Remediar: la última solución al problema

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12 revista ConCIENCIA
t Glifosato: lo que hay que saber
¿Alguien se imagina lo que representan 5.700 toneladas de envases
plásticos por año? Son los envases que quedan vacíos tras el uso de pro-
Remediar:
la última
solución
al problema
ductos fitosanitarios, en los que persisten restos del químico aun cuando se vacía el contenido. En el análisis sobre los efectos del glifosato
variables como ésta suelen no tenerse en cuenta. Países desarrollados
utilizan cada vez más las estrategias de remediación como forma de
controlar aquellas consecuencias no deseadas de los procesos.
Más allá de que se pretendan poner en
discusión sus efectos, el glifosato es un
químico y como tal debe ser usado correctamente y sus residuos, tratados debidamente. Para ello existen tecnologías
de remediación que permiten degradar el
contaminante y tratar los efluentes para
luego ser volcados en el ambiente y reutilizados. La atenuación busca disminuir la
concentración del herbicida a niveles que
no produzcan daño ambiental (ver ejemplos en recuadro).
Los procesos de atenuación y remediación pueden servir también para descontaminar residuos del glifosato, el herbicida más usado en el país. Son diversas
las fuentes contaminadas con químicos
que pueden tratarse con los diferentes
métodos de remoción: el agua del lavado
de tanques y cisternas de almacenamiento de las sustancias; los efluentes producidos por la síntesis industrial de pesticidas; y el agua utilizada para el lavado de
los envases que los contienen.
La preocupación se ha basado más que
nada en este último punto, ya que la
reutilización de los envases y el lavado
de los residuos en fuentes naturales provocan una gran contaminación de los recursos. Incluso la misma exposición a los
líquidos de parte de los operarios puede
causarles graves daños a la salud.
Según datos de la Cámara de Sanidad
Agropecuaria y Fertilizantes (Casafe),
cada año quedan 5.700 toneladas de
envases plásticos de productos fitosanitarios vacíos. Si a esto se suman otros
materiales con los que están fabricados
los sobre envases (metal, vidrio, papel,
cartón), la cifra asciende a 7.000 toneladas anuales. Cada envase, aun luego de
agotar su contenido, puede contener todavía hasta un 5 por ciento de glifosato.
Si esos remanentes no son debidamente
tratados pueden devenir en elementos
peligrosos para la integridad humana y
del ambiente.
Una solución es realizar el triple lavado o
lavado a presión de los envases ya que
permiten remover más del 99 % de los
residuos presentes en los recipientes.
El paso siguiente es reutilizar el agua
de lavado en nuevas pulverizaciones tal
como ha sido propuesto por el Programa
Agrolimpio de CASAFE. Esta operación
se realiza en muchos países desarrollados pero lamentablemente en Argentina
no se aplica de forma sistemática”, dijo
Zalazar.
De acuerdo con el doctor Alberto Cassano, profesor Titular Consulto de la UNL e
investigador Superior Emérito del Conicet,
la propuesta debería ser volver a usar las
aguas del primer lavado para fumigar. “Hemos visto que en algunos casos queda
hasta un 2 o 3 por ciento de la mezcla.
Siempre proponemos tratar esos restos
para que no contamine”, aconsejó.
En este sentido, la mayoría de las pulverizadoras tienen mecanismos de recirculación para realizar el triple lavado de envases apenas realizada la dosificación en el
tanque respectivo, lo que conjuntamente
con la destrucción inmediata del envase
puede también actuar como remediación.
“El problema es cómo hacer para eliminar
o reutilizar esos envaces, ya que aún no
se cuenta con centros de tratamientos en
el centro norte de la provincia”, indicó Daniel Sánchez, docente de la Facultad de
Ciencias Agrarias (FCA-UNL) y uno de los
autores del trabajo.
Procesos fisicoquímicos y biológicos
Pero la reutilización no significa que se
eliminen del todo los restos y por eso
existen múltiples indagaciones en cuanto
a las formas para la remediación. Dentro
de los llamados procesos convencionales
se encuentran los que implican tecnologías fisicoquímicas y biológicas.
“Si bien los procesos fisicoquímicos que
se utilizan mucho, aunque generalmente
la desventaja que poseen es que, en algunos casos, se transfiere el contaminante
del medio acuoso a otro material que lo
absorbe y que luego debe ser tratado sí o
sí. Un caso es el tratamiento con carbón
activado”, ejemplificó la doctora Cristina
Zalazar, investigadora adjunta del Conicet
y profesora en la Facultad de Ingeniería y
Ciencias Hídricas (FICH-UNL).
Además, existen estudios de remoción
de glifosato que utilizan el coagulante
alumbre, por un proceso similar al usado
para potabilizar el agua. “Se incorpora
un químico que produce la agregación y
luego la precipitación de los sólidos en
suspensión que se van al fondo de un
tanque, y el contaminante queda adhe-
POR AÑO:
5.700 tn
de envases vacíos. Cada uno
puede contener residuos de
hasta un 5% de glifosato.
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Un ejemplo
cada año quedan
5.700 toneladas
de envases plásticos de productos
fitosanitarios
vacíos. Si a esto
se suman otros
materiales con
los que están
construidos los
sobre envases
(metal, vidrio,
papel, cartón), la
cifra asciende a
7.000 toneladas
anuales.
rido a ese sólido. La ventaja es que se
pueden tratar concentraciones y volúmenes mayores, pero no son procesos destructivos”, continuó.
Otra tecnología interesante es la que utiliza organismos vivos. “Hay un trabajo que
ensaya el uso de bacterias adheridas sobre un material inerte. Sobre él se hace
circular el efluente a tratar y los microorganismos usan el contaminante como
sustrato, lo metabolizan, lo degradan, y
desaparece. El inconveniente es que es
un proceso lento”, aseveró Zalazar.
Procesos avanzados de oxidación
Por otra parte, la investigadora se refirió
a los denominados Procesos Avanzados
de Oxidación, que se caracterizan por
ser procesos destructivos ya que pueden
degradar los contaminantes a productos
inocuos como dióxido de carbono, agua y
sales minerales. Estos procesos combinan agentes oxidantes como el peróxido
de hidrógeno (agua oxigenada) con radiación ultravioleta.
“El agua oxigenada absorbe la radiación
y se forman especies muy oxidantes que
destruyen al contaminante. Además son
procesos no selectivos, lo que implica
que se puede degradar cualquier contaminante sin importar qué naturaleza
química tenga”, aseguró Zalazar, que en
su laboratorio investiga una variante de
ese proceso.
Por otra parte, existen investigaciones
sobre la aplicación de los procesos que
combinan dióxido de titanio con radiación
UV; y otros que se basan en el uso de
agua oxigenada, sales de hierro y radiación (proceso foto-Fenton). Estos dos
procesos tienen la ventaja que puede utilizarse como fuente de energía la radiación solar. Los Procesos Avanzados de
Oxidación Electroquímicos se sustentan
en el uso de celdas electrolíticas sin usar
radiación solar, ni agua oxigenada.
“Otro método reciente es el de los procesos que utilizan enzimas con poder
para atacar la molécula del glifosato y
degradarlo. Son compuestos químicos
complejos que tienen una acción específica”, detalló.
Degradación total
Asimismo, Zalazar comentó que con algunos métodos se puede lograr una degradación al cien por ciento, pero en la
práctica puede resultar muy costoso por
el tiempo que se precisa y los reactivos
que se deben utilizar.
A la vez, todos los tratamientos anteriores son posibles de combinar dependiendo de las concentraciones de glifosato
que se quieran tratar. “Si son muy altas
se puede comenzar con tratamientos
biológicos y luego hacer tratamientos fisicoquímicos para lograr una reducción
más significativa.
“Para que el proceso sea viable siempre
buscamos adicionar bioensayos con diferentes organismos acuáticos o terrestres
que representen el ecosistema. Cuantas
más especies se usen, más representatividad se logrará”, indicó.
En este sentido, los investigadores intentan fijar “un punto de tratamiento” de
los efluentes en base a concentraciones
de glifosato que permitan a las especies
sobrevivir.
Los dos investigadores sostuvieron en el
“Informe acerca del grado de toxicidad
del glifosato” que resulta necesario profundizar las investigaciones en tecnologías de remediación, pero no sólo de los
residuos del glifosato, sino también de
todos los agroquímicos involucrados e incluso de los aditivos que los acompañan,
ya que muchos de ellos pueden ser más
tóxicos que los propios herbicidas o tener
valores de permanencia en el ambiente
superiores a ellos.
En distintas partes del mundo estas tecnologías de remediación son
un hecho. En España se lleva adelante en la Plataforma Solar de Almería un proyecto que combina dos
procesos: la oxidación fotocatalítica
utilizando energía solar (foto-Fenton
solar) seguida por un tratamiento
biológico aeróbico para la descontaminación de aguas residuales reales basado en ensayos preliminares
con aguas residuales modelo a escala de laboratorio y planta piloto.
Las aguas reales provienen de una
planta perteneciente a la empresa
Albaida Residuos, situada en la localidad del Solanillo en el municipio
de Roquetas de Mar, Almería. Por
año, la empresa recoge de modo
selectivo unos dos millones de envases de plástico vacíos de los plaguicidas usados en 300.000 ha de
invernaderos de la zona de Almería,
Jaén y Granada para su reciclado.
Los envases son triturados y lavados, generando aguas contaminadas con plaguicidas.
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