Participaciones preferentes y deuda subordinada La deuda subordinada y las participaciones preferentes son productos complejos y de alto riesgo que no están destinados al público en general. Su inadecuada comercialización ha hecho creer a muchos inversores, y también a muchos empleados vendedores de buena fe, que eran productos cercanos a los depósitos y con bajo riesgo. Desgraciadamente, su adquisición ha supuesto importantes quebrantos económicos para muchos inversores. http://www.rtve.es/alacarta/audios/finanzas‐para‐todos‐los‐publicos/finanzas‐para‐ todos‐publicos‐participaciones‐preferentes‐deuda‐subordinadas‐10‐11‐14/2854888/ Texto del programa: Las participaciones preferentes y la deuda subordinada han ocupado en los últimos años mucho espacio en los medios de comunicación y bastantes protestas en las calles, pero aunque se hable mucho de ellas, sus rasgos principales continúan siendo desconocidos para la gran mayoría de la gente. La razón del interés social por estos productos se debe en gran parte a que, en los últimos años su inadecuada comercialización ha supuesto un importante quebranto para la economía de miles de personas que creían haber depositado sus ahorros de una manera segura y podrían recuperarlos en cualquier momento. Sin embargo, la deuda subordinada y las participaciones preferentes son productos complejos y de alto riesgo que no están destinados al público en general. Dedicaremos este programa a mostrar los rasgos más destacados de estos dos productos. Comenzamos por la deuda subordinada. El nombre de deuda nos indica que estamos ante un instrumento de renta fija, es decir, una forma de préstamo, en este caso a largo plazo, que se materializa en valores negociables similares a las obligaciones ordinarias. Sin embargo, al añadir a deuda u obligación la palabra subordinada, las diferencias con el resto de las obligaciones se hacen significativas. La deuda subordinada queda condicionada o relegada al cumplimiento de un requisito fundamental y este es que en caso de quiebra de la entidad emisora, el dinero resultante de la liquidación servirá para pagar primero las deudas contraídas con los acreedores comunes: depositantes, tenedores de pagarés, y de otros bonos y obligaciones, etc. Sólo en el caso de que quede algún dinero sobrante, cobrarían los deudores subordinados. Es decir, que estos sólo están por delante de accionistas y propietarios a la hora de recuperar su dinero. Otra diferencia con las obligaciones ordinarias es que la deuda subordinada sólo percibe los intereses anuales pactados si la entidad obtiene beneficios. Pasemos ahora a las participaciones preferentes. Son una mezcla de capital y de deuda, ya que al igual que las acciones no tienen una fecha de vencimiento definida, es decir, son perpetuas, aunque a partir de cinco años el emisor puede reservarse el derecho a amortizarlas. Dirección de Educación y Divulgación A diferencia de las acciones, no confieren al inversor derecho al voto y no cotizan en la bolsa de valores por lo que su liquidez es limitada, lo que dificulta recuperar la inversión realizada. Al igual que la deuda subordinada sólo perciben intereses si la entidad obtiene beneficios y en caso de quiebra o liquidación, los preferentistas son los últimos acreedores en cobrar, incluso por detrás de los subordinados. Como vemos, la denominación nos puede llevar a engaño porque estos productos de preferentes no tienen gran cosa, salvo que la rentabilidad suele ser más elevada. La inadecuada comercialización de estos productos ha hecho creer a muchos inversores, y también a muchos vendedores de buena fe, que eran productos cercanos a los depósitos y con bajo riesgo. Y repito, inadecuada comercialización porque la Directiva Europea sobre Mercados de Instrumentos Financieros (MiFID) obliga a los bancos a examinar los conocimientos financieros de sus clientes antes de venderles este tipo de productos financieros complejos y además, asegurarse de que el cliente conoce lo que está contratando y es consciente del nivel de riesgo que asume. Por ello, si ha invertido en estos productos y se siente engañado, póngase en contacto con una organización de consumidores o con un despacho de abogados especializados en derecho bancario, y si va a invertir en ellos, antes de hacerlo, analice detenidamente los riesgos que asume. Dirección de Educación y Divulgación