A vueltas con la cláusula “rebus sic stantibus”

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A vueltas con la cláusula “rebus sic stantibus”
El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define el término
“excepcional”, en su segunda acepción, como aquello “que se aparta de lo
ordinario, o que ocurre rara [...]
Roger Pla i Madrid, 19 septiembre, 2014
El Diccionario de la Real Academia de la Lengua
Española define el término “excepcional”, en su segunda
acepción, como aquello “que se aparta de lo ordinario, o
que ocurre rara vez”. Se trata de una definición que
encaja perfectamente con la cláusula “rebus sic
stantibus”, cuya aplicación ha sido tradicionalmente
atípica y fundamentada en criterios valorativos subjetivos
que han desterrado su efectiva operatividad a supuestos
de naturaleza eminentemente residual.
Ello no obstante nada resulta eterno, y las circunstancias
que tradicionalmente eran consideradas como excepcionales han pasado a
constituir un elemento de configuración de una nueva realidad social, económica
y, por extensión, también jurídica, siendo en este marco reinterpretativo en el
que se ha asignado a la cláusula “rebus sic stantibus” una nueva significación y
alcance, dotándola de tipicidad en base a una progresiva objetivación de los
requisitos de aplicación.
Configuración de la cláusula: tránsito hacia su objetivación y tipicidad.
Frente a la concepción tradicional, conforme la cual la cláusula “rebus sic
stantibus” resultaba de aplicación excepcional y restrictiva en base al criterio
subjetivo de la equidad, se procede a una progresiva objetivación en sus
fundamentos, tomando como referencia las directrices del “orden público
económico”, y en particular la regla de la conmutatividad del comercio jurídico
como expresión de un necesario equilibrio básico de las prestaciones
contractuales convenidas.
Conforme a ello, la valoración de las nuevas circunstancias concurrentes, a los
efectos de verificar si tal mutación circunstancial ha alterado efectiva y
significativamente aquellos elementos que dotaron de sentido al contrato en la
etapa de formación de la voluntad negocial, previa a su ulterior perfección, debe
efectuarse de un modo objetivado a través de dos criterios.
a) En primer lugar, la teoría de la base del negocio, consistente en contrastar
el alcance de los cambios circunstanciales acaecidos con respecto a la finalidad
del contrato (“espíritu y voluntad negocial”) y su conmutatividad, esto es el grado
de afectación/alteración en el deseado equilibrio básico de las prestaciones, todo
ello bajo el prisma que una excesiva onerosidad de las prestaciones inicialmente
convenidas tendría una afectación directa sobre la fundamentación causal del
contrato que conllevaría, en última instancia, la frustración de su finalidad
económica y consiguiente desaparición de la base del negocio.
A tales efectos, se reputará la concurrencia de una onerosidad excesiva de las
prestaciones en aquellos casos en los que, en relación exclusivamente al
contrato en cuestión, se produzca un incremento en los costes de la prestación
que lleve a un resultado reiterado de pérdidas o, en el último extremo, a la
completa desaparición de cualquier margen de beneficio.
Resulta pertinente destacar dos cuestiones que inciden directamente en la
aplicación de esta teoría:
(i) La excesiva onerosidad precisa que la pérdida sea reiterada (o conlleve la
total desaparición de todo margen de beneficio), de modo que una situación de
pérdidas meramente coyuntural o razonable, en atención a la actividad de que
se trate, desactivaría su aplicación.
(ii) Por otra parte, el resultado negativo debe evaluarse en el seno de la relación
económica concreta que deriva del contrato en cuestión, de modo que quedan
expresamente excluidos otros parámetros más globales de valoración
económica, como por ejemplo serían las relaciones de grupos empresariales, los
balances generales o el cierre de ejercicios sociales.
b)
El segundo criterio a considerar viene definido por el concepto de riesgo
normal del contrato, que exige tomar en consideración la naturaleza del
contrato celebrado y el grado de riesgo razonable, esperable o inherente a tal
naturaleza, y contrastarlo con el supuesto concurrente para evaluar su
previsibilidad e inherencia al negocio celebrado, o por el contrario su
excepcionalidad en base a criterios de razonabilidad y Buena fe contractual.
Trascendencia de la crisis económica.
Partiendo de los dos conceptos expuestos como fundamento para la aplicación
regular y típica de la cláusula “rebus sic stantibus”, la pregunta que se han
formulado los operadores jurídicos es recurrente: ¿Son los efectos de la crisis
económica iniciada en el año 2007/2008 suficientemente relevantes como
para habilitar un nuevo escenario, en el que la cláusula “rebus sic
stantibus” abandone su carácter extraordinario y residual para pasar a
tener una aplicación típica, ordinaria y generalizada?
Si bien es cierto que no hay una respuesta unívoca a esta pregunta, también lo
es que el propio Tribunal Supremo ha abierto de par en par la puerta a esta
posibilidad, al afirmar que “si bien por sí sola la crisis económica no da lugar a
la aplicación de la cláusula, sí que puede ser considerada como un fenómeno
capaz de generar un grave trastorno o mutación de las circunstancias y, por
tanto, alterar las bases del negocio” (STS 30 de junio de 2014 (Rec. 2250/20129),
en desarrollo del concepto que el propio Tribunal había expuesto en una
sentencia anterior, en la que indicaba que “La cláusula “rebus sic stantibus” trata
de solucionar los problemas derivados de una alteración sobrevenida de la
situación existente o circunstancias concurrentes al tiempo de la celebración del
contrato, cuando la alteración sea tan acusada que aumente extraordinariamente
la onerosidad o coste de las prestaciones de una de las partes o bien acabe
frustrando el propio fin del contrato. Reconocida dicha regla por la jurisprudencia,
ésta se ha mostrado siempre, sin embargo, muy cuidadosa en su aplicación,
dado el principio general de que los contratos deben ser cumplidos […]”(STS 17
de enero de 2013).
La indicada doctrina del Tribunal Supremo no es una rara avis jurídica, sino que
enlaza perfectamente con la doctrina emergente en el Derecho Comparado, en
el que se aprecia una clara tendencia a la regulación jurídica de la cláusula
“rebus sic stantibus”, no como una figura excepcional sino como un elemento
más en la doctrina internacional, que impregna los principales textos de
armonización y actualización en el ámbito de la interpretación de los contratos
(tomar en consideración, entre otros, el artículo 6.2.2 de los Principios Unidroit;
artículo 6.111 de los Principios de Derecho Europeo de la Contratación; e incluso
el artículo 1.213 del Anteproyecto de modernización del Derecho de
Obligaciones y Contratos).
Es precisamente desde este nuevo marco configurativo, impulsado por la grave
crisis económica, en el que destacan dos sentencias dictadas recientemente en
el ámbito jurisdiccional español:
a) Sentencia de 30 de junio de 2014 (Rec. 2250/20129), dictada por la sala
1ª del Tribunal Supremo
El interés de esta sentencia radica en el hecho de que el Tribunal Supremo aplica
la cláusula “rebus sic stantibus” en el ámbito de la contratación pública.
Concretamente, se trata de un contrato de publicidad celebrado para la
explotación, durante cuatro años, de la publicidad incluida en los autobuses de
la Empresa Municipal de Transportes de Valencia, en virtud del cual la compañía
adjudicataria del contrato solicitó, en base a la cláusula “rebus sic stantibus” y
una vez vencida la tercera anualidad de vigencia del contrato, la modificación de
las bases de cálculo del canon que debía satisfacer, argumentando que debido
a la alteración extraordinaria de las circunstancias con respecto a las
concurrentes al tiempo de perfeccionarse el contrato, la rentabilidad económica
del negocio arrojaba resultados negativos, poniendo en serio riesgo la propia
viabilidad del resto de áreas de explotación de la compañía, motivo por el cual el
canon convenido resultaba excesivamente oneroso conforme a las actuales
condiciones de mercado.
Tras distintas vicisitudes judiciales, el Tribunal Supremo dictó sentencia por la
que casó la dictada en su día por la Audiencia Provincial de Valencia (que por
su parte había desestimado las pretensiones de la compañía de publicidad), y
en base a la frustración de las expectativas económicas de la actividad de
explotación publicitaria que habían servido de base para la formación de la
voluntad negocial, resultado de la extraordinaria e imprevisible incidencia de la
crisis económica en el mercado de la publicidad en el transporte, junto con el
riesgo de inviabilidad del resto de áreas de explotación de la compañía, resuelve
favorablemente a las pretensiones de la actora, acordando que se proceda a
reducir significativamente el canon que debía satisfacer la compañía de
publicidad.
Es interesante poner de relieve que frente a otras posibles alternativas (como
por ejemplo habría sido el ejercicio de la acción resolutoria), el Tribunal Supremo
opta por soluciones conservativas del contrato y de ajuste de sus elementos a
las circunstancias concurrentes.
b) Sentencia de 25 de julio de 2014 (Rec. 108/2014), dictada por la sala 3ª
de la Audiencia Provincial de las Islas Baleares
Se trata de un supuesto en el que la parte actora solicita la aplicación de la
cláusula “rebus sic stantibus” con el fin de que se proceda a revisar el interés
remuneratorio pactado en el contrato de préstamo hipotecario suscrito con una
entidad de crédito el 26 de febrero de 2004.
En el caso resuelto por la sentencia de referencia la Audiencia, partiendo de la
consideración esencial que la crisis económica por la que atraviesa España no
es tan sólo un hecho socioeconómico notorio, sino que además el propio
legislador lo ha reconocido como fundamento para la aprobación de medidas
legislativas paliativas (así, por ejemplo, destacar el Real Decreto-Ley 6/2012, de
9 de marzo, de medidas urgentes de protección de deudores hipotecarios sin
recursos; el Real Decreto-Ley 27/2012, de 15 de noviembre; o la Ley 1/2013),
unido a las circunstancias fácticas del caso (desempleo sobrevenido del deudor;
menores a cargo; inexistencia de recursos económicos mínimos) de imposible
previsión al tiempo de perfeccionarse el contrato de préstamo con garantía
hipotecaria, concluye que en la medida en que la aplicación de la cláusula “rebus
sic stantibus” se vincule a la interpretación (integradora) de los contratos, nos
hallamos en un terreno en el que el juzgador tiene la facultad de ejercitar sus
funciones jurisdiccionales, y en particular la de interpretar los contratos de oficio,
sin estar el juez vinculado a las peticiones de las partes, facultad que
explícitamente se halla prevista en el artículo 6.111 de los Principios de Derecho
Europeo de la Contratación.
En base a ello, la Audiencia Provincial estimó la aplicación de la cláusula “rebus
sic stantibus”, en el sentido de conceder a las partes un plazo razonable (30 días)
para alcanzar un acuerdo de renegociación del tipo de interés, que tuviera como
efecto una distribución justa y equitativa entre las partes las pérdidas y ganancias
resultantes del cambio de circunstancias.
Futuro de la cláusula “rebus sic stantibus”
Para concluir este análisis, resulta de interés especular sobre la eficacia futura
de la cláusula “rebus sic stantibus”, puesto que si bien es cierto que la tendencia
imperante es hacia una aplicación típica y objetiva, despojada de su carácter
excepcional (y residual) que la caracterizaba, también lo es que difícilmente
podrán concurrir, cuanto menos en un futuro inmediato, unas circunstancias tan
excepcionales e imprevisibles como las que han tenido lugar tras la crisis
económica global iniciada en 2007, verdadero causa y fundamento que han
impulsado la modulación de los requisitos de la cláusula y facilitar su aplicación.
Siendo ello así, si la situación socioeconómica dimanante de la crisis económica
global adquiere la condición de “nueva realidad” o “marco general de relación”,
deberemos admitir como ordinario (y por ende razonablemente previsible) la
profunda volatilidad del mercado así como la posible mutabilidad de las
condiciones imperantes al tiempo de formarse la voluntad negocial y de
perfeccionarse los contratos, de modo que nuevamente se desterraría la eficacia
práctica de la cláusula “rebus sic stantibus” a supuestos absolutamente
excepcionales dada la dificultad de apreciar el concurso de los requisitos
objetivos exigidos para admitir su aplicabilidad.
Roger Pla i Madrid, abogado en Roca Junyent
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