el lugar de la mujer en platón y aristóteles según moller okin

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ACTAS DEL VI COLOQUIO INTERNACIONAL ΑΓΩΝ
COMPETENCIA Y COOPERACIÓN DE LA ANTIGUA GRECIA A LA ACTUALIDAD
Homenaje a Ana Marı́a González de Tobia
EL LUGAR DE LA MUJER EN PLATÓN Y
ARISTÓTELES SEGÚN MOLLER OKIN
CARLA LUJÁN DI BIASE
MAGDALENA MARISA NAPOLI
Universidad Nacional de La Plata
(Argentina)
RESUMEN
En Women in Western Political Thought, Susan Moller Okin busca mostrar,
mediante el análisis de una serie de autores paradigmáticos del
pensamiento político occidental, que la causa de que las mujeres
continuemos siendo ciudadanas de segunda radica en que la mujer ha
sido pensada casi siempre desde una perspectiva funcionalista: ninguno
de los autores puede pensar a la mujer fuera del ámbito privado y como
madres-esposas. Partiendo de esta hipótesis, este trabajo pretende
reconstruir la lectura que la autora realiza de Platón y Aristóteles.
ABSTRACT
In Women in Western Political Thought, Susan Moller Okin attempts to
demonstrate, by analysing a series of paradigmatic Western political
thinkers, that what causes women to remain second-class citizens is the
fact that they have ususally been seen from a functionalist mode of
thought. Neither author is able to consider woman outside the private
sphere and her role as wive/mother. From this starting hypothesis, this
article intends to reconstruct Moller Okin’s reading of Plato and Aristotle.
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PALABRAS CLAVE:
Platón-Aristóteles-Mujeres-Funcionalismo.
KEYWORDS:
Plato-Aristotle-Women-Functionalism.
Introducción
En el presente trabajo, nos proponemos presentar las principales conclusiones a
las que llega la filósofa feminista Susan Moller Okin sobre Platón y Aristóteles,
y trataremos al mismo tiempo de comprender por qué la sociedad griega
asignaba un lugar menor a la mujer. Según Susan Moller Okin el lugar de la
mujer en dos de los principales escritos políticos de Platón, La República y Las
Leyes, es contradictorio y funcional a la organización política de los varones.
Por otro lado, las diferencias entre el pensamiento de Platón y Aristóteles son
bien conocidas por todo aquél que se haya acercado alguna vez al estudio de la
filosofía antigua. Platón fija las Formas o Ideas de las cosas en una realidad
independiente e inteligible. Del otro lado, Aristóteles pretende “bajar a tierra”
la teoría platónica del Mundo de las Ideas. Por eso sostiene que las formas no se
dan nunca separadas de la materia: éstas, lejos de ser entidades separadas de lo
material son productos del intelecto (i. e. entelequias).
Estos dos puntos de partida, a simple vista, nos llevan a pensar que las ideas
de Platón y Aristóteles van por un camino muy distinto. Y, en efecto, así es. Sin
embargo, Moller Okin buscará mostrar cómo en el caso de las mujeres, Platón y
Aristóteles terminan relegándola a cumplir exactamente el mismo rol de
siempre: recluidas en el ámbito privado, simplemente como madres y esposas.
La tesis de Moller Okin tenderá a mostrar las coincidencias entre Aristóteles
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y este último período platónico, y a revalorizar el primer período platónico
frente al estagirita. Estas coincidencias entre el Platón maduro y Aristóteles se
deberían, siguiendo la hipótesis de lectura de nuestra autora, a que estos
filósofos piensan a la mujer en función de la familia y no en función de ella
misma.
El lugar de la mujer en Platón, según Moller Okin
Según Susan Moller Okin el lugar de la mujer en los dos principales escritos de
Platón, La República y Las Leyes, es contradictorio y, en última instancia,
funcional a la organización política de los varones.
Antes de adentrarse en la perspectiva de Platón, Okin se detiene en la visión
tradicional griega sobre las mujeres, que sirvió de contexto e influenció todo
pensamiento posterior. Reconoce en Los trabajos y los días y en Teogonía, de
Hesíodo, un fuerte tinte misógino. En ellos, Hesíodo considera a la mujer como
una fuente del mal, un castigo eterno para los varones, aunque también, un mal
necesario que podía ser “útil” para la realización de los quehaceres del hogar.
Hesíodo no solo le da a la mujer un lugar fijo, de esposa, en el hogar sino que
incluso la enumera como parte de las propiedades del granjero varón: “Antes
que nada, consigue una casa, una esposa y un buey”.1
La autora encuentra también en las épicas homéricas una idea funcionalista
de la mujer. En La Ilíada las mujeres provocan celos y sentimientos bélicos, o son
parte del botín de guerra, junto con los animales y los esclavos. En este
contexto, la infidelidad, que engloba tanto la traición al esposo como la evasión
del espacio privado hogareño, es el “peor crimen” que podía cometer una mujer
griega.
En La República, Platón enuncia un Estado ideal, en el cual se abolirá la
propiedad privada y los intereses individuales y egoístas, ya que según Moller
1
Moller Okin (1989: 15) Ésta y todas las siguientes citas del inglés nos pertenecen.
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Okin, “los objetivos de la ciudad ideal son tanto la armonía como la unidad de
intereses”.2 Platón entiende la organización armónica de funciones en la ciudad
como la representación de uno de los tres valores centrales de su pensamiento
político: la armonía, la eficiencia y el bien moral. La ciudad griega debía
funcionar emulando la jerarquía familiar y el organismo humano, visiones de
conjunto que evitarían todos los males que acarrea la acumulación de riquezas,
propiedades y poder en un individuo aislado.
Sin embargo, Platón postula que solo las mejores personas en la ciudad ideal
podrán cumplir dichos objetivos, quienes estén a cargo del bienestar del resto
de los ciudadanos: la clase de los guardianes. Ellos reemplazarán la propiedad
privada por la propiedad comunal de bienes inanimados, que contribuirá a la
unidad de intereses. Este cambio, nos recuerda Moller Okin, implica la
abolición de la familia:
Si la propiedad privada de pertenencias inanimadas contribuye a la unidad
de la ciudad, se sigue que la propiedad comunitaria de mujeres y niños
conducirá a una unidad aún mayor. Platón considera que la socialización
de la propiedad significa la abolición simultánea de la familia.3
Así, en La República, Platón elimina la categoría de “familia” e iguala la
posición de las mujeres con la de los varones, siempre en la clase de los
guardianes. La consecuencia más importante de transformar la clase de los
guardianes en un único grupo familiar es su efecto en el rol de las mujeres. Ya
no existen los conceptos de matrimonio, ama de casa, madre y esposa, ya que todos
los guardianes comparten las funciones del cuidado del hogar y de la crianza de
los niños.
Según Moller Okin, en el centro de la decisión de eliminar la categoría de
familia se encuentra el argumento que diferencia a Platón del pensamiento
mayoritario de su época, e incluso, de su propia postura posterior en Las Leyes.
2
3
Moller Okin (1989: 29).
Moller Okin (1989: 31).
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Se trata del argumento expuesto en el Libro V de La República, en el cual el
filósofo separa las diferencias entre los sexos entre características físicobiológicas y las características particulares del alma. Platón indica que sobre la
base de sus características físicas generales, las mujeres tienen menor fuerza
física y están menos capacitadas que los hombres. Por otro lado, en términos
individuales, las propiedades del alma determinan que las mejores mujeres
pueden cumplir los mismos roles sociales que los hombres. Al respecto, opina
Moller Okin:
La tematización de la mujer en el libro V de La República es de verdadera
relevancia, ya que es uno de los pocos ejemplos en la historia del
pensamiento en las que se separan las características biológicas de la
feminidad de toda la carga convencional, institucional y emocional que
suele asociarse con ella. Cuando Platón elimina la esfera privada de la vida
de los guardianes realiza un cuestionamiento radical de todas las
diferencias institucionalizadas entre los sexos.4
Este argumento, que posibilita una nueva percepción de la mujer, como
persona en sí misma y más allá de su rol tradicional, no es retomado en Las
Leyes. En este diálogo, Platón se muestra contradictorio cuando discute el lugar
que los legisladores (varones) le dan a las mujeres, en abierta oposición a La
República.
La principal diferencia entre los dos diálogos es que en Las Leyes Platón
reinstaura la familia patriarcal a su antiguo papel central en la nueva ciudad.
Con esto, renueva la vigencia de las leyes de matrimonio y herencia, que no
tienen espacio en ellas para las mujeres y estipulan una clara desigualdad entre
los sexos: las mujeres son dadas en matrimonio —en un traspaso de propiedad
entre padre y esposo—, no pueden poseer bienes privados, y por lo tanto, no
tienen derecho a ser herederas de los bienes de su familia.
Okin remarca que el hecho de que las mujeres sean esposas privadas, tiene
4
Moller Okin (1989: 41).
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consecuencias no sólo en su status legal (se les niega su personería jurídica) sino
también en la esfera pública,5 ya que su función se reproduce más allá del
ámbito hograreño. Por eso, a pesar de que en teoría Platón intenta darles un
espacio en la administración y gobierno de la ciudad, la legislación impide
expresamente que accedan a ciertos cargos importantes o lugares de poder. En
su lugar, las funciones que continúan cumpliendo son las tradicionales, es decir,
tareas relacionadas al cuidado de los niños y a su educación. Dice Okin:
A pesar de que Platón tiene intenciones de que las mujeres de la ciudad
nueva compartan equitativamente con los varones las mismas funciones
civiles, su participación en la vida pública se ve coartada por ser "esposas
privadas", debido a tres razones:
1- La cuestión práctica de la lactancia y el embarazo [en Las Leyes] no está
regulada ni es tan predecible como en La República, (…) por lo que no se
confía a las mujeres con funciones continuas en cargos públicos,
especialmente, militares.
2- La resintauración de los quehaceres domésticos privados responsabiliza
a cada esposa del mantenimiento del hogar, y es claro que en Las Leyes las
madres participan mucho más en el cuidado de los niños pequeños que las
guardianas [en La República].
3- Para Platón es impensable que las mujeres, “esposas privadas”, cumplan
los mismos roles públicos, especialmente militares, que las guardianas —a
quienes no definió como dependientes de un varón—.6
En resumen, a través de Okin encontramos que Platón, en un primer
momento, cuestiona las costumbres de su época y logra, aunque solo sea para la
clase de los guardianes, colocar a la mujer en un lugar homólogo al de los
varones. Sin embrago, aquella libertad que plantea en La República entra en
contradicción con las regulaciones particulares estipuladas en Las Leyes, cuando
reinstaura la categoría de ‘familia’. Así, el valor de sus cuestionamientos al
orden establecido queda relegado a intenciones, sin que veamos la posibilidad
de aplicación práctica.
5
6
Moller Okin (1989: 45-46).
Moller Okin (1989: 49-50).
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El lugar de la mujer en Aristóteles, según Moller Okin
Como vimos en el apartado anterior, sin embargo, Moller Okin distingue dos
posturas contradictorias en el pensamiento platónico: la que resulta del
planeamiento ideal de la polis que Platón hace en La República, y la que resulta
de la revisión efectuada en Las Leyes, ya en su etapa madura. La tesis de Moller
Okin tenderá a mostrar las coincidencias entre Aristóteles y este último período
platónico, y a revalorizar el primer período platónico frente al estagirita. Estas
coincidencias entre el Platón maduro y Aristóteles se deberían, siguiendo la
hipótesis de lectura de nuestra autora, a que estos filósofos piensan a la mujer
en función de la familia y no en función de ella misma.
Para mostrar esto, Moller Okin describirá, en primera instancia, el sistema
social jerárquico planteado por Aristóteles, sosteniendo que la tarea filosófica
que desarrollará no será de crítica, sino de justificación de la sociedad ateniense.
Por otra parte, detallará la crítica aristotélica a la abolición platónica de la
familia. Finalmente, mostrará cómo Aristóteles entra en un círculo vicioso, ya
que pretende justificar el rol de la mujer en la polis mediante una petición de
principio del mismo.
La sociedad ateniense que Aristóteles describe se inserta dentro la jerarquía
natural, cuya cima la ocupa el ser humano. En este sentido, todos los seres que
componen el conjunto de la naturaleza, cumplen una función respecto del fin
más alto, es decir, el ser humano, y su felicidad. Sin embargo, dentro del
conjunto mismo de los hombres, se dan otras jerarquías: gobernante-gobernado,
amo-esclavo, padre-hijo, esposo-esposa. Y, nuevamente, la parte sometida de
cada uno de estos pares, cumple una función para con la parte que no es
sometida, sino libre. Así, Aristóteles llega pronto a la conclusión de que hay
seres humanos que también cumplen funciones y que, en ese sentido, son
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instrumentos puestos a trabajar con miras a fines que están fuera de ellos/as
mismos/as.7
El concepto central en esta descripción es, como podemos ver, el de función,
acompañado del de fin o finalidad. Estos dos conceptos se relacionan
íntimamente con el concepto aristotélico de physis, y esta relación consiste en
que el uno se define por el otro y viceversa: la naturaleza de una entidad es la
función que esa entidad debe cumplir en el mundo para que éste sea tal como
es, y la función de esa entidad es aquella que naturalmente cumple la entidad en
cuestión. Así, los conceptos de physis y función son cómplices a la hora de dar
forma a un entramado conceptual que pretende no sólo justificar el status quo,
sino que también pretende reproducirlo, al decir que las cosas son como son
porque deben ser así.
En esta dirección apunta la crítica aristotélica a la abolición de la familia
planteada por Platón, la cual puede resumirse en tres puntos8:
1.
La polis es, por naturaleza, un agregado de muchas partes diferentes. Por
lo tanto, suprimir esta diversidad mediante la abolición de las familias
tradicionales y la institución de una sola familia compuesta por todos los
miembros de la polis, llevaría a la ruina de la polis.
2. La extensión de los lazos de parentesco provocaría la desaparición total
de esos lazos. Dado que cada quien se preocupa por la familia propia, si ésta
se extiende demasiado, ya nadie se preocupará exclusivamente por un
número limitado de personas.
3. Por último, la misma extensión de los lazos de parentesco, la cual no está
basada en la sangre, sino en la pertenencia a la polis, generará los peores
crímenes entre los griegos: el parricidio, el matricidio, el fratricidio, el
incesto, etc.
7
8
Moller Okin (1989: 77-8).
Moller Okin (1989: 84).
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Esta crítica a Platón, devenida en defensa del orden establecido, muestra que
la justificación ofrecida es, simplemente, que las cosas son así porque son así y
así deben ser. Y si la familia es lo natural dentro de la sociedad, también lo es la
función que Aristóteles le da a la mujer dentro de esa familia. La mujer, por
naturaleza, es la responsable de la reproducción material del ser humano, ya
que ella aporta la materia, mientras que el varón aporta la forma –que es más
divina y superior que la materia-. Por eso, las mujeres, durante el período de
gestación, deben concentrarse en la correcta alimentación y desarrollo de su
cuerpo, ya que su mente es prescindible. Luego, debe mantenerse dentro del
hogar, cumpliendo las funciones que continúen asegurando la reproducción no
sólo material, sino también intelectual, de los varones. Así, la areté de la mujer
es distinta a la del varón, y sólo es virtud por accidente, y no en sí, ya que sólo
los varones alcanzan la verdadera excelencia. La virtud de la mujer consiste en
hacer bien todo aquello que la lleve a cumplir bien su función de instrumento
para la felicidad de quien es superior a ella, el varón.
Como señalamos antes, Moller Okin sostiene que, del tratamiento que
Aristóteles le da a los conceptos de physis y de función, se desprende un
argumento circular que termina en una petición de principio:
Dado que él [Aristóteles] percibe a la mujer como un instrumento, le asignó
una escala de valores enteramente separada, y luego la mide con la escala
de valores masculina, y la encuentra inferior. Pero el tratamiento
funcionalista de la mujer está en sí mismo fundamentado en la asunción de
la jerarquía aristotélica, en la cual la mujer se encuentra “naturalmente”
ubicada en una posición inferior.9
Así, Aristóteles arma su argumentación partiendo del prejuicio y elaborando
una prueba para sostener el mismo. Este proceso no debe sorprendernos, ya
que en los Tópicos el método de discusión dialéctica consiste, precisamente, en
argumentar partiendo de aquello que les parece bien a todos, o a la mayoría, tá
éndoxa. Por otra parte, cabe señalar que el prejuicio de que la mujer por
9
Moller Okin (1989: 92)
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naturaleza es un instrumento para la felicidad del varón no es el único prejuicio
que Aristóteles sostiene, sino que también justificó la esclavitud de algunos
varones para con otros varones. Las estrategias argumentativas utilizadas en
este caso son similares.
Moller Okin señala con respecto a esto que los críticos modernos de
Aristóteles tienden a hacer demasiado hincapié en este último aspecto, pero se
contentan con dedicarle pocas o ninguna palabra a la cuestión de la mujer. En
este sentido, nos parece oportuno señalar que los prejuicios contra las mujeres,
sostenidos entonces y ahora, relegan a un segundo plano a la mitad de la
población de una sociedad, y este hecho parece ser pasado por alto no sólo por
Aristóteles, sino también por sus más duros críticos/as.
Para resumir, el lugar que Aristóteles asigna a la mujer está fuertemente
condicionado por el lugar que ésta ocupa en la polis en tanto reproductora
material del ser humano y nada más que eso. Sin embargo, este papel que se
asume como una función derivada de la naturaleza de la mujer es, sin embargo,
la premisa de la que parte el argumento de que la mujer naturalmente cumple
ese papel.
Conclusión
La lectura de Moller Okin es novedosa, ya que cuenta la historia de la filosofía
de una manera que muestra cómo el relato filosófico acerca de la realidad social
progresa
en
algunos
aspectos
y
se
muestra
conservador
en
otros,
principalmente respecto del papel de la mujer. Por eso, la selección de los
pasajes busca poner en contradicción a los autores consigo mismos, y denunciar
el recorte analítico que los diversos comentadores modernos han realizado en
defensa de los clásicos. Por otra parte, vemos que en el caso de Platón se rescata
aquello que sí puede llegar a ser innovador. No obstante, si bien la tradición no
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ha hecho caso omiso del papel de las mujeres propuesto por Platón, este hecho
nunca fue contrastado con el hecho de que Platón luego se retractara del mismo.
Así, se produce también una falsa valoración de los filósofos.
En resumidas cuentas, creemos que el balance que realiza Susan Moller Okin
muestra a los filósofos en su justo medio gracias a la poco usual mirada del
género, a la poco usual mirada de las marginadas de la filosofía.
BIBLIOGRAFÍA
MOLLER OKIN, S. (1989). Women in Western Political Thought. Londres.
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