PAREJAS DE HECHO ESTUDIO 1

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PAREJAS DE HECHO (breve estudio)
CONCEPTO.- En una primera aproximación podríamos definir la
pareja de hecho como aquella situación de convivencia estable al modo
marital, que se desarrolla entre dos personas que no están unidas entre sí
por vínculo matrimonial.
De la citada definición se desprende un elemento definitorio
negativo esencial y otras notas características de las parejas de hecho.
ELEMENTO
DEFINITORIO
NEGATIVO
ESENCIAL:
LA
INEXISTENCIA DE MATRIMONIO ENTRE LOS CONVIVIENTES
El fenómeno social que conocemos como pareja de hecho se suele
delimitar siempre por referencia a ese otro fenómeno social que es el
“matrimonio”. Al respecto cabe señalar dos diferencias esenciales entre
ambas figuras:
1ª.-En nuestro ordenamiento jurídico existe una concepción
institucional del matrimonio, como vínculo jurídico que nace de un acto
voluntario negocial específico rodeado de unas determinadas formalidades,
en particular la intervención de una autoridad estatal o religiosa. En contraste
con el mismo, las uniones de hecho constituyen ante todo un fenómeno
social; por lo tanto no reúnen, al menos de momento y en el ordenamiento
estatal, los rasgos necesarios para ser calificadas de institución.
2ª.-La segunda diferencia esencial entre matrimonio y pareja de
hecho se encuentra en el régimen de su disolución, ya que en la segunda
rige el principio de libre ruptura, mientras que en el primero la disolución se
somete a un procedimiento reglado con intervención judicial.
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OTRAS NOTAS CARACTERÍSTICAS
A.- Se trata de una unión entre dos personas. Quedan fuera de
su ámbito otras situaciones convivenciales (grupos familiares, tribales,
poligamia.).
B.- La convivencia. Este es el rasgo quizá más definitorio del
fenómeno. Para que se hable de unión de hecho no basta con que dos
personas mantengan contactos sexuales de forma continuada y más o
menos periódica y con vocación de exclusividad, sino que es necesario que
“convivan”, que vivan juntos, es decir, que compartan una vivienda –techo,
mesa y cama- de forma similar a lo que sucede en un matrimonio. Esto
supone la presencia de una completa “comunidad de vida”. (Fácilmente se
advierten las diferencias con el matrimonio, porque así como éste puede
existir, con independencia de que haya cesado o no haya llegado a existir la
convivencia entre los cónyuges -por ejemplo el caso del matrimonio por
poder-, en la pareja de hecho el elemento convivencial es definitorio de su
existencia. Ahora bien, no se exige que la convivencia tenga que ser
absolutamente ininterrumpida –trabajo, viajes, enfermedad, internamiento
en un centro penitenciario-.)
C.- Debe existir elemento afectivo y un ingrediente sexual. Esta
situación de convivencia que constituye la base de la unión de hecho debe
basarse en una relación sentimental de afecto o amor análoga a la que
tendencialmente motiva el matrimonio.
Caracter este puesto en duda y viva discusión en el momento
actual. Es clásica la afirmación de que, a diferencia del matrimonio, no
pueden existir concubinatos “blancos”. Ello es así porque el matrimonio
puede existir con independencia de que exista o no relación sexual entre los
casados, elemento que siempre se ha considerado debe existir en la pareja
de hecho. "Como he dicho al principio del párrafo este es un tema de viva
discusión doctrinal, sobre el que se puede debatir en el seminario".
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D.- El elemento temporal: la estabilidad. La convivencia basada
en lazos efectivos y con un ingrediente sexual, sólo es relevante para el
derecho cuando tenga una cierta duración temporal o al menos una
vocación de permanencia.
E.- La notoriedad. En alguna sentencia, como la STS de 18 de
Mayo de 1992, se ha hecho referencia al dato de la notoriedad social de la
unión, como requisito que forma parte del supuesto de hecho, de manera
que la coexistencia debe ser “practicada de forma externa y pública con
acreditadas actuaciones conjuntas de los interesados”. La razón de esta
sentencia es el hecho de que la situación de convivencia puede plantear
graves problemas de certeza y de prueba.
F.- La ausencia de impedimentos. Alguna doctrina, introduciendo
ya elementos valorativos jurídicos en la delimitación del supuesto, se
plantean la exigencia de que los convivientes no estén afectados por
algún impedimento matrimonial, como, por ejemplo, la minoría de edad, el
parentesco por consanguinidad en línea recta o en el segundo grado de la
línea colateral, la existencia de un ligamen matrimonial previo no disuelto o
incluso el conyugicidio.
VISTO LO ANTERIOR PODEMOS dar un concepto que abarque los
elementos definitorios de estas uniones podríamos decir que es “la unión
duradera y estable de dos personas de distinto o igual sexo con capacidad
suficiente, que sin estar unidas por vínculo matrimonial, ni formar parte de
otra unión de hecho, desarrollan en el marco de un hogar común una
comunidad de vida, tanto espiritual como física, incluyendo la unión sexual, y
lo manifiestan de forma externa y pública cumpliendo espontánea y
voluntariamente deberes de responsabilidad y solidaridad recíprocas y
siendo ello susceptible de producir efectos jurídicos.
RECONOCIMIENTO JURIDICO.-
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Se puede decir que en la actitud del ordenamiento jurídico, de los
legisladores y de los jueces hacia las situaciones de convivencia
extramatrimonial se han ido sucediendo históricamente las siguientes
posturas:
A) La actitud de rechazo. Desde el punto de vista moral se funda
en la idea (postura oficial de la Iglesia Católica) de que el único ámbito para
un desarrollo moralmente lícito de la sexualidad humana es el
matrimonio. Desde el punto de vista civil este rechazo se funda en la
necesaria defensa de la institución matrimonial y familiar como
fundamento último del orden social.
B) La actitud de indiferencia. Se suele atribuir a BONAPARTE la
frase “si les concubins se passent de la loi, la loi se desinteresse
d’eux”. Lo que hoy traduciríamos como que si los convivientes pasan de la
ley, la ley también pasa de ellos. Según esta postura, si los convivientes se
colocan voluntariamente al margen del derecho negándose a contraer
matrimonio, parece lógico que no puedan pretender luego el apoyo del
ordenamiento jurídico cuando les conviene. No rechaza la posible validez de
los negocios de contenido patrimonial que entre sí puedan celebrar los
convivientes, que se rigen por las normas del derecho común inter
particulares.
C) La actitud intervencionista para proteger determinados
intereses. Partiendo de la prevalencia de la institución matrimonial
tradicional como base adecuada para el nacimiento y desarrollo de una
familia, sin embargo, reconoce ciertos efectos al fenómeno de la unión de
hecho, cuya existencia real no se puede negar, debiendo procurar la
protección de unos especiales intereses (la mujer, los hijos y terceros que se
relacionan en el tráfico con estas personas que aparecen externamente
como casados sin estarlo). Se puede decir que esta es la postura que, a
partir de la Constitución Española, se ha ido adoptando en nuestra
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legislación y jurisprudencia, hasta que se dicte una ley integral reguladora
del fenómeno.
D) La valoración positiva de la unión de hecho como alternativa
al matrimonio. Profundizando en la actitud proteccionista, se da un paso
más, advirtiendo que la aplicación de las normas del derecho de familia no
deberían depender de la celebración del matrimonio, sino de la existencia
de relaciones humanas de tipo familiar. Si la familia, como grupo humano
básico que asegura el desarrollo de la personalidad humana, en un marco de
afecto, solidaridad y ayuda mutua, es una realidad social protegida por el
derecho, debe ser indiferente el origen de ésta. Ésta doctrina tiene apoyo en
el art. 39 de la Constitución que dice: “Los poderes públicos aseguran la
protección social, económica y jurídica de la familia”, relacionando este
precepto con el art. 32 CE. Se sostiene que hay una pluralidad de modelos
familiares que pueden estar amparados por esta norma. La protección que
el art. 39.1 de la CE dispensa a la familia no queda limitada a la "familia
legítima matrimonial", sino que puede comprender otras formas de
convivencia. Por otra parte, algunos autores (TALAVERA FERNÁNDEZ),
fundan el reconocimiento jurídico de las parejas de hecho en la existencia
de un derecho fundamental a no casarse, que consideran consagrado en
la CE, como reverso al derecho constitucional a contraer matrimonio.
En cualquier caso, el reconocimiento jurídico global del
fenómeno de las parejas de hecho y, por tanto, su institucionalización,
es hoy la tendencia dominante, que ya ha encontrado reflejo legislativo
a nivel autonómico y parece ser la aspiración del legislador estatal.
REGIMEN JURÍDICO DE LAS UNIONES DE HECHO
Hemos de distinguir tres grandes bloques:
1.- LA AUTONOMÍA DE LA VOLUNTAD DE LOS CONVIVIENTES
EN LA REGULACIÓN DE SU RELACIÓN.
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Conviene comenzar señalando que los posibles contratos que entre
sí celebren los convivientes en atención a su relación de afecto o convivencia
no están afectadas por ningún defecto de ilicitud o torpeza de su causa (se
ha superado la actitud de rechazo), no encontrando otros límites que los
genéricos derivados del art. 1255 del Código. Podemos distinguir:
A) Los pactos relativos a las relaciones personales. Se trataría
de pactos que pretenden establecer convencionalmente un compromiso
indefinido o temporal de convivencia, o imponer entre los convivientes
aquellos deberes y derechos recíprocos en el plano personal que son
característicos del vínculo matrimonial. Siendo esencial a la unión
extramatrimonial el principio de libre ruptura, se suele considerar que un
compromiso indefinido, entendido como perpetuo de convivencia no sería
válido.
B) Los pactos de contenido económico
1º.- Se considera perfectamente admisible que los convivientes
celebren cualquier tipo de contrato propio del derecho patrimonial
general mediante el cual se puedan conseguir, al menos, parte de los
efectos que son propios de un régimen económico matrimonial.
Así, fundamentalmente para conseguir una comunicación de
bienes o de ganancias se ha acudido a la fórmula de la SOCIEDAD O DE LA
COMUNIDAD DE BIENES.
Como sabemos, el Código civil contempla una categoría de
sociedad civil que puede parecer muy adecuada a este propósito: la
sociedad universal de ganancias a que se refiere el art. 1675 Cc, aparte
de esta sociedad universal, parece posible que los convivientes concierten
un contrato de sociedad particular ya sea civil o mercantil en el caso de
que lo que les preocupe sea el régimen de una concreta actividad económica
o de empresa que van a llevar los dos en colaboración.
En cuanto a la posibilidad de acudir a un contrato de comunidad
de bienes cabe señalar en contra que la comunidad de bienes no es el
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“título” de una posible comunicación de bienes, sino el resultado de
cotitularidad al que se llega en virtud de un determinado título adquisitivo o
traslativo. Por tanto, no es posible un “pacto de comunidad futura sobre
bienes inconcretos aun no adquiridos”.
2º.- Yendo más allá de lo anterior, se ha planteado la posible
validez de un pacto en cuya virtud los convivientes se someten a un
determinado RÉGIMEN ECONÓMICO SIMILAR AL DE CUALQUIER
RÉGIMEN MATRIMONIAL, regulando tanto el régimen de administración y
disposición de los bienes de que puedan ser titulares los convivientes como
el régimen de su distribución, en su caso, al concluir la convivencia. La
jurisprudencia viene admitiendo reiteradamente la posibilidad de estos
pactos. Así, la SAP de Córdoba de 21 de Abril de 1986 y también las STS
de 18 de Mayo de 1992 y 18 de Febrero 2.003, han admitido la posibilidad
de estos pactos.
Este sistema está ya plenamente recogido en la normativa
autonómica, en la que se habla de "regimenes de comunidad" o incluso
directamente de sociedad de gananciales.
3º.- Por último cabe plantearse la posibilidad de pactos para
regular LAS CONSECUENCIAS DEL CESE DE LA CONVIVENCIA.
No plantea problemas la admisibilidad y validez de estos pactos,
que pueden ser incluso previos a la ruptura, en previsión de la misma. No
obstante, conviene detenerse en dos cuestiones:
a) El problema de la justificación causal de las atribuciones o
desplazamientos patrimoniales que con ocasión de esta crisis se
puedan realizar en su caso los convivientes. De nuevo se plantea la
posible configuración de estos desplazamientos patrimoniales como
gratuitos, con las evidentes repercusiones civiles: la figura de la “obligación
natural” (ex art. 1.901 Cc); la doctrina del enriquecimiento injusto; incluso se
defiende, la existencia de una causa matrimonii.
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b) El problema de los límites a la autonomía privada en esta
materia de la crisis familiar en relación con la posible necesidad de
intervención judicial. Así, en sede matrimonial, el convenio regulador del art.
90 del Código para surtir efecto tiene que ser aprobado por el Juez. Cabe
plantearse si las parejas no casadas gozan en este punto de mayor libertad
que las parejas casadas. Existiendo hijos, la Fiscalía General del Estado en
Circular 2/1987 estableció la necesidad de intervención del Ministerio Fiscal
en todos aquellos casos de ruptura de convivencia de hecho en la que
existan hijos menores o incapaces.
2.- EFECTOS JURÍDICOS RECONOCIDOS A LAS UNIONES DE
HECHO EN EL DERECHO COMÚN
Como señalaba el ilustre notario GONZÁLEZ PALOMINO, "en
Derecho todo lo que no son efectos es literatura". Como anticipé, en el
ámbito estatal nos encontramos inmersos en un movimiento legislativo, que
parece va a culminar con una ley reguladora de las uniones de hecho.
Mientras tanto cristaliza esta tendencia, la situación actual es que existen
normas dispersas que reconocen efectos jurídicos a las parejas de hecho; y
a nivel jurisprudencial se plantean demandas que pretenden la extensión de
efectos propios del matrimonio a las uniones de hecho.
A) Efectos personales
- La convivencia marital estable con otra persona ocasionará para el
que haya estado casado con anterioridad la pérdida de la pensión
compensatoria del art. 101 Cc, (en caso de que la tuviese).
- En los casos en que sea el deudor de dicha pensión el que
conviviere maritalmente, se podría reconducir al art. 100 Cc la posibilidad de
modificación de dicha pensión.
- No se produciría en cambio la extinción del usufructo vidual.
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- Por otro lado, la convivencia marital con otra persona dará lugar,
en algunos supuestos, a la situación de separación de hecho.
- Efectos respecto a los hijos:
Equiparación absoluta entre la filiación no matrimonial y la
matrimonial (art.108 Cc), y en materia de filiación asistida (Ley de
26 mayo de 2006). Tras la reforma de 15 de Marzo de 2007
también las mujeres entre sí podrán ser usuarias de dichas
técnicas.
En materia de patria potestad donde se contempla su atribución
conjunta a los progenitores al margen del matrimonio.
En materia de tutela y guarda de hecho, el conviviente no progenitor
es apto o idóneo para el cargo y así puede ser designado por el otro
padre o madre como tutor en testamento o documento público
notarial.
En materia de visitas donde al conviviente no progenitor se le puede
considerar incluido en el término “allegados” del art. 160, a efectos
de facilitarle la relación familiar con el hijo del otro conviviente.
La Disp Adic 3ª de la ley 21/1987 de 11 Nov que permite adoptar
al hombre y a la mujer unidos permanentemente por relación de
afectividad análoga a la conyugal.
El art. 320 Cc que permite al hijo mayor de 16 años pedir al juez la
emancipación cuando quien ejerciere la patria potestad conviviere
maritalmente con persona distinta del otro progenitor.
Arts. 75 y 76 Cc que permiten la convalidación del matrimonio nulo
por incapacidad o por vicios de la voluntad cuando exista
convivencia durante un año.
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- Otros efectos personales a señalar serían los siguientes:
El Código Penal las equipara al matrimonio a efectos de atenuar o
agravar la responsabilidad (art 23).
La LOPJ 1995 las considera asimilables al matrimonio como causa
de abstención y recusación de Jueces y Magistrados (219 y ss).
La LEC 2000 las recoge como causa de tacha de testigos; como
causa de abstención y recusación y legitima también para incoar el
proceso de incapacitación
La Ley reguladora del Derecho de Asilo de 1984 permite
conceder la condición de asilado a la persona ligada por análoga
relación de afectividad y convivencia.
La Ley Orgánica General Penitenciaria de 1979, concede una
serie de derechos como visitas, ser informado en caso de
fallecimiento o enfermedad grave del compañero, etc.
La Ley de 30 Mayo de 1995 a efectos de facilitar el acceso físico a
las viviendas y de eliminar las barreras arquitectónicas para los
discapacitados, equipara al cónyuge
a la persona que conviva
permanentemente en análoga relación de afectividad.
Arts.
138
y 139 del
Reglamento Notarial,
establece la
incompatibilidad de los Notarios para ejercer en una misma
población o para autorizar escrituras públicas a su favor.
Ley Orgánica reguladora del procedimiento de habeas corpus
de 1984 legitima a la persona unida por relación análoga de
afectividad a incoar dicho procedimiento.
Ley 40/2007 de 4 Dic de medidas en materia de seguridad
Social, en la DA TERCERA donde se reconoce la pensión de
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viudedad al que hubiera convivido ininterrumpidamente con el
causante, durante al menos los 6 años anteriores al fallecimiento de
éste.
(ES POSIBLE QUE ESTE LISTADO ESTE DESACTUALIZADO O
INCOMPLETO, OS ANIMO A QUE INCORPOREIS ALGUNO MÁS, QUE
SEGURO QUE SE ME HAN ESCAPADO)
B) EFECTOS PATRIMONIALES
Caber partir en este punto de cuatro afirmaciones principales:
Primera: que la situación de convivencia de hecho, es ante todo
una situación personal que no tiene por qué tener necesariamente
repercusiones patrimoniales. Es decir, que en principio hay que partir de la
separación patrimonial.
Segunda: que no existe ningún régimen económico típico de
estas uniones, ni están sometidas a suerte alguna de régimen primario.
Tercera: cualquier solución a la problemática patrimonial planteada
por las uniones de hecho debe ser resuelta atendiendo, en primer lugar, a
los pactos de los convivientes.
Cuarta: que no todos los aspectos patrimoniales de las uniones de
hecho dependen de los pactos entre los convivientes.
Algunas
consecuencias derivan del estatuto recogido en las leyes especiales o
autonómicas.
A pesar de ello, no son cuestiones incontrovertidas, por lo que
distinguiremos en nuestro análisis:
1.- La posible aplicación de normas de régimen económico
matrimonial primario
a) Respecto del art. 1318 del Cc que prevé una “sujeción” de los
bienes de los cónyuges al levantamiento de las cargas del matrimonio, y
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completado con el art. 1438 Cc, supone una obligación de contribución de
los cónyuges a esas cargas, a falta de convenio, en forma proporcional a sus
respectivos recursos económicos.
b) El art. 1319 Cc se ocupa de lo que se conoce como “potestad
doméstica ordinaria”. Tratándose de una norma de protección del tráfico en
atención a la confianza que suscita en los terceros la persona que celebra
contratos para atender a las necesidades ordinarias de una familia, suele
admitirse su aplicación analógica a las situaciones de convivencia siempre
que ésta tenga un carácter ostensible o notorio.
c) En cuanto a la exigencia de consentimiento del no titular para la
disposición de los derechos sobre la vivienda habitual de la pareja y el
ajuar de la misma (art. 1.320 Cc), dado lo excepcional de esta norma, no
parece que pueda sostenerse una aplicación analógica de la misma, salvo en
aquellas leyes autonómicas que así lo establezcan (VER CATALUÑA, POR
EJEMPLO).
En el supuesto de que la vivienda no sea de propiedad de uno de
los convivientes, sino que la tenga arrendada, hay que tener en cuenta que
los derechos de continuación en la posición de arrendatario, o de prestar su
consentimiento a la no renovación o desistimiento, según el art. 12,4 de la
LAU de 24 de Noviembre de 1.994, corresponden a la persona que hubiera
venido conviviendo con el arrendatario durante, al menos, los dos años.
2.- Derecho a participar en los bienes o ganancias obtenidas
por el conviviente.
Una de las cuestiones clásicas que se plantean en torno a las
uniones de hecho es la posibilidad de que al cesar la convivencia uno de los
convivientes reclame una participación en los bienes adquiridos o en las
ganancias obtenidas por su compañero mientras duró aquélla, en el caso
más común en que no hubo ningún pacto expreso entre los
convivientes al comenzar su relación o durante la misma. Para conseguir
este efecto se ha acudido a los siguientes argumentos:
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a) La aplicación analógica del régimen de la sociedad de
gananciales.- Esta invocación tiene sentido precisamente en aquellos
territorios en que el régimen legal supletorio es el de gananciales. Frente a
esta pretensión la respuesta general ha sido negativa (así, STS 27 de Mayo
de 1.998 y 22 de Enero de 2.001, de entre otras muchas).
b) La idea de sociedad tácita o de comunidad tácita.- En cuya
virtud los bienes obtenidos por cualquiera de ellos se irían comunicando
(STS de 4 de Abril de 1.997).
c) La doctrina de enriquecimiento injusto o el principio de
equidad.-Hay que señalar que con este argumento ya no se pretende
alcanzar una participación en las ganancias obtenidas por el conviviente por
razón de la existencia de una relación familiar de hecho, sino por una razón
general de justicia conmutativa, por lo que deberán concurrir los principios
generales de derecho patrimonial.
3.- Los efectos patrimoniales de la extinción de la convivencia
Al respecto, la doctrina parte de la idea de que la simple ruptura de
una unión de hecho no es un acto ilícito o antijurídico, lo que en principio
excluye la posibilidad de reclamar una indemnización del daño invocando el
art. 1.902 Cc. Y ello por cuanto desde que comenzó la convivencia se
asumió la libertad de ambas partes para poner fin a la misma en cualquier
momento. Así las STS de 9 de Abril de 1979 y de 11 de Diciembre de
1992.
La cuestión se ha centrado en la posible aplicación de los artículos
96 Cc (atribución del uso de la vivienda habitual al no titular) y 97 Cc
(establecimiento de una pensión compensatoria), en los supuestos de crisis
de la convivencia.
Existiendo hijos, desde el principio se admitió la aplicación directa
del artículo 96 Cc, cuando estos quedaban en compañía del conviviente no
titular, por aplicación del principio de igualdad de los hijos con independencia
de su filiación (en este sentido la STS 4 de Junio 1998). En defecto de hijos
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observamos una evolución jurisprudencial: así la STS de 30 de Diciembre
de 1.994 rechazó la aplicación analógica; en cambio, la STS de 16 de
Diciembre de 1.996 admitió la aplicación analógica del artículo 96.3 Cc; y la
STS de 10 de Marzo de 1.998, reconoce un derecho de uso de la vivienda
familiar, invocando el principio general de protección al conviviente más débil
o perjudicado por la ruptura, que se deduce de ésta y de otras normas (art.
10 CE -principio de dignidad de la persona-, art. 14 CE -principio de igualdad, art. 39 CE -principio de protección a la familia-, y el art. 16.1.b) LAU 29/1994
de 24 Noviembre).
Parecida evolución se ha producido en relación a la pensión
compensatoria del artículo 97 Cc, admitiéndose por STS 5 de Julio de
2.001, fundando su decisión directamente en la aplicación analógica del art.
97 Cc.
4.- Derechos patrimoniales en caso de muerte del conviviente.
a) En el ámbito de la sucesión testamentaria se plantea
fundamentalmente si existe a favor del supérstite algún derecho de legítima
(se ha negado debido al carácter excepcional de la misma, que exige una
interpretación estricta) y, por otro lado, si la disposición al conviviente por vía
de institución hereditaria o de legado se ha de reputar como disposición a
favor de un extraño. Es decir, ¿al conviviente more uxorio sólo se le puede
beneficiar con el tercio de libre disposición o además con ese usufructo sobre
el tercio de mejora? La respuesta más segura es la negativa, esto es sólo se
podrá disponer del tercio de libre disposición, si bien hay que señalar que en
la
práctica
las
consecuencias
quedan
mitigadas
por
el
posible
establecimiento de cláusulas de opción compensatorias, admisibles a la luz
del artículo 820.3 Cc.
b) En cuanto a la sucesión intestada, en el momento presente no
existe, en el Derecho Común, ninguna norma legal de la que resulte un
llamamiento como sucesor abintestato a favor del conviviente de hecho.
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c) Por último cabe plantearse la existencia de derechos que podrían
encuadrarse en la categoría de las “mortis causa capiones”, es decir,
derechos que nacen con ocasión de la defunción de uno de los miembros de
la pareja pero que no tienen propiamente naturaleza sucesoria, sino más
bien económico matrimonial, o, en este caso, “económico paramatrimonial”:
- Así, se podría plantear la aplicación analógica del art. 1321 Cc.
- El art. 16 de la LAU establece el derecho de subrogación mortis
causa en la relación arrendaticia, a favor de la persona que hubiera venido
conviviendo con el arrendatario, durante, al menos, los dos años anteriores al
tiempo del fallecimiento, salvo que hubieran tenido descendencia común.
d) Otra cuestión especialmente interesante y que ha merecido la
atención de la jurisprudencia es la de si, en caso de accidente mortal de
uno de los convivientes, tiene el supérstite derecho a percibir la posible
indemnización que pueda ser debida por el responsable del accidente o la
correspondiente compañía aseguradora. La STS de 1 de Julio de 1.999
consideró discriminatorio no equiparar el conviviente al cónyuge, a los
efectos de percibir una ayuda pública por los daños que se derivaron de la
muerte del otro en un atentado terrorista.
e) En materia de pensiones de viudedad de la Seguridad Social,
hay que tener en cuenta el criterio exclusivamente de derecho transitorio que
sentó en su día la DAd 10ª.2 de la Ley de 7 de Julio de 1981, reconociendo
el derecho a la pensión al conviviente supérstite que no hubiese podido
contraer matrimonio por impedírselo la legislación vigente hasta esa fecha.
f) Por último, recientemente se ha extendido la posibilidad de
delegar la facultad de mejorar a favor del conviviente con el que se tenga
descendencia común (Artículo 831), lo que parece sentar un criterio
favorable a la extensión de estas normas a las parejas de hecho.
3.- EFECTOS JURÍDICOS RECONOCIDOS A LAS UNIONES DE
HECHO EN LA NORMATIVA ANDALUZA.
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La Ley 5/2002 de 16 de diciembre empieza como nosotros,
intentando definir las parejas de hecho y lo hace en el art. 3, como "la unión
de dos personas, con independencia de su opción sexual, a fin de convivir de
forma estable, en una relación análoga a la conyugal".
La norma andaluza deja en principio plena libertad de pactos a los
miembros de la pareja de hecho para regular sus relaciones personales,
imponiendo meros limites, obvios por otra parte, y en forma negativa no
inscribiendo pactos que atenten contra los derechos fundamentales y
libertades públicas de sus miembros; velando por el respecto a los derechos
de los menores y permitiendo el acceso a las parejas de hecho el acceso a
los procedimientos de acogimientos familiares simples o permanentes.
(Como podéis ver pobre y obvia regulación, por otra parte acorde
con nuestro escaso nivel de producción de normas civiles o en general de
derecho privado, para lo que, en cualquier caso, dudo mucho que tuviéramos
capacidad competencial constitucional).
A nivel patrimonial ocurre lo mismo, en el art. 10 se recoge el
principio de libertad de pactos que las parejas podrán establecer para regular
el régimen económico, mientras la pareja subsista, incluso cuando finalice,
pudiendo establecer compensaciones económicas
si el cese de la
convivencia produce un desequilibrio económico en uno de los convivientes,
en términos similares al art. 97 Cc.
No obstante lo anterior la LEY
tiene, a mi juicio, un elemento
positivo, en unos momentos en que hablamos de administrativizar el derecho
privado, regulando relaciones hasta hoy dejadas a la autonomía de la
voluntad, la norma andaluza desregulariza la pareja de hecho y deja al buen
criterio de los convivientes el normativizar o no su relación. Este hecho hace
que la labor del jurista alcance una gran importancia en el asesoramiento
jurídico de estas situaciones, ya que el derecho patrimonial familiar es
plenamente aplicable a estas parejas de hecho, las cuales podrán conformar
su régimen económico con muchas más libertad que incluso las parejas
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"casadas", las cuales, aunque gozan de la misma libertad, como veremos
más tarde, tienen ya un corsé predefinido (régimen de gananciales) en el
caso de no hacer ninguna determinación paccionada del mismo.
En cuanto a la disolución de las parejas de hecho se contempla en
el art. 12, en el que además de establecer los supuestos de disolución,
establece la posibilidad (de nuevo) de establecer compensaciones
económicas, "la inoponibilidad de los pactos de este articulo a terceros",
establecimiento de la responsabilidad solidaria de los convivientes en
relación con los gastos necesarios para el mantenimiento de la casa.
Y por último en cuanto al derecho sucesorio, se limita a recoger el
derecho a residir en la vivienda habitual durante un año desde el
fallecimiento del otro conviviente (y propietario de la vivienda), sin perjuicio
de la posibilidad de, vía testamentaria, incrementar el haber hereditario del
sobreviviente.
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SE PROPONE AL ALUMNO LA REFLEXION SOBRE EL
SIGUIENTE SUPUESTO:
Antonio F. P., mayor de edad, soltero, residente en Algeciras, con
D.N.I. número 12.122.122-N, se encuentra hastiado de su vida en casa de
sus padres y decide emprender una nueva en compañía de otra persona (ya
que es de temperamento un poco miedoso). Se ha enterado de la existencia
de unas viviendas de Protección Oficial, exclusivamente para parejas de
hecho, a un precio muy asequible.
En principio piensa en su hermana pequeña, pero una vez
planteado el tema, sus padres le desaconsejan de forma rotunda esa unión.
Por ello piensa en su antigua novia y sin embargo amiga Penélope B.B.,
también mayor de edad, pero que actualmente vive en Basaur, con sus
padres, que tambien son pareja, pero en este caso de la Guardia Civil.
Debidamente interrogada Penélope, también cansada de vivir en
casa de sus padres, considera la posibilidad de unirse a Antonio, pero
manifiesta que "no tiene un duro", por lo que no podrá colaborar en la
compra de la casa. Antonio, no obstante este contratiempo, decide unirse a
su antigua novia, y se persona en su despacho para intentar documentar
esta relación y aclarar ciertas dudas.
1.- ¿ Porque sus padres se oponen tan tajantemente a la unión con
su hermana?.
2.- ¿ Que ocurre si la casa la compra solo uno de lo convivientes?.
3.- ¿Que derechos tendría el no comprador?.
4.- ¿Es necesario "querer" a la conviviente?.
5.- Tendrían algún problema para adquirir esa vivienda protegida,
caso de que algún no adjudicatario le denunciara por algún motivo. ¿Que
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motivos se os ocurren? (pensad que defendeis en este punto a otro posible
adjudicatario que quedo sin casa)
6.- ¿Que escenario se plantearía si esta pareja tiene hijos y
posteriormente cesaran en la convivencia?.
7.- ¿Podría alguna persona ver su inscripción en el registro de
parejas de hecho?.
8.- OTRAS CUESTIONES QUE SE OS OCURRAN
Utiliza el modelo adjunto y redacta el documento de constitución de
pareja de hecho.
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