Cómo Recibir El Bautismo Del Espíritu Santo

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CAPITULO I
Cómo Recibir El Bautismo
Del Espíritu Santo
El gran regalo de Cristo a Sus seguidores fue la plenitud portentosa del Espíritu
Santo. Al estar Él con Su pequeña banda de discípulos en el Monte de los Olivos
justamente antes de Su partida al cielo, Sus palabras fueron: “esperad la promesa
del Padre, la cual oísteis de mí, porque Juan ciertamente bautizó con agua, pero
vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días” (Hechos
1:4-5). Después de hablar estas palabras, el Señor ascendió al cielo, y los discípulos
regresaron a Jerusalén, en donde pasaron los siguientes diez días en oración y
adoración. Luego, repentinamente descendió el Espíritu Santo. Vino como lenguas
de fuego y como un viento recio que corría; llenó toda la casa donde estaban sentados,
y todos comenzaron a hablar en otras lenguas, como el Espíritu les daba que hablasen.
Este don maravilloso que recibieron revolucionó sus vidas, y los hizo arder para
Dios. Aun siendo laicos iletrados, salieron y predicaron un mensaje que transformó
al mundo (Hechos 4:13).
¿Cuál es la naturaleza de esta experiencia del bautismo del Espíritu Santo?
¿Cuáles son las razones que harían que uno deseara recibirlo?, ¿qué hará para uno? En
las siguientes páginas contestaremos algunas de estas preguntas al dar siete razones
por las que todo cristiano debe recibir esta plenitud poderosa del Espíritu.
1. Si Cristo Y Los Apostóles Necesitaron Del Bautismo Del
Espíritu, Entonces Nosotros También Lo Necesitamos.
Cristo, el Hijo de Dios, bajó del cielo. Debido a que Él se vació de Su gloria y
se hizo hombre, estaba sujeto a las flaquezas del hombre (Hebreos 5:7-9). Y en este
papel humano, como Hijo de hombre, necesitó el bautismo en el Espíritu Santo. Y
por tanto, antes de que empezara el primer acto de Su ministerio público, recibió el
Espíritu Santo al ser bautizado por Juan en el río Jordán (Mateo 3:16).
Los doce apóstoles recibieron el bautismo del Espíritu Santo en el aposento alto,
las mujeres que siguieron a Jesús recibieron el Espíritu Santo (Hechos 1:14). María, la
madre de Jesús, quien por el Espíritu concibió al Salvador, recibió el Espíritu Santo.
Los hermanos carnales de Cristo recibieron este bautismo glorioso. Cada uno de los
120 que estaba en el aposento recibió el Espíritu Santo.
Cada una de las 3.000 personas que escucharon a Pedro predicar su sermón en
el día de Pentecostés, recibió la promesa del regalo del Espíritu Santo (Hechos 2:3739). Si todos ellos necesitaron del bautismo del Espíritu Santo, entonces usted y yo
necesitamos esta bendición también.
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2. El Espíritu Santo Da Poder Para Testificar.
“Pero recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me
seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra”
(Hechos 1:8).
La primera cosa en la cual uno piensa para lograr una vida cristiana victoriosa es
la necesidad de tener poder. Necesitamos poder para testificar efectivamente a otros y
desempeñar nuestra función principal como cristianos, el propósito de la plenitud del
Espíritu Santo es el darnos este poder.
La prueba más asombrosa de la verdad del cristianismo está en el hecho de que
una banda de pescadores humildes, que, de acuerdo con las normas de los líderes
religiosos de aquel día, “eran hombres sin letras y del vulgo” (Hechos 4:13), pudieron
ir, enfrentarse a la oposición más severa y, con la ayuda de Dios, fundar el movimiento
religioso más potente de toda la historia. Y esta historia se está repitiendo en el
derramamiento de estos últimos días. Hace medio siglo se predicaba el Pentecostés
en carpas, edificios de tiendas y templos abandonados. No obstante, Pentecostés se
ha convertido actualmente en un movimiento poderoso y, de acuerdo con un artículo
reciente de la revista Life, escrito por un eclesiástico prominente, ha de ser tomado
en cuenta como la tercera fuerza del cristianismo, junto con el protestantismo y el
catolicismo.
3. El Espíritu Santo Da Fuerza Para Vivir Una Vida Santa.
“Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme
a la carne, porque si vivís conforme a la carne, moriréis; pero si por el Espíritu hacéis
morir las obras de la carne, viviréis” (Romanos 8:12, 13).
Aquí se nos dice que el Espíritu Santo nos libra de la ley del pecado y de la
muerte. Sin el Espíritu, los intentos del hombre de vivir una vida santa son fútiles y
vanos. Con sus propias fuerzas no puede vivir una vida vencedora, fracasará una y
otra vez, como lo describe Pablo en su experiencia autobiográfica en Romanos 7. En
verdad, la justicia propia del hombre es como trapos de inmundicia a los ojos de Dios.
Ahora, todo cristiano tiene el Espíritu de Cristo en determinado grado; de
otra manera no sería, en absoluto, un seguidor del Señor (Romanos 8:9). Pero la
experiencia según fue recibida en el día de Pentecostés representa una medida de
mayor plenitud del Espíritu. Él estaba con el creyente, pero ahora Él está en él. Es el
Espíritu Santo el que da a un hombre poder para vivir una vida santa.
4. El Espíritu Santo Es Un Consolador Que Permanecerá Para
Siempre.
“Y yo rogaré al Padre y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para
siempre” (Juan 14:16).
El espíritu Santo es el Consolador que ha venido a morar para siempre. ¡Qué
pensamiento tan emocionante es que este glorioso Espíritu Santo que se movió en
la oscuridad en la alborada de la creación e hizo que la luz brillara, venga a morar,
no por un día, un mes o un año, sino para siempre! De aquí a un millón de años, Él
todavía estará con nosotros para guiarnos, consolarnos y darnos comunión eterna con
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Dios.
¡Cómo palidecen todas las bendiciones materiales en una insignificancia total
al lado de este gran Consolador! ¡Los placeres terrenales de este mundo pueden
satisfacer sólo durante un poco de tiempo, mientras que la presencia permanente
del Espíritu hace que todos los premios mundanales parezcan como chucherías en
comparación!
La plenitud del glorioso Espíritu Santo es la única cosa que puede satisfacer
plenamente al espíritu humano. El hombre está hecho de tal forma que no está
completo en sí mismo, en su alma hay un vacío espiritual. Si no está ocupado con
Dios, a la larga estará lleno de aquellas cosas que son malignas (Lucas 11:24-26).
5. El Espíritu Santo Vivificará Nuestros Cuerpos Mortales.
“Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús está en vosotros,
el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos
mortales por su Espíritu que está en vosotros.” (Romanos 8:11).
Nosotros sabemos que la sanidad divina es efectuada por el poder del Espíritu.
“Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús está en vosotros, el que
levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales
por su Espíritu que está en vosotros.” (Lucas 5:17). Pero el propósito de Dios va más
allá de la curación. Incluye la salud divina, como lo declara 3ª de Juan 2:
“Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas y que tengas salud,
así como prospera tu alma”.
El apóstol agrega que el mismo Espíritu que levantó a Cristo de los muertos ha
sido dado al creyente para vivificar su cuerpo mortal. Notemos que el apóstol en este
momento no está hablando acerca de la resurrección futura, sino que está hablando
de la vivificación del cuerpo mortal. Como muestra el contexto, se está refiriendo a la
vida que estamos viviendo ahora.
Todavía no llega el tiempo de la resurrección, pero, mientras tanto, el Espíritu
vivificará nuestros cuerpos físicos, para que tengamos la fortaleza necesaria para
desarrollar el trabajo que Dios nos ha llamado a efectuar.
El doctor A.B.Simpson, el famoso predicador de hace una generación, que hizo
mucho por restaurar la sanidad divina a la Iglesia, nos cuenta cómo, cuando era joven,
él estaba impedido por un cuerpo frágil. Después de los servicios dominicales, le
tomaba hasta la mitad de la semana antes de tener fuerzas suficientes para comenzar la
preparación de los servicios del siguiente domingo. Debido a su condición enfermiza,
se convirtió en un objeto de lástima, una circunstancia que lo llevó casi al punto de
la deseperación. Sin embargo, mientras que se encontraba en esa condición, Dios
se le reveló a él como su Sanador. Pero más que eso, Dios le mostró que Él sería su
salud, si él dependía solamente de Él. Y así sucedió que el poder de Dios vino sobre
A.B.Simpson y vivificó su vida de tal manera que, al cabo de tres años después de
haber sido sanado, ¡él había predicado no menos de mil sermones!
6. El Espíritu Santo Nos Guiará A Toda Verdad
“Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. Pero
cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad, porque no hablará
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por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga y os hará saber las cosas que
habrán de venir.” (Juan 16:12-13).
Algunas denominaciones que niegan la experiencia del bautismo del Espíritu
Santo han estado derivando al racionalismo e incredulidad, negando el nacimiento
virginal, la experiencia milagrosa del nacimiento nuevo y algunos hasta han caído en
tales enseñanzas que deshonran la Biblia como la teoría de que el hombre desciende de
la bestia. Estos errores nunca han perturbado al movimiento Pentecostés ¡cualquiera
que ha recibido el bautismo del Espíritu Santo sabe intuitivamente que la Biblia es la
palabra de Dios!
Desde luego, un creyente puede recibir el Espíritu Santo y todavía ser propenso a
cometer errores. Es posible que haga lo malo, puesto que Dios nunca quita la voluntad
libre del hombre (lª Timoteo 1:19-20, 2ª Timoteo 2:17-18). Pero, si aun parcialmente,
él se rinde a la dirección del Espíritu, el Espíritu del Señor le evitará que cometa
errores serios.
7. El Espíritu Santo Nos Ayudará A Orar Sobrenaturalmente
“De igual manera, el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, pues qué hemos de
pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros
con gemidos indecibles” (Romanos 8:26).
No tenemos que recibir el bautismo del Espíritu Santo a fin de poder orar. Debido
a que Dios tiene gracia, el Espíritu de Dios, en Su poder convincente, ayudará al
pecador a orar la oración del publicano. Como hemos visto, el nuevo convertido
tiene una medida del Espíritu y podrá recibir muchas contestaciones a la oración.
Pero hay algo más que esto: cuando el bautismo pleno del Espíritu llega, y
nosotros nos rendimos a él, encontraremos que el Espíritu de Dios dentro de nosotros
intercederá y nos ayudará a orar y a obtener contestaciones a los problemas difíciles.
Como el versículo anterior indica, ninguno de nosotros sabe cómo orar como
debiéramos, pero, si se le permite, el Espíritu de Dios “pide por nosotros con gemidos
indecibles”. El apóstol Pablo nos dice que a veces oraba con el Espíritu y a veces
también con su entendimiento (la. Corintios 14:14-15).
8. ¿Tiene Lugar El Bautismo Del Espíritu Santo En El
Momento De La Conversión?
Es cierto que no debería haber una gran demora entre la conversión y la recepción
del Espíritu Santo si la fe está presente, si uno sabe lo que la Biblia enseña y si hay
una verdadera hambre de Dios. La narración de la recepción del Espíritu Santo en
la casa de Cornelio es un buen ejemplo (Hechos 10:44-48). Ya había habido mucha
preparación espiritual en ese hogar, incluyendo la oración y el ayuno. El resultado
es que estas personas fueron llenas con el Espíritu mientras se encontraba Pedro
todavía predicando. Normalmente hay un intervalo, por breve que sea, entre la obra
del Espíritu al efectuar la salvación y la de la plenitud del Espíritu.
1. Cristo enseñó que los creyentes deben pedir el Espíritu. Por tanto, es una
experencia subsecuente al ser hecho un hijo de Dios.
“Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos,
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¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?”(Lucas
11:13).Aquí Jesús está hablando acerca de padres e hijos. Dijo que así como los padres
humanos dan buenas dádivas a sus niños, Dios también tiene buenos regalos para dar a
Sus hijos. El gran regalo es el Espíritu Santo. La forma normal para recibir el Espíritu
es pedirlo. Todo hijo de Dios recibe una medida del Espíritu en su conversión. “Pero
vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios
está en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.” (Romanos
8:9). No obstante, eso no es la plenitud. Después de Su resurrección, Cristo dijo a los
discípulos: “Recibid el Espíritu Santo” (Juan 20:22). Ciertamente, ellos recibieron
una medida del Espíritu, pero no el bautismo en su plenitud, porque ese no fue dado
sino hasta el día de Pentecostés (Hechos 2:4). La experiencia recibida en Pentecostés
fueron los “ríos de agua viva” de los que hablaba Jesús en Juan 7:37-39.
2. Cristo en Sus últimas instrucciones de despedida les dijo a los discípulos que
“esperasen la promesa del Padre”. Los discípulos eran hombres salvos. Cuando los
setenta regresaron, gozosos porque tenían poder para echar fuera a los demonios,
Jesús les dijo que se gozaran mejor de que sus nombres estaban escritos en los cielos
(Lucas 10:20). No obstante, ninguno de los discípulos tenía el bautismo del Espíritu
Santo. Jesús dijo: “esperad la promesa del Padre, la cual oísteis de mí, porque Juan
ciertamente bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo
dentro de no muchos días.” (Hechos 1:4-5). Claramente el bautismo del Espíritu
Santo es algo posterior a la salvación. El libro de los Hechos muestra que, en la
Iglesia Apostólica, el bautismo del Espíritu comunmente seguía a la conversión.
3. Felipe el evangelista fue a Samaria y predicó a Cristo a la gente. Tuvo un
éxito maravilloso; hubo muchas conversiones y sanidades. Felipe tuvo un servicio de
bautismos con agua y un gran número fue bautizado. Estos convertidos ahora eran
personas salvas, porque, como declaró Jesús en la Gran Comisión, “el que crea y
sea bautizado, será salvo” (Marcos 16:16). Pero fijémonos: los samaritanos todavía
no habían recibido el bautismo del Espíritu Santo (léase Hechos 8:14-17). Se nos
dice que el Espíritu Santo aun no había descendido sobre ninguno de ellos. Pedro y
Juan, que poseían un ministerio especial del Espíritu, fueron entonces a Samaria y
oraron con ellos que habían sido salvados en la campaña. Les impusieron las manos
y recibieron el Espíritu Santo. De esta declaración sencilla de hechos, es obvio que la
plenitud del Espíritu Santo es una experiencia que normalmente sigue a la conversión.
4. Pablo recibió el Espíritu posteriormente a su conversión. La experiencia de
Pablo es significativa: recibió una conversión maravillosa en el camino a Damasco
(Hechos 9:8-17) pero no recibió el Espíritu Santo entonces. Esto sucedió tres días
después, cuando un discípulo llamado Ananías fue al lugar en donde estaba Pablo y
oró por su salud y para que él recibiera el Espíritu Santo. Así vemos más evidencia en
cuanto a que la recepción del Espíritu Santo sigue a la conversión.
5. Pablo enseñó que el bautismo del Espíritu Santo sigue a la conversión. Cuando
Pablo llegó a Efeso halló a ciertos discípulos. Su primera pregunta fue: “¿recibisteis
el Espíritu Santo cuando creísteis?” (Hechos 19:2). Esta traducción indica que Pablo
sabía que el Espíritu Santo no caía automáticamente sobre una persona en el momento
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en que creía. Si fuera así, Pablo nunca hubiera hecho una pregunta tal. Cuando el
apóstol supo que no habían recibido el Espíritu Santo, Pablo les contó lo que Juan
había enseñado acerca de la experiencia e impuso sus manos sobre ellos y vino sobre
ellos el Espíritu.
Desde luego, como hemos dicho, cada persona que se convierte a Cristo ha
recibido el Espíritu en determinada medida (lª Corintios 12:3, Romanos 8:9). El
Señor definió la diferencia entre la presencia del Espíritu Santo en la salvación, y lo
que Sus discípulos recibirían posteriormente cuando dijo: “vive con vosotros y estará
en vosotros” (Juan 14:17). Esto último son los ríos de agua viva de los que Él habló
en Juan 7:37-38, que reciben aquellos que tienen la plenitud del bautismo.
El gran evangelista presbiteriano Charles G. Finney había experimentado una
conversión maravillosa a Cristo. Nadie le había dicho que había algo más que la
salvación. No obstante, había un anhelo profundo en su alma por una experiencia más
profunda de Dios. Una noche fue a su oficina sólo y se iba a sentar, cuando aconteció
una cosa maravillosa. El señor Finney lo cuenta en las siguientes palabras:
“Al voltearme y hacer el intento de sentarme junto al fuego, recibí un bautismo
poderoso del Espíritu Santo. Sin esperarlo, sin haber jamás tenido la idea en mi mente
de que habría una cosa así para mí, sin ningún recuerdo de haber escuchado a ninguna
persona en el mundo mencionarlo, el Espíritu Santo descendió sobre mí en una forma
que parecía pasar a través de mí, cuerpo y alma. Me pareció una carga de electricidad
que pasaba una y otra vez a través de mí. En realidad, parecía venir en oleada tras
oleada de amor líquido, porque no podía expresarlo en ninguna otra forma. Parecía
como el mismo hálito de Dios. Recuerdo claramente que parecía abanicarme como
con alas inmensas. No hay palabras que puedan expresar el amor maravilloso que
fue derramado en mi corazón. Lloré abiertamente con amor y gozo; y no sé sino que
debo decir que literalmente grité los brotes indecibles de mi corazón. Estas oleadas
vinieron sobre mí, y sobre mí, y sobre mí, una tras otra, hasta que recuerdo que
grité: “moriré si estas olas continúan pasando sobre mí”. Dije: “Señor, ya no puedo
aguantar más”, pero no le temía a la muerte. No sé cuánto tiempo continué en ese
estado, con el bautismo cayendo sobre mí.”
Bajo esta unción portentosa del Espíritu, Charles G. Finney se convirtió en uno
de los predicadores más poderosos del Siglo XIX.
Dios no da la misma experiencia a cada persona, algunos la reciben con poca
emoción. La primera evidencia es que sus vidas han sido cambiadas y ahora están
testificando a otros de lo que Cristo ha hecho por ellos. Conforme buscan a Dios,
podrán tener una experiencia parecida a la de Finney. Pero no la busque, Dios hace a
cada copo de nieve diferente. Hay un bautismo, pero hay muchas formas de plenitud.
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CAPITULO II
¿Qué Hay Con Respecto A Hablar En Otras Lenguas?
¿Cuál es la primera evidencia de la recepción del Espíritu Santo? Se ha tratado
con tanta frecuencia este tema que solamente daremos un breve repaso a las ocasiones
citadas en el Libro de los Hechos de aquellas personas que recibieron el bautismo del
Espíritu Santo. Las Escrituras indican con bastante fuerza que la evidencia inicial del
bautismo del Espíritu es el hablar en otras lenguas.
1. Hechos 2:4 dice que fueron “todos (los 120 cristianos, incluyendo la propia
madre de Cristo y Sus hermanos. Hechos 1:14) llenos del Espíritu Santo y comenzaron
a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablaran”.
2. Hechos 8:17-18 señala el hecho de que Simón “vio” que ellos recibieron el
Espíritu Santo. Comparando con otras porciones de las Escrituras, la única conclusión
lógica es que él vio que las gentes comenzaban a hablar en lenguas cuando se les
imponían las manos.
3. Hechos 9:17 nos dice que se le impusieron las manos a Pablo para recibir el
Espíritu Santo. Sabemos que él habló en lenguas, porque él mismo dijo, “Doy gracias
a Dios que hablo en lenguas más que todos vosotros” (lª Corintios 14:18).
4. Hechos 10:46 declara de los Gentiles que recibieron el Espíritu Santo que
Pedro los oía “que hablaban en lenguas”.
5. Hechos 19:6 nos habla que cuando Pablo impuso sus manos sobre los efesios
para que recibieran el Espíritu, “hablaban en lenguas y profetizaban”.
La pregunta no es si los creyentes hablan en lenguas cuando reciben el bautismo
del Espíritu, porque obviamente ésta es la norma bíblica; la cuestión es: ¿por qué
los creyentes, cuando reciben esta experiencia, hablan en otras lenguas?, ¿cuál es el
propósito divino de esta manifestación?
Por Qué Es Importante Hablar En Lenguas
Se dice frecuentemente que el hablar en otras lenguas es escriturario pero no es
muy importante. Estamos de acuerdo que si el hablar en otras lenguas fuera todo lo
que hubiera recibido la persona, la experiencia tendría poco valor. Como dice Pablo:
“si yo hablara lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal
que resuena o címbalo que retiñe” (lª Corintios 13:1).
No obstante, si el hablar en otras lenguas es precedido o acompañado por la
entrada del Espíritu, entonces es de una importancia tremenda. Porque la plenitud del
Espíritu más el hablar en otras lenguas está lejos de ser algo insignificante. El hablar
en lenguas es una experiencia gloriosa y satisfactoria que puede edificar y enriquecer
al creyente para toda su vida.
En este capítulo, tomaremos nota de algunos de los propósitos del hecho de que
el creyente hable en otras lenguas. Solamente los trataremos con brevedad.
1. El hablar en otras lenguas es el “reposo” y el “refrigerio” prometido por el
Señor
“Porque en lengua de tartamudos, en lenguaje extraño, hablará a este pueblo.
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A ellos dijo: “Este es el reposo; dad reposo al cansado. Este es el alivio”, mas no
quisieron escuchar” (Isaías 28:11-12).
El Espíritu del Señor debe haber estado hablando de algo de gran importancia
cuando dijo: “Este es el reposo: dad reposo al cansado; y éste es el refrigerio”. Es
evidente que ésto es una referencia al versículo anterior. Por tanto, ¿no es ese “reposo”
y ese “refrigerio” el hablar en “ lengua extraña”?
Permítanos explicárselo. El hablar en otras lenguas no podía ser sólo ese “reposo”
y “refrigerio”. Es más bien el hecho del Espíritu Santo que viene y da el “reposo”
y el “’refrigerio”. El Espíritu Santo es una persona, cuando Él viene, habla. Esta
manifestación y presencia del Espíritu Santo se convierte así en la gran bendición,
el gran “reposo”, el gran “refrigerio”. Y ésta es otra prueba de que la plenitud del
Espíritu Santo es acompañada por el hablar en otras lenguas. Porque este último no
podía ser el “refrigerio” a menos que fuera acompañado por la presencia del Espíritu.
Es así que Pedro, inmediatamente después del día de Pentecostés, cuando la
Iglesia primitiva estaba en el fervor de su gran experiencia pentecostés, llamó a los
judíos a que se arrepintieran y recibieran la bendición en “los tiempos del refrigerio
de la presencia del Señor”.
“Así que, arrepentíos y convertíos para que sean borrados vuestros pecados; para
que vengan de la presencia del Señor tiempos de consuelo” (Hechos 3:19).
Que ninguno menosprecie la experiencia de hablar en otras lenguas, porque
indica la presencia del Espíritu Santo, Quien ha venido para hacer su morada en la
vida del creyente.
2. Cristo dijo, en la Gran Comisión, que los creyentes deben hablar en otras
lenguas
“Les dijo: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que
crea y sea bautizado, será salvo; pero el que no crea, será condenado. Estas señales
seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios, hablarán nuevas
lenguas” (Marcos 16:15-17). Uno de los pasajes más importantes en toda la Biblia
son las palabras de Jesús en Marcos 16, en donde Él da la Gran Comisión a la Iglesia.
Estas fueron algunas de las últimas palabras de nuestro Señor antes de que regresara
al cielo, de las cuales, su tremenda importancia ha sido reconocida universalmente
por la Iglesia a través de los siglos.
Notemos brevemente los diversos detalles de la Gran Comisión: Primeramente,
la Iglesia debería ir por todo el mundo y predicar el evangelio.a toda criatura. Aun
cuando la Iglesia desgraciadamente ha fallado al cumplir este mandato, reconoce
generalmente la importancia y urgencia de cumplirlo tan pronto como sea posible.
Luego, Jesús en Su Gran Comisión ordenó a la Iglesia que hiciera discípulos de
todas las naciones; todos los que creyeran al evangelio serían salvos y aquellos que
lo rechazaran serían condenados. Hasta aquí, la iglesia evangélica está de acuerdo.
Pero observemos que eso no es todo lo que hay en la Gran Comisión. Cristo, al mismo
tiempo, habló de ciertas señales que identificarían a los creyentes verdaderos. Entre
estas señales son las que se mencionan en el versículo 17: “En mi nombre echarán
fuera demonios; hablarán nuevas lenguas”.
La sanidad de los enfermos y el echar fuera demonios son señales que seguirían
a los creyentes. Pero también está incluido “hablarán nuevas lenguas”. El que Cristo
haya incluido el hablar en otras lenguas en Su Gran Comisión llama enfáticamente la
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atención a la importancia de la señal.
3. El que habla en otras lenguas “habla a Dios”
“El que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios, pues nadie lo
entiende, aunque por el Espíritu habla misterios.” (lª Corintios 14:2).
Aquí, ¡Pablo declara que un hombre que habla en la lengua desconocida le habla
a Dios!
Muchas personas se preguntan acerca del propósito de Dios en “el habla de otras
lenguas”. Aquí hay una razón suficiente y, más bien, pudiera ser la única: ¡el que
habla en la lengua desconocida le habla a Dios!
En el momento de la conversión, Dios nos habla en nuestro idioma y nos dice:
“Hijo, tú ahora eres un miembro de Mi familia”. Pero cuando somos bautizados en el
Espíritu Santo, podemos hablar, por decirlo así, a Dios en Su lengua, un lenguaje que
ningún hombre entiende excepto Dios.
4. El creyente que habla en lenguas se edifica a sí mismo
“El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica; pero el que profetiza,
edifica a la iglesia” (lª Corintios 14:4). Aquí hay algo que el hombre que se encuentra
fuera generalmente no entiende. Escucha a alguien que habla en lenguas y no puede
ver ninguna bendición en ello. Esto no es sorprendente, porque el apóstol Pablo
declara que el hablar en otras lenguas no es con el propósito de edificar al oyente.
Por esta razón Pablo enseñó que hablar en lenguas en la iglesia, a menos que esté
acompañado por la intepretación, debería ser impedido (lª Corintios 14:28).
El hecho es que hablar en otras lenguas, excepto en ocasiones especiales, no está
diseñado para edificar al oyente. El hablar en otras lenguas es un ejercicio espiritual
diseñado para edificar al que habla. Pablo dijo: “El que habla en lengua extraña, a sí
mismo se edifica” (versículo 4). Que el apóstol era sincero en su declaración queda
reflejado en el hecho de que dijo: “doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que
todos vosotros “ (versículo 18).
Naturalmente, hasta que una persona habla en lenguas no puede entender cómo
puede ser una bendición para él, ni cómo es edificado por ello. Pero una vez que recibe
la plenitud del Espíritu Santo, encuentra que la experiencia trae una gran bendición
espiritual. Es una experiencia sobrenatural que nunca se olvida.
5.
Uno puede orar en el Espíritu mediante la lengua desconocida
“De igual manera, el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, pues qué hemos de
pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros
con gemidos indecibles. Pero el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención
del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos”
(Romanos 8:26-27).
En el pasaje anterior, el apóstol nos dice que ninguno de nosotros sabemos orar
como deberíamos. Pero tenemos un aliado poderoso en el Espíritu de Dios, Quien,
si se le permite, “pide por nosotros con gemidos indecibles.” Más aún, puesto que el
Espíritu de Dios siempre conoce la mente de Dios, Él siempre orará de acuerdo con
la voluntad de Dios.
Pero, ¿cómo ora el Espíritu a través de nosotros? Podemos estar seguros de Que
el Espíritu busca ayudarnos, sea cual sea la forma en que oremos. Esto, no obstante,
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no es lo que trata aquí el apóstol. Es evidente que se está refiriendo a la oración en el
Espíritu, a través de la lengua desconocida. En tal caso, el Espíritu Santo ora a través
del creyente. Ahora, Pablo dice que él orará con el Espíritu y con el entendimiento, en
ambas formas. Es bueno orar con el entendimiento. Pero también es bueno orar con el
Espíritu. Cuando no encontramos palabras para expresarnos en la oración, el Espíritu,
en la lengua desconocida, tomará la necesidad y se la presentará a Dios.
No es una casualidad que la gran promesa de Romanos 8:28 siga a la de Romanos
8:26, que habla del Espíritu Santo como el intercesor que está dentro de nosotros. Con
el Espíritu Santo orando por medio nuestro, todas las cosas tienen que obrar para
nuestro bien.
“Sabemos, además, que a los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien,
esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.” (Romanos 8:28).
6. El hablar en lenguas es un regalo para la Iglesia
Además del uso privado del don está el hecho de que tiene un propósito en la
asamblea, aun cuando no todos los creyentes manifestarán el don en público. Pero
antes de que pueda ser utilizado en público, primeramente debe ser usado en privado.
Se necesitan grandemente los dones del Espíritu, y no debemos permitir que este
don cese en la Iglesia, aunque, desde luego, debe operar en conformidad con las
instrucciones asentadas en 1ª Corintios 14. El hablar en otras lenguas proporciona
un ministerio de utilidad para ciertos miembros de la Iglesia, que quizás no tengan
ningún otro ministerio público. La utilidad de la persona aumenta, si ella recibe el don
complementario o correspondiente de interpretación de lenguas. La manifestación de
estos dones confirma al pueblo de Dios y ayuda a prepararlo para la venida de Cristo.
CAPITULO III
Cómo Prepararse Para Recibir La Plenitud Del Espíritu
Santo
En nuestro primer capítulo tomamos nota de que el apóstol Pablo preguntó a las
personas en Éfeso: “¿recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis?” (Hechos 19:2).
Los samaritanos lo recibieron, después de haber creído y haber sido bautizados. Pablo
aceptó a Cristo en el camino de Damasco y fue lleno del Espíritu tres días después. Así
que no hay duda de que el bautismo del Espíritu Santo está destinado específicamente
para los creyentes, aquellas personas que se han arrepentido y han tomado a Cristo
como su Salvador, así como Pedro predicó en el día de Pentecostés. “Pedro les dijo:
Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón
de los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo, porque para vosotros es la
promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor
nuestro Dios llame” (Hechos 2:38-39). La promesa, conforme la vemos, no fue
solamente para ellos y sus hijos, sino para todos los que están lejos, para cuantos el
Señor nuestro Dios llamare.
Pero aquí surge una pregunta importante: ¿una persona tiene que alcanzar,
después de haber sido salvada, un cierto nivel de santidad o un número determinado
de méritos antes de que pueda recibir este Santo Espíritu? Algunas personas creen que
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uno tiene que ajustarse externamente a una serie determinada de normas que han sido
fijadas arbititrariamente antes de que pueda ser llenado con el Espíritu Santo.
El hecho es que uno no recibe el Espíritu Santo porque tiene grandes éxitos
espirituales. En realidad, decirle a una persona que debe llegar a un nivel determinado
puede aislarlo de la misma fuente por la cual puede vivir una vida victoriosa.
Y otra cosa: debemos tener mucho cuidado al juzgar a otros, porque pueden no
tener la misma luz que nosotros en todos los asuntos.
Asimismo, no debemos olvidar que los cristianos jóvenes nunca pueden ir muy
lejos luchando contra estas tendencias inicuas, o tratando de hacerse buenos, sino
que se deben entregar sin reservas al Señor y confiar en Él que obre en ellos por Su
Espíritu lo que ellos mismos no pueden hacer. Porque todos nuestros esfuerzos sólo
producen las obras de la carne (Gálatas 5:19-21).
El fracaso al no entender esto ha ocasionado que miles de personas dejen de
recibirlo. Tienen un sentimiento profundo de que no han alcanzado un grado
suficientemente alto de santidad o espiritualidad para recibir el bautismo. Esto es un
gran error, porque no pueden dar los frutos del Espíritu hasta que tienen el Espíritu.
Bien se ha dicho que el Espíritu Santo es un regalo, y si nosotros lo hubiéramos
ganado, no sería regalo. Cristo infiere ésto al decir: “pues si vosotros, siendo malos,
sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará
el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” (Lucas 11:13).
A veces parece que la misma rectitud de consciencia de determinadas personas
les obstaculiza para recibir al Espíritu. Quieren estar absolutamente seguros que son
lo suficientemente santos y este sentimiento sirve para dificultar su fe. Pero Dios dijo
que Él derramaría “Su Espíritu sobre toda carne” (Joel 2:28), no solamente sobre los
perfectos.
Dios dio el Espíritu Santo a Su pueblo en el día de Pentecostés, su parte en el
asunto está terminada. El Espíritu Santo está listo para entrar en cualquier vehículo
que lo quiera recibir. No viene porque nosotros hayamos logrado un estado elevado
de obtención de nuestros anhelos, sino porque Él desea proporcionar los medios por
los cuales nosotros podamos alcanzar esa meta.
La Preparación Para Recibir La Plenitud Del Espíritu Santo
Pero lo que hemos dicho no significa que no se necesite preparación para recibir
el Espíritu Santo. Suponer eso sería un error tan serio como el otro. Hay condiciones
para el cumplimiento de cualquier promesa en la Biblia. Hay condiciones para recibir
la salvación y para recibir la sanidad y hay condiciones para recibir el bautismo del
Espíritu Santo. ¿Cuáles son, exactamente, esos requisitos? Hay un principio básico
involucrado para recibir cualquiera de las bendiciones de Dios. Por una parte, nunca
debemos de tomar a Dios en una forma despreocupada. Se da el Espíritu Santo a
aquellas personas que, aun cuando disten mucho de ser perfectos, en sus corazones
aman a Dios más que a cualquier otra cosa en el mundo. Dios nunca toma el segundo
lugar en la vida de una persona.
Es importante que el candidato para el bautismo del Espíritu Santo reciba
determinadas instrucciones acerca del propósito del Espíritu Santo en su vida,
los nuevos convertidos siempre necesitan enseñanza. Si es imprescindible dar
instrucciones a las personas que vienen buscando la sanidad, entonces ciertamente
12
aquellos que desean recibir la plenitud del Espíritu Santo necesitan también
instrucción.
Haced Frutos Dignos De Arrepentimiento
Aquellas personas que deseen recibir el Espíritu Santo deben arrepentirse
plenamente de sus pecados. Pedro dijo ésto a la gente en su sermón predicado en el
día de Pentecostés: “Y Pedro les dijo: Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros
en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados, y recibiréis el don del Espíritu
Santo” (Hechos 2:38). Una persona puede no tener la victoria sobre todos sus malos
hábitos, pero puede renunciar a amarlos, en su corazón puede alejarse de lo que él
sabe que es malo. Cualquiera que todavía ame sus pecados o todavía ame al mundo
no está listo para recibir el Espíritu Santo; en lugar de eso, debería ser un candidato
para el arrepentimiento.
Juan el Bautista predicó el bautismo del arrepentimiento y les dijo a las gentes
que se prepararan para Aquel que había de venir, Quien los bautizaría en el Espíritu
Santo y fuego: “Yo a la verdad os bautizo en agua, pero viene uno más poderoso
que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado; él os bautizará en
Espíritu Santo y fuego” (Lucas 3:16).
Juan continuó dando instrucciones a la gente, para probar su arrepentimiento.
Les dijo que compartieran sus bendiciones materiales con los pobres (Lucas 3:11).
Exigió a los publicanos que cesaran sus negocios turbios y que no exigieran “más de
lo que os está ordenado” (versículo 13). Ordenó a los soldados: “no hagáis extorsión
a nadie, ni calumnéis; contentaos con vuestras pagas” (versículo 14).
Preparad El Camino Del Señor
Pero Juan fue más allá. Dijo: “Preparad el camino del Señor, enderezad sus
sendas” (Lucas 3:4). Hay una cosa que es la preparación del camino del Señor. Cristo
no puede caminar con aquellos que siguen sendas torcidas.
Dios alabó a Josafat diciendo: “Pero se han hallado en ti buenas cosas, por
cuanto has quitado de la tierra las imágenes de Asera y has dispuesto tu corazón
para buscar a Dios” (2ª Crónicas 19:3). Pero el Señor no habló así de la gente que
había permitido que “permanecieran los lugares altos”: “Con todo, los lugares altos
no fueron quitados; pues el pueblo aún no había enderezado su corazón al Dios de
sus padres.” (2ª Crónicas 20:33). “Así que Jotam se hizo fuerte, porque preparó sus
caminos delante de Jehová, su Dios” (2ª Crónicas 27:6).
Es significativo que Juan el Bautista, quien fue el primer predicador del
bautismo del Espíritu Santo, enfatizara tan fuertemente que la gente debe preparar
sus caminos delante del Señor. Los hombres no pueden cambiar su naturaleza por
sí mismos, pero se pueden arrepentir de sus pecados. La cuestión no es hacerse uno
mejor; lo importante es que hay un deseo profundo de acercarse a Dios. Santiago
dice: “Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y
vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones” (Santiago 4:8). Dios está
buscando personas que realmente lo deseen, no solamente Sus bendiciones. La razón
por la cual algunos bautismos del Espíritu son superficiales es porque los deseos de
algunas personas son superficiales.
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Recibiendo Al Espíritu Santo Instantáneamente
No obstante, nosotros creemos y enseñamos que los hombres pueden y deben
recibir el bautismo del Espíritu Santo instantáneamente. Cuando el corazón está
listo, la bendición puede venir sin demora. Así aconteció en el gran avivamiento que
tuvo lugar en los días de Ezequías:
“Y se alegró Ezequías con todo el pueblo de que Dios hubiera preparado al
pueblo; porque la cosa fue hecha rápidamente” (2ª Crónicas 29:36).
No hay necesidad de esperar largas semanas para el bautismo del Espíritu
Santo. El plan de Dios es que si el corazón ha sido preparado, que se le reciba
inmediatamente.
Cuando Pablo se convirtió en el camino a Damasco, se le permitió que
estuviera tres días y noches en oración. Fue un tiempo de escrutinio del corazón
y de orientación para la nueva vida que se presentaba delante de él. Cuando el
Señor le dijo a Ananías que fuera e impusiera las manos sobre Pablo para que
pudiera recibir el Espíritu Santo, el Señor dio como razón: “he aquí, él ora” (Hechos
9:11). Y cuando se le impusieron las manos a Pablo, él recibió el Espíritu Santo
instantáneamente.
Cuando el ángel del Señor se le apareció a Cornelio para darle instrucciones
acerca del camino a Dios dijo: “tus oraciones y tus limosnas han subido para
memoria delante de Dios” (Hechos 10:4). Cornelio ya había preparado su corazón
y cuando la palabra fue predicada, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el
sermón. Es importante que se abra el alma de un hombre para recibir la plenitud del
Espíritu Santo antes de que se enfoque su atención sobre el hablar en otras lenguas.
La Diferencia Entre Las Experiencias En El Antiguo Testamento
Y El Nuevo Testamento
Ahora, consideremos las dos diferencias principales entre la experiencia del
Antiguo Testamento y la del Nuevo Testamento de la recepción de la plenitud del
Espíritu Santo. La primera es mencionada por Cristo, en Juan 14:16-17: “y yo rogaré
al Padre y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el
Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce;
pero vosotros lo conocéis, porque vive con vosotros y estará en vosotros”. Por esto
vemos que los discípulos antes del Pentecostés tenían el Espíritu. Juan 20:22 declara
que Jesús “sopló y dijo: “recibid el Espíritu Santo”. No hay duda de que ellos tenían
el Espíritu Santo en cierta medida. No obstante, no era la plenitud. El Espíritu Santo
estaba con ellos, pero en el día de Pentecostés, Él vino y moró en ellos. Y cuando
vino, no fue temporalmente, como en los días del Antiguo Testamento, ni hasta la
muerte, ¡sino para siempre!
La Otra Diferencia: El Hablar En Otras Lenguas
La otra diferencia importante entre la recepción del Espíritu Santo en los tiempos
del Antiguo Testamento y los del Nuevo Testamento es el hablar en otras lenguas.
Esta última experiencia era exclusiva para los santos del Nuevo Testamento. Isaías
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lo previó y declaró que sería algo maravilloso en extremo:
“Porque en lengua de tartamudos, en lenguaje extraño, hablará a este pueblo.
A ellos dijo: “Este es el reposo; dad reposo al cansado. Este es el alivio”, mas no
quisieron escuchar”. (Isaías 28:11-12).
Aquí, el profeta prevee el hablar en otras lenguas que acompañarían el
bautismo, y que sería el “refrigerio” que daría “reposo al cansado”. Este lenguaje
nos enseña que ésto sería algo muy importante, en verdad. El hablar en otras lenguas
no es solamente una señal, ni algo que ha sido agregado al bautismo; es una parte
esencial del bautismo del Espíritu Santo. Uno puede recibir el Espíritu como en
los tiempos del Antiguo Testamento sin hablar en otras lenguas, pero no tiene el
bautismo pleno, porque el hablar en lenguas es una parte integral del bautismo del
Nuevo Testamento. Esto nos lleva al hecho de que hay dos fases importantes en el
bautismo del Espíritu Santo.
Un Punto Decisivo
Esto nos trae a un punto clave: muchas personas han recibido unciones
maravillosas del Espíritu, pero si todavía no han sido bautizados plenamente,
todo lo que necesitan es un poco de enseñanza sobre cómo entregar su lengua.
Frecuentemente, cuando dichas personas son instruidas correctamente, brotarán en
un idioma claro, aun cuando ellas hayan buscado el bautismo durante años.
Sin embargo, la misma instrucción dada a un joven convertido que tiene un
entendimiento muy limitado acerca de la voluntad de Dios para su vida, le puede
suponer colocar el carro delante del caballo. Es importante que las cosas espirituales
se le hagan reales al nuevo convertido. Él debe saber algo acerca del significado
del bautismo y debe haber desarrollado un hambre definida en su corazón por Él,
antes de que sea empujado hacia adelante con demasiada rapidez. Cuando nosotros,
como Pablo, obtengamos una vislumbre de la visión celestial, entonces, como dice
el poeta, “las cosas de la tierra extrañamente se opacarán, a la luz de Su gloria
y Su gracia”. Entonces estaremos listos para el bautismo. Es verdad que cuando
estamos listos no hay necesidad de demorar el recibir la plenitud del Espíritu Santo.
Pero puede haber una necesidad de la visión (Habacuc 2:3). Como con todas las
bendiciones espirituales, es importante que el corazón esté preparado para recibir
esta experiencia.
CAPÍTULO V
Orando En El Espíritu
Por David J. Du Plessis – de “El Espíritu me ordenó que fuera”
“Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas…” (Isaías 40:31).
“Esperad la promesa del Padre…mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu
Santo dentro de no muchos días.” (Hechos 1:4,5).
“Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos
de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por
15
nosotros con gemidos indecibles” (Romanos 8:26)
“El que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios; pues nadie le
entiende, aunque por el Espíritu habla misterios.” (1ª Corintios 14:2).
“Porque si yo oro en lengua desconocida, mi espíritu ora, pero mi entendimiento
queda sin fruto. ¿Qué, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el
entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento.”
(1ª Corintios 14:14,15).
“Así que, quisiera que todos vosotros hablaseis en lenguas, pero más que
profetizaseis; porque mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas, a no ser
que las interprete para que la iglesia reciba edificación.” (1ª Corintios 14:5).
“El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica; pero el que profetiza,
edifica a la iglesia” (1ª Corintios 14:4).
“Así también vosotros; pues que anheláis dones espirituales, procurad abundar
en ellos para edificación de la iglesia.” (1ª Corintios 14:12).
“…pero en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para
enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua desconocida.” (1ª Corintios
14:19).
En casa, en devocionales privados, dice: “doy gracias a Dios que hablo en
lenguas más que todos vosotros” (1ª Corintios 14:18). Sí, incluso diez mil palabras.
¿Cómo puede alguien edificar a la Iglesia a menos que él/ella mismo/a sea
edificado/a? Está claro: Pablo conocía el secreto de “edificarse a sí mismo” al orar
en lenguas. Por eso, él podía edificar a la Iglesia por revelación, por conocimiento,
por profecía o por la enseñanza (1ª Corintios 14:16). Él dice: “y me aconteció, vuelto
a Jerusalén, que orando en el templo me sobrevino un éxtasis” (Hechos 22:17); esto
es orar realmente en el Espíritu. “Al día siguiente, mientras ellos iban por el camino
y se acercaban a la ciudad, Pedro subió a la azotea para orar, cerca de la hora sexta”
(Hechos 10:9). “Estaba yo…orando, y vi en éxtasis una visión” (Hechos 11:5). Ese
fue el comienzo de la Iglesia de los Gentiles, ese fue el primer paso hacia las misiones
cristianas. El orar en el Espíritu llevó a Pedro a obedecer la Gran Comisión: “id, y
haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo” (Mateo 28:19). Hasta que oró en el Espíritu en el techo
en Jope, él le había predicado el evangelio “sino sólo a los judíos” (Hechos 11:19).
De las escrituras anteriores, debería quedar claro que cuando hablas, cantas u oras
en lenguas, quedan cubiertas las necesidades de orar, cantar y adorar en el Espíritu.
“La hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre
en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.”
(Juan 4:23, 24).
“Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque
no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber
las cosas que habrán de venir. El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará
saber.” (Juan 16:13, 14).
¿Quiere glorificar a Cristo? ¿Quiere conocer la mente de Cristo? ¿Quiere saber
las cosas que sucederán? Entonces, deje que el Espíritu lo haga “a su manera” y déjele
que ore en usted y a través de usted en “lenguas desconocidas”, ya que siempre habla
y ora en lenguas “según el Espíritu le dé que hable”. (Hechos 2:4).
16
Una Confesión Seria
Ministros, misioneros y otros se me han acercado y me han dicho algo como:
“recibí el Bautismo del Espíritu Santo hace mucho tiempo. Por aquel entonces,
hablaba en lenguas sólo un poco, como una señal (1ª Corintios 1:22), pero nunca más
lo volví a hacer desde entonces. Ahora, no tengo más manifestaciones del Espíritu;
me temo que mi ministerio se ha enfriado, a pesar de que declaro el Bautismo del
Espíritu. No conozco la llenura completa que creo que tendría que tener. ¿Se debe a
que no he seguido orando en lenguas? “
Francamente, creo que así es. Usted ha perdido el secreto de orar en lenguas y
adorar en el Espíritu. Usted habrá orado “con su entendimiento” y su intelecto, ha
estado muy activo, pero su espíritu se ha muerto de hambre debido a que no ha orado
“en el espíritu”. Es muy edificante orar y cantar “con el espíritu” en sus devocionales
personales. Sí, incluso en la iglesia, puede orar en lenguas a Dios (1ª Corintios 14:28).
No se ha edificado a sí mismo y ahora encuentra que es imposible edificar a la iglesia
tal y como le gustaría por la “interpretación de lenguas”, por profecía y por el resto de
las manifestaciones del Espíritu.
¿No es algo comúnmente aceptado que las lenguas son el menor de todos los
dones del Espíritu? sí, puede ser. ¿Cuánto más, por tanto, debería usted empezar
con esta manifestación? Una vez lo haga, los demás le seguirán. Orar en lenguas
desconocidas también le edificará a usted de manera que pronto será capaz de edificar
a la iglesia. Él primero le edifica a usted y luego, a la iglesia a través de usted.
Un Aviso Serio
¿Son todos profetas? (1ª Corintios 12:29). No, claro que no. Pero “podéis
profetizar todos uno por uno, para que todos aprendan, y todos sean exhortados” (1ª
Corintios 14:31). (Véase también el versículo 24, si todos profetizan). “¿Hablan todos
lenguas?” (1ª Corintios 12:30). No, no en la iglesia, pero el apóstol escribe: “quisiera
que todos vosotros hablaseis en lenguas” (1ª Corintios 14:5). “Hablo en lenguas más
que todos vosotros” (versículo 18). “Si, pues, toda la iglesia se reúne en un solo lugar,
y todos hablan en lenguas” (versículo 23). Todos pueden hablar en lenguas en sus
devocionales personales, pero sólo dos o tres en la iglesia (1ª Corintios 14:27).
“Procurad, pues, los dones mejores…” (1ª Corintios 12:31). No hay otra manera
de edificar a la iglesia, sino por la manifestación de los dones a través de varios
miembros en el cuerpo de los santos. Los creyentes que se reúnen deberían “desear”
que el Espíritu manifestara los mejores dones. Un solo y único Espíritu hace todas
estas cosas, distribuyendo a cada individuo como él quiere (1ª Corintios 12:11).
“Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como
metal que resuena, o címbalo que retiñe” (1ª Corintios 13:1). Por tanto, “deshagámonos
de las lenguas”, dicen algunos. ¿Es esto así? “Y si repartiese todos mis bienes para dar
de comer a los pobres…y no tengo amor, de nada me sirve.” (versículo 3). Por tanto,
¿nos tenemos que deshacer de las entidades benéficas y las asociaciones de caridad?
Oh no, esa es una prueba de nuestro amor cristiano. Entonces, ¿por qué oponerse a
las lenguas?
¿Qué si habla en lenguas humanas y angélicas y no tiene amor? Entonces, se
convierte en el oráculo de Dios. Las lenguas son suyas si es de Cristo y le ama con
17
todo su corazón, toda su alma y toda su mente (Mateo 22:37). También tiene que amar
a su prójimo como a sí mismo (versículo 39). “En esto hemos conocido el amor, en
que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por
los hermanos” (1ª Juan 3:16).
“Así que, hermanos, procurad profetizar, y no impidáis el hablar lenguas” (1ª
Corintios 14:39).
“Pero vosotros, amados, tened memoria de las palabras que antes fueron dichas
por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo; los que os decían: En el postrer tiempo
habrá burladores, que andarán según sus malvados deseos” (Judas 1:17,18). “Estos
son murmuradores, querellosos, que andan según sus propios deseos, cuya boca habla
cosas infladas, adulando a las personas para sacar provecho” (Judas 1:16). “Estos son
los que causan divisiones; los sensuales (Judas 1:19) (o carnales, 1ª Corintios 2:14),
“…pero vosotros, amados, edificándoos (al orar en lenguas, 1ª Corintios 14:4) sobre
vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo” (Judas 1:20).
“Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en
ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos” (Efesios 6:18). “Mas el
que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a
la voluntad de Dios intercede por los santos.” (Romanos 8:27).
Sugiero que todos los ministros, misioneros y miembros de todas las iglesias
busquen un encuentro con Dios, el bautizador poderoso, para ser bautizados por
el Espíritu Santo (Mateo 3:11 y Hechos 1:5). Entonces, cuando empiece a hablar
en lenguas, según el Espíritu le dé que hable (Hechos 2:4), continúe adorándole
en Espíritu y verdad para que sea edificado hasta que su vida y ministerio estén
completamente dedicados a la edificación de la iglesia. “No deje de orar en lenguas,
prohíba el no orar en lenguas.”
CAPÍTULO VI
El Espíritu Me Ordenó Que Fuera
Según nuestra lectura bíblica de Hechos, estaba claro desde el principio que la
motivación de la iglesia era el Espíritu Santo.
En su soberana imprevisibilidad, el Espíritu Santo guía de manera diferente en
cada ocasión. La iglesia primitiva, en total obediencia a Él, siguió su dirección. Vemos
a Felipe, uno de los diáconos, dispersado junto con el resto de la iglesia, predicando
en Samaria. El hombre que fue elegido para encargarse de las finanzas de repente se
convirtió en un reavivador, ¿o le podríamos considerar un misionero?
En los Hechos de los Apóstoles, vemos que “iban a todos los lugares predicando
el evangelio.” Esto era algo que no dejaban de hacer, no cuestionaban el mandato.
Se trataba simplemente de ser lleno del Espíritu y encontrar cualquier oportunidad
de testificar. “Pero”, alguien podría decir, “eran perseguidos”. Sí, y su gran líder
religioso Saulo de Tarso fue su mayor perseguidor. Trajo el caos a la iglesia, pero
cuanto más los maltrataba, más se extendían y la iglesia más crecía, por el poder del
Espíritu Santo. Él no podía parar a la iglesia, pero pronto el Señor le paró a él. Estoy
seguro de que oraron por ser libres de su cruel opresor. Algún día, cuando camine en
las calles de oro, me gustaría preguntarle a esos santos de qué manera oraron.
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Quizá se les pasó por la mente que el Señor dejaría que Saulo muriera. Me cuesta
pensar que oraron para que se convirtiera, ya que, cuando sucedió, no se lo podían
creer y durante años no fue aceptado.
Saulo fue el cabecilla de la multitud que apedreó a Esteban, quien fue otro
diácono que se había convertido en un gran predicador, no por elección de la iglesia,
sino por el ministerio que Cristo le dio y por el cual Dios lo puso en la iglesia. Esteban
seguía fielmente a su maestro y oraba: “padre, perdónalos”. Dios respondió a esa
oración: perdonó a Saulo de Tarso y puso sobre él la carga del ministerio que Esteban
estuvo haciendo. No obstante, para llevarlo a cabo, el Señor le arrestó en su camino a
Damasco. El “viejo hombre”, Saulo de Tarso, murió y la “nueva criatura”, Pablo, el
apóstol, nació del Espíritu.
Bajo al ministerio de un discípulo humilde y poco conocido de Damasco, Pablo
recibió el Espíritu Santo. Él ya no daba las órdenes, sino que ahora él recibía órdenes
del Espíritu Santo. Ni siquiera podía volver a visitar a sus convertidos en lugares
donde había ministrado con tanto éxito. ¿Por qué no? Porque “el Espíritu Santo se
lo prohibió” y cuando decidió escoger otra dirección, “el Espíritu no se lo permitió”.
El Espíritu Santo era el estratega de la Iglesia, quería alcanzar a todo el mundo, se
movía entre toda carne. Él podía ver a las personas que le daban paso para que se
pudiera manifestar a través de ellos y, por medio de milagros y obras, traer a hombres
y mujeres a Cristo.
Pensamos en el Espíritu en el mundo. Ya hemos visto el gran cambio que Él
trajo al romper la barrera entre los judíos y gentiles en la casa de Cornelio. Entonces,
llegamos al momento en que Él rompió la barrera geográfica. El evangelio tenía que
ir más allá de los límites de Asia. Pablo oyó el conocido llamado a Macedonia, lo
cual cambió el curso de su ministerio y el curso de la iglesia cristiana. Por eso mismo,
cambió el curso de la historia. No se cuestionaba que la iglesia estuviera activa en
todos lados (o quizá debería decir que el Espíritu Santo estuviera activo a través de
la iglesia). Cuando una comunidad llena del Espíritu se pone en marcha, todo son
misiones y todos son Iglesia.
Pablo y Silas se fueron a Europa por una revelación del Espíritu; allí no había
iglesia, no podían siquiera encontrar al hombre Macedonio, pero no perdieron
el tiempo en buscarlo. Simplemente, predicaron a la primera multitud con la que
se encontraron junto al río. Pronto fueron arrestados y llevados a prisión con sus
espaldas golpeadas. Puedo imaginarme a Silas preguntándole a Pablo si había tenido
una visión real del Espíritu. ¿Estaba seguro de que el Señor les había llevado hasta
allí? Déjeme asegurarle que la guía del Espíritu no es una garantía de que se podrá
escapar de todas las pruebas y problemas, Él no toma desvíos, sino que nos lleva
directamente. Pero los dos prisioneros, en vez de quejarse o cuestionar su guía o la
sabiduría de Dios, actuaron como hombres libres y empezaron a cantar en la noche.
Cantaron hasta que tuvo lugar un terremoto, las puertas de la cárcel se abrieron, el
carcelero y su familia fueron salvos. ¡Qué emocionante es trabajar con Dios!
En esa generación, cuando todo esto sucedió, había corrupción en todos lados.
Cualquier precepto de ley moral era quebrantado, el estándar de la conciencia era
muy bajo. La iglesia de Cristo nació en un mundo como ese. Además, los discípulos
no eran ricos, no tenían una posición social, no tenían prestigio, ni contaban con
ayuda del gobierno ni de ninguna otra institución establecida.
Ellos eran débiles y despreciados; no tenían influencia, ni capacidades ni estudios.
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Ni siquiera tenían una sola casa cristiana donde adorar. El poder, las costumbres y
el sentimiendo público estaban contra ellos; se les rechazaba, injuriaba, perseguía
y estaban sujetos al exilio y la muerte. Pero esos cristianos del principio estaban
llenos del poder del Espíritu Santo. Con ese equipamiento único, hicieron frente a un
mundo hostil y a todos los poderes malignos de la oscuridad. Ellos vencieron y, en
el periodo de setenta años, según la estimación más pequeña, ya eran medio millón
de seguidores de Jesucristo. En otras palabras, con el poder del Espíritu Santo en la
iglesia, la membresía de ésta se multiplicó por cuatro en setenta años.
Más de la misma historia, igual que la que está registrada en Hechos, puede
escribirse sobre el movimiento pentecostal del siglo XXI.
Por ejemplo, déjeme hablarle sobre un país que visité recientemente. En Brasil,
en Suramérica, hay uno de los movimientos pentecostales más grandes del mundo.
Esto empezó hace unos cincuenta años, cuando dos escandinavo-americanos sintieron
el llamado de ir a Brasil. Nadie los envió allí. Se dirigieron allí en fe ciega (una locura
según los estándares actuales), pero siguieron predicando que Jesús era el Salvador, el
Sanador, el poderoso bautizador y el Rey que pronto tenía que venir. Al poco tiempo,
empezaron a suceder milagros, lo cual hizo que se conviertieran muchos brasileños.
Entonces, los nuevos convertidos empezaron a hablar y a predicar a otros. Hubo
muchos más milagros y pronto, el evangelio llegó al interior hasta que se esparció
por todo el territorio y se establecieron iglesias. Ahora, hay un movimiento de unas
quince mil iglesias y una comunidad de aproximadamente un cuarto de millón.
Debo destacar que, no obstante, este no es el único trabajo pentecostal que se está
llevando a cabo en Brasil. Sobre el tiempo en que los hermanos escandinavos llegaron
allí, un hermano italo-americando de Chicago también sintió el mimso llamado. Se
fue para allí solo y sin saber nada de los otros. Empezó con un alma, luego con una
familia y luego con una congregación. Hoy en día, unas quince mil de esas iglesias
tienen unas comunidades de aproximadamente un cuarto de millón (los últimos datos
indican que hay más de 2 millones de pentecostales en Brasil).
Otro día memorable del avivamiento pentecostal moderno se encuentra en
Italia, donde muchos habrán pensado que sería el último lugar donde sería posible
establecer una iglesia pentecostal fuerte. Durante una de mis visitas a Roma, hablé
con líderes de la iglesia Waldesiana. Me contaron que habían estado ocupados en Italia
durante siglos y que habían avanzado muy poco. Me dijeron que en cuarenta años, el
movimiento pentecostal había crecido más que la iglesia Waldesiana en cuatro siglos.
Tuve el privilegio de disfrutar varias experiencias memorables en Italia durante
los días en los que hubo mucha persecución. Los vi adorando en sótanos oscuros y
lúgubres que estaban llenos de gente. Después de la Segunda Guerra Mundial, cientos
de pequeñas asambleas aparecieron como setas en todo el país. Finalmente, bajo la
nueva constitución, las cortes reconocieron el movimiento y le dieron libertad. Hoy
en día, hay una buena escuela bíblica y muchas iglesias contruídas.
Quiero centrar su atención en un hecho sobresaliente del trabajo en Italia: ellos
nunca han tenido misas, ya que era ilegal. De hecho, muchos fueron encarcelados por
reunirse en casas. En realidad, el trabajo crecía por medio del testimonio personal, al
testificar uno a uno. Aquí de nuevo vemos la prueba de que el Espíritu Santo no tiene
que adherirse siempre a los mismos métodos o principios de evangelismo. Cuando
trabaja, cualquier método podrá prosperar porque no se trata de la técnica usada, sino
del poder del Espíritu, que asegura el éxito.
20
Cuando pienso en esto, no puedo estar de acuerdo con la idea de que la iglesia en
China y otros países “detrás del telón” hayan desaparecido. Hubo un tiempo en el que
en China hubo olas poderosas del poder del Espíritu Santo en el norte, sur y partes
centrales de China. Durante años, en un área no se sabía lo que estaba sucediendo en
las demás áreas de este gran país con millones de personas. Quizá se reunían debajo
de la tierra, como en los días de las catacumbas, pero ¿se había aniquilado a la iglesia?
No señor, yo no creo eso. Las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. El
Espíritu Santo está trabajando, incluso cuando todo misionero ha sido expulsado. La
persecución no parará el avivamiento. Al contrario, normalmente da vida a la iglesia.
Ahora, pongamos nuestra atención en el Congo, en África Central. En 1914, dos
hombres jóvenes de Inglaterra, William Burton y James Salter se sintieron llamados
a ir a esa tierra. Tenían que aprender la lengua con los niños porque los mayores
salían huyendo de los hombres blancos. Ellos aprendieron de los niños, pero también
les enseñaron. Desde el principio, abrieron escuelas, lo cual era bastante inusual en
aquellos días. Muy pocos misioneros se preocuparon del sistema educacional. Hoy
en día, es diferente y hay escuelas en todos lados. En el Congo, estas escuelas de los
inicios resultaron ser otra estrategia magnífica del Espíritu Santo. Él conoce el fin
desde el principio y planea de acuerdo a ello.
En años recientes, un avivamiento grande y sin precedentes ha tenido lugar. Sí,
hoy en día hay avivamientos que encabezan los avivamientos Pentecostales y son
fantásticos. Este nuevo avivamiento en el Congo empezó un día en una escuela en
la que un profesor intentaba explicar el amor de Dios a los niños; el Espíritu Santo
estaba trabajando. El profesor se sintió abrumado por el amor de Dios y empezó a
llorar; los niños empezaron a llorar. De repente, se dieron cuenta de que sus padres, a
quienes amaban, no conocían el amor de Dios. Salieron corriendo de la escuela y les
suplicaron a sus seres queridos que aceptaran a Jesús, el hijo de Dios, que los amaba
y había muerto por ellos.
Lo que el misionero no supo cumplir predicando, los niños lo consiguieron al
testificar. Este avivamiento se esparció desde la escuela hasta las selvas. En el último
conteo, supe que se habían abierto 506 iglesias nuevas en dieciocho meses. ¿Dónde
encuentras 506 pastores en un periodo tan corto? El Espíritu Santo se había encargado
de eso cuando llevó a los misioneros a empezar con las escuelas. El libro principal
en todas las escuelas ha sido la Biblia. Para entonces, los primeros estudiantes habían
crecido, se habían casado y había lugar para el ministerio.
Este testimonio llegó desde el Congo, pero cada tierra tiene una historia diferente
que contar. En todos mis viajes, nunca he encontrado un método universal, una
técnica general o un sistema conocido por el cual el Espíritu Santo trabaje. Él tiene
una variedad gloriosa, pero hay una regla que tenemos que recordar: dejar siempre
que Él lo haga. Dejar que el Espíritu manifieste sus dones.
Se necesitarían volúmenes para registrar los muchos principios de las
manifestaciones del Espíritu Santo al orar los cristianos en oriente. Hoy en día, muchos
conocerán la historia de Pandita Ramabai en India. Hay muchos miles en India desde
el norte hasta el sur y en Ceylon que disfrutan de la experiencia pentecostal y el
movimiento es, en gran parte, completamente indígena.
A principios de este siglo, una familia se fue de Holanda a Indonesia y pronto
se estableció un trabajo glorioso. Otros iban desde América y su ministerio tenía
más éxito al establecer nuevas iglesias cristianas. En aquel entonces, el avivamiento
21
se había esparcido a la mayoría de las islas más grandes y el trabajo se había
convertido en algo indígena. Actualmente, casi cada iglesia cristiana en Indonesia
está disfrutando de manifestaciones pentecostales. Nativos y extranjeros llevaban el
mensaje del bautismo en el Espíritu Santo a cada rincón de los países orientales. El
Tibet y los países de alrededor de China fueron agitados profundamente.
Entonces, tenemos que reconocer las islas del pacífico y regocijarnos en el
avivamiento glorioso en Filipinas y Malasia. Realmente, el avivamiento pentecostal
del siglo XX se ha esparcido por cada continente y ha alcanzado a la mayoría de islas
del mar.
Como conclusión, déjeme decir que nada menos que el conocimiento del Espíritu
Santo, comparable al que está registrado en las páginas del Nuevo Testamento, habría
cumplido las promesas del Señor respecto al Consolador, cuya venida haría que su
partida fuera conveniente. Él le dijo a los discípulos: “Os conviene que yo me vaya;
porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo
enviaré.” En el día de Pentecostés, el Consolador vino e hizo las cosas que Jesús había
dicho que haría. Los discípulos sabían que el Señor había sido glorificado y según
Juan 7:37-38, del interior de ellos corrían ríos de agua viva. Ellos eran suficientemente
naturales en los aspectos esenciales de la naturaleza humana. Compartían totalmente
las debilidades humanas, pero, a pesar de ello, había una combinación constante de
lo sobrenatural con lo natural. A pesar de la amarga persecución, obtenían la victoria
en todo. Dios estaba con ellos, Dios estaba en ellos. Realmente, el Consolador había
llegado.
En contraste con todo esto se puede apreciar la imprecisión que se ha extendido
en casi toda la doctrina moderna y en la experiencia del Espíritu Santo entre los
cristianos. El bautismo en el Espíritu Santo se niega como una crisis espiritual para
el creyente o se guarda como una bendición que se apropia por fe, junto con la
alerta contra el emocionalismo. Algunos líderes cristianos de nuestro tiempo están
escribiendo cosas espléndidas y ciertas, pero cuando el problema mayor en las iglesias
es la falta de poder de sus miembros, se podrá cumplir poco hasta que la membresía
sea avivada realmente. Necesitamos la salvación de cada miembro, seguida por el
bautismo en el Espíritu Santo de cada miembro, lo cual producirá un evangelismo de
cada miembro que de nuevo pondrá el mundo patas arriba.
CAPITULO VI
Cómo Recibí Yo El Bautismo Del Espíritu Santo
Una noche, solamente una semana o dos después de haberse terminado la
campaña en la que fui salvo, estaba yo ante el altar, pidiéndole a Dios que me diera el
bautismo del Espíritu Santo. Repentinamente, mientras oraba, un gran poder comenzó
a bañarme. Conforme yo continuaba, comenzó a penetrar en todos los rincones de mi
cuerpo una fuerza vibrante, pujante. A cada momento penetraba más y más, hasta
que ese poder portentoso, como electricidad, aunque mucho más agradable, tomó
control de todas las partes de mi ser. Cuánto tiempo continuó ésto no lo puedo decir,
pero yo sabía que había recibido algo fuera de este mundo, algo intensamente real.
Era una experiencia celestial más allá de la capacidad de descripción humana, lo que
22
me llevó a una relación tan íntima con Dios que no podía pensar en ninguna otra
cosa en ese momento que en el de consagrar mi vida entera a Su servicio. En algunas
otras ocasiones venía el Espíritu sobre mí, y cada vez que ésto ocurría yo estaba más
convencido que Dios tenía algo especial guardado para mi vida.
Yo había recibido una unción maravillosa del Espíritu y era gloriosa. No
obstante, no había hablado en otras lenguas como había visto a otros que habían
recibido la plenitud del Espíritu Santo. Eso era una frustración para mí. Y, aunque
continué buscando a Dios fervientemente noche tras noche, y recibí muchas unciones
maravillosas y repetidas del Espíritu, no hablaba en lenguas.
Entonces, un sábado por la tarde, mientras esperaba en el Señor, una señora vino
y se arrodilló cerca de mí. Mientras oraba, mi lengua parecía estar un poco gruesa.
Empecé a hablar unas cuantas palabras que no eran un inglés claro. Rápidamente
me recuperé, sin embargo, y comencé nuevamente a orar en inglés, pensando que
se me había trabado la lengua. ¿No es extraño que muchos de nosotros estamos tan
obsesionados con la idea de que Dios va a utilizar la fuerza bruta para hacernos hablar
en lenguas, que no vemos que Él está tratando todo el tiempo de utilizar nuestra
lengua? Afortunadamente, la señora que estaba arrodillada cerca reconoció lo que no
reconocí yo: que el Espíritu estaba tratando de hablar a través de mí. Ella me dijo que
dejara que las palabras salieran de cualquier forma en que lo hicieran, porque era el
Espíritu de Dios. Tímidamente hice lo que me indicó, no obstante, sonándome muy
extrañas las palabras. Pero, ¡he aquí que en unos cuantos minutos yo estaba hablando
con claridad y poder en la lengua desconocida! No me detuve, sino que continué
durante unas dos horas.
Y qué bendición ha sido el hablar en lenguas en el transcurso de los muchos años
que han pasado desde entonces. Mi propia experiencia me aclara que muchos que
han recibido la unción necesitan solamente una poca de enseñanza para que rindan
su lengua a Dios.
Resumen
1. Dios no está limitado al tiempo y al espacio, ni al método por el cual Él
derrama Su Espíritu. La imposición de manos aparentemente era la forma más común
en tiempos apostólicos. Asimismo, en los días del Antiguo Testamento, se utilizaba
este mismo método. Moisés puso sus manos sobre José para que recibiera el Espíritu
Santo (Deuteronomio 34:9).
2. La oración y el escrutinio del corazón están indicados como de importancia
antes de recibir la plenitud del Espíritu Santo. Los 120 “perseveraban unánimes en
oración y ruego” antes de que el Espíritu Santo descendiera en el día de Pentecostés
(Hechos 1:14). Los apóstoles oraron por los samaritanos antes de que les impusieran
las manos (Hechos 8:15). Las oraciones y los ayunos de Cornelio subieron para
memoria delante de Dios antes de que se enviara al ángel a darle instrucciones, por
las cuales el Espíritu Santo cayó sobre toda su familia (Hechos 10:2-4). A Pablo se le
permitió estar tres días en oración y ayuno antes de que se le impusieran las manos,
para recibir el Espíriu Santo.
3. Parece, por tanto, que se necesita alguna preparación espiritual antes de que
los candidatos puedan recibir el Espíritu Santo para su mejor provecho. No debernos
pasar por alto el hecho de que algunos lo reciben con muy poca instrucción. No
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obstante, se nos indica no imponer “las manos con ligereza a ninguno” (lª Timoteo
5:22). Se deben detectar y eliminar a los hipócritas, tales como Simón el mago, o
traerlos al arrepentimiento antes de que se les impongan las manos (Hechos 8:18-24).
4. Cuando se complementan las sencillas condiciones escriturarias, se pueden
imponer las manos sobre los candidatos y ellos deben recibir instantáneamente la
plenitud del Espíritu.
5. Como un pensamiento final, algunas personas han hablado en lenguas y han
recibido una unción relativamente ligera del Espíritu. La razón puede ser que su fe
es débil o puede ser que aquellos no desarrollaron un hambre profunda en su corazón
por el Espíritu Santo. Jesús dijo: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de
justicia, porque serán saciados” (Mateo 5:6). Si el corazón anhela la plenitud de Dios,
con seguridad será llenado.
Cómo Recibir El Bautismo Del Espíritu Santo
Por la Sra. de Gordon Lindsay
Hace algunos años, el hermano Lindsay y yo aceptamos un pastoreado en
Ashland, un hermoso pueblo veraniego en el sur de Oregon, entre las montañas
Siskiyou. Aun cuando la iglesia había tenido muchos años de existencia, se había
estancado: solamente asistían cincuenta personas a la Escuela Dominical. Los
miembros fieles habían orado durante veinte años que su asistencia pudiera llegar a
cien, pero, por alguna causa, nunca lo hacía. Cuando tomamos el pastorado, sabíamos
que sería una lucha de vida o muerte. ¡Lo que necesitábamos era un avivamiento del
Espíritu Santo! Pero ¿qué evangelista podríamos obtener para unas circunstancias
tan duras? Empezamos a orar. Poco tiempo después, un evangelista de edad madura,
de buena apariencia, nos visitó al pasar él por la ciudad. Después de hablar y orar
con él, el hermano Lindsay creyó que esta persona era la indicada. Acordaron
fechas provisionales. Posteriormente, recibimos una tarjeta postal del evangelista,
confirmando la campaña. ¡Pero cuando leímos la tarjeta, nos horrorizamos! Parecía
que cada segunda o tercera palabra estaba mal escrita, la gramática era espantosa.
Habíamos notado, al hablar con él, que su educación era algo limitada, pero su
correspondencia dejaba totalmente al descubierto realmente la poca enseñanza que
había recibido. ¿Cómo podríamos utilizar a este hombre cuando teníamos varias
maestras de escuela y varias personas de negocios que eran graduados universitarios
en nuestra pequeña congregación? ¿No nos abandonarían todos? ¿Cómo había podido
equivocarse tanto el Espíritu Santo? Pero entre más oramos, más seguros estábamos
de que él había sido escogido por el Espíritu Santo.
Antes de la llegada del evangelista, el hermano Lindsay “previno” a la gente
de que él haría “cera y pabilo del idioma”, y probablemente quebrantaría toda regla
gramatical, pero que deberíamos pasar por alto todo eso y colaborar con él. El llegó, y
en su forma sencilla, trajo el avivamiento a esa iglesia. Se salvaron algunas personas
y fueron llenas del Espíritu Santo. Fue el primer rompimiento verdadero de las líneas
enemigas en esa iglesia en muchos años. La pastoreamos durante tres años y la
Escuela Dominical se acercó a la marca de los trescientos asistentes. Nunca volvió
a ser la misma iglesia. Ha sido una obra substancial, desde entonces, uno de los más
fuertes en el sur de Oregon.
Poco tiempo después de que nosotros llegáramos a la ciudad, una joven, de
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nombre Jane, regresó a su pueblo natal de Ashland. Ella era una muchacha bien
educada y espiritual. Sentíamos que era la voluntad de Dios emplearla para trabajar
con la juventud de la iglesia. Entonces, varias personas en la iglesia se opusieron,
porque ella no había recibido la plenitud del Espíritu Santo. Nosotros sentimos que
deberíamos hablarle del asunto y le dijimos que confiaríamos en Dios juntamente con
ella para su unción. A ésto ella contestó: “soy un caso sin esperanza. Lo he buscado
durante doce años. He asistido a las reuniones del doctor Charles Pric, a las de Smith
Wigglesworth, a todas las reuniones de campamento y donde quiera que oyera que
Dios se estaba moviendo. Las gentes lo recibían a mi izquierda, a mi derecha, delante
de mí y atrás de mí, pero yo, ¡nunca! Lo he intentado todo, y todo ha sido inútil”.
Nosotros la animamos y le dijimos que haríamos del asunto una cuestión de
oración especial durante los siguientes días. Al final de la siguiente reunión de
oración, me acerqué a donde estaba ella arrodillada y le dije que esa era “su noche”.
Ella se rió quedamente. Varias de nosotras oramos alrededor de ella. Oramos hasta
las diez, luego hasta las once, luego hasta la medianoche. Era invierno y se estaba
enfriando la iglesia. La llevamos a un pequeño cuarto lateral en donde todavía había
algo de calor. Sonó la una de la mañana y ella sugirió que yo me fuera a casa, porque
yo tenía que levantarme temprano por mis dos niños pequeños. Pero yo le pregunté
si ella se sentía apesadumbrada porque yo realmente estaba intentándolo en serio, y
que permitiera que el Señor la llenara para que todas pudiéramos ir a casa, porque
yo no iba a cesar. A las dos de la mañana ella insistía en que todas “diéramos por
terminado el asunto”. Pero nosotras seguimos alentándola. Poco tiempo después,
ella comenzó a bostezar y a decir que estaba cansada. Yo señalé un colchón, le dije
que se recostara y que soltara los músculos como si fuera a irse en unas vacaciones
de un millón de años, que mantuviera su pensamiento en el Señor y que le adorara
en su corazón. Unos cuantos minutos después, ella comenzó a hablar suavemente en
una lengua desconocida. Solamente habló unas cuantas palabras, de un salto se puso
en pie, dio las gracias a las señoras por quedarse con ella, dio las buenas noches y
salió. Algunas veces durante el día siguiente, Satanás me sugería que su momento
de hablar en lenguas había sido demasiado “corto” y demasiado “suave” y que Jane
probablemente dudaría que lo había recibido. La noche siguiente, no obstante, Jane
dio un breve testimonio en la iglesia, dándole gracias al Señor por llenarla, y cuando
todos oramos alrededor del altar al finalizar el servicio, ¡recibí la sorpresa de mi vida!
Oí a Jane orar en un torrente de lenguas. El punto clave del asunto es: hablar dos o
tres palabras en la lengua desconocida es tan sobrenatural como hablar un millón de
palabras en lenguas. Jane había actuado escrituralmente: ella alabó a Dios por lo que
Él le había dado la noche anterior, sin dudar nada, y eso la convirtió en una candidata
para recibir más de Dios. Jane de inmediato se convirtió en nuestra ayudante y trabajó
sin descanso y fielmente por las almas. Yo siempre gocé al orar con ella después de
esa primera noche, porque tenía un ministerio de los más edificantes de intercesión al
orar durante horas enteras en lenguas.
Después de algún tiempo, renunciamos a la iglesia y comenzamos viajando en
las campañas de liberación. En una gira misionera por América del Sur, tuvimos una
espera corta en el aeropuerto en la ciudad de México. Al caminar por enmedio de las
grandes multitudes, ¡nos encontramos con Jane! Estaba entusiasmada al contarnos
que el Señor la había llamado a hacer obra misionera en México. Al estar esperando a
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encontrarse con otros amigos en el aeropuerto, nos contó cómo Dios había bendecido
sus esfuerzos en México. ¡Alabado sea Dios por Su bondad!
¿Cómo puede ser uno lleno del Espíritu Santo? Comencemos con el pasaje
escriturario más citado sobre el Pentecostés, Hechos 2:4: “Y fueron todos llenos del
Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba
que hablasen”. ¿Quién empezó a hablar? Algunos contestan: “el Espíritu Santo”, pero
eso no es lo que dicen las Escrituras. Lean el versículo nuevamente. Dice que ellos
(sobreentendido) “comenzaron a hablar”. Un hombre respondió: “¿y qué si yo soy el
que hablo? Será la carne la que habla”. Es cierto. Hasta que usted tenga un cuerpo
inmortal, será la carne la que habla. Una vez que usted sea llevado al cielo, usted
no necesitará hablar lenguas. Pero aquí es donde entra lo sobrenatural: “según el
Espíritu les daba que hablasen”. Si usted tuviera que pensar las palabras que va a
decir, entonces no habría nada sobrenatural acerca de ésto, pero es el Espíritu Quien
le da a usted las palabras que ha de decir. En otras palabras, después de que usted
haya echado fuera todo pensamiento de su mente y se haya centrado en el Señor en
adoración, usted comenzará, en fe, a hablar las palabras que están en su corazón.
Usted no las entenderá, pero eso no tendrá importancia. No le tema al sonido de su
propia voz, porque las palabras sonarán de forma extraña. Al principio sonarán como
un niño que está tratando de aprender a hablar, porque Isaías 28:11 dice: “en lengua
de tartamudos, y en extraña lengua hablará a este pueblo”. Pero no titubee, hable
las palabras distintamente, exprese lo que Dios ha puesto en su corazón. Haga una
respiración profunda y empiece a hablar en lenguas. Recuerde: si usted es salvo, usted
tiene a Cristo, y Colosenses 2:9 dice: “porque en él (Cristo) habita corporalmente
toda la plenitud de la Deidad”. Crea que usted tiene el Espíritu Santo en usted. Usted
no está esperando que Dios haga algo por usted, Él está esperando que usted haga
algo por Él.
Cuando yo hablo en mi lengua materna, uso mi lengua, mis dientes, y mi voz.
Usted debe hacer exactamente lo mismo cuando hable en lenguas: use sus labios,
sus dientes, su lengua, su voz. No obstante, he visto a muchos que están esperando
ser llenos del Espíritu que se ponen muy tensos, su labio superior se pone muy tieso,
no podrían hablar su propio idioma de esta manera. Descanse en el Señor, relaje los
músculos y vea cómo el hermoso Espíritu Santo entra en su vida.
Otra cosa: si usted puede conversar en inglés, francés, español y alemán, usted
solamente podría hablar en un idioma a la vez, ¿no es así? Si usted insiste en continuar
hablando en su idioma nativo, podrá orar hasta el día del juicio y nunca hablar en
lenguas. Así que alabe al Señor durante unos minutos hasta que usted sienta que
el Espíritu Santo se está adentrando en su alma. Luego deje de hablar en su idioma
nativo y comience, en fe, a hablar en la lengua desconocida. Conforme usted obedece
al movimiento del Espíritu Santo, le inundará un gran gozo en su alma, porque la
Biblia dice que: “los discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo.” (Hechos
13:52). Ese gozo puede venir el día que usted reciba el bautismo. También, puede
que no venga hasta un día o unos cuantos días después, conforme usted aprenda a
someterse al dulce Espíritu.
¿Qué sitio es el mejor para recibir la plenitud del Espíritu Santo? La mayoría de
los individuos la reciben en la iglesia, porque la presencia del Señor allí es propicia
para inducir una actitud de adoración y alabanza en el corazón de uno, lo cual es
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un requisito para recibirla. Por otra parte, un chofer de camiones testificó que él
fue bautizado con el Espíritu Santo mientras conducía por la carretera. Dice que se
sintió tan feliz, que apartó su camión a un lado del camino, y simplemente comenzó
a brincar junto a él, de puro gozo. Otro hombre nos dijo que él lo había recibido
mientras se rasuraba; otro, mientras estaba acostado en su cama. Otros nos han escrito,
contándonos que fueron bautizados mientras cumplían condenas en la prisión. Una
señora nos narró que ella lo recibió mientras lavaba su vajilla. Aparentemente, los
ciento veinte del aposento alto estaban sentados (Hechos 2:2). A Dios no le importa
la postura o el lugar.
Cuando primeramente tomamos el pastorado en Ashland, uno de los mejores
hombres que hemos conocido, un ferrocarrilero de nombre Ben Pederson, formaba
parte de la junta administrativa de la iglesia. Una familia en especial sentía que él
no era idóneo para servir en ese puesto a menos que tuviera el bautismo del Espíritu
Santo. Cuando nos acercamos al hermano Pederson, nos indicó que lo había estado
“buscando” durante muchos años, pero sin ningún éxito. Escuchó con atención y en
una media hora más o menos, estaba hablando gloriosamente en una lengua que no
había aprendido. Nunca olvidaré su dulce testimonio durante los siguientes tres años,
cuando pastoreamos ese lugar. Su hermoso espíritu y sus palabras de sabiduría fueron
apreciados por todos.
Mi propia madre maravillosa “tardó” quizás veinticinco años. Ella le rogaba y
suplicaba a Dios que la llenara. Las lágrimas corrían por su cara, conforme ella oraba
durante horas. Después de veinticinco años, sin duda estaba más lejos de recibirlo que
el primer día en que creyó en la experiencia de Hechos 2:4. Sucedió que un evangelista
vigoroso tuvo una serie de cultos en la iglesia a la cual ella acudía fielmente. Veintenas
recibían al Espíritu Santo cada noche, pero mi madre no se encontraba entre ellas.
Noche tras noche, el evangelista la observó orando con desesperación. Una noche,
después de que ella “se diera por vencida”, el evangelista se le acercó: “¿cuánto
tiempo lleva usted buscando recibir al Espíritu Santo?”, preguntó. “Veinticinco años”,
respondió ella. “Hermana, usted puede orar otros veinticinco años, exactamente como
lo ha hecho, y no llegará a ninguna parte”, le dijo a ella. ¡Eso realmente la sacudió!
¡Ese ministro la estaba insultando! Pero, sabe usted, la única forma de poder ayudar
a algunas personas es insultándolas.
Él continuó: “usted le está pidiendo a Dios y tratando de engatusarlo para que
le dé algo que Él ya le dio. Hechos 2:38 nos dice que el Espíritu Santo es un don,
Dios está extendiéndole ese don a usted. Ahora, si yo le estuviera ofreciendo a usted
un regalo en mi mano, y usted rehusara tomarlo pero continuara rogándome para
que se lo diera, usted estaría insultando mi integridad. Yo sentiría que usted no tiene
confianza en mí. Así pasa con Dios: Él le dio a usted el Espíritu Santo hace dos mil
años. Deje de suplicar, hermanita, y acéptelo.”
Todo el día siguiente mi madre reflexionó sobre esas palabras, desgarrada a veces
por un orgullo herido por una parte, y un hambre profunda de aceptar humildemente
el regaño y ser llena, por otra. Ni qué decir, antes de que terminara la campaña, ella
era una de las doscientas personas que fueron llenas.
Mi amado suegro, que durante años fue un maestro de escuela, y posteriormente
director de escuela secundaria, siempre contestaba, cuando alguien le preguntaba si
había recibido el bautismo: “¿hablan todos lenguas?” Generalmente aquellas personas
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que toman esta actitud no creen que sea necesario hablar en lenguas a fin de recibirlo.
En realidad este versículo en lª Corintios 12:30 se refiere a uno de los nueve dones,
conforme los muestra claramente el contexto. En verdad, no todos tienen el don de
lenguas. Pero esto realmente no se refiere a la evidencia inicial de la recepción del
Espíritu Santo. Por último, después de llegar a la edad avanzada de setenta años, él
aceptó Hechos 2:4, y él mismo fue bautizado por el Espíritu. Él vivió otros veinte
años y qué gozo era escucharlo orar en la lengua desconocida en nuestros cultos
familiares diarios.
Y eso trae a colación otro pensamiento: soy una creyente segura de que, si lª
Corintios 14:4 es verdad, que “el que habla lengua extraña, a sí mismo se edifica”,
entonces todo creyente lleno del Espíritu debe orar en lenguas todos los días. El orar
en lenguas nos edificará en las cosas de Dios. Cada mañana, antes de dejar mi lecho,
elevo las manos en gratitud a Dios. Y durante el día, según hago mi quehacer, oro en
lenguas a veces en voz alta, pero muchas veces para mí misma. Estaría totalmente
perdida sin la presencia de esta Persona maravillosa.
Mientras que es escriturario imponer las manos sobre las personas para que
reciban el Espíritu Santo como lo hizo Pablo en Hechos 19:6, no siempre es necesario.
Hemos visto a miles recibirlo por la imposición de manos, pero también a muchos a
quienes no se les impusieron las manos.
¿Cuánto tiempo debe llevarle a uno recibir el bautismo? El tiempo que le lleve
a usted tocar a Dios. Con algunos son cinco minutos, con otros una media hora, una
hora, y con otros todavía más tiempo.
Recuerdo vívidamente una campaña en una carpa que estábamos efectuando
conjuntamente con la familia Osborn en Athens, Tennessee. Se había anunciado que
yo hablaría en el siguiente servicio de la tarde para ayudar a aquellos que desearan
recibir el Espíritu Santo. Cuando el hermano Osborn hizo el llamamiento para aquellas
personas que desearan aceptar al Señor como Salvador, fui a la parte trasera de la
carpa para orar con algunos de los candidatos. Después de haberse ido el último de los
convertidos y de que el hermano Osborn hubiera comenzado a orar por los enfermos,
un joven muy guapo se me acercó. Me dijo: “soy un estudiante de Cleveland, y estoy
estudiando para el ministerio. He estado en la escuela bíblica durante un par de años,
pero nunca he recibido el bautismo. Estoy en la escuela, de manera que no podré venir
mañana en la tarde. ¿Podría ayudarme usted en este momento?”
Me senté junto a él en un banco y le di las instrucciones sencillas. Cuando terminé,
él se volteó a mí con la siguiente pregunta: “¿no le molesta a usted si lo recibo esta
noche?”. Le contesté: “de ninguna manera”. Se arrodilló mientras que yo caminaba
hasta el extremo de la banca para ponerme el abrigo, porque estaba refrescando. Me
regresé a donde él estaba arrodillado para que poder orar para que él lo recibiera.
¡Pero ya era demasiado tarde! Para cuando yo regresé a donde él estaba, él tenía
sus manos en el aire y ya estaba hablando en lenguas. ¡No necesitó mi oración! En
realidad, en cuestión de minutos, él hablaba tan fuerte que varios de los muchachos
con los que asistía a la escuela bíblica, vinieron corriendo de la carpa principal,
porque reconocieron la voz de su compañero que hablaba en lenguas. ¡Decir que
todos ellos tuvieron “un culto de avivamiento” es decir poco! Qué maravilloso ver a
los jóvenes y a aquellas personas de todas las edades y posiciones sociales rendirse al
movimiento poderoso del Espíritu Santo. ¡A Dios sea la alabanza! Usted puede tener
su porción hoy.
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Pasos Necesarios Para La Salvación
1. RECONOZCA: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de
Dios” (Romanos 3:23). “Dios, sé propicio a mí, pecador.” (Lucas 18:13). A la luz de
la palabra de Dios, tiene que reconocer que es un pecador.
2. ARREPIÉNTASE: “…si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente” (Lucas
13:3). “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados…”
(Hechos 3:19). Tiene que ver la maldad del pecado y entonces arrepentirse.
3. CONFIESE: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar
nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” (1ª Juan 1:9). “Porque con el corazón
se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.” (Romanos 10:10).
Confiese sus pecados a Dios.
4. RENUNCIE: “Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos,
y vuélvase a Jehová…el cual será amplio en perdonar” (Isaías 55:7). Lamentarse por
el pecado no es suficiente. Tenemos que estar preparados para dejar de hacerlo, de
una vez por todas.
5. CREA: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo
unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”
(Juan 3:16). “Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu
corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree
para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.” (Romanos 10:9-10). Crea
en la obra finalizada de Cristo en la cruz.
6. RECIBA: “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le
recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”
(Juan 1:11,12). Tiene que recibir a Cristo personalmente en su corazón por medio de
la fe, si quiere ser nacido de nuevo.
Si quiere aceptar a Jesucristo en su alma y en su vida, le ayudará hacer la siguiente
oración:
Querido Padre Celestial,
Y, Padre, muéstrame punto por
Te doy gracias por tu amor.
punto el plan que tienes para mi
Te pido que tu hijo Jesucristo venga a
vida.
mi vida.
Te doy mi cuerpo y mi vida.
Sé que yo he pecado y cometido
Te alabo y te doy gloria mi Creador
cosas que no te agradan.
y Señor,
Te pido que ahora me perdones
Y continuaré dándote gracias por
los pecados y limpies mi vida.
el sacrificio de tu hijo en la cruz,
Ayúdame a seguirte a ti y tus
para que yo pueda tener vida
enseñanzas.
eterna contigo
Protégeme del diablo y la maldad.
Ayúdame a ganar a otros para Cristo
Enséñame a colocarte a ti primero
Espero la segunda venida de Cristo
en todos mis pensamientos y acciones.
para que me lleve al cielo,
Ayúdame a amar a los demás como tú
me amas a mí.
Ven pronto, Señor Jesús. Amén
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