llr ì # \ Í '. âr f- I { t'þ { I I df ! r T¡ -j Ð "J *' *¡ dï .* t, Ë i ,l I t ? I tt' * j w * ì f t ,x ff* f {Ë, h¡t'L 1i {v .-.f r tç r¡ì I a I I ,l l : t * s t Þ" ¡ t t ¡ 1 I fr *r t f { /' f $ t tl ,3..t þ + i'Jl ,t *. ì.Ì¡r '' r ll ' tl[l III¡l|PO l\ltJI\/O PARA tA\ RIIOR[,lA\ llOTILIRA\Prí,g;20 tA\ V A ÏRIB UI JI 0 i tì I r.,,',r [| O[,| ARINIRO A BRI l'lO VI OPORItJllI IO\A\ t A0t IA L \ItTOR Pí1g52 o. o 66 FIRMA INVITADA TilECTilTNOHNTAOOSTA DHMUROIA Por Paco No,dn,l, a tt pista de tierra que baìa desde la carreiera de Mazalrón hacia el antiguo cuartel de El Bolete se convierte, poco después de la aldea de Campillo de Aclentro, mirador sobre el litoraÌ muratalaya, sobre un cantil de pie- en un improvisado ciano. Desde esa dra caliza que se hunde en Lln rnar que concentra todas las esencias del Mediterráneo, se alcanza a ver la rada de Cartagena y los castillos que la cir- cundan; también se ve con nitidez la punta cortada a pico del cabo Tiñoso, la playa nudista de El Portús y los tremendos acantilados cle Ìa sielra de La Muelay del cabezo Roldán. Un sol apacible de primavera ayuda a componer una escena marina casi per{ecta, sin un solo edificio ni intervención humana que la desmerezca, si exceptuamos los círculos flotantes de una granja de atunes instalada frente a este antiguo cuartel donde la Guardia Civil vigiÌaba el litoral en busca de contrabandistas. "Es el trozo de litoral rnediterr'áneo español más virgen que queda, pero muy poca gente lo sabe'] me comenta Begoña López, una amiga que traba- ja en temas cle meclio ambiente y que se ha ofreci do a hacerme cle guía por este rincón hechizante y desconocido cle la costa murciana. Mientras ella hace viseta con la rnano para otear un horizonte limpio, yo dejo que mi vista recorra asombrada ese panorama de kilómetros de costa pur4 inrnacula- d4 en un país donde el desarrollo turístico de Ìos 70 se lo cargó prácticamente todo. La mirada se pierde sin encontrar un elemento disonante. Luego dejamos atrás la pista de El Bolete para internarnos por una senda que borclea los acantilados hasta cala Aguilar', una pequeña rada a la que solo se puecle accecler en barco o, como nosotros, a pie, y tras descansal en ella iniciamos una fuerte subida hacia el pico de La Muel4 una cima de apenas 545 metros de altura pero g'anados uno a uno sin respiro, descle el nivel clel mar. Por el carnino veo restos de antiguas bater'ías de costa, viejos cañones abandonados, puestos de observación y cesamatas comidas por la hierba y el aban- POCOS SABEN qUE ESTA COSTA PRESENTA UN PERFIL qUEBRAD9 TMONTANOSO,IÁBRADO AGOLPE DE ESqUTSTOS PIZARROSOS T CALIZAS RESECAS CIITAS ESCARPADURAS TERMINAN PORMORIR EN UNMAR CASI SIEMPRE oÓctt to'l me dice Begoña. Sin proponérselo, el Ejército logró que todo este rosario de acantilados y calas de cantos rodados y arena gruesa llegaran hasta nuestros días tal y corno lo vieron -y lo vivieronnuestros tatarabuelos. En realidad, buena parte de la costa murciana tiene detras una historia gtrerrera. Sigo viaje hacia el Puerto de Mazarrón, junto con Águilas los dos principales núcleos turísticos que se asoman a la abrupta costa sul'de Murci4 pero antes de llegar dobÌo a la izquierda, por una carretera sin salida que lleva una playa encantadora donde el tiempo lrace tiempo que se detuvo. Se llama La Azohía y sus pescadores aún usan una de las últimas almadrabas del Meditenáneo español. Pero lo que me atrae es latorre de Santa Elen4 un viejo fortín defensivo erigiclo en el sig'lo XVI sobre un risco para defender estos anduniales de los piratas berberiscos. C,omo ella quedan aún docenas de torres de vigilancia en las playas y acantilados de cuyas costas sufüeron durante los sig'ios Murci4 XVyX\lI continuos ataques de piratas procedentes deArgelia. Hasta tal punto ftie intensa aquella plaga que consiguió despoblar la zona y obligó a los pocos vecinos que quedaban en las alquerías cercanas al mar a huir tierra adentro, hast¿ Lorca o la propia Murcia para salvar el pellejo. Y es que muy pocos viajeros saben que, exceptuando l,a Manga y las riberas de esa gran piscina de agua salada que es el Mar Menor, toda la costa murciana presenta un per{l quebrado y montañoso, labrado a golpe de esquistos pizarrosos y calizas terminan por morir en resecas cuyas escarpaduras un mar casi siemprc dócil y tmnsparente. Un tramo de litoral aírn virgen, al que la última crisis del ladrillo salvó de ìa enesima amenaza de destrucción, paraquienes quieran sabercómo fue unavezla costa mediterráneaantes defonarla de cemento. s E[ Á\l]i(rft PACO NADAL dono: el antiguo aparataje militarque defèndíalos Nadat (Murcia,1960) accesos a la estratégica base naval de Cartagena. es periodista, btoguero, "Gr'¿rcias a ese uso militar, buena parte de la costa rnurciana desde cabo de Palos hasta cabo Tiñoso pudo eludir aquella fiebre de ladrillo y cemen- escritor, fotógrafo, director levistasavia.com de documentalesy, sobre todo, viajero.