Novena Sinfonía de L.V.Beethoven

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Novena Sinfonía de
L.V.Beethoven
ORQUESTA WEST- EASTERN DIVAN
DIRECCIÓN: DANIEL BARENBOIM
10 de agosto
PLAZA MAYOR
Programa
Sinfonía nº 9 en re menor, op. 125, “Coral”
de Ludwig van Beethoven
Allegro ma non troppo, un poco maestoso
Molto vivace
Adagio molto e cantabile
Presto. Allegro assai
Ficha artística
Orquesta
Dirección
West-Eastern Divan
Daniel Barenboim
Coro
Dirección
Solistas
Orfeón Donostiarra
José Antonio Sainz Alfaro
Camilla Nylund, soprano
Waltraud Meier, contralto
Burkhard Fritz, tenor
Christof Fischesser, bajo
Duración aproximada: 65 minutos (sin intermedio)
Notas al programa
La Sinfonía nº 9 en re menor, op. 125 es, como todo el mundo sabe, la última
que compuso Beethoven. Pero no lo hizo, como otras veces, a continuación de
la anterior, en este caso de la Sinfonía n.º 8 en fa mayor, op. 93. Diez años
separan su estreno, ocurrido el 7 de mayo de 1824, del de la Octava, que se
produjo el 27 de febrero de 1814. En 1815 comenzó para él una etapa triste y
llena de contrariedades, tras un período esplendoroso en el cual había
triunfado al fin con su única ópera, Fidelio; llegó a convertirse en el músico
oficial del Congreso de Viena, convocado por el canciller Klemens von
Metternich para restablecer el equilibrio político anterior a la Revolución
Francesa e impedir que nuevas revoluciones alterasen la paz interna de las
potencias europeas y provocasen conflictos internacionales.
Pero en 1815 Beethoven sufrió la pérdida de su hermano Kaspar-Karl, que en
su testamento había nombrado a Beethoven tutor de su joven hijo Kart, de
ocho años. Es bien conocido el largo pleito que mantuvo con la viuda de su
hermano para obtener la tutela única del niño, a quien educó cuidadosamente
pese a que le proporcionaba innumerables disgustos según iba creciendo. Por
otra parte, sostuvo otro pleito con los herederos del fallecido príncipe Lobkowitz
y vio morir a otro de sus más fieles protectores, el príncipe Lichnowsky.
Le asediaban obstáculos de toda índole, especialmente los económicos. Los
vieneses pensaban que, sordo y avejentado, no volvería a alcanzar el nivel de
la Quinta o la Séptima Sinfonía; y, sin embargo, en 1817, emprendió una de
sus más gloriosas y colosales creaciones: la composición de una gran sinfonía
cuyo último movimiento incorporaba solistas vocales y coros sobre un texto de
Friedrich Schiller, uno de sus poetas preferidos. Se trata del himno Oda a la
alegría, escrito por el autor de Don Carlo en 1785. La idea de Schiller era que
se declamase, o incluso se cantase en las logias masónicas a las que
pertenecían los miembros de la familia Kooner de Dresde, sus anfitriones aquel
año en la ciudad del Elba. Beethoven ya había intentado poner música a la Oda
en 1792, pero no lo hizo pues se trataba de un extenso himno con estrofas de
doce versos, los cuatro últimos a modo de estribillo para el coro.
El poema de Schiller incluye un mensaje progresista que cuestiona las
monarquías absolutas del antiguo régimen y sus privilegios, para propugnar la
igualdad y hermandad entre los hombres, sin distinción alguna. Por entonces,
Beethoven rechazaba de plano los acuerdos del Congreso de Viena y confiaba
en el triunfo definitivo de la burguesía liberal que había aplaudido sin reservas
sus últimas producciones. De ahí su interés por al insurrección española de
1820, cuando el oficial Rafael de Riego se sublevó e impuso al rey la
Constitución promulgada en Cádiz, en el año 1812, y que Fernando VII había
derogado. Ya hice referencia a ello en las notas al concierto de la Staatskapelle
de Berlín dirigida por Barenboim, con el coro de la Ópera Unter den Linden, en
la plaza Mayor de Madrid, y relacioné la Novena con estos sucesos.
Beethoven no utilizó todo el poema de Schiller, con más de un centenar de
versos. Eligió los ocho primeros de las tres estrofas iniciales y las cuartetas
finales de las estrofas primera, tercera y cuarta. Su deseo era, ante todo,
subrayar la hermandad universal y de ahí que insistiese en dos ideas,
contenidas en las palabras “Alle Menschen werden Brüder” (Todos los hombres
vuelven a ser hermanos) y “Seid umschlungen, Millionen!” (¡Abrazaos, millones!
-de seres humanos, se entiende-).
En el último movimiento de la Novena Sinfonía, Beethoven encontró al fin la
relación entre el tema enunciado por los contrabajos al comienzo y el himno de
Schiller. Este tema es el mismo que entona el tenor tras su breve recitativo O
Freunde (Oh, amigos), la muy célebre melodía, que había obsesionado a
Beethoven desde su juventud, y que es, en la actualidad, el himno de la Unión
Europea. Seguramente sabía que la Oda a la alegría había sido, en un primer
momento, una Oda a la libertad y que Schiller, por temor a la censura, decidió
cambiar el término Freiheit por el de Freude.
En fin, la Novena Sinfonía representa el albor, en música, de una nueva era,
que también, es verdad, se vislumbraba en la Sinfonía nº 3 en mi bemol mayor,
op. 55 “Heroica”, pero en la Novena Beethoven soslayó su drama y sufrimiento
personal para alcanzar valores puramente artísticos, por encima de todo lo
conocido hasta entonces en música: una grandeza heroica o rítmica en los dos
primeros movimientos y tiernamente humana en el inmortal adagio molto
cantabile, elevado y contemplativo hasta extremos insospechados por el
sinfonismo de su tiempo.
El 16 de abril de 1882, en el Teatro Príncipe Alfonso del paseo de Recoletos,
Madrid conoció en directo la Novena Sinfonía en versión de la Orquesta de la
Sociedad de Conciertos (germen de la actual Orquesta Sinfónica de Madrid)
dirigida por Mariano Vázquez.
Beethoven era ya conocido y admirado en nuestra ciudad desde muchos años
antes gracias a maestros como Barbieri, Giménez, Bretón, etc., pero la Novena
Sinfonía llegó muy tarde. Es una consecuencia lamentable del dominio que la
ópera italiana ejercía sobre nuestra vida musical. Puede ser atenuante saber
que ya había fallecido Beethoven cuando se dio a conocer en París y que en
Milán se estrenó tan sólo cuatro años antes que en Madrid.
Pese al tiempo transcurrido desde su ya lejano estreno vienés, las reiteradas
ejecuciones que hoy día recibe en cualquier ciudad importante, el buen número
de grabaciones publicadas, emitidas frecuentemente por la radio o grabadas
para televisión, la Novena sigue causando un fuerte impacto cada vez que se
escucha atentamente. Es una de esas creaciones gigantescas de la mente
humana, como La Divina Comedia, los frescos de la Capilla Sixtina, Hamlet y
Don Quijote, la Misa en si menor de Bach o Parsifal. Ya sólo la compleja
estructura del primer movimiento, abierto sobre dos notas en un clima
misterioso y caótico, nos sitúan de inmediato ante una obra de tan gran
significación como desusadas proporciones.
La Novena Sinfonía está dedicada a Friedrich Wilhelm III von Hohenzollern
(1770-1840), rey de Prusia desde 1797. El compositor envió la copia
manuscrita a Potsdam, conservándose en la Biblioteca Real Prusiana de
Berlín.
Andrés Ruiz Tarazona
Fundación Baremboim-Said
Durante la celebración en 2004 de la sexta edición del Taller de la Orquesta
West-Eastern Divan, la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía
constituyó la Fundación Barenboim-Said. De este modo se daba forma a la
propuesta hecha por el Presidente de la Junta de Andalucía a Daniel
Barenboim y a Edward Said, con la idea de establecer en Sevilla no sólo la
sede del West-Eastern Divan y de otros proyectos, sino la de la propia
Fundación.
Entre los objetivos de la Fundación destacan:
Promover el espíritu de paz, diálogo y reconciliación, fundamentalmente a
través de la música. En ese espíritu será un referente esencial la historia de la
convivencia pacífica entre las distintas culturas a lo largo de los siglos en
Andalucía.
Promover la acción formativa en el ámbito de la música, siempre con el objetivo
de la formación integral humanística.
Elaborar, promover, ejecutar y difundir proyectos de formación y cooperación
en Andalucía, en Palestina y en otros países de Oriente Próximos.
Taller del West-Eastern Divan
El uso de las palabras West-Eastern Divan en el título del taller hace referencia
a una colección de poemas de Johann Wolfgang von Goethe. En palabras de
sus fundadores: “la razón por la que hemos llamado así a esta orquesta
proviene del hecho de que Goethe fue uno de los primeros alemanes
verdaderamente interesado en otros países, ya que empezó a aprender árabe
con más de 60 años.”
El West-Eastern Divan fue concebido en 1999 en las mentes de dos artistas e
intelectuales: el israelí Daniel Barenboim y el palestino Edward Said.
Decidieron crear un taller para jóvenes músicos de Israel y otros países de
Oriente Medio con el propósito de combinar el estudio y el desarrollo musical
con compartir el conocimiento y la comprensión entre culturas que han sido
tradicionalmente rivales.
En este taller los participantes mejoran su nivel musical mientras conviven con
jóvenes de países que pueden estar en situaciones de conflicto con el suyo
propio. Sus primeras ediciones transcurrieron entre Weimar y Chicago hasta
que, en 2002, se estableció definitivamente en Sevilla gracias al apoyo
institucional y financiero de la Junta de Andalucía.
El West-Eastern Divan no es únicamente un proyecto musical, es también un
foro para el diálogo y la reflexión sobre el problema palestino-israelí. A través
de los contactos interculturales hechos por los artistas, el proyecto aspira a
representar un importante papel en la superación de diferencias políticas y
culturales entre los países representados en el taller. Dentro de este modelo,
una orquesta se presta como buen ejemplo de democracia y convivencia
civilizada.
El proyecto está dirigido por Barenboim y, tras el fallecimiento de Said, por su
viuda, Mariam Said, y su financiación proviene de la Junta de Andalucía y
patrocinadores privados como la Federación de Cajas de Ahorro de Andalucía
(FACA), entre otros. Es objeto de admiración en todo el mundo por el hecho de
combinar el amor por la música con la necesidad de mejorar el entendimiento
entre las culturas mediterráneas.
Desde sus inicios, este proyecto ha demostrado consistentemente que la
música es un instrumento útil para romper barreras que hasta ahora eran
consideradas infranqueables.
Sugiere que se pueden tender puentes que animen a la gente a unirse,
demostrando que es posible que gentes de orígenes distintos coexistan
pacíficamente, de la misma manera en que estos jóvenes músicos compartirán
partituras, habitaciones, comedores y, sobre todo, una pasión por la música.
Aunque obviamente la música no resolverá el conflicto árabe-israelí, sí tiene
importancia en el acercamiento entre las personas, brindándoles una
oportunidad de conocerse. El único aspecto político que se extiende por el
taller es el acuerdo acerca de que no existe una solución militar al conflicto.
La base de la orquesta la constituyen músicos árabes e israelíes en igual
número, acompañados de músicos andaluces. Desde su creación, en 1999, la
Orquesta West-Eastern Divan ha tocado en numerosos países de Europa
(España, Alemania, Reino Unido, Francia, Suiza) y de América (Estados
Unidos, Argentina, Uruguay y Brasil).
En agosto de 2003 la orquesta tocó por primera vez en un país árabe con un
concierto en Rabat, Marruecos, y en 2005 dio un gran paso al dar su primer
concierto en un país de Oriente Próximo, ofreciendo una actuación en Ramala,
Palestina, que fue retransmitida en directo por la cadena de televisión francoalemana ARTE.
Daniel Barenboim
Nacido en Buenos Aires en 1942, hijo de padres de ascendencia judío-rusa,
Daniel Barenboim recibió sus primeras clases de piano de su madre a la edad
de cinco años, continuando sus estudios con su padre, que fue su único
profesor de piano hasta el comienzo de su carrera profesional. En agosto de
1950, con tan sólo siete años, ofreció su primer concierto público en Buenos
Aires. En 1952, la familia Barenboim se trasladó a Israel.
Hizo su debut como pianista en Viena y Roma, en 1952; en París, en 1955; en
1956, en Londres y en Nueva York, bajo la dirección de Leopold Stokowski.
Desde entonces ha realizado con regularidad giras por Europa, Estados
Unidos, Sudamérica, Australia y Lejano Oriente.
Dos años más tarde, en el verano de 1954, participó en las clases de dirección
de Igor Markevich, en Salzburgo. Fue entonces cuando conoció a Wilhelm
Furtwängler y tocó para él, quien, tras haberle escuchado, escribió: “Daniel
Barenboim es un fenómeno...”. En 1955, estudió armonía y composición con
Nadia Boulanger, en París.
En 1954, realizó su primera grabación discográfica, y pronto comenzó a grabar
las más importantes obras del repertorio para piano, incluyendo ciclos
completos de las Sonatas para piano de Mozart y Beethoven, Conciertos de
Mozart (actuando como director y pianista), Conciertos de Beethoven (con Otto
Klemperer), Brahms (con Sir John Barbirolli) y Bartók (con Pierre Boulez).
Durante este período, comenzó a dedicar más tiempo a la dirección. A partir de
1965, se desarrolló una estrecha relación entre Daniel Barenboim y la English
Chamber Orchestra que duró más de una década, durante la cual ofrecieron
conciertos en Inglaterra, así como giras por Europa, Estados Unidos, Japón,
Australia y Nueva Zelanda.
Tras su debut como director al frente de la Philharmonia Orchestra de Londres
en 1967, empezó a ser solicitado por las principales orquestas europeas y
americanas. Debutó como director de ópera en el Festival de Edimburgo de
1973, con Don Giovanni de Mozart. Entre 1975 y 1989, fue director titular de la
Orchestre de Paris, destacando su interés por la música contemporánea, con
interpretaciones de obras de Lutoslawski, Berio, Boulez, Henze, Dutilleux,
Takemitsu y otros autores. En 1981, dirigió por primera vez en el Festival de
Bayreuth, del que fue un invitado habitual durante dieciocho años (hasta 1999),
ofreciendo producciones de Tristán e Isolda, El Anillo, Parsifal y Los Maestros
Cantores.
En 1991 fue nombrado director titular de la Chicago Symphony Orchestra,
sucediendo a Sir Georg Solti y, en 1992, director titular y director artístico de la
Deutsche Staatsoper Berlin. En otoño de 2000, fue elegido director titular
Vitalicio de la Staatskapelle.
En 1999, Daniel Barenboim y Edward Said, escritor palestino, intelectual y
profesor de literatura comparada, fallecido en septiembre de 2003, fundaron el
taller del West-Eastern Divan, que cada verano invita a jóvenes de Israel,
Oriente Medio y españoles a trabajar y hacer música juntos, formando una
orquesta. Los dos primeros años se celebró en Weimar, el año siguiente en
Chicago y, actualmente tiene su sede en Sevilla gracias al apoyo de la Junta de
Andalucía. En agosto de 2003, la orquesta actuó por primera vez en un país
árabe, en la ciudad de Rabat, por invitación personal del Rey Mohammed VI de
Marruecos. Este taller no pretende expresar ninguna declaración política, sino
sentar un ejemplo del diálogo entre culturas a través de la música.
Ha publicado dos libros: la biografía Mi vida en la Música y, junto con Edward
Said, Paralelismos y Paradojas.
Recientemente comenzó un programa de educación musical en los territorios
palestinos, con el objetivo de utilizar la música como concepto a lo largo de
todo el proceso educacional. También asumió el compromiso de ayudar al
Conservatorio Nacional local a establecer una orquesta de jóvenes palestinos.
A finales de octubre de 2002, Daniel Barenboim y Edward Said fueron
distinguidos con el prestigioso Premio Príncipe de Asturias de la Concordia en
reconocimiento a sus esfuerzos en pos de la paz. Más tarde ese mismo año,
Daniel Barenboim recibió el Premio de la Tolerancia otorgado por la Academia
Evangélica Tutzing, y la Orden de la República Federal de Alemania, impuesta
por el Presidente Johannes Rau.
En febrero de 2003 fue galardonado con un Grammy por su grabación de
Tannhäuser de Wagner. En marzo del mismo año recibió, junto con la
Staatskapelle Berlin, el premio Wilhelm Furtwängler. En marzo de 2004, le fue
concedida la Medalla Buber-Rosenzweig, por sus esfuerzos en pos de la
reconciliación. En enero de 2006 recibió el XXVI Premio por la Paz concedido
por la Asociación para las Naciones Unidas en España y en abril, el Premio
Internacional Terenci Moix al Personaje del Año en Artes Escénicas.
Camilla Nylund
Soprano
Camilla Nylund nace en Vaasa (Finlandia) y empieza a estudiar canto con Eva
Illes para pasar luego al Mozarteum de Salzburgo. Por sus notables méritos se
le otorgó la Medalla Lilli Lehmann de la Fundación Internacional Mozarteum en
diciembre de 1995.
En enero de 1995 debuta en la Niedersächsischen Staatsoper Hannover como
Micaela en Carmen. Tras un gran éxito en este papel, fue contratada para la
temporada 95-96 por la misma ópera. En este teatro ha interpretado los
papeles de la Condesa (Figaro), Pamina (La Flauta Magica), Fiordiligi (Cosí fan
tutte), Marie (La novia vendida), Agata (El cazador furtivo), Eva (Los maestros
cantores de Nuremberg), Freia (El oro del Rhin), Gutrune (El crepúsculo de los
dioses), Condesa (Capriccio), Rosalinde (El murciélago), Lisa (Das Land des
Lächens) y Mimi (La Bohème).
Debuta en mayo de 1996 en la Ópera Nacional de Finlandia en Helsinki como
la Condesa en La Boda de Figaro, e interpreta el mismo papel en la Deutsche
Oper am Rhein, en la Deutsche Oper de Berlín y en la Semperoper de Dresde.
Ha cantado como Fiordiligi en Graz, Amsterdam y Dresde.
En el verano de 1997 actúa en La Flauta Mágica en el Opemfestival de
Savonlinna, siendo muy alabada por el público y la crítica; de la actuación se
grabó un CD.
Camilla Nylund recibió el primer premio del concurso de canto más importante
de Finlandia en Lappeenranta (enero 1996), así como el Premio de la Cultura
de la región de Österbotten en Finlandia (marzo 1996). En el verano de 1997
representó a Finlandia en el concurso internacional Singer of the World en
Cardiff.
En las temporadas 1999/2000-2001/2 ha sido contratada por la Semperoper
(Dresde). En este teatro interpretó los papeles de la Condesa (Capriccio), Marie
(La novia vendida), Nitocris (Belsazar), Alice Ford (Falstaff), Vitelia (La
Clemenza di Tito), Tatjana (Eugen Onegin) y Arabella.
Aparte de su actividad en Dresde, ha sido invitada a interpretar en Venecia
durante la temporada 2002/3 la Condesa en el Capriccio y Eva en la ópera Los
Maestros Cantores de Nurenberg, así como Tatiana de Onegin en la
Hamburgischen Staatsoper. En la Sala Hercule de Munich ha cantado en el
Requiem Alemán de Bramhs. En la Tonhalle de Zurich ha participado en la
serie de conciertos dedicada al Stabat Mater de Dvoraks y en Génova en la
Sinfonia n.4 de Mahler. Con la Orchestre Philharmonique de Radio France ha
cantado en Paris en la Ariadne, y ha tenido un éxito extraordinario en su debut
como Marschallin en la Semperoper de Dresde.
El repertorio grabado de Camilla Nylund comprende obras de Schumann,
Schubert, Heiniö, Reger, Denissow, Hoffman y Mozart. En su primera
grabación como solista (Hänssler Classic), canta Lieder de Sibelius, Kuula,
Debussy y Britten.
Camilla Nylund estrena la temporada 2003/4 con conciertos de la obra Lazarus
de Schubert, invitada al MDR-Musiksommer bajo la dirección de Fabio Luisi,
así como con el papel de Elisabeth en la ópera Tannhäuser en Dresde.
Siempre en Dresde canta la Rosalinde para una nueva producción del
Murciélago. Ha tenido asimismo gran éxito en su debut como Leonore en el
Fidelio en la Opera de Zurich bajo la dirección de Nikolaus Harnoncourt y en la
producción de Arabella en Amberes.
Empieza la temporada 2004/5 con El caballero de la rosa en la Semperoper de
Dresde y con el debut como Salomé en la Ópera de Colonia. En el papel de
Leonore en Fidelio canta durante los Salzburger Festspielen bajo la dirección
de Sir Simon Rattle. Ha alcanzado gran éxito en sus debuts en la Bayerischen
Staatsoper Manchen como Elisabeth en el Tannhäuser bajo la dirección de
Zubin Mehta y por la interpretación de Leonore en la versión original del Fidelio
en el Theater an der Wien.
Sigue para la temporada 2005/2006 con la interpretación de Freia (El oro del
Rhin) en el teatro Châtelet de París, bajo la dirección de Christoph
Eschenbach. Para la inauguración de la Frauenkirche de Dresden canta la
Missa Solemnis bajo la batuta de Fabio Luisi. La Wiener Staatsoper la ve
debutar en el papel de Salomé. Con la orquesta de La Scala de Milán bajo la
dirección de Daniel Barenboim canta en la Sinfonia n.9 de Beethoven.
Conjuntamente a Sir Simon Rattle canta el papel de la Condesa en la versión
concertante del Figaro en la Filarmónica de Berlín. En la Bayerischen
Staatsoper canta en el papel de Arabella, en Zurich en Fiordiligi, en Dresde en
una nueva producción de Euryanthe, y regresa a Colonia como Salomé. Con el
maestro Barenboim canta la Novena de Beethoven esta vez con la Orquesta
Sinfónica de Chicago en esta ciudad.
Entre sus compromisos futuros, Camilla Nylund actuará en la Semperoper de
Dresde en Capriccio, Rosenkavalier, Euryanthe y en la Bayerischen Staatsoper
en la nueva producción de Chowanschtschina como Emma; interpretará
también a la Condesa en el Figaro, Fiordiligi, Freia y Eva. En la Ópera de
Colonia cantará como Elsa en el Lohengrin y debutará como Elisabeth en una
nueva producción del Tannhäuser. Ha sido invitada por el New National
Theatre de Tokio para una nueva producción del Caballero de la rosa.
Tras un gran éxito en Fidelio bajo la dirección del Maestro Rattle, ha sido
invitada por el mismo para actuar en otros proyectos con la Filarmónica de
Berlín, en La balsa de la medusa de Hans Werner Henze y en la versión
concertante del Caballero de la rosa. En Zurich cantará de nuevo en Fidelio.
Para los Salzburger Festspielen del 2008 actuará en el papel de Rusalka.
Waltraud Meier
Mezzosoprano- Soprano dramática
La mezzosoprano alemana Waltraud Meier nació en Würzburg. Creció en un
entorno familiar en el que siempre se tocaba música. Ya durante el periodo
escolar y académico cantaba en cinco coros diferentes. Tras acabar el colegio
empezó a estudiar filología inglesa y románica, así como a dar clases de canto.
En 1976 decidió dedicarse solamente al canto y debutó en la Ópera de
Würzburg en el papel de Lola en La Caballería Rusticana. En los años
sucesivos pudo ampliar su repertorio actuando en Mannheim (1976-1978),
Dortmund (1980-1983), Hannover (1983-1984) y Stuttgart (1985-1988). El
debut internacional de Waltraud Meier fue en 1980 en el Teatro Colon de
Buenos Aires interpretando a Fricka en La Valquiria.
En 1983, tras el gran triunfo que la mezzosoprano tuvo como Kundry en el
Parsifal de Wagner durante las Bayreuther Festspielen, inició una intensa
carrera internacional que la llevó regularmente al Covent Garden Opera de
Londres, a la Metropolitan Opera de Nueva York, a La Scala de Milán, a la
Opéra National de Paris, a la Wiener Staatsoper y a la Bayerischen Staatsoper
München. Tras el gran éxito obtenido entre 1983 y 1993 en el papel de Kundry,
cambió al registro de Soprano Dramática, en el cual interpretó de 1993 a 1999
Isolde para la legendaria puesta en escena del Tristan de Heiner Müller, bajo la
dirección de Daniel Barenboim, que tanto impresionó al publico y a la crítica.
También en Bayreuth actuó en 2000 junto a Plácido Domingo como Sieglinde
en La Valquiria para el ciclo del Anillo del Milenio dirigido por Jürgen Flimm y
Giuseppe Sinopoli. Hoy día, por sus papeles de Kundry, Isolde, Ortrud, Venus y
Sieglinde, se la considera como una de las cantantes wagnerianas más
importantes y valiosas de nuestro tiempo.
También para el repertorio italiano y francés, por sus cualidades técnicas y su
fuerza representativa, es muy apreciada en los papeles de Eboli, Amneris,
Carmen y Santuzza. Aun siendo una cantante alemana ha conquistado al
público italiano por sus sensacionales interpretaciones en estos papeles bajo la
dirección de Riccardo Muti. Waltraud Meier ha trabajado con famosos
directores de escena como Jean-Pierre Ponnelle, Luc Bondy, Harry Kupfer,
Götz Friedrich, Klaus Michael Grüber y Patrice Chéreau, con el cual ha
interpretado a Marie en la puesta en escena del Wozzeck con una intensidad y
pasión fascinantes. Daniel Barenboim, Riccardo Muti, Claudio Abbado, James
Levine, Zubin Mehta y otros famosos directores valoran mucho en Waltraud
Meier la fuerza de su extraordinaria personalidad musical, que se fusiona con la
pasión, la creatividad y un claro intelecto.
Igual que en 1991 en La Scala de Milán bajo la batuta de Riccardo Muti, la
cantante triunfó en la Opera Châtelet de Paris en la interpretación de Parsifal
(Klaus-Michael Grüber / Semyon Bychkov). La estrecha colaboración artística
tanto con Barenboim y la Staatsoper Berlin Unter den Linden, como con la
Bayerischen Staatsoper München, han llevado a la cantante con regularidad a
Japón, actuando en La Valquiria, Wozzeck, Tristan y Fidelio. A su actuación
como Ortrud en la nueva producción del Lohengrin de la Bayerischen
Staatsoper, siguió en 1998 su debut como Leonore bajo la dirección de Daniel
Barenboim en Chicago. Interpretó el mismo papel en nuevas puestas en
escena de la Bayerischen Staatsoper del director Peter Mussbach con la
dirección musical de Zubin Mehta, para la inauguración de la temporada
1999/2000 de La Scala de Milán con Werner Herzog y la dirección musical de
Riccardo Muti, así como en el Metropolitan Opera de Nueva York con Jürgen
Flimm. En el año 2000 Waltraud Meier fascinó al público del Salzburger
Festspiele con la interpretación de Isolde en la producción del Tristan por
Klaus-Michael Grüber y Lorin Maazel. En el año 2001, en la inauguración de las
Opernfestspiele de Munich, debutó como Dido en Les Troyens de Hector
Berlioz bajo la batuta de Zubin Mehta. Para la gira de despedida de Claudio
Abbado, la cantante acompaño al director y la Filarmónica de Berlín a Italia
interpretando las Rückert-Lieder de Gustav Mahler.
Como artista Waltraud Meier busca siempre el reto de lo nuevo y se dedica al
canto en la forma más pura del Lied y del concierto. Por eso consagró la
temporada 2003/2004 exclusivamente a la interpretación del Lied y de
conciertos. Sin duda pertenecen a la cumbre de esta temporada vocal, que la
llevó por toda Europa, Rusia y EE.UU., la Matthäuspassion de Bach, así como
un atrevido programa con composiciones de Brahms, Schubert y Hugo Wolf.
En la temporada 2004/2005 vuelve a la ópera en el papel de Carmen en una
nueva producción de la Semper-Oper en Dresde (con Katarina Lauterbach
como directora de escena); en 2005 vuelve a fascinar al publico y a la prensa
con la espectacular nueva puesta en escena del Tristan en el papel de Isolde
(Escena Peter Sellars, Dirección: Esa-Pekka Salonen) en la Opéra Bastille in
Paris, así como con su interpretación de Kundry en la nueva producción del
Parsifal de la Wiener Staatsoper.
En el futuro Waltraud Meier realizará nuevos planes artísticos con los directores
Mikko Franck, Kent Nagano, Antonio Pappano, Seiji Ozawa y Sir Simon Rattle.
Su extensa discografía y videografía testimonian la versatilidad de esta
cantante única, su fuerza en la actuación y en el canto. Waltraud Meier,
coronada con muchos premios y reconocimientos, trabaja como cantante en la
Bayerischen Staatsoper München y en la Wiener Staatsoper. Actualmente vive
en Munich.
Burkhard Fritz
Tenor
Nació en Hamburgo, donde se licenció en Medicina antes de empezar su
formación musical con Ute Buge en el Conservatorio Johannes Brahms y de
seguir cursos magistrales con Alfredo Kraus en Santander. Tras sus primeras
experiencias en el Conservatorio Superior de Hamburgo fue contratado en
1997 por el Stadttheater Bremerhaven. Desde la temporada 2000/2001
Burkhard Fritz es miembro permanente del Musiktheater im Revier de
Gelsenkirchen, donde ha interpretado papeles de tenor lírico como Nemorino
en el Elixir de amor. Su primer éxito como Tenor Joven lo consiguió cantando
Max en el El cazador furtivo, consolidando este éxito como Florestan en Fidelio
y Carlo en I Masnadieri de Verdi. Tras ello estuvo perfeccionándose con Arturo
Sergi. En diciembre de 2003 debutó en Gelsenkirchen como protagonista de
Parsifal, a lo cual siguieron diversas invitaciones en el Teatro Aalto de Essen,
en la Staatsoper Hannover y en el Staatstheater Oldenburg en el papel de
Idomeneo. En septiembre de 2005 obtuvo un gran éxito debutando como
Walther von Stolzing en Los Maestros Cantores de Nurenberg en el Tiroler
Landestheater de Innsbruck.
A partir de la temporada 2004/2005 pasó a ser miembro permanente de la
Berliner Staatsoper Unter den Linden, interpretando Parsifal, Tichon (Katja
Kabanowa), Walther von der Vogelweide (Tannhäuser), Max (El cazador
furtivo) y Florestano (Fidelio).
En diciembre de 2005 cosechó un gran éxito interpretando la Novena Sinfonía
de Beethoven en el Teatro La Scala de Milán. En Hannover debutó con el papel
de Lucio Silla, y en Rotterdam y Ámsterdam interpretó Fausto bajo la dirección
de Valery Gergiev en La Maldición de Fausto de Hector Beriloz. En abril de
2006 debutó como Parsifal en la Wiener Staatsoper; en mayo cantó la Novena
de Beethoven en Chicago, y en junio de este mismo año puso en escena una
interpretación concertante del Parsifal.
En el futuro podremos verle en el papel de Cavaradossi en Tosca, como Álvaro
en La forza del destino en la Berliner Staatsoper y como Laca en Jenufa en la
Staatsoper Stuttgart. En 2008 interpretará a Stolzing para una nueva
producción de Los Maestros Cantores de Nurenberg bajo la dirección de Daniel
Barenboim.
Christof Fischesser
Bajo
Nació en Wiesbaden, y desde la temporada 2004/2005 trabaja de manera
permanente en la plantilla de la Berliner Staatsoper Unter den Linden.
Se formó musicalmente con el profesor Martin Gründler en el Conservatorio de
Frankfurt. Mientras cursaba estudios en el Conservatorio ganó el primer premio
en el Concurso Nacional de Canto de Berlín, tras el cual fue contratado por el
Badische Staatstheater Karlsruhe para interpretar entre otros a Sir Giorgio (I
Puritani), al Conde Walter (Luisa Miller), a Raimondo (Lucia di Lammermoor) y
a Orestes (Elektra). Alcanzó gran éxito como bajo en el Mefistofele de Boito.
Durante la misma temporada fue invitado por la Berliner Staatsoper.
Bajo la dirección de Simone Young, Christof Fischesser debutó en la
Lindenoper interpretando Rocco en Fidelio, y durante la temporada 2005/2006
bajo la dirección del Maestro Daniel Barenboim debutó como Klingsor en
Parsifal. En esta temporada de la Berliner Staatsoper podrán ver a Christof
Fischesser también en el papel de Timur en Turandot, Oroveso en Norma o
como Banquo en Macbeth.
En febrero debutó en Goteborg interpretando el Rocco de Fidelio.
Christof Fischesser es regularmente invitado por el Staatstheater Karlsruhe
para interpretar los papeles de Figaro (Le nozze di Figaro) y Fiesco (Simon
Boccanegra).
José Antonio Sainz Alfaro
Director del Orfeón Donostiarra
Nació en San Sebastián en 1956. Se licenció en ciencias físicas por la
Universidad de Navarrra. Su vocación y temprana intuición musicales fueron
encauzadas por el fundador de la Coral San Ignacio, Padre Garayoa, a quien
sustituiría años más tarde al frente de la agrupación. Pero antes cursaría
estudios musicales en el Conservatorio de San Sebastián con maestros como
Francisco Escudero y Tomás Aragüés. Completaría su formación siguiendo
distintos cursos de dirección coral en el extranjero.
Su relación con la Coral del Padre Garayoa, a la que dirigió entre 1980 y 1988,
fue de lo más fructífero, tanto dentro como fuera de Euskadi. Amplió
notablemente el repertorio del conjunto y regularizó su política discográfica, en
particular dentro del capítulo de la polifonía religiosa, al tiempo que lo llevaba al
Festival de Santander, a la Semana musical de Cuenca o, en el extranjero, a la
Academia Chigiana de Siena. Bajo su mandato la Coral ignaciana obtuvo en
varias oportunidades el primer premio del Certamen de Masas Corales de
Tolosa. En paralelo, Sainz Alfaro fue desarrollando una importante labor
pedagógica en la Federación de Coros de Guipúzcoa, donde aún hoy continúa
dirigiendo cursillos destinados a las nuevas promociones de músicos de la
especialidad.
En 1974 tuvo su primer contacto con el Orfeón donostiarra, en el que ingresó
como barítono. A lo largo de los ochenta colaboró íntimamente con el titular de
la formación, Antxon Ayestarán, de quien llegó a ser muy pronto asistente.
Nombrado subdirector, contribuyó a la preparación y montaje de numerosas
nuevas obras y ayudó a impulsar una todavía tímida política de expansión.
Tras la repentina muerte de Ayestarán, pasó a ocupar en 1988 la titularidad del
Orfeón. La Misa en “fa” de Bruckner, Oedipe de Enesco, La muerte del Obispo
de Brindisi de Menotti, Oedipus Rex de Stravinsky, Mors et Vita de Gounod,
Vísperas de Rachmaninov, Redemption de Franck, Sinfonía nº 2 de
Mendelssohn o El sueño de Geroncio de Elgar son algunas de las partituras
que han entrado en el repertorio de la agrupación donostiarra en los últimos
años.
Esta febril actividad es muestra de un impulso y está en la base de la moderna
imagen del conjunto, cada vez más conocido fuera de nuestro país, y pone de
manifiesto la disposición y clarifica el punto de vista de su actual director, que
en una muy reciente etapa ha iniciado una prometedora labor al frente de
distintas orquestas, como la Filarmónica Nacional de Letonia, Sinfónica de la
Radiotelevisión Española, Sinfónica de Euskadi, la Orquesta Nacional Rusa, la
Sinfónica de Estambul, la Philharmonia Pomorska y la Nacional de la Opera de
Sofía con las que ha revisado, junto al Orfeón que gobierna, una buena parte
del más comprometido repertorio sinfónico-coral.
Radio Nacional de España concedió a Sainz Alfaro el Premio Ojo Crítico de
música de 1992.
Orfeón Donistiarra
Fundado en 1897, el Orfeón Donostiarra une a sus 107 años de vida el
prestigio de estar considerado como la más importante agrupación coral de
España. Su repertorio abarca más de cincuenta títulos de ópera y zarzuela, un
centenar de obras sinfónico-corales y gran número de obras de folklore y
polifonía. Esta agrupación coral, cuyos miembros son amateurs, anualmente
ofrece una media de 35 a 40 conciertos. Ha conocido cuatro etapas bien
definidas por el carácter y personalidad de sus respectivos directores:
Secundino Esnaola, Juan Gorostidi, Antxon Ayestarán y José Antonio Sáinz
Alfaro, que se hizo cargo de su batuta en 1986.
Sería interminable citar la lista de orquestas, solistas y directores con los que el
Orfeón ha trabajado. De los maestros resaltan Abbado, Albrecht, Argenta,
Barenboim, Frühbeck, López Cobos, Maag, Makerras, Maazel, Markewich,
Masur, Mehta, Ozawa, Plasson, Salonen, Muti, Spivakov, Stokovsky o Víctor
Pablo Pérez. Tiene más de cien grabaciones en su haber. Entre las últimas, la
Misa del Requiem de Verdi editada en CD y en DVD, fue nominada para los
Grammy en la categoría de “mejor actuación coral” en 2003. Ha participado con
asiduidad en los festivales de música más importantes de España. De las
actuaciones internacionales de los últimos años, destacan la participación en el
Festival de Salzburgo de 1999 con La condenación de Fausto de Berlioz; los
dos grandes éxitos de 2001 en Berlín con la Filarmónica de esta ciudad, uno
bajo la dirección de Claudio Abbado y el otro con Daniel Barenboim; La 2ª
Sinfonía de Mahler interpretada junto a la Orquesta del Festival de Lucerna
bajo la dirección de Abbado en el certamen de esta ciudad suiza en 2003, La
Condenación de Fausto representada en el Festival alemán del Rhur con la
Orquesta Baden-Baden y Freibug bajo la batuta de Sylvain Cambreling en 2002
y su vuelta a este certamen en 2004. La última salida internacional fue el
pasado mes de enero a Venezuela, en cuya capital interpretó la Novena de
Beethoven bajo la dirección de Claudio Abbado y la Sinfónica Nacional Juvenil
de Venezuela.
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