amparo en revisión 1122/2015 quejoso

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AMPARO EN REVISIÓN 1122/2015
QUEJOSO: **********.
PONENTE: MINISTRO JOSÉ RAMÓN COSSÍO DÍAZ
SECRETARIA: ROSALBA RODRÍGUEZ MIRELES
En atención a lo dispuesto por el artículo 73, segundo párrafo, de la
Ley de Amparo, así como la jurisprudencia 53/2014 de rubro:
“PROYECTOS DE RESOLUCIÓN DE LA SUPREMA CORTE DE
JUSTICIA DE LA NACIÓN Y DE LOS TRIBUNALES COLEGIADOS
DE CIRCUITO. SÓLO DEBEN PUBLICARSE AQUELLOS EN LOS
QUE SE ANALICE LA CONSTITUCIONALIDAD O LA
CONVENCIONALIDAD DE UNA NORMA GENERAL, O BIEN, SE
REALICE LA INTERPRETACIÓN DIRECTA DE UN PRECEPTO
CONSTITUCIONAL O DE UN TRATADO INTERNACIONAL EN
MATERIA DE DERECHOS HUMANOS”.
A continuación se hace público el fragmento del proyecto de
sentencia, en el cual se realiza el estudio de constitucionalidad
respectivo:
El artículo 84, fracción II, del Código Penal Federal, establece:
“ARTÍCULO 84.- Se concederá libertad preparatoria al condenado,
previo el informe a que se refiere el Código de Procedimientos Penales,
que hubiere cumplido las tres quintas partes de su condena, si se trata
de delitos intencionales, o la mitad de la misma en caso de delitos
imprudenciales, siempre y cuando cumpla con los siguientes requisitos:
(…)
II.- Que del examen de su personalidad se presuma que está
socialmente readaptado y en condiciones de no volver a delinquir. (…)”
30.
Del precepto transcrito, el quejoso adujo que para resolver el
incidente de remisión parcial de la pena y libertad preparatoria se
tomó en consideración el estudio de la personalidad, lo cual
transgrede el principio de reinserción social previsto en el artículo 18
constitucional.
31.
Para dar contestación al agravio en análisis, en primer lugar es
conveniente destacar la evolución y alcances del artículo 18
constitucional por lo que se refiere a las finalidades del sistema
penitenciario mexicano; posteriormente, a la naturaleza y efectos de
los estudios psicológicos que se practican durante la compurgación
de la pena; y, finalmente determinar si estos últimos son compatibles
con la reforma constitucional en materia penitenciaria que tuvo lugar
en dos mil once.
1.- Artículo 18 constitucional.
32.
En cuanto a los fines de la prisión, el artículo 18 constitucional ha
pasado por tres fases importantes, a saber:
a) Un sistema penitenciario basado en el trabajo como medio de
regeneración, en términos de la Constitución de mil
novecientos diecisiete:
“Artículo 18.- (…)
Los Gobiernos de la Federación y de los Estados organizarán, en
sus
respectivos
territorios,
el
sistema
penal
-colonias
penitenciarías o presidios- sobre la base del trabajo como medio
de regeneración.”
b) Un sistema penitenciario basado en el trabajo, la capacitación
para el mismo y la educación como medios para la
readaptación social del delincuente, conforme a la reforma
publicada en el Diario Oficial de la Federación el veintitrés de
febrero de mil novecientos sesenta y cinco:
“Artículo 18.- (….)
Los Gobiernos de la Federación y de los Estados organizarán el sistema
penal, en sus respectivas jurisdicciones, sobre la base del trabajo, la
capacitación para el mismo y la educación como medios para la
readaptación social del delincuente. Las mujeres compurgarán sus
penas en lugares separados de los destinados a los hombres para tal
efecto.
(…)”.
c) Finalmente, un sistema penitenciario organizado sobre la
base del respeto a los derechos humanos, del trabajo, la
capacitación para el mismo, la educación, la salud y el
deporte
como
medios
para
lograr
la
reinserción
del
sentenciado a la sociedad y procurar que no vuelva a
delinquir, observando los beneficios que para él prevé la ley,
conforme a la reforma publicada en el Diario Oficial de la
Federación el diez de junio de dos mil once. El texto
resultante, es del siguiente tenor:
“Artículo 18.- (….)
El sistema penitenciario se organizará sobre la base del respeto a los
derechos humanos, del trabajo, la capacitación para el mismo, la
educación, la salud y el deporte como medios para lograr la
reinserción del sentenciado a la sociedad y procurar que no
vuelva a delinquir, observando los beneficios que para él prevé la ley.
Las mujeres compurgarán sus penas en lugares separados de los
destinados a los hombres para tal efecto.
(…)”
33.
De la evolución histórica del precepto se advierte que los cambios en
la redacción no son gratuitos, sino que reflejan los objetivos que han
perseguido tanto la pena como el sistema penitenciario en su
conjunto. En un inicio, se consideró que el autor del delito era una
persona degenerada, esto es, moralmente atrofiada, de ahí que la
Constitución General aludiera a la necesidad de que el sistema
penitenciario tuviera como finalidad la regeneración del individuo. En
un segundo momento, se le percibió como un sujeto mental o
psicológicamente desviado que, como tal, requería una readaptación.
En ambos casos, el sentenciado debería ser objeto de tratamiento.3
En cambio, la reforma a la Constitución General de dos mil once,
básicamente resultó en:
i) La sustitución del término “readaptación” por “reinserción”,
Al respecto, puede consultarse: Sarre, Miguel, “Debido proceso y ejecución penal. Reforma
constitucional de 2008”, REVISTA DEL INSTITUTO DE LA JUDICATURA FEDERAL, Número 31,
página 251.
3
ii) El abandono del término “delincuente”,
iii) La inclusión del fomento al respeto por los derechos humanos,
como medio para lograr la reinserción,
iv) La inclusión de un objetivo adicional a “lograr la reinserción”; a
saber: “procurar que la persona no vuelva a delinquir”, y
v) La adición del concepto “beneficios” como parte de la lógica del
sistema.
34.
En la exposición de motivos que dio como resultado la reforma del
artículo 18 constitucional, el Poder Reformador de la Constitución
General se expresó en los siguientes términos:
EXPOSICIÓN DE MOTIVOS
(….) Dentro de esta propuesta, se busca introducir el respeto a los
derechos humanos a un área en la que particularmente han sido
vulnerados: el sistema penitenciario. Uno de los principales
problemas que presenta el Estado de derecho en México es la poca
efectividad de los sistemas actuales de readaptación social. Es
un hecho que en la actualidad muchos centros penitenciarios se han
convertido en factores que aumentan la criminalidad entre la
población, y esto se debe en gran parte a que en dichos centros son
violentados en forma sistemática los derechos humanos de los reos,
una falta de atención que comienza desde las mismas normas que
organizan estos sistemas.
En razón de lo anterior, se consideró que sería un buen comienzo
implementar estrategias para el nuevo concepto de reinserción
social, empezando por ligar la organización de los sistemas
penitenciarios con el respeto a los derechos humanos. Bajo este
sistema, que ha resultado en otros países, es más probable lograr
una verdadera inserción social que bajo el simple confinamiento del
inculpado, dando a los reos el derecho a un trabajo remunerado y el
derecho a la seguridad social entre otros, a fin de hacer efectiva su
reintegración a la sociedad.
(…) (El sombreado es nuestro).
35.
Como se advierte, la intención del Poder Reformador de la
Constitución General consistió en cambiar el concepto penitenciario
de readaptación social por uno más moderno y eficiente,
denominándolo de “reinserción” o “reintegración” a la sociedad,
4
apoyado, entre otros elementos, en el respeto a los derechos
humanos y trabajo, mas no en el mero confinamiento del
sentenciado.
36.
Por tanto, a raíz de la última reforma al artículo 18 constitucional, la
reinserción social, como fin de la pena, no acepta la idea de que al
culpable se le caracterice por ser degenerado, desadaptado o
enfermo y que hasta que sane podrá obtener no sólo la
compurgación de la pena, sino inclusive, alguno de los beneficios
preliberacionales que prevea el legislador. En este aspecto, esta
Primera Sala ha sostenido en otros asuntos que para justificar la
pena no es posible aludir a una especie de “función moralizadora”
por parte del Estado. Más bien, el Estado debe valorar los resultados
de una serie de estrategias que faciliten la reintegración del individuo
a la sociedad, apoyándose para ello en el respeto de los derechos
4
Con respecto a la más reciente política penitenciaria, el principio I.6 de las Normas Penitenciarias
Europeas, de once de enero de dos mil seis, dispone: “PARTE I. PRINCIPIOS FUNDAMENTALES.
(…….) 6. Cada detención debe ser de manera que facilite la reintegración en la sociedad libre de
las personas privadas de libertad.” En torno a dicha regla, resulta ilustrativo considerar el
comentario doctrinal del Doctor Borja Mapelli Caffarena: “La ejecución de la pena privativa de
libertad arranca de los dos siguientes principios informadores: 1. Principio de reinserción social.
Esta nueva formulación de los fines preventivo especiales en el ámbito de la ejecución de la pena
arranca de las críticas y el fracaso de las pretensiones resocializadoras, más ambiciosas y que a la
postre ha servido sobre todo como un poderoso instrumento legitimante de la prisión gracias al cual
lejos de convertirla en una pena excepcional de ultima ratio, se nos aparece no solo como la pena
hegemónica en relación con las demás, sino que en sí misma considerada se emplea con más
intensidad y frente a más infracciones que en cualquier otro momento de su historia. La reinserción
social nos sitúa frente a un condenado más real, más concreto; ante un sujeto con muchas
carencias, algunas de las cuales tienen su origen en su propia condición de recluso. El sistema
penitenciario no puede pretender, ni es tampoco su misión hacer buenos a los hombres,
pero sí puede, en cambio, tratar de conocer cuáles son aquellas carencias y ofrecerle al
condenado unos recursos y unos servicios de los que se pueda valer para superarlos. En cierta
forma se propone que las terapias resocializadores y la sicología sean desplazadas por la
oferta de los servicios sociales y la sociología.” Mapelli Caffarena, Borja, “Una nueva versión
de las normas penitenciarias europeas”, REVISTA ELECTRÓNICA DE CIENCIA PENAL Y
CRIMINOLOGÍA 2006, número 08-rl. Disponible en http://criminet.ugr.es/recpc/08-rl.pdf. y
http://www.internet2.scjn.gob.mx/seminario/docs/Reglas_penitenciaras_europeas_comentadas_por
_Borja_Mapelli.pdf
humanos dentro del presidio, del trabajo, la capacitación para el
mismo, la educación, la salud y el deporte, como textualmente lo
refiere el citado precepto constitucional.
37.
De este modo, la reforma constitucional de dos mil once, en la que
se
considera
a
la
persona
penalmente
responsable
como
desinsertada de la sociedad, constituye un rompimiento con las
categorías morales y psicológicas que anteriormente contemplaba la
Constitución General,5 para hacer énfasis en las posibilidades que
tiene el sentenciado para reincorporarse a la sociedad. Ello exige
evitar una calificación de la mera persona del sentenciado, como
sucedía con la intención que permeaba en los textos constitucionales
que precedieron al actual.
38.
Por tanto, el ejercicio de la facultad legislativa en materia de derecho
penitenciario no puede ser arbitraria, pues la discrecionalidad que
impera en la materia y que ha sido reconocida por esta Primera Sala,
especialmente en materia de beneficios preliberacionales,6 debe
aspirar a conseguir un objetivo constitucional, que consiste en la
reinserción social del individuo, antes que en su regeneración o
readaptación.
5
Sarre, Op cit., página 252.
“BENEFICIOS PARA LOS SENTENCIADOS. SU OTORGAMIENTO AL ENCONTRARSE
CONDICIONADO, NO VULNERA EL ARTÍCULO 18 CONSTITUCIONAL. Esta Primera Sala de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación advierte que el establecimiento de beneficios
preliberacionales por el legislador, tiene una finalidad eminentemente instrumental, es decir, son
medios o mecanismos para generar los resultados y fines que el artículo 18, párrafo segundo, de la
Constitución Federal, prevé para el régimen penitenciario, como son lograr la reinserción del
sentenciado a la sociedad y procurar que no vuelva a delinquir. Desde esta óptica, es que no
deben confundirse los fines del sistema penitenciario con la justificación para la obtención del
beneficio de tratamiento preliberacional, puesto que el hecho de que los beneficios sean medios
adecuados para incentivar la reinserción, no se sigue que su otorgamiento sea incondicional ni que
deban ser considerados un derecho fundamental que asiste a todo sentenciado, ya que si bien el
párrafo segundo del artículo 18 constitucional admite la posibilidad de que se otorguen beneficios a
quien esté en posibilidad de ser reinsertado, de su texto no se aprecia que exista prohibición
dirigida al legislador en el sentido de impedirle condicionar tal otorgamiento; por el contrario, la
norma constitucional establece que será la ley secundaria donde se preverán los beneficios
acordes al modelo de sistema penitenciario que diseña la Constitución Federal. Por tanto, el
que se establezcan condiciones de necesaria concurrencia para el otorgamiento de los beneficios
de tratamiento preliberacional, así como el otorgamiento de facultades de apreciación al juez para
que, a la luz de los requisitos legales y del caso concreto, otorgue o no dichos beneficios, no
resulta contrario al artículo 18 de la Constitución Federal, puesto que sólo denotan la intención del
legislador de que ciertas conductas delictivas conlleven tratamiento más riguroso, en aras de
proteger los derechos de la sociedad a la paz y a la seguridad sociales.” Décima Época, Registro:
2009079, Instancia: Primera Sala, Tipo de Tesis: Aislada, Fuente: Gaceta del Semanario Judicial
de la Federación, Libro 18, Mayo de 2015, Tomo I, Materia(s): Constitucional, Tesis: 1a. CL/2015
(10a.), Página: 396)
6
2.- Artículo 84, fracción II, del Código Penal Federal.
39.
Una vez expuesto el contenido y alcances de la diferencia que marca
el cambio conceptual de “readaptación” por “reinserción”, es
pertinente conocer con mayor detenimiento el sentido de la norma
impugnada cuando hace referencia a la necesidad de practicar un
examen de personalidad al sentenciado, para efectos de conceder la
libertad preparatoria.
40.
El texto del Código Penal Federal no hace mayor énfasis ni da
explicación de la razón de ser de dicho examen de personalidad. La
última reforma del artículo 84, fracción II, se publicó en el Diario
Oficial de la Federación el diecinueve de marzo de mil novecientos
setenta y uno. Sin embargo, el trabajo legislativo hace referencia a la
necesidad de ajustar la normatividad de beneficios preliberacionales
a las técnicas criminológicas de ese momento, idóneas para alcanzar
la readaptación social del sentenciado, esto es, a que tenga una
“vida normal” y evitar su reincidencia:
EXPOSICIÓN DE MOTIVOS:
(…)
Esta
iniciativa
se
encuentra
inspirada
en
consideraciones
humanitarias y técnicas y tiende a favorecer la readaptación social
del delincuente. Con ello se promueve la superación y el progreso
de la justicia y se sirve, en primer término, a la comunidad, dado
que del adecuado tratamiento de los delincuentes depende la
prevención de la reincidencia y en tal virtud, la seguridad y la paz
sociales.
(…)
Por otra parte, se propone disminuir el tiempo de pena cumplida
para que el sujeto tenga derecho a solicitar la libertad. Esto último
obedece a la consideración de que si el otorgamiento de libertad
condicional se supedita necesariamente a la readaptación social
del sujeto -idea que domina tanto en este proyecto como en los
correlativos de reforma procesal- carece de sentido prolongar en
exceso la privación de libertad cuando existen indicios razonables,
científicamente apreciados, de que se han alcanzado los fines de la
pena.
DICTAMEN CÁMARA DE ORIGEN:
“(…)
Esta iniciativa tiende a complementar la diversa que envió al H.
Congreso de la Unión el Ejecutivo Federal referente a la Ley que
Establece las Normas Mínimas sobre Readaptación Social de
Sentenciados. Una y otra iniciativas se han inspirado en
consideraciones humanitarias y se han apoyado en nuevas
técnicas criminológicas que aspiran a favorecer la readaptación
social de los delincuentes y a prevenir la reincidencia de estos.
Obviamente, con ello se contempla el Derecho Penal desde otro
ángulo diverso al meramente punitivo como lo es la reincorporación
de los delincuentes a la comunidad y la prevención del peligro de
su reincidencia, al readaptarlos para una vida normal, dentro de
una sociedad en que privan la seguridad y la paz.
41.
Del trabajo legislativo anterior se puede concluir con meridiana
claridad que la inclusión de exámenes de personalidad para decidir
sobre la libertad preparatoria obedece a la instauración de “técnicas
criminológicas” que son útiles para alcanzar los objetivos de la
readaptación social del sentenciado, que como ya se vio, parten de
la premisa de que el destinatario es un sujeto mental o
psicológicamente desviado que requiere tratamiento. Ello se refrenda
con la afirmación del legislador en el sentido de que el derecho penal
tiene como objeto que el sentenciado adquiera una “vida normal”.
42.
Es ilustrativo considerar que la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos, en su visita in loco a México, se pronunció
sobre la naturaleza de los estudios de personalidad del siguiente
modo:
“212. La CIDH analizó cuestiones vinculadas con el derecho a la libertad
personal durante su visita in loco a México, y siguió recibiendo
información de distintas fuentes con posterioridad a la misma. En
particular, la Comisión recibió durante la visita, diversas denuncias
sobre detenciones arbitrarias y las malas condiciones de los
establecimientos
carcelarios.
La
problemática
de
los
centros
penitenciarios es de especial preocupación para la CIDH, teniendo en
cuenta la incidencia sobre derechos fundamentales de la persona
humana. Aunque la Comisión no pudo llevar a cabo visitas a las
prisiones, fundamentalmente por razones de tiempo, la situación de las
mismas será analizada en el presente capítulo, con base en las
denuncias recibidas y la información suministrada por organismos y
organizaciones especializadas.
(...)
IV. EL ESTUDIO DE LA PERSONALIDAD Y LA PRESUNCIÓN DE
PELIGROSIDAD.
266. En este apartado se examinará el aspecto común que existe tanto en el
Código Penal como en la Ley de los Consejos Tutelares, para reprimir a los
adultos y a los menores. En ambas legislaciones están reguladas la
"presunción de peligrosidad social" de aquellas personas que caen bajo su
competencia, "tranquilizando", así, la conciencia del resto de la población
que no ha sido aprehendida.
A. Adultos
267. La presunción de peligrosidad se califica en una escala en la que se
contempla la categoría de peligroso y que tiene tres niveles: "alta, media o
baja", a través de un grupo de exámenes multidisciplinarios sobre el
presunto autor del delito, llamado "estudio de personalidad".
(…)”7
43.
Ahora bien, conforme al artículo 29 del Reglamento de los Centros
Federales de Readaptación Social, desde el ingreso del interno al
centro penitenciario se abrirá su expediente único, el cual se
integrará, entre otros datos, con el estudio clínico-criminológico o
de personalidad. Asimismo, se integrará periódicamente la
información relativa al
estado biopsicosocial del interno,
al
seguimiento de su tratamiento, su comportamiento dentro del Centro
7
www.cidh.org/countryrep/mexico98sp/indice.htm
Federal, así como cualquier otra información que se genere a partir
de su ingreso y que se estime pertinente.8
44.
En términos de los artículos 35 y 36 del citado ordenamiento, a los
internos sentenciados se les aplicará un tratamiento de carácter
progresivo y técnico que tenga como finalidad la evolución de su
comportamiento hasta llegar a su readaptación social. En ese tenor,
el área técnica del Centro Federal analizará cada tres meses la
respuesta de cada interno al tratamiento recibido y hará del
conocimiento del Consejo los resultados obtenidos.9
45.
De acuerdo con el artículo 48, el estudio clínico-criminológico o de
personalidad deberá actualizarse cada seis meses con base en los
reportes de avance en el tratamiento emitidos por el Área Técnica.10
46.
Esta referencia al reglamento es útil para clarificar que durante la
estancia en el centro de reclusión, el sentenciado será objeto, entre
otros, de estudios psicológicos, de tratamiento y de registro de
avances. Lo que resulta delicado es que, atendiendo a los
resultados, que se valoran de forma discrecional, se condicionará la
obtención de beneficios preliberacionales, como en el caso que nos
“Artículo 29.- Desde el ingreso del interno al Centro Federal se abrirá su expediente único.
Dicho expediente se integrará con los datos e información a que hace referencia el artículo 28 del
Reglamento, copia de las resoluciones relativas al proceso del interno, el estudio clínicocriminológico o de personalidad, copia de la sentencia ejecutoriada y, en su caso, el oficio en el
que se señale el Centro Federal en el que deba compurgar su pena.
Asimismo, se integrará periódicamente al expediente la información relativa al estado
biopsicosocial del interno, al seguimiento de su tratamiento, a su comportamiento dentro del Centro
Federal, así como cualquier otra que se genere a partir de su ingreso y que se estime pertinente.
Los datos o constancias de cualquier naturaleza que obren en el expediente único o en los
archivos del Centro Federal, tendrán carácter confidencial, en términos de las disposiciones
aplicables.”
8
“Artículo 35.- Se aplicará el tratamiento que corresponda a cada interno de conformidad con su
situación jurídica. El tratamiento se fundará en la estabilidad, evolución, desarrollo biopsicosocial
sobre la base del trabajo, la capacitación para el mismo y la educación y se aplicará de la siguiente
forma:
[…]
II. A los internos sentenciados, se les aplicará un tratamiento de carácter progresivo y técnico que
tenga como finalidad la evolución de su comportamiento hasta llegar a su readaptación social.”
“Artículo 36.- El Área Técnica del Centro Federal analizará cada tres meses la respuesta de cada
interno
al tratamiento recibido y hará del conocimiento del Consejo los resultados obtenidos.
[…]”
10 “Artículo 48.- El estudio clínico–criminológico o de personalidad deberá actualizarse cada seis
meses con base en los reportes de avance en el tratamiento emitidos por el Área Técnica y se
harán del conocimiento del Consejo para los efectos conducentes.”
9
ocupa, la libertad preparatoria, sin que el estudio de la persona del
interno sea el propósito que persigue la reforma constitucional de dos
mil once para resolver si una persona es apta para reinsertarse en
sociedad.
47.
Para refrendar esta apreciación, conviene transcribir una porción del
dictamen de la Cámara de Origen en torno a la reforma al artículo 84
del Código Penal Federal que, como ya se dijo, tuvo lugar en mil
novecientos setenta y uno y exige los citados exámenes de
personalidad como uno de los requisitos necesarios para obtener la
libertad preparatoria:
“Artículo 84.
Es conforme a la inspiración de los cuerpos normativos que se han
venido mencionando, que se disminuya el actual término de dos tercios
de cumplimiento de la prisión por el de tres quintas partes. En el
encabezado de este artículo nos ha parecido que donde se dice "se
podrá conceder", debe decirse se concederá", puesto que la libertad
preparatoria exige para su otorgamiento ‘siempre y cuando el reo
cumpla con los requisitos que señala el precepto’.
Naturalmente, si los cumple, no habrá razón para que se le niegue. Por
esto pensamos que debe ser una orden de conceder lo que contenga
el precepto y no una potestad discrecional, pues lo discrecional está
en el examen de los requisitos que el precepto establece.”
3.- Conclusión.
48.
Retomando el texto del artículo 84, fracción II, del Código Penal
Federal, se aprecia que para el legislador basta con que el dictamen
de personalidad arroje un resultado negativo para no conceder el
beneficio preliberacional, esto es, que el tratamiento terapéutico de
readaptación social no hubiere surtido los efectos deseados de
transformar al individuo en una persona con “vida normal”, lo cual no
satisface el estándar constitucional de reinserción social y, por tanto,
es violatorio de derechos humanos.
49.
En consecuencia, el requisito para obtener el beneficio de la libertad
preparatoria, que consiste en que el examen de personalidad del
sentenciado arroje una presunción de que el sujeto está socialmente
readaptado y en condiciones de no volver a delinquir, parte de la
hipótesis de que la función de la pena es transformar la condición
personal del sujeto a través de un tratamiento en reclusión y que
mientras éste haya sido exitoso, entonces podrá considerarse la
posibilidad de que el interno se reincorpore a la sociedad, para llevar
una “vida normal”. Sin embargo, como ya quedó demostrado, el
cambio de paradigma previsto en el artículo 18 constitucional no
tiene la pretensión de evaluar elementos que tiendan a calificar la
condición psicológica del sentenciado. Un beneficio preliberacional,
preparatorio, para ser considerado como tal, debe estar apoyado de
manera indispensable en los resultados del respeto a los derechos
humanos, el trabajo, la educación, la salud y el deporte, pues estos
últimos son los parámetros
indispensables
que facilitan su
reinserción a la sociedad, en términos del segundo párrafo del
artículo 18 constitucional. La reinserción social no puede depender
de un cambio psicológico o de forma de pensar y de sentir del
interno, pues ello implicaría un retroceso al concepto de readaptación
social, abandonado expresamente por el Poder Reformador en el
año dos mil once.
50.
De este modo, no es factible aceptar, dentro de nuestro sistema
constitucional, que la concesión de uno de los beneficios
preliberacionales dependa de los resultados “rehabilitadores” o
“terapéuticos” de la personalidad, pues se deben privilegiar otros
estándares
como son
la
resocialización
o
posibilidades
de
reinserción, antes que la transformación psicológica o moral del
sentenciado.
51.
Así, para determinar si una persona está preparada para su salida de
prisión, no es factible considerar la existencia o ausencia de
determinadas cualidades morales o la personalidad, sino en actos
objetivos y concretos que permitan sostener que el sentenciado se
reinsertará satisfactoriamente a la sociedad. De otro modo, el
examen de personalidad se convertiría en un instrumento de control
de “personalidades desviadas” a juicio de un grupo de especialistas y
la negativa del beneficio preliberacional se traduciría en el fracaso
del tratamiento instaurado en el presidio, lo cual no hace sentido con
el nuevo paradigma contenido en el artículo 18 de la Constitución
General.
52.
Las consideraciones anteriores no implican que el legislador no
cuente con libertad de configuración legislativa para fijar los
requisitos
que
deben
reunirse
en
materia
de
beneficios
preliberacionales; sin embargo, el ejercicio de esta atribución debe
ceñirse al postulado constitucional antes referido. En este sentido,
esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación no
desconoce la posibilidad que tiene el sentenciado de acceder al
tratamiento psicológico durante su estancia en prisión si así lo desea,
sin embargo, la imposición de un examen de personalidad para
calificar la conveniencia de ser reinsertado a la sociedad no satisface
los estándares constitucionales antes referidos, pues no es factible
ver al interno como a un sujeto con patologías mentales o
psicológicas.
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