
no he sido informado de ello directamente porque no he perdido ninguna
casa ni a ningún compatriota ni nada de nada. Nadie quedó afectado por
esas explosiones…, nadie; ni un solo camboyano.>> Y añadió: <<Si un simple
búfalo o un camboyano resultaran muertos sería informado
inmediatamente. Pero se trata de un asunto entre los americanos y el
Viet Cong – Viet Minh, sin testigos jmeres. Y si no hay testigos jmeres,
¿de qué modo puedo protestar?>>” (Nixon, 1995: 111-112).
Al mismo tiempo llegó a la prensa estadounidense la historia de lo
ocurrido en Neak Luong, ciudad camboyana bombardeada por error, con
gran cantidad de civiles muertos y una multa de sólo 700 dólares para
quienes se habían equivocado. El Congreso, respaldado entonces por la
opinión pública, encontró la determinación para volver a hacerse cargo
de la situación en Camboya (Shawcross, 1979), y en junio de 1973 sancionó
una enmienda que fijaba al 15 de agosto del mismo año como fecha límite
para el bombardeo del país. Aunque en un primer momento el presidente la
vetó y Kissinger alegó que la medida interrumpía negociaciones que podrían
haber llevado a un cese de fuego y a la desactivación del KR (imposibles de
ahí en adelante porque los EEUU no podrían negociar desde una posición de
fuerza), consciente de que tarde o temprano se vería forzado a hacerlo
decidió cumplir con el plazo, poniendo de ese modo fin a la intervención
militar directa norteamericana en Indochina.
El Khmer Rouge avanza y se independiza
Si en 1970 el golpe había significado una gran oportunidad para el
KR, ahora más que nunca el contexto de guerra y de bombardeo
indiscriminado constituyó el clima propicio para su fortalecimiento. Hasta
mediados de 1971, aliados a Sihanouk y supervisados por Vietnam del
Norte, los comunistas camboyanos se encargaron simplemente de ocupar
aquellas áreas del campo que el gobierno de Lon Nol había abandonado.
En ellas buscaron comportarse de modo ejemplar entre los pobladores
locales: aunque sabían que muchos no eran ni iban a ser comunistas en un
futuro cercano, buscaban explotar el descontento popular generado por la
incapacidad del gobierno de Phnom Penh para protegerlos (Shawcross,
1979). Utilizaban las bombas norteamericanas como principal herramienta
de propaganda. En el documental S21: The Khmer Rouge Killing Fields, un
militante del KR cuenta sus motivos para unirse a la organización: “Pero
mis verdaderas razones para unirme a la revolución eran que en 1970, la
banda de Lon Nol había derrocado al Príncipe Norodom Sihanouk. Luego,
el Príncipe hizo un llamado a nuestros hermanos y hermanas para que se
unieran […] para liberar a nuestra nación. En mi aldea las fuerzas
revolucionarias decían: ‘Vamos a liberar el país en una semana’. Fue por el
llamado del Príncipe Sihanouk y por mi ira contra el bombardeo americano
que me uní a la revolución” (Panh, 2002).
-14-
Sin embargo pasaría poco tiempo antes de que comenzaran a
surgir conflictos entre ellos y los comunistas de Vietnam. Ya en 1970,
después del golpe de Lon Nol, Hanoi había enviado a Camboya a aquellos
khmer que habían dejado su país tras de los Acuerdos de Ginebra: estos
comunistas, que según los vietnamitas habían estado preparándose en su
territorio para el momento de la lucha propiamente dicha, eran vistos
con recelo por los camboyanos y no alcanzarían posiciones de liderazgo
entre ellos. Los enfrentamientos más importantes aparecerían sin embargo
en 1971 cerca de la ciudad de Takeo, con motivo de que los aldeanos y el
KR comenzaban a quejarse del modo en que los vietnamitas se instalaban
en sus tierras, escapando de las bombas pero atrayendo más. Por debajo
de esta enemistad, no debemos olvidar, subyacía un odio étnico que
databa de muchos siglos. De este modo, desde mediados de 1971 el KR
comenzaría a salirse lo más posible del control de sus patronos
vietnamitas. Fue en esta misma época que se empezaron a implementar
en los territorios ocupados las rigurosas medidas de vida colectiva que
luego caracterizarían sus años en el poder.
La relación con el otro gran apoyo con que contaban, Sihanouk,
también se deterioraba. Aunque el Príncipe estaba convencido de que la
situación en Camboya requería de acción inmediata (para lo que
necesitaba al KR), consideraba que con Lon Nol fuera del poder él era el
único que podía dar al país un futuro viable (Shawcross, 1979). Para
lograrlo necesitaba conseguir el apoyo de China y los EEUU, que lo
libraría de una eventual supervisión por parte del KR (Shawcross, 1979).
Aunque parecía que en un primer momento los chinos lo apoyaban,
considerándolo mejor opción que el KR (que eventualmente podría
inclinarse hacia Vietnam y la URSS, sus principal rival en la Guerra Fría), por
el momento los EEUU no le dieron su respaldo y se negaron reiteradas
veces a recibirlo.
En febrero y marzo de 1973 el KR finalmente permitió a Sihanouk,
que lo venía demandando desde hacía tiempo, visitar las zonas liberadas
de Camboya. Sorprendido y desilusionado por las duras condiciones de
vida impuestas por sus aliados, comprobó que aunque su acercamiento
con el KR lo había dotado de una amplia base de apoyo en territorio
camboyano, de ser llevada hasta sus últimas consecuencias haría que sus
objetivos de paz y neutralidad se viesen seriamente comprometidos. De
todos modos, por el momento se limitó a hablar mal de Hanoi y a referirse
a ella como traidora de la causa nacional camboyana.
Fue en este contexto que se firmaron los Acuerdos de París y que
el KR se negó, contra el pedido del Príncipe, a negociar con Lon Nol. Saloth
Sar (s.a.), ya en el poder, diría: “Si hubiésemos accedido a un cese de fuego
en 1973 […] hubiésemos perdido frente al imperialismo estadounidense y
sus lacayos; y […] nos hubiésemos convertido en esclavos de los
vietnamitas…” (citado en Shawcross, 1979: 296). Éstos, por su parte, los
querían forzar a un cese de fuego y comenzaron a restringir la provisión de
armamentos, pero el efecto fue el contrario y el KR avanzó aún más hacia
Phnom Penh. En palabras de un diplomático comunista camboyano (s.a.):
“Los vietnamitas firmaron su propio acuerdo con los americanos y los B-52
que bombardeaban Vietnam fueron todos enviados a pulverizar
Camboya” (citado en Shawcross, 1979: 281). En estas condiciones Hanoi
ya no podía controlar al KR, que temía que los vietnamitas lo traicionaran
por completo interesados por la ayuda americana que llegaría una vez
terminada la guerra en sus términos (Shawcross, 1979). El sustrato de
ideología comunista que los ligaba había perdido terreno frente al
componente nacionalista que ambas fuerzas incluían en sus programas
(Shawcross, 1979). De hecho Sihanouk (1973) diría: “Pero nosotros no
jugaremos el juego del gran poder. Nosotros lucharemos por la unidad de
nuestro país” (citado en Shawcross, 1979: 296). Se dio entonces en la
práctica un alejamiento del KR respecto de los norvietnamitas, que
pasaron a tener un rol meramente asesor. De este modo, aunque seguían
recibiendo cierto apoyo logístico por parte de Vietnam del Norte, ninguna
potencia en el extranjero les concedía asistencia garantizada y eran libres
para tomar las decisiones militares que considerasen apropiadas por su
cuenta (Shawcross, 1979).
Por su parte, los EEUU habían reanudado el bombardeo con mayor
intensidad antes de la fecha límite fijada por el Congreso. Dijo Nixon: “No
podíamos permitirnos ver caer al gobierno de Lon Nol, ya que perder
Camboya era perder el Vietnam del Sur. Pero poco podíamos hacer. El
Congreso había aprobado drásticas limitaciones a nuestras
posibilidades. Desde las incursiones en Camboya de 1970, nos había
prohibido iniciar operaciones militares con tropas de tierra en territorio
camboyano, enviar personal de adiestramiento militar al gobierno de
Phnom Penh, proporcionar ayuda que superase un límite restringido, e
incluso mantener más de 200 consejeros civiles en el país en un
-15-
momento dado. En consecuencia, optamos por la única posibilidad que nos
quedaba: reanudar el bombardeo de las posiciones de los jmeres rojos”
(1995: 176). Frente a esta intensificación de la violencia, el KR luchó
ferozmente y avanzó sobre Phnom Penh. Ya controlaban en 65% del
territorio y el 35% de la población. Los ataques los radicalizaban y de ese
modo disminuían las ya pocas posibilidades que Sihanouk tenía de
determinar el curso de los acontecimientos en su país.
Para agosto de 1973 la economía camboyana estaba destruida. Los
EEUU, por medio de la embajada, determinaban los lineamientos de
política económica y el gobierno de Lon Nol, arrinconado, no tenía más
remedio que acatar. El hambre se intensificó y los refugiados siguieron
llegando a Phnom Penh en enormes cantidades.
En los territorios no controlados por el gobierno central, las tropas
del KR estaban emprendiendo una reorganización cada vez más necesaria
(Shawcross, 1979). Los que habían logrado sobrevivir a los ataques de las
bombas estadounidenses no se encontraban aún en condiciones para
tomar la capital: sus hombres eran pocos y, en gran medida, sus armas aún
dependían de Hanoi, mientras que el ejército oficial, financiado por los
EEUU, contaba con una mayor cantidad de armas y de hombres
(Shawcross, 1979). En primera instancia desarrollaron entonces una
estructura política de ideología propia, buscando erradicar aquellos que
consideraban los elementos tradicionales de la mentalidad camboyana: el
apego a la monarquía, la vida aldeana y el budismo. En una ruptura radical
con todo lo que conformaba el pasado, no pasaría mucho tiempo antes de
que el mismo Sihanouk fuese víctima de los ataques de la guerrilla:
destrucción de edificios de su época, críticas a su estilo de vida, denuncias
de colaboración con Hanoi, además de disputas con los seguidores del
Príncipe que aún integraban el Frente.
En sus territorios comenzó a surgir entonces un gobierno por el
terror, como lo llama William Shawcross en su libro (1979). Aunque los
primeros refugiados en las ciudades decían estar escapando de las bombas
estadounidenses, desde 1974 los rigores impuestos por el KR fueron cada
vez más citados entre las causas de la huida. Fue entonces a través del
terror que la organización buscó llevar a cabo sus objetivos (Shawcross,
1979), mostrando un cambio respecto de la política de comportamiento
ejemplar que había adoptado a principios de los ’70.
Mientras tanto en los EEUU Nixon aún no había renunciado y
seguía brindando ayuda al gobierno de Lon Nol, en un intento de
restituirlo como actor de poder que pudiera negociar desde una
posición de fuerza (Shawcross, 1979). El Senado aprobó sin embargo una
enmienda que prohibía la asistencia militar a Vietnam después de julio de
1974, lo que sugería de modo indirecto restricciones similares sobre
Camboya en un futuro cercano (Shawcross, 1979). En este contexto, el
embajador norteamericano en Phnom Penh convenció a Lon Nol de que
ofreciera a los comunistas entablar negociaciones, pero tanto Sihanouk
como el KR se negaron rotundamente.
Fue en agosto de ese año que como resultado del Watergate
Nixon se vio forzado a renunciar a su segundo mandato. Entre los
cargos imputados se encontraba el ocultamiento y el falso testimonio
frente al Congreso respecto de las operaciones norteamericanas en
Camboya en tanto país neutral. Desde Pekín, Sihanouk, expectante de un
cambio en la política exterior de los EEUU, festejó la remoción. Pero Gerald
Ford, que ocupó la vacante Presidencia, anunció a los pocos días que
mantendría a Kissinger en su gabinete y dejó entender de ese modo que la
política exterior norteamericana en el Sudeste Asiático continuaría bajo los
mismos lineamientos (Shawcross, 1979). En esta línea, en la Organización
de las Naciones Unidas (“ONU” de ahora en adelante) los EEUU ejercieron
cuanta presión pudieron para que la banca camboyana siguiera ocupada
por el gobierno de Lon Nol y no fuese reemplazada por el gobierno en el
exilio liderado por Sihanouk -como algunos pedían-.
Por su parte, el Príncipe insistía en sus intentos de conseguir
apoyo chino y norteamericano para ocupar Phnom Penh antes que el KR y
surgir así como el líder máximo de la Camboya liberada. Esperaba incluso
que llegado el momento Vietnam del Norte, distanciada del KR, presionara
para que Sihanouk gobernara el país (Shawcross, 1979). Pero los EEUU se
negaban a respaldarlo, y aunque China temía la posibilidad de una
Camboya controlada por el KR (porque podía llegar a alinearse con
Moscú) (Shawcross, 1979), esto fue determinante para que cambiara su
política respecto del Príncipe. Durante la primera mitad de 1974, en una
gira internacional emprendida por Khieu Samphan (miembro del KR y
Vicepresidente del FUNK), Pekín se comprometió a proveer al KR con
armas, que escaseaban cada vez más. Fueron estas las armas con que
pelearían durante el año restante antes de entrar en Phnom Penh.
El respaldo de los EEUU a Sihanouk llegaría recién el 11 de abril de
-16-
1975, cuando le ofrecieran remover a Lon Nol de su cargo para que el
Príncipe pudiera regresar al país. Al parecer los norteamericanos se habían
dado cuenta de que sus acciones habían herido de muerte al gobierno que
ellos mismos habían respaldado, y que si querían evitar que el país cayera
en manos comunistas debían restituir al derrocado Príncipe en el gobierno.
Pero ya era demasiado tarde: el KR se cerraba sobre Phnom Penh.
La caída de Phnom Penh (1975)
En 1974, contando con las armas no sólo chinas sino también
vietnamitas (Hanoi había reanudado la provisión), el KR tomó la ciudad de
Udong, a 40 kilómetros al norte de Phnom Penh. El ejército de Lon Nol, en
todo caso, no estaba bien posicionado (en ningún aspecto) para resistir a los
ataques: sus armas comenzaban a escasear por las restricciones del
Congreso estadounidense y sus tropas no contaban con la motivación, la
disciplina ni la determinación moral de sus rivales (Shawcross, 1979).
El KR instaló 5000 hombres en la desembocadura del Río Mekong,
ubicación vital para la defensa y supervivencia de la capital. Por este y otros
medios cortaron las vías de abastecimiento de la ciudad, y los más de dos
millones de refugiados que vivían en ella comenzaron a pasar aún más
hambre. Los EEUU diseñaron planes para una provisión aérea de
combustible y comida: si querían vencer al KR debían seguir ayudando al
gobierno a resistir durante la estación seca (la de mayor conflictividad) y
poder negociar después desde una posición de fuerza (Shawcross, 1979).
Pero el Congreso, que era quien ahora tomaba las decisiones sobre la
intervención norteamericana en la región, no aprobó tales propuestas del
Ejecutivo.
Sihanouk observaba pasivamente cómo el KR incumplía su
promesa: en enero de 1975 se habían comprometido a no ocupar Phnom
Penh ese año. Sus esperanzas de ocupar el liderazgo de Camboya
comenzaban a desvanecerse, pero no se atrevió aún a una ruptura pública
con sus aliados.
Frente a la inminente entrada del KR en la ciudad, los japoneses y
otros embajadores asiáticos convencieron a Lon Nol y a otros políticos de
que sólo abandonando el país los EEUU accederían a brindarle a Camboya la
ayuda adicional que necesitaba para resistir el avance comunista. Lon Nol
pidió a cambio garantías escritas de que no se aceptaría ningún gobierno
comunista en su ausencia y de que, si ésta no resultaba en el aumento de la
ayuda, podría regresar al país. Poco después el KR terminó de atravesar las
últimas defensas del río, ingresando en la ciudad de Neak Luong y
desatando una sangrienta lucha callejera. Para marzo de 1975, la caída de
Phnom Penh era cuestión de días (Shawcross, 1979).
Las provisiones del gobierno comenzaban a escasear y las tropas
a desmoralizarse. Ante la segura caída de la capital, el embajador
norteamericano en Camboya se dispuso a abandonar el país, invitando con
él a miembros de la prensa y políticos importantes, Sirik Matak entre ellos.
Éste le contestó en una carta:
“Excelencia y querido amigo,
Le doy las más sinceras gracias por su carta y por su oferta de
conducirme hacia la libertad. Por desgracia, sin embargo, no puedo
marcharme de una manera tan cobarde. En cuanto a usted y en
particular a su gran país, en ningún momento pude creer que
acabarían por abandonar a un pueblo que ha escogido la
libertad. Nos han rehusado su protección y nada podemos hacer ya.
Usted se marcha y yo deseo que usted y su país encuentren la
felicidad en este mundo. Pero tome buena nota de que si yo debo
morir aquí, en mi puesto y en el país que amo, será lamentable,
aunque todos nacemos y debemos morir un día u otro. Yo sólo he
cometido la equivocación de creer en ustedes.
Sisowath Sirik Matak” (1975, citado en Nixon, 1985: 210)
En cuanto el último helicóptero norteamericano despegó, el KR
lanzó sus primeras bombas sobre la ciudad. El 17 de abril de 1975 Phnom
Penh era ocupada por las fuerzas comunistas del Khmer Rouge.
-17-
Tercera Parte: Camboya en los tiempos del Khmer Rouge
(1975-1979)
Año cero: el régimen del Khmer Rouge
Al avanzar las tropas del KR por las calles de Phnom Penh, los
residentes festejaron el fin del sitio y la lucha. Al poco tiempo notaron, sin
embargo, que los guerrilleros no celebraran con ellos: la alegría dio paso al
temor y el nuevo régimen comenzó a mostrar su otra cara.
La primera medida fue la completa evacuación de las ciudades. Los
residentes urbanos fueron desalojados por la fuerza mientras eran
informados de que existían grandes posibilidades de que los aviones
norteamericanos bombardearan la ciudad. Sin embargo las razones
subyacentes, según se dijo, fueron otras. Por un lado, algunos alegan que
los comunistas no contaban con la infraestructura necesaria para abastecer
de alimento a las ciudades (Shawcross, 1979). Por otro, algunos explican
que el KR temía que sus tropas fuesen corrompidas por la vida urbana, sus
atractivos y sus lujos (Carvin, s.a.). De hecho, sus militantes se referían a
Phnom Penh como “la gran prostituta del Mekong”. En este sentido, desde
un primer momento se estableció una distinción central entre dos tipos
de ciudadanos: la “gente antigua” -los campesinos, vistos como
ciudadanos comunistas ideales para la nueva era- y la “gente nueva” o
“gente del 17 de abril” -los que hasta ese momento habían residido en las
ciudades-. Éstos últimos, por el hecho de no haber vivido en el campo,
fueron vistos desde un principio como traidores a la causa comunista en
tanto a ojos del KR habían abrazado un estilo de vida capitalista por
voluntad propia (Shawcross, 1979).
Acto seguido, los extranjeros fueron expulsados en camiones del
país, las embajadas cerradas (con excepción de la francesa y algunas
aliadas, como la china y la norcoreana) y figuras del gobierno previo
ejecutadas, entre ellas Sirik Matak y Lon Non (hermano de Lon Nol). El KR
proclamó que Camboya era propiedad de su pueblo, que su gobierno no
reconocía los conceptos de territorialidad o privilegio diplomático y que
comenzaba así una nueva era para el país. Durante los cuatro años
siguientes el estado de sitio sería constante y el país viviría casi
completamente aislado del mundo exterior. El 17 de abril de 1975 el KR dio
comienzo en Camboya a un nuevo, en sus palabras, “año cero”. Esta época
estaría signada por un nuevo modelo de país: fueron abolidos el mercado,
la moneda, las escuelas y el budismo, a la vez que se disolvía la estructura
familiar para subordinarla a una organización en campos colectivos o
cooperativas. En consonancia con sus bases ideológicas, el régimen
buscaría llevar a cabo el principio maoísta de la autosuficiencia y fue por
ello que generaron fuertes programas de trabajo rural como medio para
conseguir la autosuficiencia alimenticia y económica necesaria para encarar
futuros proyectos industriales.
De este modo el gobierno adoptó una doctrina marxista con una
organización leninista que posicionaba a un pequeño grupo en la
vanguardia de la revolución (Shawcross, 1979). Este discurso seguía las
bases de Mao y alineaba al país con la China comunista. A la cabeza del
país, como Primer Ministro, estaba Saloth Sar, ahora conocido bajo el
seudónimo de Pol Pot. Aunque luego sería reemplazado en el cargo, Pol Pot
mantendría el poder de facto a lo largo de todo el gobierno del KR. Ieng
Sary y Son Sen, que habían sido miembros del Grupo de Estudio de París,
ocuparon respectivamente la cartera de asuntos exteriores y de defensa. A
lo largo de los años se observaría que los principales líderes saldrían de las
filas de aquellos que se habían unido a la guerrilla en 1963, relegándose a
los que lo habían hecho en 1967 a un segundo plano (salvo en contadas
excepciones).
Durante los dos primeros años del régimen el KR buscaría mantener
en secreto las identidades de los hombres del gobierno: creían que el
secretismo era una de las mejores herramientas para controlar a la
población por medio del miedo (Carvin, s.a.). De este modo los
camboyanos sólo fueron informados de que el país era ahora regido por
“Angka” (“la organización”), y recién en 1977 sabrían que éste no era otro
que el partido comunista. De hecho fue ese año cuando Pol Pot, en una
transmisión radial, presentó la Kampuchea Democrática (así bautizada a
principios de 1976 – “KD” de ahora en adelante) al resto del mundo.
La violencia del régimen de Pol Pot
Una de las primeras demostraciones de la violencia que el KR
impondría en Camboya durante los años siguientes llegaría poco después de
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la caída de Phnom Penh. Un testimonio al respecto reza: “El 19 de abril de
1975 más de 300 oficiales del ejército de Lon Nol fueron reunidos en
Battambang y se les dijo que se pusieran sus mejores uniformes y todas sus
decoraciones porque iban a saludar al Príncipe Sihanouk en su regreso
glorioso a la Camboya libre. Después de prepararse como les fue dicho
fueron llevados en camiones y se les hizo bajar en una localidad prevista
cerca de Kbal Damrei. A continuación fueron acribillados desde todos los
lados” (Barron y Paul, 1977; citados en Etcheson, 1984: 145).
Pero una de las formas de violencia que se impuso desde un
principio tendría otro cariz y se escondía bajo la organización cotidiana de
la vida popular. Los camboyanos eran obligados a trabajar durante doce
horas diarias, a pesar de lo cual no se les brindaba la comida ni el descanso
suficiente. En efecto, la palabra “dormir” fue prohibida, y sólo se permitió
hablar de “descansar”. Privados además de los cuidados médicos básicos
(la medicina moderna había sido abolida y reemplazada por las técnicas
tradicionales de los habitantes de los campos y la jungla), muchos
ciudadanos comenzaron a morir bajo los rigores de este nuevo modelo de
vida. Como antes se advirtió, esto representó un completo abandono de la
condición de respeto y paciencia en el trato para con la población que Khieu
Samphan había establecido en las bases del partido.
Paralelamente, a lo largo de todo el territorio se instalaron
desde un primer momento centros de tortura y exterminio en que
morirían todos aquellos considerados enemigos del régimen. Una de las
ideas centrales del KR fue: “Mantener nueva gente no es ningún
beneficio. Perderla no es una pérdida” (Carvin, s.a.). Bajo esta ideología,
cualquier infracción menor era motivo suficiente para ser enviado a uno de
estos centros de exterminio. Los registros muestran, por ejemplo, que de
ser descubierto agregando pasto o insectos a la pobre ración de comida, el
individuo era condenado a muerte. Además, en los territorios que
habían ocupado desde tiempo antes, las tropas del KR habían
adoctrinado a chicos desde pequeños y ahora los reinsertaban cerca de sus
familias para utilizarlos como delatores de los delitos de sus allegados. Se
impuso entonces en la KD una atmósfera de miedo y desconfianza en que
las posibilidades de sobrevivir eran muy escasas (Carvin, s.a.). El mismo
militante del KR que en la película S21: The Khmer Rouge Killing Fields
explicaba sus razones para unirse a la revolución, fue puesto en 1975 a
cargo de la seguridad de uno de estos centros y diría: “En 1975, después de
la liberación del país, me di cuenta de que había sido engañado. Me
pusieron aquí donde gente era asesinada. Cuando llegué aquí, no había
ningún otro lugar donde ir. Entonces, para ganar su confianza trabajé muy
duro, incluso si el trabajo era intenso, difícil y complicado” (Panh, 2002).
Uno de estos centros fue conocido con el nombre de Tuol Sleng,
ubicado en lo que había sido un colegio secundario. De las 20 mil personas
que entraron en él, en su mayoría militantes del KR sospechados de
traición, se conocen sólo seis sobrevivientes. El objetivo de este lugar era
extraer confesiones escritas de los “traidores” antes de que fuesen
ejecutados. Las técnicas de presión y violencia sobre los prisioneros eran
tales que muchos de los registros que se conservaron dan cuenta de
confesiones que, analizadas a la distancia, parecen absurdas (Carvin, s.a.):
militantes leales admitían ser espías de la CIA o la KGB. El miedo y la
paranoia se generalizaron.
Cuando poco antes de morir Pol Pot fue entrevistado, dijo respecto
de estos sucesos: “Por favor entiende, con mi gran carga de trabajo, sólo
tomaba las decisiones concernientes a la gente muy importante. No
supervisaba los rangos inferiores. […] Vine a unirme a la revolución, no a
matar al pueblo camboyano. […] Éramos nuevos e inexpertos y los
eventos sucedieron uno detrás de otro, con los que teníamos que lidiar. Al
hacerlo, cometimos errores, como le dije. Por lo tanto, admito esto ahora y
lo he admitido en las notas que he escrito. Quien quiera culparme o
atacarme, puede hacerlo. Lamento no haber tenido la experiencia suficiente
para controlar totalmente el movimiento. Por otra parte, con las constantes
luchas, esto tenía que hacerse junto con los otros en el mundo comunista,
para prevenir que Kampuchea se volviera vietnamita. Por amor a la
nación y al pueblo, era la cosa correcta a hacer, pero en el curso de
nuestras acciones cometimos errores” (Thayer, 1997). En los apartados
siguientes se explicará sobre el peligro vietnamita al que aquí alude.
El resto de los países, por su parte, no hizo nada en ese momento
para frenar el genocidio en Camboya. Teóricos opinan que las razones
fueron las siguientes (Stanton, 1993): 1) la ONU estaba paralizada por la
probabilidad de veto de los poderes comunistas en el Consejo de
Seguridad (la URSS y China), y 2) los EEUU y Occidente en general, después
de la Guerra de Vietnam, buscaban no involucrarse en otra guerra en el
Sudeste Asiático. Asimismo, el aislamiento de la KD hacía difícil, cuando no
imposible, tener certeza lo que estaba ocurriendo en el país; pero esto fue
-19-
citado más como una excusa que como una verdadera razón.
Se calcula que de los más de siete millones de habitantes de
Camboya para 1975, aproximadamente un millón y medio murieron bajo
los rigores del KR (las estimaciones varían según la fuente, ya que se
carece de registros censales de confianza). Este altísimo grado de violencia
que se daría a conocer en detalle luego de la derrota del KR sería en un
primer momento funcional a los EEUU en tanto justificación de sus
políticas pasadas respecto de Camboya. En su libro No más Vietnams,
Richard Nixon dice: “Un tercer error que muchos americanos cometieron
en los últimos años de la guerra del Vietnam fue no ver que, en los
conflictos del Tercer Mundo, nuestra elección no debe hacerse por regla
general entre nuestros aliados y alguien mejor, sino entre nuestros aliados
y algo mucho peor. En la actualidad, los liberales piden con frecuencia que
los Estados Unidos rompan sus conexiones con dictadores de derechas. De
lo contrario, proclaman, nos haremos culpables de apoyar a los más
flagrantes violadores de los derechos humanos que existen en el mundo.
Pero se equivocan, porque es evidente que los gobiernos más represivos
son los comunistas. La cosa está clara. Los cubanos están mucho peor bajo
Castro de lo que estuvieron bajo Batista. Los vietnamitas están peor
bajo el comunista Le Duan que bajo Thies. Los camboyanos estuvieron
peor bajo Pol Pot que bajo Lon Nol” (1995: 218). Estas declaraciones, como
se verá más adelante, entrarían en conflicto con las políticas
norteamericanas que siguieron a la caída del KR.
Aun así, el KR temía el regreso del líder, creyéndolo un factor de
desequilibrio (Shawcross, 1979), y denunció reiteradas veces el modo en
que los comunistas habían sido reprimidos y perseguidos durante el
mandato de Sihanouk. La constitución de Camboya fue modificada y así la
monarquía, que había prevalecido por alrededor de un mileno, fue abolida.
En este contexto, el Príncipe se auto-exilió (se cree que forzadamente) en
Corea del Norte.
Sin embargo, como se dijo anteriormente, aunque China había
financiado al KR, uno de sus principales miedos consistía en la posibilidad
de un acercamiento entre la KD y la URSS (Shawcross, 1979). De este
modo, Chou En-lai presionó para que el Príncipe regresara al país mitigando
así las chances de que eso sucediera, y fue por ello que el 9 de septiembre
de 1975 él y su mujer fueron recibidos en Camboya con honores. Ocupando
el cargo de Jefe de Estado, su verdadera tarea sería la de viajar al exterior
para publicitar al régimen.
Este respaldo que el Príncipe recibía de China se debilitó en febrero
de 1976 tras la muerte de Chou En-lai. El 4 de abril fue removido de su
cargo y prácticamente apresado en el palacio real. De allí en más, Sihanouk
no tendría roles de gran importancia dentro del régimen (Shawcross,
1979). Reaparecería en la vida pública como actor de peso recién en 1978,
cuando en medio del deterioro de las relaciones con Vietnam y la
consecuente presión sobre la vida camboyana su figura fue utilizada para
legitimar las denuncias a Hanoi.
El papel de Sihanouk en el nuevo régimen
Relaciones exteriores de la Kampuchea Democrática
Cuando Phnom Penh cayó en manos del KR en abril de 1975,
Sihanouk -en China- no fue oficialmente notificado de los hechos. Los
miedos que el Príncipe había tenido en los últimos años se veían ahora
realizados: el KR había llegado a Phnom Penh antes que él y era
prácticamente seguro que no tendría lugar en el régimen de la KD. De todos
modos, el Príncipe aún se mostraba en público como aliado del KR, y tras el
golpe viajó a Nueva York para presentar discursos en que desmentía la
violencia en la caída de Phnom Penh y llamaba a los camboyanos en el
exilio a regresar a sus hogares, donde no encontrarían nada similar a lo que
Sihanouk había prometido.
Durante los años del KR en el poder, Camboya permaneció
prácticamente aislada del resto del mundo. Pol Pot pretendía demostrarle
al mundo que su país no necesitaba de nada ni nadie del exterior para
sobrevivir (Shawcross, 1979). Desde un principio se interrumpió entonces
el comercio exterior y las embajadas fueron en su mayoría cerradas. Entre
las relaciones que sí mantuvo con los poderes extranjeros, los vínculos
con China y con Vietnam son los de mayor relevancia para el estudio
presente.
-20-
La Kampuchea Democrática y China. Las relaciones entre ambos
países estuvieron determinadas por una lógica más general derivada de
la relación entre China y Vietnam (Shawcross, 1979). Aunque en principio
Hanoi fue apoyada por su vecino en su cruzada comunista, el vínculo entre
los países se hizo más tenso después de la visita de Nixon a Pekín en 1972 y
de la caída de Saigón el 30 de abril de 1975: China temía que un Vietnam
reunificado adquiriera cada vez más poder, y por ende le quitó todo apoyo
militar (Shawcross, 1979). Faltos de asistencia, los vietnamitas se acercaron
cada vez más a la URSS, rival chino en el contexto de la Guerra Fría. En este
contexto (en que China ya apoyaba a Camboya en su búsqueda de
independencia respecto de sus vecinos), Vietnam temía ser rodeado por
sus enemigas China y Camboya, a la vez que China, por la URSS y Vietnam.
Esta situación determinó que China fuese prácticamente el único
respaldo externo del KR, en tanto garante de la independencia camboyana
respecto de sus vecinos vietnamitas. De todos modos, la pobre imagen
internacional de Pol Pot hacía difícil para el gobierno chino mantener su
apoyo en los foros internacionales (Shawcross, 1979). Diplomáticos
occidentales presionaron a China para que intentara persuadir a Camboya
de cambiar su política general y formar un nuevo gobierno que incluyera en
un rol más importante al pacifista Sihanouk.
La Kampuchea Democrática y Vietnam. Phnom Penh y Saigón
cayeron en manos comunistas con menos de dos semanas de diferencia (17
y 30 de abril respectivamente). Parecía estar ocurriendo lo que los EEUU
habían previsto en su “teoría dominó”. Sin embargo, contrario a lo que
cabría esperar, estos triunfos vecinos no serían complementarios ni
sinérgicos (Stewart, 1989). Aunque los vietnamitas habían provisto a los
camboyanos de armas y entrenamiento, la enemistad histórica entre
ambos pueblos y el miedo camboyano a que Hanoi pretendiese formar una
federación indochina bajo su liderazgo obstaculizó las relaciones entre estos
países. Los conflictos fronterizos que habían empezado en 1971 adquirirían
ahora dimensiones preocupantes, y William Shawcross dice en su libro: “…el
histórico miedo de los líderes khmer de que su país fuese anexado
raramente pueda haber sido más agudo que en abril de 1975” (Shawcross,
1979: 371).
Ante los primeros enfrentamientos en mayo de 1975, Pol Pot viajó
en junio a Hanoi y a Pekín para, en vano, buscar una solución. En 1976, de
todos modos, las relaciones empeoraron aún más cuando los camboyanos
declararon que Vietnam había publicado un mapa de Camboya en que le
negaba gran parte de su mar territorial. En diciembre de ese año Pol Pot
habló por primera vez de su vecino como “enemigo de la KD”, a la vez que
advertía a sus oficiales que debían prepararse para la guerra. Vietnam
seguía sin embargo, por su parte, aludiendo a Camboya como “hermana”.
Durante el año siguiente los conflictos se intensificarían a lo largo
de toda la frontera, y los rigores del régimen se orientaron hacia los
sospechosos de relaciones con Vietnam (Shawcross, 1979). En efecto,
muchos miembros del partido fueron asesinados debido a la obsesión de
Pol Pot con que no se supiera que la organización había sido fundada en
1951 con colaboración vietnamita. En julio de ese año Vietnam firmó un
tratado de cooperación con Laos, que se había volcado al comunismo en
1975. El KR interpretó este movimiento como una agresión contra su
régimen y, poco después Pol Pot voló a Pekín para buscar apoyo en su
causa contra los vietnamitas. El sucesor del fallecido Chou En- lai le
garantizó su respaldo pero le advirtió, consciente de la superioridad militar
de Vietnam, que se mantuviera al margen de cualquier conflicto armado.
Hanoi interpretó esta reunión como otro signo del apoyo militar chino a
Camboya.
A fines de ese año el régimen denunció públicamente a Hanoi por
sus pretensiones sobre el territorio camboyano, rompiendo relaciones
diplomáticas el 31 de diciembre. Los vietnamitas reaccionaron contestando
que las denuncias no eran más que una maniobra de Pol Pot para distraer
la atención del sufrimiento que estaba imponiendo sobre su pueblo, y en
enero de 1978 lanzaron su primera invasión masiva de la Camboya
comunista. Era la primera vez que dos países comunistas entraban en
guerra entre sí. De todos modos, para fin de mes los vietnamitas
retrocedieron, llevando consigo numerosos desertores del KR que temían
ser ejecutados por Pol Pot. Entre ellos se encontraba Hun Sen, quien
formaría parte del ataque final sobre Camboya y emergería de él como uno
de los principales líderes políticos del país.
A lo largo del año siguiente los conflictos fronterizos se
intensificaron. Alegando querer recuperar la Kampuchea Krom que les
correspondía, los ataques camboyanos sobre el suroeste vietnamita no
cesarían a pesar de los consejos chinos. A mediados de año Vietnam y la
-21-
URSS firmaron un tratado que los acercaba aún más y que se presentaba
como una clara provocación a China y Camboya. En efecto, durante estos
años Vietnam y Camboya fueron utilizados por la URSS y China como
peones en su puja de intereses. En este contexto, Hanoi se preparaba
esperando el momento adecuado para atacar a su vecino.
veía consolidada su hegemonía sobre toda Indochina.
La invasión vietnamita (1978)
Phnom Penh se alinea con Hanoi
El 25 de diciembre de 1978 los vietnamitas lanzaron otro ataque
masivo sobre Camboya. Antes de entrar habían ofrecido al KR la posibilidad
de crear de una frontera desmilitarizada controlada por una misión
permanente de la ONU, pero tanto Pol Pot como la ONU se habían negado.
Frente a la invasión, el régimen de la KD decidió dar a Sihanouk, después de
mucho tiempo, un lugar entre sus filas creyéndolo el único medio para
asegurar la viabilidad del gobierno. El Príncipe viajó al exterior para
promocionar la causa camboyana, y su figura fue también explotada a nivel
interno para despertar el apoyo de las masas, pero era demasiado tarde: las
tropas vietnamitas habían logrado avanzar muy rápidamente, y aunque en
un principio sólo habían buscado erigir un buffer zone entre ellos y sus
vecinos, las primeras victorias los incentivaron a cerrar sus filas sobre la
capital (Carvin, s.a.).
El régimen de Pol Pot veía entonces que su fin estaba cerca: la
revolución comunista camboyana había fracasado. Respecto a las causas, el
periodista e historiador francés Jean Lacouture (1978) diría: “Primero el
total aislamiento de la revolución. Se desarrolló en la jungla, liderada por
guerrilleros que habían sido incomunicados con el resto del mundo. Se
basó en campesinos sin un real control ideológico y sin serios camaradas
revolucionarios. Semejante revolución es bastante difícil de mantener
dentro de los límites de la lógica y de guiar en una dirección razonable”
(citado en Wikipedia, 2009f). En cualquier caso, el 7 de enero de 1979 la
capital caía frente al avance vietnamita. Sihanouk huyó a China, los
líderes del KR a las selvas, y los vietnamitas declararon, bajo su patronazgo,
el nacimiento de la República Popular de Camboya. Aunque en forma de
castigo China lanzó un ataque con cien mil tropas sobre Vietnam en
febrero, el conflicto duró tan solo 17 días, después de los cuales los chinos
se retirarían alegando que ya se había castigado demasiado a los
vietnamitas. Se alcanzaba entonces un nuevo equilibrio en que Vietnam
Con la caída del KR tras la invasión vietnamita en enero de 1979 se
estableció en Camboya un nuevo gobierno encabezado por Heng Samrin y
Hun Sen, ex-militantes del KR que habían desertado y huido a Vietnam años
antes. Aunque no se trataba de un gobierno estrictamente vietnamita, sí fue
instituido y respaldado por Hanoi, y contaba además con la presencia
estable de sus tropas y asesores, recibidos (al menos en un principio) con
entusiasmo por la población local (Boua, 1993; Munro, 1979): a pesar de la
enemistad étnica, con su ingreso los vietnamitas habían puesto fin a la
matanza generalizada perpetrada por el KR.
La situación que encontraron a su paso a principios de 1979 era
crítica: la devastada población carecía de comida, insumos médicos e
infraestructura básica. De este modo, Camboya necesitaba más que nunca
de la asistencia internacional, pero, bajo el argumento de que los
vietnamitas constituían en el país una fuerza de ocupación que debía
retirarse, la ayuda no llegaría al país hasta que se llegara a un acuerdo. Los
EEUU impondrían sobre Phnom Penh las mismas medidas económicas y
diplomáticas que había aplicado sobre Vietnam después de su retirada: el
embargo económico y el Acta de Comercio con el Enemigo, liderando un
bloqueo occidental al régimen de Heng Samrin. Los recursos básicos para
la producción agrícola (predominante en el país) cesaron su entrada en el
país, y de esta manera la actividad que podría haber ayudado a los
camboyanos a rearmar su economía se vio fuertemente obstaculizada
(Boua, 1993). Asimismo, la ayuda humanitaria de la ONU, crucial para casos
extremos como este, le fue negada a Camboya a lo largo de toda la década.
En esta línea, Eva Mysliwiec (autora de un libro sobre la cuestión) nos dice
que durante estos años “Camboya es el único país del tercer mundo al que
le es negada la ayuda para el desarrollo de la ONU” (citada en Boua, 1993:
273). El gobierno de Heng Samrin aplicó en este contexto una política
económica de orientación marxista que, con el esfuerzo de la población,
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Cuarta Parte: Camboya bajo ocupación vietnamita (1979 1989)
rendiría sus frutos; pero la falta de recursos limitaría las posibilidades de
éxito de cualquier política local (Boua, 1993). Vietnam no podía, aislado
también del mundo occidental, asumir por su cuenta la asistencia de su
vecino, y vemos por ejemplo que para enviar cargamentos de alimento
debió pedir a los pobladores del sur que donasen parte de sus raciones de
comida. De esta manera, se allanaba el camino para la asistencia soviética
de los regímenes de Hanoi y, consecuentemente, Phnom Penh (Munro,
1979).
El nuevo gobierno camboyano no sería entonces reconocido por
la ONU ni los países occidentales hasta muchos años después, y la
representación de Camboya a nivel internacional quedaría en manos de
Sihanouk y el KR. Este último, por su parte, tomó la posta en la lucha por la
liberación nacional y fue entonces utilizado a conveniencia por los poderes
que miraban con recelo la hegemonía vietnamita (y por ende soviética) en
la región. En la lógica del mundo bipolar, parece ser que cualquier
herramienta era útil a la hora de frenar el avance rival, y en este caso el
carácter comunista y genocida del KR no impidió que los EEUU lo utilizaran
como medio para debilitar a Hanoi y Moscú. El asunto de un eventual
triunfo de la guerrilla, en todo caso, era un tema que debía ser
tratado más adelante.
Sus líderes y la facción que aún les era leal, por su parte,
conservaron el nombre de Kampuchea Democrática y huyeron hacia el
oeste del país para instalarse en campos de refugiados a lo largo de la
frontera con Tailandia. En los próximos apartados se estudiarán las razones
por las cuales el gobierno tailandés, con el apoyo de China, los EEUU y la
ONU, permitió tal conducta. Desde allí dirigieron entonces una guerra de
guerrillas contra el gobierno recientemente establecido en la capital. Ante
el panorama de hambre y la amenaza militar del KR -que los gobiernos
occidentales se ocuparon de mantener viva-, serían muchos los
camboyanos que dejarían el país en los ’80.
Pero no serían los únicos opositores del nuevo régimen: el promonárquico FUNCINPEC (Front Uni National pour un Cambodge
Indépendant, Neutre, Pacifique, et Coopératif, Frente de Unidad Nacional
para una Independencia Neutral, Pacífica y Cooperativa) liderado por
Sihanouk -que había nuevamente huido a China- y el KPNLF (Khmer
People’s National Liberation Front, Frente de Liberación Nacional del
Pueblo Camboyano) liderado por Son Sann, ambos no comunistas, se
erigieron junto al KR como los principales grupos de oposición.
La invasión vietnamita abría de este modo paso a un período en que
China y los EEUU no dudarían en utilizar al KR y Tailandia como meras
herramientas a esgrimir en su puja de intereses con el bloque soviético
(Munro, 1980), situación que terminaría sólo ante la resignación vietnamita.
Los intereses y el accionar de China en Camboya
Desde hacía mucho tiempo Pekín temía las aspiraciones
vietnamitas en Indochina y el potencial riesgo a la seguridad nacional
que podía conllevar el ser “englobado” por la URSS y una Indochina prosoviética. Aún en el caso de que China no pretendiera hacerse de la
hegemonía en la región, quería por lo menos evitar que cualquier otro
poder, especialmente el soviético, la obtuviera (McGregor, 1990). De esta
manera, los chinos se negaron a dialogar directamente con Hanoi sobre la
ocupación de Camboya y lo incluyeron por el contrario en sus charlas con
Moscú: la retirada de las tropas de Phnom Penh (junto con el retiro de las
fuerzas soviéticas de Afganistán y una reducción de las tropas en la frontera
sino-soviética) fue requisito para la normalización de las relaciones entre las
potencias comunistas. En esta línea, serían muchos los analistas que
interpretarían la política china respecto de Camboya como un apéndice
de su relación con la URSS; mientras que otros, por el contrario, creerían
que tenía un aspecto particular más relacionado con el temor chino a un
Sudeste Asiático liderado por Hanoi, y que se remonta a tiempos en que el
comunismo soviético no era todavía visto como un rival (McGregor, 1990).
Estas preocupaciones llevaron a China a atacar Vietnam en febrero
de 1979 en represalia de la invasión vietnamita de Camboya. Sin embargo,
los líderes chinos eran conscientes de que no podrían ejercer por sí
mismos la presión necesaria para neutralizar a Vietnam, de modo que
decidieron cambiar de estrategia. Entendiendo el conflicto en Camboya
como el principal demandante de los recursos vietnamitas, de ahora en
adelante Pekín buscaría forzar a Hanoi a requerir niveles crecientes de
asistencia soviética por medio del respaldo de los grupos camboyanos
de oposición, para poder luego explotar las tensiones resultantes entre
Vietnam y la URSS (McGregor, 1990). Además, mientras para el ataque
habían debido movilizarse por su cuenta, en esta nueva tarea no se
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encontrarían solos sino que contarían con el respaldo de los principales
poderes occidentales. El ministro de asuntos exteriores chino Huang Hua
(s.a.) diría entonces: “Por el momento los vietnamitas no estarán de
acuerdo en retirarse de Kampuchea porque sus dificultades no son
grandes… Entonces lo que necesitamos hacer es […] dar asistencia
moral, política, diplomática y material a las fuerzas kampucheanas
patrióticas, mientras mantenemos presión económica, política y militar
sobre Vietnam” (citado en McGregor, 1990: 270). Comenzaría entonces una
política china respecto del asunto que, en los términos de la Guerra Fría,
podría entenderse como una contención de Vietnam (McGregor, 1990).
Interesados en el mantenimiento de un status quo en la región, Pekín
empezaría a financiar a las fuerzas del KR para asegurarse de que no se
llegara a ningún acuerdo político hasta que se pudiera erradicar la
presencia vietnamita. Tailandia, aliada con Pekín y alarmada por el avance
vietnamita en la región, asilaría a los militantes del KR en campamentos
fronterizos bajo el rótulo de refugiados políticos, situación que además les
garantizaría la asistencia de la ONU. El gobierno de Bangkok sería además
utilizado para canalizar las armas y demás recursos necesarios para
mantener la presión del KR sobre el gobierno de Heng Samrin. De todos
modos, China no abandonaría las demandas respecto de un retiro de las
tropas invasoras: a pesar del respaldo recibido, las fuerzas del KR se
encontraban en desventaja numérica respecto de las vietnamitas, y
servirían más a un objetivo de debilitamiento continuo que a una eventual
victoria militar definitiva (Chang, 1983).
Lord Palmerston, quien fue Primer Ministro del Reino Unido en
dos ocasiones durante el siglo XIX, dijo que los países no tienen amigos ni
enemigos permanentes, sino sólo intereses de ese tipo (Talbott, 1989). En
efecto, en el caso chino se observa que esta máxima probó ser cierta.
Interesados en la independencia de la región, antes de 1975 los chinos
habían temido una victoria del KR por su potencial alineamiento con Moscú;
ahora, con el mismo objetivo, utilizaba a la guerrilla como un arma a
esgrimir contra la presencia vietnamita/soviética en la península.
En la misma línea, China volvió a dar asilo a Sihanouk y de este
modo contribuyó a dotarlo de la legitimidad internacional necesaria para
ser considerado el verdadero líder de Camboya. Aunque en un principio
logró conciliar el respaldo del Príncipe con la ayuda brindada al KR,
logrando concesiones de ambas partes para integrar demandas conjuntas,
más adelante esta alianza sería difícil de mantener y esta estrategia
bifronte por parte de Pekín terminaría por traer problemas para la
estabilidad a largo plazo en la región (Hood, 1990).
Por otra parte, en el ámbito internacional China buscó generar
cuanta oposición a la ocupación vietnamita le fue posible. Aunque lo
consiguió de parte de los países de Occidente, que colaboraron al bloqueo
pretendido por Pekín, no todos los países del Sudeste Asiático miraron su
política con buenos ojos. Agrupados en ASEAN (Association of Southeast
Asian Nations, Asociación de Naciones del Sudeste Asiático), los Estados de
la región, aunque consideraban problemática la ocupación vietnamita, no
veían en el financiamiento del KR su solución, y desconfiaron por tanto de
las intenciones chinas en la zona (Chang, 1983).
Los Estados Unidos y Occidente colaboran con el Khmer Rouge
En 1972, preocupado por el poder y la influencia soviética en el
Sudeste Asiático, Pekín se había esforzado por mejorar sus relaciones con
los EEUU y sus aliados, incluyendo la cercana Filipinas en que el gigante
americano aún tenía bases. En el contexto de la Guerra Fría, aunque China
era comunista y los EEUU eran sus enemigos ideológicos, ambos tenían el
mismo enemigo (la URSS) y eso los convertía en aliados de facto. Aunque
durante los ’80 las relaciones entre China y la URSS mejorarían, lo que
podría haber llevado a un debilitamiento del lazo sino-americano, el
creciente poderío económico y diplomático de Japón en la región incentivó
a Pekín a seguir defendiendo una constante presencia aliada de los EEUU en
la región, que, creían, ayudaría a no tornar a China irrelevante en la
resolución de los conflictos asiáticos (Bert, 1993). Estos factores
determinaron que Norteamérica se alineara con el gobierno chino en lo
tocante al conflicto camboyano.
En esta línea, en 1979 el Consejero de Seguridad de la
administración Carter, Zbigniew Brezinsky, implementó una política exterior
conocida como “jugar la carta de China”. Su objetivo era separar lo más
posible a Pekín de Moscú, y para ello respaldarían -e incluso incentivaríanla política china de contención en Camboya: esto les permitiría
debilitar mortalmente a Vietnam, ahora no sólo por medio del bloqueo
económico y diplomático sino también del drenaje de sus recursos en los
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territorios vecinos. Algunos estadounidenses opinan que el propósito de
tal accionar no era sólo aumentar la tensión entre Pekín y Moscú sino
también, lo cual no suena del todo irracional, vengarse de su humillante
derrota en Vietnam (Atkins entrevistado en Munro, 1990a).
Los tres pilares de su política respecto de Camboya fueron
entonces, de acuerdo con el historiador australiano experto en el tema Ben
Kiernan (1993b), los siguientes: 1) el veto a los planes de ayuda a Camboya
en la ONU, el Banco Mundial y el FMI, 2) apoyo a las tropas del KR, y 3)
apoyo militar a los aliados del KR. Estos dos últimos objetivos, sin embargo,
eran difíciles de conciliar con los lineamientos ideológicos que los EEUU
predicaban. Brezinsky diría entonces: “Yo incentivé a los chinos a apoyar a
Pol Pot. Yo incentivé a los tailandeses a ayudar al Khmer Rouge. La cuestión
era cómo ayudar a la gente camboyana. Pol Pot era abominable. Nunca lo
hubiéramos podido ayudar. Pero China podía.” (Blum, 2000). De este modo,
los EEUU bloquearían comercial y diplomáticamente al régimen de Heng
Samrin a la vez que comenzarían secretamente a proveer al KR con
alimentos, ayuda financiera y ayuda militar. Tal como en el caso chino, su
objetivo no sería un triunfo militar del KR (que podría hasta llegar a ser
nocivo a sus intereses futuros de comercio con la región), sino el
debilitamiento del gobierno de Phnom Penh. Como parte de esta
política observamos por ejemplo que en 1980 el Programa de Alimentación
Mundial fue presionado por el gobierno norteamericano para que
entregara grandes cantidades de comida al ejército tailandés, que serían
luego canalizadas hacia el KR. Evidencia de la ayuda y sus dimensiones fue
encontrada en una carta de Jonathan Winer, Consejero del Senado, en que
dejaba en claro la procedencia de la ayuda que el KR estaba recibiendo
(aun cuando su contenido fuera posteriormente desmentido).
Al mismo tiempo los EEUU presionarían junto con China al gobierno
tailandés para que permitiese los campamentos de refugiados en su
frontera con Camboya. Se sospecha incluso que una de las bases era
propiedad de la ONU y del gobierno norteamericano (Munro, 1991).
Algunos opinan que de este modo buscaban principalmente generar un
“efecto imán”, forzando a la asustada población camboyana a refugiarse en
los campamentos y logrando así desestabilizar al gobierno de Phnom Penh
(Munro, 1980). Las misiones de ayuda internacional enviadas a la frontera
fueron entonces utilizadas para dar protección a las armas que China y los
EEUU pretendían usar contra la ocupación vietnamita. Uno de sus
miembros, de hecho, declaró: “Mire, estamos siendo manipulados por los
gobiernos pero no hay nada que podamos hacer…” (entrevistado en
Munro, 1980), a la vez que uno de sus compañeros dijo: “Todo lo que
hacemos en alimentar un ejército” (entrevistado en Munro, 1980).
En este contexto, los EEUU instalaron el KEG (Kampuchean
Emergency Group, Grupo de Emergencia Camboyano) en la frontera
tailandesa con el supuesto objetivo de dar apoyo y consejo a las facciones
no comunistas opuestas a Phnom Penh. Al respecto, el miembro del KEG
Lionel Rosemblatt declaró: “Tratamos de hacer varias cosas. La primera
es tratar de seguir la situación general de los refugiados. […] Nuestra
segunda función ha sido tratar de ver qué pasa con la financiación
norteamericana” (entrevistado en Munro, 1980). Sin embargo es sabido
que el grupo se encargaba de que la ayuda y las armas norteamericanas
llegasen a las manos del KR, y que haría lo necesario para que, por
ejemplo, en 1981 ya fueran 50 los agentes de la CIA instalados en los
campamentos dirigiendo las misiones. De hecho, cuando se suponía que los
EEUU sólo estaban asistiendo a las facciones no comunistas, el Vice
Premier y Ministro de Defensa camboyano Tea Banh diría en 1991: “Es
bastante obvio en el campo de batalla que las tres facciones incluyendo al
Khmer Rouge están usando las mismas armas” (entrevistado en Munro,
1991). Sorpresivamente, Lionel Rosemblatt no niega que la ayuda
estuviese llegando a manos del KR: “El peso relativo en términos de
esfuerzo de alimentación es marcadamente mayor en los casos que no
incluyen al Khmer Rouge. La sensación siempre ha sido de que no se puede
ir por la frontera y decir ‘Ok, políticamente, estás excluido’…” (Munro,
1980).
Esta estrategia se hizo parte de la política oficial cuando la
administración Reagan proclamó su doctrina en 1985: el gobierno de los
EEUU se reservaba el derecho de ayudar a “luchadores de la libertad”
insurgentes contra regímenes pro-soviéticos en el tercer Mundo, sin directo
involucramiento de las fuerzas norteamericanas y despertando así la menor
atención pública posible. Para la doctrina, el carácter de las fuerzas aliadas,
“abominable” (según las palabras de Brezinsky) en el caso del KR, era un
mero detalle. Sin embargo en 1988 el Congreso sancionaría una
resolución en que instaba a los EEUU a oponerse a un eventual regreso del
KR al poder y fue firmada y elevada al status de ley por Reagan en octubre
de ese año. Como cabía esperar, sin embargo, esta ley no alteraría el
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accionar norteamericano (Martini, 2007). Los EEUU no estuvieron solos en
la implementación de tal política, y consiguieron el apoyo de la mayor parte
del bloque occidental en el ámbito diplomático y en la provisión de
armamentos. El mismo Ministro de Defensa camboyano diría: “Las armas
usadas contra nosotros por el Khmer Rouge tienen marcas que muestran
que vienen de países occidentales, incluyendo Francia, Suecia y Alemania
Occidental” (entrevistado en Munro, 1991). Michael Sontheimer,
corresponsal en el Sudeste Asiático para un diario alemán, diría con
respecto a la ayuda brindada por su país: “Es una posición totalmente
inmoral pero el gobierno puede darse el lujo porque la gente no sabe nada
sobre Camboya y Alemania Occidental” (entrevistado en Munro, 1991). En
la misma línea, más adelante pudo probarse que el SAS (Special Air
Service, fuerza de operaciones especiales del ejército británico) había
estado entrenando durante cinco años a fuerzas de Sihanouk y del KR, a
pesar de las declaraciones opuestas por parte del gobierno británico.
Conjuntamente, a lo largo de toda la década del ’80 el bloque
occidental liderado por los EEUU votaría en la ONU para que las distintas
coaliciones que incluían al KR ocuparan la banca de Camboya en la
Asamblea General. Asimismo, las misiones de ayuda del Programa de
Desarrollo de la ONU no serían enviadas al país hasta junio de 1989, a
pesar de lo cual el veto norteamericano forzó a que la misión fuese
retenida en Bangkok y se limitase a estudiar el caso camboyano desde el
país vecino.
El régimen de Bangkok, aunque también preocupado por el avance
comunista en la región, no se mostraba entusiasta con respecto a la
utilización de su territorio para la provisión de un movimiento guerrillero,
pero no contaba con la fuerza suficiente como para oponerse a los grandes
poderes por su cuenta. El Consejero de Política Exterior del Primer Ministro
de Tailandia Kraisak Choonhavan dijo sobre el tema en una entrevista: “Es
muy difícil cortar el flujo de armas extranjeras que llegan al KR por medio
de Tailandia. […] En los registros figuran nuestros pedidos a los gobiernos
occidentales de que paren de mandar esas armas.” (entrevistado en
Munro, 1991). A lo que agrega, frente a la pregunta de por qué no se
ejecutan las medidas necesarias para levantar los campamentos de
refugiados con presencia del KR: “Tememos que de hacer algo drástico
con los civiles bajo su control, serán llevados todos juntos de vuelta a
Camboya y sufrirán mucho más” (entrevistado en Munro, 1991). Años
después Bangkok pediría al KR que se retirara de su territorio y la
administración Bush contestaría amenazando con quitarle los privilegios
comerciales. Pocos días más tarde desde Bangkok se declaró que era
indispensable que el KR tuviera un lugar en el gobierno de una Camboya
libre.
Tal política por parte de los EEUU, como se señaló para el caso
chino, conllevaba ciertos riesgos en cuanto a la estabilidad camboyana en el
largo plazo. Aunque por el momento el fortalecimiento del KR (se calcula
que las tropas guerrilleras se duplicaron en número llegando a las 30 mil
(Munro, 1980)) servía a sus intereses, debería encontrarse el modo de
desactivar sus fuerzas a tiempo para asegurar una paz duradera funcional a
los intereses comerciales norteamericanos. Como se verá, esta no sería
tarea fácil. Al respecto, Chester Atkins, congresista norteamericano, dijo
en 1991:
“Si nuestra ayuda encubierta y abierta tiene éxito, tendrá el resultado
directo de devolver al Khmer Rouge al poder. Ese es el resultado final de
cualquier tipo de éxitos militares de la gente que estamos apoyando. Es el
único caso en la historia que puedo recordar en el que desesperadamente
no queremos el triunfo militar de la gente que estamos apoyando, y pienso
que estamos jugando un juego muy peligroso con nuestra política… y la
política de los EEUU es simplemente una obscenidad” (entrevistado en
Munro, 1991).
Cuando se le preguntó acerca de las razones de tal actitud, Atkins
contestó: “Creo que es porque hay un pequeño grupo de gente en la cabeza
del Departamento de Estado y el Consejo de Seguridad Nacional que sigue
peleando la Guerra de Vietnam” (entrevistado en Munro, 1991).
Las facciones de oposición y el Gobierno de Coalición de la
Kampuchea Democrática (GCKD)
Para Sihanouk el derrocamiento del KR había significado, entre
otras cosas, la posibilidad de ganar nuevamente preeminencia por sobre
sus anteriores aliados. De todos modos, y con cierto recelo, se vería
presionado por China y por la situación misma a estar junto al KR en la lucha
contra la ocupación vietnamita.
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En septiembre de 1981, para tener una mejor imagen ante la
comunidad internacional, los líderes comunistas disolvieron el Partido
Comunista de Kampuchea y declararon su apoyo a los principios de la
economía de mercado y la tradición religiosa. Conjuntamente, al año
siguiente los EEUU y China presionaron para que el FUNCINPEC, el
KPNLF y el KR se uniesen en una coalición que permitiera unir fuerzas a la
vez que, una vez más, mejorar la imagen del KR a nivel internacional y
hacerla más aceptable ante el resto del mundo. Se creó así el GCKD
(Gobierno de Coalición de la Kampuchea Democrática), de orientación no
comunista, presidido por Sihanouk, con Khieu Samphan como
Vicepresidente y Son Sann como Primer Ministro. Esta organización
ocuparía la banca camboyana en la ONU y desde allí permitiría reforzar la
presión internacional sobre Hanoi, a la vez que aumentar la asistencia
internacional a sus propias fuerzas.
Este giro liberal del KR traicionaba por completo los lineamientos
que el grupo se había fijado ya desde su fundación. Observamos entonces
que, sin alterar sus intereses de hacerse del poder en Camboya, el KR
se embarcó en un cambio de alianzas y discursos que, ajustándose a la
lógica propia de la Guerra Fría, le permitiría entrelazar su conflicto con los
intereses de las grandes potencias para poder así recibir el respaldo que
necesitaban. Pol Pot diría entonces: “Podremos adoptar una línea liberalcapitalista, pero no cambiamos nuestra verdadera naturaleza” (citado en
Munro, 1991). Grupos comunistas alrededor del mundo, sin embargo,
condenarían tales conductas por parte del KR. En 1983 Fidel Castro diría
públicamente: “Pol Pot y Ieng Sary, genocidas de Kampuchea, ¿no son hoy
los más fieles aliados del imperialismo yanki en el sudeste de Asia?” (Castro,
1983).
Sihanouk, por su parte, todavía no se mostraba muy entusiasta
respecto de trabajar con las fuerzas guerrilleras del KR. Diría ante las
cámaras: “Yo no quiero una solución militar al problema, sino una solución
política pacífica. Pero para obtener una solución política con Vietnam y la
URSS, hemos de pelear primero. Y pelear es tener al Khmer Rouge
también en la Coalición, porque son la fuerza de lucha más importante”
(Munro, 1990a).
Las diferencias internas del nuevo frente se evidenciaron en
diciembre de 1987 cuando Sihanouk organizó encuentros con Hun Sen
(Primer Ministro del gobierno de Camboya), reabriendo los canales de
diálogo. Después de estas charlas Sihanouk llevaría a Pekín la propuesta de
Hun Sen de desarmar al KR, pero los chinos se negarían. Poco tiempo
después el Príncipe anunció su renuncia del GCKD alegando que las tropas
del KR habían atacado sus fuerzas. Esta acusación era en segunda instancia
contra China misma en tanto principal proveedora del KR, y tenía el
objetivo de que Pekín, para respaldarlo en su intento negociador, redujera
su apoyo al KR. China sin embargo, sabiendo que el GCKD no podría tener
éxito sin la presencia de Sihanouk, instó a todas sus facciones para que se
mostrasen de acuerdo con las actitudes de su Presidente y de esta
manera el frente se mantuviese unido. En mayo de 1989 Sihanouk
denunciaría ante ministros extranjeros que los líderes de Pekín lo habían
amenazado con atacar sus fuerzas si persistía en la intención de abandonar
la Coalición. Situaciones similares volverían a suscitarse en 1990 cuando a
pesar la expresa oposición del KR Sihanouk volviese a sentarse en la mesa
de negociación con Hun Sen para discutir un cese de fuego. A pesar de
haber llegado a un acuerdo, la presión china y del KR obligó a que Sihanouk
tuviera que desdecirse y romper sus compromisos.
Vietnam resiste en Camboya
Desde el momento de su ingreso en territorio camboyano, Vietnam
había fijado las condiciones precisas para su retirada: la erradicación
completa del KR y el fin de lo que consideraban la amenaza china sobre la
región. Aunque la cooperación de Tailandia podría haber ayudado a la
concreción del primero de los objetivos, la presión china y norteamericana
hizo que tales intentos fuesen vanos. En cuanto al segundo, hubiera
requerido tratados bilaterales de no agresión entre China y cada uno de los
países de la región, lo que hubiera significado un reconocimiento de sus
respectivos gobiernos y por ende era poco probable por el momento.
De esta manera, la estrategia de Vietnam a lo largo de toda la
década sería la de sacar el asunto camboyano de los foros internacionales y
en especial de la ONU, intentando escapar a la presión extranjera y, bajo
una postura moralista, llegar a un acuerdo regional que excluyera a China y
los EEUU. En efecto, ante el aislamiento que le fue impuesto desde un
principio, Vietnam buscó afianzar los lazos con los países miembros de
ASEAN. En esta línea se negó a reconocer la existencia de un problema,
alegando que la unidad de los tres países (Vietnam, Laos y Camboya) era
-27-
necesaria para proteger la independencia futura de cada uno de ellos
respecto del expansionismo chino.
En mayo de 1980 Hanoi propuso a Bangkok un tratado de no
agresión. De este modo buscaba privar al KR de la protección en sus
campamentos de refugiados a la vez que el reconocimiento tailandés
del gobierno de Phnom Penh. Pero, junto con ataques armados a la
frontera ente Tailandia y Camboya e iniciativas diplomáticas similares al
resto de los países de ASEAN, los esfuerzos vietnamitas no tendrían éxito.
Los objetivos de Pekín y de Hanoi eran radicalmente opuestos y no podría
llegarse a un acuerdo hasta que alguna de las partes renunciara a sus
intereses.
La retirada vietnamita (1989)
Con la llegada al poder de Mijaíl Gorbachov a mediados de la década
del ’80, la política general de Moscú cambiaría radicalmente. Considerando
la fuerza económica el apoyo principal de todo poder geopolítico, la
URSS buscaría sentar las bases de un contexto internacional pacífico en
que poder aumentar su poderío económico. Esto requería un avance en la
normalización de los vínculos con China y, para ello, un distanciamiento
respecto de Hanoi bajo la forma de una reducción de la ayuda (McGregor,
1990). Asimismo, el interés soviético en la región disminuía
constantemente por lo que la URSS consideraba una mala administración de
los recursos provistos a Hanoi (Kiernan, 1993b). Los vietnamitas, por su
parte, seguían vanamente intentado sacar al KR de la frontera tailandesa a la
vez que soportando las presiones de pequeños ataques en su propia
frontera con China. En este contexto entonces, frente a los nuevos
lineamientos diseñados por Moscú, Hanoi debió comenzar a lidiar con la
idea de un rol más limitado en Indochina (McGregor, 1990).
En efecto, se puede observar que las políticas de Gorbachov
estuvieron en última instancia en sintonía con los objetivos que China se
había fijado años antes. Ahora que la cuestión de los recursos se volvía
crucial, el aumento de los necesarios para que Vietnam pudiese encarar la
situación en Camboya había conseguido distanciar a Hanoi de Moscú y de
este modo un acercar a China y la URSS.
En este contexto, en mayo de 1988 Vietnam anunció sus primeros
planes de retirada para fines de ese año. Ésta pretendía ser una
demostración de buena voluntad respecto de los países de ASEAN, cuyo
apoyo Vietnam seguiría buscando hasta último momento (Chang, 1983). En
mayo de ese año las partes en conflicto se reunieron en Bogor (Indonesia) y
Hanoi volvió a hablar de la neutralización del KR y de la necesidad de una
fórmula política para el futuro gobierno como condición para su completa
retirada. No sería hasta abril de año siguiente que Hanoi renunciaría a esta
última demanda y prometiese retirar sus fuerzas para fines de año bajo la
única condición del fin de la asistencia militar extrajera a las facciones de
resistencia camboyana.
Antes de que ésta tuviese lugar, entre el 30 de julio y el 30 de
agosto de ese año Francia fue sede para la Conferencia Internacional
sobre Camboya, en que se reunieron las cuatro facciones camboyanas con
representantes de China, la URSS, los EEUU, Vietnam y otros actores
internacionales. A pesar de la voluntad de acuerdo de todas las partes (y de
la promesa china de cesar la ayuda al KR a la vez que exigía la retirada
vietnamita), la opinión general fue de que los acuerdos terminaron en
fracaso y no condujeron por sí mismos a ningún resultado sustantivo (Hood,
1990).
Aun así los vietnamitas prosiguieron con los planes anunciados en
abril de 1989. Hanoi esperaba que esta actitud le valiera el reconocimiento
diplomático por parte de Washington, lo que conllevaría la remoción del
embargo comercial y el fin de su aislamiento respecto de Occidente. En
última instancia esto resultaría en la tan esperada llegada de ayuda,
comercio, créditos y tecnología (Talbott, 1989). De esta manera Vietnam,
debilitada por una guerrilla insurgente que no había podido controlar y por
el aislamiento impuesto por la potencia norteamericana, retiró
completamente sus tropas de Camboya en septiembre de 1989 en lo que el
mundo llamó “el Vietnam de Vietnam” (Benjamin, 1989: 11).
-28-
Quinta Parte: Camboya se encamina hacia la paz (1989 – 1993)
El vacío de poder y el avance del KR
Ahora que los vietnamitas habían completado unilateralmente su
retirada, negando la posibilidad de una eventual reinvasión en caso de
peligrar el gobierno del ahora Primer Ministro Hun Sen, las facciones de
resistencia se lanzaron a la conquista de un lugar de poder en el orden postvietnamita que se abría en 1989. En efecto, desde mitad de año miles de
guerrilleros que se habían refugiado en la frontera con Tailandia
comenzaron a salir de sus bases para ocupar filas en territorio camboyano.
En octubre entonces las tropas del KPNLF lanzaron una serie de
ataques en el noroeste del país, capturando dos pueblos con el expreso
objetivo de poner a prueba la fuerza del gobierno de Phnom Penh y de esa
manera instarlos a negociar. Esto era sólo una pequeña demostración de lo
que podía ocurrir en caso de que el KR, mejor equipado y más radicalizado,
decidiera unirse a la lucha (Benjamin, 1989). Para ese momento esta última
organización contaba aproximadamente con una fuerza de entre 25 y 30
mil hombres, conjuntamente con las armas necesarias como para luchar
por uno o dos años más (dependiendo de la intensidad del combate).
Aunque el régimen de Phnom Penh contaba con una fuerza de armas
mayor (provista por Moscú), la determinación y la motivación fanática
de las tropas del KR las colocaba como un enemigo a temer.
China, por su parte, también estaba preocupada por la nueva
situación en Camboya. Aunque la retirada unilateral de los vietnamitas
reducía el control que éstos podían ejercer sobre la vida cotidiana de sus
vecinos, Pekín temía que el resultante clima de inestabilidad forzara a
Phnom Penh a recurrir a Hanoi en busca de ayuda y de ese modo la
influencia vietnamita no disminuyera en el largo plazo. Los chinos por lo
tanto cambiarían su política de contención de Vietnam por una de roll
back (reducción de su poder) (McGregor, 1990). En este sentido alegaron
que los vietnamitas no se habían retirado por completo (opinión no
compartida por la mayoría de Occidente) y que por lo tanto seguirían
financiando al KR hasta que los vietnamitas retirasen todas su tropas bajo
supervisión internacional y se llegara a un “acuerdo comprensivo” sobre el
asunto: un arreglo político que colocara en el gobierno a una coalición
formada por las cuatro facciones camboyanas, incluyendo al KR. Esta
opción era la que tanto las facciones de resistencia como los EEUU y otros
actores internacionales habían buscado conseguir desde charlas previas.
Mientras tanto, las sanciones económicas continuarían hasta que se llegara
a tal compromiso, y los EEUU, por el momento, respaldaron a Pekín en tales
disposiciones.
Hun Sen se opuso firmemente y fue respaldado en esta postura
por Moscú, al parecer incentivada por el ejemplo de la inesperada
supervivencia del régimen de Najibullah por ella respaldado en Afganistán
(Benjamin, 1989). Además, la paulatina mejora de las condiciones
económicas, junto con el recuerdo cercano de la matanza del KR, hacían
que a ojos del gobierno la mayor parte de los camboyanos no quisiera
ver al KR regresando a Phnom Penh. La confianza del gobierno respecto
de esto último lo llevó entonces, antes de terminar 1989, a entregar miles
de rifles a los aldeanos para que frenaran el avance del KR y pudieran, en
caso de necesidad, defenderse (Benjamin, 1989).
La situación, por lo tanto, no había mostrado grandes mejoras
desde la retirada vietnamita. Las tropas guerrilleras avanzaban sobre
Phnom Penh (Sihanouk contaba con fuerzas armadas instaladas a tan sólo
120 kilómetros de la capital) y el KR volvía a controlar grandes extensiones
de territorio. En este clima, la intransigencia del régimen de Hun Sen
respecto de un acuerdo político retrasó el fin del aislamiento camboyano
aún más: la tan necesaria ayuda para el desarrollo no llegaría hasta que se
alcanzara un “acuerdo comprensivo”.
Los esfuerzos diplomáticos y el cambio de política de los Estados
Unidos
Aunque en un primer momento Washington respaldó la nueva
actitud ofensiva de Pekín, el 18 de julio de 1990 el Secretario de Estado
James Baker anunció desde París un cambio de política: a) por primera
vez se entablarían charlas sobre el asunto con Hanoi, b) se brindaría ayuda
humanitaria para los niños camboyanos, y c) se dejaría de reconocer al KR y
su coalición con banca de Camboya en la ONU.
Al parecer, con los vietnamitas fuera del país los EEUU se disponían
finalmente a devolver el país a las condiciones políticas no comunistas
-29-
previas a 1975 (Kiernan, 1993b) para entablar entonces relaciones
comerciales más fuertes con el Sudeste Asiático. Aunque en una primera
instancia habían usado al KR para desestabilizar al gobierno pro-vietnamita
de Hun Sen, eran conscientes de que ahora cualquier victoria de la
guerrilla comunista podría devolverla al poder, sin que sus compañeros de
coalición (quienes a pesar del prolongado financiamiento externo no habían
podido articular una fuerza militar propia de solidez) pudieran limitarlo en
sentido alguno (Kiernan, 1993). En esta misma línea por lo tanto los EEUU
buscarían dar mayor respaldo al FUNCINPEC y el KPNLF, a la vez que llevar
el asunto a los grandes foros internacionales en donde podrían sacar
provecho de su liderazgo en lo relativo a los asuntos globales. De este modo
para los EEUU, que habían logrado su objetivo y forzado a los poderes
locales a ceder, el KR perdía valor y podía incluso llegar a ser un
obstáculo en una región en crecimiento.
Esta nueva política conllevaba por otra parte un claro
entendimiento de que tal viraje sería repudiado por los países de la región
(Kiernan, 1993b). En efecto, pocos días después, en una de las varias JIM
(Jakarta Informal Meetings, Reuniones Informales de Jakarta) que se
llevaron a cabo en estos años, los estados miembros de ASEAN repudiaron
la actitud norteamericana calificándola de retroceso en el camino hacia una
solución política al conflicto camboyano. Aunque ellos tampoco querían ver
al KR tomar el gobierno de Phnom Penh, insistían en que su presencia en la
coalición seguía siendo absolutamente necesaria si se quería sacar a Hun
Sen del poder. Baker volvió sin embargo a ratificar su decisión alegando que
el avance del KR era ya incontrolable y que de seguir así terminaría
eclipsando todo compromiso político-diplomático, lo que dejaba entrever la
preocupación norteamericana respecto de las victorias militares del KR
(Chua-Eoan, 1990).
Paralelamente, de esta manera los EEUU aumentaban la presión
sobre Pekín para que abandonase su asistencia a la resistencia comunista
en Camboya. Sin embargo esto no sucedería sino hasta un año después,
cuando en vistas del retroceso del comunismo en Europa Oriental e incluso
en la declinante URSS, Hanoi y Pekín aunasen esfuerzos y normalizasen sus
vínculos (Bert, 1993). En efecto, en noviembre de 1991 (después de los
Acuerdos de París, tratados en el siguiente apartado) China y Vietnam
reanudaron relaciones diplomáticas.
Aunque en un principio las facciones de Sihanouk y Son Sann se
opusieron a las nuevas medidas, el nuevo contexto las forzó a alejarse del
KR para estrechar relaciones con el gobierno de Hun Sen, que en 1991
cambió el nombre de su partido por el de CPP (Cambodian People’s Party,
Partido Popular Camboyano). Aunque esto no cambiaba el equilibrio militar
entre las facciones beligerantes (el CPP y el KR seguían en bandos
rivales), sí colocaba mayor presión política sobre el KR y ayudaría a crear
las condiciones necesarias para un acuerdo de paz definitivo sobre el
asunto (Takeda, 1998).
Los Acuerdo de París (1991)
Fue en este clima que, reunidas todas las facciones en conflicto con
dieciocho ministros extranjeros del resto del mundo, el 23 de octubre de
1991 se firmaron en París los “Agreements on the Comprehensive Political
Settlement of the Cambodian Conflict” (Acuerdos sobre un Arreglo Político
Comprensivo del Conflicto Camboyano). Los principales puntos del acuerdo
fueron los siguientes:
1. Establecimiento de un gobierno transicional encabezado por la ONU.
Éste recibía el nombre de UNTAC (United Nations Transitional Authority in
Cambodia, Autoridad Transicional de las Naciones Unidas en Camboya), y
era el cuerpo que concentraría todo el poder necesario para la correcta
implementación de los acuerdos de paz. Con anterioridad se enviaría a
Camboya una misión de casi 300 personas llamada UNAMIC (United Nations
Advance Mission in Cambodia, Misión de Avance de las Naciones Unidas en
Camboya) con el objetivo de juntar información sobre la situación general
del país y de este modo definir los requisitos generales para el envío de
UNTAC.
2. Creación de un representante especial para supervisar y representar
a Camboya en la ONU. Este cuerpo fue conocido como en SNC (Supreme
National Council, Consejo Supremo Nacional), y estaba formado por seis
representantes del gobierno y otros seis de las tres facciones opositoras
reunidos bajo el liderazgo de Sihanouk, que había vuelto al país y había
instalado por consulta popular algo similar a una monarquía constitucional.
Aunque este cuerpo no constituía un gobierno propiamente dicho, solía
-30-
confundirse con éste, pues era la única y legítima fuente de autoridad
durante el período de transición. Sin embargo, delegaba a UNTAC todo el
poder necesario para la consecución de la paz.
3. Elecciones generales para reemplazar al gobierno transicional.
Pactadas para 1993, elecciones libres y limpias deberían designar una
asamblea constituyente que sancionara una nueva constitución y se
convirtiera luego en una asamblea legislativa responsable de la
conformación del gobierno. Fue con el objetivo de crear un entorno político
y económico en que las elecciones pudiesen llevarse a cabo libremente que
UNTAC fue instituido con derechos y obligaciones en diversas esferas
centrales de la vida camboyana, entre ellas la administración civil, la ley y
el orden y el control del campo militar. Sobre las últimas me referiré en el
próximo punto. A diferencia de lo señalado por el candidato del KPNLF Son
Sann, para asegurar ese entorno era necesaria también la llegada de ayuda
internacional para el desarrollo, que permitiría remediar las condiciones de
extrema pobreza en que estaba sumido el pueblo camboyano (Boua, 1993).
4. Cese de fuego y reducción de todas las fuerzas de las cuatro
facciones en un 70%, siendo el restante 30% reagrupado y reubicado en
áreas bajo supervisión de UNTAC. Paralelamente, UNTAC debía verificar el
retiro de las tropas extranjeras asegurándose de que no volvieran al país,
implementar un programa de prevención contra las minas y dar fin a la
provisión extranjera de armamentos.
De este modo se ponía en marcha un programa de dos billones de
dólares que constituía el plan más costoso que la ONU jamás hubiese
emprendido hasta el momento. Para el éxito de este plan de paz era crucial
la capacidad del gobierno de reincorporar a la sociedad a aquellos
refugiados y soldados que volverían a sus hogares con el fin del conflicto
(alrededor de 600 mil personas), pero varios analistas coinciden en señalar
como el factor principal la voluntad de las partes de cumplir en tiempo y
forma con sus compromisos, dado que ellas contaban con todos los
recursos que podrían determinar el destino de las negociaciones de paz
(Kanharith, 1993). Vemos por ejemplo que al conservar un 30% de las
fuerzas, éstas podían ser utilizadas para intimidar y amenazar a los votantes
(Rasy, 1993), lo que atentaría contra los objetivos del plan en cuestión.
Las facciones camboyanas, los Acuerdos de París y la preparación para
las elecciones
El CPP. Tras los acuerdos, esta facción contaba con ciertas
desventajas respecto de sus rivales: la imagen de ser un gobierno
instalado por Vietnam, los problemas económicos derivados del embargo
occidental y del cese de la ayuda comunista y demás perjuicios a su imagen
provocados por la permanencia en el poder durante más de una década
(Kanharith, 1993). Sin embargo, el CPP es también quien presentaba las
características que lo ubicaban como el mejor preparado para triunfar en
elecciones: era quien había luchado más fuertemente contra el regreso del
KR (temido por la mayoría de la población), el más estructurado y el que
controlaba la mayor parte de la población y del territorio (Kanharith, 1993).
De este modo, este grupo parecía ser un elemento necesario en cualquier
coalición de gobierno que pretendiera ser exitosa (Kanharith, 1993).
FUNCINPEC y la figura de Sihanouk. Desde un primer momento tras
los acuerdos de paz, el Príncipe había decidido mantenerse al margen de la
contienda electoral y renunciado entonces al liderazgo de su partido,
dejándolo en manos de su hijo Rannariddh. Muchos autores coinciden en
señalar que de este modo Sihanouk se posicionaba como uno de los
principales garantes de la paz en el país y la región (Kanharith, 1993).
Mientras tanto, el FUNCINPEC experimentaba una crisis de
liderazgo agravada por el hecho de que la mayor parte de sus miembros
eran expatriados camboyanos que no residían en su país o que no contaban
con una gran base de apoyo en él. Incentivados de todos modos por los
consejos de su previo líder y por la voluntad de formar parte del gobierno
resultante de las elecciones de 1993 (Kanharith, 1993), el FUNCINPEC,
contra la resistencia de algunos de sus partidarios, buscó estrechar
lazos con el CPP.
El KPNLF. Esta facción siempre había sido vista por los camboyanos
como una alternativa intermedia entre la monarquía promovida por el
FUNCINPEC y el violento comunismo del KR, motivo por el cual también
-31-
recibirían en la contienda electoral el apoyo de los EEUU y Tailandia, que
buscaban contrarrestar el poder del KR a la vez que evitar un posible
resultado acorde a los intereses chinos y vietnamitas (victoria del CPPFUNCINPEC) (Kanharith, 1993). Sin embargo, conflictos internos entre sus
partidarios y sus fuerzas armadas habían debilitado al partido al punto de
hacer de su victoria en las urnas un hecho harto improbable (Kanharith,
1993).
El Khmer Rouge. El nuevo panorama presentaba múltiples señales
que ponían al KR en alerta. La apertura al mundo exterior y la libre difusión
de ideas que los acuerdos conllevarían amenazaban con resquebrajar el
bloque ideológico del KR, lo que podría también ocurrir por las mejoras en
las condiciones de vida como resultado del aumento de la asistencia
internacional (Kanharith, 1993). Además, nunca antes se había el KR
comprometido ni había intentado llegar al poder por medio de elecciones.
Sin embargo, y contra lo que cabría imaginarse, este grupo también
se había visto beneficiado por la firma de los Acuerdos de París. En
principio observamos que con su participación consiguió que la palabra
“genocidio” fuese omitida del plan de paz y de este modo sus acciones
pasadas no fuesen catalogadas en el foro internacional con esa carátula.
Pero principalmente, “la operación de la ONU ha dado al KR exactamente lo
que querían. Le han dado tiempo y legitimidad” (Pilger en Munro y Pilger,
1993). De este modo, se estima que entre 1991 y 1993 el territorio
ocupado por el KR se duplicó llegando a las mayores extensiones
observadas desde 1979.
Aun habiéndose comprometido, la cuestión del cumplimiento de
los tratados constituía un “ capítulo aparte”: según Stanton (1993), no
honrarían los acuerdos si ello no conllevaba un aumento es su poder o
legitimidad. De este modo, en el período que siguió a 1991 el KR ocultó
fuerzas, se negó a desarmar las restantes, violó los sucesivos ceses de fuego
e hizo lo posible por obstaculizar el despliegue de las fuerzas del UNTAC en
las zonas bajo su control. La justificación recurrentemente citada era
que aún quedaban tropas vietnamitas ocultas en el país, pero UNTAC
nunca pudo encontrarlas ni el KR señalarles su ubicación. Con esta
misma excusa fueron cientos los civiles asesinados por la guerrilla en los
años del gobierno de UNTAC.
En cuanto a las elecciones propiamente dichas, los líderes del KR
afirmaron que sólo se trataba de una situación temporaria que demoraba la
llegada de una inevitable guerra civil. Sin embargo, adaptándose a las
condiciones del momento, el KR adoptó tres prioridades para la
competencia electoral (Kanharith, 1993): a) aumentar su control del
territorio, b) explotar los puntos débiles y de disenso entre las facciones, y
c) educar económica y políticamente a sus militantes. Las fuerzas militares,
por su parte, se dedicarían a intimidar a los votantes y a guardar posiciones
en caso de que estallase la lucha armada.
Como fue dicho, el éxito de los Acuerdos dependía principalmente
de la buena disposición de las partes a ajustarse a los términos del arreglo,
por lo que tal actitud del KR hizo peligrar todo el proceso de paz. Japón,
que comenzaba a mostrar un rol más activo en la arena internacional, quiso
intervenir en el asunto e intentó, junto con Tailandia, convencer al KR de
que cumpliera con los plazos y objetivos fijados por el plan de paz. Aunque
el KR no accedió a tales pedidos, estos esfuerzos diplomáticos ayudaron a
crear la voluntad internacional necesaria para aislar al KR de sus apoyos
externos (Takeda, 1998). Vemos por ejemplo que en 1992 la ONU prohibió
la importación de madera camboyana, producto que había ayudado al KR a
sobrevivir frente a la reducción de la asistencia de sus anteriores patronos
(los EEUU y China). No sólo se decretó tal medida sin también se amenazó a
Tailandia con un embargo petrolífero si no accedía a cumplir.
En este contexto, China y Tailandia accedieron a permitir
elecciones parciales sin participación del KR, a diferencia de lo que se
había pautado en 1991. Esto representaba el fin del apoyo chino de la
guerrilla comunista. Finalizada la Guerra Fría e instalado un nuevo orden
unipolar, China se veía presionada por la nueva política que los EEUU
habían inaugurado en 1990. Asimismo, la normalización de sus relaciones
con Vietnam y la caída de la URSS hacían cada vez menos necesario el
mantenimiento de un grupo que había tenido más valor por su carácter
desestabilizador del régimen pro-vietnamita que por su camaradería
ideológica.
Elecciones nacionales (1993)
Fue en este contexto que en 1993 se llevaron a cabo las elecciones
que se habían pautado en los Acuerdos de París. A pesar de que habían sido
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sólo cuatro las facciones a la hora de firmar los acuerdos, para enero de
1993 y, según se cree, con el respaldo de los EEUU (Boua, 1993), los partidos
en contienda eran más de veinte. En la campaña, los principales objetivos
citados por los partidos políticos eran dos: la reconstrucción y la
reconciliación nacional. De este modo, cada partido proponía una solución
distinta en lo que respectaba al KR, quien hasta último momento se
empeñó en boicotear las elecciones.
Los resultados, para sorpresa de muchos, fueron favorables para el
FUNCINPEC. A pesar de este hecho, Hun Sen asumió en el cargo de segundo
Primer Ministro y conservó el poder de facto del país, de modo que no tuvo
lugar un real traspaso del mando (McCargo, 2005).
Sexta Parte: Camboya democrática (1993 – Actualidad)
militarmente en el conflicto y es la opinión de muchos analistas que fue
esto lo que impidió que el golpe resultara en una guerra civil de mayores
proporciones (Peou, 1998).
Las elecciones de 1998 fueron efectivamente llevadas a cabo y en
ellas triunfó el CPP, llevando a Hun Sen una vez más al poder. Iba
perfilándose entonces en Camboya un sistema regido por la hegemonía del
CPP. Dice entonces Duncan McCargo (2005: 106) citando a Larry Diamond
(2002: 25):
“El sistema de partidos está haciéndose cada vez más hegemónico y
está haciendo que Camboya se parezca a México en los tiempos del PRI,
con un ‘partido en el gobierno relativamente institucionalizado que
monopoliza la arena política, y usando la coerción, el patronazgo, el
control de los medios, y otros medios para evitar que la oposición
partidaria legal tenga reales posibilidades de competir por el poder’”
Breve recorrido por el panorama político de Camboya
La apertura de un nuevo período democrático en Camboya traería
también consigo algunos problemas. Los dos primeros ministros, Norodom
Ranariddh y Hun Sen, se mostrarían frecuentemente enfrentados (a
excepción de lo que respectaba a la actitud a tomar frente al KR).
En vista de las elecciones de 1998, en que se elegiría a un solo
Primer Ministro, Ranariddh decidió formar con Khieu Samphan el Khmer
Solidarity Party (Partido de la Solidaridad Khmer), un nuevo partido que
se distanciaría de la figura de Pol Pot pero atraería a los ex-simpatizantes
del KR. Frente a tal actitud, las tropas de Hun Sen comenzaron a armarse y
en julio de 1997 llevaron a cabo un sangriento golpe de Estado en que
derrocaron al hijo del Príncipe. Poco después declararon que seguían
comprometidos con el calendario electoral y consiguieron que otras
facciones que se habían declarado neutrales frente al conflicto se
pronunciaran a favor del nuevo gobierno de Phnom Penh.
De todos modos, el impacto del golpe sobre la economía y las
relaciones exteriores del país fue ciertamente negativo (Peou, 1998). La
entrada del país en ASEAN, aprobada a fines de 1996, debió ser pospuesta
y la ayuda internacional, con la promesa de ser reanudada al estabilizarse
el contexto político, fue fuertemente reducida. De todos modos, por
primera vez en mucho tiempo, las potencias mundiales no se involucraron
A través de los años entonces, el patronazgo en las áreas rurales y
los recursos derivados de la ayuda extranjera han ayudado al CPP a
perpetuarse en el poder (McCargo, 2005). A lo largo de estos años el único
obstáculo a la concentración de poder ha sido una vez más Sihanouk que,
aunque constitucionalmente vedado del gobierno y retirado al más bien
protocolario cargo real, se erigió a lo largo de estos años como una fuente
alternativa de legitimidad (McCargo, 2005).
Este problema volvería a aparecer en las elecciones de 2003, en
que el gobierno se opuso en las urnas al FUNCINPEC y al partido liberal
conocido con el nombre de su líder, el SRP (Sam Rainsy Party, Partido de
Sam Rainsy). Aunque el CPP se impuso en los resultados, la necesidad de
conseguir una mayoría de dos tercios para formar un gobierno retrasó su
consecución por cerca de un año, amenazando así la frágil estabilidad del
sistema. Los líderes del FUNCINPEC y del SRP, por su parte, decidieron
unirse en la Alianza de Demócratas (AD) y ofrecer su apoyo al CPP bajo
condición de que no fuese Hun Sen quien ocupara el cargo de Primer
Ministro. Éste se negó, y once meses después de las elecciones el CPP y el
FUNCINPEC llegaron a un acuerdo por el que Hun Sen volvería a ocupar la
cabeza del régimen. Ciertos analistas opinan que en estas condiciones estos
partidos se encuentran en un proceso de abandono de su ideología inicial
para transformarse en partidos post-ideológicos cuya preocupación
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principal pasaría por la obtención de posiciones de poder (McCargo, 2005).
En las elecciones de 2008, y reforzando la tendencia hegemónica, Hun Sen y
su partido volvieron a imponerse en las urnas.
Ciertos teóricos opinan que la baja calidad institucional en Camboya
encuentra su justificación en que los estándares de lo que constituye un
mal por parte del gobierno son demasiado bajos, aceptándose sin más
ciertas irregularidades consideradas menores (McCargo, 2005). Esto los
lleva a hablar de una posible “democratización prematura” del país: las
condiciones generales, especialmente en lo relativo a la cultura de la
población, no estaban aún dadas como para afrontar responsablemente
una democratización del sistema político en el momento en que se lo hizo
(McCargo, 2005). Bajo este mismo argumento dicen sin embargo que
quizás, por el contrario, la apertura democrática haya llegado demasiado
tarde: aunque el Estado era débil, el CPP ya había logrado arraigarse
fuertemente (McCargo, 2005).
cargos que los de su propio grupo. Ante la noticia, el presidente de los EEUU
Bill Clinton se pronunció del siguiente modo:
“La muerte del líder del Khmer Rouge Pol Pot ha traído de vuelta la
atención internacional a uno de los capítulos más trágicos de
inhumanidad en el siglo veinte – algunos del Khmer Rouge, que ha
ejercido el liderazgo desde 1975 a 1979, están aún vivos y comparten
la responsabilidad por los monstruosos abusos a los derechos
humanos cometidos durante este período. No debemos permitir que
la muerte del más notorio de los líderes del khmer Rouge nos frene en la
igualmente importante tarea de llevar a los otros a la justicia” (citado en
Blum, 2000).
El fin del Khmer Rouge
Esta muerte ha significado, en todo caso, el fin del KR: en 1998 los
combatientes restantes fueron desmovilizados y los campamentos de
refugiados levantados, repatriándose así a 46000 refugiados como parte de
una operación de ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los
Refugiados).
Un año después de las elecciones de 1993, el movimiento de Pol Pot
fue finalmente declarado ilegal y se redujo de ese modo a un núcleo duro
de dimensiones más acotadas. En un golpe que lo debilitó aún más, en
agosto de 1996 la mano derecha de Pol Pot, Ieng Sary, estableció una
alianza con el gobierno por la cual gran parte de la población y de los
territorios ocupados volvieron a ser controlados por Phnom Penh. En
noviembre del año siguiente su fortaleza, Pailón, fue declarada una
municipalidad del gobierno y el pueblo de Anlong Wang pasó a ser el
último bastión del KR.
Pol Pot, por su parte, veía a su movimiento desvanecerse ante sus
ojos. A mediados de 1997, frente a una nueva defección masiva en favor de
Ranariddh, el líder ordenó el asesinato de su jefe de defensa Son Sen junto
con el de toda su familia. El general guerrillero Khan Nun dijo entonces:
“Estamos en contra de la matanza khmer de otros khmer y del asesinato de
los líderes de nuestros rangos. Desde ese día, el régimen del Pol Pot se
terminó” (citado en Farley, 1997). De este modo, el líder, ya anciano y
enfermo, fue juzgado por sus camaradas y sentenciado a arresto
domiciliario, donde moriría un año después sin haber enfrentado más
El juicio al Khmer Rouge. En el artículo II de la Convención para la
Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de la ONU (de la que
Camboya forma parte desde 1950): “…se entiende por genocidio cualquiera
de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de
destruir, total a parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial, o religioso,
como tal: a) matanza de miembros del grupo, b) lesión grave a la
integridad física o mental de los miembros del grupo, c) sometimiento
intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su
destrucción física, total o parcial, d) medidas destinadas a impedir los
nacimientos en el seno del grupo, e) traslado por fuerza de niños del
grupo a otro grupo” (Organización de las Naciones Unidas. Asamblea
General. 1948). Según esta definición, el régimen de la KD ha sido
claramente genocida y debe por lo tanto ser juzgado, como se indica en el
artículo VI, “por un tribunal competente del Estado en cuyo territorio el acto
fue cometido, o ante la corte penal internacional que sea competente
respecto de aquellas de las Partes contratantes que hayan reconocido su
jurisdicción” (Organización de las Naciones Unidas. Asamblea General.
1948).
-34-
Aunque la cuestión parece clara, en los hechos el juego de
intereses ha puesto obstáculos a un normal desarrollo del proceso judicial.
Vemos así que, apoyados por las potencias mundiales y ocupando la banca
camboyana en la ONU, no resultó tan fácil que los líderes del KR fuesen
sometidos a un proceso justo. Estas irregularidades se ilustran claramente
en la omisión de la palabra “genocidio” de los Acuerdos de París de 1991,
de los que el KR fue parte fundamental.
El primero de los juicios se dio luego de la invasión vietnamita de
1979. Un tribunal que incluía miembros extranjeros juzgó a los líderes
comunistas estando éstos ausentes y condenó a muerte a Pol Pot y Ieng
Sary. Ninguna de las sentencias fue llevada a cabo y este juicio sólo sentaría
las bases para los muchos pedidos de justicia que se harían durante las
décadas siguientes. Años más tarde, en la década de los ’90, han sido
los movimientos de derechos humanos junto con los gobiernos
occidentales y en especial la administración Clinton los que se han
puesto al frente de las demandas de justicia.
Finalmente, en febrero de 2009 se ha conseguido reunir un tribunal
de jueces extranjeros y camboyanos que ha dado comienzo, tres décadas
después de finalizado el genocidio, al juicio de los líderes del KR. La cuestión
de quiénes debían ser procesados ha suscitado fuertes polémicas (por
ejemplo hay quienes consideraban que Sihanouk, previo aliado del KR,
debía ser llevado a la corte), pero se ha decidido enjuiciar tan sólo a cinco
líderes principales que aún siguen con vida, entre ellos a Kaing Guek Eav
(“Duch”), ex-director del centro de Tuol Sleng. Noticias recientes
parecen indicar que Hun Sen, actual Primer Ministro camboyano, ha
propuesto extender los juicios y abarcar una mayor cantidad de procesados
(KRT Web Portal Team, 2009). Iniciados el 18 de febrero de 2009, el proceso
judicial sigue en curso.
Conclusiones
¿Cómo fue posible que se impusiera una dictadura genocida de
tales dimensiones en Camboya? ¿Cómo fue posible que el Khmer Rouge, a
pesar de los actos por él cometidos, creciera y sobreviviera al amparo de
poderes extranjeros por más de diez años? ¿Cómo fue posible que sus
líderes (y entre ellos, los pocos que sobrevivieron) fuesen juzgados recién
treinta años después de los hechos? Todas estas preguntas, condensadas
en el título, son interrogantes que deberían poder responderse después del
recorrido emprendido en el presente estudio.
En primer lugar encontramos que fue de vital importancia el rol que
las potencias mundiales jugaron en eldesarrollo de los conflictos en la
región. Los Estados Unidos, inmersos en la lógica del mundo bipolar de
Guerra Fría, en que cada bastión perdido era un bastión ganado por el
principal enemigo y potencial destructor (la Unión Soviética), no dudaron
en utilizar a Camboya como una herramienta estratégica sin que entrara en
consideración la vida de sus habitantes. El objetivo de mantener una región
libre de la influencia soviética y por lo tanto vietnamita llevó al gigante
americano a adoptar políticas que pusieron en peligro constante al
pueblo camboyano y que parecerían contradictorias si la discusión no
girase en torno a la cuestión de los intereses. De este modo, en
primer término intentaron destruir con bombas y tropas invasoras el
comunismo (local y vecino) en territorio camboyano, siendo el fracaso en la
consecución de tales objetivos lo que resultó indirectamente en la “creación
de un monstruo”: un régimen que perpetraría uno de los mayores
genocidios del siglo XX. Sin embargo los hombres de Estado
norteamericanos negarían tales cargos, hechos por muchos analistas desde
el momento mismo de los sucesos, y en este sentido dice Nixon (1985: 124126):
“De todos los mitos sobre el conflicto del Vietnam, el más
despreciable es el que asegura que los Estados Unidos fueron
moralmente responsables de las atrocidades cometidas después de
la caída de Camboya en 1975. Los críticos clamaron que las acciones
llevadas a cabo contra los refugios norvietnamitas en Camboya, y
que se iniciaron con el bombardeo de las bases comunistas en 1969,
desencadenaron una sucesión de acontecimientos que llevó al poder
a los criminales jmeres rojos. Se trata de una distorsión absoluta de
los hechos históricos y de una perversión completa del juicio moral.
[…]Durante la guerra del Vietnam, todos cuantos ahora inventan
disculpas para los totalitarios indochinos, se opusieron a la política
norteamericana que trataba de impedir una victoria comunista y la
tragedia humana que seguiría inevitablemente. Sin duda, estos
justificadores deben sentirse acosados por sentimientos de
culpabilidad. La ética más simple da la razón a quienes adoptaron
-35-
una actitud responsable respecto a las consecuencias. Atribuir la
culpa del genocidio en Camboya a quienes en los Estados Unidos
intentaron impedir una victoria comunista, en vez de achacarlo a los
comunistas que cometieron las atrocidades, es un acto indecoroso
sin paliativos”.
No podemos negar en efecto que la política de los Estados Unidos
en sus misiones en Camboya haya buscado en esta primera etapa el
debilitamiento del Khmer Rouge ni que, como dice Nixon, tratara de
impedir una victoria comunista. Sin embargo, esto no quita que los efectos
hayan sido los contrarios y que sus bombas hayan radicalizado al
comunismo camboyano. En todo caso, y en eso se encuentra a mi entender
la falacia en el argumento de Nixon, asignar a los Estados Unidos una
responsabilidad indirecta respecto de lo sucedido durante el régimen
comunista no implica de ninguna manera librar al Khmer Rouge de toda
culpabilidad.
Aún si tomáramos por ciertas las palabras e intenciones
norteamericanas al respecto, observamos que siendo conscientes del
carácter del régimen de Pol Pot y, aún más, usándolo para justificar las
acciones violentas del pasado (basta con releer el fragmento de No más
Vietnams citado en p. 26), las administraciones siguientes no dudaron en
virar su política para proveer asistencia a las fuerzas del Khmer Rouge y
respaldarlas de diferentes formas en los foros internacionales y las mesas
de negociación durante la década de 1980. Carácter genocida e ideología
comunista, supuestos enemigos del credo norteamericano durante estos
años, estas características obligaron a los Estados Unidos a mantener su
apoyo en secreto pero en ningún momento a retirarlo, ni siquiera en
respeto de las restricciones impuestas por su propio Congreso. Lo que es
más, esgrimiendo el poder derivado de su posición en el sistema mundial
lideraron un bloqueo occidental de Vietnam y Camboya, privando de
esa manera de recursos básicos a un pueblo arrasado por la violencia y la
pobreza, pero destinándolos sin embargo a los que habían sido los
causantes de aquella situación. En este sentido entonces puede entenderse
mejor la frase con que John Pilger cierra su documental Cambodia: The
Betrayal (Camboya: La Tración) en 1991:
“En Occidente nos dicen que la Guerra Fría ha terminado, pero esto no
es así. La Guerra Fría nunca se trató de un enfrentamiento entre los
dos superpoderes, fue luchada fundamentalmente con la sangre de
gente de muy lejos, considerada ‘desechable’ en países pobres como
El Salvador, Panamá, Vietnam y Camboya. Es seguramente la ironía
más cruel en 1990 que mientras cae el Muro de Berlín las democracias
occidentales han construido su equivalente alrededor de una nación
de gente que no amenazaba a nadie y con el que ninguno de nosotros
tenía una disputa”.
Sin embargo la afirmación de Lord Palmerston respecto de la
inmutabilidad de los intereses debe ser matizada, y de hecho terminada la
Guerra Fría el interés norteamericano en la región cambió completamente
su naturaleza. De este modo, en un intento por estabilizar un territorio que
amenazaba con salirse de control tras la retirada unilateral de las
potencias, los Estados Unidos cambiarían nuevamente su política,
oponiéndose al Khmer Rouge y buscando (bajo el mismo discurso
moralista) justicia para el pueblo de Camboya.
En cualquier caso, la Unión Soviética ha limitado su intervención a
un financiamiento del comunismo vietnamita y así de Camboya durante la
década el ’80, pero en ningún caso ha llegado al grado de involucramiento
de sus rivales ni a una determinación política tan fuerte como la
norteamericana. Observamos de hecho que hasta 1973 los soviéticos
reconocieron al gobierno de Lon Nol, marioneta de los Estados Unidos, y
que en ningún momento dieron al Khmer Rouge, allegado de China, ni a
otros gobiernos propiamente camboyanos el apoyo que darían a los
vietnamitas. De este modo en ningún momento pareció constituir una de
sus prioridades y los soviéticos estuvieron dispuestos a retrasar una
solución pacífica al conflicto con tal de no ceder frente a sus rivales chinos.
China, interesada en la región en tanto factor de importancia para
su seguridad territorial, tuvo por su parte actitudes similares a las
estadounidenses. Este interés era sin embargo previo a la Guerra Fría y
superaba sus límites, de modo que lo ella que hizo fue definirlo en nuevos
términos y otorgarle aliados que ayudarían a Pekín a preservar sus
posiciones. En consecuencia, el fin del mundo bipolar no hizo disminuir
inmediatamente su respaldo del Khmer Rouge; pero en el nuevo orden
unipolar liderado por el gigante estadounidense, tal postura opuesta a la
norteamericana no pudo ser mantenida por mucho tiempo. Hasta ese
-36-
momento, no sólo habían sido sus políticas de financiamiento de la guerrilla
sino también su ambivalencia en el apoyo simultáneo del Khmer Rouge y de
Sihanouk las que habían retrasado la paz en la región por más de una
década (Hood, 1990).
Pero la fuerte injerencia de las potencias en la región no debe
llevarnos a pensar en un Khmer Rouge pasivo que no ha sido nada más que
un instrumento de aquellas. Su supervivencia a lo largo de los años no
sólo se explica por el valor que el grupo tuvo para los intereses ajenos,
sino también por su propia capacidad para adaptarse y definir los términos
de sus luchas locales en consonancia con la lógica imperante en la esfera
internacional. Esto les permitió, como se propuso desde un principio,
involucrar a los poderes extranjeros en el Sudeste Asiático para que
dieran rápida solución a conflictos que no podían resolver por sus propios
medios. Con nada más comparar su negativa a concurrir a la Conferencia
de Fontainbleau con Ho Chi Minh, en sus años fundacionales, con su
proclama a favor de los principios de mercado a principios de los ’80,
veremos que su intransigencia ideológica fue estratégicamente
reemplazada por una política basada en la violencia y el apoyo externo. En
este sentido debemos entonces reconocer que la guerrilla ha sido muy
hábil en el manejo de este último, y que lo sucedido debe entenderse
por lo tanto en función de ambas partes en la relación y no meramente
como una imposición de la más poderosa.
Algunos sin embargo podrían interpretar esto como una debilidad
intrínseca del Khmer Rouge, que se veía forzado a hacer tales concesiones
para no desaparecer. De hecho nunca conseguirían crear una base de
apoyo lo suficientemente sólida como para independizarse por completo de
sus patronos (quién quiera que en cada momento fueran estos), y esto
junto con su fuerte personalismo fueron los factores que acabaron por
destruir su agrupación. El fin de la Guerra Fría y la muerte de Pol Pot serían
entonces los sucesos clave que permiten explicar el fin y la disolución de un
grupo que había podido sobrevivir bajo distintas formas durante
aproximadamente cuatro décadas. Aunque este diagnóstico no es
incorrecto, parece pasar por alto el carácter activo que la guerrilla asumió
en el proceso y su habilidad para posicionarse internacionalmente como
un actor relevante para la estabilidad de la región.
Volviendo entonces a las preguntas iniciales, nos encontramos con
que una respuesta satisfactoria debería tener en cuenta el importante rol
que ambas partes en la relación potencia-Khmer Rouge jugaron, a pesar
de las diferencias de poder, en un mundo en que la Guerra Fría se erigía
como pauta para establecer los intereses nacionales o, en todo caso,
redefinirlos. Los Estados Unidos, China, la Unión Soviética y la funcionalidad
de un Khmer Rouge camaleónico lograron demorar la paz en Sudeste
Asiático por más de cuatro décadas con un saldo de millones de vidas.
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