Juan Pablo II: La Eucaristía, testimonio del amor

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Juan Pablo II: La Eucaristía, testimonio del amor de Dios a los hombres
Intervención antes de rezar la oración mariana del Ángelus
CIUDAD DEL VATICANO, 30 marzo 2003 (ZENIT.org).- Publicamos la intervención de
Juan Pablo II de este domingo a mediodía al rezar la oración mariana del Ángelus
junto a varios miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano
***
¡Muy queridos hermanos y hermanas!
1. Hoy, cuarto domingo de Cuaresma, el Evangelio nos recuerda que «tanto amó
Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que crea en él no
perezca, sino que tenga vida eterna» (Jn 3, 16).
Escuchamos este consolador anuncio en un momento en el que dolorosos
enfrentamientos armados asechan la esperanza de la humanidad en un futuro
mejor. «Tanto amó Dios al mundo...», afirma Jesús. El amor del Padre llega, por
lo tanto, a todo ser humano que vive en el mundo.
¿Cómo no ver el empeño que brota de una iniciativa así de Dios? El ser humano,
consciente de un amor tan grande, no puede no abrirse a una actitud de acogida
fraterna hacia sus semejantes.
2. «Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito...». Es lo que sucedió en
el sacrificio del Calvario: Cristo murió y resucitó por nosotros, sellando con su
sangre la nueva y definitiva Alianza con la humanidad.
De este supremo testimonio de amor, el sacramento de la Eucaristía es el
memorial perpetuo. En él, Jesús, Pan de vida eterna y verdadero «maná»,
sostiene a los creyentes en el camino a través del «desierto» de la historia hacia
la «tierra prometida» del Cielo (cf. Jn 6, 32-35).
3. Precisamente al tema de la Eucaristía he querido dedicar la Encíclica que, con
ocasión del próximo Jueves Santo, si Dios quiere, firmaré durante la Misa de la
Cena del Señor. La entregaré simbólicamente a los sacerdotes en lugar de la
Carta que en esa circunstancia les dirijo habitualmente y, a través de ellos, a
todo el Pueblo de Dios.
Confío desde este momento a María este importante documento, que se centra
en el intrínseco valor e importancia para la Iglesia del Sacramento que nos dejó
Jesús como memorial vivo de su muerte y resurrección.
A María nos dirigimos también, rogándole por las víctimas de los conflictos que
están ocurriendo. Invocamos con afligida y confiada insistencia su intercesión
por la paz en Irak y en toda región del mundo.
<ESTE ES EL TIEMPO FAVORABLE...
ESTE ES EL DIA DE LA SALVACION>
BOLETIN LITURGICO Nº 63
Director: Pbro. Ricardo Dotro
Las lecturas de la Cuaresma
CUARTA SEMANA
Lunes Nueva Creación y Vida
Isaías 65, 17-21 Nunca más se escucharán ni llantos ni alaridos
Salmo 29, 2-6. 11-13 Te glorifico, Señor, porque me libraste
Juan 4, 43-54 Vuévete, tu hijo vive
Martes El agua vivificante
Ez 47,1-.12 He visto el agua que brotaba del templo: y todos aquellos a
quienes alcanzó esta agua han sido salvados
Salmo 45, 2-9 El Señor está con nosotros
Juan 5,1-16 Enseguida el hombre se sanó
Miércoles El proyecto de Dios con el siervo y el Hijo
Isaías 49, 8-15 Te destiné a ser la alianza del pueblo, para restaurar el
país
Salmo 144,8-9.13cd-14.17-18 El Señor es bondadoso y compasivo
Juan 5,17-30 Así como el Padre resucita a los muertos y les da vida,
del mismo modo el hijo da vida al que Él quiere
Jueves Moisés intercesor, es el que acusa
Exodo 32,7-14 Arrepiéntete del mal que quieres infligir a tu pueblo
Salmo 105,19-23 Acuérdate de tus promesas, Señor
Juan 5,31-47 El que los acusará será Moisés, en el que ustedes han
puesto su esperanza
Viernes El camino del justo perseguido
Sabiduría 2,1a.12-22 Condenémoslo a una muerte infame
Salmo 33,17-21.23 El Señor está cerca del que sufre
Juan 7,1-2.10.25-30 Quisieron detenerlo, pero todavía no había llegado
su hora
Sábado ¿Quién es Jesús, que se los persigue así?
Jeremías 11,18-20 Yo era como un manso cordero, llevado al matadero
Salmo 7-3.9b-12 Señor, Dios mío, en ti me refugio
Juan7,40-53 Acaso el Mesías vendrá de Galilea?
Plegarias cuaresmales
CUARTA CELEBRACION
LA FE DE LA IGLESIA
Pueden colocarse 3 carteles que digan: Creo en Dios Padre. Creo en Jesucristo. o Creo en
el Espíritu Santo o también: La Iglesia nos enseña a creer.
TEMA
La fe es por la predicación.
Se lee Romanos 10, 10 - 15a. 17 –18 puede completarse con: Isaías 55, 6 - 11;
Salmo 94; Marcos 16, 14 - 18.
REFLEXION
El que preside hace una reflexión sobre el tema propuesto iluminado por la
Palabra de Dios proclamada.
RITO PARA SIGNIFICAR LA ENTREGA DE LA FE DE LA IGLESIA
Se hace entrega a cada uno de una copia del Credo (preferiblemente el símbolo
niceno-constantinopolitano, impreso en una hoja especial, enmarcardo, etc.) en forma
solemne. Luego, el que preside recita el Símbolo, interrumpiedo en cada párrafo, y los
fieles responden “Creo, Creo, Amén” (puede ser cantado) . Al finalizar el que preside
o todos dicen: "¡Esta es nuestra fe! ¡Esta es la fe de la Iglesia que nos gloriamos de
profesar!"
ORACION
Oh Dios que nos has hecho renacer con la palabra de vida,
Concédenos que recibiéndola con sincero corazón,
nos hagamos ardorosos testigos de la verdad
y demos abundantes frutos de caridad fraterna.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
FINAL
Puede concluirse cantando Creo aunque todo se oculte a mi fe, o escuchando un credo
gregoriano. Se bendice al pueblo.
**********
Celebración Penitencial
Les ofrecemos una celebración penitencial preparada por el Equipo de
Liturgia de la Diócesis de Azul, que gentilmente nos ha hecho llegar el
P. Luis María Bove Jurado.
Se comienza con un canto penitencial que puede ser alguno de estos:
Vuélvete a Dios, Canto del Hijo pródigo, Cansado estoy del camino.
Presidente
En el nombre del Padre † y del Hijo y del Espíritu Santo. R/.Amén.
Hermanos, oremos para que, unidos por la penitencia a Cristo,
crucificado por nosotros, podamos participar con todos los hombres en
su
Resurrección.
ORACIÓN
Señor, Dios todopoderoso
Tú eres el Padre de todos.
Tú has creado a todos los hombres para que
vivan en tu casa y alaben tu gloria.
Abre nuestros corazones para escuchar tu voz
y, pues nos hemos apartado de ti por el pecado,
haz que volvamos a ti de todo corazón
y te reconozcamos como nuestro Padre,
lleno de misericordia para todos los que te invocan.
Corrígenos para que nos apartemos del mal
y perdónanos nuestros pecados.
Danos la alegría de tu salvación para que,
retornando junto a ti,
nos alegremos en el banquete de tu casa.
Ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
R/. Amén.
GUÍA
Tomamos asiento y abrimos el corazón a la Palabra del Señor que es viva y eficaz.
Primera lectura: Efesios 1,3-7 = Lecc. III p. 809
Salmo: 26,1.4.5.7-8a.8b-9b.9c-10 (R.:14) = Lecc. III p. 514
"El Señor es mi luz y mi salvación, a quien podré temer"
Evangelio: Lc 15,1-3.11-32 = Lecc. III p. 689
HOMILÍA
EXAMEN DE CONCIENCIA
En un momento de silencio, miremos nuestro corazón, nuestra vida,
para luego, juntos, suplicar el perdón.
ACTO PENITENCIAL
Después del examen de conciencia, el ministro que preside invita a la
oración poniéndonos de rodillas
Nuestro Dios es un Dios de misericordia,
lento para la ira y paciente sobremanera,
que de nuevo nos recibe como el padre acoge al hijo que vuelve de
lejos.
Nos ponemos de rodillas ante él y le suplicamos con confianza
diciendo:
R/. No somos dignos de llamarnos hijos tuyos
Porque hemos usado mal de tus dones, pecando contra ti. R/
Porque hemos vivido lejos de ti con la mente y el corazón, pecando
contra ti. R/
Porque nos hemos olvidado de tu amor, pecando contra ti. R/
Porque hemos preferido nuestro placer en vez de nuestro bien y el de
nuestros hermanos, pecando contra ti. R/
Porque nos hemos preocupado poco de nuestros hermanos, pecando
contra ti. R/
Porque hemos tardado en perdonar a nuestros hermanos, pecando
contra ti. R/
Porque nos hemos olvidado de tu misericordia que nos recibe siempre,
pecando contra ti. R/
GUÍA
Nos ponemos de pie.
SALUDO DE LA PAZ
Reconocernos hijo del Padre Misericordioso es, también, reconocernos
entre nosotros hermanos.
Expresamos nuestro deseo de vivir en la Casa del Padre en comunión
con los hermanos dándonos el saludo de la paz.
PADRE NUESTRO
Ahora con las mismas palabras que Jesús nos enseñó,
invoquemos a nuestro Padre para que perdone nuestros pecados:
ORACIÓN
Dios y Padre nuestro,
que nos has predestinado a ser tus hijos adoptivos
para que fuésemos santos en tu presencia
y viviésemos con gozo en tu casa,
recíbenos y consérvanos en tu amor,
para que vivamos con alegría y caridad
en tu santa Iglesia.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R/. Amén.
BENDICIÓN FINAL
Dios Padre misericordioso
les conceda a todos ustedes, como al hijo pródigo,
el gozo de volver a la Casa Paterna.
R/. Amén
Cristo, modelo de oración y de vida,
los guíe a la auténtica conversión del corazón.
R/. Amén.
El Espíritu de sabiduría y de fortaleza
los sostenga en la lucha contra el maligno,
para que puedan celebrar con Cristo la victoria pascual.
R/. Amén.
Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo + y Espíritu Santo,
descienda sobre ustedes y los acompañe siempre.
DESPEDIDA
Puede concluirse la celebración con un canto de acción de gracias al
Padre por su amor misericordioso; o a Jesucristo que nos ha salvado.
Notas
“Las celebraciones penitenciales son reuniones del Pueblo de Dios,
para escuchar su Palabra que nos invita a la conversión y a la renovación
de nuestra vida y también proclama nuestra liberación del pecado por la
muerte y resurrección de Cristo”. (Ritual de la Penitencia, prenotandas n.
36)
“Las celebraciones penitenciales, de que se habla en el Ritual de la
Penitencia (nn. 36-37), son muy útiles en la vida, tanto de los individuos
como de las comunidades. Sirven para alimentar el espíritu y la virtud de
la penitencia, y para preparar una celebración más provechosa del
sacramento de la Penitencia. Debe evitarse que los fieles confundan estas
celebraciones con la confesión sacramental y la absolución”. (S. Cong. para
la doctrina de la fe, Normas pastorales para impartir la absolución sacramental en forma
general, 16 de junio 1972).
**********
PENITENCIA: (del latín paenitentia, arrepentimiento, pesar; de paenitere,
arrepentirse). Uno de los siete signos sacramentales de la Iglesia Católica. Es uno de los
llamados sacramentos de curación o medicinales. Mediante esta celebración litúrgica, el
bautizado, llamado en esta ocasión penitente, se presenta al ministro ordenado (obispo o
presbítero), para celebrar el amor misericordioso y la eterna fidelidad de Dios quien, a
pesar de las faltas e infidelidades del penitente, nunca deja de amarlo y siempre le
ofrece su amistad y su gracia. Al reconocer sus pecados y arrepentirse de ellos, el
cristiano se abre al perdón y se reconcilia con Dios y con sus hermanos. El ministro
puede sugerir al penitente un acto de satisfacción (llamado comúnmente penitencia) no
sólo como expiación de los pecados, sino como ayuda para la vida nueva y remedio para
su debilidad. Luego de manifestar su contrición y deseo de conversión, el penitente
recibi la absolución sacramental que confirma el perdón que Dios le otorga. También se
llama a este sacramento: Reconciliación y, antiguamente, Confesión.
Término tomado del “Diccionario de Liturgia” de Ricardo Pascual Dotro y Gerardo
García Helder, A. MI. CO., Bs. As., 2002 -
Contiene todos los términos litúrgicos por :
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La Penitencia en la Legislación Eclesial
El canon 1249 afirma: “Todos los fieles, cada uno a su modo, están
obligados por la ley divina a hacer penitencia; sin embargo, para que todos
se unan en alguna práctica común de penitencia, se han fijado unos días
penitenciales en los que se dediquen los fieles de manera especial a la
oración, realicen obras de piedad y de caridad y se nieguen a sí mismos,
cumpliendo con mayor fidelidad sus propias obligaciones y, sobre todo,
observando el ayuno y la abstinencia.”
Este canon más que establecer unos preceptos concretos, se propone de algún
modo explicar el sentido de los cánones que siguen, como son: a) la obligación por
ley divina, de todos los fieles de hacer penitencia; b) la razón de que existan unos
días penitenciales para toda la Iglesia, es manifestar la unidad; c) señalar diversos
modos, entre otros, de vivir esos días penitenciales; d) indicar que, de entre esos
modos de hacer penitencia, destacan la abstinencia y el ayuno, los cuales se
imponen como obligatorios en algunos días, y para algunas personas, a tenor de los
cánones siguientes.
¿CUÁLES SON LOS DÍAS Y TIEMPOS PENITENCIALES?
El canon 1250 afirma: “En la Iglesia universal, son días y tiempos
penitenciales todos los viernes del año y el tiempo de cuaresma.”
Aquí hay que llevar en cuenta que los días y tiempos penitenciales que señala este
canon hay obligación de hacer obras de penitencia según el canon 1249, pero sólo
en algunos de ellos la obligación de penitencia se concreta en la abstinencia o en el
ayuno, o en ambos, como veremos en el canon siguiente.
El canon 1251 en recuerdo del día en que murió Jesucristo en la Santa
Cruz, “todos los viernes, a no ser que coincidan con una solemnidad, debe
guardarse la abstinencia de carne, o de otro alimento que haya
determinado la Conferencia Episcopal; ayuno y abstinencia se guardarán el
miércoles de Ceniza y el Viernes Santo.
CONFESORES DEBEN RESPONDER A FIELES CON LA VERDAD DE LA IGLESIA,
dice el Papa
VATICANO, (ACI).- Al recibir a las autoridades y oficiales de la Penitenciaría Apostólica,
el Papa Juan Pablo II señaló que al momento de atender a los fieles en confesión, los
confesores tienen el deber de enseñar la verdad de la Iglesia y no sus ideas personales
sobre temas de moral.
Al dirigirse al grupo, que incluía a los padres penitenciales de las basílicas de Roma y a
jóvenes sacerdotes y seminaristas que participan en el curso anual del “foro interno”, el
Pontífice señaló que deseaba reflexionar “sobre la relación privilegiada que existe entre
el sacerdocio y el sacramento de la Reconciliación, que el presbítero debe recibir ante
todo con fe y humildad, además de con convencida frecuencia”.
“Al valor intrínseco del sacramento de la Penitencia -prosiguió- en cuanto recibido del
sacerdote como penitente, se añade su eficacia ascética como ocasión de examen de
uno mismo, y por lo tanto de verificación, gozosa o dolorosa, del propio nivel de
fidelidad a las promesas”.
El Papa dijo que la confesión, para el sacerdote “es además un momento de 'experiencia'
inefable de la caridad eterna que el Señor nutre por cada uno de nosotros en su
individualidad irrepetible; es desahogo de desilusiones y amarguras que nos han
infligido, quizás injustamente; es bálsamo que consuela las múltiples formas de
sufrimiento que marcan la vida”.
Al referirse luego al sacerdote que escucha la confesión, Juan Pablo II subrayó que debe
acoger con amor al penitente, sin “ser avaricioso del tiempo que le dedica”.
También debe servirse de la caridad y la justicia para enseñar “sin variantes
ideológicas” las “enseñanzas genuinas de la Iglesia”.
“En particular -agregó-, quiero llamar la atención sobre el deber de adherir al Magisterio
de la Iglesia acerca de los complejos problemas planteados en el campo bioético y de la
normativa moral y canónica en el ámbito matrimonial”.
El Papa reiteró con firmeza uno de los puntos de su Carta a los Sacerdotes para el
Jueves Santo del año 2002: “A veces sucede que los fieles, a propósito de ciertas
cuestiones éticas de actualidad, salen de la confesión con ideas bastante confusas, en
parte porque tampoco encuentran en los confesores la misma línea de juicio. En realidad
quienes ejercen en nombre de Dios y de la Iglesia este delicado ministerio tienen el
preciso deber de no cultivar, y menos aún ! manifestar en el momento de la confesión,
valoraciones personales no conformes con lo que la Iglesia enseña y proclama. No se
puede confundir con el amor el faltar a la verdad por un malentendido sentido de
comprensión”.
MEDITEMOS LA PALABRA DE DIOS
QUINTO DOMINGO DE CUARESMA
Israel fue un NO a Yahveh, pero Yahveh es un SI definitivo y renovado, es un amor que no se
cansa de perdonar y de esperar. No mira al pasado. Promete una renovación, una alianza
nueva.
El discípulo de Cristo no puede dejar de contemplar su rostro. Acostumbramos a verlo en la
Palabra, en la Eucaristía, en todos los sacramentos. Tenemos que contemplarlo también en los
sacramentos vivos, que son nuestros hermanos. A lo largo de la Cuaresma hemos ido
contemplando a Cristo, conformándonos con él. La Pascua debe conseguir el toque de la total
transfiguración.
El Evangelio nos ofrece un Cristo que suplica con gritos y con lágrimas: Padre, líbrame de esta
hora; y un Pade que responde: Lo he glorificado y volveré a glorificarlo.
Contemplamos esta hora de Jesús con piedad y agradecimiento. Jesús bajó hasta nuestras
realidades más oscuras. Fue así como pudo redimirlas. Todos podemos pasar por momentos
parecidos, pero ahora sabemos que ya no estaremos solos. En la noche más triste y dolorosa
Jesús estará, compartiendo, a nuestro lado.
Así, la hora más triste será la más gozosa, la situación más humillante será la más gloriosa, el
punto más bajo será el más elevado. Sucede como en el grano de trigo, cuando más penetra en
la oscuridad de la tierra y más muere y se destruye a sí mismo es cuando más empieza a llenar
y dar sentido a su vida. La vida que se da es la que vale, la que da fruto, la que tiene razón de
ser. El amor fecunda nuestro sufrimiento y vence toda muerte. Jesús, entregando por amor su
vida preciosa, redimirá todo pecado y conseguirá la salvación universal.
Oremos: Escucha, Padre, nuestras súplica y ayuda a todos que sufren con
la luz y la gracia de Jesucristo

Por cuantos están pasando la hora triste, el sufrimiento en el cuerpo o en el alma, para
que sean confortados, en comunión con Cristo.

Por cuantos gritan y lloran, por cuantos se rebelan o desesperan, para que su desgarro
se convierta en oración.


Por los que no encuentran sentido al sufrimiento y la muerte, para que sean iluminados
por la esperanza de la Pascua.
Por todos nostros, para que comulgando a Cristo, sepamos presentarlo a aquellos que
quieren verlo.
Extraído del libro "Como la Gallina a sus Polluelos" (Cuaresma y Pascua 2003) - Cáritas Española,
Editores. [email protected] - Autor:Pbro. Rafael Prieto Ramiro - Nacido en Cáceres,
España, Sacerdote, Lic. en Teología y en Hist. de la Iglesia en la Pontificia Universidad Gregoriana. Roma.
Actualmente Profesor en el Seminario de Plasencia (Cáceres), Delegado Episcopal de Cáritas y autor de numerosas
publicaciones en Cáritas Española, entre otros). A quien agradecemos su colaboración y participación!
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