GALATAS 2:19b-20 - Iglesia Jesucristo Rey

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LIBRES PARA RESTAURAR - Gálatas 5:26-6:5
Texto lema: GALATAS 2:19b-20
“Con Cristo he sido crucificado. Y ya no soy yo quien vive, sino que es Cristo
quien vive en mi. Y la vida que ahora vivo en el cuerpo, la vivo por mi fe en el Hijo de Dios, que
me amó y se entregó a la muerte por mí”
INTRODUCCIÓN
La mayoría de los comentaristas concuerdan que el último versículo de Gálatas 5 corresponde a
la sección del cap. 6 donde el Apóstol, guiado por el Espíritu Santo, exhorta a los hermanos de
Galacia a mostrar su temple espiritual en el difícil ministerio de la CORRECCIÓN FRATERNA.
Aquí se nos exhorta a tratar con mansedumbre y humildad a cualquier hermano que sea
sorprendido en alguna falta, es decir que caiga por debilidad en algún pecado del que se
consideraba preservado.
El vocablo griego es paráptoma, caída la cual puede ser inesperada, y se distingue de parábasis,
transgresión que supone intensión deliberada...
La exhortación va dirigida a los que son espirituales, es decir a los creyentes que, conforme a lo
que el apóstol ha repetido en el capítulo 5, caminan por el Espíritu, no por la carne.
PECADO COMO REALIDAD DE VIDA EN EL CRISTIANO (v. 5:26)
El pecado es una realidad en la vida de todo cristianos. “Si decimos que no tenemos pecado nos
engañamos a nosotros mismos”. De hecho el Apóstol Juan se adelanta en decir que en ese caso
“la verdad no está en nosotros” (1 Jn 1:8, 10)... “Porque todos ofendemos muchas veces” (Stg.
3:2)
A.- EFECTOS DEL PECADO SOBRE EL CRISTIANO:
1.- CON RELACIÓN A ÉL MISMO: Su pecado trae como resultado la falta de confianza y la
falta de gozo y paz interior, así como la pérdida de todas las demás manifestaciones del fruto del
Espíritu.
Pedro expresa en estos términos el otro lado de esa verdad: “Porque haciendo estas cosas”. Es
decir, la lista de virtudes espirituales que acaba de dar, “no caerán jamás” (2 P 1:10)
Ahora bien, “si alguno se limpia de estas cosas será instrumento para honra, santificado, útil al
Señor y dispuesto para toda buena obra” (2° Tim. 2:21)
2.- AFECTA A DIOS: “Pero el que une al Señor, un espíritu es con Él” (1° Co 6:16-17). Por
eso, un creyente que peca vincula al Señor mismo con su mismo pecado. Más adelante en la
misma epístola el Apóstol dice: “La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunicación
de la sangre de Cristo? El pan que partimos ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?... No
pueden beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no pueden participar de la mesa del
Señor y de los demonios. ¿O provocaremos a celos al Señor? ¿Somos más fuertes que Él?” (1°
Co 10:16, 21 – 22)
3.- AFECTA A OTRAS PERSONAS: No se puede impedir que su pecado infecte a hermanos
en la fe, porque todos ellos son como un cuerpo de Cristo. “Por un solo espíritu fuimos todos
bautizados en un cuerpo” (1° Co 12:13)
B.- ACTITUDES A EVITAR: (Gal 5:26)
1.- LA VANAGLORIA (No seamos orgullosos o “vanagloriosos” - VRV): Literalmente
manteniendo una falsa o vacía opinión de nosotros mismos.
Dios no quiere que los cristianos sean unos vanidosos o engreídos jactanciosos; esto, no
concuerda con ser pecadores salvo por la gracia.
2.- LA PROVOCACIÓN (No provoquemos el enojo o “Provocándonos unos a otros” - VRV):
Es una negación de la vida llena del Espíritu provocar o retar a otros a que lleguen a la medida de
las propias opiniones privadas.
3.- LA ENVIDIA (Provocar la envidia o “envidiándonos unos a otros” - VRV): La envidia es
específicamente el pecado de desar algo que pertenece a otra persona y a lo que uno no tiene
derecho... Un verdadero creyente debería estimar a otros como mejores que él mismo.
El Apóstol observa que ante el tribunal de Cristo Jesús seremos examinados individualmente, y
no en comparación con otros. Por ello, deberíamos tener cuidado de nosotros mismos, de modo
que podamos regocijarnos en nuestra obra más que en los fracasos de los otros.
La pena más grande que puede tener un pastor es ver a los creyentes que están bajo su cuidado
persistir de manera voluntaria y contínua en el pecado, solo para perder así su bendición personal
y su utilidad ministerial.
El objetivo más importante en la vida de todo cristiano, tanto a escala individual como
corporativo, es la santidad.
Aunque el evangelismo es el frente que lleva adelante el ministerio de la iglesia, la santidad es el
único fundamento sobre el cual puede cimentarse el evangelismo efectivo o cualquier otro
ministerio.
En sentido positivo, la santidad supone crecer en la semejanza a Cristo en conocimiento y
obediencia de la Palabra de Dios, y en sumisión a su Espíritu.
En sentido negativo implica corregir lo que es impuro, primero en la propia vida del cristiano y
después también en la vida de otros creyentes. Ese aspecto negativo de la santidad es el tema del
pasaje de hoy.
No obstante, aunque el interés primordial de un cristiano debe ser su propia santidad y pureza de
vida, la Palabra de Dios deja en claro que también tiene una responsabilidad por la santidad y la
pureza del resto de la iglesia.
Ef. 5:11-12 dice: “No participen en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien
repréndanlas; porque vergonzoso es aún hablar de lo que ellos hacen en secreto”
La carne no redimida se resiste por naturaleza a la disciplina, y lo cierto es que a nadie le gusta
ser reprendido. Por otro lado el cristiano que tiene sensibilidad espiritual sabe que “ninguna
disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto pasible
de justicia a los que en ella han sido ejercitado” (He 12:11)
C.- RESTAURANDO AL HERMANO CAIDO:
La primera responsabilidad de un creyente espiritual que procura restaurar a un hermano caído es
ayudarle a levantarse. Cuando una persona tropieza y cae, lo primero que necesita es levantarse,
y muchas veces requiere la ayuda de otros para hacerlo.
Una parte integral de la disciplina en la iglesia es ayudar a un hermano caído para que vuelva a
ponerse sobre sus pies, tanto en sentido espiritual como moral.
La responsabilidad de disciplinar a los que tropiezan así como a los que cometen pecados más
serios, reposa en los hombros de los miembros de la iglesia que son espirituales. Los creyentes
espirituales son aquellos que andan en el Espíritu, están llenos del Espíritu y manifiestan el
Espíritu.
“Así que los que somos fuertes”, dice Pablo, “debemos soportar la flaqueza de los débiles y no
agradarnos a nosotros mismos” (Ro. 15:1)
Los creyentes espirituales, deben “[amonestar] a los ociosos... [alentar] a los de poco ánimo...
[sostener] a los débiles... [ser pacientes] para con todos” (1 Ts 5:14)
En el episodio de la mujer sorprendida en el mismo acto de adulterio, Jesús no estaba interesado
en destruir a la mujer sino en ayudarla, y esa debería ser la actitud de sus seguidores hacia las
otras personas, en especial los hermanos en la fe.
El mandato de Jesús “No juzguen para que no sean juzgados” (Mt 7:1) es usado con frecuencia
por algunos cristianos para oponerse a la disciplina en la iglesia y algunas veces es citado por
gente de afuera para oponerse a las posturas fuertes que asume la iglesia con respecto a ciertos
males y pecados.
Sin embargo, como el contexto lo aclara. Jesús se refiere acá a la persona que condena con base
en su propia idea de justicia y que se arroga el papel de juez, a fin de imponer sus propias
sentencias a otros porque solo ve lo mejor en sí mismo y lo peor en todos los demás.
Si tal persona se confiesa y es limpiada de su propio pecado, como prosiguió a decir el Señor,
entonces está calificada para confrontar a su hermano, no con el propósito de condenarle sino
para “sacar la paja del ojo” de ese hermano.
La idea no es “castigarlo” ni “condenarlo” al hermano que ha caído, sino corregirlo. Con los que
caen la corrección debe ser con espíritu de mansedumbre... No con mansedumbre, dice
Crisóstomo, sino con espíritu de mansedumbre, indicando que corregir con equidad a los que
pecan es un don del Espíritu Santo....
San Agustín dice que nada prueba mejor la espiritualidad de un hombre que su comportamiento
con el pecado ajeno, cuando practica el perdón en vez de la irrisión, ayuda y auxilio en vez de
insultar.
Hasta que una persona no haya admitido su pecado, no puede ser ayudado a salir de él. Una vez
que lo hace, debe ser alentado a confesar su pecado ante Dios y apartarse de él en
arrepentimiento, buscando con sinceridad el perdón de Dios...
La restauración de hermanos caídos siempre debe hacerse con espíritu de mansedumbre, el cual
es característico de aquellos que andan en el Espíritu (Gá. 5:23)... Un cristiano que critica y juzga
mientras intenta levantar a un hermano caído no muestra la gracia de Cristo ni ayuda a su
hermano...
La precausión, considerándote a tí mismo, no sea que tú también seas tentado, muestra con
claridad que aún los creyentes espirituales pueden tropezar. Están hechos del mismo material
que aquellos que han caído.
La actitud de todo cristiano debería ser la actitud de Jesús, y cuando un creyente tenga que
brindar su ayuda en disciplina de un hermano caído, debe pedir una porción especial del amor y
bondad de Jesús...
Si nuestro Dios Padre no quiere que ni siquiera uno de los suyos se pierda (Mt. 18:14), y si “el
Hijo del hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas” (Lc.
9:56), ¿cuánto menos derecho tiene sus seguidores a ser destructivos antes que benefactores?
D.- SOSTENIENDO AL HERMANO:
La segunda responsabilidad de un creyente espiritual que busca restaurar a un hermano es
ayudarle a mantenerse en pie después de haberse levantado. No es suficiente ayudarle a dar la
espalda a su pecado y dejarle allí solo...
El v. 2 indica de sobrellevar las cargas los unos con los otros (VRV). En este contexto la
referencia indica que se trata de cargas que tientan a un creyente que ha pecado a caer de nuevo
en la falta de la cual acaba de ser restaurado...
Ser librado de un pecado no equivale siempre a ser librado de la tentación correspondiente... La
oración es el arma más potente que los creyentes tiene para conquistar el pecado y oponerse a
Satanás, y nada ayuda a un hermano a llevar sus cargas tanto como la oración por él y con él
Cuando los creyentes sobrellevan los unos las cargas de los otros, lo que hacen en realidad es
cumplir así la Ley de Cristo... Jesús dejó este mandamiento: “Un mandamiento nuevo les doy:
que se amen unos a otros como yo los he amado...” (Jn 13:14)
La Ley de Cristo es la ley del amor, la cual cumple todo el conjunto la ley de Dios (Ga. 5:14;
Ro. 13:8; 10)
Una de las razones principales por la que muchos cristianos no se toman la molestia de ayudar a
sus hermanos cristianos caídos es que se sienten superiores a los pecadores y en su error creen
ser algo en cuanto al nivel de espiritualidad, cuando la verdad es que son como nada. (v. 3)
Por ello es importante que cada cristiano someta a prueba su propia obra, y entonces tendrá
motivo de gloriarse solo respecto de sí mismo, y no de otro (v. 4)... La primera
responsabilidad de un creyente consiste en examinarse a sí mismo...
Dios solo califica conforme a sus propios valores absolutos. Él no compara a los creyentes entre
ellos sino de acuerdo a sus parámetros de justicia divinos y perfectos... Además, si el Señor
Jesucristo no juzga a un cristiano sometiéndole a comparación con otros creyentes, ¿cuánto
menos debería el creyente juzgar de este modo? (cp. 2° Co 10:12)
E.- EDIFICAR AL HERMANO (V. 6):
La interpretación que parece más obvia y que es la más común de los comentarios bíblicos es
que el Apóstol Pablo exhorta aquí a las congregaciones a que paguen a sus pastores una
remuneración justa...
Si bien esta enseñanza está en otros pasajes bíblicos del N.Test. (Lc 10:7; 1° Co 9:7 – 14) no
parece ser lo que el Apóstol quiere aquí indicar de acuerdo al contexto del pasaje que estamos
analizando...
El texto griego original se puede traducir así: “el que recibe instrucción debe participar al lado
de aquel que le enseña en toda clase de cosas buenas”, y esta interpretación parece ser la
adecuada ya que el término que se usa aquí para “cosa buena” es el plural “agathos”...
El témino más común para aludir a cosas materiales que son favorables o buenas es “kalos”. En
cambio “agathos” se emplea en el N. Test. Con referencia a la excelencia espiritual y moral...
Bajo esta interpretación, el acto de participar “de toda buena cosa” constituye el tercer paso de
restauración de un creyente caído...
El cristiano espiritual que ha levantado y sostenido a su hermano caído también le edifica en la
palabra, y juntos participan de toda cosa buena que se relaciona con ella..
CONCLUSIÓN:
Se relata la historia en que el descubridor de la penicilina Alexander Fleming era hijo de un
grnagero y rescató de un pozo con agua al casi ahogado Winston Churchill. El padre de Winston
era un noble de la realeza británica y en gratitud le ofreció hacer lo que pidiera el padre de
Alexander, el cual le solicitó que le pagara los estudios para que fuera lo que siempre había
soñado, ser médico investigador...
Con los años Alexander se transformó en un intuitivo investigador y descubrió que en una de su
placas donde desarrollaba una bacteria, un hongo llamado “Penicilium” impedía que este germen
desarrollara, por lo que aisló la sustancia a la cual llamó penicilina...
Durantre la segunda guerra mundial, desarrolló una pulmonía doble y estaba desahuciado por los
médicos de entonces, por lo que fueron a buscar a quien había su padre ayudado a transformarse
en médico y así con su descubrimiento le salvó la vida.
Los cristianos nos alentamos mutuamente a sostenernos y ayudarnos en la carrera de la santidad,
algunas veces ayudamos y otras nos ayudan para ser restaurados en el cuerpo de Cristo...
NO ES DE UN HIJO DE DIOS DESPRECIAR AL CAÍDO NI MUCHOS MENOS
ABANDONARLO... UNA VERDADERA DISCIPLINA ES EFECTIVA CUANDO EL
CRISTIANO ES RESTAURADO A LA COMUNIÓN DE LA IGLESIA
Rubén Salcedo
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