07/1985 - Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente

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Núm. 7/85 HD
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C AREN C IA
DE B O R O
EN G IRASO L
C. LUIS DE LA CALLE MANZANO
Ingeniero Técnico Agrícola SEYCA
MINISTERIO DE AGRICULTURA, PESCA Y ALIMENTACION
CARENCIA DE BORO EN GIRASOL
EI boro, junto con el hierro, manganeso, cobre, cinc y molibdeno, es uno de los seis oligoelementos que, encontrándose en el
suelo en muy pequeñas cantidades, es absorbido por las plantas
en proporciones limitadas.
La importancia de estos oligoelementos es vital para el desarrollo normal de las cosechas, siendo su carencia una de las causas que, con frecuencia, originan disminuciones de producción,
pérdida de calidad de frutos y decaimientos en la vegetación.
EFECTOS DEL BORO EN LAS PLANTAS
El boro interviene en la formación de las paredes y membranas de las células vegetales, regulando su permeabilidad tanto
para las soluciones del suelo como para determinados iones, entre
ellos el calcio, de gran importancia por formar parte de los tejidos de sostén.
Al tener el boro muy poca movilidad dentro de la planta,
cuando se manifiesta su carencia, los tejidos jóvenes (meristemáticos) recién formados son los que primero notan su falta, deteniendo el crecimiento. Por el contrario, los tejidos adultos continúan evolucionando durante algún tiempo con normalidad, lo
cual origina una ruptura en la continuidad de los vasos
conductores.
Como consecuencia de todo esto la planta deja de formar
hojas o, si aparecen, éstas son deformes y se secan prematuramente. En definitiva, la síntesis de hidratos de carbono y de otras
sustancias nutritivas se resiente pronto y de formá acusada.
Igualmente, la falta de este oligoelemento limita los procesos
de floración, fecundación y cuajado reduciendo los rendimientos
en proporciones variables según la importancia de la carencia.
EL BORO EN EL SUELO
Aparte de su contenido natural, la aportación de boro al suelo
puede tener distintas procedencias:
- Los abonos normales, que lo aportan en cantidades muy
pequeñas, pudiendo citarse como más importante el superfosfato
de cal.
- El estiércol, que lo contiene en proporciones que oscilan
entre 4 y 40 gramos por tonelada métrica, en forma de ácido
bórico.
- El agua de lluvia, que lo aporta a razón de 20 a 30 gramos por hectárea y año.
- Los minerales boratados que, en su caso, pueden constituir
la principal fuente de abastecimiento. Los principales minerales
boratados utilizables son la turmalina, borosilicato de aluminio, el
bórax, la kernita, la colemanita y la ulexita.
Fig. I.-Capítulo deformado por carencia de boro.
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COMPORTAMIENTO DEL BORO EN EL SUELO
El boro puede ser tomado por las raíces en forma de iones
procedentes de las fuentes antes citadas. Sin embargo, esta absorción está condicionada por una serie de factores que hay que
tener en cuenta.
Acidez del suelo.-El máximo de solubilidad del boro se sitúa
cuando el pH está comprendido entre 5 y 7, reduciéndose de
manera muy notoria en los suelos en que el valor del pH se
separa de estos valores.
Textura.-En los suelos arenosos, con buen drenaje, las pérdidas de boro por lixiviación suelen ser cuantiosas, pudiendo
cifrarse en 200 gramos por hectárea y año, causa, por la cual las
carencias de este oligoelemento serán más frecuentes en terrenos
de textura gruesa y en donde las plantas que se siembren sean de
raíces superficiales.
Materia orgánica.-Altos contenidos en materia orgánica, más
de 1,5 por 100 en secano y del 2 por 100 en regadío, pueden
ocasionar que el boro existente en el terreno no se encuentre a
disposición de las plantas por quedar retenido en procesos de
transformación de éste. En tal caso la liberación posterior del
boro tendrá lugar muy lentamente.
Estos altos niveles de materia orgánica suelen ir asociados a
terrenos en los que la mineralización de aquélla es mala o muy
escasa, como por ejemplo los encharcadizos, algunos calizos, etc.
Presencia de otros elementos en el suelo.-Elevados índices de
aluminio o de hierro en el suelo provocan con el boro la formación de compuestos poco asimilables por las cosechas.
Con respecto al calcio, débe haber una relación de equilibrio
boro-calcio, pues un excesivo contenido de éste último en el suelo
provoca una disminución de solubilidad del boro y, por lo tanto,
de asimilación por las plantas.
Por otro lado, y dado que el boro regula la permeabilidad de
las membranas celulares para distintos iones, una falta de éste en
el interior de la planta impide la asimilación del calcio por las
raíces, produciéndose una pérdida de resistencia en los tejidos de
sostén.
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La concentración excesiva de potasio en el terreno es otro de
los factores que perjudica la absorción del boro, por el antagonismo existente entre los dos elementos.
EL BORO Y LA HUMEDAD DE LOS SUELOS
Si bien el contenido de boro de un suelo puede concentrarse
tanto en la superficie como en los horizontes inferiores del
terreno, dependiendo de las condiciones del mismo, el boro soluble al agua se concentra casi invariablemente en los horizontes
superiores de los suelos con buen drenaje. Así, cuando el suelo
está seco y la toma de nutrientes de los horizontes superficiales es
restringida, es frecuente observar que las plantas no son capaces
de absorber boro suficiente de los horizontes inferiores, por lo que
aparecen síntomas de carencia. Es, por tanto, frecuente que las
deficiencias de boro se acusen más durante e inmediatamente
después de los períodos de sequía.
En el caso de plantas como el girasol, de raíz pivotante, que
buscan la profundidad, sobre todo en cultivos en secanos con
escasa pluviometría para ilegar a capas con humedad, el boro
soluble se sitúa fuera del alcance de las mismas, produciéndose
frecuentemente síntomas carenciales.
Fig. 2.-Fallc^s en el cuajado
del capítulo.
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EXTRACCIONES DE BORO POR LAS COSECHAS
La extracción de boro por las cosechas es variable según el
tipo de alternativa, pero puede cifrarse entre 100 y 300 gramos
por año y hectárea.
Si además de estas continuas extracciones concurren algunas
de las circunstancias negativas que dificultan la solubilidad del
boro, y que se han expuesto antes, se darán síntomas carenciales
cuyas características en girasol se describen a continuación.
SINTOMAS CARENCIALES DE BORO EN GIRASOL
La carencia de boro en girasol puede presentarse tanto en cultivos de secano como de regadío, si bien en secano es más acentuada y, por lo tanto, las disminuciones de rendimientos proporcionalmente más importantes.
Los síntomas que se describen a continuación pueden darse de
una manera conjunta, es decir, todos ellos en la misma plantación, o solamente algunos, dependiendo naturalmente del suelo,
clima, cultivo, cantidad existente de boro asimilable por la cosecha, etc.
Fig. 3.-Tallos decapitados
por carencia de boro.
Fig. 4.-Pecíolos cortados cerca del
nudo a causa de carencia de
boro.
En la floración
Generalmente es a partir de este momento cuando comienzan
a manifestarse los primeros síntomas, produciéndose una floración
irregular en el caso de plantas afectadas. Los capítulos casi no
llegan a abrir, y, si lo hacen, los pétalos tienen apariencia de estar
arrugados y secos. Muchos de ellos se caen prematuramente. Si el
proceso no es muy acentuado y la floración sigue adelante,
muchas de las cabezuelas afectadas quedan deformadas.
En el cuajado de las flores
Si la falta de boro se manifiesta más tardíamente, una vez que
la floración se ha desarrollado con normalidad, el capítulo puede
llegar a tener apariencia normal, e incluso un buen diámetro, si
bien habrá fallos en el cuajado de las flores en distintas zonas del
mismo.
En el tallo
Los síntomas más claros de carencia de boro se producen en
los tallos. Las lesiones llegan a ser enormemente llamativas
cuando la deficiencia es muy acusada.
Se produce un corte transversal del tallo unos centímetros por
debajo de la zona de inserción del capítulo a aquél. La planta
queda totalmente decapitada y, a consecuencia del menor peso
que tiene que soportar, su posición es erecta, localizándose fácilmente dentro de la plantación.
En ocasiones el capítulo no llega a caer y queda colgando del
tallo sujeto por un escaso número de fibras periféricas.
En cualquier caso, la inflorescencia, al no recibir el aporte de
savia, se seca totalmente.
En otras ocasiones el corte no llega a ser total y el capítulo
queda semiunido al tallo por algo de tejido vegetal, recibiendo así
un poco de savia que le permite continuar vegetando pero en
muy malas condiciones. En estos casos los rendimientos de tales
capítulos son mínimos.
A veces pueden también verse cortes en zonas más bajas del
tallo en puntos del mismo con fuerte curvatura, si bien, por tratarse de tejidos más viejos y con mayor contenido en boro la
planta no suele partirse por ellos, mostrando tan solo una
incisión.
Todos los cortes de los que se ha venido hablando son limpios, como si se hubieran efectuado con una navaja. Los tejidos de
esa zona se necrosan en todas direcciones y es frecuente ver escurrir de los mismos goterones de goma a lo largo del tallo.
Otro síntoma muy característico de esta carencia en el tallo es
la aparición a lo largo del mismo de estrías marrones o rojizas
inicialmente que después se tornan negras, se vuelven esponjosas
y agrietadas, dando también exudación de goma.
En las hojas
Las hojas más jóvenes del ápice de la planta son las que primero denotan los síntomas de carencia de boro. Dejan de crecer,
se deforman y presentan aspecto raquítico. Después se vuelven
duras y coriáceas, recubriéndose con una especie de pelusilla
blanca. Por último, comienzan a amarillear y se vuelven quebradizas, terminando por secarse al igual que el peciolo que las une
al tallo.
Fig. 5.-Estrías longitudinales a lo
largo del tallo, originadas por carencia de boro.
En etapas posteriores de la vegetación, las hojas inferiores
sufren también estos síntomas, que terminan en el secado de las
mismas.
Otro síntoma característico de esta dehciencia se observa en el
peciolo de la hoja, pues en él aparecen, al igual que ocurría en el
tallo, estrías pardo rojizas que llegan a provocar la rotura del
mismo cercana al nudo, como si se hubiera tronchado. Por estas
heridas se eliminan también gotas de goma.
En el porte de la planta
Cuando se vió anteriormente la relación que el boro tenía con
otros elementos se dijo que debía haber un equilibrio entre el
boro y el calcio.
En suelos con poco contenido en boro asimilable la falta de
este oligoelemento en la planta condiciona también una pobre
absorción del calcio por la misma. Como consecuencia de ello los
tejidos de sostén se resienten y los tallos se doblan, sin ningún
tipo de corte, por no poder resistir el peso del capítulo.
En consecuencia, la falta de absorción de calcio unida a algunas de las deficiencias descritas anteriormente puede servir para
diagnosticar una carencia de boro en girasol.
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CORRECCION DE LA CARENCIA.
IMPORTANCIA ECONOMICA
Las pérdidas ocasionadas por carencia de boro en cultivos de
girasol son variables según el grado de insuficiencia que registre la
planta, pero, en general, y dándose los síntomas que se han descrito, las observaciones realizadas a lo largo de varios años en
campos afectados permiten cifrar estas pérdidas entre un 15 y un
40 por 100, cifras de por sí -elocuentes y que determinan las
necesidades de efectuar las acciones oportunas para evitarlas.
Las correcciones de boro pueden llevarse a cabo por medio de:
- Pulverizaciones foliares.
- Incorporación de boro al suelo.
Pulverizaciones foliares
La carencia de boro en girasol no siempre obedece a una
escasez de este oligoelemento en el terreno. Hay una serie de factores condicionantes que pueden producir un bloqueo del mismo
y que pueden resumirse en:
- pH por debajo de 5 ó superior a 7.
- Exceso de materia orgánica.
- Elevados contenidos en el suelo de hierro o de aluminio.
- Alto nivel de potasio.
Dichos factores son, en general, difíciles de modi6car cuando
no antieconómicos, y las aportaciones de boro al suelo en forma
de abonos boratados no dan buenos resultados, ya que éste quedará también inmovilizado en estados no asimilables por la
planta.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que el cultivo del
girasol se efectúa en primavera-verano y en secano, principalmente. En estas condiciones, las raíces profundizan mucho en el
terreno buscando humedad. En los casos en los que el boro se
encuentre fundamentalmente en los horizontes superiores del
suelo, éste se sitúa fuera del alcance de la mayor parte de las
raíces.
Fig. 6.-Aspecto general de una
planta afectada de carencia de
boro. Obsérvese el color blanquecino de alguna de las hojas.
Cuando se den estas circunstancias es preferible corregir la
carencia por medio de pulverizaciones foliares a base de pentaborato sódico, que contiene aproximadamente el 20 por 100 de
boro.
Los tratamientos se darán cuando la planta tenga un máximo
de hojas a fin de que se moje la mayor superficie posible. Como
los síntomas comienzan a aparecer al inicio de la floración, la
época más adecuada para llevar a cabo el tratamiento es cuando
haya de 7 a 9 pares de hojas y el capítulo esté en forma de
botón sin abrir todavía.
La aplicación se efectuará pulverizando un abono foliar boratado disuelto en 400 ó 500 litros de agua por hectárea.
Dado que los abonos foliares correctores específicos de las
carencias de boro tienen una riqueza en este elemento del 20 por
100 aproximadamente, será necesario diluir 2 kilos de producto
comercial en el volumen de agua antes dicho para aportar una
cantidad próxima a los 0,40 kilos de boro puro por hectárea,
cifra adecuada para corregir estas carencias.
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Abonos boratados aplicados al suelo
En los casos en los que los análisis de los suelos puedan
hacer prever que no hay problemas de bloqueo de boro, puede
pensarse que se trata de una falta del mismo en el terreno, por lo
que la aportación de abonos boratados al mismo dará buenos
resultados.
Los abonos boratados para aplicación al suelo tienen concentraciones en torno al 15 por 100 de boro, debiendo aplicarse al
terreno en cantidades de 20 a 30 kilos por hectárea, lo cual
representa de 3 a 3,4 kilos de boro puro por unidad de
superficie.
La aportación debe hacerse con una labor profunda y como
mínimo de 3 a 4 meses antes de la siembra del girasol.
Si el primer año no surtiera un efecto totalmente satisfactorio
se repetirá el tratamiento un segundo año, debiendo, en cada
cosecha, ver si se ha corregido la carencia para cesar las aportaciones pues no conviene incorporar este oligoelemento en dosis
excesivas ya que si se encuentra en proporción elevada en el
suelo es muy tóxico para la planta.
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Pesyueraz y Alimentarias
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Se autoriza la reproducción íntegra de esta publicación mencionando su
origen: «Hojas Divulgadoras del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación».
LS.B.N.: 84-341-0494-6 - Depósito legaL M. 23.390-1985 (21.000 ejemplares)
Neografis, S. L. - San[iago Estévez, 8- 28019-Madrid
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