C M Y CM MY CY CMY K C M Y CM MY CY CMY K C La idea del trabajo "Conducta a seguir ante una lesión ístmica en un deportista" nace en Murcia, en Abril de 2002, a partir de una conversación que tuve con el Dr Antonio Maestro Fernández, de Gijón. Hablamos de la dificultad que entrañan algunos casos de lesión ístmica en el deportista: qué pruebas pedir, qué tratamiento seguir, cómo orientar la recuperación, etc. Le comenté que en mi Tesis Doctoral (1996) existía algo sobre todo ello y que, al llegar a Barcelona, se lo enviaría por correo electrónico. Cuando fui a hacerlo, vi que el material era escaso y que de poco servía lo que tenía. Empecé a escribir lo que yo creía que debía hacerse ante una espondilolisis con o sin listesis y a comentarlo con mi padre. Pronto empecé a preguntar a compañeros médicos por su opinión ante determinadas situaciones de lesión ístmica. La cosa se fue complicando y tomando espontáneamente la forma de Documento de Consenso. Introducción Quiero agradecer el entusiasmo con el que han participado en esta publicación mis compañeras las Dras Assumpta Estruch y Marta Rius, del Consell Català de l'Esport y de la Clínica Fundació FIATC. El Programa de Ejercicios ha sido encargado a las Sras Maialen Araolaza, Laia Monné y Laura Pacheco, fisioterapéutas del Consell Català de l'Esport. Considero que el resultado del mismo es tremendamente útil y práctico. También debo agradecer la colaboración desinteresada como modelo de la Srta Mònica Riba, deportista de élite de aeróbic deportivo (subcampeona M Y CM MY CY CMY K mundial en 2001, campeona de España de forma continuada entre 1996 y 2001). Mónica es portadora de espondilólisis a doble nivel, conocida desde los doce años. Fue diagnosticada por mi padre y en la actualidad lo controlo yo. Quiero también agradecer a los autores de este Documento de Consenso su valiosa contribución. El entusiamo y la comprensión ha presidido todas las enmiendas y consejos que han realizado y no han sido pocas. Como verá el lector, hay médicos vinculados al mundo del deporte y médicos vinculados a labores hospitalarias relacionadas con el raquis lumbar, todos ellos de talla conocida y contrastada. También debo agradecer la ayuda recibida por parte de Recuperat-ion Electrolitos S.L. en esta publicación. Finalmente, debo mencionar que este documento lo auspicia la Societat Catalana de Medicina de l'Esport, a la que agradezco en la persona del Dr Olivé, su Presidente, la confianza en mí depositada. El trabajo ha sido apasionante, absorbente y laborioso, pero si en algo se beneficia el deportista, habrá valido la pena. C 2 M Y CM MY CY CMY K C M Y CM MY CY CMY K A1. ESPONDILÓLISIS EN FORMACIÓN SITUACIONES PATOLÓGICAS A CONSIDERAR Sospecharemos la espondilólisis en un deportista con la clínica que citamos en la revisión bibliográfica y con gammagrafía ósea planar captante a nivel ístmico, a pesar de que la radiología no demuestre la imagen lítica. La fórmula correspondiente será: Para determinar la conducta a seguir debemos tener en cuenta la edad biológica del deportista, su potencial de crecimiento y la sintomatología que sufre. También será básico conocer el tipo de deporte que practica y el nivel con que lo hace. Todo ello lo valoramos junto a los resultados de las distintas pruebas complementarias, para así conocer el estadio en que se encuentra la lesión ístmica. Podemos encontrarnos con cuatro distintas situaciones en función de la edad y de la lesión existente: Cl(+), Rx (-), GOP/SPECT(+) Frente a esta situación es recomendable el reposo deportivo. Algunos autores proponen la utilización de un corsé, hasta la negativización de la clínica y de la gammagrafía ósea. El tipo de corsé -delordosante o no, rígido o blando- debe ser opcional y depender, en último extremo, del médico responsable del deportista. Interesante es comentar aquí el objetivo de la inmovilización será doble: fusionar o estabilizar por una parte y disminuir el dolor por otra. Como señalamos en la revisión bibliográfica, el tiempo en que se debe llevar el corsé y el tipo de éste es tremendamente variable. Nosotros, al tratarse de individuos jóvenes practicantes de deporte, en ocasiones a muy alto nivel, consideramos debe llevarse alrededor de los dos meses. Con ello conseguiremos como mínimo la desaparición de la sintomatología y en algunos casos la estabilización y fusión de la pars. - Niño o adolescente con espondilólisis - Niño o adolescente con espondilolistesis - Adulto con espondilolisis - Adulto con espondilolistesis A. NIÑO O ADOLESCENTE CON ESPONDILÓLISIS En un niño o en un adolescente, ante la sospecha de lesión ístmica realizamos inicialmente un estudio radiográfico con proyecciones posteroanterior, lateral y oblicuas a 45º al que asociamos un estudio de gammagrafía ósea planar con SPECT óseo. A partir de estos resultados, si es necesario, completaremos el estudio mediante escáner. Tres son las situaciones patológicas con que nos podemos encontrar. Debemos señalar que si se ha utilizado la técnica de SPECT, la negativización de ésta es de difícil valoración, pués debe tenerse en cuenta la gran sensibilidad de DVA EPL en FORMACION Rx (-) GOP/SPECT (+) REPOSO EJERCICIOS CORSE CURACION EPL CL (-) Rx (-) GOP/SPECT (-) CL (-) CL (+) EPL ACTIVA Rx (+) GOP/SPECT (+) TC aspecto AGUDO TC aspecto CRONICO FD (-) EPL INACTIVA REPOSO Rx (+) EJERCICIOS CL (-) GOP/SPECT (-) RM (-) FD (+) Hallazgo casual RM (+) DVA CI (-) CL = Clínica. DVA = Deportes Vertebralmente Agresivos. EPL = Espondilólisis. FD = Factores Displásicos. GOP = Gammagrafía Ósea Planar. RM = Resonancia Magnética A. Conducta a seguir ante un EPL en un niño o adolescente 3 C este método, capaz de captar mínimas actividades osteoblásticas. Por tanto, en muchas ocasiones, deberemos fijarnos en la marcada disminución de la captación, asociada a una total mejoría clínica. La fórmula correspondiente a esta situación será: M Y CM MY CY CMY K A3. ESPONDILÓLISIS INACTIVA. Se puede llegar a esta situación, a partir de un caso de lisis activa o como resultado de un hallazgo casual en el curso de una exploración rutinaria de columna lumbar. La fórmula será: Cl(-), Rx(-), GOP/SPECT(-) Cl(-), Rx(+), GOP/SPECT(-) En principio, ante esta negativización, se permitirá la vuelta a la actividad deportiva, no sin antes realizar una profunda pauta de estabilización vertebral. En las ocasiones que el cuadro se reactive (dolor y GOP/SPECT positiva), aplicaremos nuevamente el protocolo. A2. ESPONDILÓLISIS ACTIVA Se dará esta situación cuando coincidan la clínica estudiada con la existencia de una lisis comprobada radiológicamente y una gammagrafía ósea planar con SPECT positiva. La fórmula correspondiente será: Cl(+), Rx(+), GOP/SPECT(+) Frente a este cuadro clínico, radiológico y gammagráfico, es obligado el reposo deportivo hasta la inactivación de la GOP/SPECT. Será aquí donde posiblemente un escáner (TC), nos ofrecerá la imagen de la estructura ósea de la pars. Si la TC nos muestra una imagen de solución de continuidad con esclerosis de los bordes, reacción perióstica en el defecto reciente, geodas y reacción perióstica irregular, se desaconsejará el corsé delordosante. En este sentido, la simple observación de la separación entre los bordes del defecto nos puede inducir a pensar en una mayor dificultad de consolidación. En el caso que los bordes de la fractura sean limpios y de aspecto reciente, la colocación de una inmovilización delordosante puede ser de gran ayuda e igualmente opcional. La fórmula de la inactivación será: Cl(-), Rx(+/-), GOP/SPECT(-) en donde, como podemos ver, la lesión ístmica se habrá reparado radiográficamente o no, dependiendo -en gran parte- del estado de la pars visto por TC y de la conducta seguida. Así pues llegaremos a la curación (Cl(-), Rx(-), GOP/SPECT(-)) o la última posibilidad diagnóstica: una espondilolisis inactiva (Cl(-), Rx(+), GOP/SPECT(-)). 4 Frente a este cuadro, es necesario matizar según las características de los diferentes casos que lo presenten. Si el deportista tiene un único factor displásico -o ninguno- se le permitirá la vuelta a la práctica del deporte, sea cual sea éste y la intensidad con que lo practique. Por el contrario, si el deportista posee más de un factor displásico (FD) asociado a franca alteración discal objetivada por Resonancia Magnética (RM) deberá aconsejar, de forma preventiva, el abandono de la práctica de los Deportes Vertebralmente Agresivos (DVA), muy especialmente cuanto más joven sea el deportista. Como criterio de degeneración discal elegimos la objetivación de separación o desprendimiento del anillo discal (SE-T1) o una marcada disminución del espacio discal (SE-T2). Finalmente, sean cuales sean los factores displásicos, se permitirá la práctica de cualquier deporte que no se considere vertebralmente agresivo. Debemos señalar que las anteriores contraindicaciones, pueden establecerse de forma temporal hasta que el individuo alcance la maduración ósea definitiva, momento en el cual un control evolutivo puede conducir a una nueva valoración del caso. No obstante, si el deportista es de alto rendimiento, se hace difícil pueda alcanzar nuevamente esta condición, después de un largo periodo de reposo deportivo. Este retorno, además, no estará exento de riesgo, al reintroducir de nuevo los mismos factores biomecánicos que anteriormente habían provocado la lesión. Finalmente, indicar también la posibilidad de que exista una espondilólisis rebelde a toda estrategia terapéutica convencional. La infiltración guiada mediante imaginería a nivel de la pars estará justificada para valorar una posible reparación quirúrgica de la misma. C B. NIÑO O ADOLESCENTE CON ESPONDILOLISTESIS La conducta a seguir ante un caso de un niño o adolescente con espondilolistesis no está sujeta a la importancia o severidad del cuadro clínico. Exista o no dolor lumbar bajo, sea éste irradiado o no la conducta a seguir debe basarse en la existencia de inestabilidad vertebral y en el grado de deteriorización discal. Como criterio de inestabilidad valoraremos un movimiento anormal superior a los 12º de angulación dinámica o los 8% de traslación intervertebral. M Y CM MY CY CMY K En caso que objetivemos inestabilidad, deberemos realizar Resonancia Magnética (RM) para valorar degeneración discal. Como criterio de degeneración discal elegimos la objetivación de separación o desprendimiento del anillo discal (SE-T1) o una marcada disminución del espacio discal (SE-T2). Ante una columna con espondilolistesis grado I que sea estable, sin degeneración discal, la fórmula será: Rx< = 25% INEST (+) RM(-) y se permitirá la práctica de los Deportes Vertebralmente Agresivos (DVA) sean cuales sean los factores displásicos. B1. ESPONDILOLISTESIS GRADO I En los casos de espondilolistesis menor al 25% de desplazamiento (grado I), debemos valorar el grado de inestabilidad que ésta conlleva, así como la degeneración discal asociada. Por tanto, se deberá realizar un estudio radiográfico funcional y una RM. En caso de que NO objetivemos inestabilidad, la fórmula será: Rx<25%, INEST (-) Y se permitirá la práctica de todo tipo de deporte, a excepción de cuando exista más de un factor displásico, situación en la cual deberemos realizar una RM y en función de que esta muestre degeneración discal o no, aconsejaremos o no la práctica de los DVA. A una inestabilidad lumbosacra con degeneración discal se le recomendará el abandono de la práctica de los Deportes Vertebralmente Agresivos (DVA), a cualquier intensidad. Su fórmula será: Rx< = 25% INEST (+) B2. ESPONDILOLISTESIS GRADO II O SUPERIOR Para nosotros el poseer una espondilolistesis de grado II, que corresponde a un porcentaje de un 25% o más, obliga a la retirada de la práctica de los deportes vertebralmente agresivos a cualquier intensidad. Igualmente, es muy recomendable que el control de la evolución de la olistesis se realice a nivel hospitalario. RM (+) FD (+) Rx funcionales INESTABILIDAD (-) Rx funcionales INESTABILIDAD (+) Rx >= 25% DVA RM (-) FD (-) DVA Rx < 25% CL (+/-) RM(+) RM (-) RM (+) DVA Control hospitalario CL = Clínica. DVA = Deportes Vertebralmente Agresivos. FD = Factores Displásicos. RM = Resonancia Magnética. Rx = Radiografía. B. Conducta a seguir ante un EPLT en un niño o adolescente 5 C M Y CM MY CY CMY K C. ADULTO CON ESPONDILÓLISIS cundario a síndrome facetario. C1. ESPODILÓLISIS INACTIVA En ningún caso recomendaremos el abandono de la actividad física no sin antes agotar todas las posibilidades terapéuticas a nuestro alcance. Desde pautas de musculación para una buena estabilización vertebral, pasando por infiltraciones de todo tipo hasta la rizolisis. Estas son técnicas que pueden ser de gran utilidad. Ante el hallazgo, en ocasiones casual, de una espondilólisis en el adulto, que no se acompaña de ningún tipo de dolor lumbar, no se recomienda la realización de una GOP-SPECT. Así, la fórmula sería: Cl(-), Rx(+) Son muy raros, pero no imposibles, los casos de espondilólisis activa o en formación en la edad adulta, siendo opcional la posibilidad de completar el estudio mediante Tomografía Computada. El conocimiento de una espondilólisis inactiva en un deportista que ha alcanzado la maduración ósea obliga únicamente a valorar la existencia o no de inestabilidad vertebral. Como criterio de inestabilidad valoraremos un movimiento anormal superior a los 12º de angulación dinámica o los 8% de traslación intervertebral. En este último caso observaríamos la aparición de olistesis a partir de una espondilólisis. En muchas ocasiones ocurre que el dolor lumbar presentado por el paciente no tiene ninguna relación con el defecto ístmico. La valoración de cada caso ha de ser concienzuda y no debemos nunca olvidar esta posibilidad. Una vez superada la etapa de dolor, bien sea secundaria a síndrome facetario bien a espondilólisis activa en el adulto, se continuarán los ejercicios de estabilización vertebral y se procederá a la reinserción progresiva al deporte anteriormente practicado. C2. ESPONDILÓLISIS ASOCIADA A DOLOR LUMBAR La consulta de un adulto afecto de espondilólisis con dolor lumbar es frecuente y normalmente secundario a síndrome facetario. Ante la persistencia de dolor lumbar, las pruebas complementarias elegidas han de ir encaminadas al estudio facetario. Será recomendable valorar las facetas articulares radiográficamente. Una gammagrafía con SPECT óseo puede sernos de gran ayuda, en el momento de aclarar el origen de un dolor lumbar bajo, habitualmente, tal como decíamos, se- Existe la posibilidad de que exista una espondilólisis rebelde a cualquier tratamiento. La infiltración guiada mediante imaginería a nivel de la pars estará justificada para valorar la posibilidad de reparación quirúrgica de la misma. EPL en formación Reposo Corsé Ejercicio (+) (+) Sd facetario GOP/SPECT CL + (-) Rx (+) TC Reposo Infiltración Rizolisis Ejercicio Otros diagnósticos CL - Ejercicios CL Ejercicios CL = Clínica. DVA = Deportes Vertebralmente Agresivos. EPL = Espondilólisis. GOP = Gammagrafía Ósea Planar. Rx = Radiografía. TC = Tomografía Computada C. Conducta a seguir EPL en adulto 6 DVA C D. ADULTO CON ESPONDILOLISTESIS En principio sabemos que la maduración ósea limita la evolución de la olistesis, aunque no por ello se detendrá la deteriorización del disco subyacente, cuya alteración esta muy ligada a la inestabilidad vertebral. Debido a ello, en caso de detectar radiográficamente por primera vez una espondilolistesis en un adulto, la prueba complementaria a realizar es la Resonancia Magnética. Como criterio de inestabilidad valoraremos un movimiento anormal superior a los 12º de angulación dinámica o los 8% de traslación intervertebral. Como criterio de degeneración discal elegimos la objetivación de separación o desprendimiento del anillo discal (SE-T1) o una marcada disminución del espacio discal (SE-T2). D1. ESPONDILOLISTESIS GRADO I Las espondilolistesis de primer grado con dolor lumbar, debe ser valorada mediante un estudio radiográfico funcional y la objetivación de deteriorización discal mediante RM. A tenor de los resultados podemos tener. Cl (+), INEST (+), RM (+) Ante esta fórmula, recomendaremos el abandono de la práctica de los deportes vertebralmente agresivos, aunque la última palabra la tendrá el deportista, debidamente informado. Cl (+), INEST (+), RM (-) Ante esta fórmula, realizaremos tratamiento del dolor lumbar y recomendaremos el control radiográfico de M Y CM MY CY CMY K la lesión, para objetivar posibles discopatías. No recomendaremos el abandono de la práctica de deportes vertebralmente agresivos. Cl (+), INEST (-), RM (+/-) Ante esta fórmula, realizaremos tratamiento del dolor lumbar, pero no recomendaremos el abandono de la práctica de deportes vertebralmente agresivos. D2. ESPONDILOLISTESIS GRADO II O SUPERIOR Las espondilolistesis de grado superior al segundo están más relacionadas con factores displásicos que con la actividad física. Son, por tanto, poco frecuentes en el medio deportivo. Si van acompañados de dolor, deberán tener un control hospitalario. Sea cual sea el grado de olistesis, si no existe dolor lumbar, expondremos al deportista de forma razonada, los peligros que pueden derivarse de persistir en su actividad, siendo finalmente el deportista el que, debidamente informado, decidirá la actitud a tomar. En algunos casos, al tratarse de deportistas de alto rendimiento, con claras implicaciones socio-económicas, se adoptará el camino de la permisibilidad. Esta permisibilidad estará condicionada a la práctica continuada de ejercicios de estabilización vertebral, a unas normas, a veces difíciles de cumplir, para evitar ciertos gestos deportivos nocivos y a un control periódico clínico, que podrá complementarse con estudios de RM en caso de variaciones en la misma. Recomendable Rx >= 25% Recomendable RM (+) CL (+) CI (-) DVA Rx: INESTABILIDAD (+) RM (-) Rx < 25% Rx: INESTABILIDAD (-) Control periodico DVA CI (-) CL = Clínica. DVA = Deportes Vertebralmente Agresivos. RM = Resonancia Magnética. Rx = Radiografía. D. Conducta a seguir ante una EPLT en adulto 7 C La espondilólisis es un defecto óseo a nivel de la pars interarticularis de una vértebra (Figura 1). Habitualmente se presenta de forma bilateral, afectando la L5 (8595%), siendo más rara la afectación de vértebras lumbares proximales,(3,37,95) la afectación de las cuales suele ser unilateral.(95) La lesión ístmica unilateral se observa en un 14-30% de los casos(43,137,140,141) Más rara es la afectación en tres partes de una misma vértebra (las dos pars y una lámina).(5) Aunque raro, puede afectarse simultáneamente varios niveles.(23,102,155) Por espondilolistesis entendemos el desplazamiento de una vértebra sobre su inmediata inferior (Figura 2). Dicho desplazamiento se producirá más frecuentemente en la charnela lumbosacra. Su prevalencia en la población caucásica es de alrededor del 5%, mientras que la espondilolistesis ístmica, aparece en un 25-30% de las primeras(47,96,136,167) EPIDEMIOLOGÍA La mayoría de autores han usado la radiología convencional (técnica específica pero poco sensible) como método de estudio de la prevalencia de espondilólisis. En este sentido, el trabajo de Roche y Rowe (1952)(137) realizado sobre cadáveres es una excepción y un punto de referencia epidemiológico también por la importancia numérica de la serie. Aproximadamente la espondilólisis se presenta en el 3-6%(3,137) de la población caucásica, existiendo un aumento de esta prevalencia en determinados grupos étnicos,(155,159) deportivos (69,70,72,87,140,141,161) y familiares(1,49,123,186). El defecto de la pars interarticularis jamás se encuentra en el momento del nacimiento.(64,137) Es una entitad que aparece durante la infancia y no aumenta de forma 8 M Y CM MY CY CMY K significativa en la edad adulta.(47) La lesión ístmica afecta más a los hombres que a las mujeres(3,47), aunque parece que éstas desarrollan mayores olistesis.(24,65) ETIOPATOGENIA La espondilólisis se considera una fractura de sobrecarga,(10,11,120,123,134,181) con unos factores predisponentes: herencia(1,49,123,186), edad y sexo,(7,155,170,179) raza(155,159) y estructura de la pars (142) y del raquis. FACTOR DESENCADENANTE: SOBRECARGA DE LA PARS. El concepto de sobrecarga ósea está íntimamente ligado al concepto de microtraumatismo, entendiendo por éste, aquel traumatismo que producido una única vez no desarrolla alteración tisular alguna, pero que producido de forma repetida, y teniendo carácter acumulativo, puede provocar alteraciones tisulares evidenciables. Se trata de un tipo de fractura especial por diversas razones: (182) - Se desarrolla a edades tempranas - Existe una predisposición hereditaria - No requiere una sobrecarga repetida inusual, sino que, en muchas ocasiones solo es necesario un trauma minor repetido - El defecto de la pars tiende a persistir. Existen diversos estudios biomecánicos que avalan la sobrecarga mecánica como desencadenante de la lesión C ístmica Dietrich i Kurowski (1985), en un modelo experimental, encontraron que las mayores cargas durante los movimientos de flexión/extensión ocurren en L5-S1 y el mayor estrés en la región de la pars interarticularis. Cyron y Hutton (1978, 1979) encontraron que las cargas de cizallamiento realizadas en el raquis lumbar de cadáveres desarrollaban fracturas en la pars interarticularis. Roca (1977), mediante un estudio fotoelástico bidimensional, estudió la transmisión de fuerzas a través de un modelo vertebral de poliesterpolicarbonato. Así, demostró que la hiperextensión repetida era la responsable de la acumulación de cargas en el istmo. M Y CM MY CY CMY K Roca (1977) apoyándose en los estudios anatómicos de Krenz (1973) observa como la tensión de rotura a tracción es menor que el de compresión y como el defecto ístmico nace en la parte más inferior de la pars. Como veremos más adelante, el deporte ha sido un fabuloso banco de pruebas que demuestra cómo la sobrecarga sobre el raquis aumenta la incidencia de la lesión ístmica, en todos aquellos deportes en los que la hiperextensión, con mayor o menor grado de rotación, es el gesto deportivo principal. FACTORES PREDISPONENTES. Krenz (1973) ha estudiado la anatomía del sistema trabecular de la pars definiendo dos sistemas lineales de trabeculación. Posteriormente, Sagi, Jarvis y Uhthoff (1998) han observado en fetos humanos una desigual distribución de las trabéculas de la pars interarticularis lumbar. Ello sugiere que anomalías congénitas en esta región pueden predisponer a la lesión ístmica. Nathan (1959) es el autor que describe el trayecto del defecto ístmico. Se trata en la gran mayoría de los casos de un defecto que va desde la proyección hacia abajo del proceso articular inferior de la vértebra suprayacente, hasta la proyección hacia arriba del proceso articular superior de la vértebra subyacente. De ahí, propone que la lesión ísmica se debe a una lesión de sobrecarga debido al "efecto pinza" ("pinching-off") (Figura 3). En el mismo sentido, Drevet (1990) mediante un estudio radiológico, detecta pequeñas lesiones "pre-líticas": muescas corticales en zonas inferiores de la pars, fisuras incompletas que alcanzan ambos polor corticales y adelgazamientos progresivos de la pars. Los factores predisponentes a sufrir lesión ístmica, fueron estudiados por autores en su mayoría clásicos, siendo pocas las referencias recientes sobre este fenómeno. Raza. La raza se ha considerado siempre un factor predisponente de gran importancia. Aunque no todos encuentran diferencias,(43) autores de la talla de Roche y Rowe (1952) y posteriormente Wiltse (1962) han observado una mayor prevalencia de espondilólisis en la raza caucásica sobre la africana, en una proporción de 2:1. Los estudios sobre la raza esquimal, concretamente la etnia inuip, encuentran una prevalencia que oscila entre el 33 y el 60%.(80,155,159) No obstante, la influencia racial en la lesión ístmica ha perdido fuelle en los últimos años. Así, diversos trabajos que comparan diversas etnias esquimales con distintos grados de pureza y actividad física muestran cómo el factor ambiental minimiza parcialmente estos datos.(25,170) Introducción Fig 1 Fig 2 Fig 3 Figura 1: Espondilólisis (Stinson, 1993). Figura 2: Espondilolistesis (Stinson, 1993). Figura 3: Efecto pinza ("pinching-off"). La pars queda pinzada entre la la faceta inferior de la vértebra suprayacente y la faceta superior de la vértebra subyacente, de forma parecida a como lo harían unas tenazas rompiendo un alambre (de Balius i Juli, 1977) 9 C Recientemente se ha descrito una mayor prevalencia de espondilólisis en osarios pertenecientes a nativos de la isla de Guam, aunque ésta se relaciona más con lesiones de sobrecarga que con un condicionamiento de tipo étnico. (6,131) Herencia. Diversos autores han establecido una mayor prevalencia de espondilólisis y espondilolistesis en algunas familias (1,7,49,93,94,152,179,186,188) o han observado gemelos univitelinos afectos de lesión ístmica.(18,169,175) Estos son los principales motivos por los que se arguye el factor hereditario como factor predisponente. La prevalencia de los familiares de un individuo con lesión ístmica asciende según las referencias a 23-29%.(7,74,179) Por otro lado, hay autores que consideran que lo que se hereda es algún factor predisponente a sufrir la lesión, como puede ser la debilidad de la pars(142) o anomalías en el arco posterior del sacro.(47,123,159) Sexo. La prevalencia de espondilólisis puede variar entre sexos. Para Roche y Rowe (1952) las mujeres de raza negra son el grupo con menor prevalencia (1.1%) y los varones de raza blanca los que mayor número de lisis acumulan (6.4%). La relación entre varones y hembras oscila entre un 2-3:1.(47,92,123,171) El motivo por el cual ocurre ésto no está claro,(66) pero podría deberse a la mayor actividad física de los varones respecto a las mujeres. (181) En cuanto al desplazamiento vertebral, las mujeres parece que coleccionan más y mayores olistesis,(24,66,149) ello estaría relacionado con su mayor laxitud. Edad. Como hemos visto, jamás se ha encontrado lesión ístmica en niños recién nacidos.(16,49137,179) El caso más precoz conocido corresponde a un niño de 3.5 meses.(22) Fig 4a Fig 4b Fig 4c M Y CM MY CY CMY K Siempre que se arguye la edad como factor predisponente, se la relaciona con el inicio de la sobrecarga y/o la lordosis lumbar. El factor edad está muy relacionado con la evolución psicomotora del niño. Newman (1963) otorga una enorme trascendencia a los primeros años de la deambulación, en hiperlordosis lumbar, que inician el moldeamiento de la pars debido a las sobrecargas que allí se producen. Morfología y estructura lumbar. La lordosis lumbar es mayor en individuos afectos de lesión ístmica que en grupos control,(146) pero también se conoce que dicha lordosis aumenta a medida que aumenta la lesión ístmica.(183) No obstante, llama la atención que el hombre es el único primate que tiene una columna lumbar en lordosis y que además és el único que sufre espondilólisis-olistesis.(179) Igualmente, humanos que por distintas circunstancias jamás han adquirido la posición bípeda, no sufren este tipo de lesión lumbar.(139) La lordosis y la hiperextensión lumbar que propicia la lisis de la pars puede ser debida a una alteración estática de base,(84) producida por movimientos de hiperextensión del raquis lumbar, como ocurre en paralíticos cerebrales con crisis atetósicas de repetición(119) y en muchos movimientos deportivos. CLASIFICACIÓN DE LAS ESPONDILOLISTESIS Recordemos que la clasificación vigente de las espondilolistesis pertenece a Wiltse, Newman y MacNab (1976). Considera cinco tipos (Figura 4): Tipo I, Displásica: anomalía congénita de la plataforma sacra o del arco posterior de la quinta lumbar, permi- Fig 4d Fig 4e Figura 4: Clasificación de las Espondilolistesis. a: Displásica. b: Istmica. c: Degenerativa. d: Traumática. e: Patológica. (Inspirado en Hensinger, 1983). 10 C tiendo el desplazamiento anterior del cuerpo vertebral lumbar. La espondilolistesis displásica se caracteriza por aplasia de carillas articulares. Este hecho facilita desplazamientos de gran importancia con istmos alargados y adelgazados. Además, el raquis lumbar posee diversos grados de displasia: vértebra trapezoidal, promontorio sacro en S itálica y Espina Bífida Oculta (EBO). Tipo II, Ístmica: la más frecuente, las carillas articulares mantienen su normal relación, mientras que la pars interarticularis está fracturada. La espondilolistesis ístmica no objetiva aplasia de carillas articulares, pero sí el defecto evidente de la pars y sus desplazamientos son discretos. A su vez podemos observar tres subtipos: (a) lítica, secundaria a una fractura por fatiga del istmo, (b) elongación ístmica, sin observarse una solución de continuidad en la pars interarticularis, y (c) fractura aguda de la pars a raíz de un traumatismo fuerte. Tipo III, Degenerativa: aparecen normalmente en personas adultas (Wiltse, 1976, asegura que jamás se observa antes de los 40 años y muy raramente antes de los 50) por inestabilidad en el disco intervertebral que determinan una movilidad segmentaria anormal a nivel de las pequeñas articulaciones. Tipo IV, Traumática: resultado de un traumatismo del arco posterior que no ha de pasar necesariamente por la pars. Tipo V, Patológica: muy raras, consecuencia de una enfermedad ósea generalizada o localizada. En el medio deportivo podemos encontrarnos habitualmente con la espondilolistesis ístmica y, en algunas ocasiones, con la espondilolistesis displásica. Ajenos al deporte, existen casos de espondilolistesis displásicas que desarrollan secundariamente olistesis de tipos ístmico.(2) La clasificación de Wiltse, Newman y Macnab (1976) fué tímidamente cuestionada por Wynne-Davis (1979) y Albanese (1982) al observar casos familiares de espondilolistesis ístmicas que coleccionaban un mayor número de olistesis displásicas y EBO y viceversa, individuos con espondilolistesis ístmicas que tenían familiares afectos de espondilolistesis displásicas y EBO. Para estos autores las olistesis ístmicas y displásicas eran la misma entidad con distintos grados de evolución. M Y CM MY CY CMY K LESIÓN ÍSTMICA Y DEPORTE La prevalencia de lesión ístmica en población deportiva aumenta respecto a la población caucásica no deportiva a un 10-20%.(69,70,72,85,87,140) La mayoría de las referencias consultadas hacen este cálculo en población deportiva afecta de dolor lumbar bajo. Por este motivo, destaca el estudio de Soler y Calderón (2000), ya que se realiza sobre población deportiva española, a su ingreso en la residencia Blume de Madrid, tengan o no antecedentes de dolor lumbar bajo. Estos autores sitúan la tasa de prevalencia en un 8,02%, algo inferior a las otras referencias. La lesión ístmica se observa en deportes donde predomina la flexoextensión -gimnasia,(9,28,53,58 ,72,112,161) natación estilo mariposa(19, 124) - asociada en ocasiones, a rotaciones -tenis (107,177), salto de altura (19) o lanzamientos de jabalina (27)- y/o carga simultánea -halterofilia, saltos de trampolín, taekwondo-.(86,42,50,54 ,75) Desde un punto de vista clínico, si exceptuamos el momento de la aparición de la espondilólisis, parece que la práctica del deporte moderada no predispone a sufrir mayor sintomatología. (48,58 ,121,156) Todos estos deportes son definidos por nosotros como Deportes Vertebralmente Agresivos (DVA)(12). Como hemos visto, son deportes cuya práctica obliga necesariamente a la realización de flexo-extensión, inclinación y rotación vertebral, de forma continuada, forzada a la máxima intensidad e inevitable, a los que en algunos deportes se asocia simultáneamente cargas continuas o discontinuas, soportadas, en muchas ocasiones, en mala posición. Son deportes en los que, a pesar de seguir una técnica correcta, es imposible proteger el raquis y alcanzar al mismo tiempo rendimientos deportivos máximos. En la Tabla I definimos los deportes contemplados por nosotros como DVA. Podemos clasificar la bibliografía de lesión ístmica específica deportiva en tres grandes apartados: Estudios de prevalencia del defecto. Como hemos visto, las especialidades deportivas en que se obliga a la columna lumbar a repetidas hiperextensiones, algunas veces con carga, se han convertido en una excelente prueba de que la espondilólisis es una fractura de sobrecarga, al comprovar que sus practicantes tienen un índice superior de defectos ístmicos que otras poblaciones.(69,72,85,87,140,161) 11 C TABLA I DEPORTES VERTEBRALMENTE AGRESIVOS (DVA) • Gimnasia deportiva • Gimnasia rítmica y artística • Halterofilia • Natación: braza y mariposa • Tenis* • Waterpolo • Judo y Lucha • Lanzamientos de jabalina y de peso • Saltos de trampolín • Esquí naútico y alpino* • Balonmano* • Voleibol* *A altas intensidades Estudios biomecánicos. Todos ellos encaminados al estudio de la biomecánica del gesto deportivo y a su relación con la sobrecarga de la pars.(50,59 ,70,108) Estudios de la conducta a seguir. Un gran número de publicaciones van encaminadas al tratamiento y rehabilitación del deportista aquejado de lumbalgia por espondilólisis y la conducta a seguir. Cabe mencionar aquí la contribución que MICHELI(110-113) ha tenido en este campo. Este autor ha sentado las bases actuales de la conducta a seguir ante una espondilólisis en un deportista. La primera publicación española específica de lesión ístmica en el deporte corresponde a Balius i Juli (1965). En la actualidad, dentro del ámbito de la traumatología del deporte, el área de interés reside en la prevención de esta lesión a través de programas específicos y a la conducta a seguir ante una lesión de la pars. CLÍNICA Clínicamente, podemos encontrar tres tipos de dolor relacionado con la lesión ístmica y/o olistésica: dolor lumbar producto de la lesión ístmica, dolor lumbar relacionado con alteración de las pequeñas articulaciones y dolor radicular asociado a la lesión de la pars.(13) Dolor producto de la lesión ísmica (con o sin olistesis). La lesión ístmica, a menudo cursa sin sintomatolo- 12 M Y CM MY CY CMY K gía.(47,64) Se calcula que hasta un 80% de los casos son asintomáticos.(100) Parece que los individuos que someten el raquis a extensión o rotación repetidas son los que con mayor frecuencia desarrollan dolor.(4,160,161,181) Ello estaría relacionado con los mecanismos biomecánicos de producción de la lesión y evidentemente, con la población deportiva, en la que un diagnóstico preciso será entonces indispensable.(88) El inicio del dolor suele ser progresivo y mecánico, aunque también existen referencias de aparición súbita o empeoramiento agudo de un cuadro después de un accidente fortuito.(60,181) Su presentación se describe como un dolor lumbar bajo, con irradiación a región glútea y en ocasiones a muslos, a menudo invalidante.(4,28,30,60,153,112) Para Standaert y Herring (00) la única maniobra patognomónica sea posiblemente aquélla que realiza una hiperextensión combinada de la cadera y el raquis lumbar, manteniéndose el individuo sobre la otra pierna. Esta prueba es útil en la espondilólisis unilateral, puesto que dolor aparece al apoyarse el paciente sobre el lado sano.(4,28,112,179) Al dolor se le asocia con frecuencia una contractura refleja de los isquiosurales, una postura lumbar en hiperlordosis(4,160) y cierto grado de actitud escoliótica. La contractura refleja de los isquiosurales se ha relacionado con mayor o menor convicción con una irritación de la raiz nerviosa(15,24,171) aunque no todos los autores lo apoyen.(7,130) Otros consideran que dicha contractura se debe a un intento de control de la estabilidad de la unión lumbosacra.(24,65, 151) Cuando este cuadro clínico es muy aparatoso aparece la llamada "crisis clínica"(123) o "listésica",(136) generalmente asociada a actividad olistésica. Normalmente el inicio de esta sintomatología coincide con el “growth spurt" del adolescente (“el estirón”).(24,35,65) La mayoría de los niños con “crisis listésica” desarrollan una actitud escoliótica lumbar. Esta actitud nunca será estructurada ni superará los 20º. Además se resolverá con el resto de los síntomas(133). Son muchos los autores que han observado una relación entre escoliosis y espondilólisis/olistesis.(44,61,98,168,150). Dolor lumbar relacionado con alteración de las pequeñas articulaciones posteriores (síndrome facetario). Es característico, pero no propio de la espondilólisis ya instaurada o de las espondilolistesis. Como veremos C más adelante, está relacionado con cierto grado de inestabilidad lumbar o con el disfuncionalismo del segmento olistésico.(136) Para algunos autores la inestabilidad es la responsable de la mayoría dolores lumbares en los segmentos con lesión ístmica.(92,101) Se trataría de falsas ciáticas, o pseudociáticas, en las cuales la exploración neurológica es siempre, y por definición, negativa. El dolor, de tipo mecánico, puede estar situado únicamente en la zona lumbar baja, pero también puede simular un recorrido falsamente ciático, por la parte posterior de la extremidad inferior, que nunca superará el talón. Se trata de lo que se ha convenido en llamar "síndrome de la rama posterior". Esta rama es la que inerva, mediante una importante cantidad de ramitas neurógenas, el arco posterior y por tanto las pequeñas articulaciones posteriores. Ya sea el disfuncionalismo del segmento olistésico de origen puramente mecánico, o esté éste mantenido por una degeneración discal, se produce una disquinesia de las articulares posteriores.(116,117) Dolor lumbar de tipo radicular. El paciente más raramente puede sufrir dolor de tipo radicular en una o las dos extremidades inferiores asociada a dolor lumbar bajo. Esta sintomatología es más frecuente en espondilolistesis francas. Los jóvenes, a diferencia de los adultos, rara vez tienen signos objetivos de compresión nerviosa, como puede ser debilidad motora, alteraciones en algún reflejo osteotendinoso o déficids sensoriales.(171,132) Hensinger (1976) considera que normalmente la raiz involucrada es la primera sacra, con irradiación a la parte posterior del muslo. La explicación patogénica de la radiculopatía verdadera es, tal como dice ROCA (1987), problemática. Siguiendo a este autor, descartando los contados casos de hernia discal asociados a espondilolistesis -a lo sumo, un 1.5% de los casos-, en Foto 1a Foto 1b M Y CM MY CY CMY K los cuales existe una relación causa-efecto incuestionable, lo más verosímil sería invocar como causa de dolor radicular: a/ el acodamiento de la raiz sobre el canto prominente de la vértebra retrasada. b/ la estenosis del foramen debida al nódulo fibrocartilaginoso que se produce en la pars. Se trata del llamado "nódulo de Gill".(52) Para Laurent (1958) este fenómeno se da en muy pocas ocasiones. c/ la estenosis foraminal provocada por una olistesis asimétrica. La manera de objetivar este fenómeno consiste en observar un desplazamiento superior en una de las dos proyecciones oblicuas. DIAGNÓSTICO DE PRECISIÓN Básicamente, utilizaremos cuatro pruebas complementarias, cada una de ellas con distintas propiedades y características. En todas las ocasiones la combinación de dos o incluso tres exploraciones nos dará una idea muy concreta del momento de la historia natural de la lesión. 1. Radiología convencional. Es una prueba poco sensible pero muy específica(62) Estas limitaciones se deben en parte a la orientación espacial del defecto.(143) La proyección AP se recomienda realizarla con 30º de desviación axial.(3,167) La proyección que más objetiva la lesión es la oblicua (Foto 1a, 1b). Se realiza con una oblicuidad del rayo a 45º. Cuando la proyección a 45º no es definitiva para el diagnóstico, otras proyecciones oblicuas a 30º y 60º pueden ser de gran utilidad. Clásicamente, la lesión se describe como un perrito con collar o “decapitado”, Foto 1c Foto 1: Estudio radiológico convencional (espondilólisis L4 bilateral). a: Proyección Oblicua Derecha (45º). b: Proyección Oblicua Izquierda (45º). c: Proyección lateral 13 C según el estado de ánimo del observador. Se recomienda que las radiografías sean hechas en bipedestación, ya que una espondilólisis aparente en posición acostada se puede revelar como una espondilolistesis en bipedestación. Entre un 16% y un 20% las espondilólisis radiográficas son vistas únicamente mediante la proyección oblicua convencional.(3,97) La proyección lateral (Foto 1c) es capaz de objetivar gran número de espondilólisis y es la idónea en el diagnóstico de olistesis. Existen dos formas de valorar el grado de olistesis: el sistema proporcional de Meyerding (1932) (Figura 5) que es muy útil para el entendimiento clínico(134) y el sistema porcentual de Taillard (1957), modificado por Wiltse (1983) (Figura 6),(183) fundamental para tabular los eventuales cambios evolutivos en la historia clínica de un paciente.(34) Fig 5 M Y CM MY CY CMY K Igualmente, son muy importantes la proyecciones funcionales ya que en la espondilolistesis objetivarán posibles inestabilidades,(49,134,167) siendo su utilidad más discutible en el caso de la espondilólisis. Más adelante, en el apartado de factores pronóstico, estudiaremos la trascendencia de determinadas alteraciones displásicas objetivadas radiográficamente en el desarrollo de olistesis. 2. Gammagrafía Ósea Planar (GOP) y SPECT. En el conocimiento de la fisiopatología de las lesiones de sobrecarga, juega un papel preponderante la GOP con tecnecio99m-MDP.(128) combinada con técnica tomográfica (SPECT). La GOP (Foto 2) es muy sensible y poco específica(44,63,73,78,103) Estudios comparativos entre GOP y radiología convencional coinciden en demostrar la Foto 2 Fig 6 Figura 6: Meyerding, en 1932, propuso un sistema de medición del desplazamiento tangencial.(183) Este sistema divide la parte superior del sacro en cuatro secciones iguales y les asigna el grado I, II, III y IV al deslizamiento sobre la primera, segunda, tercera y cuarta sección respectivamente. El grado V estaría reservado a los casos de espondiloptosis. Figura 7: El sistema de Taillard (1953), modificado por WILTSE (1983), propone que la distancia de la parte posterior del córtex de S1 se cuantifique respecto a la parte más posterior de la cara superior de L5, y se traslade paralelamente a la base de la misma vértebra, marcando el extremo posterior de la linea un punto x, que corresponderá exactamente al punto más posterior del córtex. Esta medida se divide por la distancia anteroposterior de la parte más inferior del cuerpo de la última lumbar y luego se multiplica por cien. Foto 2: Gammagrafía Osea Planar. Hipercaptaciones focales del trazador en los márgenes superexternos de L5, con aspecto muy sugestivo de espondilólisis metabólicamente activa. Foto 3a Foto 3b Foto 3c Foto 3d Foto 3: Imágenes tomogammagráficas (SPECT) lumbares. a: corte coronal. b: corte axial de L5. c: corte sagital izquierdo. d: Corte sagital derecho. Hipercaptaciones ambos lados del arco posterior de L5 que se localizan en cada pars, pero más marcada en la izquierda que en la derecha. 14 C mayor sensibilidad de la gammagrafía.(73,44,174) Se recomienda esta prueba ante un deportista adolescente con marcado dolor de espalda, persistente de más de dos semanas.(103,177) El estudio gammagráfico óseo nos da idea de la actividad metabólica de la lesión y de si se trata de una lesión antigua o reciente.(67,78,173) La gammagrafía ósea con o sin técnica de SPECT es la única prueba que valora, con gran sensibilidad, si la lesión ósea es metabólicamente activa(156,174) El SPECT (Foto 3) mejora tanto la sensibilidad como especificidad de la GOP y del estudio radiográfico simple.(21,29,62,78,115,178) Nos informa del momento de la lesión y, con ello, de la conducta a seguir.(103,104,176) Para autores como Lusins (1994) y Watanave (2002) los casos de espondilólisis agudas o reciente, el SPECT es positivo, mientras que los casos crónicos el SPECT es negativo y en los casos en los cuales la espondilólisis está desarrollándose y progresando, el SPECT vuelve a ser positivo, aunque la captación del trazador es más anterior y difusa. Como vemos, la sensibilidad de la GOP para la detección de lesiones vertebrales, especialmente de los elementos posteriores de la vértebra, se incrementa significativamente con el estudio tomogammagráfico óseo (SPECT). En la columna lumbo-sacra, el SPECT óseo aumenta la sensibilidad, respecto al estudio planar, entre un 20-50%(17,21) La gammagrafía ósea con técnica de SPECT juega un papel clave en la valoración del atleta con dolor lumbar y sospecha clínica de espondilólisis, siendo útil en las dos situaciones siguientes: cuando existe lumbalgia y no se observan alteraciones radiológicas, permitirá realizar el diagnóstico precoz de la posible fractura de estrés oculta en la pars interarticularis, y por otra Foto 4a Foto 4b M Y CM MY CY CMY K parte si el estudio radiológico es anormal y muestra el defecto unilateral o bilateral del istmo de la vértebra, el estudio gammagráfico determinará si se trata de una lesión metabólicamente activa, indicando si este defecto ístmico es la causa del dolor lumbar.(115) Esta información fisiológica sobre la lesión, permitirá adoptar la conducta terapéutica adecuada.(115) En este sentido, cabe mencionar la utilización del SPECT lumbar como técnica de seguimiento en atletas con espondilólisis sintomática.(17) También destaca la utilidad del SPECT óseo en la valoración de otros tipos de lesión que no deben olvidarse al valorar un deportista (espondilodiscitis, osteomas osteoides, metástasis, fracturas del cuerpo vertebral, lesiones degenerativas o incluso infecciones),(17) pero, muy especialmente, patología facetaria. (117) 3. Topografía Computada (TC). La TC (Foto 4) se considera una prueba de mayor sensibilidad que la radiología convencional y de mejor especificidad que el SPECT.(31,62,63,143,165) Para el observador no habituado, esta valoración tomográfica presenta la dificultad adicional de diferenciar el defecto de la pars de los procesos articulares adyacentes.(57) Para identificar con facilidad una lisis, existe el llamado "Incomplete Ring Sign" que consiste en detectar el defecto en el anillo óseo formado en los cortes que pasan por la parte baja del pedículo y del cuerpo de la vértebra en estudio. Sea como sea el corte realizado, la TC nos va a dar información del estado del defecto (fractura aguda, defecto no consolidado con geodas y esclerosis, proceso de consolidación o reparación de la pars).(138) La TC nos da información morfológica del defecto óseo y además tiene la cualidad de mostrar otras lesiones asociadas, como la hernia discal.(31,160) En este sentido, Foto 4c Foto 4d Foto 4: a: Corte axial de TC que muestra espondilólisis de la pars interarticularis derecha de L4. Reconstrución oblicua derecha mostrando la lesión, (a) e izquierda (b) que aparece normal. Reconstrucción coronal (c) y axial (d) que muestran la lesión. 15 C las reconstrucciones tridimensionales a partir de cortes de TC nos da buena idea de la realidad anatómica de la lesión y su entorno(51) Existe una proyección tomográfica, perpendicular a la convencional, que permite mayor visualización de la lesión (“reverse gantry”).(31) Nos da valiosa información sobre las características de los bordes del defecto ístmico. Como vemos, el papel de la TC en el estudio de la lesión ístmica, como la gammagrafía ósea con técnica SPECT, complementan a la radiología convencional. Ambas tienen sus ventajas e inconvenientes y lo mejor es pensar que ambas pruebas son complementarias para ver diferentes aspectos de la anatomía y estado fisiológico del hueso. 4. Resonancia Magnética. Hace algo más de una década, el uso de la RM para la visión del arco posterior era prácticamente nulo.(56) En la actualidad permite valorar lesiones asociadas más que objetivar la lesión ístmica, como por ejemplo la degeneración discal asociada a espondilólisis.(160,166) La pars normal se visualiza mejor en la secuencia T1 que en T2(172) Mediante esta técnica se objetiva que solo tres cuartas partes de la pars son estrictamente normales.(26,172) La RM és también útil para evaluar la masa fibrocartilaginosa que se desarrolla a nivel del defecto pars (nódulo de Gill)(106) En la actualidad, se están haciendo estudios en los que se realizan cortes en “reverse gantry” y secuencia T1 y en secuencia DESS con la finalidad de mejorar la visión de la pars.(26,187) Otra de las aplicaciones que puede tener la RM es la detección precoz de la espondilólisis (Foto 5). Por RM se objetivan unos vivos cambios de señal a nivel de la pars que son catalogados como de "reacción de estrés" de la misma y que pueden clasificarse en cinco grados distintos de actividad.(68) Esta reacción de estrés se correspondería con la hipercaptación gammagráfica con técnica de SPECT. De todas formas, este tipo de diagnóstico todavía está en fase experimental. La RM puede ser útil para valorar los elementos estabilizadores de la lesión ítmica como puede ser el disco intervertebral y el ligamento común anterior.71,163 En este sentido, Ikata y cols (1996) describen, en un grupo de adolescentes con espondilolistesis, lesiones en el distel inferior de la vértebra L5 y/o en el distel superior de la vértebra de S1. Ellos encuentran que a más 16 M Y CM MY CY CMY K alteración discal mayor olistesis. La RM será obligada en el momento de proyectar una intervención quirúrgica ya que permite reconocer una hernia discal asociada o su degeneración discal y estimar el grado de estenosis tanto por encima como por debajo del defecto de la pars.(34) Por tanto, ante esta situación, su finalidad será objetivar el origen del dolor lumbar. FACTORES PRONÓSTICO Una de las principales preocupaciones es la progresión a espondilolistesis en pacientes con un defecto en la pars. En general, el riesgo de progresión de una espondilólisis, con o sin un bajo grado de espondilolistesis, a un mayor deslizamiento, es bajo.(47,146,147,149) La progresión del deslizamiento se observa en los adolescentes durante los picos de crecimiento.(19,121,150) y no se conocen con exactitud los motivos por los que sucede esto.(89,91,120,125) En numerosos estudios no había diferencias significativas en el riesgo de deslizamiento comparando mujeres y hombres,(37,48,149) sin embargo muchos autores observaron que el deslizamiento inicial era mayor en mujeres.(23,2466,99) En la actualidad se carece de criterios para definir que grado de deslizamiento es significativo.(71,156) Diversos son los autores que no han encontrado correlación radiográfica o clínica que demuestre riesgo de progresión.(37,48) A pesar de ello, se han barajado distintos conceptos como factores pronóstico. A saber: alteraciones displásicas asociadas a la lesión ístmica, grado de degeneración discal asociada e inestabilidad. Estos dos últimos conceptos, están tremendamente imbrincados uno con otro. Como veremos a continuación, la degeneración discal comporta inestabilidad y tal inestabilidad puede valorarse mediante estudio por RM o mediante radiología dinámico-funcional. ALTERACIONES DISPLÁSICAS ASOCIADAS Sigue prevaleciendo, por tanto, el criterio de identificar si la olistesis es de origen ístmico o displásico. Así, a grandes rasgos, podemos decir que a mayor grado de displasia, mayor olistesis podemos observar.(146,182) Poseer espina bífida oculta (E.B.O.) es factor pronóstico a sufrir una lesión en la pars o una mayor olistesis C (Foto 6).(13,19,47,55 ,123,137,146,171,179) La morfología lumbosacra displásica es factor predisponente a sufrir espondilólisis con o sin olistesis. Son dos las alteraciones a valorar: el aspecto trapezoidal de la quinta vértebra lumbar(13,14,24,100,149,154,164) y la forma en cónsola de la cara superior del sacro (Foto 7).(13,14,24,108,164) Existen autores que niegan tal relación y consideran estas alteraciones secundarias a la progresión olistésica.(37,71,121) No obstante, la observación de las mismas permite, de forma sencilla, valorar la posibilidad o no de que exista progresión. DEGENERACIÓN DISCAL ASOCIADA Parece demostrada la correlación entre degeneración discal y espondilólisis(146,147) y espondilolistesis.(145-147) La degeneración discal podría facilitar la olistesis(34,127,162) El proceso de degeneración discal que se produce paralelamente al fenómeno listésico pasa por tres estadios(81,82) Primero: disfunción, en el cual existen cambios patológicos mínimos en el disco, sin provocarse alteración en su funcionalismo. Segundo: inestabilidad, la altura del disco disminuye y todo el anulus fibroso abomba alrededor de la circunferencia que dibuja transversalmente el disco. Tercero: reestabilización, estadio presidido por la estabilización fibrótica y osteofítica del segmento. Para Ostërman (1993) el por qué algunos pacientes tienen una mínima olistesis mientras otros desarrollan graves deslizamientos, se encuentra en la inestabilidad que se desarrolla a partir de la alteración del disco. Para este autor cualquier olistesis se asocia a algún grado de degeneración discal y ello lo objetiva mediante Foto 5 Foto 6 M Y CM MY CY CMY K RM. En este sentido se encamina el estudio de Ikata y cols (1996), que consideran que a mayor alteración discal, peligro de mayor olistesis. Para otros autores,(77,86) la olistesis dependerá de la madurez ósea de los listeles de crecimiento del cuerpo vertebral. INESTABILIDAD La estabilidad del raquis lumbar como una unidad depende de la cooperación entre discos, articulaciones y ligamentos interesados.(49,129) Los discos intervertebrales determinan la extensión y posible movimiento entre vértebras, y las articulaciones intervertebrales determinan la dirección de éste movimiento. El factor que limita el movimiento anormal entre las carillas de los cuerpos vertebrales es la resistente rigidez natural y turgencia de los discos, especialmente a nivel del anulus fibroso. La degeneración del disco intervertebral se ha comprovado sistemáticamente en los casos de movimiento anormal entre dos cuerpos vertebrales(45) La inestabilidad desde el punto de vista clínico es la pérdida de la capacidad del raquis, bajo sobrecargas fisiológicas, de mantener su relación entre vértebras, de tal manera que habrá tanto lesión propia de la inestabilidad en sí, como la subsiguiente irritación del canal o de las raices nerviosas. Este funcionalismo discal presenta una gran variabilidad según edad, sexo, flexibilidad (obesidad-delgadez) o incluso en un mismo individuo en diferentes exámenes radiológicos.(134) La revisión radiológica funcional ha de realizarse bajo unos criterios únicamente clínicos, observando el cierre uniforme de los discos para obtener una curva lumbar armónica y regular.(134) Foto 7 Foto 5: RM: Imagen sagital (SE-T2) que muestra un área anormal de incremento de intensidad de señal en el pedículo derecho de L3, que se correspondería con el inicio de una lesión de sobrecarga (lesión de estrés). Foto 6: Proyección oblicua a 45º derecha e izquierda. Obsérvese la Espina Bífida Oculta asociada a espondilólisis, que delimitan, de forma bilateral, dos arcos "flotantes". Foto 7: Alteraciones displásicas lumbosacras: quinta lumbar trapezoidal y sacro en cónsola. 17 C Cuando se realizan estudios radiológicos de la columna lumbar en flexión y extensión máxima o con distintos tipos de cargas, se constata muchas veces, sobretodo en los primeros estadios de deslizamiento, una movilidad exagerada de la vértebra olistésica. El estudio dinámico puede ser de gran utilidad en la detección de algunos casos de lisis,(180) de desplazamientos inapreciables en exámenes convencionales en bipedestación,(134) y muy especialmente en el caso de lesión ítsmica en deportistas (Foto 8). (167) La inestabilidad lumbar más frecuente en el medio deportivo es la que se deriva de una espondilolisis bilateral.(167) Autores como MICHELI (1985,1995) consideran que el raquis del deportista lesionado es muy estable y que, por tanto, existe bajo riesgo a ulteriores deplazamientos. De ahí el interés en detectar inestabilidad en ellos, puesto que será factor pronóstico de progresión de olistesis. Como hemos dicho, Osterman (1993) utiliza estudios por RM con la finalidad de detectar inestabilidad. Siguiendo con Thomas (1986), el estudio dinámico de la espondilólisis y la espondilolistesis en la población deportiva suele realizarse siguiendo la metodología propuesta por Knutsson (1944). Estas proyecciones se realizan con la pelvis relativamente fijada, con el sujeto sentado. Para Thomas (1986), este es el mejor método dinámico para detectar la inestabilidad. No obstante, Wood (1994) demuestra estadísticamente que las proyecciones en flexoextensión realizadas con el individuo en decúbito lateral son las más fiables en cuanto a repetitividad metodológica. Sea la metodología que sea, consideramos que lo realmente útil para el estudio de la inestabilidad es realizar con idéntica metodología e idéntica pulcritud cada una de las exploraciones. De esta manera se pueden utilizar criterios clínico-radiológicos con cierta Foto 8 18 Foto 8: Proyecciones dinámicas: Inestabilidad secundaria a espondilólisis a doble nivel en muchacha gimnasta. M Y CM MY CY CMY K seguridad, comparar resultados y, en cierta medida utilizar criterios numéricos.(13) Como criterio de inestabilidad se valora un movimiento anormal superior a los 12º de angulación dinámica o los 8% de traslación(185) intervertebral. TRATAMIENTO La reconstrucción de la pars puede ocurrir utilizando distintos tipos de corsé. (41) Estos pueden ser rígidos,(38,90.113,117,118,158) o blandos(79,120) y pueden ejercer sobre el raquis una acción antilordótica (Foto 9)(38,113,158) o simplemente limitante de la extensión lumbar.(20) También se han observado reconstrucciones realizando únicamente ejercicios de recuperación lumbar(71,73,79) y asociando técnicas de electroestimulación.(46,105) Parece que la lesión ístmica consolida con más facilidad cuando es unilateral.(166) Resultados tan dispares cuestionan el papel que los corsés rígidos, sean delordosantes o no, en el tratamiento de la lesión ístmica. Otra cuestión debatida es el tiempo que debe llevarse el corsé. En este sentido, existen trabajos que recomiendan dos o tres meses de inmovilización(20,36,90) o incluso menos(38) y otros que aconsejan hasta los seis.(38,113,158) Además, hemos de tener en cuenta que en muchas ocasiones se consigue un excelente resultado clínico sin la reconstrucción de la pars,(20,11,158) que queda radiográficamente visible, aunque las pruebas isotópicas no demuestren actividad. Así, la pars se fusiona con más facilidad a edades tempranas, pero en cualquier caso, lo que conseguiremos será como poco estabilizar el raquis y volverlo asintomático.(118) Para algunos autores el corsé delordosante no es el más indicado para tratar deportistas adolescentes afectos de espondilólisis sintomática.(38,90,156) Foto 9 Foto 9: Corsé rígido delordosante en un caso de tenista afecto de espondilólisis en formación. C Debemos tener en cuenta que la lesión ístmica puede ser catalogada como lisis en formación (con actividad osteogénica objetivada por SPECT y radiología negativa), lisis activa (con SPECT hipercaptante y lesión visible por radiología convencional) o lisis silente o terminal (radiología positiva con estudio isotópico negativo).(13) Adaptando esta clasificación a los diversos estudios consultados, la reconstrucción ístmica de éstas se ha observado en las lesiones en formación, y ha sido prácticamente nula en las lisis silentes o terminales, siendo posible en ocasiones en las lisis activas.(17,20,36,79,102,104,120,158) Por otra parte, parece que las reconstrucciones tienen más probabilidad de producirse en los casos de lesión unilateral.(20,79,120) En lo que sí todos los autores están de acuerdo es que ante un lesión ístmica que produce sintomatología, la conducta a seguir será el reposo deportivo y evitar actividades asociadas que produzcan aumento de dolor lumbar. Además, la realización de ejercicios de recuperación lumbar son obligados. Cuando fracasa el tratamiento conservador, está indicado el tratamiento quirúrgico, éste es necesario en un 915% de los casos de espondilólisis y/o bajo grado de espondilolistesis.(20,41,158) Se trata de casos en los que el deslizamiento es progresivo, el dolor intratable o el dolor lumbar se asocia a un déficit neurológico o a inestabilidad vertebral. (73,184) Existen dos modalidades de tratamiento quirúrgico: la reparación de la pars interarticularis y la artrodesis del segmento que se desliza. La reparación de la pars tiene la ventaja teórica de mantener intacta la movilidad del segmento afectado. La aplicación de esta técnica en deportistas tras el fracaso del tratamiento conservador se ha seguido de resultados muy favorables, pese a que no existen series muy amplias.(61,135) En cuanto a la artrodesis no hay acuerdo sobre la necesidad de asociar fijación interna a maniobras de reducción de la espondilolistesis. La fusión in situ ofrece resultados favorables incluso en pacientes con deplazamientos severos.(76) Puesto que la reducción se asocia a mayor riesgo de complicaciones, especialmente neurológicas, (126,150) se reservará para los casos con desplazamientos graves y síntomas neurológicos. La extirpación del arco vertebral es innecesaria en los casos con desplazamiento mínimo y neurológicamente intactos. Para los casos donde el deslizamiento aumenta sin ocasionar síntomas, Stinson recomienda persistir el seguimiento periódico hasta la madurez esquelética. M Y CM MY CY CMY K BIBLIOGRAFÍA 1. Albanese M, Pizzutillo P. Family study of spondylolysis and spondylolisthesis. J Pediatric Orthop 1982;2:464-99 2. Al-Khawashki H, Wasef Al-Sebai M. Combined dysplastic and isthmic spondylolisthesis: possible etiology. Spine 2001;26:42-6 3. Amato ME, Totty WG, Gilula LA. Spondylolysis of the lumbar spine: demonstration of defects and laminal fragmentation. Radiology 1984;153:627–9 4. Anderson SJ. Assessment and management of the pediatric and adolescent patient with low back pain. Physical and Medical Rehabilitation Clinics of North America 1991;2:157–85 5. Ariyoshi M, Nagata K, Sonoda K, Hiraoka K, Kubo M, Inoue A. Spondylolysis at three sites in the same lumbar vertebra. Int J Sports Med 1999;20:56-7 6. Arriaza BT. Spondylolysis in prehistoric human remains from Guam and its possible etiology. Am J Phys Anthropol 1997;104:393-7 7. Baker DR, McHollick W. Spondyloschisis and spondylolisthesis in children. J Bone Joint Surg 1959;38:93-4 8. Balius Juli R. La espondilólisis, causa frecuente de lumbalgias en los deportistas. Apunts. Medicina de l'Esport 1965;2:101-6 9. Balius Juli R. La espondilólisis, causa frecuente de lumbalgia en los gimnastas. Marathon 1974;2:7-14 10. Balius i Juli R. La espondilisis lumbar como atlopatía. Apunts. Medicina de l'Esport. 1977;14:45-53 11. Balius Juli R. Consideracions etipatogèniques sobre l'espondilolisi, Annals de Medicina, ACMCB 1978;64:1339-47 12. Balius i Juli R, Balius-Matas R, Balius X. Columna vertebral y deporte. Apunts. Medicina de l'esport 1987;24:223-29 13. Balius-Matas R. Espondilólisis y espondilolistesis en el deporte. Factores pronóstico y estudio longitudinal. Tesis Doctoral. Universitat Autònoma de Barcleona. Barcelona, 1996 14. Balius-Matas R. Espondilólisis y espondilolistesis. Factores pronóstico y una propuesta etiopatogénica. Apunts. Medicina de l'Esport. 1997;128:5-13 15. Barash H, Galante J, Lambert C, Ray R. Spondylolisthesis and tight hamstrings. J Bone Joint Surg 1970;52:1319-28 16. Batts M, Arbor A. The etiology of spondylolisthesis. J Bone Joint Surg 1939;21:-879-84 17. Bellah RD, Summerville DA, Treves ST, et al. Low back pain in adolescent athletes: detection of stress injury to the pars interarticularis with SPECT. Radiology 1991;180:509–12 19 C 18. Berquet KH. Konkordante spondylolisthesis bei pärchenzwillinger. Z Orthop 1965;99:507-9 19. Blackburne JS, Veliras EP. Spondylolisthesis in sportsmen. JR Coll Surg Edinb 1989;34:512-14 20. Blanda J, Bethem D, Moats W, et al. Defects of pars interarticularis in athletes: a protocol for nonoperative treatment. J Spinal Disord 1993;6:406–11 21. Bodner RJ, Heyman S, Drummond DS, et al. The use of single photon emission computed tomography (SPECT) in the diagnosis of low back pain in young patients. Spine 1988;13:1155–60 22. Borkow SE, Kleiger B. Spondylolisthesis in the newborn. A case report. Clin Orthop Relat R 1971;81:73-6 23. Bosworth DM, Fielding JW, Demarest L, Bonaquist J. Spondylolisthesis. J Bone Joint Surg 1955;37:767-86 24. Boxall D, Bradfort DS, Winter RB, Moe JH. Management of severe spondyllo-listhesis in children and adolescents. J Bone Joint Surg 1979;61:479-95 25. Bridges PS. Spondylolysis and its relationship to degenerative joint disease in the prehistoric southeastern United States. Am J Phys Anthropol 1989;79:321-9 26. Campbell RSD, Grainger AJ. Optimization of MRI pulse sequences to visualize the normal pars interarticularis. Clin Radiol 1999;54:63–8 27. Chapman P. Traumatic spondylolysis. A case report. J R Army Corps 1987;133:96-97 28. Ciullo JV, Jackson DW. Pars interarticularis stress reaction, spondylolysis and spondylolisthesis in gymnast. Clin Sport Med 1985;95-110 29. Collier BD, Johnson RP, Carrera GF. Painful spondylolysis or spondylolisthesis studied by radiography and single photon emission computed tomography. Radiology 1985;154:207–11 30. Comstock CP, Carragee EJ, O'Sullivan GS. Spondylolisthesis in the young athlete. Physician and Sportsmedicine 1994;22:39–46 31. Congeni J, McCulloch J, Swanson K. Lumbar spondylolysis: a study of natural progression in athletes. Am J Sports Med 1997;25:248–53 32. Cyron BM, Huthon WL. The fatigue strength of the lumbar neural arch in spondylolisthesis. J Bone Joint Surg 1978;60:234-8 33. Cyron BM, Huthon WL. Variations in the amount and distribution of cortical bone across the pars interarticularis of L5. Spine 1979;4:163-7 34. Dai LY. Disc degeneration in patients with lumbar spondylolysis. J Spinal Disord 2000 Dec;13(6):478-86 35. Dandy DJ, Shannon MJ. Lumbosacral subluxation (group 5. spondylolisthesis). J Bone Joint Surg 1971;53:578-95 20 M Y CM MY CY CMY K 36. Daniel JN, Polly DW, Van Dam BE. A study of the efficacy of nonoperative treatment of presumed traumatic spondylolysis in a young patient population. Mil Med 1995;160:553–5 37. Danielson BI, Frennered AK, Irstam LK. Radiologic progression of isthmic lumbar spondylolisthesis in young patients. Spine 1991;16:422–5 38. D'Hemecourt PA, Zurakowski D, Kriemler S, Micheli LJ. Spondylolysis: returning the athlete to sports participation with brace treatment. Orthopedics 2002, 25:653-7 39. Dietrich M, Kurowski P. The importance of mechanical factors in the etiology of spondylolysis: a model analysis of loads and stresses in human lumbar spine. Spine 1985;10:532–42 40. Drevet JG, Auberge T, Magnol A, Lelong G, Blanc D, Ramponneau JP. La pathologie micro-traumatique des isthmes lombaires: lyse isthmique ou spondylolyse. Rev Rhum Mal Osteoart 1990;57:385-92 41. Dubousset J. Treatment of spondylolysis and spondylolisthesis in children and adolescents. Clin Orthop 1997;(337):77-85 42. Duda M. Elite lifters at risk for spondylolysis. Physician Sports Med 1987;15:57-9 43. Eisenstein S. Spondylolysis. A skeleton investigation of two population groups. J Bone Joint Surg 1978;60:488-94 44. Elliott S, Hutson MA, Wastie ML. Bone scintigraphy in the assessment of spondylolysis in patients attending a sports injury clinic. Clin Radiol 1988;39:269–72 45. Feffer HL, Wiesel SW, Cuckler JM, Rothman RH. Degenerative spondylolisthesis: to fuse or not to fuse. Spine 1985;10:287-9 46. Fellander-Tsai L, Micheli LJ. Treatment of spondylolysis with external stimulation and bracing in adolescent athletes: a report of two cases. Clin J Sport Med 1998;8:232–4 47. Fredrickson BE, Baker D, McHollick WJ, Yuan HA, Lubicky JP. The natural history of spondylolysis and spondylolisthesis. J Bone Joint Surg 1984;66:699-707 48. Frennered AK, Danielson BI, Nachemson AL. Natural history of symptomatic isthmic low-grade spondylolisthesis in children and adolescents: a seven year follow-up study. J Pediatr Orthop 1991;11:209–13 49. Friberg O. Lumbar instability: a dynamic approach by traction-compression radiography. Spine 1987; 12:119-29 50. Gainor BJ, Hagen RJ, Allen WC. Biomechanics of the spine in the polevaulter as related to spondylolysis. Am J Sports Med 1983;11:53-7 51. Garces G. Espondilólisis y espondilolistesis en el deporte. Archivos de Medicina del Deporte 1994;11:181-6 52. Gill GG, Manning JG, White HL. Surgical treatment C of spondylolisthesis without spine fusion. J Bone Joint Surg 1955;37:493-520 53. Goldberg MJ. Gymnastics injuries. Orthop Clin N Am 1980;11:717-26 54. Granhed H, Morelli B. Low back pain among retired wrestlers and heavy weight lifters. Am J Sports Med 1988;16:530-3 55. Gregerson DM. Clinical consequences of spina bifida occulta. J Manipulative Physiol Ther 1997;20:546-50 56. Grenier N, Kressel HY, Schiebler ML, Grossman RI. Isthmic spondylolysis of the lumbar spine: MR imaging at 1,5 T. Radiologia 1989,170:489-93 57. Grogan JP, Hemminghytt S, Williams AL, Carrera GF, Haughton VM. Spondylolysis studied with computed tomography. Radiology 1982;145:737-42 58. Guillodo Y, Botton E, Saraux A, Le Goff P. Contralateral spondylolysis and fracture of the lumbar pedicle in an elite female gymnast: a case report. Spine 2000, 25:2541-3 59. Hall SJ. Mechanical contributions to lumbar stress injuries in female gymnasts. Med Sci Sport Exer 1986; 18:599-602 60. Hambly MF, Wiltse LL, Peek RD. Spondylolisthesis. En: Williams L, Lin P, Elrod, y cols. The spine in sports. St Louis: Mosby, 1996:157–63 61. Hardcastle PH. Repair of spondylolysis in young fast bowlers. J Bone Joint Surg 1993;75:398-402 62. Harvey CJ, Richenberg JL, Saifuddin A, et al. Pictorial review: the radiologic investigation of lumbar spondylolysis. Clin Radiol 1998;53:723–8 63. Harvey CJ, Richenberg JL, Saifuddin A, Wolman RL. The radiological investigation of lumbar spondylolysis. Clin Radiol 1998;53:723-8 64. Hasler C, Dick W. [Spondylolysis and spondylolisthesis during growth] (Abstrat) Orthopade 2002,31:78-87 65. Hensinger RN. Spondylolysis and spondylolisthesis in children. Instr Course Lect 1983;32:132-51 66. Hensinger RN, Arbor A. Spondylolysis and spondylolithesis in children and adolescents J Bone Joint Surg 1989;71:1098-107 67. Hines R, Grana WA. Spondylolysis. Orthopedics 1987;10:1969-71 68. Hollenberg GM, Beattie PF, Meyers SP, Weinberg EP, Adams MJ. Stress reactions of the lumbar pars interarticularis: the development of a new MRI classification system. Spine 2002;27(2):181-6 69. Hoshina H. Spondylolysis in athletes. Physician Sports Med 1980;8:75-7 70. Ichikawa N, Ohara Y, Morishita T, Taniguichi Y, Koshikawa A, Matsumura N. Aetiological study on spondylolysis M Y CM MY CY CMY K from a biomechanical aspect. Brit J Sports Med 1982;16:135-141 71. Ikata T, Miyake R, Katoh S, Morita T, Murase M. Pathogenesis of Sport-Related Spondilolisthesis in adolescents. Radiographic and Magnetic Resonance Imaging Study. Am J Sports Med 1996;24:94-8 72. Jackson DW, Wiltse LL, Cirinciole RJ. Spondylolysis in the female gymnasts. Clin Orthop Relat R 1976; 117:68-73 73. Jackson DW, Wiltse LL, Dungeman RD. Stress reactions involiving the pars interarticularis in young athletes. Am J Sports Med 1981;9:304-12 74. Jakab G. Occupational spondylolysis and spondylolisthesis. Baillieres Clin Rheumatol 1989;3:89-98 75. Jesse JP. Olympic lifting movements endanger adolescents. Physician Sport Med 1977;5:61-7 76. Johnson JR, Kirwan EO'G. The long term results of fusion in situ for severe spondylolisthesis. J Bone Joint Surg 1983;65:43-6 77. Kajiura K, Katoh S, Sairyo K, Ikata T, Goel VK,Murakami RI. Slippage mechanism of pediatric spondylolysis: biomechanical study using immature calf spines. Spine 2001;26:2208-12;discussion 2212-3 78. Kanstrup IL. Bone scintigraphy in sports medicine: a review. Scand J Med Sci Sports 1997;7:322-30 79. Katoh S, Ikata T, Fujii K. Factors influencing on union of spondylolysis in children and adolescents. In: Proceedings and abstracts from North American Spine Society meeting, New York, 1997, 222 80. Kettelkamp DB, Wright DG. Spondylolysis in the alaskan skimo. J Bone Joint Surg 1971;53:563-6 81. Kirkaldy-Willis WH, Farfan HF. Instability of the lumbar spine. Clin Ortop Relat R 1982;165:110-23 82. Kirkaldy-Willis WH. Wedge JH, Yong-Hing K, Reilly J. Pathology and pathogenesis of lumbar spondylolysis and stenosis. Spine 1978;3:319-28 83. Knutson F. The instability associated with disc degeneration in the lumbar spine. Acta Radiol 1944; 25:593-609 84. Kohlbach W. Spondylolyse/spondylolisthesis eine neue these inrer Ätiologie. Rontgenblatter 1988;41:23-6 85. Kono S, Hayashi N, Nasha-Hara G. A study on the etiology of spondylolysis, with reference to athletic activities. J Jap Orthop Assoc 1975;49:125-33 86. Konz RJ, Goel VK, Grobler LJ, Grosland NM, Spratt KF, Scifert JL, Sairyo K. The pathomechanism of spondylolytic spondylolisthesis in immature primate lumbar spines in vitro and finite element assessments. Spine 2001;26:3849 87. Kotani PT, Ichikawa MD, Wakabayashi MD, Yoshii T, Koshimune M. Studies of spondylolysis found among 21 C weightlifters. Brit J Sport Med 1971;6:4-8 88. Kraft DE. Low back pain in the adolescent athlete. Pediatr Clin North Am 2002,49:643-53 89. Krenz J, Troup JDG. The structure of the pars interaticularis of the lower lumbar vertebrae and its relation to the etiology of spondylolysis. J Bone Jt Surg 1953; 55:737-41 90. Kujala UM, Kinnunen J, Helenius P, Orava S, Taavitsainen M, Karaharju E. Prolonged low-back pain in young athletes: a prospective case series study of findings and prognosis. Eur Spine J 1999;8:480-4 91. Lafferty JF, Winter WG, Gambaro SA. Fatigue characteristics of posterior elements of vertebrae. J Bone Joint Surg 1977;59:154-8 92. Laurent LE. Spondylolisthesis. A study of 53 cases treated by spine fusion and 32 cases treated by laminectomy. Acta Orthop Scan 1958;35:1-45 93. Laurent LE, Einola S. Spondylolisthesis in children and adolescent. Acta Orthop Scan 1961;31:45-64 94. Laurent LE, Österman K. Spondylolisthesis in children and adolescents. Acta Orthop Bel 1969;35:717-27 95. Lee J, Ehara S, Tamakawa Y, Shimamura T. Spondylolysis of the upper lumbar spine. Radiological features. Clin Imaging 1999;23:389-93 96. Libson E, Bloom RA, Dinari G. Symptomatic and asymptomatic spondylolysis and spondylolisthesis in young adults. Int Ortoph (SICOT) 1982;6:259-61 97. Libson E Bloom RA, Dinari G, Robin G.. Oblique lumbar spine radiographs importance in young patients. Spine 1984;151:89-90 98. Libson E, Bloom RA, Shapiro Y. Scoliosis in young men with spondylolysis or spondylolisthesis. Spine 1984;9:445-7 99. Lindholm TS, Ragni P, Ylikoski M, et al. Lumbar isthmic spondylolisthesis in children and adolescents: radiologic evaluation and results or operative treatment. Spine 1990;15:1350–5 100. Logroscino G, Mazza O, Aulisa G, Pitta L, Pola E, Aulisa L. Spondylolysis and spondylolisthesis in the pediatric and adolescent population. Childs Nerv Syst 2001 Nov;17(11):644-55 101. Lowe RW, Hayes DT, Kaye J, Bagg RJ, Luekens CAjr. Standing roentgenograms in spondylolisthesis.Clin Orthop Relat R 1976;117:80-4 102. Lowe J, Libson E, Ziv I, Nyska M, Floman Y, Bloom RA, Robin GC. Spondylolysis in the upper lumbar spine. A study of 32 patients. J Bone Joint Surg 1987;69:582-6 103. Lowe J, Schachner E, Hirschberg E, et al. Significance of bone scintigraphy in symptomatic spondylolysis. Spine 1984;9:653–5 104. Lusins JO, Elting JJ, Cicoria AD, et al. SPECT evaluation 22 M Y CM MY CY CMY K of lumbar spondylolysis and spondylolisthesis. Spine 1994;19:608–12 105. Maharam LG, Sharkey I. Electrical stimulation of acute spondylolysis: 3 cases. Med Sci Sports Exerc 1992;24(suppl):538 106. Major NM, Helms CA, Richardson WJ.MR imaging of fibrocartilaginous masses arising on the margins of spondylolysis defects. AJR Am J Roentgenol 1999; 173:673-6 107. Marks MR, Hass SS, Wiesel SW. Low back pain in the competitive tenis player. Clin Sport Med 1988; 7:277-87 108. Mazel Ch, Ben Hamida H, Saillant G, Roy Camille R. Lyse isthmique, spondylolisthesis et sport. J Traumatol Sports 1990;7:189-96 109. Meyerding HW. Spondylolisthesis. Surg Gynecol Obstet 1932;54:371-7 110. Micheli LJ. Low back pain in the adolescent: differential diagnosis. Am J Sports Med 1979;7:362-4 111. Micheli LJ. Back injuries in dancers. Clin Sports Med 1983;2:473-84 112. Micheli LJ. Back injuries in gimnastics. Clin Sports Med 1985;4:85-93 113. Micheli LJ, Hal JE, Millere ME. Use of modified Boston brace for back injuries in athletes. Am J Sports Med 1980;8:351-6 114. Micheli LJ, Wood R. Back pain in young athletes: significant differences from adults in causes and patterns. Arch Pediatr Adolesc Med 1995;149:15–8 115. Minoves M. La gammagrafía ósea en el diagnóstico y valoración de las lesiones deportivas. Rev Esp Med Nuclear 2001;20:132-52 116. Miralles R. Historia natural del dolor lumbar. Medicina Integral 1990;16:12-5 117. Miralles R. Dolor lumbar. Noves tècniques terapèutiques. Espondilolisi. Jornades de Traumatologia. Hospital Sant Joan de Reus. Febrero, 1992 118. Miralles R. Reconstrucción ístmica de la espondilólisis del niño y del adolescente mediante tratamiento conservador. Rev Esp Trauma SECOT 1997;41:421-25 119. Morikasi N, Ooi Y, Yamazaki N. Sur l'etiology de la spondilolyse et du spondylolistheses. Orthop Surg and Traumatology. Excepta Medica. 1973;10:640-41 120. Morita T, Ikata T, Katoh S, Miyake R. Lumbar spondylolysis in children and adolescent. J Bone Joint Surg 1995;77:620-25 121. Muschik M, Hahnel H, Robinson PN, et al. Competitive sports and the progression of spondylolisthesis. J Pediatr Orthop 1996;16:364–9 122. Nathan H. Spondylolysis. Its anatomy and mechanism of the development. J Bone Joint Surg 1959;41:303-20 C 123. Newman PH. The etiology of spondylolisthesis. J Bone Joint Surg 1963;45:39-59 124. Nyska M, Constantini N, Cale-Benzoor M, Back Z, Kahn G, Mann G. Spondylolysis as a cause of low back pain in swimmers. Int J Sports Med 2000;21:375-9 125. O'Neill DB, Micheli L. Posoperative radiographic evidence for fatigue fracture as the etiology in spondylolysis. Spine 1989;14:1342-55 126. Österman K, Schlenzka D, Poussa M, Seitsalo S, Virta L. Isthmic spondylo-listhesis in symptomatic and asymptomatic subjects, epidemiology and natural history with special reference to disk. Abnormality and mode of treatment. Clin Ortoph Relat R 1993;297:65-70 127. Paajanen H, Tertti M. Association of incipient disc degeneration and instability in spondylolisthesis. A magnetic resonance and flexion-extension radiographic study of 20-year-old low back pain patients. Arch Orthop Trauma Surg 1991:111:16-9 128. Papanicolaou N, Wilkinson RH, Emans JB. Bone scintigraphy and radiography in young athletes with low back pain. Am J Roentgenol 1985;145:1039-44 129. Pearcy M, Shepherd J. Is there instability in lumbar spondylolisthesis? Spine 1985;10:175-7 130. Phalen GS, Dickson JA. Spondylolisthesis and thight hamstrings. J Bone Joint Surg 1961;43:505-12 131. Pietrusewsky M, Douglas MT, Ikehara-Quebral RM. An assessment of health and disease in the prehistoric inhabitants of the Mariana Islands. Am J Phys Anthropol 1997;104:315-42 132. Porter RW, Hibbert CS. Symptoms associated with lisis of the pars interarticu-laris. Spine 1984;9:755-8 133. Risser JC, Norquist DM. Sciatic scoliosis in growing children. Clin Orthop Relat R 1961;21:137-55 134. Roca J. Espondilolistesis. Tesis Doctoral. Universitat de Barcelona. Barcelona, 1977 135. Roca J, Moreta R, Fuster S, Portabella F. El atornillado de la espondilolisis en deportistas. Rev Ortop Traum 1986;30: 227-233 136. Roca J. Espondilolistesis. En: Roca J (ed). Tratamiento quirúrgico del dolor lumbar. Barcelona, Editorial JIMS S.A. 1987: 235-67 137. Roche MB, Rowe GG. The incidence of separate neural arch and coincident bone variations. J Bone Joint Surg 1952;34:491-494 138. Rothman SLG. Computed Tomography of the spine in older children and teenagers. Clin Sports Med 1986;5:247-70 139. Rosenberg NJ. Degenerative spondylolisthesis predisposing factors. J Bone Joint Surg 1975;57:467-74 M Y CM MY CY CMY K 140. Rossi F. Spondylolysis, spondylolisthesis and sports. J Sport Med Phys Fit 1978;18:317-40 141. Rossi F, Dragoni S. Lumbar spondylolysis: ocurrence in competitive athletes. Updated achievements in a series of 390 cases. J Sport Med Phys Fit 1990;30:450-53 142. Sagi HC, Jarvis JG, Uhthoff HK. Histomorphic analysis of the development of the pars interarticularis and its association with isthmic spondylolysis. Spine 1998;23:1635–40 143. Saifuddin A, White J, Tucker S, et al. Orientation of lumbar pars defects: implications for radiological detection and surgical management. J Bone Joint Surg [Br] 1998;80:208–11 144. Saraste H. Radiographic assessement of anatomic desviations in lumbar spondylolysis. Acta Radiol 1984;25:317-23 145. Saraste H, Broström L-A, Aparisi T. Prognostic radiographic aspects of spondylolisthesis. Acta Radiol Diag 1984;25:427-32 146. Saraste H, Nilsson B, Broström L-A, Aparisi T. Relationship between radiological and clinical variables in spondylolysis. Int Orthop (SICOT) 1984;8:163-74 147. Saraste H. Long-term clinical and radiological follow-up of spondylolysis and spondylolisthesis. J Pediatr Orthop 1987;7:631-8 148. Sarikaya I, Sarikaya A, Holder LE. The role of single photon emission computed tomography in bone imaging. Semin Nucl Med 2001;31:13-6 149. Seitsalo S, Österman K, Poussa M, Laurent L. Spondylolisthesis in children under 12 years of age: long term results of 56 patients treated conservatively or operatively. J Pediatr Orthop 1988;8:516-21 150. Seitsalo S, Östreman K, Poussa M. Scoliosis associated with lumbar spondylolisthesis: A clinical survey of 190 young patients. Spine 1988;13:899-904 151. Sevastikoglou JA, Spangfort E, Aaro S. Operative treatment of spondylolisthesis in children and adolescents with tight hamstrings syndrome. Clin Orthop Relat R 1980;147:192-9 152. Shahriaree H, Sajadi K, Rooholamini SA. A family with spondylolisthesis. J Bone Joint Surg 1979;61:1256-8 153. Shook JE. Spondylolysis and spondylolisthesis. Spine: State of the Art Reviews 1990;4:185–97 154. Sim GPG. Vertebral contour in spondylolisthesis. Brit Journal of Radiology 1973;46:250-4 155. Simper LB. Spondylolysis in skimo skeletons. Acta Orthop Scan 1986;57:78-80 156. Standaert CJ, Herring SA. Spondylolysis: a critical review. Br J Sports Med 200;34:415-22 23 C 157. Standaert CJ. Spondylolysis in the adolescent athlete. Clin J Sport Med 2002,12:119-22 158. Steiner ME, Micheli LJ. Treatment of symptomatic spondylolysis and spondylolisthesis with the modified Boston brace. Spine 1985;10:937–43 159. Stewart TD. The age incidence of neural-arch defect in alaskan natives, considered from the standpoint of etiology. J Bone Joint Surg 1953;35:937-50 160. Stinson JT. Spondylolysis and spondylolisthesis in the athlete. Clin Sp Med 1993;12:517-28 161. Soler T, Calderon C. The prevalence of spondylolysis in the Spanish elite athlete. Am J Sports Med 2000; 28:57–62 162. Sys J, Michielsen J, Bracke P, Martens M, Verstreken J. Nonoperative treatment of active spondylolysis in elite athletes with normal X-ray findings: literature review and results of conservative treatment. Eur Spine J 2001,10:498-504 163. Szypryt EP, Twining P, Mulholland RC y cols. The prevalence of disc degeneration associated with neural arch defects of the lumbar spine assessed by magnetic resonance imaging. Spine 1989;14:977-981 164. Taillad WF. Le spondylolisthesis. Editorial Masson. Paris, 1957 165. Teplick JG, Laffey PA, Berman A, Haskin ME. Diagnosis and evaluation of spondylolisthesis and/or spondylolysis on axial C.T. AJNR 1986;7:479-91 166. Tertti M, Paajanen H, Kujala UM, Alanen A, Salmi TT, Kormano M. Disc degeneration in young gymnasts. A magnetic resonance imaging study. Am J Sports Med 1990;18:206-8 167. Thomas JC. Plain roentgenograms of the spine in the injured athlete. Clin Sports Med 1986;5:353-71 168. Tojner H. Olisthesic scoliosis. Acta Orthop Scand 1963;33:291-300 169. Toland JJ. Spondylolisthesis in identical twins. Clin Orthop Relat R 1955;5:184-9 170. Tower SS, Pratt WB. Spondylolysis and associated spondylolisthesis in skimo and athabascan populations. Clin Orthop Relat R 1990;250:171-5 171. Turner RH, Bianco AJ. Spondylolysis and spondylolisthesis in children and teenagers. J Bone Joint Surg [Am] 1971;53:1298–306 172. Udeshi UL, Reeves D. Routine thin slice MRI effectively demonstrates the lumbar pars interarticularis. Clin Radiol 1999;54:615–19 173. Van den Oever M, Merrik MV, Scott JHS. Bone scintigraphy in symptomatic spondylolysis. J Bone Joint Surg 1987;69:453-6 24 M Y CM MY CY CMY K 174. Van der Wall H, Storey G, Magnussen J, Frater CJ, Pattinson R, Pereira J, Stephen J. Distinguishing scintigraphic features of spondylolysis. J Pediatr Orthop 2002;22:308-11 175. Villiaumey J. Spondylolisthésis lombaire chez des jumeaux. Revue de Rhumatisme 1968;35:130-33 176. Watanabe O, Hashimoto M, Tomura N, Watarai J. Evaluation of usefulness of bone SEPECT for lumbar spondylolysis. Nippon Igaku Hoshasen Gakkai Zasshi (abstrat) 2002,62:423-9 177. Watkins RG, Dillin WH. Lumbar spine injury in the athelete. Clin Sort Med 1990;9:419-48 178. Wells RG, Miller JH, Sty JR. Scintigraphic patterns in osteoid osteoma and spondylolysis. Clin Nucl Med 1987;12:39-44 179. Wiltse LL. The etiology of spondylolistesis. J Bone Joint Surg 1962,44:539-60 180. Wiltse LL, Hutchinson RH. Surgical treatment of spondylotishesis. Clin Orthop Relat R 1964;35:116-35 181. Wiltse LL, Widell HE, Jackson DW. Fatigue fracture: the basic lesion in isthmic spondylolisthesis. J Bone Joint Surg 1975:57:17-22 182. Wiltse LL, Newman PH, Macnab J. Clasification of spondylolysis and spondylolisthesis. Clin Orthop Relat R 1976;117:23-9 183. Wiltse LL, Winter RB. Terminology and measurement o spondlolysthesis. J Bone Joint Surg 1983,65:768-72 184. Wimberly RL, Lauerman WC. Spondylotisthesis in the athlete. Clin Sports Med 2002,21:133-45 185. Wood KB, Popp CA, Transfeldt EE y cols. Radiographic evaluation of instability in spondylolisthesis. Spine 1994;19:1697-703 186. Wynne-Davies R, Scots JHS. Inheritance and spondylolisthesis. J Bone Joint Surg 1979;61:301-305 187. Yamane T, Yoshida T, Mimatsu K. Early diagnosis of lumbar spondylolysis by MRI. J Bone Joint Surg [Br] 1993;75:764-8 188. Yano T, Miyagi S, Ikari T. Studies of familial incidence of spondylolysis. Singapore Medical Journal 1967;8:203-6 C A continuación se propone una guía de ejercicios generales indicados para la espondilólisis con o sin espondilolistesis. El objetivo principal que hemos tenido en cuenta en el diseño es incidir en la estabilidad de la región lumbopélvica. Se plantea una combinación de estiramientos de la musculatura que tendrá tendencia a estar retraída y acortada; flexibilización de todo el segmento lumbopélvico; y ejercicios para fortalecer la musculatura estabilizadora hipotónica y debilitada. No serán los únicos ejercicios indicados. Se podrían añadir más según las condiciones propias del paciente, edad, sexo, grado de entrenamiento del sujeto y fase de evolución de la lesión. Así daremos una herramienta básica para mejorar el estado de la lesión que nos afecta. La realización de estos ejercicios nunca debe producir dolor o disconfort. Evitaremos todas aquellas posiciones que pudiesen comportar riesgos por su realización incorrecta o que produzcan una rotación o hiperexten- M Y CM MY CY CMY K sión del segmento lesionado. El uso de un espejo además de ser muy recomendable, nos permitirá corregir las posiciones incorrectas o las compensaciones que se puedan producir durante la realización del ejercicio y con ello nos ayudará a acercarnos lo máximo posible al objetivo propuesto. La frecuencia y las repeticiones se adaptarán a cada caso de forma individualizada. Se aconseja realizar los ejercicios cada día para que se conviertan en un hábito, siempre a la misma hora, en series de 10 repeticiones. La tolerancia y la percepción a una mejoría, permitirán aumentar la intensidad o la frecuencia de ellos, siempre y cuando se respete la condición del “no dolor” que se ha citado anteriormente. El planteamiento seguirá el siguiente orden: primero se definirán las posición de base de las cuales luego partirán los ejercicios. Seguidamente, vendrán los ejercicios en los que se precisarán los siguientes puntos: tipo de ejercicio, descripción de la posición, realización de la acción correcta-incorrecta y respiración. 25 C M Y CM MY CY CMY K C M Y CM MY CY CMY K Ejercicio nº 1 Transverso abdominal en cuadrupedia. OBJETIVO: REFUERZO. Posición: cuadrupedia: Acción: llevar el ombligo hacia adentro y hacia arriba, mantener 8 a 15 segundos y relajar. Compensación a evitar: Movilizar el segmento lumbar en la acción de activar el recto abdominal, hacer apnea. 1er tiempo CORRECTO 2º tiempo CORRECTO Ejercicio nº 2 Isométrico de recto abdominal. OBJETIVO: REFUERZO. Posición: decúbito supino, colocar las manos sobre los muslos correspondientes, activar el transverso (“ombligo adentro i arriba”). Acción: acercar la parrilla costal al pubis arrastrando con esta acción la EEII que es resistida por la EESS, apretar las manos contra ellas sin que haya movimiento, mantener de 6 a 8” y realizar una espiración suave al mismo tiempo que se activa la musculatura del periné, (“cierre el suelo pélvico”), relajar. Compensación a evitar: presionar excesivamente manos contra rodillas sin activar correctamente la musculatura abdominal, este sería un trabajo para el psoas que desaconsejamos, hacer apnea. CORRECTO INCORRECTO Ejercicio nº 3 Isométrico de abdominal oblicuo. OBJETIVO: REFUERZO. Posición: decúbito supino. Acción: colocar mano derecha sobre muslo izquierdo o viceversa, realizar la misma acción que en el ejercicio anterior pero sólo con la resistencia mano en rodilla contralateral, al mismo tiempo que se activa la musculatura del periné (“cierre el sielo pélvico), relajar. Compensación a evitar: igual al ejercicio anterior. INCORRECTO CORRECTO 27 C M Y CM MY CY CMY K Ejercicio nº 4 Gluteo mayor. OBJETIVO: REFUERZO. Posición: de decúbito supino, rodillas en flexión y pies planos en el suelo. Acción: manteniendo los brazos a lo largo del cuerpo, activar el transverso abdominal y musculatura del suelo pélvico, despegar la región glutea del suelo, hasta la extensión de la cadera; descender lentamente apoyando progresivamente desde dorsales a lumbares, empezando desde la sección de la columna más alta, hasta llegar a la posición inicial. Compensación a evitar: apnea, aumento excesivo de la lordosis lumbar, descender a la posición inicial bruscamente sin control del complejo lumbo-pelvi-femoral. Realizar apnea CORRECTO INCORRECTO Ejercicio nº 5 Paravertebrales. OBJETIVO: REFUERZO. Posición: cuadrupedia. Acción: activar el transverso abdominal (manteniendo el ombligo dentro y hacia arriba.),levantar y extender inversamente (pierna dcha- brazo izdo). Compensación a evitar: no activar transverso antes de realizar el ejercicio, hacer un movimiento de amplitud excesiva aumentando la lordosis lumbar. CORRECTO 28 INCORRECTO C M Y CM MY CY CMY K Ejercicio nº 6 “gato caballo”. OBJETIVO: FLEXIBILIZACIÓN DORSO-LUMBAR. Posición: cuadrupedia. Acción: movilizar suavemente hacia la ante y retroversión pélvica. Compensación a evitar: movimiento dorsal no localizado en el segmento lumbo pélvico femoral. 1er tiempo 1er tiempo CORRECTO INCORRECTO 2º tiempo 2º tiempo CORRECTO INCORRECTO Ejercicio nº 7 “mahoma”. OBJETIVO:FLEXIBILIZACIÓN DORSO-LUMBAR. Posición: cuadrupedia Acción: activar transverso, avanzar los brazos lentamente, sin mover las manos flexionar las rodillas. Compensación a evitar: movimiento de gran amplitud con poco control de la alineación corporal. CORRECTO INCORRECTO INCORRECTO 29 C M Y CM MY CY CMY K Ejercicio nº 8 Estiramiento de masas lumbares. Posición: de decúbito supino. Acción: flexionar EEII, colocar las manos en la parte posterior de los muslos, acercar las rodillas hacia el pecho, manteniendo la alineación corporal. Compensación a evitar: gran amplitud y separar la región lumbar del suelo. CORRECTO INCORRECTO INCORRECTO Ejercicio nº 9 Psoas en decúbito supino. OBJETIVO: ESTIRAMIENTO. Posición: decúbito supino. Acción: cruzar los dedos de las manos en la parte posterior de uno de los muslos, y acercar la rodilla al pecho, dejando la otra extremidad extendida en el suelo. Compensación a evitar: movimiento de gran amplitud con poco control de la alineación corporal. CORRECTO INCORRECTO Ejercicio nº 10 Psoas en posición de caballero. OBJETIVO: ESTIRAMIENTO. Posición: cuadrupedia. Acción: activar transverso y alineación corporal, manteniendo la pelvis en retroversión desplazar el cuerpo en bloque hacia delante, mantener de 10 a 20 segundos. Compensación a evitar: movimiento de gran amplitud con poco control de la alineación corporal, compensar con anteversión pélvica y incremento de la lordosis lumbar CORRECTO 30 INCORRECTO C M Y CM MY CY CMY K Ejercicio nº 11 Piramidal. OBJETIVO: ESTIRAMIENTO. Posición: decúbito supino, cruzar una pierna sobre la otra dejando un ángulo de 90º, mantener 30”. Acción: flexión de cadera y cogerse pos debajo de la rodilla acercándola hacia el pecho durante 30” de forma relajada. Compensación a evitar: acercar excesivamente la rodilla perdiendo la alineación de la posición de base. CORRECTO INCORRECTO Ejercicio nº 12 Pelvitrocantéreos. OBJETIVO: ESTIRAMIENTO. Posición: decúbito supino, cruzar una pierna sobre la otra, mano en cara externa de la rodilla flexionada. Acción: realizar una fuerza inversa, manteniendo la pelvis fija y llevar la rodilla hacia la aducción, mantener 30”. Compensación a evitar: levantar la pelvis del suelo o realizar un movimiento de excesiva amplitud articular. CORRECTO INCORRECTO Ejercicio nº 13 Estiramiento de isquiotibiales con toalla. OBJETIVO: ESTIRAMIENTO. Posición: decúbito supino, coger una toalla y pasarla por el pie, quedando la EEII en flexión de 90º de cadera y 60º de rodilla. Acción: Manteniendo los segmentos alineados llevar el talón hacia el techo sin extender del todo la rodilla. Compensación a evitar: gran amplitud y pérdida de la alineación corporal, hiperextensión de la rodilla CORRECTO INCORRECTO 31 C M Y CM MY CY CMY K Ejercicio nº 14 Estiramiento de Isquiotibiales en la pared. Posición: decúbito supino. Acción: Igual al anterior, pero con apoyo del talón y glúteos en una pared. Compensación a evitar: igual al anterior, gran amplitud y pérdida de la alineación corporal, hiperextensión de la rodilla. 1er tiempo CORRECTO 2º tiempo CORRECTO INCORRECTO Ejercicio nº 15 Estiramiento de Adductores en la pared. Posición: decúbito supino. Acción: colocar cadera en abducción y plantas de los pies juntas, manteniendo la posición dirigir lentamente los talones en sentido caudal. Compensación a evitar: gran amplitud y pérdida de la alineación corporal. 32 CORRECTO INCORRECTO CORRECTO INCORRECTO C M Y CM MY CY CMY K C M Y CM MY CY CMY K