La Visión Campesinista Por Gearóid Ó Loingsigh Hace poco en un debate en la Universidad Nacional en Bogotá Francisco de Roux lanzó unos dardos contra sus críticos. Dijo que “Nosotros [el PDPDMM] estamos convencidos que reducir el campesinado a una visión campesinista, única y exclusivamente a producir comida en el territorio del magdalena medio, unicamente productos de pancoger, unicamente a alimentarse. Pensamos que esa posición ineludiblemente ante las fuerzas tan tremendas en un mercado como ese llevará a la destrucción del campesinado humilde a ser desplazado por las fuerzas del mercado...Tampoco estamos de acuerdo con una visión campesinista que diga que los campesinos única y exclusivamente deben producir alimentos”. Enseguida dijo que ellos, el PDPMM y los Laboratorios de Paz, quieren que el campesino logre la soberanía alimentaria y además que, “por otra parte un producto que tenga características agroindustriales controlada por los mismos campesinos”. Creo que muy pocos de los críticos se sienten aludidos. Nunca había escuchado la palabra campesinista antes, pero enseguida entendí de que nos estaba tildando. Somos los intelectuales que desde sus lujos de la ciudad quieren mantener al campesinado en la pobreza y la subsistencia. Dejemos de un lado que la mayoría de nosotros gozan de muchos menos lujos que el mismo Sr. de Roux la acusación es despreciable y esconde un discurso y concepto frente al agro que el PDPMM nunca quiere pronunciar públicamente. Las opciones para los campesinos son: morir de hambre o meterse en el cuento de la agroindustria (exportadora a pesar de los aullidos del Sr de Roux) y además hay quienes quieren mantener el campesino en la miseria. Nada más lejos de la verdad. Nadie ha propuesto que el campesino tiene que permanecer en la subsistencia. Primero, el campesino y en eso quiero decir que casi todos producen solo alimentos. Hasta el aceite de palma es un alimento o ¿es que usted Sr de Roux olvidó cual es el mercado de la palma? Hay algunos campesinos que ahora siembran cultivos como yuca amarga y también la palma para vender a productores de bio combustibles, por eso decimos casi todos (el caucho sería otro caso). La cuestión no es si el campesino produce alimentos o no, sino ¿cuales?, ¿para quien? ¿en que circunstancias? etc. El campesino no produce, productos con valor agregado, ¿o es que en el Magdalena Medio el fríjol crece enlatado con tocineta y salsas? No es así. Pues el campesino trabaja la tierra y produce alimentos que luego se transforman en productos como pan, enlatados etc. o produce alimentos como la yuca, papa, etc. que sin transformación alguna son vendidas en la ciudad donde intermediarios o supermercados realizan el valor agregado. El debate no es entre alimentos y otro producto. Cuando el Sr de Roux dice que “Pensamos que esa posición ineludiblemente ante las fuerzas tan tremendas en un mercado como ese llevará a la destrucción del campesinado humilde a ser desplazado por las fuerzas del mercado” tiene algo de razón. Lo cierto es que el campesino enfrenta un futuro cada vez más incierto y complicado pero no por lo que De Roux llama “fuerzas del mercado” pues la mano invisible del mercado no existe. Lo que existe es un puño de hierro que golpea y arrasa con quien se opone a su política. Los productos básicos del campesino como pueden ser, el fríjol, maíz, arroz, yuca etc. tienen un futuro negro debido a las políticas de EE.UU. y la Unión Europea. Los enormes subsidios que estos últimos ofrecen a las grandes empresas agroindustriales como Cargill aseguran que el campesino de países de economías de precio bajo no pueden competir ni siquiera donde tienen una ventaja comparativa real (precio de mano de obra) pues los subsidios eliminan esa ventaja. También la UE y los EE.UU. vienen presionando a los países del sur para que eliminen los aranceles a los productos europeos y norteamericanos. Lo que Colombia acordó en el TLC con EE.UU. no es más que la culminación de una vieja política tanto con EE.UU. como Europa. Entonces cuando de Roux habla del mercado arrasando con los campesinos esta hablando de sus socios, los norteamericanos y europeos que financian sus proyectos. Tercero, de Roux en contra de nuestra supuesta “visión campesinista” propone cultivos como la palma, el cacao, el caucho y algunos hortalizas. En eso él coincide con el Ministerio de Agricultura que acaba de publicar un documento titulado Apuesta Exportadora Agropecuaria donde enumera los diez grupos de cultivos con potencial exportadora que el gobierno va a fomentar. No debe sorprender a nadie, y menos al PDPMM, que el primer cultivo es palma africana, seguido por cacao, caucho, macademia y marañon. Sin embargo, el PDPMM, sigue en su política de relaciones públicas que afirma que ellos no están promocionando un modelo agro exportador. Entonces, ¿qué hay de nuestra visión campesinista? ¿cuál es la propuesta? Sencillamente la visión campesinista tal como lo describe de Roux no existe. La visión que tenemos es una visión del campo y también del país, país que no se entregue a las multinacionales, aunque ya una parte del mercado nacional ya esta dominado por ellas. Queremos que el campo esté dedicado a las necesidades del país. Por país entendemos, los campesinos, los pobres de Ciudad Bolívar en Bogotá o las comunas de Medellín y no los ricachones de Los Rosales o el Poblado. Apostamos a alimentar a la gente y no llenar las cuentas bancarias de los accionistas de las empresas agroindustriales. Es una visión donde el campo produce alimentos y demás para el país y que el valor agregado se realice aquí en el país y no el exterior como actualmente ocurre. De Roux habla de una extractora de aceite manejado por los campesinos. Olvidemos un momento que lleva años balbuceando el mismo cuento y que la UE tuvo que reconocer que ni siquiera tiene los estudios básicos de viabilidad. Aún en caso de que se haga un extractora de aceite ¿quien va procesarlo luego de la extracción? ¿Quien va entrar en competencia con Nestlé y las otras empresas que lo utilizan? Nadie. El problema del campo colombiano es que la tierra se está dedicando a producir materia prima barata para transnacionales y algunos monopolios nacionales. Cuando una transnacional decida que ya no quiere el cacao, el caucho, el aceite de palma etc. de los colombianos ¿qué harán la gente con sus tierras bajo cultivos de tardío rendimiento? ¿Con qué comprarán el arroz, fríjol, maíz etc. que antes cultivaban? ¿Acaso lo harán con sus cultivos pudriendo en los campos? La verdadera diferencia entre los dos discursos es que uno liga el futuro del país y el campesino a las necesidades de intereses extranjeros y el otro quiere un campo que garantiza en lo posible la soberanía alimentaria del campesinado y del país. Ya hay muchos ejemplos de países que han apostado a ese modelo agro exportador donde los campesinos han sido arruinados y en el mejor de los casos sencillamente no han salido de su pobreza. Basta con mirar a centro América donde se aplicó ese modelo en los 80 o Malasia que después de medio siglo de palma y caucho su pueblo sigue siendo pobre. El campesino colombiano es pobre por la falta de infraestructura que le facilita llevar sus cosechas al mercado. Es pobre porque las políticas agrícolas del gobierno no le favorecen sino favorecen con subsidios y créditos a las transnacionales exportadoras (las mismas que ya reciben los subsidios europeos y norteamericanos). Es pobre porque no tiene con que contribuir a las campañas electorales. Es pobre porque estorba ocupando tierras que pueden servir a la especulación de los residentes de Poblado. En fin es pobre porque hay quienes deciden que siga siendo pobre. La solución para el campesino no es cambiar de cultivo o pedir limosna de quienes se aprovechan de él sino pelear. Si su pobreza es el resultado de políticas internacionales y nacionales la salida pasa por cambiar esas políticas. Pero hace falta poder identificar esas políticas y proponer cambios. Nuestra mal llamada “visión campesinista” es eso, ponemos nombre y apellido al asunto y decimos al campesinado quienes son los que los mantienen en la pobreza en vez del cuento que se equivocaron de cultivo. Que el pelotón de fusilamiento siempre acaba con su trabajo a pesar de entregarle a uno la última comida y un cigarrillo. El problema que tiene es el pelotón (léase políticas agrícolas) y no la marca de cigarrillo a escoger. Esa es la verdadera diferencia entre los dos discursos.